Casos Psiquiatria 1-6
Casos Psiquiatria 1-6
Casos Psiquiatria 1-6
La Sra. Morales es un ama de casa española de 70 años con dos hijos mayores.
Caso: La Sra. Morales siempre había sido una persona organizada, así que cuando
comenzó a perder incluso las cosas más corrientemente utilizadas, su marido se empezó
a preocupar. La llevó al médico de cabecera, que la envió al depm1amento de
psiquiatría del hospital para hacerle un chequeo. SegÚn su marido.
Los problemas de memoria comenzaron aparentemente, hace 2 años, cuando se quejaba
de no recordar nombres. Su marido notó que algunas veces no podía recordar cosas que
habían pasado el día anterior. Se volvió cada vez más olvidadiza, tenía problemas al
hacer las cuentas con el dinero cuando iba a comprar y, a menudo, volvía a casa sin las
cosas que necesitaba. La Sra. Morales estaba orgullosa de cómo cocinaba, pero ahora
echaba a perder la comida. Cuando preparada la comida, ponía demasiada salo nada en
absoluto. Olvidaba apagar el homo o dejaba el grifo abierto. En los 12 meses anteriores
a la visita, era incapaz de llevar la casa sin la ayuda de su marido. Consultó en varias
ocasiones al médico de cabecera, el cual se prescribió un medicamento neurotrófico,
aparentemente sin resultados positivos.
Antecedentes. Sra. Morales vivía con su marido, maestro jubilado a los 72 años. Ella
también era profesora, pero dejó su trabajo cuando nació su primer hijo y nunca volvió
a ejercer. Su marido la describe como una persona de trato fácil, sociable y una persona
jovial. En su matrimonio o con sus hijos no tenía problemas importantes. Sin embargo,
en los Últimos meses, se había vuelto apática, reservada, irritable y bastante recelosa.
El padre de la Sra. Morales había mue110 en un hospital psiquiátrico, donde había sido
internado a los 75 años por una "arterosclerosis".
La Sra. Gracia es una mujer española de 75 años. Está viuda y vive sola. Fue ingresada
en el servicio de traumatología de un hospital cuando se rompió una pierna.
Caso. La Sra. Gracia se encontraba confusa e intranquila por las noches en el hospital,
molestando a otros paciente. Se le realizó un examen psiquiátrico por su conciencia
borrosa y su comp0l1amiento hiperactivo. Dos semanas antes se había caído en el baño
fracturándose el fémur. Fue ingresada y se le realizó una operación osteosintética para
corregir la fractura.
Después de la operación continuaba su estado de confusión. Su conciencia comenzó a
nublarse, mostrando poca atención y reducida comprensión. No podría recordar lo que
le pasaba o por qué estaba en el hospital. Durante el día se mostraba apacible, sin
hiperactividad. Podía leer o ver la televisión y no recordaba quién la visitaba.
Rechazaba a las enfermeras cuando trababan de lavarla o cuidar de ella. Comenzó a
tener conversaciones con personas imaginarias y se volvió severa hasta el límite. Era
irritable y estallaba en cólera. Tiraba la comida al suelo y rechazaba cualquier
medicación. Se calmaba entre los accesos de cólera y conseguía dormir durante cerca de
media hora, pero por la noche no podía dormir, la hiperactividad aumentaba. Mientras
los otros pacientes dormían por la noche. La Sra. Gracia se preguntaba cuando vendrían
a despel1arla. Iba a las habitaciones de otros pacientes y trataba de meterse en sus
camas. Algunas veces intentaba salir del hospital en camisón pero era detenida y llevada
a su habitación. Antes de la operación su comportamiento era normal y sus hijas no
notaron que su memoria o su concentración estuvieran deterioradas.
Antecedentes. La Sra. Gracia vivía sola desde la muerte de su marido hacía 20 años. Él
era contable en una agencia de publicidad. Tenía dos hijas mayores que vivían en el
mismo barrio. Vivía en un piso alquilado y hasta el episodio de su enfermedad era capaz
de cuidarse sola y sin ayuda.
Siempre había sido una persona tranquila y algo introvertida, pero no había nada inusual
en ella. Aparte de una leve diabetes no insulino-dependiente, durante los 5 años
anteriores no había tenido ningún problema somático. Antes del incidente nunca había
ingresado en ningún hospital. No recibía ninguna medicación y no bebía alcohol.
Mario es español y tiene 26 años. Está soltero y vive con sus padres.
Caso. Mario fue llevado al servicio psiquiátrico del ambulatorio por sus padres, ya que
mostraba un gran rechazo social y una gran dejadez. Cuando tenía 17 años comenzó a
consumir drogas como cánnabis, heroína, anfetaminas y LSD. Su adicción duró 2 ó 3
años. A los 18 años se hizo muy introvertido, perdió todo interés por la sociedad y dejó
de trabajar. Rechazaba encontrarse con la gente, empezaba a pasar la mayor parte del
tiempo en la cama y no se preocupaba de lavarse. A los 20 años fue llamado para
cumplir el servicio militar, pero fue rechazado unas semanas más tarde por razones
psiquiátricas. Se mostraba apático, con un comportamiento pasivo y sin sentido del
deber. Fue remitido a una clínica psiquiátrica, pero sólo acudió un par de veces y no
siguió los consejos médicos o lo que se le prescribía. Vivía con sus padres, quienes
continuaron cuidándole. Mario no hacía nada en casa, mostraba poca atención en su
higiene personal y se mostraba irritable, y algunas veces agresivo, cuando su familia se
lo reprochaba. No mostraba ideas extrañas o ideas delirantes y no se le había visto
escuchando o hablando con voces imaginarias. Durante el mes anterior al ingreso actual,
se negó por completo a levantarse de la cama, comía muy poco y, a veces, se hacía sus
necesidades encima. Sus padres pensaban que ya no podían cuidarle durante mucho
tiempo en estas condiciones y le llevaron al médico.
CASO CLÍNICO N° 4
La Srta. Hellín es una bibliotecaria española de 36 años. No está casada y vive sola.
Antecedentes. La Srta. Hellín creció en el campo, donde su padre era grajero. Era la
tercera hija de la familia. Al dejar el colegio consiguió un trabajo como auxiliar de
biblioteca en un pueblo cercano. Después realizó un curso profesional de
biblioteconomía que finalizó cuando tenía 23 años.
Continuó trabajando en la misma biblioteca, era muy apreciada y estaba considerada
como muy buena trabajadora y como una compañera agradable.
Era extrovertida y tenía muchas aficiones. Practicaba deporte, en particular la natación,
hasta que a los 24 años tuvo un accidente. Por causas desconocidas, tuvo una pérdida de
consciencia mientras nadaba y fue rescatada en el último momento del fondo de la
piscina. Después de esto comenzó a sufrir ataques generalizados de epilepsia a
consecuencia del daño cerebral causado por la anoxia sufrida. Fue tratada con
carbamazepina y tuvo ataques ocasionales cuando olvidaba tomar la medicación o
cuando bebía demasiado. Después del accidente cambió su personalidad, y su familia y
amigos le dijeron que se comportaba como otra persona. Perdió la mayoría de sus
amistades, aunque parecía preferir la vida solitaria. Durante su juventud tuvo muchas
relaciones sexuales 'pero nunca se casó. Después del accidente pareció perder
completamente el interés por el sexo. A los 24 años fue ingresada en el hospital para
tratar el daño cerebral anóxico; al año siguiente para tratar la epilepsia.
Por otro lado, su salud somática era buena.
No había antecedentes de enfermedad mental en su familia.
El examen físico tampoco reveló anomalías. El examen neurológico era normal con la
excepción de que había reflejos tendinosos hiperactivos. El electroencefalograma (EEG)
mostró un moderado enlentecimiento de las ondas. predominantemente en la región
temporal derecha, con ondas muy marcadas de manera ocasional. Los análisis de sangre
no mostraron ninguna anomalía.
CASO CLÍNICO N° 5
Caso. El Sr. Moratín es enviado a la unidad de psiquiatría para ser estudiado a causa de
su inestabilidad emocional, sus dificultades para concentrarse y sus quejas por jaquecas
y vértigos. Estos síntomas aparecieron tras un traumatismo importante sufrido 3 meses
antes.
El Sr. Moratín iba conduciendo su autobús por las afueras de la ciudad de Madrid
cuando ocurrió un importante terremoto. La tierra comenzó a temblar y los edificios se
resquebrajaron. Cuando se dio cuenta de lo que sucedía, paró el vehículo e intentó
correr hacia un espacio abierto lejos de los edificios. Mientras lo hacía, un edificio
cercano se derrumbó y fue golpeado por los escombros. Casi fue enterrado por los
restos de la casa.
Cuando fue rescatada estaba inconsciente, por lo que fue trasladado al hospital más
cercano, donde recobró el conocimiento a las 2 horas. Tenía un golpe en la cabeza y
diversas contusiones, así como una fractura en el pierna derecha.
Pareció que se recobraba en unas semanas y al mes la fractura había consolidado. Sin
embargo, seguía sufriendo jaquecas y vértigos y se sentía muy cansado. Se había vuelto
muy irritable y tenía explosiones emocionales contra su mujer y sus hijos. Se quejaba de
que eran demasiado ruidosos y les estaba siempre gritando para que se callaran
totalmente. También tenía dificultades de concentración y cuando se reincorporó a su
trabajo era incapaz de encontrar el recorrido en algunas partes de la ciudad que antes
conocía muy bien. Después de un par de pequeños accidentes de tráfico causados por su
falta de atención fue despedido, y se paso el mes anterior a la visita médica sentado en
su casa quejándose continuamente y sintiendo que su cabeza estaba dañada de manera
permanente. A veces el Sr. Moratín también gritaba sin razón aparente, especialmente al
inicio de la noche. Su esposa lo encontró sentado fuera de casa ya que era incapaz de
dormir, y, finalmente, le persuadió para que fuera al médico de atención primaria que le
envió al psiquiatra.
CASO CLÍNICO N° 6
El Sr. Gallego era un abogado malagueño de 32 años, soltero, que vivía con sus padres y
su hermano.
Caso. El Sr. Gallego fue ingresado en un psiquiátrico para ser tratado ya que bebía en
exceso. Su elevado consumo de alcohol le había originado problemas cada vez más
importantes con su familia y en su trabajo. Cuando ingresó en el hospital estaba
bebiendo por o menos una botella de licor al día, y muchos días, más todavía.
El paciente comenzó a consumir bebidas alcohólicas de manera regular a la edad de 24
años, aunque durante 3 años las cantidades consumidas eran pequeñas. Sin embargo, a
los 27 años, el Dr. Gallego comenzó gradualmente a beber cada vez más. Se dio cuenta
de que una o dos copas no parecían sentarle peor. Y así fue tomando cada vez más
cantidad. Generalmente bebía ginebra o cerveza. Al principio, tenía la costumbre de
beber sólo por las tardes. pero luego cambió y comenzó a beber desde por la mañana.
Inicialmente, el Sr. Gallego tomaba solamente bebidas de importación. Sin embargo,
como éstas eran costosas y le producían menos efecto que los licores nacionales, se pasó
a beber brandys locales. Mantenía escondidas botellas de licor en varios lugares de su
casa para no enfrentarse a su familia. Sólo en ciertas ocasiones había estado bebiendo
continuamente durante varios días seguidos, pues sólo lo hacía cuando la familia estaba
fuera. A veces, cuando era incapaz de mantenerse sin beber o cuando trataba de vivir sin
ello, sentía síntomas muy desagradables, como ansiedad o cansancio, que desaparecían
en cuanto volvía a tomar otra copa.
A la edad de 30 años, se presentó borracho por primera vez ante un tribunal, en los
siguientes 2 años lo repitió varias veces. Algunas veces, llevaba un botellín de licor en
su bolsillo cuando iba a la audiencia e incluso llegó a bebérselo durante un juicio. Dos
veces ocurrió que estaba tan ebrio que fue reprendido por el juez y mandado a casa. Su
clientela pronto fue disminuyendo en cuanto se corrió la voz de que bebía. Sus antiguos
amigos que no bebían le empezaron a abandonar.