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El Trauma Psíquico Es de Todos - Rompe El Silencio
El Trauma Psíquico Es de Todos - Rompe El Silencio
El Trauma Psíquico Es de Todos - Rompe El Silencio
ROMPE EL SILENCIO
Begoña Aznárez
A mi marido y mis hijos, principales responsables de que me
resulte bastante fácil generar polvo de hadas cada día.
Edición: www.triunfacontulibro.com
Para visualizar las fotos a todo color puedes descargarte un pdf pinchando
aquí.
“La primera y mayor victoria es conquistarse a uno mismo”
Platón
ÍNDICE:
Prólogo
Introducción
Lección 9: Resumen 1. El por qué del silencio y el por qué del trauma
Somos muchos los que llevamos años esperando este libro. Anhelando que
Begoña encontrara el tiempo y la paz suficiente para escribirlo. Porque ella
aúna ese “qué” con un “cómo” luminoso. Pero sus pacientes siempre iban
antes, cada alma y su historia, cada trauma y su huella, cada niño o niña y
su magia.
Pero Begoña es algo más: es maga y vuela. Por eso cuando empiezas a leer
las páginas de este libro te llega una sensación de incredulidad. Parece
imposible describir de una forma tan sencilla lo complejo y nombrar el
sufrimiento de una forma tan luminosa y valiente. Cuando avanzas en su
lectura te vas dando cuenta de que sus páginas te van dejando sin excusas:
como terapeuta para incorporar su propuesta técnica a tu trabajo y como
persona para mirar o revisitar tu propia narración.
Es todo un reto el que Begoña se propone: hablar sobre el trauma tanto a las
personas ajenas al ámbito psicoterapéutico pero que conocen el trauma
(consciente o inconscientemente) y se reconocerán en muchos pasajes del
libro como a profesionales de la psicología y la medicina. Ella lo dice claro:
“lo que sana es el vínculo”. Y a lo largo de las páginas ella nos guía con
sensibilidad, sincronía y presencia.
Porque déjenme que acabe este prólogo eligiendo mi lección. Elijo la 48. El
vacío, el horror, el valor, la sanación. Pocas veces he leído un resumen que
honre mejor a todas las personas que han encontrado su forma única, propia
y valiente de sanar su historia de trauma. Y la luz que nos llega cuando en
la lección 52 nos habla de ese “vínculo sano y sabio con nosotros mismos”
...ése que vemos aparecer en el alma, los ojos, las acciones y la sonrisa de
las personas en el contexto terapéutico. Ése que da sentido a lo que
hacemos. Ése que, con suerte, logramos con nuestro niño o niña interior.
Y una última pregunta: ¿eres de esas personas que piensan que traumático es
eso que ocurre en muy contadas ocasiones a muy pocas personas?
Si respondes que sí a más de una de estas preguntas estoy segura de que este
libro puede ayudarte.
A través de su lectura:
- le pondrás nombre a muchas de las cosas que te ocurren o que ves que les
ocurren a otros a tu alrededor,
Se nos pide que callemos lo que nos ocurre y sigamos adelante como si nada
hubiera pasado. Y lo hacemos. Pero esto deja sus huellas. No en vano, lo más
eficaz que podemos hacer para que algo no se convierta en traumático es
HABLAR DE ELLO, PENSAR EN ELLO Y SOÑAR CON ELLO. Así
de simple y complejo a la vez.
- Para ti, querido colega. Esperando poder contribuir a nuestra labor. Tanto
si estás empezando como si ya llevas unos años desarrollando tu profesión,
pero sigues queriendo formarte, profundizar y avanzar en tu ejercicio. Para ti
que no te asustas ante la idea de cambiar el día a día de tu práctica
profesional por la necesidad de incluir una mirada, una formación y una
técnica acorde con la realidad de las historias de tus pacientes.
- Y para ti, que trabajas con niños, les estás criando, compartiendo tareas
de educación, ayudándoles en tu consulta médica o de enfermería, o jugando
con ellos como canguro, monitor de campamento o enseñándoles a hacer
papiroflexia. Los niños necesitan que los adultos sepamos poner palabras a lo
que les ocurre.
En realidad, este libro es para todo aquel que quiera saber más y mejor
acerca del trauma psíquico.
La primera entrada constituye una excepción puesto que más que exponer
contenido teórico, utiliza una escena de El pajarito blanco de James M.
Barrie (autor del conocido Peter Pan) para ilustrar una de las ideas
fundamentales que se recogen en este libro: la importancia de tener a un otro
que asuma el necesario papel de hacerse eco de lo que nos ocurre. Que nos
legitime y nos ayude a poner voz y narrativa a lo que experimentamos.
Es mi intención que, al final del libro, quede absolutamente claro por qué
esta escena es tan representativa y por qué la he elegido para “abrir el telón”.
La última lección, retomará esta escena y compendiará todo lo expuesto en el
libro.
PRIMERA PARTE:
LECCIONES BÁSICAS Y NO
TANTO
LECCIÓN 1. EL PAJARITO BLANCO
Barrie sabe lo que son las experiencias traumáticas, las infancias rotas, los
padres que no miran, ni ven, ni consuelan. Su hermano mayor murió con
trece años cuando él solo tenía seis. En ese mismo instante lo perdió todo.
“Todo es pura suposición hasta los seis años de vida”, escribiría más tarde.
Los segundos que dura la confusión son puro gozo en el abrazo materno.
Pero enseguida llega el infierno de la realidad y el rechazo.
Pero no he traído a James Barrie solo por su historia personal sino también,
como decía, por su libro, El pajarito blanco. Aunque poco conocido, es una
verdadera joya en mi opinión. Me encanta su estilo narrativo. Los detalles
que integran la manera de entender el mundo infantil me parecen
maravillosos, me emocionan. Hay, en especial, un párrafo dedicado a un
momento clave del día que es en el que yo quería centrarme en esta primera
entrada.
El pavoroso momento suele llegar entre las seis y las siete de la tarde…
Ella le da el beso de buenas noches y le acurruca entre las sábanas
mientras él la mira fijamente con esos ojos grandes y misteriosos y le hace
el repaso del día… Vosotros dos no tenéis edad, no hay ninguna experiencia
en la vida que os separe; es la hora del muchacho y tú acudes para saber
su opinión:
Tienes que decirle eso, nada debes ocultarle, pues él lo sabe todo. Hay que
ver cómo se parece su voz a la tuya a esas horas de la noche…
Continua así:
Hay madres que evitan a sus hijos a esas horas de la tarde, pero eso no las
salva. ¿Por qué tantas mujeres temen quedarse a solas con sus
pensamientos entre las seis y las siete de la tarde? No te lo pregunto a ti
Mary, pues creo que cuando cierras la puerta de la habitación de David
hay un brillo de alegría en tus ojos y te sobrecoge el sentimiento de quien
sabe que el Dios al que el niño reza tiene un rostro muy similar al de su
madre.
Algunas no tienen ni duda ni debate. Son esas que, en algunos textos sobre
trauma, se califican como “traumas con T mayúscula”, por ejemplo: una
violación, un tsunami, el abuso sexual infantil, un accidente de tráfico en el
que muere un ser querido, etc.
En mi opinión:
Traumático es, para cualquier ser humano, tener que guardar silencio
en relación con cualquier cosa que le ocurre y que le impacta
emocionalmente.
Estoy segura de que más de uno estará sorprendido ante esta afirmación, por
eso expondré en las siguientes lecciones los pasos que me han llevado hasta
ella.
LECCIÓN 3: EQUIVALENCIA ENTRE
TRAUMA FÍSICO Y TRAUMA PSÍQUICO
Tampoco es de extrañar que el estudio del trauma haya sido algo que se ha
preferido obviar o sobre lo que pasar rápido y lo más de puntillas posible. Lo
malo, mejor apartarlo, tenerlo lejos.
Parece imprescindible que los clínicos actuales nos preguntemos qué tiene de
peligroso el trauma psíquico y que tratemos de responder.
Vayamos por partes. Empecemos por comparar esas heridas de las que
hablábamos y que se corresponden con un trauma físico (TF) y un trauma
psíquico (TP).
Si el niño legitimase esos mensajes y los diese por válidos sin dudar de sí
mismo, experimentaría la alarma de un gran peligro: “Estoy arriesgando mi
relación con ellos”, y no está en condiciones de hacerlo. El niño necesita
vincularse y mantener los vínculos con sus figuras de apego para
sobrevivir . Si no lo hace, sabe que no tiene posibilidades. De nuevo, el
mensaje final es de peligro de aniquilación.
Pero, si podemos llevar a cabo estas tareas con nuestras figuras de cuidado, la
herida cicatrizará adecuadamente y la experiencia podrá transformarse en
aprendizaje, pues la narrativa resultante contendrá todo el material necesario
(adecuadamente traducido) y generará las creencias apropiadas sobre uno
mismo y lo que nos rodea.
Vamos a explorar las dificultades que presentan esas tareas que a primera
vista parecen tan sencillas.
Frecuentes estas preguntas y afirmaciones, ¿no es así? Son las que expresan
las víctimas de sucesos traumáticos cuando consiguen hablar de ello y nos
revelan lo que sintieron y pensaron en el momento en el que ocurrieron los
acontecimientos. No es tan fácil contar. No es sencillo discriminar qué y a
quién cuando algo más fuerte te advierte del grave peligro que corres si
hablas.
Llegados a este punto, nos topamos con conceptos y tareas tan interesantes
e imprescindibles como la mentalización. Aunque hablaremos más
despacio sobre este concepto, podemos adelantar que mentalizar supone
poner mente a los afectos, a emociones y sensaciones. Supone pensar sobre
lo que sentimos y sentir sobre lo que pensamos. Hacer todo un trabajo de
poner consciencia sobre nuestro mundo emocional y sensorial.
El contexto manda , sí. El sistema nos impone sus reglas que dicen que
ciertos temas no se airean. Y no solo temas tan claramente escabrosos como
el abuso o el maltrato. No se airea tampoco lo mucho que “duele y asusta
que mamá y papá no se lleven bien, discutan, se griten y se enfaden; que me
dejen todo el día con una cuidadora que no habla mi idioma y que tiene que
cuidarnos a mis hermanos y a mí, que tiene que hacer las tareas de la casa y
además, está deprimida porque se encuentra a miles de kilómetros de su
hogar, de sus padres y de los hijos que dejó allí y a los que echa
horriblemente de menos; que no haya tiempo para estar conmigo y contestar
a mis preguntas; que a nadie le importe qué siento, por qué lloro o qué me
preocupa y, por tanto, no se me pregunte por ello; que dude de mi derecho a
ser querido, cuidado y protegido y, por tanto, no me atreva reclamar nada;
que sienta que me tratan mal en el colegio y yo calle porque sé que no solo
no lo van a entender en casa sino que, muy probablemente, incidirán en que
soy yo el culpable y me lo merezco o que debería quejarme menos y
espabilar más y aprender a defenderme yo solito; que no se tengan en
cuenta mis necesidades pero que me pase el día escuchando que todo se
hace por mí, por mi bien, por mi futuro, porque se quiere lo mejor para
mí…”
- Soñar con ello: sobre esta tarea es más difícil intervenir conscientemente.
Al dormir, el cerebro intenta entender y procesar lo ocurrido durante el día
para integrarlo adecuadamente. Luego podrá acudir a ese material
almacenado cuando se vea enfrentando tareas similares. Este proceso es el
que contribuye a convertir la experiencia en aprendizaje. Así es como
vamos creando modelos de funcionamiento que nos van a servir de
referencia en futuras ocasiones. Este trabajo se lleva a cabo
fundamentalmente en la llamada etapa de sueño REM (siglas de Rapid
Eyes Movements). Como su nombre indica, es una etapa en la que se
observan movimientos muy rápidos de los ojos hacia uno y otro lado. Se les
conoce como movimientos sacádicos.
Y eso hace que no resulte nada sencillo silenciar a esa engorrosa parte que
siempre acaba encontrando la forma de expresarse. Siempre busca otras
formas de manifestarse diferentes a la palabra y que terminan suponiendo
constantes pesadillas, amnesia, disociación, somatizaciones, etcétera.
LECCIÓN 6: LA MADRE DE TODAS LAS
POLARIDADES: VINCULACIÓN-
DESVINCULACIÓN
VINCULACIÓN-DESVINCULACIÓN
Emplearé las mayúsculas para referirme a estos sistemas, así como también
cuando hable de los extremos de algunas polaridades como Apego-
Desapego o Vinculación-Desvinculación. Así, los distinguiré de cuando
esté empleando esos términos en otros momentos y en otros contextos.
LECCIÓN 7: LOS DOS GRANDES SISTEMAS
PSICOBIOLÓGICOS: APROXIMACIÓN Y
DEFENSA
Son la clave para entender cómo y por qué funcionamos como lo hacemos.
Veamos qué sucede para que todo se complique o, mejor, qué hay detrás de
eso que hemos comentado de que debemos hipotecar desapego en aras de
permanecer vinculados.
¿Y qué tiene esto que ver con todo lo que estamos diciendo? Si de nuevo
volvemos al tema de las polaridades y a la que hemos llamado “madre de
todas ellas”, podemos afirmar lo siguiente:
Sí, las personas que más conflicto nos generan son mamá y papá. Ya hemos
dicho que para sobrevivir es imprescindible situar a mamá y papá en el polo
de los buenos e incuestionables; así pues, no hay duda en primar la
Vinculación sobre la Defensa y mandar al terreno de lo inconsciente todo
aquello de lo que nos informa esta última. Llamamos a esto
DISOCIACIÓN. Supone dejar fuera de la conciencia lo que aporta un
sistema estructural clave para nuestro desarrollo, en aras de un fin
mayor.
Es primordial que profundicemos en las consecuencias que esta forma
particular de resolver el conflicto básico universal tiene para el ser humano.
Silenciar toda una parte fundamental de nosotros mismos es nefasto a medio-
largo plazo a pesar de suponer la mejor opción en principio. Vivir
traicionándonos comporta generar grandes dosis de ANSIEDAD .
Implica atrofiar estructuras, derrochar energía manteniendo la información
fuera de la conciencia y generar así déficit de atención, transformar la
emoción en movimiento (porque no se ha aprendido a tolerarla) y en
consecuencia, conseguir un diagnóstico de hiperactividad, presentar todo tipo
de síntomas porque “ el cuerpo siempre lleva la cuenta”, no recordar casi
nada o nada en absoluto, de la infancia (amnesia disociativa), tener pesadillas
recurrentes, generar ideas erróneas sobre nosotros y sobre el mundo. En fin,
una incontable lista de problemas, síntomas, trastornos, etcétera. Un enorme
sufrimiento.
LECCIÓN 9: Resumen 1. EL POR QUÉ DEL
SILENCIO Y EL POR QUÉ DEL TRAUMA
Esos mensajes ladinos nos hacen creer que, mientras mantenemos vivos
esos “sueños”, ya es como si estuviéramos realizándolos. Por eso suenan a
Defensa. Si tenemos una preciosa cuenta de Instagram donde
supuestamente nuestra vida es de “lujo”, con fotos estratégicamente hechas
en escogidos enclaves, con el plano de nuestra cara más favorecedor y con
muchos amigos todos tan guapos y molones como nosotros mismos,
entonces, realmente, ya tenemos cumplidos los sueños, ¡qué más queremos!
Iremos a lugares donde, si somos honestos, no nos apetece ir, guardaremos
colas interminables para conseguir la foto precisa, arriesgaremos la vida por
una selfie y aguantaremos (con suerte) a un montón de personas a nuestro
lado que, en realidad, nos parecen insufribles. Seguiremos hipotecando,
como cuando éramos niños, nuestra intimidad y nuestra autonomía, por
algo que está claramente al servicio de la Vinculación: por sentirnos
perteneciendo al grupo, mientras silenciamos y no afrontamos nuestro
miedo a estar solos. Y, lo peor de todo, en realidad, no estaremos engañando
a nadie, pues, mientras se silencien la Defensa y sus demandas ¿de qué no
nos libraremos?
Exacto: de la ansiedad.
¿Cuál sería la situación ideal? Pues que mamá y sean conscientes de que
deben llevar a cabo toda una tarea tan compleja y engorrosa como
imprescindible. Asuman que los padres perfectos no existen y que tienen que
poner límites, aunque eso frustre a su hijo y le enfade o predisponga contra
ellos. La esquematizamos así:
Voy a poner un ejemplo con el que espero que todo quede más claro, pero
antes quiero puntualizar algunas cosas más sobre las cualidades de las
emociones que contribuirán a enriquecer el ejemplo y la comprensión que se
desprenda de él.
Yo suelo trabajar con siete emociones básicas (otros autores proponen más
otros menos). Tres pertenecen a cada uno de los dos sistemas y una es, a mi
juicio, de ambos.
La vergüenza unas veces me servirá para no sacar los pies del tiesto y
garantizarme la pertenencia (Vinculación) y otras para todo lo contrario:
experimentarla en relación con la conducta de un grupo me hará sentir que yo
no quiero que se me vincule con él y me separará (Defensa).
Solo hay algo interno que me hace sentirme rara con mamá, ambivalente, por
un lado, la quiero y deseo agradarla, pero, por otro, estoy molesta, frustrada y
enfadada, quiero también quiero gritarla, herirla.
No pensaría que soy una mala hija por provocar la ira de mi madre y por
experimentar deseos de gritarla, llamarla tonta o pegarla. No me vería
confundida ante sensaciones corporales que no sé por qué están ahí y que no
me dejan tranquila o que incluso me van a llevar a la cama de mis padres más
tarde (la ansiedad no me va a permitir conciliar el sueño) o a la consulta del
pediatra al día siguiente (el dolor de tripa no se me va a pasar así como así).
Si mi madre sintonizara con lo que me está ocurriendo, me explicaría que es
normal que me enfade con ella, que no pasa nada porque los hijos se enfaden
con los padres. Que los padres también cometen errores. Le pondría nombre
(ira, frustración, angustia, etcétera) a lo que he sentido y estaría un rato
charlando conmigo mientras respondiera a todas mis preguntas.
Mi madre haría una labor crucial: pondría palabras a la Defensa.
Sentaría las bases para que ésta no necesitase expresarse de modo simbólico
en una pesadilla, un dolor de tripa o el insomnio. Normalizado las
experiencias desagradables sin tacharlas de malas, me habría abierto la puerta
a ir bajándola, despacio, del pedestal idealizador en el que la tengo para
colocarla en el lugar que le corresponde. Con ello, me habría posibilitado
elaborar las pérdidas que eso supone, abriéndome un horizonte nuevo de
opciones de manejo de los conflictos que me harían sentir segura y con el
control suficiente.
- Hacer duelos: cuando, al realizar las tareas anteriores, conecto con una
tristeza más o menos profunda que me lleva a sentir que es una pena que las
cosas no puedan ser como a mí me gustaría que fueran y eso duele, y lloro.
Elaboro pérdidas y me desengancho de un pasado que fue como fue, o que no
fue como me habría gustado que fuera. Eso me deja el horizonte despejado
para focalizarme en un futuro lleno de posibilidades.
Las emociones básicas son tan intensas que, si las experimentásemos durante
un tiempo prolongado, nuestro organismo se vería seriamente afectado. Por
eso, enseguida, se ponen en marcha mecanismos que tratan de minimizar el
daño que esto puede producir. Uno de los recursos es transformarlas en
sentimiento con la ayuda de la corteza entrando a generar una explicación
que, en principio, resuelve.
Así pues: El ser humano necesita generar autonomía, pero no puede ser
independiente de los vínculos afectivos que establece y que le ayudan a
dar sentido a su existencia.
Insisto: superar la polaridad supondrá saber manejarse por un espectro
amplio de opciones que, si bien es siempre adaptativo, implica pérdidas
irremediables. No obstante, me gusta insistir en que el deseo de que las
cosas fueran de otra manera siempre es legítimo. Vamos con ello en la
siguiente lección.
LECCIÓN 15: EL PELIGRO DE CONVERTIR
LOS DESEOS EN NECESIDADES
- Por otro lado, para poder seguir reivindicando es necesario que fracasen
las relaciones con los otros. Pedimos a la pareja, los hijos, los amigos, los
compañeros de trabajo, lo que no pueden darnos. El niño que espera que le
den lo que cree justo y necesario tiene que volver, una y otra vez, al punto
de partida hasta conseguirlo.
El hecho es que, si te fijas, estamos donde comentábamos al principio, con
un montón de creencias erróneas sobre uno mismo y el mundo circundante,
generadas a partir de no haber podido hablar con las figuras vinculares
primarias de la frustración que produce la decepción que provocan (¿vas
viendo la conexión con lo que James Barrie expone en el Pajarito Blanco?).
En mi opinión, solo hay dos maneras de salir del bucle: la reparación y los
duelos.
- Duelos: los duelos son la clave para el crecimiento como persona pues
permiten elaborar las pérdidas y seguir adelante con un proyecto personal y
único y no seguir el programado por el sistema.
4. Seguridad / Protección
6. Movilización / Respuesta
12. Pertenencia
14. Identidad
15. Magia
LECCIÓN 18: Resumen 2. EMOCIONES,
SENSACIONES Y SU RELACIÓN CON EL
TRAUMA
Antes de pasar a describir este tipo de memoria, veamos algo importante que
conviene saber sobre este proceso tan interesante. Memorizar no es solo la
forma en la que almacenamos información. Es más que aquello que podemos
recordar conscientemente. Daniel Siegel nos explica que no existe un
“armario de almacenamiento” sino que dicho almacenaje sería el cambio en
la probabilidad de activar un patrón de red neuronal determinado en el futuro.
Es "el modo en que los acontecimientos pasados influyen sobre la función
futura" en palabras del propio Siegel.
Esto implica algo impresionante y es que la memoria es el modo en que la
experiencia afecta al cerebro y a continuación, altera sus respuestas futuras.
Memorizar es una cuestión de probabilidades. Las que tienen unos
determinados patrones de ser los que se activen para responder ante
determinados estímulos. Recordar sería, por tanto, activar realmente un
patrón de red neuronal potencial que se parece al perfil activado en el pasado.
¿Recuerdas el axioma de Hebb? (te recuerdo que hablamos de él en la
Lección 7). Parece que el cerebro se prepara para actuar en el futuro según lo
que ocurrió en el pasado y que nuestro pasado, moldea tanto nuestro presente
como nuestro futuro. Ya hemos hablado sobradamente de la necesidad del ser
humano de generar esquemas que le ayuden a convetir el mundo en
predecible cuanto antes.
Este último punto es clave para entender por qué es tan importante el
desarrollo de memoria explícita.
Para la generación de memoria semántica y autobiográfica es muy
importante que medie la ayuda de otro con más conocimiento y experiencia.
Ese otro nos cuenta y nos explica lo que debemos saber sobre cómo
funciona todo. La memoria semántica supone conocimiento y significado.
Es la que se adquiere en los libros o con las respuestas de mamá y papá a
todos los porqués que planteamos de niños. En psicoterapia es lo que
hacemos cuando hablamos de psicoeducación. Este concepto es
fundamental porque genera memoria explícita y es imprescindible para la
adecuada integración de la información. Los terapeutas debemos explicar a
nuestros pacientes conceptos relacionados con diferentes teorías que ayudan
a entender procesos internos y manejo conductual. Por ejemplo, resulta
imprescindible explicar la teoría del trauma, la disociación, el apego y otras
muchas otras cuestiones. Es, por tanto, imprescindible que los profesionales
los tengamos muy, muy claros.
Este trabajo resulta muy eficaz pero no está del todo completo. Es por eso
que muchos de nosotros hemos dicho u oído alguna vez eso de “la teoría me
la sé, pero me resulta imposible llevarla a la práctica”. Esto es porque queda
fuera del procesamiento consciente todo lo que alberga la memoria
implícita.
Ahora sabemos que el cuerpo lleva la cuenta de todo lo vivido y que eso
explica que sea el que reacciona primero ante determinados estímulos que
están relacionados, de alguna manera, con otros que impactaron
emocionalmente en algún momento. Sabemos que ese malestar interno
puede ser el único material que tenemos que almacena, custodia, la memoria
de lo que una vez ocurrió, que forma parte de nuestra memoria implícita y
que debe ser traducido. Pero también sabemos que preferimos seguir
dejándolo fuera de nuestra conciencia, que lo tememos más que a un nublado
y que deseamos fervientemente poseer ese extraordinario poder mental que
nos permita mantenerlo a raya para siempre, o que lo haga desaparecer.
Voy a tratar de explicarlo todo de la forma más breve y sencilla posible, tal
y como lo hago en mi propia consulta con los pacientes, para que cualquiera
pueda sentir que entiende los aspectos más importantes de aquello que se
“cuece” a nivel fisiológico cuando experimentamos una emoción y
actuamos en consecuencia.
Esta lección expone una teoría que explica nuestro cerebro como si, en
realidad, fueran tres funcionando como uno solo: tres cerebros en uno.
La teoría de los tres cerebros en uno supone que en nuestra cabeza están
alojados lo que podríamos considerar tres tipos de cerebro que, realmente,
en la práctica, funcionan, o deberían funcionar, como uno solo. ¿Por qué
digo deberían? Como ya hemos visto en lecciones anteriores, una parte
importante de la información que incorporamos cuando vivimos
determinadas experiencias, se queda almacenada fuera de la conciencia, eso
supone que hay estructuras que no están llevando a cabo su trabajo en
equipo, con las demás.
Los pares craneales son los nervios que salen del cerebro (los demás nacen
en la médula espinal) a través de unos agujeros repartidos por la base del
cráneo. Desde aquí llegan a áreas periféricas como la cabeza, el tórax o el
abdomen. Estos nervios se llaman así porque se cuentan a pares, uno sale del
lado derecho y otro del izquierdo. Se clasifican por el lugar del que parten y
por su función.
El nervio vago parte del bulbo raquídeo y transmite órdenes a los músculos
faríngeos y laríngeos. Envía fibras nerviosas a órganos como el estómago, el
corazón o el páncreas. Es el más largo de los pares craneales, de ahí su
nombre (vagus en latín significa vagabundo).
Para explicarlo de manera muy sencilla diré que lo que propone Porges es un
modelo general de reacción que compartiríamos los seres humanos ante
situaciones de tensión generadas por otros individuos, y que supondría la
interacción entre simpático y parasimpático donde el nervio vago juega un
papel crucial.
La teoría explica cómo, estar en sintonía con otra persona puede sacarnos de
un estado de desorganización o de miedo. Porges y su colega Sue Carter
llaman al sistema vagal ventral el código del amor neuronal. Precioso, ¿no
es cierto?
Pondré un ejemplo que creo que será útil para entenderlo. No sé si habrás
vivido alguna vez la experiencia de sufrir un atraco. Ante agresiones como
esa, a pesar de que parece que lo inmediato sería el salir corriendo o liarse a
puñetazos (si sabes y puedes darlos) no es menos frecuente que nos veamos
pidiendo al atracador que se lleve todo lo que tenemos pero que no nos haga
daño, o que se lo lleve todo “menos este anillo de aquí, que era de mi madre
y es muy especial para mí…”. También buscando la ayuda o la implicación
de terceros. Tiene sentido, ¿verdad? En este caso, estamos intentando
establecer una conexión con el agresor y apelando a su capacidad de
empatizar con nosotros para conseguir salir airosos; u obtener aliados con el
mismo propósito.
Si las actuaciones anteriores fallasen, ésta sería la última línea defensiva que
podría garantizar la seguridad.
Estar sincronizado con las personas que nos rodean es fundamental. Así
es como el ser humano aprende a regular sus emociones. Y, aunque siempre
estamos, de algún modo, en alerta, con nuestro sistema defensivo atento a las
señales, para sentirnos unidos a los otros debemos desconectar esa
vigilancia natural y confiar.
Muchas personas con historia de trauma buscarán el aislamiento que les hace
sentir seguras, pues el contacto íntimo desencadenará reacciones intensas y
automáticas. Como señala Porges: “Para lograr cualquier tipo de intimidad
profunda, un abrazo intenso, dormir con un amigo o tener sexo, requiere
permitirse a uno mismo experimentar la inmovilización sin miedo”. Como
comentábamos en lecciones anteriores, poder manejarnos por todo el
espectro de conductas que integran la polaridad Aproximación–Defensa sin
que nos disparen los extremos.
Se entiende que el ser humano posee un umbral dentro del cual puede
sostener el efecto que produce un estímulo sobre él, y generar una respuesta
óptima ante el reto que supone dicho estímulo. Dicho umbral es lo que se
conoce como ventana de tolerancia.
Pretendo recoger lo visto hasta ahora e incluir algún dato más. Esta forma
de explicar que expongo es la que utilizo tanto en clase como en la consulta.
Deseo que resulte comprensible para todos.
Vayamos a la tarea.
Una vez recibida la información del exterior, lo que creíamos hace años era
que el paso siguiente del tálamo consistía en enviarla a la corteza
correspondiente para ser analizada. Pero, Joseph LeDoux, un
neurocientífico norteamericano de la Universidad de Nueva York, descubrió
(1986, 1992, 1994) que la información que salía del tálamo, en realidad,
seguía dos vías, y mientras que una, efectivamente, iba a la corteza, otra,
secundaria y más corta, se apresuraba hacia la amígdala. Este
descubrimiento transformó la manera de entender el camino seguido por las
emociones en el cerebro pues ahora sabemos que la amígdala dota de
significado afectivo a los distintos estímulos. Si se interrumpen las
conexiones entre ella y el resto del cerebro, el individuo al que le ocurre
tal cosa se convierte en un verdadero inepto para descifrar el
significado emocional de los acontecimientos que vive.
Ante cualquier estímulo que venga de fuera, hemos dicho que el tálamo es la
primera estructura cerebral que se da por enterada. La amígdala será la
siguiente en reaccionar. Las neurociencias nos han permitido saber que,
cuando el acontecimiento supone un alto impacto emocional la amígdala se
sobreexcita (“hiperarousal amigdaloideo” lo llamó LeDoux) produciendo,
entre otras muchas cosas, un corte en la comunicación ascendente entre
amígdala y tálamo.
Por eso afirma Van del Kolk que todos los traumas son preverbales. Al no
poderse “cocinar” en el tálamo toda la información, al quedarse
desconectados sistema límbico y corteza, no hay explicación que “mezcle” lo
que aportan ambas vías y no hay palabras para emociones y sensaciones.
Esto es lo que conocemos como Alexitimia (a: sin; lexo: palabras; timos:
afecto, emociones). El término lo acuñó Peter Sifneos en 1973.
En el mejor de los casos (lo que supone que las figuras de apego emiten una
respuesta contingente basada en la sintonía con las necesidades del infante
y en la adecuada traducción de sus reacciones) el niño, con su experiencia
interna traducida adecuadamente y con la heterorregulación apropiada por
parte de sus figuras vinculares, podrá incorporar dicha experiencia en forma
de recuerdos integrados, los cuales almacenará en su memoria para que le
sirvan de aprendizaje en futuras interacciones. Esto, a su vez, generará la
posibilidad de desarrollar una narrativa de lo sucedido que resultará
completa, eficaz e integradora. Hasta aquí, resumido, lo que ya hemos visto
en lecciones anteriores.
- Ese que, por último, le lleve a actuar con conductas inadecuadas por poco
adaptativas.
Mientras tanto, la dueña del perro, que ha visto al niño y se ha dado cuenta
de lo que pasa, se acerca diciendo que por favor no se asuste, que el perro
es grande pero que es muy bueno, que le encantan los niños y que no va a
hacerle nada, que es un cachorro ahí donde le ven tan grande y que solo
quiere jugar. Y, al llegar a la altura de la mamá y el chiquitín, se para. La
mamá la mira con mirada cómplice y la dueña del perro se tranquiliza y
espera. Mamá le dice al cachorrillo: Mira, si es muy bueno. No hace nada,
verás. Mamá lo toca. Es muy suave. ¿Ves? Le gusta que le acaricie. Como a
ti.
- También puede pasar que el cuidador sea tan sádico que, al ver la reacción
del niño, le suelte de la mano con cara de asco, y profiriendo insultos le
obligue a pasar solo y bien cerca del perro. El niño berreará, negándose e
intentando agarrarse a su cuidador que no le dejará. El perro ladrará, la
gente se quedará mirando y el cuidador agarrará de malos modos al niño, le
dará una colleja e insultándole y profiriendo gritos contra él y toda la
familia del otro progenitor, se alejará ostentosamente orgulloso de su forma
de educar al niño, pues es bien sabido que necesitan más mano dura de la
que hoy en día se emplea…
Estas son solo algunas de las posibilidades que evidencian que toda vez que
la respuesta del cuidador no se acompasa, a través de la sintonía emocional,
con las necesidades del niño, es decir, cuando no es contingente,
encontraremos el campo preparado para que la experiencia que se viva
necesite de la disociación de una parte del material que ha tomado partido
en ella. De esta manera, los recuerdos asociados a dicha experiencia se
almacenarán de forma desintegrada, colaborando a la generación de unas
creencias totalmente erróneas y a una narrativa muy poco eficaz. El sueño
REM tratará de hacer su trabajo, pero no será posible debido al alto nivel de
excitación que ha quedado, de forma residual, asociado al evento,
produciendo, eso sí, pesadillas que podrán estar presentes durante años.
Cuando vivimos una experiencia de naturaleza tal que parece tener todas las
papeletas para acabar silenciada y disociada, la mente es la herramienta más
eficaz (por no decir la única) de la que disponemos para afrontar lo que
ocurre. Tanto si vamos por el “buen camino” y podemos compartirla y
hablar de lo ocurrido con figuras de referencia y pensar y soñar con ello
(haciendo lo que se conoce como heterorregulación o regulación en
relación con los otros), como si debemos apañárnoslas solos y
autorregularnos a través de la disociación. Por eso comentaba lo del arma
de doble filo. Puede llevarnos al más alto grado de conexión con nuestra
experiencia interna (con plena consciencia de lo que sentimos y notamos) o
al más alto grado de desconexión. Estas dos manifestaciones constituyen los
extremos de otra importante polaridad que hay que tener muy presente:
MENTALIZACIÓN versus SOMATIZACIÓN
Es un concepto más complejo de lo que parece a simple vista, pero una vez
que se comprenden algunos aspectos clave resulta fácil manejarlo.
Voy a explicar los aspectos más importantes del concepto de forma breve y
sencilla para que todos podamos entenderlo, animando al que tenga mayor
interés en profundizar en ello a que acuda a la extensa bibliografía
disponible.
Una de las cuestiones más relevantes relacionadas con esto de los estados
mentales es llegar a entender que la realidad, tal y como cada uno la vivimos,
experimentamos y entendemos es solo una representación personal, que
depende, en gran medida, de esos estados emocionales.
Me dirás que esto, o algo muy parecido, ya lo sostiene la filosofía desde hace
siglos, y así es. En mi opinión, hay una inspiración grande en la filosofía para
el desarrollo de esta teoría y su extrapolación al ámbito psicoterapéutico.
Kant afirmaba que nuestra mente construye el conocimiento a partir de los
datos de la experiencia. Que la mente ordena estos datos (emociones,
sensaciones, pensamientos, etcétera) y genera esquemas o reglas que,
lógicamente, son responsabilidad de la mente, no la realidad en sí misma. Así
pues, la realidad la construimos nosotros (el constructivismo desarrolla
esta idea) y lo que conocemos viene determinado por el cómo se produce ese
conocimiento (las circunstancias externas y, desde luego, internas).
Para todo este trabajo hace falta, como ya estarás suponiendo, imaginar. Lo
que sospechamos que el otro debe estar sintiendo o pensando supone una
actividad imaginativa que nos permite interpretar el comportamiento de los
otros.
Parece, entonces, que desde muy temprano, los seres humanos vamos
percatándonos de las intenciones de los demás a la hora de actuar pudiendo
distinguir entre la acción y objetivo de la misma (aunque éste no se haya
explicitado).
Es por eso que decimos que a los niños resulta muy difícil engañarles, pues
captan las intenciones del adulto en sus interacciones y aunque les digamos
que esto lo estamos haciendo por su bien, ellos se dan cuenta de que a lo
mejor no es exactamente así y que más bien puede que sea por el nuestro. La
compleja mezcla de reacciones que configuran el estado mental concreto
asociado a esa acción nuestra supone advertir de alguna manera el engaño.
Ahí están las emociones llamadas negativas (las que forman parte del sistema
psicobiológico de la defensa) para aportar información certera.
En este sentido, si damos por sentado que el paciente “sabe”, aunque no haya
podido pensar sobre lo que sabe, no hay nada que un terapeuta pueda
descubrirle sobre sí mismo en un proceso psicoterapéutico. Con suerte,
mucha formación, estudio y función reflexiva, podrá ayudarle a traducir
(para poder llegar a pensar lo ya sabido) y sostener las dificultades (los
miedos y reparos) que este proceso conlleva.
Hemos dicho que un bebé necesita ir organizando una idea de sí mismo y del
mundo que le rodea para desarrollar esquemas de afrontamiento de los
conflictos que le hagan sentir con un manejo satisfactorio de los mismos.
Esto es adaptarse.
También hemos insistido en que para llevar a cabo esta gigantesca tarea que
es la Adaptación es imprescindible que otras personas le ayuden. El ser
humano es muy poco capaz cuando viene al mundo. Por eso, la tarea
adaptativa primaria es la supervivencia, y por eso afirmábamos que primarán
los aspectos relacionados con aquello que ayuda a sobrevivir: los vínculos.
“Aquellos niños que posean un apego seguro, con unos padres que les
contengan, que verbalicen y pongan palabras a los estados de confusión del
bebé, que den respuesta a sus necesidades, más allá de las físicas, estos
bebés, niños, adolescentes, adultos, tendrán más capacidad para mentalizar
que los niños con apego inseguro o desorganizado” (Fonagyy y col. 2002)
La teoría del Apego comienza su desarrollo con John Bowlby, un psiquiatra
infantil británico que ya en 1940, pocos años después de licenciarse en
medicina, escribió un artículo titulado: La influencia del ambiente temprano
en el desarrollo de la neurosis y del carácter neurótico . Observó que las
madres de niños con problemas tendían a proyectar sobre éstos la hostilidad
que, en realidad, sentían sobre sus propios padres y exigían a los niños que
satisficiesen necesidades afectivas que sus propios padres no habían
satisfecho, generando en ellos, por tanto, demandas excesivas y que no les
correspondían.
Una vez más, voy a exponer las ideas nucleares de esta teoría para llegar a
una comprensión mínima de la misma y ver su influencia en todo lo que
llamamos traumático.
Como sostiene David Wallin (2007); “los trabajos de Mary Main (Main,
Kaplan y Cassidy, 1985), arrojaron luz sobre la manera en que esas
interacciones no verbales tempranas, de origen biológico, se registran en el
bebé en forma de representaciones mentales y normas para procesar la
información e influyen, a su vez, en el grado de libertad con el que después el
niño, el adolescente y el adulto es capaz de pensar, sentir, recordar y actuar.”
- Los niños inseguros pues, crecen con modelos rígidos que obedecen a las
leyes de los llamados modelos múltiples. Estos modelos se generan sobre la
base de incompatibilidades o conflictos. En palabras de Bowlby: “imponen
una restricción defensiva de la atención con el fin de abordar el problema
de saber lo que supuestamente no se debe saber y sentir lo que
supuestamente no se debe sentir ” (Bowlby 1988). ¡Me encanta esta frase!
Como puedes suponer…
Este conflicto es tan difícil de resolver que supone tarea para toda una vida…
y es la clave del trabajo psicoterapéutico.
LECCIÓN 35: LOS TIPOS DE APEGO
De hecho, la atención de los niños se centra más en los objetos que en las
personas y las relaciones con ellas. Lógicamente, esto se interpreta como
signo defensivo: el niño centra su atención y energía en los objetos para
mantener a raya sus necesidades emocionales, pues sabe que no van a ser
atendidas.
Este grupo alberga, más o menos, a una cuarta parte de los niños
observados.
El porcentaje de niños que presentan este tipo de apego oscila alrededor del
diez por ciento.
Estos niños suelen ser hijos de madres con muchos problemas: maltrato,
adicciones, negligencia, patología mental, etcétera; y crecen en unas
condiciones particulares en las que carecen de total sintonía por parte de sus
cuidadores y, además, experimentan agresividad, falta de protección e
inseguridad con ellos. Claramente, las emociones que les despiertan sus
adultos de referencia, prácticamente siempre, son negativas. Es lógico pues
que el resultado sea la desorganización y la desorientación. No solo no se
pueden integrar esquemas de funcionamiento aportados por dichas figuras
(pues no los tienen ellas mismas y no hay una comunicación contingente)
sino que se percibe, más que en ningún otro caso, el choque brutal de
mensajes entre los sistemas de aproximación y defensa.
LECCIÓN 36: LA BASE SEGURA Y EL
DESAPEGO
¿Cómo lo hacen?
- Traduciéndole adecuadamente,
- Ayudándole a regularlas.
Los padres cometemos errores y con ello hacemos daño a nuestros hijos.
Esto es un hecho. Que no lo hagamos a propósito y que nuestra intención
sea la mejor no implica que no debamos asumir que esto es así y que
tengamos que hacernos cargo de la reparación cuando hacemos
consciencia de ello. De hecho, lo más difícil, a mi parecer, es hacer esa
consciencia. Según mi experiencia como psicoterapeuta infantil, muchos
padres habrían agradecido que otros profesionales de la salud (o la
educación) les hubieran explicado, mucho antes de llegar a mi consulta, qué
estaban “haciendo mal” o deberían haber hecho de otra manera, para evitar
sufrimiento a sus hijos. Muchos, cuando hacen consciencia conmigo, están
encantados de entender y conocer la raíz de ese sufrimiento y el modo en
que ponerle fin.
LECCIÓN 37: PARÁMETROS DE BASE
SEGURA
- Coherente,
- Fiable,
- Responsivo,
- Limitador.
Les echamos grandes charlas, moralizamos sobre lo torpes que son sus
“modos y maneras” y lo magníficos que eran, sin embargo, los nuestros a su
edad, pero después no solemos estar a la altura de cómo nos vendemos.
• Un adulto Limitador sabe que el niño necesita que los límites sean muy
claros. Tanto para lo que considerará bueno como para aquello que vivirá
como no tanto. Los límites proporcionan seguridad y estructura y eso,
cuando viene de un adulto coherente y fiable, se agradece enormemente.
Así pues, todo niño va a poder asumir los inconvenientes de las limitaciones
de sus adultos sin demasiados problemas siempre que se fíen de ellos.
Me gusta decir que los parámetros de base segura se resumen en uno (casi
como los mandamientos), la mirada incondicional.
Muerte en el olvido
Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
—oscuro, torpe, malo— el que la habita...
Con su mirada, una madre hace príncipe a un hijo o le condena como rana
(ya lo decía Eric Berne, el padre del Análisis Transaccional).
Para qué voy a competir con ellos. Creo que ya está todo dicho.
Qué difícil mirar y mirarse bien. ¡Qué no haríamos por una buena
mirada! Por una mirada buena… Tal vez, como el niño James Barrie,
ponernos el “traje” de otro sea lo que más hacemos. De ese otro que
sabemos anhelado por mamá. De ese otro que no somos y jamás seremos.
De ese otro que siempre llevaremos con nosotros y con el que hay que
aprender a convivir.
Todo esto vamos a tratarlo más despacio en las próximas lecciones, porque
supone profundizar en la disociación y volver a atender, con la mejor de
nuestras miradas, a esos dos niños, a esas dos voces, que todos llevamos
dentro.
6. ¿Sirve el apego para algo más que para sobrevivir? Sí, el apego está en la
base del autoconocimiento, la capacidad de regulación emocional, la
elaboración de modelos internos de funcionamiento, la legitimación de la
experiencia interna, el desarrollo de autonomía, del sentimiento de
pertenencia y, en definitiva, de un montón de tareas relacionadas con la
adaptación al medio.
Ya hemos nombrado esta gran herramienta, este gran problema para todo
clínico que trabaja en psicoterapia. Pero vamos a estudiarla con un poquito
más de profundidad. No demasiada, para no abrumar. Nuevamente te insto
a acudir a la extensa bibliografía que hay disponible sobre el tema. Aquí se
trata de abordar estos grandes temas de forma simplificada para que todos
los identifiquemos, conozcamos y manejemos mínimamente.
- Un problema en la clínica.
• Creo que lo que hemos comentado hasta ahora, explica bastante bien por
qué la disociación constituye un problema en la clínica. O el profesional
está muy atento, o no sabrá reconocer ciertas respuestas como fenómenos
disociativos ni, desde luego, logrará manejarlos para poder ayudar a su
paciente a revertir esa división.
Enlazamos con las siguientes dos lecciones para terminar de entender estos
conceptos y situarlos dentro de lo que entendemos por Teoría de la
Disociación Estructural
LECCIÓN 42: LA PARTE APARENTEMENTE
NORMAL (PAN) Y LA PARTE EMOCIONAL
(PE)
Las dos son partes infantiles, perfectamente legítimas, que tienen una
labor imprescindible que cumplir.
Es decir, una quiere callar (incluso negar) y la otra quiere hablar e integrar.
Entiéndeme, no quiero decir con esto que haya que obligar a nadie, a punta
de pistola, a contarlo todo. Se trata de invitar a hacerlo garantizando cuatro
cuestiones fundamentales:
1. Que, aunque sabemos que cuesta mucho y que da mucho miedo porque
una vez se valoró como muy peligroso, no lo es ahora, aquí, en este
contexto (primero conecta y luego redirige, como dice D. Siegel).
4. Que nosotros somos la persona indicada para recibir todo lo que tiene
para contarnos, que tenemos las espaldas suficientemente anchas para
sostenerlo y que sabemos cómo manejarlo. Que puede confiar. Que somos
base segura.
Cuando invitamos a hablar gestionando todo el proceso desde esa posición
de base segura, estamos empezando a trabajar con la fobia entre partes:
Ö Pero también explicamos que hay que sacarlo, que es desastroso silenciar,
que es legítimo querer contar, que nosotros somos la persona idónea para
recibirlo y que éste el lugar adecuado para narrarlo.
Como digo, los expertos ofrecían modelos muy creativos, originales y con
mucho sentido, pero, a la hora de ponerlos en práctica, en el día a día en la
consulta, encontrábamos muchas dificultades con eso de trabajar con las
diferentes Partes Emocionales (PE). Confundía mucho y volvía a alargar
tremendamente el proceso. La experiencia, mis pacientes y mis alumnos en
supervisión, fueron enseñándome, poco a poco, una manera más sencilla y
sumamente eficaz de abordar la disociación en psicoterapia. Y aquí es
donde retomamos eso que decíamos al principio de que lo más simple es lo
que termina siendo lo mejor.
Recuerda que el hecho de que la PAN aparezca como la parte más adaptada
porque hace todas esas concesiones al contexto, al sistema, no significa, en
absoluto, que sea una parte adulta. Para encontrar una parte adulta en todo
este tinglado hay que buscar a esa que haya podido integrar las peticiones
que provienen de un extremo y del otro de la polaridad primordial, la que
hemos llamado la madre de todas las polaridades: Vinculación-
Desvinculación. Hemos venido diciendo que en eso consiste, precisamente,
la salud mental y el madurar: en poder sostener un deseo y su contrario
simultáneamente sin que eso nos sobrepase a pesar de suponer un conflicto.
Así pues, tenemos a dos niños muy pequeños tirando cada uno para su lado
y, con suerte, una parte adulta que se ha ido, digamos, formando,
organizando, según las exigencias adaptativas que vamos viviendo, y que
trata de ser quien controle la situación. ¿Cuándo será más capaz esa parte
adulta de hacerse cargo de las diferentes exigencias externas e
internas? Esta respuesta te la sabes, ya la hemos venido comentando
durante varios capítulos. Vamos a desglosarla, no obstante, para que nos
sirva de resumen y compilación a la vez:
- Cuanto más material de ese que sabemos que constituye la experiencia
interna haya sido traducido.
Poner a esos dos muñecos uno al lado del otro e ir favoreciendo que cada
uno se pronuncie y pueda sostener lo que el otro tiene para decir, supone el
primer escalón para la integración.
Pero ocurren otro tipo de experiencias que, no siendo quizá inicialmente tan
terriblemente impactantes, igualmente acaban rompiéndonos. ¿Por qué?
Porque se producen repetidamente, día tras día y, sobre todo, durante el
periodo más sensible y vulnerable de nuestra vida, la infancia. Son cosas
como esa falta de mirada, de sintonía, de respuesta empática por parte del
cuidador. Son el maltrato diario, la negligencia, la desprotección, el abuso
de poder… Es esto a lo que llamamos trauma complejo.
Y así uno detrás de otro. Lo que ocurriría, en el mejor de los casos, sería
que ese niño, al llegar a la adolescencia, se encontraría con una buena
cantidad de “material” traducido, de experiencia transformada en
aprendizaje. Con un entramado estructural sólido sobre el que asentar los
retos de transformación diarios. Lo que Lisa Nichols llama la musculatura
de la resiliencia. Con esos 9 músculos imprescindibles de los que estaría,
según esta autora, compuesta: el de la comprensión (con compasión), el de
la fe en uno mismo, el de pasar a la acción, el de lo sé porque lo sé, el de la
honestidad, el de di que sí, el de la determinación, el del perdón y el de la
decisión más acertada.
Mi hipótesis inicial era que lo que explicaba esa sensación tan terrorífica de
vacío era el hecho de que se quedaran tantos huequecitos sin rellenar y, por
eso, uno sintiera que no pisaba sobre suelo firme, sino que se habría
construido sobre la nada.
Pero, como siempre, son los pacientes los que nos enseñan y, a partir de la
experiencia con sus vivencias en consulta, pude terminar de entender cómo
se sentiría ese vacío utilizando el esquema.
- “A lo mejor sí… pero lo típico de que tus recuerdos malos están ahí
solitos, ¿sabes?”
- “Explícame…”
“Pues ese vacío ahora es como… que tus miedos y tus mierdas internas
están siempre ahí. Yo pienso que eso va a estar siempre ahí. Más
chiquitito”.
“O sea que lo que está claro es que no es una cuestión de rellenarlo, ¿no?”
Leímos juntas un libro que yo suelo utilizar siempre en estos casos y que,
desde aquí te recomiendo, aunque está también en la bibliografía. Es el de
Vacío de Anna Llenas. Me gusta utilizarlo en dos tramos. La primera parte
ayuda a identificarse. Nos viene muy bien para conectar, sentir, recordar,
entender, poner imágenes, asociar, externalizar, hablar de ello,
aproximarse… Cuesta mucho hacer todo esto con el vacío… Pero la
solución prefiero que la encuentre cada uno al ritmo y de la manera que
necesite. Aunque, desde el modelo de Psicoterapia Breve que manejo, yo
tiendo a “pinchar” para que ese ritmo se acelere todo lo que sea posible.
Así, la segunda parte la leemos y la comentamos hacia el final del proceso.
Y no está mal que esté ahí tampoco porque me recuerda lo que ha pasado y
tal… Pero no, yo pienso que no lo he rellenado, sino que lo he ido haciendo
más pequeñito. Si lo hubiera rellenado habría llegado un momento en que
eso habría petado. ¿Sabes? ¿Me explico? Es cuestión de reducirlo
aprendiendo qué me pasa, por qué hago esto, qué siento, de dónde viene…
Eso lo hace más pequeñito… Hasta llegar a sentir que eres madura,
mayor… ¡Hala! ¡Me siento mayor! Me miras y me siento mayor…
“Pues eso, que yo lo veo como una cicatriz. Tengo muchas cicatrices y sé lo
que digo” (a M. le atropelló un camión cuando tenía diecisiete años y le
pasó por encima de sus piernas. Una de ellas quedó muy, muy maltrecha.
La salvó de milagro y conserva muchas, muchas cicatrices…)
“Por eso además sientes que ese vacío te destruye por dentro. Notas esa
destrucción. La sabes ahí. La sientes”.
LECCIÓN 49: EL VACÍO, EL HORROR. EL
VALOR. LA SANACIÓN.
• Este trabajo debe hacerse en relación con otro que suponga una base
segura.
La llamada Red Neuronal por Defecto nos explica tantas cosas que me
parece que es buena idea que coprotagonice el cierre de este bloque de
lecciones, como colofón a este reto, tan interesante como extenso, que
supone entender el trauma psíquico.
Antes de explicar lo que es y lo que supone esta red, quiero hacer referencia
a un estudio que se llevó a cabo en los Estados Unidos por investigadores de
las universidades de Harvard y Virginia. Sus autores principales, David
Reinhard y Timothy Wilson, publicaron, en julio de 2014, un artículo pen la
revista Science titulado: Just think: the challenges of the disengaged mind ,
donde explicaban el estudio y compartían sus conclusiones.
Lo que los autores pedían a los participantes era, aparentemente, una tarea
sencilla: pasar de seis a quince minutos a solas, con sus pensamientos, en una
habitación. No había posibilidad de hablar con nadie, ni leer, ni estar con el
teléfono o distraerse con ninguna otra cosa. Exclusivamente permanecer a
solas con los propios pensamientos. ¿Cuáles crees que fueron los resultados?
Ya te imaginas, seguro, por dónde van los tiros. Sí, la mayoría lo pasó fatal
para conseguirlo o ni siquiera pudo hacerlo. La muestra fue muy amplia y
abarcó gente de edades comprendidas entre los dieciocho y los setenta y
siete. Se desarrollaron once estudios en total en los que se fueron variando
las condiciones de aplicación y, ligeramente, la premisa (como ofrecer alguna
posibilidad de distracción). En uno de los estudios se posibilitó incluso que
los participantes pudieran aplicarse una descarga eléctrica (algo claramente
considerado previamente por ellos mismos como una actividad por la que
pagarían para tratar de evitar que les ocurriese). La mayoría de los varones de
la muestra recurrió, sin embargo, a la descarga (o a más de una) para soportar
la “tortura” de un cuarto de hora con sus pensamientos…
Se la conoce como red “por defecto” precisamente por eso, porque es la que
se activa cuando no hay exigencias externas. ¿Qué hace en esos momentos
nuestro cerebro? Se centra en nosotros para que podamos desarrollar
conciencia de nosotros mismos .
Abarca estructuras que se localizan en regiones mediales de nuestro cerebro
y por eso van der Kolk comenta que le gusta llamarla “cresta de la
autoconcienciación”. De estas estructuras que la componen, unas recogen
información que proviene de nuestras vísceras, otra información sensorial,
otras coordinan emociones y pensamiento, otras nos ayudan a orientarnos
dándonos la percepción física de dónde nos encontramos…
¿Qué más haré entonces? Procuraré estar siempre muy atareado. Tener mil
cosas que hacer, no parar ni un minuto. ¿Nos suena este proceder? ¡Cuánta
gente se autocalifica de multitareas! A cuántos niños vemos diagnosticados
de hiperactivos desde tan pronto. ¿Y no estará esa necesidad de no parar
asociada a la de no conectar?
Para resumir, y, casi casi, terminar: tengo que insistir en que debemos
dar palabras a esa voz que no las tiene y así poder funcionar según ese
magnífico diseño que nos caracteriza y aprender a sostener un deseo y su
contrario simultáneamente que es el mayor reto al que se enfrenta dicho
diseño.
Pensemos lo diferente que es vernos y entendernos desde aquí. Lo necesario.
Cómo se impone una mirada que revisite nuestra forma de explicarnos y
narrarnos a la luz de esta dificultad para integrar la información proveniente
de una parte de nosotros mismos y su expresión, a toda costa, por otras vías.
LECCIÓN 51: LAS FASES DEL
TRATAMIENTO DEL TRAUMA
Pierre Janet, allá por finales del siglo XIX, aproximadamente en 1898,
afirmaba que el tratamiento del trauma podía explicarse en las tres fases
siguientes:
Desde el principio:
¿Cuáles serán los movimientos que irá haciendo el pequeñín a medida que
pasen sus días y sus meses?
Ya hemos dicho que, en este punto, son cruciales lasintonía del cuidador y
su capacidad para ofrecer una respuesta contingente.
Eso conseguimos con los síntomas que presentamos ante esta peliaguda
situación y que se recogen en los manuales con diferentes apellidos para el
nombrado trastorno. Uno por cada grupo de síntomas. Pero ¿qué tienen
todos en común? LA FALTA DE TRADUCCIÓN. La falta de sintonía, la
no contingencia en la respuesta del cuidador, los vacíos.
Así, en el extremo inferior derecho (en el cuadrante 4), el que supone mayor
nivel de inconsciencia y mayor alejamiento de la realidad situaríamos el
delirio psicótico. Cerca, encontraríamos el Trastorno de Identidad
Disociativo (T.I.D.) y cerca también al T.O.C. (Trastorno Obsesivo
Compulsivo) con sus complejos rituales de control, expresión perfecta de lo
que vengo comentando. Magia Negra resultan las fobias y su magnífico
truco de desplazamiento del objeto fóbico y por ahí también andan las
somatizaciones creando una realidad alternativa de síntomas corporales que
tan maravillosamente bien guardan el secreto de lo que en verdad
representan. Si serán eficaces esas somatizaciones que engañan y han
venido haciéndolo durante siglos a generaciones de sesudos médicos que
buscan explicaciones fisiológicas que no siempre encuentran y que tratan de
silenciar con fármacos que resuelven poco y, sobre todo, cronifican mucho.
Así podríamos seguir con todo el DSM-5 y sus categorizaciones.
Supone:
Ser los productores de esa narrativa tan eficaz que explica sin fisuras lo que
hemos sido y somos genera una magnífica sensación del control justo y
necesario para manejarse por el día a día con solidez, confianza y
contundencia. Genera un filtro potente desde el que interpretar e
interpretarse: lo que yo llamo el maravilloso “polvo de hadas”.
Pero ¿qué es exactamente ese polvo de hadas? ¿De qué está hecho?, de
amor.
ser valientes
exponernos y correr riesgos
reír
crear
ser apasionados
actuar
ser generosos
amar
cambiar el mundo
Dirás que esta narrativa puede llegar a oler a autoengaño… Puede, pero
está bien. Somos conscientes de la crudeza de la realidad. Hemos
perdido la inocencia. Pero, ¿por qué no pensar que todavía podemos
volar? El polvo de hadas es lo que tiene, bien espolvoreado, permite volar y
llegar tan lejos como uno se proponga.
Y el deseo es siempre legítimo.
LECCIÓN 55: LAS NARRATIVAS QUE
GENERA LA MAGIA NEGRA
Las narrativas propias del cuadrante 4 sin embargo, las asociadas a esa
Magia Negra que nos hace tan desgraciados, están cargadas de la misma
devoción supersticiosa con la que reza un niño un “Padrenuestro” antes de
dormir. Bellas oraciones que han de repetirse con fe y convicción para
“protegernos” del cambio. Recuerda que son producto del terror a la
desvinculación y que buscan aparentar normalidad y evitar cualquier
intromisión por parte de la Defensa.
Algo muy importante que hay que chequear en relación con las narrativas
es la cantidad de creencias sobre uno mismo y sobre el mundo que le rodea
que ha generado el paciente y que, en su gran mayoría serán tan negativas
como erróneas. Un completo listado de creencias puede ser de gran ayuda
aquí como herramienta complementaria.
O de casi todo, de todo lo que uno decida que debe estar por debajo. Las
narrativas resultantes son muy diferentes a aquellas asociadas a la necesidad
de mantener fuera de la consciencia la realidad interna y la incoherencia
vivida con respecto a los razonamientos que vienen de fuera para explicarlo
todo.
• En la Intervención: si resumimos lo expuesto hasta ahora, podemos
afirmar que la clave es el reconocimiento, por parte del terapeuta, de
cuánto material ha quedado sin pasar a la consciencia y de cómo se ha
venido expresando y se está expresando ahora para poder ofrecer un plan
que ayude al paciente a esa necesaria toma de conciencia y a hacerse
cargo de lo que supone (con el dolor irremediable que produce), a la
generación depatrones de afrontamiento eficaces y de narrativas que den
significado a su existencia y permiso para tomar las riendas de su destino.
• Cuando hemos dejado, por fin, de emplear los infames filtros de entrada
que proporciona la Magia Negra, eso que Anna Llenas llama en su libro
sobre el Vacío, tapones, y podemos relacionarnos con la comida, los
móviles, los padres, las drogas y tantos y tantos filtros o tapones, de una
forma consciente, responsable y adaptativa. En definitiva, de la manera que
mejor se corresponda con cuidarnos y sentirnos bien. Suficientemente bien.
Incluso con el grandísimo reto que supone hacerse cargo de los inmutables.
Sabemos que con esta narrativa nos estamos engañando. Sabemos que
puede pasar cualquier cosa en cualquier momento, pero ¿y si fuera así? No
obstante, si no sucediera como deseamos, no importa, no hemos convertido
el deseo en necesidad y, por si acaso, estamos viviendo la vida de tal forma
que ya no asusta perderla.
Para terminar, me gustaría aclarar que, en general, los filtros de entrada que
proporciona la Magia Negra son esquemas de funcionamiento que se nos
ofrecen desde fuera (por eso es fácil hablar de transmisión
transgeneracional de conflictos), mientras que los filtros que componen el
polvo de hadas son internos, de propia generación tras la revisión de los
aportados desde afuera y la constatación de su ineficacia en la
actualidad.
LECCIÓN 57. EL ARTE DE CONTAR
HISTORIAS
El ser humano necesita narrarse y lo hace, con soltura, desde muy temprano.
De hecho, parece que se ha constatado la existencia de un gen que sería el
responsable, de alguna manera, de nuestra capacidad de desarrollar lenguaje
y narrativa. El FOXP2.
Yuval N. Harari sostiene que nuestro lenguaje evolucionó como una variante
del chismorreo, pues necesitamos acumular información sobre los otros
humanos que nos rodean. “La cooperación social es nuestra clave para la
superviviencia y la reproducción”, dice Harari. Necesitamos vincularnos para
sobrevivir y tener la mayor cantidad de datos sobre los otros. Supone una
clara ventaja adaptativa al servicio del sistema psicobiológico de la
Aproximación.
- Significado
- Poder
Ojo entonces con lo que nos contamos sobre nosotros mismos y lo que nos
rodea. ¿No nos vendría muy bien revisar esas narrativas que organizamos en
nuestro día a día? Sí, claro que sí. Ellas son la expresión evidente de nuestro
sufrimiento.
Dime qué me cuentas de ti y del mundo que te rodea y te diré qué has vivido,
cómo han sido tus relaciones vinculares tempranas y qué te produce el
sufrimiento actual que padeces.
¡Cuánto me gustan estas palabras! Además, Erickson afirmaba, igual que yo,
que “Tú sabes algo que no sabes que sabes. Tan pronto descubras eso que ya
sabes, sin saber que lo sabes, podrás empezar a cambiar”.
Dicen por ahí que la mejor manera de no tener miedo es no tener esperanza.
Yo diría que la esperanza en que ocurran cosas que no ocurrieron y que ya
no van a ocurrir, es lo que nos congela en el tiempo. Dolernos por lo que no
fue, aunque con el derecho a que hubiera sido, es mirar de frente al miedo
que es imposible no sentir. Pues es mirar al vacío y la soledad. Y es
liberarse y es crecer.
No obstante, busca lo que más te guste, lo que más vaya contigo y mejor te
siente y no dejes de practicarlo. Meditar contribuye a Mentalizar, a
conectar con la Red Neuronal por Defecto y aumentar consciencia,
propiocepción y autoconocimiento.
Todo ello, ayuda a ser más exitoso en todo lo que haces porque repercute
directamente en tu capacidad para anticiparte y planificar.
• Muscular: las neuronas. Lee un rato cada día. Aunque solo sean 15 o 20
minutos. Trata de aprender algo nuevo también. Cada día. Esto fomenta la
neurogénesis que es la formación de nuevas neuronas y que nos garantiza
ralentizar el deterioro cognitivo producido por la edad.
A esa isla donde vive Peter Pan, quien con una semana, recordó que había
sido pájaro y que aun podía volar, y escapó por la ventana una noche. De
hecho, según James Barrie, todos podríamos volar si estuviéramos tan
convencidos de poder hacerlo como lo estaba aquella noche Peter mirando
los árboles de los jardines.
Sostiene Barrie que los niños son un poco indómitos las primeras semanas,
y sienten un gran hormigueo en los hombros, allí donde solían tener las
alas… Pareciera que al crecer fuésemos perdiendo ese cosquilleo. ¿En qué
momento nos vemos imposibilitados de volar? Yo creo que nunca. ¿Estás
de acuerdo conmigo ahora que estás acabando el libro? ¿Y a quién
haríamos responsable de que nunca perdamos la capacidad de volar?
Exacto, a la Defensa. Ella es la que no se cansa de recordarnos la tarea
que tenemos pendiente para con nosotros mismos y nuestra capacidad
de volar, de soñar, de hacer magia . Sin necesidad de quedarse siendo
eternamente un niño. Con la inocencia perdida, sí, pero ¡pudiendo llegar
aún más alto en nuestro vuelo! Con la magia del conflicto entre partes
resuelto y el polvo de hadas que genera esa complicidad entre ambas.
Me conmueve cada vez que la leo. Tantas cosas cambiarían en los seres
humanos, en las familias, en el mundo, si las madres y los padres
preguntásemos a nuestros hijos, cada noche, si nos hemos portado bien, en
lugar de exigirles que hagan examen de conciencia y revisen lo que ellos
han hecho mal para procurar ser mejores niños al día siguiente… ¡Tantas!
Si mamá y papá, que son los adultos que me parecen más guays del mundo
y a los que más quiero, se equivocan, yo también puedo equivocarme. Lo
importante es darse cuenta, hablar con el otro de lo que hemos hecho mal,
reconocer el error, pedir disculpas y aprender un montón de cosas a partir
de ese error.
Ya sabemos qué importantes son esas narrativas para que las experiencias
que vamos viviendo cobren significado y se generen las creencias
adecuadas sobre uno mismo y el mundo que rodea.
- Solo así será posible que el niño desarrolle un modelo de sí mismo como
alguien capaz de buscar y conseguir ayuda cuando la necesita y un
modelo del otro como alguien en quien puede confiar. Esa es la esencia
de sentir a los padres como una Base Segura. La puerta hacia el
crecimiento, la autonomía, el éxito y la felicidad.
¡Qué bonito sería romper el silencio! Poder hablar de lo que nos pasa.
Poder sostener lo que nuestros hijos tienen para contarnos . El mundo
sería un lugar mejor. Con mucho menos sufrimiento gratuito.
Claro que el niño James esperaba que su madre volviera a reconocerle. Sin
poder salir del bucle de la reivindicación convirtió en necesidad su deseo de
ser visto, sintonizado, comprendido, cuidado, reconocido, amado por su
madre. Si traumática fue la pérdida de su hermano peor aun fue que ésta
supusiera la de su madre. ¡Cuánta ambivalencia frente a ambas figuras!
¿Qué cantidad de amor y qué cantidad de rabia! Qué necesitado de
reparación, de parar el tiempo hasta conseguirla. Sigue sacando tú tus
propias conclusiones. No te pares. No dejes de dudar, de preguntarte y de
preguntar.
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