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Lourau, R. Hacia La Intervención SocioanalíticaEn El Análisis Institucional

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Rene L o m a n licué Lourau

El análisis institucional
I I análisis institucional
"Si, en la crisis instaurada por la institución del aná-
lisis, todo es significante con relación al deseo, es cla-
ro también que todo es significante con relación al di-
nero, a la autoridad, a las formas de poder; en suma,
a las relaciones institucionales". El análisis de institu-
ciones, de organizaciones o de grupos se ha conver-
tido en institución. El sustrato material de la institución dice más
que sus discursos articulados. Eso que dice o, mejor, no dice, se di-
simula con el secreto, la canalización de las informaciones, la racio-
nalización ideológica. El análisis institucional quiere producir una
nueva relación con el saber, una conciencia del no saber que deter-
mina nuestra acción. Para ello se vale de "analizadores": el niño re-
vela el divorcio entre la formación y el ingreso en la vida adulta, la
vida del capitah la mujer nos habla de la separación entre la bús-
queda de la felic dad y la ambición social; el enfermo, del límite en-
tre la contempla! ión y la acción; el loco, de la barrera entre lo nor-
mal y lo patológico; por fin, el viejo muestra la negatividad que co-
rroe la noción de adulto separando un período, cada vez más breve,
que es la existencia útil para el capital, de lo que constituye una
suerte de "sobrevida". Es que la separación, la barrera, es constituti-
va de la realidad institucional.

Loureau estudia la génesis del concepto de institución dentro de


una elucidación histórico-crítica, y después de analizar en detalle los
métodos prppnestes-desde la terapia del grupo pequeño hasta la
moderna psicosociología, formula su propuesta de "socioanálisis" y
de "provocación institucional", los dos polos entre los que oscila la
intervencióií.

A m o r r o r t u / e d i t o r e s
ticas de la intervención socioanalítica. Por condiciones prác-
7. Hacia la intervención socioanalítica ticas entendemos, por un lado, todo aquello que determina
el lugar del analista ( individual o colectivo ) en la situación de
intervención, el estudio del puesto de trabajo analítico; y por
otro lado, la técnica de investigación, es decir, la aplicación
concreta de los datos teóricos contenidos en el método.
El análisis institucional engloba por ahora un método de co-
nocimiento inductivo, que se sitúa junto al análisis funcional,
estructural y estructural-funcional, y junto a diversos modos
I. La situación analítica de análisis económico, político, etc.; también engloba, más
específicamente, un modo de análisis en situación más cerca-
La psicoterapia y la pedagogía son los dos sectores más avan- no a la terapia psicoanalítica. En el primer caso, se trata de
zados de la investigación y de la experimentación en análisis un análisis de gabinete, inspirado más o menos directamente
institucional. La psicosociología y el psicoanálisis manifiestan en intervenciones o investigaciones de campo. En el segundo
ciertas preocupaciones, ciertas direcciones de investigación que caso, es una intervención institucional analizada como tal.
convergen con las teorías institucionales de los psiquiatras y En esta dualidad se puede encontrar ventajas, o lamentarla.
pedagogos. No obstante, al hablar d e intervención socioanalí- De cualquier manera, solo la intervención en una situación per-
tica —es decir, de una aplicación del análisis institucional en mite un verdadero socioanálisis. 1 El análisis de gabinete puede
la práctica de los grupos, colectividades u organizaciones—, aportar materiales, favorecer la aproximación activa a la si-
una fuerza invencible parece llevar a establecer un paralelo tuación, contribuir a su dilucidación teórica, sugerir modos de
con la intervención psicosociológica, o aun con la encuesta en evaluación y criterios de validación. Tiene la desventaja de po ;
el terreno de la sociología de las organizaciones. Ahora bien, ner al sociólogo, psicólogo, economista o teórico político en
así como no se justificaría reducir el análisis institucional a
un método de terapia y / o de pedagogía, tampoco debe iden- 1 Ya se ha visto (5, IV) en qué consiste el socioanálisis según Van
tificarse el modo de intervención socioanalítica con modos de Bockstaële: análisis de los grupos naturales centrados en el concepto
intervención anteriores. N o se trata, sin embargo, de disimu- de grupo. El término «socioanálisis» es mucho más antiguo. Moreno
lar la función que cumplen las teorías y las experiencias psi- reivindica su paternidad en Psicoterapia de grupo y psicodrama (1932).
En el sentido de psicoanálisis aplicado a grupos, instituciones, ideolo-
cosociológicas en la búsqueda de un nuevo método. Cualquiera gías, Amar se refiere a él en 1950, en «Introduction à la socioanalyse»,
que sea la crítica que se pueda dirigir a la teoría de las orga- Revue Française de Psychanalyse, n9 2. Constituye otro dominio s o
nizaciones, no es menos evidente que cualquier esfuerzo en- cioanalítico el «psicoanálisis» retroactivo, post mortem, de personali-
caminado a superar esa teoría implica trabajar, en cierta forma, dades políticas o artísticas: mientias que Freud se interesó en el «ca-
con el concepto de organización. En cuanto al psicoanálisis, so» del presidente Wilson, René Lafforgue, por ejemplo, psicoanaliza
a Rousseau, Robespierre y Napoleón un siglo y medio después de mo-
no cabe duda de que, sin él, la crítica del positivismo socioló- rir sus «clientes» (en Psychopatologie de l'échec). La herencia de El
gico seguiría siendo tan teológica como la crítica positivista de porvenir de una ilusión o de El malestar en la cultura se percibe mejor
la teología por Auguste Comte. en una clase de obras que se remiten a una antropología psicoana-
lítica; macropolíticas a veces (p. ej„ Psychanalyse de la situation ato-
Ante todo, entonces, hay que tratar de definir las condiciones mique, de Fornari, París, Gallimard, 1969), se aplican con mayor fre-
teóricas de la intervención socioanalítica. Con ello se evitarán, cuencia a situaciones coyunturales, a crisis sociales inesperadas (en
parcialmente al menos, las confusiones y reducciones que ame- algunos estudios sobre la crisis de mayo-junio en Francia se intentan
reducciones del tipo «rebelión contra el padre»). Por último, aunque
nazan a todo nuevo método. Este riesgo es normal, si se re- ciertas formas de intervención psicosociológica pueden ser calificadas
cuerda, con Hegel, que la crítica radical de una tesis es, ante como «socioanalíticas» (social analysis de Elliot Jaques), sin duda es
todo, reconocimiento de dicha tesis, y que oponer un concep- exagerado evocar, como Roger Bastide, una «sociología psicoanalítica»
to a otro concepto es participar en el trabajo de análisis de lindante con el psicoanálisis aplicado, la «psicología colectiva» o «de
masas» y la antropología. Sería más correcto hablar de «fenomenolo-
este último. gía social», como Monnerot.
En segundo lugar, se intentará delimitar las condiciones prác-

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la situación cómoda y desarraigada a la vez del «sabio» o del
«experto». todo agrupamiento es una comunidad con intereses conver-
Por consiguiente, no separaremos el análisis de la interven- gentes. Tiene algo de sagrado y de intocable.
ción, para señalar bien que el sistema de referencia del aná- En el extremo opuesto a esta visión ideológica, la acentuación
lisis institucional está determinado estrictamente por la pre- de las particularidades de los individuos que componen el agru-
sencia física de los analistas en cuanto actores sociales en una pamiento produce la negación, a veces absoluta, de la idea
situación social, y por la presencia material de todo el con- misma de comunidad. La unidad positiva del grupo, de la or-
texto institucional. ganización, de la colectividad étnica o política, es destruida
por el peso de la negatividad cuando esta última toma la for-
¿Qué es lo que permite construir una situación analítica?
ma del individualismo o del nihilismo, cuando se consideran
irreductibles los intereses o las características individuales.
a. Una hipótesis.
Es posible considerar un sobrepasamiento de la primera con-
b. Los instrumentos de análisis.
cepción, que sea, a la vez, una negación de la primera nega-
ción. Se considera entonces que la existencia de los agrupa-
mientos es innegable, pero que estos poseen una unidad nega-
a. Una hipótesis tiva. Más allá de la unidad abstracta de la ideología universa-
lista, y más allá de la extrema división basada en las particu-
Mediante análisis en situación que no se confunden con los laridades individuales, se advierte que la unidad de los agru-
«juegos de la verdad» de la psicosociología ni con «la higiene pamientos observables es pluralista y heterogénea. Los indi-
social» de la sociología de las organizaciones, es posible des- viduos yuxtapuestos no constituyen un agrupamiento: lo que
cifrar .las relaciones que los grupos y los individuos mantienen da su unidad a la formación, y su forma al agrupamiento, es
con las instituciones. Más allá de las racionalizaciones ideoló- la acción recíproca, y a menudo oculta, de una multitud de
gicas, jurídicas, sociológicas, económicas o políticas, la diluci- grupos fragmentarios en el interior del agrupamiento. Los in-
dación de estas relaciones pone de relieve que el vínculo social dividuos no deciden en abstracto vivir o trabajar juntos, pero
es, ante todo, un acondicionamiento del no saber de los actores sus sistemas de pertenencia y sus referencias a numerosos agru-
respecto de la organización social. pamientos actúan de tal modo, que pueden constituirse nue-
vos agrupamientos, agregándose así a los sistemas de perte-
nencia y de referencia ya-ahí que al mismo tiempo niegan en
b. Los instrumentos de análisis diversos grados, puesto que los sistemas de pertenencia y de
referencia anteriores entrañan, en general, oposiciones y cri-
Residen en un conjunto de conceptos articulados como sistema terios exclusivos, los cuales, sin embargo, son obligados a fun-
de referencia del análisis institucional. dirse en la multitud de diferencias. Este carácter singular de
los agrupamientos detectado por la intervención socioanalítica,
1. Segmentaridad. La unidad positiva de todo agrupamiento toma el nombre de segmentaridad.
social se apoya en un consenso o en una regla exterior al gru-
po, o en ambos a la vez. El consenso puede ser el del sentido Notemos que la pluralidad de grupos reales más o menos vi-
común, el de la solidaridad «mécanica» u «orgánica», el de sibles, reconocidos y declarados, que componen un determina-
la creencia común, etc. El reglamento puede estar más o me- do agrupamiento, no se confunde con la pluralidad de los
nos interiorizado o ser vivido como coerción pura, según se «subgrupos» que la psicosociología desentraña en el aquí y
trate de un reglamento elaborado por la colectividad o acepta- ahora del análisis. Sin embargo, estos «subgrupos» contingen-
do por ella, o también impuesto por una parte de esa colecti- tes no carecen de vínculos con los grupos de pertenencia y de
vidad. En todos los casos, la unidad positiva del agrupamien- referencia que existen en el agrupamiento (o fuera de él, fun-
to, lo que le da su carácter de formación social (es decir: le cionando así como grupos de no pertenencia, o como gru-
confiere una forma, determinaciones morfológicas observables), pos de referencia exterior). Por ejemplo, un subgrupo de «jó-
funciona a la manera de la ideología. Desde ese punto de vista, venes» se refiere a una clase de edad que en la sociedad glo-
bal es percibida menos como una pertenencia universal y na-

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tural que a la manera de un grupo segmentario que establece negación de la transversalidad constitutiva de todo agrupa-
relaciones de dependencia y relaciones agonísticas con el gru- miento humano. Se puede entonces definir la transversalidad
po de los «viejos». como el fundamento de la acción instituyeme de los agrupa-
mientos, en la medida en que toda acción colectiva exige un
2. Transversalidad. La ideología grupista (en los pequeños enfoque dialéctico de la autonomía del agrupamiento y de los
grupos) o comunitaria (en las grandes formaciones sociales límites objetivos de esa autonomía. La transversalidad reside
como el partido, la Iglesia, la nación, etc.) tiende a construir en el saber y en el no saber del agrupamiento acerca de su
la imagen ideal del grupo mor.osegmentario, de la coherencia polisegmentaridad. Es la condición indispensable para pasar
absoluta, producida por una pertenencia única y omnipotente, del grupo-objeto al grupo-sujeto.
que relega al segundo plano todas las demás. El «grupo»
—cualquiera que sea su volumen y su historia— se contem- 3. Distancia institucional. El grupo del tipo «secta» mantie-
pla narcisísticamente en el espejo de la unidad positiva, ex- ne, a fuerza de terror o de autismo, una distancia entre él y
cluyendo a los desviantes, aterrorizando a aquellos de sus la acción de las instituciones; procura eludir el control de es-
miembros que abrigan tendencias centrífugas, condenando y tas y desdeña las posibilidades que ellas ofrecen para la ac-
a veces combatiendo a los individuos y grupos que evolucio- ción social. Por el contrario, el grupo del tipo opuesto a la secta
nan en sus fronteras. Este tipo de agrupamiento que rechaza (digamos, el grupo-objeto B) identifica en demasía su acción,
toda exterioridad es un primer caso de grupo-objeto. su funcionamiento y hasta su existencia, con la influencia de
Un segundo caso de grupo-objeto está constituido, a la inver- las instituciones: entre estas y el grupo-objeto A, la distancia
sa, por los agrupamientos que no se reconocen a sí mismos pretende ser infinita; entre estas y el grupo-objeto B, la dis-
ninguna existencia efectiva, fuera de la que les confieren insti- tancia pretende ser nula. En la realidad extremadamente di-
tuciones o agrupamientos exteriores a los que se asigna la mi- versa de los grupos-objeto de diferente tipo, y d e aquellos
sión de producir las normas indispensables para el grupo-obje- que aspiran al estatuto de grupo-sujeto, se definirá la distan-
to, y de controlar y sancionar el respeto o la falta de respe- cia institucional como el componente objetivo y subjetivo de
to hacia esas normas exteriores. Si el primer caso de grupo-ob- la conciencia que los actores tienen de su no integración, de la
jeto es el de la banda o la secta, el segundo es el de agrupa- insuficiencia de sus sistemas de pertenencia y, sobre todo, de
mientos definidos por el lugar que ocupan en la división del la falta de transversalidad en la acción del agrupamiento de-
trabajo y, por consiguiente, en las jerarquías de poder. La terminado al que pertenecen. Objetivamente, tanto el «proyec-
estrategia de la secta o de la banda consiste en someter al to» paranoico del grupo-objeto A como el «proyecto» depre-
adversario, o simplemente al vecino; la de un grupo total- sivo del grupo-objeto B manifiestan una aceptación del vacío
mente dependiente consiste en «someterse» ante las instan- social, del alejamiento cada vez más considerable con respecto
cias superiores (o lo que las reemplaza), y en compensar este a las bases racionales de la acción. En ambos casos, sin em-
sometimiento mediante una racionalización de la polisegmen- bargo, la subjetividad cumple una función determinante, ya
taridad absoluta, es decir, del individualismo. Mientras que que a menudo condiciona la evaluación que hace el actor en
la secta mantiene constantemente abierta la herida de su rup- cuanto al grupo que encierra posibilidades privilegiadas pa-
tura institucional con respecto a la sociedad, y la banda no ra su acción. Por último, también debe tenerse en cuenta la
ve en la sociedad más que un riesgo de desbandada, el perso- subjetividad cuando se trata de las evaluaciones de un «clien-
nal de un establecimiento de enseñanza o de una pequeña em- te» con respecto a la distancia institucional de los agentes de
presa ocupa todo su tiempo en desbandarse y en conjurar quienes depende su existencia. Por ejemplo, un enfermo evo-
cualquier amenaza de separación entre él mismo y la imagen luciona en función de las imágenes que se forja sobre las dis-
de la autoridad instituida. tancias institucionales respectivas del jefe de la sala y del
terapeuta, imágenes que en parte se apoyan en el poder ad-
En los dos casos de grupo-objeto que se acaba de evocar, 2 hay
ministrativo y la presencia continua del primero, así como
2 El aporte de Guattari sobre estas nociones de grupo-objeto, grupo-
en la presencia periódica y el no-poder administrativo del se-
sujeto, transversalidad, fue resvmido antes, 4, III. gundo.

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4. Distancia práctica. Max Weber vincula dos hechos funda- modalidades de venta. 4 Weber evocaba el ejemplo de dos ins-
mentales para la comprensión del análisis institucional: por trumentos de comunicación: la moneda y el tranvía. Se podría
un lado, el alejamiento creciente con respecto a la base racio- agregar el teléfono, el transmisor, el grabador, la radio, la te-
nal de las normas institucionales; por otro, el alejamiento levisión, el cine, el automóvil, el avión, el cohete . . .
creciente con respecto a las bases racionales de las técnicas.'" Los dos sectores donde hizo su aparición el análisis institucio-
Dando a «técnicas» un significado que abarque el conjunto de nal están particularmente marcados por la inextricable mezcla
las operaciones e instrumentos utilizados como medios en la entre lo económico y lo simbólico en su sustrato material. La
práctica social, se hablará de distancia práctica para designar psicoterapia institucional nació de una rebelión contra las téc-
esa forma del no saber referente a la función del sustrato ma- nicas somáticas utilizadas en las terapias tradicionales: desde
terial de todas las instituciones y de la organización social. el electroshock al «chaleco de fuerza» quimioterapéutico. Los
Como lo sugiere Málinowski, no hay institución sin sustrato psiquiatras, en cambio, advirtieron la función que cumple el
material: paradójicamente, la antropología cultural confluye entorno hospitalario, la ecología, como soporte de fantasías
aquí con la teoría marxista y la crítica marxista del derecho. y como medio que los enfermos utilizan para reestructurar su
El momento de la singularidad del concepto de institución tie- universo mental y social. La distancia social, o lo que la psi-
ne como contenido, no solamente la organización en el sentido quiatría social designó como el «vacío social» de la enfer-
de sistema de decisión y de poder, sino también la organización medad mental, son el resultado de una distancia institucio-
material, el componente tecnológico y el entorno físico. De nal que el aislamiento del hospital reduce casi a una distan-
este modo, el «acondicionamiento doméstico» (es decir el or- cia práctica, a un exilio con respecto al sistema de objetos tal
denamiento, la administración o el management de la infraes- como este funciona en la vida corriente. 5 Este exilio, claro
tructura económica) es el momento organizativo y tecnológi- está, produce desórdenes y racionalizaciones en las fantasías,
co del matrimonio y de la familia, así como el «hogar» es el similares a los que experimentan los verdaderos exiliados, obli-
momento de la universalidad. Las instituciones estatales po- gados a reconstruir sin cesar, con una pérdida cada vez mayor
seen una organización material compuesta de arquitectura y de los términos de referencia reales, el mundo de su vida an-
ecología terroristas, sin olvidar lo que ha llegado a ser su terior. Es comprensible entonces que el psiquiatra procure
privilegio casi exclusivo: la fuerza armada. La base material analizar este símbolo, revelado por la distancia práctica, de
de las instituciones eclesiásticas y ceremoniales (para adoptar la separación entre el individuo y su deseo.
la clasificación de Spencer) parece menos evidente, ya que el En la institución escolar y, en general, en las instituciones don-
factor económico, aunque cumple una función muy impor- de se manifiesta una función formativa, la pedagogía institu-
tante, queda disimulado, y además se inviste de carácter sim- cional nació a su vez de una crítica referida tanto al uso he-
bólico a muchos objetos y procedimientos materiales. Pero la cho del sustrato material como a la organización del sistema
materialidad inherente a los símbolos nunca surge con tanta de enseñanza. Las técnicas educativas surgidas del movimien-
evidencia como en la institución de las fiestas, que la socio- to Freinet eran ya una impugnación del espacio educativo, de
logía reduce a veces a «ordenamientos» de la ideología o de las técnicas corporales, de la relación con los objetos presen-
la mitología. Por último, la importancia de la distancia prác- tes o no en el aula. Por la influencia de Rogers, la pedagogía no
tica que separa los individuos y los grupos de las institucio- directiva insistió en el reordenamiento del grupo maestro-
nes, se manifiesta a propósito de los medios de comunicación, alumnos; este grupo dispuso los pupitres «en círculo» para
información y aculturación. Los instrumentos de comunica- facilitar el intercambio y, sobre todo, para simbolizar la muer-
ción que han invadido nuestra vida cotidiana y sirven de so- te del curso magistral, no sin encontrar numerosas resisten-
porte para los mensajes de las instituciones establecidas, son
para nosotros cada vez más misteriosos en cuanto a su fa-
bricación, su funcionamiento y, sobre todo, su costo y sus 4 Esto conduce a empresas comerciales que enarbolan el estandarte de
la cooperativa de compra y la «participación» a buscar el contacto con
los clientes para revelarles el secreto de la comercialización: «Decimos
con mucha franqueza la verdad sobre los aparatos que vendemos»
3 M. Weber, «Essai sur quelques catégories de la sociologie compré- (Contad, órgano informativo de la FNAC, n? 101, julio de 1969).
hensive», en Essais sur la théorie de la science, París, Plon, 1965. 5 J. Baudrillard, Le systeme des objets, París, Gallimard, 1968-

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cias, provenientes tanto de los alumnos y los maestros como de los datos disponibles para la acción» (Lefebvre). Estos sin-
del mobiliario escolar y del personal de maestranza. Por úl- tagmas sociales, que son los grupos efímeros o permanentes,
timo, la pedagogía institucional tomó por objeto el conjunto pequeños o grandes, nos presentan las relaciones interperso-
del espacio educativo, para develar allí los símbolos de la bu- nales. También se habla a veces de la dimensión psicosocioló-
rocracia escolar, símbolos a su vez del sistema social repre- gica del análisis institucional, pero es sabido que aquí se trata,
sivo: las modalidades de ingreso y egreso, la distribución de en realidad, de un momento del concepto de institución, el
locales, la ausencia de ciertos canales de comunicación y la momento de la particularidad. La dimensión grupal es im-
singularidad de los canales existentes, etc., todo lo cual ha portante, pero no se la debe aislar; no constituye él referen-
servido y sirve de soporte al análisis del sistema institucional cial del análisis. En los fenómenos grupales, debe verse la
como fundamento invisible e inconfesado de la «educación». manifestación de la instancia negativa de la institución.
Este análisis permitió mostrar cuán poco adecuadas eran las
instituciones educativas — y las instituciones en general— 8. La implicación paradigmática. Es la implicación mediatiza-
para su función oficial de formación. Más allá de la función da por el saber y por el no saber acerca de lo que es posible y
educativa surgió como en palimpsesto la sociedad misma, es lo que no es posible hacer y pensar. Una serie de oposiciones
decir, la sociedad pretendidamente «instituyente». y de homologías, de antónimos y de sinónimos, regula s : n
En tales condiciones, se comprende la importancia que tiene cesar las acciones. Cuando se denomina «sistema» al eje pa-
el concepto de distancia práctica para el socíoanálisis, o sea, radigmático de la lengua, se subraya el aspecto de clasificación,
para el análisis institucional aplicado en lugares y momentos tan propio del sentido común como de la ideología elaborada o
de la práctica social que no son la educación ni la terapia. del saber científico. Entre la rústica taxonomía del ama de
casa que clasifica y reclasifica indefinidamente su mundo y el
mundo mediante los códigos de su educación, sus prejuicios,
5. Implicación institucional. Habiendo considerado la distan-
su práctica social (de mujer, de esposa, de madre, etc.) y,
cia institucional como la divergencia entre la acción y sus ba-
por otro lado, la taxonomía erudita del biólogo o del sociólogo,
ses racionales, se llamará «implicación institucional» el con-
se advierte una diferencia de grado, no una diferencia de na-
junto de las relaciones, conscientes o no, que existen entre
turaleza. El miembro de la tribu bororo y el etnólogo, el ama
el actor y el sistema institucional. La segmentaridad y la trans-
de casa y su vecino culto, el alumno y el maestro, el obrero
versalidad actúan en el sentido de especificar y modificar las
y el patrón, producen ordenamientos más o menos primitivos
implicaciones de cada uno de ellos, mientras que la ideología de su saber sobre la naturaleza y sobre la sociedad. En todos
procura uniformarlos. los casos se trata, según la expresión de Lefebvre, de «la ex-
plotación reflexiva de lo adquirido».
6. Implicación práctica. También aquí se trata de un corola-
rio de la distancia práctica. Si esta última mide la divergen-
cia del actor con respecto a la base racional de las técnicas, 9. La implicación simbólica. Es la implicación que más se
la implicación práctica indica las relaciones reales que este expresa y menos se piensa. Es el lugar donde todos los mate-
mantiene con lo que antes se denominó la base material de las riales gracias a los cuales la sociedad se articula dicen, además
instituciones. de su función, otra cosa: la sociabilidad misma, el vínculo so-
La implicación institucional y la implicación práctica abarcan cial, el hecho de vivir juntos, entenderse y enfrentarse. Uno
muchos niveles. Adoptando los conceptos que Henri Lefebvre de estos materiales privilegiados es el sistema de parentesco
aplica al «análisis dimensional», 6 distinguiremos: simbólico que rige el ordenamiento y desordenamiento de una
colectividad grande o pequeña, a partir del momento en que
7. La implicación sintagmática. Es la implicación inmediata una organización y determinadas finalidades la constituyen
que caracteriza la práctica de los grupos, «la articulación como tal. Visible sobre todo en el pequeño grupo, el sistema
de parentesco simbólico —tal como vimos al referirnos a
6 H. Lefebvre, Le langage et la société, París, Gallimard, cap VII, Freud—, sobredetermina de hecho los grandes agrupamien-
«Le code tridimensionnel. Esquisse d'une théorie des formes». tos, por intermedio de esos eslabones articulados del vínculo

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los analistas. Al poner en juego la estructura del grupo-clien-
social que son las pequeñas unidades efímeras o permanentes te en su conjunto, la presencia de los analistas pone al mismo
que sirven de contexto a nuestra vida cotidiana: familia, lugar tiempo en evidencia la estructura oculta o tácita de la orga-
de trabajo, reunión privada o pública, etc. Otro material pri- nización. Las relaciones institucionales comienzan a ser diluci-
vilegiado de la implicación simbólica es la materialidad de la dadas por el simple desordenamiento de la estructura. 7 Dicho
institución. Más adelante se precisará este punto, a propósito de otro modo, el análisis instituye una crisis en las institucio-
del analista y del analizador. nes, y una crisis de las instituciones es una forma de análisis;
un análisis en crisis.
10. La transferencia institucional. Este concepto, tomado de
De la situación analítica, tal como es definida aquí, puede
la psicoterapia institucional, no significa tanto una especie de
decirse que se aparta de lo que es, o de lo que quisiera ser,
colectivización y exposición de la transferencia como una nueva
la situación de análisis definida por otros tipos de interven-
concepción del análisis en cuanto intervención institucional,
ción: el psicosociólogo o el sociólogo de las organizaciones tien-
y del analista en cuanto actor social que se implanta en^ una
den a condenar esta característica esencial del análisis institu-
situación social. Decir que la estructura de la organización, y
cional. Es evidente, sin embargo, que la «provocación», si la
ya no solamente determinado individuo que ocupa un lugar
hay, no es inducida artificialmente, sino que es inherente a
singular dentro de la estructura (el patrón, el médico, el ana-
las finalidades explícitas del método.
lista, es objeto de transferencia por todas las personas vincu-
ladas con esa organización, significa de hecho reconocer como No obstante, la situación analítica no es todo el método. Lo
algo esencial en la vida de la organización la existencia de una dicho sobre el lugar que ocupan los analistas en la transferen-
implicación diversificada, según la clasificación antes propuesta. cia institucional permite adivinar la función de la contratrans-
La aplicación institucional simbólica ofrece especialmente la ferencia institucional. Más en general, las condiciones prácti-
posibilidad de analizar los fenómenos de transferencia. Mien- cas de la intervención de uno o de varios analistas deben ser
tras el análisis permanece en la etapa de decodificación de especificadas, desde un punto de vista abiertamente ergológi-
las implicaciones paradigmática y sintagmática, el contenido co, es decir, teniendo en cuenta el puesto de trabajo del
de la transferencia es, sobre tcdo, el de la demanda o el re- analista en la estructura de la institución-cliente, definida por
querimiento de intervención. La implicación sintagmática apun- su organización y por el desordenamiento que la situación ana-
ta al momento de lo imaginario (fantasía del grupo); la impli- lítica introduce en esa organización.
cación paradigmática concierne al momento de lo real (la se-
riedad de la tarea, el reino de la necesidad). Entre ambos ti-
pos de implicación surgen forzosamente algunas oposiciones.
La implicación P supone una referencia y una reverencia diri- II. La contra transferencia institucional del analista
gida a los códigos y reglamentos establecidos, mientras que la
implicación S valoriza la ley del grupo, el consenso, el re- El concepto de provocación emocional utilizado en psicología
chazo imaginario de toda obediencia. Sin embargo, dentro del social 8 se aplica al analista, a desviantes o a dirigentes capa-
grupo cliente del socioanalista, la oposición surge o es refor- ces de revelar el grupo a sí mismo mediante una especie de
zada por la presencia de este, representante más o menos ima- acting-out controlado, que puede ir del cuestionamiento ra-
ginario de un supercódigo, un reglamento de reglamentos, un dical a la manipulación afectiva. Tanto el campo de interven-
metalenguaje o un infralenguaje más o menos conocidos. ción como el campo de análisis de este tipo de provocación
La oposición entre el staff-clicntc (grupo directivo que en-
cargó la intervención) y el grupo-cliente (conjunto de los clien- 7 «La estructura no es el simple principio de la organización exterior
tes), o sea, la oposición capital entre dirigentes y dirigidos, a la institución; en forma alusiva e inversa, la estructura se halla pre-
no es la única que hace surgir la dialéctica entre lo institu- sente en la institución misma, en la reiteración de estas presencias
ocultas sucesivas se puede descubrir el principio de la dilucidación de
yeme y lo instituido. Hay que tener en cuenta asimismo la instituciones (N. Poulantzas, Pouvoir politique et classes sociales,
intrusión de elementos eminentemente perturbadores de la París, Maspero, 1968).
organización en el plano del sistema de parentesco simbólico: 8 K. Lewin, Psychologie dynamique, París, PUF, 1959.

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272
son siempre el pequeño grupo. En el caso de la crisis real saber particular del analista no llega a pesar decisivamente en
o potencial desencadenada por la institución del análisis ins- el establecimiento de sus criterios ergonómicos hasta que dicho
titucional, hablaremos de provocación institucional, en una analista se convierte en empleado permanente de la organi-
primera acepción, para designar el desplazamiento de lo ins- zación. Desde ese momento, ya no altera —salvo al comienzo—
tituido por parte de la acción instituyeme del analista. En una la división del trabajo instituida. Su trabajo queda institucio;
segunda acepción, veremos más adelante que la provocación nalizado y entra en relaciones directas con todos los demás
institucional se refiere también al analizador. puestos de trabajo que coadyuvan a las finalidades de la or-
Intervenir, dice el diccionario, es «tomar parte en un debate ganización.
ya entablado entre otras personas». El gran problema para el
interviniente —se llame sociólogo, psicólogo, socioanalista,
2. En el desplazamiento de la división técnica y social del
asesor, experto, etc.— reside en comprender que interviene
trabajo que el análisis introduce, la mediación más expresiva
en una situación de conflicto latente y que, cualquiera que
y, al mismo tiempo, la más oculta, es la relación financiera
sea el sistema de valores y de modelos culturales de los clien-
que establece el analista con la organización-cliente. El ana-
tes, será percibido a la vez como médico y como intruso.
lista es pagado por el cliente, o por una institución de la que
Esto expresa la dificultad que se experimenta para captar el lu-
el cliente depende. Pero, ¿quién es el verdadero cliente? ¿Los
gar del analista en la división del trabajo. Para que haya si-
miembros de la organización que han formulado una deman-
tuación analítica (seminario o sesión, según se acentúe la for-
da difusa de intervención, sin saber muy bien a qué tipo de
mación o la intervención), hace falta, por un lado, una de-
análisis o de analista confiarse? ¿El ító//-cliente, compuesto
manda de la organización o de la colectividad-clientes; por otro,
por los directivos de la organización, que ha formulado el re-
es necesario que en el mercado haya existencia de analistas y
querimiento, discutido el contrato, negociado en nombre de
organizaciones de analistas. La demanda —difusa o precisa—
todos determinada modalidad de intervención? ¿ O aún to-
se referirá a determinado tipo de intervención (sociológica,
dos los que pagan? Pero ocurre con frecuencia que no todos
psicológica, económica), y después a determinado método de
pagan, o que los honorarios del analista los pagan directamen-
análisis. Por último, en función de la imagen proporcionada
te los «responsables» de la organización, o que las diferencias
en el mercado, la elección señalará determinado analista o
de status de los clientes son tenidas en cuenta para un cálcu-
determinado equipo dependiente de una organización de ana-
lo según ponderaciones más o menos objetivas. Puede ocurrir
listas.
incluso que los honorarios de los analistas no se establezcan
De estas comprobaciones triviales, pero muy significativas pa- de manera clara o definitiva en el momento del contrato, y
ra las partes interesadas, se desprenden conclusiones que con- que este sea tácito. Dentro del staff analítico puede haber
tribuyen a establecer la regla fundamental del analista: igualmente diferencias de status, y una parte más o menos im-
portante de los honorarios puede corresponder a la organiza-
1. El analista, cuya función consiste en inmiscuirse en una ción analítica, repartiéndose el resto entre los analistas. Por
división del trabajo ya-ahí, instituida entre los miembros de último, no es insólito que esta cuestión de los honorarios
una colectividad-cliente, ve su puesto de trabajo definido en sea ignorada por una parte del grupo-cliente, y / o considerada
cuanto a su contenido y delimitado en cuanto a sus prerroga- como no significante en la intervención (véase el cuadro de
tivas mediante la demanda de intervención, en el momento en págs. 276-77).
que esta se convierte en requerimiento y contrato de interven- Lo más grave sería, por fin, que el analista mismo descuidara,
ción. El saber operativo que el analista posee o se le atribu- subestimara o se negara a tener en cuenta este material del
ye cumple un papel relativamente débil en el establecimiento análisis o tecnificara el problema reduciéndolo a una discusión
de los criterios ergonómicos del análisis: así como el cliente cuantitativa sobre las tarifas de las organizaciones competi-
del psicoanalista puede saber tanto como su analista sobre doras.
la ciencia freudiana, los clientes del psicosociólogo o del so-
ciólogo bien pueden estar correctamente informados acerca de
3. La cuestión de las bases materiales de la intervención no
los últimos resultados de la sociología o la psicosociología. El
puede sino remitir a la cuestión más general de las bases

274 .'I 5
Cuadro práctico de algunas intervenciones socioanalíticas experimentales en cuyo transcurso ha sido elabora-
do el análisis institucional.
Modalidades
Staff- Grupo- Staff- de pago a los
Fecha Lugar analítico cliente cliente Demanda Requerimiento analistas

1967 Tours G. Lapassade Parroquia es- Capellanes y a. Sesióti ha- Problemas de Gastos de
(julio) 1 R. Lourau tudiantil: algunos estu- bitual coordinación y trasporte y es-
estudiantes diantes b. Empleo administra- tadía
de Tours del tiempo ción
(18 personas) libre
c. Iniciación
a la socio-
logía

1967 Tours G. Lapassade Parroquia es- Idem a. Idem Idem Idem


(octubre) 2 R Lourau tudiantil y se- b. Idem Además: tras-
J. Coreille minaristas c. Iniciación cripción de las
J. Maréchal (30 personas) al «socio- sesiones graba-
análisis» das

1967 Hendaya G. Lapassade Parroquia Equipo de lai- . Sesión ha- Información y Gastos de tras-
(septiem- R. Lourau universitaria: cos de Corbeil bitual coordinación porte y estadía
bre) mayoría de y sacerdotes Empleo del sobre cuestio-
docentes de la (capellanes, tiempo li- nes pedagógi-
región parisi- teólogos) bre cas
na . Actualiza-
(40 personas) ción teoló-
gica^ y pe-
dagógica

1968 París R. Lourau ISE (Institu- 2 o 3 líderes, Consulta, Ayudar a de- Honorarios fi-
(novi to de Ciencias el principal animación, cidir sobre la jados a partir
bre) de la Educa- de los cuales regulación organización de una discu-
ción ): educa- es amigo del definitiva del sión en sesión,
dores, docen- analista ISE con el conjun-
tes, psicólogos to del grupo-
(10 personas) cliente
1969 París E. Enriquez ICP (Institu- El responsable Seminario Información y Honorarios fi-
( mayo ) (como miem- to Cultura y nacional y dos anual: inter- formación pa- jados de ante-
bro de la Promoción): responsables cambio de opi- ra la autoges- mano entre el
ARIP) animadores parisinos niones entre tión como téc- ító//-cliente y
R. Lourau culturales de coordinadores nica educativa el analista,
París y del que trabajan miembro de la
interior aisladamente ARIP
(20 personas) o en equipos
dispersos
materiales de la institución analítica. El análisis es una insti- c) la respuesta que da el analista a las transferencias de su
tución: esto significa que el recurso a los analistas como ir» propia organización analítica, o de la organización que «cubre»
tervinientes externos, efímeros o periódicos, y pagos, es le su equipo desde u n p u n t o de vista deontológico y / o desde un
gitimado por el reconocimiento de cierto consenso y de cierta punto de vista metodológico e ideológico.
reglamentación respecto de este intruso, de este provocadot I.a dilucidación de estas diferentes relaciones transferencia-
institucional que es el analista. La institución del analista en íes y contratransferenciales es lo que más falta en intervencio-
intervención tiene su universalidad: el socioanalista, al igual nes inspiradas por la sociología de las organizaciones y aun,
que el psicosociólogo o el sociólogo de las organizaciones, en algunas veces, por intervenciones psicosociológicas. La ausen-
tra en la categoría general de los «expertos» a quienes se rc;-ii cia o la insuficiencia de dilucidación produce, ya sea una in-
rre en el nivel de las colectividades (economista, médico del tervención «salvaje», ya sea una intervención en función de
trabajo, etc.). La particularidad del socioanalista y de las pro. reaseguro. E n el primer caso, se toma la provocación institu-
fesiones que le son más afinen consiste en actuar en un ciim cional como un fin en sí, en nombre de cierto irracionalismo
po de análisis sociológico o psicosociológico. Por último, « v hasta cierto nihilismo. E n el segundo caso, donde la ideolo-
singularidad de la institución analítica reside en el hecho til gía reformista solicita la intervención de manera ciega, no ex-
que aquel sólo puede ejercer verdaderamente su actividad en I(licitada, la provocación institucional es rechazada en nom-
situación de intervención, es decir, deslizándose en una divi- ine de un racionalismo que, sin embargo, se sabe «limitado»
sión del trabajo de la que normalmente está excluido (HiilvO, v «subjetivo». 9 El medio de evitar ambos tipos de errores
como se ha dicho, bajo la forma de sociólogo o psicólogo ««*# consiste en adoptar como regla fundamental de la intervención
sor», regularmente a sueldo de la organización que lo emplea <•1 análisis permanente de la demanda, término en el cual se
de manera permanente). Aparentemente, el analista no lleijí incluye tanto el requerimiento explícito del staff-cliente como
que rendir cuentas a nadie: es «patrón a bordo después d» la demanda difusa y contradictoria del grupo-cliente y la de-
Dios», según la fórmula ingenua de un célebre psicoaniillmA, manda implícita del analista. D e este modo, el campo de aná-
E n verdad, esas cuentas que supuestamente debe rendir nólo * lisis abarca el conjunto de los conceptos propuestos hasta
sí mismo o a Dios forman parte de las «cuentas» de In or>|H- m|iií: segmentaridad, transversalidad, distancia institucional,
nización-cliente. El dinero que recibe debería permitirle «bul distancia práctica, implicación institucional, implicación prác-
dar la difícil cuestión de la contratransferencia institucional, tica, implicación sintagmática, implicación paradigmática, im-
plicación simbólica, transferencia institucional y contratrans-
lerencia institucional. E n efecto: el análisis de la demanda no
4. Lo que interviene en la situación analítica, lo que nnitll«! debe ser concebido como una especie de introspección colec-
el campo delimitado por la demanda del cliente y por ION culi' tiva, de juego de Ja verdad, de ajuste d e cuentas entre cate-
ceptos del analista, no es una palabra aislada, científicumenll» Hoi ías de status, o d e lavado de la ropa sucia en familia. Si
legitimada por el saber o los títulos; es, en prim-r nfnnllltl, bien algo de todo esto aparece durante una sesión analítica,
la dilucidación de las relaciones establecidas entre ION clien- es evidente que analizar la demanda consiste también, y ante
tes y sus respectivas instituciones, entre los clientes y el tflM _ lodo, en ver en relieve lo que 1a demanda delineaba en hueco:
lista y por último, entre el analista y las instituciones. SI lil«H , la su nación real de la organización-cliente, sus relaciones con
las dos primeras relaciones conciernen a la transferencia lllk< el conjunto del sistema social, sus contradicciones, y la póten-
titucional, la tercera no es la única referida al analisin. U M»- le acción de lo negativo que, de cualquier manera, la hace
gunda de estas relaciones también lo alcanza, ya que ni lili
clientes «transfieren» a él, a su vez él «transfiere» a lo* I |IM||
tes. Se advierte entonces que la contratransferencia inMiltut'W '' M: ! lt , h y Simon, en Estados Unidos, proponen el concepto de «ra-
nal resulta de dilucidar: a) la respuesta que da el aiuillilit I < liiMiilidad limitada». En Francia, Crozier adopta este enfoque y agre-
los clientes en función de las diferenciaciones del «Iinbrt|»i1l»| dí el concepto de «racionalidad subjetiva de cada agente libre, ya sea
11" u| ante o director». Esta racionalidad subjetiva se conjuga con «la
colectivo» según status, edades, sexos, razas, etc.; b) Itt NM: luí I n c l i n a de los factores psicológicos, sociológicos» y de «relaciones
puesta que da el analista a la organización cliente como Inri* liiiiiuius que la limitan» (Le phénomène bureaucratique, París Ed
tución, inscripta en un sistema singular de ¡nstiiucionMj jf • lu Vinl, 1963, pág. 202).

278
funcionar y producir. Al racionalismo mitigado de la teoría entre ideología, organización y base material. Pero, ¿cómo
sociológica de las organizaciones le cuesta aceptar este enfo- tratar de explicar las funciones objetivas de la organización
que dialéctico, que admite el papel de la negatividad. «El política ( o de cualquier otra organización) si se ignora que
mayor prejuicio que reina en esta materia —señala Hegel— el significante, el sujeto de la institución, reside parcialmente
consiste en pensar que la dialéctica no puede producir sino en la manera en que los miembros de la organización, según
resultados negativos». Sin embargo, no se debe juzgar como fal- sus status y muchas otras variables, se conducen con el di-
ta imputable a un objeto o a un conocimiento el hecho de que nero que pasa por sus manos?
se revelen como dialécticos, mediante su estructura, su orga- Se mantiene bajo silencio, no dicho, v se comunica apenas, es
nización, o a causa de una asociación exterior. enunciado simbólicamente poi la estructura del aparato. Los
Poco importa que se designe a lo negativo como «conflictos mensajes del aparato se caracterizan por ser órdenes. No son
interpersonales», o «disfunciones de la burocracia», o aun «lu- discutibles, pues como órdenes quedan marcados por la fun-
cha de clases». Lo que cuenta es definir el concepto de lo ne- ción conativa del lenguaje: 11 esta función corresponde a los
gativo en la intervención analítica. Este concepto es el anali- mensajes en modo imperativo o vocativo; no admite, lógica-
zador. mente, que se plantee respecto de ellos la pregunta: ¿Es ver-
dadero? ¿Es falso? No pudiendo ser cuestionados, estos men-
sajes constituyen la base del lenguaje burocrático, del lengua-
je de la separación dirigentes/dirigidos.
III. El analizador A veces, en período de crisis de la organización, el aparato
utiliza la función metalingüística que es privilegio de los «res-
Tomemos una organización política fuertemente centraliza- ponsables» del dogma y de la interpretación. 12 Se trata enton
da. Una hipotética intervención en un sector de esta organiza- ees de recordar a los miembros de la organización las exigen
ción, cerca o lejos del centro del poder, exigiría del staff-ana- cías más vitales del aparato: la disciplina absoluta adoptada
lítico, en primer lugar, una dilucidación permanente de la del ejército, la institución más autoritaria y, al mismo tiempo,
más agonística. Enunciando con mayor o menor claridad los
contr'atransferencia institucional, destinada a esclarecer las im-
problemas atinentes a la organización, a la democracia interna,
plicaciones diversas de los analistas con respecto a la ideolo-
al funcionamiento de los sistemas de decisión, etc., el apara-
gía de la organización; en segundo lugar, una escucha par-
to atestigua un peligro mayor que lo amenaza: la desviación
ticularmente fina de todo lo que concierne, no a los mensa-
organizacional.
jes explícitos del ritualismo ideológico, sino a todos los men-
sajes en «código» que emite el aparato cuando «habla», casi Se pueden distinguir tres tipos de desviantes, cuya importan-
siempre silenciosamente, de su existencia, de su antigüedad, cia varía según el volumen, la forma y las funciones de la
de su poder, de sus modalidades de conservación y de lucha, organización. El tipo más habitual es el desviante ideológico,
d e su estrategia y de sus tácticas. que emite dudas sobre las finalidades y la estrategia general de
El sustrato material, la infraestructura organizativa de la ins- la organización, intentando agrupar a otros heresiarcas ideo-
titución y su materialidad, hablan más alto que sus palabras lógicos. Constituye el segundo tipo el desviante libidind, que
articuladas. Por eso se los disimula mediante el secreto, la ca- ocupa demasiado lugar en la estructura libidinal del grupo y.
nalización de la información y las racionalizaciones ideológi- con su sola presencia, arroja dudas sobre la seriedad de la
cas. Cuando el sociólogo lo aisla so pretexto de que su flexi- ideología o de la organización. El tercer tipo es precisamente
bilidad da cuenta a la vez de los sistemas de decisión, de los
sistemas de valores y de los modelos culturales, el concepto ÍL?' TJak°bso"' Essais de Ungüistique générale, París, Ed. de Minuit
de organización no permite analizar dialécticamente la relación 1964. La función conativa es la del mensaje centrado en el destinatario'
Puede tomar la forma de la orden («¡Cállese!»), de la admonición
10 G W. F. Hegel, Science de la logique, capítulo de conclusión, ti- («¡Unámonos!»), del ruego («¡Avúdeme!»).
12 La función metalingüística es la del mensaje centrado en el código
tulado «L'Idée absolue», que contiene una exposición del método dia- Es reformulacion, connotación, comentario, interpretación: «El extre-
léctico. mismo, enfermedad infantil del comunismo. . .».

281 .'I 5
de complementariedad, como «líderes» competitivos o riva-
el desviante organizational, que ataca de frente — y ya no por les. Es así como el desviante libidinal no se manifiesta sino
intermedio de desacuerdos teóricos o de comportamientos fí- en el cuestionamiento difuso y a menudo silencioso de la ideo-
sicos ansiógenos— el punto donde los problemas puramente logía del grupo-cliente, cuando este último se constituye como
prácticos y materiales confluyen con las cuestiones más teó- grupo-objeto, identificando ideológicamente sus finalidades con
ricas: la organización. la finalidad de la institución o de las instituciones más influ-
La intervención —totalmente hipotética, repitámoslo, en una yentes en el grupo. El acceso al grupo-sujeto no se efectúa
organización política muy centralizada— debería considerar solamente a través de la «toma de conciencia», la «revela-
al desviacionismo organizacional como el más importante, por ción», la «conversión» o la «iluminación» del grupo-objeto,
ser el más temido. Los canales de comunicación concebidos alcanzada gracias a ese «mesías» por fin reconocido que sería
para reducir o suprimir la libre expresión; los sistemas de po- el analizador tomado en sí mismo. Frente al desviante libi-
der sabiamente disimulados tras un funcionamiento «democrá- dinal surge con frecuencia un desviante organizacional que
tico», la base financiera y material de la organización relega- asume el cuestionamiento de la organización de la sesión ana-
da a lo insignificante ¿no manifiesta todo esto, «de manera lítica, del funcionamiento y de la ideología del grupo aquí y
alusiva e invertida» (Poulantzas), la estructura común a mu- ahora, así como del sistema de poder de la organización re-
chas organizaciones, cualesquiera que sean sus funciones? Aho- producido de manera inconfesa en el grupo-cliente. La inter-
ra "bien, esto es lo que el desviante organizacional cuestionaba. vención del desviante organizacional como analizador es más
Se denominará analizador a lo que permite revelar la estructu- racional que afectiva, aunque fácilmente parezca más apasiona-
ra de la institución, provocarla, obligarla a hablar. Provoca da. El grupo-objeto se caracteriza por defenderse de los ana-
ción institucional, acting-out institucional: por el hecho de re- lizadores, reduciendo todos los tipos de desviación a la desvia-
mitir a sistemas de referencia psicosociológicos (provocación ción ideológica. Tal reducción permite, en efecto, racionalizar
emocional) o psicoanalíticos (acting-out), estas expresiones la crisis y circunscribirla a esquemas conflictuales muy cono-
sugieren tal vez que el análisis institucional menosprecia los cidos: cuestiones de opinión, de generaciones, de filiación filo-
elementos patológicos y tiende a querer «manipularlos», Esta sófica . . . «Espíritu perverso» debido al activismo, al indivi-
percepción es incorrecta. En efecto, no hay que asimilar eí ana- dualismo, a la ambición personal, etcétera.
lizador o los analizadores a une o a varios individuos que ser- La policía, y con ella la ideología dominante y el «sentido co-
virían de «cómplices» del analista. En cambio, es cierto que mún», ven en el líder la causa de todos los acontecimientos
el acting-out (el «pasaje al acto») institucional supone un que vienen a turbar el orden público. El líder ideológico, casi
pasaje a la palabra (una provocación, en el sentido primario siempre un intelectual desviado, es acusado de pervertir a la
del término), y por consiguiente exige la mediación de in- juventud con sus escritos o su palabra. El líder libidinal es acu-
dividuos particulares, a quienes su situación en la organiza sado de buscar el poder apoyándose en las mujeres, o, si se le
ción permite alcanzar la singularidad de «provocadores», En sospecha de homosexual, como ocurre con frecuencia, en los
el estado actual de los métodos de investigación sociológica, no hombres. En cuanto al líder organizacional, o se asimila su
es posible dilucidar el problema del poder, el problema del caso a uno de los casos antedichos, o a los dos, o se lo acusa
dinero y el problema de la ideología que viene a mezclarse de confusamente de «manejar los hilos» de numerosos complots
manera casi inextricable con los dos primeros, sin que o manifestaciones opositoras con el propósito de lograr po-
intervenga en la situación analítica cualquiera de las figuras der y / o dinero.
bajo las cuales se presenta el analizador: «genio travieso»
(sembrador de duda radical), «espíritu perverso», «sufre-dolo- Estas construcciones de la ideología no deben dejar indiferente
res» o «chivo emisario», «oveja apestada» o «aguafiestas», el al socioanalista en la medida en que reaparecen, en grados y
«gracioso de la pandilla», el especialista en «bromas pesadas» formas diferentes, en el seno del grupo-cliente durante la se-
o el «maniático del espíritu de contradicción». sión analítica. Conviene señalar que los tres tipos de desviantes
Los individuos «analizadores» casi nunca surgen ex abrupto, o líderes «analizadores» de la situación institucional entran en
como meras encarnaciones de la negatividad de la institución una dialéctica que corresponde a los tres momentos del con-
Se manifiestan poco a poco en una relación de oposición y / o cepto de institución:

283
Momento d é l a universalidad Desviación ideológica tudio de las relaciones entre institución y tecnología: con esta
Momento de la particularidad Desviación libidinal condición, podrá evitarse el riesgo (al que no pretendo haber
Momento de la singularidad Desviación organizacional escapado) de autonomizar lo institucional con respecto a lo
económico y de asignar el mejor papel al material psicosocioló-
Falta explorar muchas direcciones de la investigación, si se gico. La dilucidación del concepto de analizador exige, en todo
quiere llegar a una teoría coherente y eficaz del analizador. caso una muy viva atención hacia esta zona limítrofe, mal co-
Mientras tanto, contentémonos con señalar algunas de las cues- nocida porque se expresa muy poco, donde la acción se apoya
tiones dejadas en suspenso por el análisis institucional y por simbólicamente y / o materialmente en los medios de produc-
las investigaciones habituales en sociología y psicología social: ción. Es el caso de la función que cumplen los animales y las
fuerzas naturales en la producción pasada y presente. Es tam-
a. ¿Cuáles son las relaciones entre liderazgo y desviación? A bién el caso de los analizadores naturales: el niño, la mujer, el
la dialéctica del líder y del desviante corresponde el hecho de loco, el anciano, en tanto ocupan ( o no ocupan) un lugar'vi-
que un líder en función parece reclamar a un desviante, el cual sible en la producción, y en tanto ocupan siempre un lugar en
es un líder en potencia, en la medida en que uno y otro no el sistema simbólico de parentesco y en la producción de sím-
hacen más que expresar, en el nivel más visible y dramático, bolos sociales. Hablándonos del no-trabajo, de la irresponsa-
el juego de los diferentes momentos articulados en el concep- bilidad financiera, de la muerte, del deseo y de la muerte del
to de institución. deseo, estas categorías nos hablan muy alto de las separaciones
instituidas por el sistema social y promovidas al rango de nor-
b. La presencia simultánea o sucesiva de este tipo de líder o mas naturales de nuestra acción.
de desviante evoca la importancia que tiene, en el análisis, todo
elemento presente-ausente, es decir, que actúe por oposición El niño nos habla de la separación entre la formación y la
al elemento presente (si él está ausente), o por oposición al brutal entrada en la vida «adulta», la vida del capital. La mu-
elemento ausente (si él está presente). Un ejemplo privilegia- jer nos habla de la separación entre la búsqueda de la felici-
do de este símbolo y este síntoma que es el analizador pre- dad y la ambición social. El enfermo nos habla de la separa-
sente-ausente sería el del líder y / o desviante que habla por ción entre contemplación y acción. El loco nos habla de la
los demás miembros del grupo, les da la palabra o les sirve separación entre lo normal y lo patológico. El anciano, por
como caja de resonancia: cuando él está presente, determina- ultimo, nos habla del deterioro de la noción de adulto de la
das categorías de personas pueden expr.sarse, mientras que negatividad que destruye la noción de adulto, separando un
otras quedan reducidas al silencio o al acting-out. En su ausen- periodo (cada vez más corto) de existencia vendible al capi-
cia, la situación se invierte. Este tercer canal o tercer fótico tal, y un período de supervivencia, de existencia superflua
(por alusión a la función fática del lenguaje, o función de con- En ultima instancia, el analizador es siempre material El cuer-
tacto) es un amplificador de la palabra, y por consiguiente po es un analizador privilegiado. La institucionalización de las
un articulador (un «embrague») de sentido, un analizador. relaciones entre mi cuerpo y el sistema de los objetos es lo
que revela con mayor crueldad la instancia económica en el
sistema institucional. Por eso el concepto de analizador deberá
c. Habrá que preguntarse también cómo se articulan y opo- constituir el objeto de las futuras investigaciones institucio-
nen normas sociales y materialidad en el tiempo de trabajo nales.
y fuera de él: dicho de otro modo, cómo la institución «recu-
pera» constantemente las mil evasiones del vínculo social que
se producen en la parte más débil de la estructura social, allí
donde lo práctico-inerte sólo entra en contacto con la seriali-
dad y donde el trabajador, ergonómicamente definido y con-
trolado, no puede «dialogar» sino con los mensajes fálicos de
la máquina y con cadencias impuestas. Las relaciones entre ins-
titución e ideología deben ser completadas mediante un es-

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