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Domingo 28 de Enero de 2024

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"PROCEDIMIENTO JUSTO DE DIOS QUE REVELA LA VERDAD"

Domingo 28 de enero de 2024

“Procedimiento Justo De Dios Que Revela La Verdad”

Lección: Número 5:16 al 22. Y el sacerdote hará que ella se acerque y se ponga delante de Jehová. Luego tomará el
sacerdote del agua santa en un vaso de barro; tomará también el sacerdote del polvo que hubiere en el suelo del
tabernáculo, y lo echará en el agua. Y hará el sacerdote estar en pie a la mujer delante de Jehová, y descubrirá la cabeza
de la mujer, y pondrá sobre sus manos la ofrenda recordativa, que es la ofrenda de celos; y el sacerdote tendrá en la mano
las aguas amargas que acarrean maldición. Y el sacerdote la conjurará y le dirá: Si ninguno ha dormido contigo, y si no te
has apartado de tu marido a inmundicia, libre seas de estas aguas amargas que traen maldición; más si te has descarriado
de tu marido y te has amancillado, y ha cohabitado contigo alguno fuera de tu marido (el sacerdote conjurará a la mujer
con juramento de maldición, y dirá a la mujer): Jehová te haga maldición y execración en medio de tu pueblo, haciendo
Jehová que tu muslo caiga y que tu vientre se hinche; y estas aguas que dan maldición entren en tus entrañas, y hagan
hinchar tu vientre y caer tu muslo. Y la mujer dirá: Amén, amén.

Comentario general del contexto Bíblico: (La prueba, 5:16–22). Como hay algo de repetición en este pasaje,
algunos han pensado que hay una combinación aquí de relatos de dos fuentes diferentes, pero es mejor ver esta repetición
como una característica del estilo del escritor hebreo (ver Introducción, ESTILO LITERARIO).
El sacerdote lleva a la mujer delante de Jehovah (v. 16) probablemente enfrente del altar en el atrio del tabernáculo.
Mezcla en una vasija de barro agua santa (¿de la fuente cerca del altar?) con polvo del suelo del tabernáculo (v. 17). El
polvo también sería considerado santo por su asociación con el tabernáculo. El sacerdote suelta el cabello de la mujer,
probablemente como una señal de vergüenza o aun de contaminación. Conjura a la mujer con la maldición del agua amarga
(o agua de prueba, v. 19). Si ella no ha pecado, el agua no le hará ningún daño, pero si ha cometido adulterio, le producirá
síntomas físicos al tomarla, (vv. 19–21). Al decir Amén, amén (“¡Que así sea!”, v. 22), ella acepta el conjuro. El significado
de hinchar el vientre y aflojar el muslo no es del todo claro, pero muchos creen que significa que ella experimentará un
aborto, y quizás nunca más podrá tener hijos (ver 44. 22, 27, 28).

Definición de Maldición – (Diccionario Perspicacia): Varias palabras hebreas y griegas de la Biblia que se traducen por
el término “maldición” o expresiones similares comunican la idea básica de desear o pronunciar el mal contra alguien.
La primera maldición la pronunció Dios, después de la rebelión edénica, contra el instigador de aquella rebelión mediante
el agente que este había empleado: la serpiente. (Génesis 3:14, 15) Esta maldición tenía que terminar en su destrucción.
Al mismo tiempo se maldijo el suelo por causa de Adán, lo que resultaría en que produjera espinos y cardos, pero no en su
destrucción. (Génesis 3:17, 18) La maldición que Jehová dirigió contra Caín lo condenó a una vida de fugitivo. (Génesis
4:11, 12).
Maldición – (Hispano-Americano de la Misión): Es una declaración en la que una persona invoca a un poder sobrenatural
para que produzca daño sobre lo que se maldice (persona o cosa). Es lo opuesto a bendición, gen. apelando al poder de
Satanás en lugar del poder de Dios.
El poder no está en las palabras que se usan sino en el ser sobrenatural que las ejecuta. La Biblia habla de la autoridad
que tiene el ser humano para invocar poderes sobrenaturales de esta manera. El vocablo aparece muchas veces en la
Biblia, donde se exhorta a bendecir y no maldecir (Lucas 6:28) «bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os
calumnian». (Romanos 13:14) «sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne». Uno mismo
puede maldecirse (Mateo 27:25) «Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros
hijos». En las maldiciones son muy frecuentes en la religiosidad popular, el ocultismo, la brujería y los cultos populares.
La oración de intercesión es importante para romper con todo tipo de maldición, usando la autoridad que el cristiano
tiene en el nombre de Cristo.
Romanos 3:14 dice: “Su boca está llena de maldición y de amargura” Maldecir es propio de un incrédulo. Maldecir es
el fruto de un corazón entregado al pecado. … En el mundo en el cual vivimos, es inevitable que alguien nos maldiga, pero
como creyentes, no debemos responder con maldición a los que nos maldicen.
¿Qué pasa si maldices según la Biblia?
– Cuando alguien te maldice Dios siempre te bendice.
Toda maldición será anulada con abundantes bendiciones que el Señor derramará sobre ti. No hagas caso ni te detengas
a discutir o a refutar al enemigo que te maldice, porque ninguna de esas maldiciones tendrá efecto.
¿Cuál es el significado de maldecir?
tr. Sentir o expresar irritación o enfado contra una cosa, una situación o una persona maldigo la hora en que lo decidí.

Aporte: ¿Cómo entender la ley de los celos en Números?: Una práctica común en las culturas del Antiguo Medio
Oriente era la “ordalía”, o el “juicio de Dios”. Consistía en un ritual mediante el cual se pretendía demostrar la inocencia o
culpabilidad de una persona por medio de prácticas que involucraban fuego o agua.
Por ejemplo, para saber si alguien había robado o no, le obligaban a sujetar hierro candente con las manos, o bien, le
obligaban a permanecer determinado tiempo bajo el agua. Si la persona juzgada no se quemaba con el hierro candente o

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"PROCEDIMIENTO JUSTO DE DIOS QUE REVELA LA VERDAD"

no salía ahogada, entonces se entendía que era inocente. Se creía que la deidad que la juzgaba le había rescatado de las
consecuencias del crimen, concediéndole absolución de cualquier cargo que se hubiese presentado en su contra.
Esta práctica siguió hasta la Edad Media, y se dejó de realizar porque no era una forma correcta de juzgar a alguien.
Muchas veces se incurrió en situaciones inhumanas que ocasionaron la muerte de personas inocentes.
Esta es una de las razones por las que nos resulta tan raro leer Números 5:11-31. Allí encontramos el relato de cómo
Dios instituye la forma en que los israelitas debían lidiar con los casos de sospecha de adulterio por parte de una esposa
hacia su esposo. Es un pasaje conocido como la “ley de los celos”. ¿Cómo entender este texto?
Diferencias con la ordalía
Primero, es importante entender las diferencias entre lo que vemos en Números y la ordalía que practicaban los otros
pueblos de la antigüedad.
En el relato bíblico, la institución del procedimiento ordenado por Dios no pone en riesgo la vida de la mujer. Por otro
lado, en los otros pueblos de aquella época, la vida de la persona llevada a juicio era expuesta a peligros que podían
ocasionar la muerte.
La “ley de los celos” nos muestra que nuestro Dios es misericordioso y actúa sobrenaturalmente.
Además, mientras alguien que fuera sumergido en agua por tiempo indefinido no sería rescatado por un falso dios, o
alguien que metiera la mano al fuego no saldría sin quemadura alguna, seguir la instrucción en Números y beber el agua
que el sacerdote daría a tomar no ocasionaría ningún daño en caso de inocencia. Esto nos muestra que nuestro Dios es
misericordioso y actúa sobrenaturalmente.
Más aún, aunque este artículo no es una disertación sobre los derechos de la mujer, vale señalar que, para el contexto
cultural, geográfico, e histórico de su época, la ley hebrea es muy innovadora por encima de la legislación de los pueblos
circundantes. Por ejemplo, mientras que en otros sistemas legales la mujer era solo una especie de “accesorio” o “ciudadano
de segunda categoría”, para Israel ya las mujeres podían heredar a título personal (Nm. 27:1-8; Jos. 17:3-4). Esto da
evidencia de un Dios que dignifica a la mujer y que, como vemos en la “ley de los celos”, extiende misericordia a través de
la presunción de inocencia.
Es evidente, entonces, que Dios actuaba sobrenatural y directamente en el pueblo de Israel, como vemos en la “ley de
los celos”. Un ejemplo de este actuar de Dios lo vemos en Josué 7:10-25, en el relato del pecado de Acán. Él fue juzgado
por Dios y sentenciado a muerte, ya que por su responsabilidad el pueblo había sido derrotado.
Podemos ver, pues, que Dios tuvo una interacción especial con el pueblo de Israel, en una época en que Israel se estaba
consolidando como nación bajo la teocracia. Pero como veremos a continuación, para la Iglesia hay algo más grande.
El pentateuco en su contexto
Lo más importante de todo esto es recordar que el Pentateuco no son libros de instrucción jurídico-legal de aplicación
para todos los pueblos de la tierra, en distintos espacios geográficos y tiempo. Esta llamada “ley de los celos” ya tuvo su
aplicación en un determinado lugar y momento de la historia.
A la luz del Nuevo Testamento, aprendemos también que la ley dada al pueblo hebreo apuntaba a algo (alguien) más
grande: Cristo Jesús, unigénito de Dios, quien la cumplió a cabalidad, sin falta y excepción alguna (Mt. 5:17-18. No
penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.
Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley,
hasta que todo se haya cumplido.). Por lo tanto, para nosotros, la ley acerca de los celos queda como un registro de
una sombra que ya pasó para dar paso a la realidad del Nuevo Pacto que ahora disfrutamos.
El Pentateuco fue el código de conducta civil, penal, y más importante, ceremonial, para el pueblo de Israel. Esto sucedió
en una determinada época y debido al trato directo de Dios con ellos, con el fin de quitar el pecado de en medio de ellos.
Es a Cristo, nuestra justicia (1 Co. 1:30. Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho
por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención.), a quien en última instancia todo esto apuntaba. Hoy
nosotros podemos ser beneficiarios de lo que ya se hizo en la Cruz del Calvario. Que nuestra vista siempre pueda dirigirse
al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. (Pensamiento Por Pablo Gutiérrez).

La Ofrenda de Celos (Aporte de David Alves Jr.)


Esta porción de la ley de Moisés aplicaba para casos en los que un hombre sospechaba que su esposa le había sido infiel.
Si venía sobre él espíritu de celos al sospechar que su esposa había cometido adulterio, pero no había evidencia ni testimonio
al respecto, él tenía el derecho de llevarla al sacerdote.
Antes de continuar, aclaremos dos cosas. Primero, en estos casos, no había la seguridad de que la mujer había sido infiel.
La ley de Moisés establecía que los Israelitas al cometer adulterio debían morir cuando había testigos (Dt. 22:22-25).
Segundo, el “espíritu de celos” no era un demonio que poseía al individuo. La palabra “espíritu” en Hebreo puede referirse
a muchas cosas. Uno de sus usos es en cuanto a emociones que podemos sentir como humanos, como pueden ser: valentía,
impaciencia, enojo, vigor, etc.… En otras palabras, cuando habla del “espíritu de celos”, es porque el hombre veía algo que
le hacía pensar que su esposa le había sido infiel y esto le generaban emociones.
Aunque parezca extraño, pero aún en esta ley, también encontramos mucho acerca de nuestro Señor. Vamos a hallar las
virtudes y los dolores de nuestro Salvador en distintas cosas que se hacían en la situación que estamos considerando en
un matrimonio.

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"PROCEDIMIENTO JUSTO DE DIOS QUE REVELA LA VERDAD"

Los pasos que se seguían en el santuario de Dios, determinarían si la mujer era culpable o inocente. Una de las cosas
que Dios quería hacer era indudablemente salvar matrimonios, donde los celos y la sospecha estaban causando
distanciamiento.
La posible infidelidad en estas parejas, alude a la infidelidad de Israel a Jehová como su esposa y también al rechazo que
nosotros los gentiles en un tiempo manifestamos a Dios. En el antiguo testamento, Dios habla de los celos que tuvo por la
infidelidad que le mostró Israel. Lo mismo sucede con nosotros (1 Co. 10:22; 2 Co. 11:2). Él está buscando adoradores que
le sirvan y alaben de todo corazón. Quiere que todo nuestro afecto sea puesto solamente en él.
Dios pidió que el esposo y la esposa presentaran una ofrenda de harina que es mencionada en Levítico 2:1-17; 6:14-18.
Debía estar compuesta de una décima parte de una Efá de harina de cebada. En esas otras citas no se especifica que tenía
que ser harina de cebada, pero en el caso que estamos estudiando, sí se menciona que tenía que ser con ese ingrediente.
En la ofrenda de harina de cebada, vemos a Cristo ofreciéndose a Dios como una ofrenda (Ef. 5:2; Heb. 9:14), para
remediar nuestra infidelidad hacia su Padre. Llama la atención que la historia de amor entre Rut y Booz se llevó a cabo en
campos de cebada. Al pensar en la cebada, sin duda podemos meditar en el sacrificio y en el amor de Cristo hacia nosotros.
Normalmente la ofrenda de harina era ofrecida con aceite e incienso, pero cuando había sospecha de infidelidad, no
podía llevar esos ingredientes. Ambos dan un sabor y aroma agradable. Cuando posiblemente se había cometido adulterio,
Dios pide que no se agreguen a la harina esos dos ingredientes porque era una “ofrenda recordativa, que trae a la memoria
el pecado”. No hay nada dulce ni placentero en el pecado. Todo es amargo. Aquí vemos como el Señor Jesucristo probó lo
amargo que es el pecado al llevar nuestras transgresiones sobre sí mismo en la cruz. Para nosotros es la dulzura, porque
para él fue la amargura.
El sacerdote hacía que la mujer se pusiera de pie delante de Dios. Tomaba un vaso de barro que llenaba con agua santa
y juntaba polvo del suelo del tabernáculo para mezclarlo en el agua. El cabello de la mujer era descubierto o soltado. Lo
mismo se hacía con el leproso para indicar su inmundicia (Lv. 13:45). El sacerdote ponía en las manos de la mujer la
ofrenda de celos. El siervo de Dios pronunciaba conjuración en donde entreveía que este acto determinaría si la mujer
quedaría libre al ser inocente ó ser maldecida al ser culpable. Anunciaba que al beber la mujer el agua, si realmente había
cometido fornicación, su muslo se caería y su vientre se hincharía. La mujer a esas solemnes palabras respondía: Amén,
Amén. El sacerdote escribía las maldiciones en un libro y las borraba con las aguas amargas en el vaso de barro.
Debemos detenernos porque en todo esto hay mucho acerca del Señor Jesús. El vaso de barro habla de nuestra fragilidad
y propensión al pecado. Claro contraste a la intocable incorruptibilidad de Cristo. El polvo en el agua, trae dos cosas a
nuestra mente. Era polvo del santuario de Dios, así que habla de su santidad porque él allí moraba. En la cruz de Cristo, al
ver el horroroso castigo que fue desatado sobre él, vemos el carácter santo de Dios. Él no podía ignorar nuestro pecado,
así que él hizo que su Hijo los pagara en nuestro lugar. Por esta misma razón, tuvo que desamparar a Jesucristo durante
esas tres horas en tinieblas. El polvo también representa cómo el Señor eterno se identificó con los pecadores al morir. La
muerte es consecuencia del pecado. Dios le dijo a Adán, después de que pecó, que tendría que regresar al polvo del que
había sido formado (Gn. 3:19). David escribió sobre el Señor: “Me has puesto en el polvo de la tierra” (Sal. 22:15). Probó
la muerte, para que nosotros tengamos vida eterna. El agua borrando las maldiciones escritas en el libro, sin duda es Cristo
siendo hecho maldito sobre el madero (Gál. 3:13) para sacarnos de la maldición de la ley.
El sacerdote tomaba la ofrenda de sus manos para ofrecerla delante del altar y un puño de la harina era quemado sobre
el altar. Hay cosas en Cristo que nosotros no logramos apreciar y que únicamente su Padre puede disfrutar. Este lo vemos
en la ofrenda siendo mecida y quemada delante de Dios. Nuestra responsabilidad es aprender lo más que podamos acerca
de él.
Llegaba entonces la hora de la verdad, ahora tocaba a la mujer beber del agua. La mujer tomaba el agua y su mismo
cuerpo indicaba si había o no pecado. Al no haber cambios físicos en la mujer, quedaba manifiesto que no tenía que llevar
su pecado.
Hay un análisis que el Señor hace con nosotros para ver si le amamos enteramente a él o si le estamos siendo infieles.
¿Se acuerda de la conversación que tuvo Cristo con Simón Pedro después de que le negó? Esa misma plática quiere tener
el Señor Jesús con cada uno de nosotros. En Juan 21, Cristo después de haber resucitado, le preguntó tres veces a Pedro
si le amaba. ¿Cómo le contestaríamos nosotros al que nos amó hasta la muerte si él nos hiciera las mismas preguntas?
Dios quiera que podamos decir sinceramente como dijo Pedro:” Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo”.

Texto de referencias: «Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra
por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo
ser viviente, como he hecho.» (Genesis 8:21).
En el creyente nacido de nuevo no debe haber celos: 1ª de Cor. 3:3. «porque aún sois carnales; pues habiendo
entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?»
Texto: «Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra
hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones
del corazón.». (Hebreos 4:12).

Comentario del texto: 4. Porque en cierto lugar él ha hablado del séptimo día con estas palabras: “Y el
séptimo día Dios reposó de toda su obra”.

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"PROCEDIMIENTO JUSTO DE DIOS QUE REVELA LA VERDAD"

Una vez antes, en 2:6, el escritor se ha expresado indefinidamente acerca de un pasaje de las Escrituras. Hace esto de
modo deliberado para centrar la atención en las palabras mismas y no en la ubicación precisa de la referencia. Cualquier
lector sabe que una referencia al séptimo día proviene del relato de la creación en Génesis. Las palabras citadas son, sin
embargo, más importantes: “Y el séptimo día Dios reposó de toda su obra”.
El término reposo merece atención, en especial si pensamos en las palabras de Jesús cuando los judíos lo persiguieron
por curar a un inválido el día de reposo: “Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo” (Jn. 5:17). El reposo no significa
inactividad para Dios; es más bien una cesación de la obra de la creación. Dios continúa disfrutando de su reposo ahora
que la obra de su creación ha sido completada.
Sustentado en la fuerza combinada de los dos pasajes del Antiguo Testamento—uno del Salmo 95 y otro de Génesis
2:2—el escritor llega a la conclusión de que solamente aquellas personas que creen entran en el reposo de Dios. Este
reposo se ha convertido, sin duda, en una realidad para el creyente. Los incrédulos no tienen acceso al reposo que Dios
otorga, ya que al despreciar la Palabra de Dios han perdido el privilegio de entrar a su reposo.
Nótese la repetida referencia del escritor al solemne juramento que Dios hizo: “Ellos nunca entrarán en mi reposo” (Heb.
3:11, 18 [con leves variantes]; 4:3, 5). Esta repetida advertencia no debe ser tomada a la ligera por el lector. Y nadie podrá
decir jamás: “A mí nunca me va a pasar”. Si los israelitas, al entrar en la tierra de Canaán, hubiesen prestado atención a
las palabras dichas por Moisés (Dt. 28:1–14) y hubiesen obedecido los mandamientos de Dios, habrían sido receptores de
todas las bendiciones que Dios había prometido. Hubieran sido honrados por sobre todas las naciones de la tierra, y habrían
disfrutado de reposo por vivir en el favor y gracia de Dios. Para ellos, la vida en Canaán hubiese significado vivir en la
presencia de Dios. Pero una generación después de la muerte de Josué y de los ancianos que le sobrevivieron, el pueblo le
dio las espaldas al Dios de sus padres (Jos. 2:10), y la promesa de Dios se transformó en una amenaza y en una maldición.
Es por tal razón, vívidamente documentada por hechos históricos, que el escritor de Hebreos repite el versículo Ellos nunca
entrarán en mi reposo.

1er Titulo: Dios ordena al sacerdote, como debe actuar frente al espíritu de celos. Versículos 16 al 18. Y el
sacerdote hará que ella se acerque y se ponga delante de Jehová. Luego tomará el sacerdote del agua santa en un vaso
de barro; tomará también el sacerdote del polvo que hubiere en el suelo del tabernáculo, y lo echará en el agua. Y hará el
sacerdote estar en pie a la mujer delante de Jehová, y descubrirá la cabeza de la mujer, y pondrá sobre sus manos la
ofrenda recordativa, que es la ofrenda de celos; y el sacerdote tendrá en la mano las aguas amargas que acarrean maldición.
(Léase: Deuteronomio 6:17. Guardad cuidadosamente los mandamientos de Jehová vuestro Dios, y sus testimonios y
sus estatutos que te ha mandado.).

Comentario de Números 5:16-18: El sacerdote tenía que acercarla al altar en el cual él estaba de pie, y colocarla
delante de Jehová, quien se había declarado presente en el altar, y luego tomar agua bendita, probablemente agua de la
pila delante del santuario, que servía para fines sagrados (Éxodo 30:18), en una vasija de barro, y echaba en ella polvo del
suelo de la vivienda. Entonces él había de soltar el cabello de la mujer que estaba de pie delante de Jehová, y poner la
ofrenda de los celos en sus manos, y sosteniendo el agua en su propia mano, para pronunciar un juramento solemne de
purificación delante de ella, que ella tenía que apropiarse a sí misma por un amén confirmatorio, amén. El agua que el
sacerdote había preparado para que bebiera la mujer, se tomaba del santuario, y se echaba en ella el polvo del suelo de la
vivienda, para impregnar esta bebida con el poder del Espíritu Santo que moraba en el santuario. El polvo fue esparcido
sobre el agua, no para indicar que el hombre fue formado del polvo y debe volver al polvo nuevamente, sino como una
alusión al hecho de que la serpiente se comió el polvo (Génesis 3:14) como la maldición del pecado., y por lo tanto como
el símbolo de un estado que merece una maldición, un estado de la más profunda humillación y desgracia (Miqueas 7:17;
Isaías 49:23; Salmo 72:9). Sobre la misma base, se eligió una vasija de barro; es decir, uno bastante inútil en comparación
con el de cobre. El soltarse el cabello de la cabeza (ver Levítico 13:45), en otros casos un signo de luto, debe ser considerado
aquí como una remoción o desprendimiento del tocado femenino, y un símbolo de la pérdida del cabello propio. ornamento
de la moralidad femenina y de la fidelidad conyugal. Durante la administración del juramento, la ofrenda fue puesta en sus
manos, para que pudiera traer el fruto de su propia conducta ante Dios, y entregarlo a Su santo juicio. El sacerdote, como
representante de Dios, tenía en su mano la vasija con el agua en ella, que se llamaba “agua de amargura, la que trae
maldición”, por cuanto, si el delito que se le imputaba era fundado, traería sobre la mujer un amargo sufrimiento como la
maldición de Dios.

La instrucción de los hijos, Deuteronomio 6:20–25. Los hijos de Israel, como herederos de los patriarcas, estaban
incluidos en la promesa del pacto. Por eso, cada israelita debía ser instruido por sus padres. La continuidad de la fe dentro
de la comunidad del pacto y el futuro de la comunidad de fe dependía de la enseñanza que los padres impartían a sus hijos.
Los padres debían enseñar a sus hijos la obra salvadora de Jehovah en la liberación de Israel de Egipto y los deberes que
correspondían a cada israelita.
La pregunta que el niño hace a su padre es parte del ritual de la pascua (Éxo. 12:21–27; 13:1– 10; 11–16). El propósito
de enseñar a cada israelita la experiencia de Israel en el éxodo de Egipto era la de conservar en la memoria de las futuras
generaciones lo que Jehovah había hecho en Egipto para rescatar a su pueblo. La respuesta que el padre da a su hijo es
parte de la confesión de fe de Israel. En 6:21–25 esa respuesta es un recital de la gran obra de salvación hecha por Jehovah,

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"PROCEDIMIENTO JUSTO DE DIOS QUE REVELA LA VERDAD"

desde la redención de Israel de la esclavitud de Egipto hasta la entrada en la tierra prometida. Hay comentaristas que
afirman que esta respuesta era una actualización de la obra salvífica de Jehovah que un padre transmitía a su hijo y está
relacionada con el credo israelita que aparece en 26:5–9 y Josué 24:2–13.
Las señales y los grandes prodigios (v. 22) incluyen no solamente la demostración de poder en Egipto sino también
todas las señales hechas en el desierto durante los 40 años de peregrinación. La redención de Israel será completa cuando
la promesa hecha a los patriarcas se cumpla con la conquista de la tierra de Canaán.
Por medio de su obediencia a la torah de Jehovah, Israel heredaría la tierra prometida y la obediencia a la palabra de
Dios sería la justicia de Israel. Justicia (v. 25) describe una relación verdadera y personal con Jehovah. Cuando Abraham
creyó en Dios él fue justificado (Gén. 15:6). La completa obediencia a los preceptos de Dios justifica a Israel porque la
obediencia de Israel produce una relación verdadera con Dios.

2° Titulo: La inocencia libra del castigo. Versículo 19. Y el sacerdote la conjurará y le dirá: Si ninguno ha dormido
contigo, y si no te has apartado de tu marido a inmundicia, libre seas de estas aguas amargas que traen maldición. (Léase:
Proverbios 11:3. La integridad de los rectos los encaminará; Pero destruirá a los pecadores la perversidad de ellos. ▬
Proverbios 13:6. La justicia guarda al de perfecto camino; Mas la impiedad trastornará al pecador.).

Comentario de Proverbios 11: El v. 3 habla de dos características del hombre, la integridad y la perversidad. La
integridad es la característica de ser maduro y realizado que da seguridad al recto. Por otra parte, la perversidad (ver 10:23)
va a destruir al traicionero. Así los hombres se proyectan o se destruyen basados en su propio carácter. Hay un carácter
que da seguridad y hay otro que no tiene futuro.

Comentario de Proverbios 13:6. El v. 6 muestra cómo la justicia “vigila o guarda” al “íntegro o maduro del camino”
(ver 10:29). Y, por otra parte, la maldad o el pecado (vocablo hebreo para “pervertir”, “torcer” o “trastornar” en 16:3; 19:3;
21:12) arruina al pecador. Por ello, la justicia es la “protectora” para el hombre maduro o íntegro, mientras la maldad es
“enemiga” (trastornadora) del pecador.

Referencias de inocencia: Salmo 73:13. «Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón. Y lavado mis manos en
inocencia»
Salmo 26:6. «Lavaré en inocencia mis manos. Y así andaré alrededor de tu altar, oh Jehová,»
Daniel 6:23. «Entonces se alegró el rey en gran manera a causa de él, y mandó sacar a Daniel del foso; y fue Daniel
sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque había confiado en su Dios.

Pregunta: "¿Cuál es el castigo bíblico para el adulterio?" (GotQuestions.org/Español).


Respuesta: Antes de responder a esta pregunta, es importante aclarar una diferencia entre el Antiguo Testamento y el
Nuevo Testamento. Bajo la ley del Antiguo Pacto, entregada al antiguo Israel bajo una teocracia, el castigo por el adulterio
era la muerte (Levítico 20:10). En el Nuevo Testamento, Jesús puso en vigor una nueva ley. La paga del pecado sigue
siendo la muerte eterna (Romanos 6:23), pero el adulterio ya no conlleva la pena de muerte civil. Los cristianos de hoy no
viven bajo la antigua teocracia y no se les manda hacer daño a los que pecan.
La ley del Antiguo Testamento enumera una serie de comportamientos que se castigaban con la muerte, incluido el
adulterio. "Si un hombre cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera indefectiblemente serán
muertos" (Levítico 20:10). Es importante señalar que el castigo era el mismo para ambas partes implicadas. No había un
doble estándar que permitiera los coqueteos del hombre; él era castigado junto con la mujer. Esta ley y otras relativas a la
inmoralidad sexual en Levítico 20 están vinculadas a la necesidad de la total separación moral de Israel de otras naciones.
Los cananeos habían sido conocidos por su libertinaje sexual, entre otras cosas, y Dios quería que Israel fuera santo, o
"apartado", de ellos (versículos 22-24). Nuevamente, esta ley fue dada a Israel como parte del Pacto Mosaico. La iglesia
no es Israel, y no estamos viviendo bajo el Antiguo Pacto.
«Hoy en día, la Biblia no recomienda ningún castigo para el adulterio». Sin embargo, el acto de adulterio conlleva
su propio castigo. El pecado sexual es una ofensa cometida contra el propio cuerpo (1 Corintios 6:18). El libro de Proverbios
advierte de las consecuencias del adulterio: pérdida de honor y fuerza (Proverbios 5:9-11), reputación arruinada (Proverbios
5:14), esclavitud y muerte (Proverbios 5:22-23), autodestrucción (Proverbios 6:32) y la venganza de un marido celoso
(Proverbios 6:34). "¿Tomará el hombre fuego en su seno sin que sus vestidos ardan? ¿Andará el hombre sobre brasas sin
que sus pies se quemen? Así es el que se llega a la mujer de su prójimo; no quedará impune ninguno que la tocare"
(Proverbios 6:27-29).
En los Proverbios también se describe el carácter del adúltero: se le llama simple y falto de entendimiento (Proverbios
7:7) y se le compara con un animal atrapado en una trampa y luego sacrificado (Proverbios 7:22-23). "Mas el que comete
adulterio es falto de entendimiento; corrompe su alma el que tal hace" (Proverbios 6:32). Por último, el autor del proverbio
llega a esta conclusión terriblemente sombría sobre el adulterio: "Porque a muchos ha hecho caer heridos, y aun los más
fuertes han sido muertos por ella. Camino al Seol es su casa, que conduce a las cámaras de la muerte" (Proverbios 7:26-
27).

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"PROCEDIMIENTO JUSTO DE DIOS QUE REVELA LA VERDAD"

Basta con leer estas advertencias de Proverbios para infundir temor en el corazón de cualquiera. Por muy drástica que
parezca la ley del Antiguo Testamento en cuanto al castigo por el adulterio, las consecuencias espirituales son aún peores.
Afortunadamente, el pecado de adulterio no está exento de la promesa de perdón de Jesús. Sólo tenemos que mirar la
historia de Juan 8 sobre el encuentro de Jesús con una adúltera -sorprendida en el acto y arrastrada ante Él por los fariseos-
para ver el corazón de Dios hacia el que está preso en la trampa del pecado. Los fariseos están listos y deseosos de imponer
un castigo despiadado a la mujer (pero no al hombre), y Jesús los reprende recordándoles que son tan pecadores como
ella. Luego, cuando todos se han alejado de la escena, le pregunta suavemente: "Mujer, ¿dónde están los que te acusaban?
¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más" (Juan
8:10-11).
Jesús está lleno de gracia y verdad (Juan 1:14). Le dice a la mujer que deje de cometer adulterio y la perdona. Este es
un cuadro maravilloso de Juan 3:17: "Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el
mundo sea salvo por él". El castigo por el adulterio, o por cualquier otro pecado, se borra cuando aceptamos que Cristo
haya asumido ese castigo por nosotros.

3er Titulo: Pecar deliberadamente acarrea maldición. Versículos 20 al 22. más si te has descarriado de tu marido
y te has amancillado, y ha cohabitado contigo alguno fuera de tu marido (el sacerdote conjurará a la mujer con juramento
de maldición, y dirá a la mujer): Jehová te haga maldición y execración en medio de tu pueblo, haciendo Jehová que tu
muslo caiga y que tu vientre se hinche; y estas aguas que dan maldición entren en tus entrañas, y hagan hinchar tu vientre
y caer tu muslo. Y la mujer dirá: Amén, amén. (Léase: Hebreos 10:26 y 27. Porque si pecáremos voluntariamente
después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda
expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.).

Comentario de Números 5:19-22: El juramento que el sacerdote le pidió que hiciera se llama, en Números 5:21,
‫האלה ׁשבעת‬, “juramento de maldición” (ver Génesis 26:28. Y ellos respondieron: Hemos visto que Jehová está
contigo; y dijimos: Haya ahora juramento entre nosotros, entre tú y nosotros, y haremos pacto contigo.);
pero ante todo presupone la posibilidad de que la mujer sea inocente, y contiene la seguridad de que en ese caso el agua
maldita no le haría daño. “Si ningún (otro) hombre se ha acostado contigo, y no te has apartado para unirte (‫טמאה‬, acus.
de definición más precisa, como en Levítico 15:2, Levítico 15:18), bajo tu marido”, es decir, como esposa sujeta a tu esposo
(Ezequiel 23:5. Y Ahola cometió fornicación aun estando en mi poder; y se enamoró de sus amantes los asirios, vecinos
suyos; ▬ Oseas 4:12. Mi pueblo a su ídolo de madera pregunta, y el leño le responde; porque espíritu de fornicaciones
lo hizo errar, y dejaron a su Dios para fornicar), “entonces mantente libre del agua de amargura, esta maldición”, es decir,
de los efectos de esta agua de maldición. El imperativo es signo de cierta seguridad (cf. Génesis 12,2. Y haré de ti una
nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.; ▬ Génesis 20,7. Ahora, pues,
devuelve la mujer a su marido; porque es profeta, y orará por ti, y vivirás. Y si no la devolvieres, sabe que de
cierto morirás tú, y todos los tuyos.). “Pero si te has apartado de tu marido, si te has contaminado, y un hombre te ha
dado su simiente junto a tu marido,” … (el sacerdote procederá a decir; este es el significado de la repetición de ‫… לא‬
‫והׁשּביע‬, Números 5:21), “Jehová te pondrá por maldición y por juramento entre tu pueblo, haciendo caer tu cadera y tu
vientre hinchado; y esta agua que trae maldición entrará en tus entrañas, para hacer que el vientre se desvanezca y la
cadera se caiga.” A este juramento que se pronunció ante ella, la mujer debía responder: "verdadero, verdadero", o
"verdadero, verdadero", y así confirmarlo como hecho por ella misma (cf. Deuteronomio 27:15. Maldito el hombre que
hiciere escultura o imagen de fundición, abominación a Jehová, obra de mano de artífice, y la pusiere en oculto. Y todo el
pueblo responderá y dirá: Amén. ▬ Nehemías 5:13. Además sacudí mi vestido, y dije: Así sacuda Dios de su casa y de
su trabajo a todo hombre que no cumpliere esto, y así sea sacudido y vacío. Y respondió toda la congregación: ¡Amén! y
alabaron a Jehová. Y el pueblo hizo conforme a esto.). No se puede determinar con certeza cuál era la naturaleza de la
enfermedad amenazada en esta maldición. Michaelis supone que es hidropesía del ovario (hydrops ovarii), en la que se
forma un tumor en el lugar del ovario, que puede incluso hincharse hasta contener 100 lbs. de líquido, y con el cual el
paciente se vuelve terriblemente demacrado. Josefo dice que es hidropesía común (hydrops ascites: Ant. iii. 11, 6). En
cualquier caso, la idea de la maldición es esta: Δι ̓ ὧν γὰρ ἡ ἁμαρτία διὰ τούτων ἡ τιμωρία (“el castigo vendrá de la misma
fuente que el pecado”, Teodoreto). El castigo era responder exactamente al crimen y recaer sobre los órganos corporales
que habían sido los instrumentos del pecado de la mujer, a saber, los órganos del parto.

Hebreos 10:26 y 27: El olvidarse de la congregación en su culto a Dios lleva a serias consecuencias. El escritor advierte
a los creyentes que la secuela de pecar deliberadamente es “caer en las manos del Dios vivo” (10:31). 26. Si
deliberadamente continuamos pecando después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda
sacrificio por los pecados, 27 sino solamente la horrenda expectación de juicio del fuego furioso que
consumirá a los enemigos de Dios.
La palabra deliberadamente está en primer lugar en el griego original, y por ser la primera palabra de la oración recibe
todo el énfasis. Este término aparece solamente dos veces en el Nuevo Testamento, aquí y en 1 Pedro 5:2. Se refiere a
algo hecho intencionalmente.

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"PROCEDIMIENTO JUSTO DE DIOS QUE REVELA LA VERDAD"

En el Antiguo Testamento se establece la distinción entre pecados cometidos intencionalmente y no intencionalmente.


Estos últimos pueden ser perdonados; los otros no. Moisés escribe: “Pero cualquiera que peque de modo desafiante, trátese
ya de un nativo o extranjero, blasfema al Señor, y esa persona será cortada de su pueblo (Nm. 15:30; véanse también Lv.
4:2, 22, 27; 5:15, 18; Nm. 15:24 acerca de pecados involuntarios).
El escritor de Hebreos es bastante específico. El escribe acerca de la persona que peca intencionalmente y que continúa
haciéndolo en abierta rebelión contra Dios y su Palabra. Para llegar a sus lectores de modo pastoral, se incluye él mismo
en la advertencia en contra de pecar desafiantemente. No está hablando del creyente que cae en pecado involuntariamente
y halla perdón en la gracia y misericordia de Dios. El apunta más bien al mismo pecado que Jesús llama pecado contra el
Espíritu Santo (Mt. 12:32; Mr. 3:29) y que Juan describe como “el pecado que lleva a la muerte” (1 Jn. 5:16). A pesar de
emplear diferentes términos, el escritor repite virtualmente el mismo pensamiento que expresara en 3:12 y en 6:4–6, donde
habla de caer y apartarse del Dios vivo.
Aquellos que se apartan de Dios y que “han recibido el conocimiento de la verdad” nunca podrán decir que pecaron por
ignorancia. La frase conocimiento de la verdad tiene que ver con la revelación de Dios en general y con el evangelio en
particular (véanse 1 Ti. 2:4; 2 Ti. 2:25; 3:7; Tit. 1:1). Los que en el pasado recibieron esta verdad, pero que ahora se han
volcado en contra de Dios y de su revelación, carecen de excusa. Nada puede salvarlos. Ellos saben que el sacrificio de
Cristo es el único sacrificio que quita el pecado. Si ellos deliberadamente rechazan a Cristo y a su obra expiatoria, rechazan
la salvación. Para ellos, dice el escritor, “no queda sacrificio por el pecado”.
¿Qué es entonces lo que queda? “Solamente la horrenda expectación de juicio y del fuego furioso que consumirá a los
enemigos de Dios”. Una decisión en contra de Cristo que se toma deliberadamente sólo puede resultar en juicio. Y el juicio
no es meramente algo que sucederá al fin de los tiempos. Ahora mismo se están reuniendo y presentando evidencias ante
el jurado como preparación para el día del juicio. ¡Y esa sí que es una horrenda expectación!
El énfasis recae sobre el adjetivo horrenda. La palabra ocurre tres veces en el Nuevo Testamento, y todas están en esta
epístola (10:27, 31; 12:21). Este adjetivo se traduce “terrible”, “horrenda” y “aterradora”. En las tres ocasiones su uso tiene
que ver con enfrentarse con Dios. El pecador no puede escapar al juicio de Dios y, a menos que haya sido perdonado en
Cristo, enfrentará a un Dios airado en ese horrendo día.
No es sólo el juicio lo que le espera al pecador que recibirá el veredicto, sino también la ejecución de ese veredicto. El
escritor describe vívidamente tal ejecución como un fuego furioso que consumirá a todos aquellos que han escogido ser
enemigos de Dios. En realidad, lo que dice es un eco de las palabras de la profecía de Isaías: “Que el fuego reservado para
tus enemigos los consuma” (Is. 26:11).

Definición de amancillar: El significado bíblico de amancillar es uno que ha generado cierta controversia y debate
entre los estudiosos de la Biblia. Esta palabra aparece en varios pasajes de las Escrituras y se refiere a la acción de manchar
o ensuciar algo, especialmente en un sentido moral o espiritual. En este artículo exploraremos el significado, la etimología
y el origen de esta palabra en el contexto bíblico.
La palabra amancillar proviene del latín "maculare", que significa "manchar" o "ensuciar". En la Biblia, esta palabra se
encuentra en diferentes contextos y se utiliza para describir tanto acciones cometidas por los seres humanos como por
entidades espirituales.
En el Antiguo Testamento, encontramos varias referencias a la palabra amancillar. Por ejemplo, en el libro de Génesis,
se menciona que los hijos de Dios se unieron con las hijas de los hombres y que sus descendientes se convirtieron en
"hombres de renombre" (Génesis 6:4). Algunos estudiosos interpretan esta unión como una corrupción moral y espiritual,
que llevó a la humanidad a alejarse de Dios y a cometer actos impuros.
Otro pasaje relevante se encuentra en el libro de Ezequiel, donde se habla de la ciudad de Jerusalén como una mujer
que se ha amancillado y se ha entregado a la idolatría y la inmoralidad (Ezequiel 16:15). Este pasaje utiliza un lenguaje
simbólico para describir la infidelidad de Israel hacia Dios y su adopción de prácticas impuras.
En el Nuevo Testamento, la palabra amancillar también aparece en varios pasajes. Por ejemplo, en la primera carta de
Pedro, se insta a los creyentes a vivir una vida santa y pura, evitando las pasiones de la carne que amancillan el cuerpo y
el espíritu (1 Pedro 2:11). Aquí, la palabra se utiliza para enfatizar la importancia de mantenerse alejado del pecado y vivir
una vida en conformidad con los mandamientos de Dios.
En resumen, el significado bíblico de amancillar es el de manchar o ensuciar algo, especialmente en un sentido moral o
espiritual. Esta palabra se utiliza en la Biblia para describir la corrupción moral y espiritual de los seres humanos y su
alejamiento de Dios. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, se nos insta a vivir una vida santa y pura, evitando
las pasiones de la carne que amancillan nuestro cuerpo y espíritu.

Referencias bíblicas: (Levítico 18:24) «En ninguna de estas cosas os amancillaréis; pues en todas estas cosas se
han corrompido las naciones que yo echo de delante de vosotros».
(Números 5:29) «Esta es la ley de los celos, cuando la mujer cometiere infidelidad contra su marido, y se amancillare».
(Números 35:33) «Y no contaminaréis la tierra donde estuviereis; porque esta sangre amancillará la tierra, y la tierra
no será expiada de la sangre que fue derramada en ella, sino por la sangre del que la derramó».

Amén, para la honra y gloria de Dios.

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