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Gonzalez Paz - El Dia Que Lloró El Lloró - Pags
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Gonzalez Paz - El Dia Que Lloró El Lloró - Pags
Señor Jesús,
une tu vida con mi vida, une mi vida con tu vida,
une nuestras vidas con las vidas de todos los demás,
para que yo sepa compartir y ser hermano
e ir construyendo en este mundo el Reino de Dios, nuestro Padre,
en justicia, vida y liberación para los pobres y oprimidos
desde mi caminar marianista tras las huellas del Resucitado.
Amén.
INTRODUCCIÓN
Cuenta la Historia que hace algún tiempo en un país muy lejano, situado allá por donde se pone
el sol, vivía un niño al que todos llamaban Michel, aunque sus padres lo habían inscrito en el
registro civil y bautizado como Miguel Ángel. Cuando se hizo un hombre se convirtió
progresivamente en una persona de gran corazón y sangre caliente, que acabó siendo derramada
callada y generosamente por tomar partido por los desheredados y las víctimas de la injusticia.
En su funeral se podrían haber leído las palabras incendiarias de Martin Luther King, otro mártir
contemporáneo, asesinado por su defensa incondicional y apasionada de los que no cuentan en
este mundo:
Me gustaría que alguien dijese en el día de mi muerte que traté de vivir
sirviendo al prójimo.
Me gustaría que alguien dijera aquel día que siempre procuré amar a alguien.
Ese día, quiero que podáis decir que intenté ser justo y que quise caminar junto
a los que actuaban en justicia, que puse mi empeño en dar de comer al
hambriento y que siempre traté de vestir al desnudo.
Quiero que digáis ese día que dedique mi vida a visitar a los que sufrían en
soledad.
Que digáis que intenté amar y servir a los hombres.
Todo lo que quiero dejar en mi partida es una vida entregada a los demás.
No tuve la oportunidad de conocer a Michel. Un océano nos separaba, pero cautivado por su
testimonio he procurado hablar con los que le trataron y leer lo que se ha ido publicando desde
aquella oscura tarde de otoño en que nos llegó la noticia de su muerte mientras planificábamos el
curso en una casa de ejercicios de la sierra de Madrid. En las páginas de este libro podrás leer su
biografía, no una hagiografía al uso, sino el testimonio de una persona que no dudó en entregar
su vida para que otros vivieran. Están escritas desde la admiración y el cariño. Espero que esos
dos sentimientos se despierten en ti al ir leyéndolas.
La acuarela que figura en la portada de este libro ha sido realizada por la pintora portuense
Manuela Callealta que atesora en la brocha de sus pinceles la luz del Puerto de Santa María, la sal
de la bahía de Cádiz y los cálidos colores de nuestra tierra. Para el resto de las ilustraciones he
seleccionado obras de artistas colombianos contemporáneos que nos remiten a su país y llenan
las páginas de ese libro de luz y color.
CAPÍTULO 1
YO Y MIS CIRCUNSTANCIAS
Cualquier ser humano queda inevitablemente marcado, con mayor o menor intensidad,
por las situaciones que han encuadrado los primeros años de su vida. Hace años que el
filósofo y ensayista José Ortega y Gasset lo formuló con expresión afortunada: Yo soy yo
y mis circunstancias. Inevitablemente el país en que se ha nacido, la ciudad en la que se
ha vivido, el barrio en cuyas calles se ha jugado, el colegio en que se ha sido educado
influyen en la personalidad que se está forjando. Evidentemente no es lo mismo nacer en
Japón que en Haití, vivir en Sevilla o en un pueblito de la España vaciada, moverse por
las calles del barrio de San Fermín o del de Salamanca, ir al colegio del Pilar o a la escuela
pública del poblado de la Cañada Real.
Michel nació en la República de Colombia en una época especialmente conflictiva de la
historia de ese país latinoamericano. Abrió los ojos a la luz en Facatativá, en el
departamento de Cundinamarca, capital de la provincia de Sabana Occidente. La
inseguridad en el mundo rural por la situación política del momento hizo que, cuando el
niño contaba solo 2 años, sus padres decidieran emigrar a Ciudad de Kennedy, uno de los
distritos de Bogotá, distante unos 36 kilómetros de su ciudad natal. Eran honrados
campesinos que tuvieron que abandonar, como muchos otros, sus raíces y aprender a vivir
regentando un pequeño comercio en una gran ciudad.
En la ciudad que le abrió las puertas la familia Quiroga fijo se residencia en el barrio del
Perpetuo Socorro. En sus calles Michel encontró a sus amigos, hizo sus primeras
travesuras, aprendió a jugar y conoció a los marianistas en la parroquia de Ntra. Sra. de
la Caridad que ellos regentaban. Nadie, ni el mismo interesado, podía barruntar como esa
circunstancia providencial marcaría indeleblemente su vida.
UN PAÍS: COLOMBIA
Gabriel Calle Arango: Colombia, tierra querida, Metro Estación Colombia, Madrid, s
XXI.
Hay estudios que afirman que Colombia es la nación más feliz del planeta. Aunque no
naden en la abundancia, los conflictos sociales sean frecuentes y el tráfico de drogas
envenene el país, cualquier colombiano tiene la capacidad innata de ver lo positivo de las
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cosas en medio de la mayor oscuridad. Aunque tenga problemas siempre sueña y espera
un futuro mejor.
Les ayuda el ser un pueblo creativo e innovador. Convencido de que todo es posible se
empeña en buscar medios novedosos para hacerlo real, aunque eso suponga trabajo y
creatividad. Lo hacen con naturalidad y dedicación, sin vanagloriarse de nada.
Ese esfuerzo lo compaginan admirablemente con el sentido de la fiesta. Siendo un pueblo
profundamente alegre siempre encuentra un resquicio en sus horarios semanales y diarios,
por apretados que sean, para marcarse unas risas con familiares y amigos.
Precisamente ese sentido festivo los lleva a apurar cada momento de la vida, aunque eso
suponga llegar tarde a otra cita y hacer esperar a otros. Evidentemente la proverbial
puntualidad británica no es una virtud fácil de encontrar entre los nacidos en aquel país.
Esa carencia cultural la compensan ampliamente con la amabilidad con que acogen a
propios y extraños y la disponibilidad para echar una mano a cualquiera que tenga
necesidad de ayuda o consejo.
Quizás la suma de estos rasgos hace que la inmensa mayoría de los colombianos se sientan
sanamente orgullosos de serlo. Abren su casa y su corazón a todo el mundo, sea o no
compatriota suyo.
Michel Quiroga, como buen colombiano, era un poco así.
Gabriel Calle Arango: Colombia, diversa y vital, Metro Estación Colombia, Madrid, s
XXI.
El distrito, con una población superior al millón de habitantes, era una ciudad, como toda
Colombia, diversa y vital. Fue bautizado así en 1964, en honor del presidente
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norteamericano, poco después de que fuera asesinado en las calles de Dallas (Texas).
Hasta esa fecha se la conocía como Ciudad Techo. El cambio de nombre llevó aparejado
un pretencioso plan urbanístico que hizo, de lo que era un simple y anárquico
asentamiento rural, el núcleo de una ciudad moderna y racionalmente concebida.
Fue una simple casualidad que Michel creciera en una ciudad asentada a cierta altitud, y
cuyo nombre remitía al del asesinado presidente norteamericano, pero probablemente la
historia del magnicidio, oída mil veces en el colegio y en casa, influyó inconscientemente
en su futuro.
La familia fijó su residencia en el barrio del Perpetuo Socorro. Cerca de su hogar existía
un centro de preescolar o jardín de infancia, el Instituto Colombo-Belga, regentado por la
congregación de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl, en el que Michel
fue tempranamente escolarizado y educado por dos religiosas, las hermanas Dolores y
Carolina, que fueron importantes en aquella etapa temprana de su vida.
EL AMANECER DE UN NIÑO
Cuando llegó al barrio del Perpetuo Socorro Michel era solo un chavalín, muy parecido
a cualquier otro de su edad. Como he confesado infinidad de veces me gustan mucho los
niños. Siempre tienen a punto una sonrisa en los labios, una mirada cómplice en las
pupilas, una travesura desconcertante en su cabeza, un abrazo entrañable en el corazón.
Me sorprenden constantemente con su imaginación, su creatividad, su curiosidad, su
deseo de explorar y conocer, su necesidad de tocarlo todo, de sentir, de experimentar... El
universo mágico de los niños, lleno de preguntas imprevistas e imprevisibles, realmente
me fascina.
Me divierte mucho jugar con ellos. Procuro aprovechar todas las ocasiones para
sumergirme en su mundo y acompañarlos en sus aventuras. Con ellos he conquistado
fortalezas en una playa, he descubierto a Nemo en una bañera, he liberado prisioneros en
mazmorras sarracenas ubicadas dentro de un armario, he saltado sobre camas
impecablemente hechas, me he hecho invisible envuelto en un vulgar pañuelo de cuello
que era, ni más ni menos, que la capa mágica de Harry Potter...
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En un divertido libro, que pretende ser las memorias de un niño de cinco años, Willi
Breinholst, describe esa capacidad de los chavales de transformar la realidad y jugar con
ella.
Ayer convencimos a papá y a mamá de que nos permitieran aguardar la
salida de la luna para ir a verla reflejada en la superficie del mar. La luna se
retrasó un poco, pero no importó porque, entretanto, estuvimos jugando con
las estrellas.
- Las estrellas de mar son verdaderas estrellas que se han caído del
cielo- le expliqué a mi hermanito.
Él sabe muy pocas cosas porque solo tiene tres años. Finalmente llegó la luna
y se reflejó en el mar. Sus rayos bailaban y se mecían en el agua, y saltaban
cuando nosotros echábamos una piedra dentro. Era la mar de divertido.
WILLY BREINHOLST: ¡Mira mamá, mira papá!
Estoy convencido de que Michel fue, como la inmensa mayoría de los chavales: inquieto,
movido, imaginativo, travieso, juguetón, no como cuentan algunas piadosas hagiografías
que fue S. Luis Gonzaga. Solo los niños así son capaces de recoger estrellas en los charcos
de lluvia, de levantar una ola y caminar por el fondo del mar, de ver una ovejita en el
interior de una caja de cartón, de contemplar un elefante en el interior de una boa, de
extasiarse ante una puesta de sol, de descubrir en una estrella de mar el cadáver de un
lucero, de llorar desconsoladamente por una rosa...
Unos dos años más tarde de su llegada al barrio, en concreto el 9 de julio de 1977, Miguel
Ángel fue bautizado en la parroquia María Madre de la Iglesia de Ciudad de Kennedy. El
resto de su iniciación cristiana y la correspondiente catequesis previa a la recepción de
los sacramentos la realizó en la parroquia marinista de Ntra. Sra. de la Caridad. Allí hizo
su primera comunión y fue confirmado por Monseñor Bonilla el 17 de junio de 1989
cuando ya tenía 16 años.
Integrado en los grupos juveniles de su parroquia destacaba por su puntualidad, seriedad,
constancia, colaboración y compromiso. Una vez terminado su proceso catecumenal y
recibido el sacramento de la confirmación empezó a ejercer de acólito en las celebraciones
litúrgicas y a colaborar como catequista de niños y jóvenes en su comunidad parroquial.
Allí percibió también los primeros atisbos de su vocación religiosa.
El trabajo parroquial lo compaginaba con sus estudios. Después de dejar el jardín de
infancia inició la educación primaria en horario vespertino en la Escuela del Perpetuo
Socorro, situada enfrente a la parroquia de la Caridad. Concluida la etapa con buenas
notas pasó al centro Unidad Básica de las Américas donde cursó los tres años de
bachillerato mejorando tanto su rendimiento escolar como su conducta.
Lentamente, como la buena cocina, y poco a poco, como hila la vieja el copo, Michel fue
dejando de ser un niño y se fue transformando en un joven de carácter alegre, decidido,
abierto y sensible al sufrimiento de los demás.
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CAPÍTULO 2
y sus tierras. Muchos huyen de las guerras, pero muchos más huyen de los
salarios exterminados y de los suelos arrasados.
Cuando se asentaron en el barrio del Perpetuo Socorro de Ciudad de Kennedy ninguno
de sus miembros, como la mayoría de los colombianos por aquel entonces, había oído
hablar de los religiosos Marianistas que regentaban la parroquia. En un país extenso y con
18 millones de habitantes la comunidad de tres miembros que la animaban era como una
mota de polvo en un desierto de la que muy pocos conocían su existencia.
Los primeros marianistas habían llegado desde España hacía unos 10 años y se habían
asentado en Bogotá. Este grupo de fundadores estaba integrado por José Maeztu,
educador experimentado, el padre Ignacio Chapa, crítico cinematográfico y especialista
en cine fórum y el padre Cecilio de Lora, sociólogo y experto en las nuevas corrientes
pedagógicas y pastorales. No habían sido enviados para crear una obra propia sino a
colaborar en lo que se pudiera con la Iglesia local. De hecho, firmaron un contrato de
trabajo solo por un año con el CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano).
La nueva fundación no fue solo un empeño personal del padre Julio de Hoyos, por
aquellos años provincial de la desaparecida provincia marianista de Zaragoza, sino una
respuesta a las reiteradas llamadas de los papas Pio XII y Juan XXIII y de los Capítulos
Generales de la época a hacerse presente y colaborar con la iglesia Latinoamericana
sacudida esos años por los movimientos guerrilleros revolucionarios y los regímenes
antidemocráticos y autoritarios.
Tomada la decisión de fundar en Colombia en el Consejo Provincial de Zaragoza y
aprobada la propuesta por el Consejo General de la Compañía de María, el primer grupo
de tres religiosos marianistas, al que muy pronto (1966) se unió el también español José
Arnaiz, experto en medios audiovisuales, se instaló en aquel país latinoamericano. Corría
el año 1965 en el que el 8 de diciembre el papa Pablo VI clausuraba el Concilio Vaticano
II y se inauguraba un tiempo nuevo, complicado y fecundo para la Iglesia Católica.
El país al que se incorporaban aquel grupo de primeros marianistas era muy distinto de la
España que habían abandonado. Se encontraron con una población joven (el 50% era
menor de edad) y no muy numerosa (19 millones) para su gran extensión territorial. Sus
habitantes se concentraban en las grandes ciudades. El éxodo rural acelerado se explicaba
en parte por la violencia guerrillera que durante 17 años desangró al país. Muchas familias
campesinas se refugiaron en los suburbios marginales de las grandes ciudades en
condiciones de vida muy precarias por el desempleo que reinaba un poco por todas partes.
Predominantemente se fue concentrando en la zona Oeste del país (aproximadamente el
90 % de la población actual) mientras que la Colombia vaciada del Este solo alberga al
10% restante.
El gobierno nacional, preocupado por la situación social, laboral y sanitaria de la mayoría
de la población, se propuso y promovió una campaña nacional en favor de la educación,
salud y promoción social de los sectores más desfavorecidas del país. A esta apuesta
gubernamental por la juventud con menos posibilidades se incorporaron con entusiasmo
los primeros religiosos marianistas llegados de España. Herederos de una larga tradición
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educativa iniciada en Burdeos en 1817 por el padre Guillermo José Chaminade, Fundador
de la congregación, pusieron al servicio de los más pobres toda su sabiduría y experiencia
acumulada durante años. Todo sin descuidar el nuevo empeño apostólico y evangelizador
suscitado por el recientemente clausurado Concilio Vaticano II y reformulado con un
lenguaje claro y cercano a las clases populares por la Asamblea de Medellín organizada
en 1968 por el CELAM. Sus inspirados y comprometidos documentos fueron
considerados por muchos como un hito histórico que fue punto de referencia en el que se
inspiraron los diversos episcopados del continente y muchos movimientos y grupos
cristianos para hacer realidad el deseado aggiornamento al que habían invitado
insistentemente los papas Juan XXIII y Pablo VI.
A partir de Medellín las grandes líneas pastorales adoptadas por la iglesia colombiana
fueron: promoción de una iglesia articulada en torno al encuentro personal con Cristo
Liberador, creación de comunidades de base donde vivir la fe en comunión con la Iglesia
universal, potenciación del compromiso social, político y evangelizador de los laicos,
promoción y uso de la religiosidad popular para la nueva evangelización del país …
Todas estas líneas de acción fueron adoptadas cordialmente y puestas en práctica en las
obras y grupos que se habían ido creando alrededor de las diversas comunidades
marianistas. Unido al fuerte sentido religioso de la población colombiana de la época
favoreció la aparición de un inesperado despertar vocacional, una oleada de candidatos a
la vida religiosa marianista. Michel, hijo de Gustavo Quiroga, campesino reconvertido en
dueño de una tienda de comestibles, y de Susana Gaona, ama de casa y madre de 4 chicos,
fue uno de ellos.
Aunque Michel había sido bautizado en la parroquia María Madre de la Iglesia de Ciudad
de Kennedy su vida cristiana maduró y se consolidó en la parroquia de Ntra. Sra. de la
Caridad animada por la familia marianista. Su fe, su forma de rezar, su opción por los
pobres, su talante personal, estuvo condicionado por la espiritualidad que se vivía y
transmitía en esa comunidad del barrio del Perpetuo Socorro.
La familia marianista está integrada por laicos, religiosas y religiosos. Todos sus
miembros, con los acentos propios de su opción vital o vocación personal, nos
proponemos seguir a Jesucristo, Hijo de Dios, hecho Hijo de María para la salvación de
los hombres. Este es el núcleo carismático de nuestra fundación.
Seguir a un Dios hecho hombre supone integrar en la vida lo humano y lo divino, lo
natural y lo sobrenatural, el cuerpo y el espíritu, en una unidad armónica y enriquecedora.
Intentamos así evitar caer en una espiritualidad desencarnada que se desentienda de los
problemas de la ciudad terrena y también en un compromiso social cerrado a la
trascendencia. Esa convicción vital fue lo que un día le costaría la vida a Michel.
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Seguir a Jesús exige un encuentro personal con Él. Ese encuentro nos remite al Dios del
Evangelio, que fundamentalmente es Abbá, amor, ternura, perdón, misericordia. Y desde
esa experiencia comprometerse a trabajar con entusiasmo en la construcción de su Reino,
haciendo lo posible para que haya un lugar bajo el sol para los empobrecidos, los
marginados, los niños, los pecadores, es decir, para todos los que fueron objeto del amor
preferente de Cristo y de Michel.
En este seguimiento de Cristo, hijo de María, juegan un papel fundamental el Espíritu y
su Madre. Ellos nos van moldeando pacientemente para que lleguemos a hacer nuestros
los criterios, los sentimientos, las actitudes, los comportamientos de Jesús de Nazaret. Es
un camino largo y a veces lento ya que, a menudo, tropieza con nuestras propias
resistencias. Por eso es preciso ser pacientes, constantes, perseverantes, para ir dejando
actuar al Espíritu Santo y a María en nuestras vidas y así poder ir, poco a poco, dejándonos
configurar a imagen del Hijo Primogénito del Padre. Es un proceso que supone, por
nuestra parte, docilidad y colaboración con aquellos que nos van modelando
interiormente.
En cierta ocasión cayó en manos de aquel chaval de natural curioso que era Michel una
revista de los religiosos marianistas en la que aparecía reproducido el escudo de la
institución. Reconoció con facilidad la cruz, la imagen de la Virgen del Pilar, el anagrama
de María… Se quedó desconcertado por dos frases escritas en un idioma extraño que no
entendía: fortis in fide (Ro 4, 20) y per matrem ad Filium.
Michel se quedó con la copla y en la primera oportunidad que tuvo preguntó a uno de los
religiosos de la parroquia que significaban aquellas frases que aparecían en el escudo de
la Compañía de María. El interpelado le explicó pacientemente que eran dos consignas
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muy marianistas que remiten a unas convicciones profundas del padre Chaminade.
Estaban escrita en latín, el idioma oficial de la Iglesia, y significan textualmente Fuertes
en la fe y Por la Madre al Hijo.
Aquel día Michel aprendió que el padre Chaminade había vivido en una época muy
racionalista. Si ese rasgo tan marcado de la modernidad se filtraba en la vivencia de la fe
el riesgo era deslizarse hacia una fe muy fría e intelectual.
Como reacción, el Fundador propuso a sus seguidores lo que él llamaba la fe del corazón.
Estaba convencido de que la fe es un don de Dios, pero es deber del hombre
responsabilizarse de fortalecerla, cuidarla, alimentarla, expresarla y compartirla. Pero
para él eso no bastaba. Era preciso llegar a tener una fe afectiva, entrañada, que tocase
todas las dimensiones de la persona. Solo así en su época se podía permanecer fuertes en
la fe, fortis in fide, como profesa el escudo de la Compañía de María.
Para los miembros de la familia marianista, la fe es como una luz que permite descubrir
el mundo con una profundidad nueva, como una vibración interior que predispone a
escuchar la Palabra, como un perfume discreto que permite detectar las semillas del
Verbo, como una sensibilidad nueva para saborear las cosas de Dios, como una caricia
serena que despierta el deseo de mancharse las manos trabajando duro en la configuración
de este mundo con el sueño de Dios. Así concebida para nosotros la fe del corazón es
fuerza, impulso, estímulo que nos lleva a reconocer cordialmente a Jesús como Señor y a
ponernos, como él, a los pies de los demás.
Michel, que había escuchado atentamente la explicación anterior, preguntó con sencillez
al religioso: ¿Dónde y cómo se llega a tener una fe así? Para nosotros, respondió el
interrogado, la respuesta es: en la familia marianista. Ella es para nosotros como un seno
materno donde la fe del corazón nace, se alimenta, se desarrolla. El contacto con los otros
creyentes, el estímulo de su testimonio de vida, el compartir con ellos las propias
convicciones, dudas y vacilaciones, actúan como una auténtica cámara amniótica donde
la fe de cada uno va tomando cuerpo. Como verás, para nosotros fe y familia son dos
realidades íntimamente unidas.
Unos días más tarde Michel, que era como el Principito y andaba siempre buscando
respuesta a sus preguntas, encontró en la parroquia al religioso que le había aclarado lo
de fortes in fide y le dijo: ¿Cómo es que figura en vuestro escudo la Virgen del Pilar si el
Fundador era francés?
Puede parecer extraño, le aclaró el marianista, si no se sabe que, aunque Chaminade había
nacido en Francia, tuvo que exiliarse a España cuando durante la Revolución estalló la
persecución religiosa en su país. En Zaragoza, donde se venera la imagen de la Virgen
del Pilar, concibió su proyecto misionero. Orando en su basílica captó el papel de María
en la historia de la salvación y perfiló su estrategia de acción. Lo formuló diciendo: Per
Matrem ad Filium, es decir, por la Madre al Hijo. Por eso aparece esa frase y la Virgen
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Chaminade descubrió a María en la basílica del Pilar como la Nueva Eva, la mujer
anunciada y profetizada para vencer al mal en todas sus manifestaciones. Ella es la
primera creyente, la que escucha la Palabra y la pone en práctica. Su grandeza no le viene
de sí misma, sino de su fe que la incorpora activamente a la obra de la Redención. Ella es
una invitación callada a todo creyente a vivir como ella vivió y a colaborar con ella en su
misión maternal.
Dios eligió a María para que su Hijo se hiciera un hombre que en su seno virginal. Le
confió su formación y educación. A ella se le otorgó el privilegio de engendrar y educar
al mismo Dios. En su Hijo, que es el Hijo de Dios, esta mujer tuvo el privilegio de ir
plasmando sus propias creencias, comportamientos y actitudes.
En la medida en que nos dejamos educar por María vamos adquiriendo la pasión por el
Reino que tenía Jesús. Con Él y para Él nos desgastamos por hacer posible su venida. Así
estamos colaborando con la Virgen en su misión. Para explicitar este compromiso los
marianistas hacemos una alianza con ella con el propósito de prolongar en la tierra su
amor maternal haciendo crecer el Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia.
Michel, mientras vuelve a su casa, va repitiendo interiormente: si algún día decido ser
marianista tendré que dejarme educar por María y colaborar con ella en su misión
maternal.
Michel sigue dándole vueltas a lo que acaba de aprender y se da cuenta de que, si todo
marianista debe colaborar con María en su misión, ser misionero no es algo optativo sino
constitutivo de todos ellos. Ahora comprende mejor aquella frase atribuida a Chaminade
que ha oído con frecuencia en las homilías cuando ejercía de acólito en la parroquia:
Todos sois misioneros. Para el Fundador, concluye, es inconcebible ser marianista y no
anunciar la Buena Noticia.
Mientras vuelve a casa se dice: Si algún día me decido a ser marianista seré un misionero
dispuesto a ir al fin del mundo para anunciar la Buena Noticia. Intentaré serlo en todo
momento, no solo cuando realice un servicio o asuma este o aquel compromiso apostólico
o social. Procuraré que todo mi ser, toda mi persona, toda mi vida colabore a hacer
visible el Reino de Dios.
Y ya en casa concluye: Solo podré ser misionero si cuido el encuentro diario, personal y
transformador con Cristo. Si no, corro el riesgo de ser solo un simple publicista, un
propagador más o menos convencido de una ideología. Únicamente si experimento en mí
mismo el amor misericordioso, el perdón ilimitado, la liberación sin cortapisas, es decir,
solo si siento y vivo en mi propia carne la Salvación del Evangelio, solo si permito que
su Mensaje penetre mi mente y mi corazón, me sentiré impulsado a comunicar a otros lo
que he visto y oído.
Esa transformación interior y misteriosa que supone todo encuentro personal con Cristo
hace que toda la vida, en la oscura trivialidad de cada día, quede transfigurada, iluminada,
enriquecida. No se trata de hacer cosas distintas sino de vivir la cotidianidad
evangélicamente siendo así anuncio callado de la Buena Nueva.
Reflexionando sobre el tema, Michel cae en la cuenta de que el grupo concreto en que en
su parroquia vive la fe, es como una misión de carácter estable y permanente, donde se
contrasta, alimenta, fortalece, la vida de cada uno de los misioneros que la constituyen.
Esa noche da gracias a Dios por la parroquia en la que vive, alimenta y comparte su fe.
NUEVOS DESCUBRIMIENTOS
Aunque inicialmente creía que la familia marianista estaba formada solo por religiosos,
poco a poco va descubriendo que las cosas no eran así. En ella había hombres y mujeres,
jóvenes y adultos, religiosos y seglares, sacerdotes y laicos alimentados por una única
espiritualidad y compartiendo la misión. Cada uno de sus miembros vivía, con acentos
diversos, la misma y común vocación.
La identidad de cada uno de sus miembros no se define por exclusión, sino por la
acentuación de algunos de los elementos comunes. Cada uno se enriquece con lo que le
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aportan las demás. En este intercambio de dones, carismas y ministerios vamos formando
familia y construyendo unidad.
Poco a poco Michel fue percibiendo que a todo marianista le gusta poner de relieve lo
que es común, para profundizarlo. Tenemos unos fundadores, una historia, una
espiritualidad, una misión que nos aglutina. Y un talante que nos impulsa a vivir un
modelo mariano de Iglesia.
Y curiosamente, a la vez, comprueba sorprendido, que a todos les encanta subrayar lo que
nos diferencia para hacerlo complementario. Es nuestra forma de compartir la misma
vocación vivida diversamente. Todos vivimos lo mismo, pero de manera diferente.
Michel podía comprobar cómo los miembros de la familia marianista de su barrio eran
conscientes de la importancia de la oración personal y litúrgica. Para ser fieles a su
vocación procuraban dedicar tiempo al encuentro con el Señor. Solo así se ponían a tiro
para que el Espíritu de Jesús fuera tomando posesión de sus vidas, haciéndoles crecer en
fe, esperanza y caridad.
Como María, que se mantuvo siempre a la escucha de Dios guardando en su corazón los
hechos y palabras de su Hijo, Michel procuraba acoger y meditar la Palabra de Dios y
compartirla con los demás miembros de la familia. Así, poco a poco, su vida se fue
centrando en Dios y el Espíritu lo fue configurando con Jesucristo.
Bastante más tarde de su primera comunión, Michel descubrió la eucaristía como la fuente
y la cima de su vida cristiana. La vivía con especial intensidad cuando actuaba como
acólito en cualquier celebración parroquial ya que entonces, de una manera más
significativa, quedaba patente que, al compartir el pan de vida y la copa de salvación,
formamos un solo cuerpo.
Precisamente en su parroquia del barrio del Perpetuo Socorro Michel descubrió que la
familia marianista era solo una forma de seguir a Jesucristo, ni mejor ni peor que otras,
y, por tanto, de pertenecer a la Iglesia. Sin esta referencia y comunión eclesial
acabaríamos convertidos en una secta o un grupo marginal.
Nuestra composición plural, en la que todos los estados de vida están presentes, es una
forma de reflejar una imagen fiel de la Iglesia. Contentos por la riqueza que esto supone,
la ofrecemos a la comunidad eclesial como una realidad concreta en la que seglares y
religiosos, sacerdotes y laicos, célibes y casados, pueden compartir su fe y su compromiso
evangelizador en pie de igualdad.
La familia marianista, como la Iglesia, se siente enviada al mundo. Por eso trabajamos
con entusiasmo en la proclamación directa del Evangelio, en el progreso de la cultura y
en la transformación de la sociedad, uniendo nuestros brazos con todos los que luchan
por la justicia, la libertad, la paz, la integridad de la creación y el respeto a la dignidad de
la persona.
Nuestra forma de trabajar en el mundo nos exige ser flexibles, capaces de adaptarnos a
los cambios y de colaborar con todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Solo así
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podemos recrear la audacia apostólica de los primeros tiempos del cristianismo que el P.
Chaminade inculcó en todos sus discípulos.
CAPÍTULO 3
DICERNIMIENTO VOCACIONAL
FAUSTINO: UN REFERENTE
A través de los religiosos de la parroquia llegó a manos de Michel un librito escrito por
el padre José María Salaverri titulado Tal vez me hable Dios, del que ya se habían hecho
más de 10 ediciones y unas 12 traducciones a otros idiomas. Con un lenguaje ágil y
atrayente el autor narra la vida de Faustino Pérez-Manglano, un chico nacido en Valencia
el 4 de agosto de 1946. Fue alumno en el colegio marianista de Ntra. Sra. del Pilar desde
los 6 años hasta su muerte, causada por el linfoma de Hodgkin, cuando solo contaba 17.
La lectura de su biografía hizo que Michel se sintiera identificado con aquel chico menudo
y disfrutón, alegre y simpático, entusiasta del futbol y del camping, amante de la vida, y
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seguidor incondicional del Valencia CF. Desde muy joven Faustino sintió la llamada de
Dios a la vida religiosa. Cuidó su vocación con esmero y fue potenciando las actitudes
que le ayudarían a seguirla. Como todo aspirante a la vida marianista fue cultivando una
fidelidad sin cortapisas, una voluntad decidida de seguir a Cristo a donde quiera que vaya,
un amor filial a María, una entrega desinteresada a los demás como iba reflejando en su
querido diario.
Michel, que desde pequeño había sentido una cierta inclinación a consagrarse a Dios, se
vio reflejado en Faustino y encontró en el valenciano un modelo de identificación. El
trabajo pastoral que desarrollaba en su parroquia, su participación activa en la eucaristía,
sus conversaciones informales con el padre Ignacio Chapa, le llevaron a pedirle al
religioso marianista Francisco Carmona que le acompañara en su discernimiento
vocacional.
Después de un análisis serio y concienzudo concluyó que Dios le llamaba a ser religioso
marianista. Aquel chico de 18 años, del que el padre José M ª Gutiérrez afirmaba que
llamaba la atención por su carácter jovial, decidido, abierto y sensible, estaba dispuesto
a empezar su prenoviciado, etapa con la que se inicia el proceso formativo. Solicitó su
incorporación como prenovicio en la Compañía de María confesando: He descubierto que
Dios me llama a que una mi vida a la de Jesús, trabajando generosamente por los pobres.
EL COMIENZO DE UN CAMINO
los primeros votos. Ahora era un cristiano comprometido a vivir desde su condición de
consagrado.
El primer año de este periodo se solía denominar en Colombia año de pastoral. Solía ser
crucial para la consolidación y desarrollo de la propia vocación. En comunidades
diseñadas para facilitar la consecución de esos objetivos el joven religioso aprendía a
integrar fe y cultura. Continuaba su formación religiosa y profundizaba sus conocimientos
culturales, sociológicos y teológicos, para poder vivir y transmitir su fe en su contexto
social y cultural. Para lograrlo se fomentaba el deseo de conocer el misterio de Dios y de
la naturaleza humana, se potenciaba el amor a la verdad y el sentido crítico y se le iba
incorporando al compromiso misionero.
Michel, tras su primera profesión, fue enviado en 1993 a la comunidad parroquial de
Lloró, en el corazón de El Chocó, la provincia más noroccidental de Colombia, bañada
por el océano Pacífico y el Atlántico. Es el único territorio colombiano fronterizo con
Panamá. Aquel año la comunidad estaba formada por el padre José María Gutiérrez, cura
párroco de la iglesia de la Inmaculada Concepción desde 1990, y el colombiano Rodrigo
Betancur, responsable de la formación de Michel. Todos soñaban con hacer de aquella
fundación una comunidad misionera animada en misión compartida por religiosos y
laicos de la familia marianista.
Para Michel el proyecto no era algo nuevo. Como laico y prenovicio había aprendido en
su parroquia de la Virgen de la Caridad a trabajar en misión compartida con religiosos en
pie de igualdad.
Viviendo en la comunidad parroquial de Lloró, en un ambiente pobre y marginal, Michel
pudo aprender a trabajar con medios escasos, a hacerlo en equipos misioneros y en familia
marianista, a convertirse en un evangelizador itinerante que, viajaba en canoa y ligero de
equipaje, de aldea en aldea, de caserío en caserío, anunciando la Buena Noticia.
DESCUBRIENDO EL CHOCÓ
El Chocó es una provincia muy especial de Colombia. Cuando Michel llegó lo primero
que le llamó la atención fue el clima y la población.
El Chocó es, junto con una región del noroeste de la India, la zona con la pluviosidad más
alta del planeta. La media anual suele ser en torno a los 9.000 litros por metro cuadrado
frente a los 700 que suelen caer en España.
Esta pluviosidad, junto con una temperatura media de uno 27º, dificulta la agricultura,
pero favorece el desarrollo de la selva tropical que predomina en la zona fronteriza con
Panamá. La riqueza maderera es importante, aunque no siempre se explota con criterios
ecológicos. El riesgo de deforestación es alto.
permanente con el ejército nacional. Los más perjudicados eran los habitantes de pueblos
y caseríos que sufrían ataques, robos, secuestros y extorsión de unos y otros.
Metabolizado el desconcierto inicial, Michel hizo suya la utopía creadora redactada en
un lenguaje muy del momento por la comunidad marianista fundacional de Lloró, titulada
Optar por el pueblo optar por la vida, que entre otras cosas afirmaba: Frente a la
angustiosa situación de la vida de nuestro pueblo tan sutil y tan silenciosamente
diezmada en nuestra diócesis, y frente a la amenaza de etnocidio a las comunidades
negras e indígenas, hacemos explícita nuestra opción fundamental por la vida, como el
don que Dios ha dado al hombre.
Esta declaración de principios se concretaba en siete prioridades en cuya redacción es
fácil reconocer la influencia de la asamblea de Medellín y de la teología de la liberación:
Todo eso se concreta en optar por:
o los pobres y oprimidos, predilectos de Jesús
o una evangelización liberadora
o las comunidades eclesiales de base
o las organizaciones de base entre indígenas, campesinos y marginados
o la defensa y preservación de los recursos naturales y del medio ambiente
o una Iglesia inculturada que refleje siempre los valores del pueblo.
o una evangelización que libere a la mujer.
En esas prioridades se centró Michel aquel primer año de su vida religiosa. Colaborando
con los otros miembros de la comunidad y con la incipiente familia marianista de la
parroquia se dedicó a la catequesis de niños y jóvenes, la alfabetización de adultos, la
instrucción y creación de talleres de manualidades con chicas jóvenes para procurarles
algunos ingresos…
Durante el verano, en el que iban al Chocó colaboradores laicos de otras obras de la
familia marianista, se desplazaban en canoas hasta las comunidades amerindias y
afrocolombianas para evangelizarlos, catequizarlos y celebrar la fe, crear microempresas
campesinas y comunidades cristianas de base, educar en la atención a la salud y en el
aprendizaje de un empleo, alfabetizar adultos y en general responder con entusiasmo y
creatividad a cualquier problema humano o social que se planteara en el entorno.
Por aquel tiempo se promovió desde la presidencia del gobierno una reforma de la
Constitución colombiana para mejorar la defensa de los derechos humanos, entre otros
reconocer a los indígenas y a los negros el derecho a la propiedad de sus tierras.
Los marianistas, invitados por la jerarquía local a concienciar a la población de sus
derechos, colaboraron generosamente en el proyecto. Michel hizo suyo el plan diocesano
y viajó incansablemente en condiciones muy precarias por la región para animar a los
campesinos a que titularan sus tierras para asegurar que sus descendientes heredarían su
propiedad y podrían conservarla en el futuro.
27
Michel, sin descuidar su vida de oración en medio de una vida tan ajetreada, se sentía
feliz con los compromisos educativos y pastorales asumidos. Tendrá que seguir
aprendiendo a soportar el cansancio de una vida entregada a los otros y a compaginarla
con la atención esmerada a la vida interior.
A los ojos de los demás Michel era un joven religioso con una vida sólidamente cimentada
en su único Señor. Alegre, entregado, ilusionado, prioritariamente volcado en defender la
causa de los pobres, los preferidos por Jesús. Un día podrá escribir: Tengo el deseo de
darme a fondo a aquel que no tiene fondo. Para mí ese fondo es el seguimiento de Jesús
en la vida marianista.
La experiencia fue muy positiva. Al terminar el año de pastoral en el Chocó, Michel
confesaba al regional en la carta de petición de la autorización para renovar su profesión
religiosa: Doy gracias a Dios por todo este tiempo de gracia, durante este año de
experiencia pastoral en medio del pueblo chocoano. Vivir en este contexto de sufrimiento
y alegría, opresión y esperanza, muerte y vida ha enriquecido mi vida marianista.
El 11 de diciembre de 1993 renovó su profesión religiosa. Había terminado su año de
pastoral y empezaba otra etapa de su vida. Dejará con lágrimas Lloró para trasladarse a
la Casa de Estudios, ubicada en la ciudad de Bogotá, y cursar durante tres años su carrera
universitaria.
28
CAPÍTULO 4
EL UNIVERSITARIO QUIROGA
LA CASA DE ESTUDIOS
Michel recogió sus cosas y, ligero de equipaje, viajó a Bogotá para integrarse en la por
entonces llamada Casa de Estudios que su promoción inauguraba. Hasta entonces los
jóvenes formandos de la región se integraban en diversas comunidades sin estar a cargo
propiamente de un formador. Compartían la vida, la fe y la misión con otros religiosos,
con frecuencia demasiado entregados y absorbidos por sus tareas evangelizadoras y
profesionales para prestarles la debida atención. El Consejo Regional, consciente del
problema, había decidido en junio de ese año abrir una comunidad para religiosos
estudiantes y poner al frente a un responsable. Durante su estancia preparaban su futuro
profesional con la debida titulación, al par que seguían consolidando su vocación
marianista.
En la Casa de Estudios, actualmente conocida como Juniorado Marianista, se respiraba
un buen ambiente, y se cuidaban con mimo los tiempos de oración, reflexión y
convivencia sin olvidar los compromisos pastorales que se concentraban, sobre todo, en
los fines de semana. Poco a poco se había ido creando un clima comunitario hecho de
seriedad en los estudios, profunda vida espiritual y compromiso pastoral. La comunidad
irradiaba, sin pretenderlo, entrega, alegría y fraternidad.
hacerse con ella. En el trabajo educativo se reveló como un hombre que empatizaba
fácilmente con sus alumnos y compañeros de trabajo. Allí fue descubriendo poco a poco
su vocación educativa y las posibilidades evangelizadoras de un centro escolar.
A pesar de todo el trabajo que tenía entre manos ese año de 1997 acabó su Licenciatura
de Ciencias Sociales en la Universidad Pedagógica Nacional. El esfuerzo fue notable,
pero había valido la pena. El padre Manuel Gonzalo aclara y explica cómo pudo
compaginar todos los frentes que tenía abiertos: Durante sus años de estudios en la
universidad, con frecuencia, se levantaba a las tres de la madrugada. Solo de esa manera
podía sacar tiempo para tres preocupaciones a las que nunca renunció: responder con
excelencia a sus estudios, comprometerse en misiones de servicio y, por supuesto, cuidar
su vida de oración personal.
Al terminar su proceso educativo se podría afirmar que a esas alturas de la vida Michel
era ya un hombre con una gran sensibilidad artística, capaz de establecer relaciones de
amistad y empatizar con todos, con capacidad de integrase en grupos humanos diversos.
Tenía clara su opción de fe, su seguimiento de Jesús, su vocación religiosa marianista.
Todo lo que hacía lo impregnaba de la alegría de haber descubierto la Buena Noticia y de
tratar de vivir y transmitir el Evangelio. Era bastante polifacético y creativo tanto cuando
guisaba, pintaba o preparaba sus clases. Ponía pasión en todo lo que hacía.
armó los brazos que forjaban la esperanza. El Verbo se hizo carne en el pueblo que
vislumbraba un nuevo día. Navidad 1997.
CAPÍTULO 5
El Chocó era por aquel año de 1998 una auténtica merienda de negros. La expresión tiene
su origen en la costumbre de los esclavos llevados a América por los europeos de
aprovechar la pausa de la merienda para reunirse, comer algo, descansar y, si les quedaban
fuerzas, cantar y bailar las danzas típicas de sus países de origen. Ese comportamiento no
era del agrado de sus amos que criticaban el desorden y proceder anárquico de los
africanos durante ese rato.
Su origen hizo que la expresión merienda de negros comenzara a utilizarse para designar
cualquier momento de caos y bullicio, de confusión y desorden en que nadie se entiende.
Hoy día seguimos utilizándola, sin ninguna connotación racista, de forma que podemos
afirmar que cuando Michel volvió al Chocó aquello era una auténtica merienda de negros
como expresa plásticamente el tapiz Conflicto colombiano de las Tejedoras de
Mampuján.
La situación del Chocó y de sus gentes era por aquellos años para echarse a llorar a
lágrima viva: donde lloran está el muerto, dice el refrán castellano, para recordarnos que
normalmente toda verdadera pérdida se expresa con las lágrimas.
Tanto el país, como el gobierno nacional y provincial, tenían aquellos años motivos
suficientes para llorar a moco tendido lamentando la pérdidas de vidas humanas, los
34
Con estos y otros proyecto similares Michel empezó a comportarse como un buen
mazamorrero chocoano: cribando la arena del río iba separando pacientemente el oro de
la ganga.
Gracias a su compromiso social y evangelizador, los últimos días de su vida fueron
intensos pero fecundos, agotadores pero felices de poder entregar poco a poco la vida por
el Reino. Nadie pudo imaginar ni prever que el fin de este joven comprometido,
simpático, generoso y vital estaba tan próximo.
38
CAPÍTULO 6
CALLAR AL CANTOR
En aquel momento Michel, que hasta entonces había permanecido callado, intervino
tratando de hacerle ver que no tenían ni autoridad ni legalidad para pedir la
documentación a la gente y mucho menos para ejecutar a nadie. El jefe del grupo
paramilitar se limitó a responderle que no fuera a confundirle con un guerrillero mal
nacido. Luego, sin mediar más palabras ni explicaciones, se adelantó y le disparó a
bocajarro.
Michel recibió el impacto de bala en el pecho y en medio de un vómito de sangre y de los
gritos de dolor y espanto de sus compañeros de misión, cayó fulminado. Un silencio tenso
invadió el paisaje durante unos eternos segundos hasta que todo el equipo misionero,
como una piña, rompió a llorar y se deshizo en lágrimas mientras sobre la cubierta del
bote se extendía la sangre apasionada del joven marianista que, como la de Abel, gritaba
pidiendo justicia.
Los campesinos chocoanos eran conscientes desde el primer momento que la intervención
de Michel y su posterior asesinato les había salvado de ser pasados por las armas y de que
sus cuerpos hubieran sido pasto de los peces del Atrato. Sus lágrimas, sollozos o silencios
fueron un amén agradecido al que había entregado su vida por ellos.
Un militante de la ADC había callado al cantor disparándole al corazón. Rompiendo el
silencio tenso y desconcertado provocado por la descarga ese día lloró el Lloró. Si
Mercedes Sosa hubiera estado allí habría cantado con voz desgarrada los versos del poeta
argentino Horacio Guarany:
Si se calla el cantor calla la vida
porque la vida, la vida misma es todo un canto.
Si se calla el cantor, muere de espanto
la esperanza, la luz y la alegría.
Si se calla el cantor se quedan solos
los humildes gorriones de los diarios,
los obreros del puerto se persignan:
quién habrá de luchar por su salario.
Que ha de ser de la vida si el que canta
no levanta su voz en las tribunas
por el que sufre, por el que no hay
ninguna razón que lo condene a andar sin manta.
Si se calla el cantor muere la rosa.
De qué sirve la rosa sin el canto.
Debe el canto ser luz sobre los campos
iluminando siempre a los de abajo.
Que no calle el cantor porque el silencio
cobarde apaña la maldad que oprime.
No saben los cantores de agachadas,
no callarán jamás de frente al crimen.
Que mil guitarras desangren en la noche
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El cantor yacía sobre enorme charco de sangre a orillas del río Atrato como Abel en el
jardín del Edén después de su asesinato (Gn 4, 8-10). La partida de defunción precisará
que su muerte había sido provocada por un shock hipovolémico provocado por la
cuantiosa y rápida pérdida de sangre. También precisará que su última ocupación fue la
de evangelizador.
La elegía a un joven muerto, escrita unos años antes por el poeta mejicano Octavio Paz,
premio Cervantes en 1981 y Nobel de Literatura en 1990, parecía un anuncio profético
redactado para levantar acta de lo que a orillas el Atrato acababa de ocurrir: un joven
colombiano había muerto entre los suyos y por los suyos.
Has muerto. Irremediablemente.
Parada está tu voz, tu sangre en tierra.
¿Qué tierra crecerá que no te alce?
¿Qué sangre correrá que no te nombre?
¿Qué palabra diremos que no diga
tu nombre, tu silencio,
el callado dolor de no tenerte?
41
Y alzándote,
llorándote,
nombrándote,
dando voz a tu cuerpo desgarrado,
labios y libertad a tu silencio,
crecen dentro de mí,
me lloran y me nombran,
furiosamente me alzan,
otros cuerpos y nombres,
otros ojos de tierra sorprendida,
otros ojos de árbol que pregunta.
Has muerto, hermano,
en el ardiente amanecer del mundo.
Has muerto cuando apenas
tu mundo, nuestro mundo, amanecía.
Llevabas en los ojos, en el pecho,
tras el gesto implacable de la boca,
un claro sonreír, un alba pura.
Te imagino, tirado en lodazales
caído para siempre,
sin máscara, sonriente,
tocando, ya sin tacto,
las manos de otros muertos.
Has muerto entre los tuyos, por los tuyos.
Octavio Paz: La elegía a un joven muerto (selección).
La noticia del asesinato llegó a Lloró gracias a un campesino que navegaba hacia el
pueblo. Desde allí un equipo formado por el médico y el juez acudieron para verificar los
hechos, proceder a certificar la defunción del joven marianista y al levantamiento del
cadáver que fue trasladado por vía aérea a Bogotá. En la iglesia de Ntra. Sra. de la Caridad
del Barrio del Perpetuo Socorro, su parroquia de siempre, se instaló la capilla ardiente
donde fue velado por sus familiares, cohermanos y amigos.
que clarificara los hechos, actuara con justicia y castigara a los culpables de lo que no
dejaba de ser un crimen.
El Superior Regional escribió al General informándole de las gestiones realizadas: Hemos
elevado denuncias a las autoridades colombianas, y a la oficina para los Derechos
Humanos de la ONU en Colombia, así como a Amnistía Internacional. Sería bueno
promover cartas de reclamo anta la Presidencia de la República, la Fiscalía de la
Nación, el Asesor Presidencial para los Derechos Humanos, etc. No se trata solo de
anunciar la bondad de Michel, sino de denunciar la maldad de los que no tienen respeto
alguno a la vida humana.
Con motivo del aniversario del asesinato de Michel, habida cuenta de que aún no se había
detenido al asesino ni a sus secuaces, el obispado de Quibdó denunció: Este homicidio
permanece en total impunidad. La investigación está radicada en la Unidad Nacional de
Derechos humanos de la Fiscalía de Bogotá, pero apenas se encuentra en etapa previa.
Por ahora no hay imputación contra ningún paramilitar que operó en esa zona. Lo que
creen quienes conocen esta historia es que el grupo de la AUC que asesinó a Michel
pensó que estaba matando al religioso que había hecho la denuncia de que el ejército
era el responsable de la muerte de un campesino. Hasta ahora ningún militar ha
confesado o evocado el crimen en Justicia y Paz.
Diez años más tarde la Comisión Vida, Justicia y Paz de la Iglesia Católica volvió a la
carga. Ya se han cumplido las bodas de plata del martirio de este joven marianista
colombiano, defensor de los pobres, los negros y los indígenas: todo sigue igual. Esto es
Colombia, padre.
Como memorial del testimonio de entrega de Michel Quiroga se colocó una placa en la
parroquia Nuestra Señora de la Caridad de Bogotá que reza así: Le mataron porque amó
y defendió la vida para todos, por eso tendrá la Vida para siempre.
44
EPÍLOGO
LLUVIA DE ESTRELLAS
La vida de Michel Quiroga fue muy breve, apenas de 26 años de los cuales solo durante
cinco vivió como religioso marianista. Ni siquiera tuvo tiempo de hacer su profesión
perpetua y, sin embargo, su vida y su muerte iluminaron la densa oscuridad del cielo
chocoano. En un país como el suyo, donde, por aquel entonces, el narcotráfico, los
secuestros, la extorsión, los asesinatos, la guerrilla, la violencia generalizada…
oscurecían día a día la vida de sus gentes, el testimonio silencioso de la entrega generosa
y desinteresada de toda una vida a la defensa de los marginados y empobrecidos,
rubricada con su propia sangre, fue una llamada a existir de otra forma y a creer que otro
país era posible.
Su vida fue como una estrella fugaz que arañó el firmamento y se perdió en la noche,
como una de esas perseidas o lágrimas de S. Lorenzo que cada verano nos empeñamos
en contemplar en la festividad del diácono mártir. Después de verlas solo nos quedará en
la retina el rasguño luminoso que brilló momentáneamente en la bóveda del cielo y la
invitación a seguir buscando y contemplando cada noche la lluvia de estrellas.
Impresionados por el trágico final de Michel unos religiosos marianistas -Iñaki Sarasua y
Carlos J. Barragán- escribieron esta Canción para Michel a la que puso música Oier
Sarasua. Fue una forma sencilla pero elocuente de reconocer que su testimonio había sido
para ellos como una estrella fugaz que había brillado llamativa, aunque efímeramente, en
la noche chocoana:
Tan brillante, tan fugaz,
dime por qué no te vemos más.
Tan alegre, tan audaz,
esa vida que diste, dime dónde está.
MICHEL: YO SÉ QUE NO SE APAGÓ.
LO QUE TÚ EMPEZASTE NO ACABÓ.
PORQUE DIOS TE HA HECHO LUZ PERPETUA EN MÍ.
Une mi vida a tu vivir,
Señor Jesús, cada día más.
Y haz que pueda compartir
toda esta vida con los demás.
PORQUE AL CAMINANTE MATARÁN,
PERO CON EL CAMINO NO PODRÁN.
Y ES QUE ¡LA VICTORIA PERTENECE AL AMOR!
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La noticia del asesinato de Michel a orillas del río Atrato saltó a los medios confesionales
y laicos tanto en Colombia como en los otros países donde estaba presente la familia
marianista. Hubo una inmensa cantidad de muestras de condolencias llegadas a Lloró y
Bogotá un poco de todo el mundo. Se organizaron numerosos funerales con asistencia
masiva y se erigió una cruz blanca en el lugar en que cayó abatido, que hoy es lugar de
peregrinación de la iglesia chocoana.
Lo importante es que su recuerdo no caiga en el olvido, que es, como escribía el poeta
uruguayo Mario Benedetti, solo una forma velada de tratar de burlarse de la historia:
El olvido no es victoria
sobre el mal ni sobre nada
y si es la forma velada
de burlarse de la historia
para eso está la memoria
que se abre de par en par
en busca de algún lugar
que devuelva lo perdido
no olvida el que finge olvido
sino el que puede olvidar.
Mario Benedetti: El olvido.
BRILLAR EN LA NOCHE
Podría terminar este libro intentando resumir todo lo que de Michel admiro y he
aprendido. Después de darle muchas vueltas he preferido hacerlo con una oración dirigida
a Michel. Fue redactada por Pedro J. Castañeda, religioso marianista, con ocasión del
vigésimo aniversario de su asesinato, y recoge muy bien el legado de un hombre que vivió
con berraquera.
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Michel:
Dios te dio la vida el primero de octubre de 1972 y tú se la entregaste el 18 de
septiembre de 1998.
En el Chocó dejaste la memoria de tu sonrisa, de tu noble vida, de tu arte, de tu
amor a la Virgen María, a tus hermanos marianistas, a las comunidades negras
e indígenas de Lloró, a los pobres de la tierra. Tu amor, en fin, a Dios y a la
vida. Esa vida tuya tan corta, pero a la vez tan rica y tan densa, no fue en vano.
Nos dejaste tu testimonio: el ejemplo de un joven cristiano comprometido hasta
las últimas consecuencias.
Enséñanos, Michel, a:
- ser alegres como tú lo fuiste;
- ser solidarios con quienes nos rodean, especialmente con los que más
lo necesitan, como tú lo fuiste;
- darlo todo por Dios y por los hombres, hasta la vida misma como
Jesús de Nazaret y tú hicisteis;
- afrontar la vida con alegría, con generosidad, con berraquera. Amén.
47
ANEXO 1
Miguel Ángel ya está en el cielo, y desde allí nos mira con ternura y cariño. Su
espíritu juvenil y siempre entregado a los jóvenes, a los pobres, a los negros, y a
los indígenas está hoy más presente que nunca.
Michel era serio, pero a la vez alegre. Sabía sonreí... Había ternura en su corazón,
esa ternura que poseen quienes han puesto su corazón y su vida, definitivamente,
en Dios. Michel era exigente consigo mismo. Durante sus años de estudio en la
universidad, con frecuencia, se levantaba a las 3 de la madrugada. Sólo de esa
manera podía sacar tiempo para tres preocupaciones a las que nunca renunció:
responder con excelencia a sus estudios, comprometerse en misiones de servicio
y, por supuesto, cuidar su vida de oración personal. Era muy humano. Gustaba
celebrar las fechas significativas de quienes convivíamos con él. Sabía crear un
clima de fraternidad.
Michel siempre estaba pendiente y al servicio de las personas, estaba con los más
humildes. (…) No tenía preferencia por nadie. Para él todo el mundo era igual.
Apreciaba mucho a la gente. Le gustaba su Chocó. Su muerte fue porque no
aguantaba las injusticias. Y por eso lo mataron. Lo que tenía que decir, lo decía
porque la verdad quema mucho. Él con nosotros era así. Si estaba bien, lo decía,
si no también. No se guardaba nada. Cuando uno hace lo que hizo Michel, fue
48
brindar su vida y eso fue lo que hizo. Y por ser así se arriesga la propia vida. Y le
inculcaba eso a los demás. Él daba lo mejor de sí mismo.
Conocí a Michel y lo admiré mucho; llegué a descubrir en él, y así se lo dije más
de una vez, que su vida estaba siendo una estupenda mezcla de juventud, fe viva,
alegría y entrega. Él se buscó esa palabra colombiana -berraquera- para expresar
la mucha fuerza y ganas de generosidad que llevaba dentro de su corazón y puso
en su rostro, sus manos y sus pies.
Michel fue una persona muy alegre. Transmitía esa felicidad. Nunca vi a Michel
enfadado. Siempre era sonrisa. (…) También nos explicaba que no nos dejáramos
maltratar por los varones, que supiéramos reclamar nuestros derechos. Nos
infundió muchos valores. Fue un amigo que dio la vida por todos nosotros aquí
en Lloró, por amor, por defendernos (…) Esa muerte de Michel dolió mucho. No
la esperábamos. La muerte de Michel fue por amor, por defender a los más débiles
de nuestro pueblo. (…) La muerte de Michel nos dolió mucho. Lo tenemos en el
corazón, porque si él no sale a defender a los muchachos, estaría vivo. Siempre lo
recordaremos como fue, con esa alegría, que supo transmitir. Cada vez que
recuerdo su muerte me da mucha tristeza y lloro. Siempre te recordaré, Michel,
con esa berraquera como nos enseñaste. Vivirás en mi corazón hasta el día de mi
muerte.
Señor Jesús, que a Michel Quiroga, religioso marianista, le has dado fortaleza para
vivir con entusiasmo su vocación cristiana y para trabajar con pasión en la
evangelización de los jóvenes y en la defensa de los pobres hasta el extremo de
entregar su vida para defenderlos, concédenos por su intercesión la gracia que
ahora te pedimos [pedir la gracia]. Amén.
50
ANEXO 2
PREVIOS
Este rato de oración está previsto para celebrarlo comunitariamente. Puede hacerse en
cualquier momento del año, pero tiene más sentido en torno al 18 de septiembre,
aniversario del asesinato de Michel.
Presidiendo la estancia se coloca o proyecta el póster Está vivo adornado con flores.
Delante una mesa cubierta con un paño preferentemente rojo y encima un cuenco de
cristal con sal gorda. Previamente habrá que fotocopiar las 2 oraciones que se van a
rezar comunitariamente y que se repartirán en el momento oportuno. Mientras la gente
se va acomodando se puede poner música ambiental.
MOTIVACIÓN
Nos hemos reunido para recordar a Michel Quiroga, religioso marianista, asesinado por
haber tomado partido por los pobres y los que no cuentan. Nos recogemos, ...
acompasamos la respiración, … nos ponemos en presencia de Dios… Pausa.
Contemplamos el póster que nos preside… Nos fijamos en la expresión de Michel, … en
su sonrisa, … en la bondad que irradia… Una vida cargada de futuro segada de golpe a
orillas del río Atrato en el Chocó colombiano por su compromiso cristiano a favor de los
que no cuentan… Sin embargo, los creyentes confesamos en todas las lenguas y con todos
los colores que Michel está vivo como sugiere el póster… En este rato de oración vamos
a pedirle al Señor, por intercesión de Michel, que nos haga como él sal de la tierra …
Solo si vivimos con entusiasmo, … pasión, … entrega, … fidelidad, … berraquera…
optando claramente por los pobres, los marginados, los que no cuentan podremos ser sal
para nuestros seres queridos, para la familia marianista y el conjunto de la Iglesia…
Pausa.
CONTEMPLACIÓN
Cierro la mano y acerco la sal a mi oído… Procuro escuchar el arrullo del mar, … el
murmullo de las olas, … el canto de la sal, … Quizás me diga una palabra, … la guardo
en el corazón… ¿A qué suena mi vida?...
Acaricio mi puñado de sal con un dedo de la otra mano… Experimento como es al tacto:
suave, … áspero, … blando, … duro, … frágil, … consistente, … En mis contactos con
los demás ¿qué huella deja mi vida en su piel?...
Terminada la contemplación se pasa el cuenco para dejar la sal sobrante. Luego se pasa
a la puesta en común.
PUESTA EN COMÚN
La sal es poco vistosa. Vale poco. No pesa. Solo se descubre su presencia cuando se
disuelve, cuando se pierde. Sirve para subrayar los sabores de los alimentos, cicatrizar las
heridas, impedir que se pudran los alimentos, retener el agua en el cuerpo de los seres
vivos, es decir, asegurar la vida. Así fue Michel en su entorno: un puñado de sal.
Vamos ahora a pedir a Michel que nos enseñe a diluirnos, a entregarnos, a perdernos para
poder salar la vida de los demás. Se reparten las fotocopias y se reza juntos la oración:
Michel
En el Chocó dejaste la sal de tu sonrisa, de tu noble vida, de tu arte, de tu amor
a la Virgen María, a tus hermanos marianistas, a las comunidades negras e
indígenas de Lloró, a los pobres de la tierra. Tu amor, en fin, a Dios y a la vida.
Esa vida tuya tan corta, pero a la vez tan rica y tan densa, no fue en vano. Nos
dejaste tu testimonio: el ejemplo de un joven cristiano comprometido hasta las
últimas consecuencias.
Enséñanos, Michel, a:
- ser alegres como tú lo fuiste;
- ser solidarios con quienes nos rodean, especialmente con los que más
lo necesitan, como tú lo fuiste.
53
- darlo todo por Dios y por los hombres, hasta la vida misma como
Jesús de Nazaret y tú lo hicisteis;
- afrontar la vida con alegría, con generosidad, con berraquera para
ser sal de la tierra como tú lo fuiste.
Amén.
PALABRA DE DIOS
HOMILÍA. Guion
- La sal vale si sala, si hace sabrosa la vida de los demás, cicatriza sus heridas,
retiene la vida, impide que las cosas se pudran.
ORACIÓN COMPARTIDA
Enséñanos, Jesús, a:
- ser como la sal
- perdernos para dar sabor
- ayudar a cicatrizar las heridas que causamos y dejar cicatrizar las que nos
hacen
- …
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ORACIÓN
Señor Jesús, Tú nos invitas a ser sal de la tierra. Haz que, por intercesión de Michel,
nuestra presencia en este mundo sea como la suya y contribuya a dar sabor a cada
día, a cicatrizar las heridas y conservar la vida. Amén
PADRENUESTRO
Sólo siendo sal, podemos colaborar a que venga a nosotros el Reino. Se lo pedimos a Dios
con las palabras que Jesús nos enseñó: Padrenuestro.
CONCLUSIÓN
Señor Jesús, que a Michel Quiroga, religioso marianista, le has dado fortaleza
para vivir con entusiasmo su vocación cristiana y para trabajar con pasión en
la evangelización de los jóvenes y en la defensa de los pobres hasta el extremo
de entregar su vida para defenderlos, concédenos por su intercesión la gracia
que ahora te pedimos. Amen.
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ANEXO 3
Barragán, Carlos Julio, Miguel Ángel Quiroga Gaona, “Michel”, 6, texto inédito, 2018.
Betancur, Rodrigo, Lloró, un simple comentario, en Colombia S. M., 9, 1992.
Castañeda, Pedro, Vivir en Lloró (Colombia), Vida Marianista, 16, p. 10-11, 1997,
Castelblanco, Héctor Darío, Quintero, José Reinel y Osorno, Marta, Marianistas. 50 años
por los caminos de Colombia-Ecuador (1965-2015), Delfín, Colombia, 2015.
García Anaya, Napoleón, Los Marianistas en el Chocó, en Memorias de la
Evangelización en el Chocó. Historia y compromiso, Medellín, Nuevo Milenio, p.
299-306, 2013.
García Anaya, Napoleón, El martirio de “Michel” Quiroga, en Memorias de la
Evangelización en el Chocó. Historia y compromiso, Medellín, Nuevo Milenio,
301-304, 2013.
García Bengoechea, Pablo, Padeces en el olvido. Memorias y reflexiones sobre mi misión
en Lloró (Colombia) como voluntario seglar, SPM, Madrid, 1996.
Gascón, Antonio, Compañía de María (Marianistas) en España. Una contribución al
desarrollo y a la evangelización (1887-1983), vol. 2, Madrid, SPM, 2002.
Gascón, Antonio, La vida con berraquera: Miguel Ángel Quiroga Gaona, marianista,
inédito, Roma, 2018.
Gonzalo, Manuel, Bautismo de fuego, en Zaragoza S.M.-Provincia Marianista de
Zaragoza, 267, 2001.
Gutiérrez, José María, Colombia. Lloró, en Marianistas. Álbum de Familia-1998,
Madrid, 108-110, 1999.
Lora, Cecilio de, Muerte violenta en Colombia del joven religioso marianista Miguel
Ángel Quiroga, Vida Marianista, 21, 1998.
Lora, Cecilio de, Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos
de Dios, en Marianistas. Álbum de Familia-1998, Madrid, 1999.
Salaverri, José María, Día a día desde Bogotá-Sur, SPM, Madrid,1992.
Varios, Colombia 25 años, Zaragoza SM. Provincia Marianista de Zaragoza,192, 1990;
193, 1990; 194, 1990; 195,1990 y 196, 1990
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ANEXO 4
ILUSTRACIONES
ÍNDICE GENERAL
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO 1: ENMARCANDO UNA VIDA
CAPÍTULO 2: EL ENCUENTRO CON LA FAMILIA MARIANISTA
CAPÍTULO 3: DICERNIMIENTO VOCACIONAL
CAPÍTULO 4: EL UNIVERSITARIO QUIROGA
CAPÍTULO 5: CAOS DEL HOMBRE, DERROTA DE DIOS
CAPÍTULO 6: EL DÍA QUE LLORÓ EL LLORÓ
EPÍLOGO: UNA ESTRELLA FUGAZ
ANEXO 1: SIETE TESTIMONIOS Y UNA ORACIÓN
ANEXO 2: VIGILIA DE ORACIÓN CON MICHEL
ANEXO 3: PARA SABER UN POCO MÁS
ANEXO 4: ILUSTRACIONES
ÍNDICE GENERAL