SABORESPECIAS
SABORESPECIAS
SABORESPECIAS
YULI PERPÉN
Todo un universo de aromas y sabores para conocer y
descubrir una nueva dimensión gastronómica.
Yuli Perpén nos embarca en un viaje por los rincones más exóticos del mundo, explorando las
diferentes especias que se utilizan en la cocina diaria y en los platos más interesantes del planeta.
Con una pasión contagiosa y sin caer en recursos fáciles, va mostrando cómo las especias pueden
convertir los platos en algo diferente, interesante, sorprendente ¡y sublime!
Este libro es una invitación a descubrir un abanico de posibilidades que nos han dejado un legado
gastronómico que todavía sigue muy vivo, un lenguaje universal que no deja de reinventarse, de
encontrar nuevas formas de comunicación, de desear nuevas experiencias que llenen nuestro
paladar con un alimento exquisito, acompañadas siempre con este repertorio mágico de especias
que convierte los platos en obras sublimes cargadas de sabor.
En este libro nos adentramos en el rico mundo de las especias y descubrimos cómo un simple gesto
puede cambiarlo todo. Nuevos sabores y aromas, recetas que sacan todo el provecho a las especias,
incluso a las que ya no se utilizan habitualmente y procedentes de todos los rincones del planeta.
Yuli Perpén es toda una especialista en especias a la que recurren gran cantidad de chefs, y es la
propietaria de la tienda de especialidad Spicy Yuli, en el corazón de Madrid, donde se pueden
encontrar más de 400 tipos de especias diferentes.
LA ALQUIMISTA IMPACIENTE
(Prólogo de Sara Cucala)
Corría el año 2009 cuando una gaditana de La Línea, procedente de Londres, Juliana Perpén (a la
que todos llamamos y conocemos como Yuli), decidió abrir una tienda de especias en el barrio de
Malasaña, Spicy Yuli. Un pequeño establecimiento de fachada azulada con un discreto escaparate
—sombrío pero tentador— y un hipnótico perfume a yuzu, cardamomo, vainilla… Aquello fue el
comienzo de una nueva etapa en la gastronomía cotidiana y una puerta abierta a la sabiduría
culinaria. Yuli, sin saberlo, estaba creando tendencia. Avivó las mentes y el capricho de cocineros,
amos y amas de casa y algún que otro despistado que entraba en aquella pequeña tienda, como
quien atraviesa el espejo, llega al País de las Maravillas y descubre el paraíso de las especias. Entrar
en Spicy Yuli a comprar cincuenta gramos de curri rojo supone una larga y deliciosa charla sobre
orígenes, usos y curiosidades.
Yuli fue pionera. Una visionaria. Pronto muchos la imitaron: se abrieron nuevas tiendas a su imagen
y semejanza, y los barrios comenzaron a tener incluso bellas tiendas de legumbres, especias y
aromáticas a granel. Comenzaba así una nueva era en la gastronomía cotidiana.
El sabor de las especias es un paso más en esta historia. Todo ese saber que Yuli despacha en su
tienda aparece ahora recogido en esta biblia de las especias. Este es un libro sabio y necesario, en
el que no sobra un adjetivo ni falta un dato histórico. Un manual que invita a ser disfrutado de dos
maneras: o buscando la especia que necesitas para tu cocina diaria o sentándote en la mesa a leer
con calma y gusto, como si estuvieras con Yuli en una larga y deliciosa sobremesa. Seguramente, el
setenta por ciento de las especias que aparecen en este libro no las conocerás, pero esa es su magia
y su acierto: condimentar nuestro cerebro para abrirlo a nuevos aromas y sabores. Así es Yuli, una
alquimista pertinente, una sabia conocedora del mundo de las especias, generosa en la transmisión
de su conocimiento e inconformista por naturaleza. Qué suerte tenemos de que este libro haya caído
en nuestras manos. Ahora solo nos queda leer, aprender y cocinar.
ÍNDICE
Prólogo
Introducción
¿Qué es una especia?
Un viaje por el mapa de las especias
Mezcla de especias
El Curri
Ayudas culinarias
Especias olvidadas
Otras recetas con especias
Índice de especias y recetas
Agradecimientos
Son muchos los países que contribuyen al maravilloso y fragante universo de las especias. Entre ellos
encontramos la India, Turquía, China, Colombia, Etiopía o Sri Lanka. Sin embargo, no hay que olvidar
la relevancia de las islas Molucas, que jugaron sin duda un papel muy importante en el comercio de
las especias hasta el siglo XVII, o la contribución de Madagascar en lo que a la vainilla se refiere,
España e Irán con el azafrán, México y sus innumerables chiles o Guatemala y su importante
producción de cardamomo.
ACHIOTE
Se trata de un colorante natural, aunque también aporta sabor a los
platos en los que se utiliza. De origen precolombino, el achiote fue
utilizado por las tribus indígenas para pintarse el rostro y el cuerpo en
ceremonias religiosas y en la batalla. También se bebía para teñir la
boca de rojo sangre.
Este colorante natural tan interesante y tan lleno de historia y
significado se extrae de unas pequeñas semillas triangulares que
provienen de un árbol de la América tropical homónimo (Bixa
orellana), las cuales están recubiertas de una pátina de un rojo inten-
so. Para extraer su color se pueden freír a baja temperatura o
infusionarlas, siendo el primer método el más eficaz para extraer todo
el pigmento.
También conocido como árbol del pintalabios, el achiote se utiliza
ampliamente en la cocina de América Latina, así como en la industria
alimentaria para dar color a quesos, mantequillas, margarinas y
pescados.
No es arriesgado afirmar que su uso es similar al del azafrán: basta con añadir aceite o infusión de achiote a
los arroces, guisos o carnes.
Para hacer la bien conocida pasta de achiote es necesario moler las semillas —que son bastante duras— y
mezclarlas con el resto de los ingredientes. Esta pasta es imprescindible para algunas recetas, como la
cochinita pibil, probablemente el plato más conocido en el que se utiliza achiote.
ACEITE DE BIJA
1 cucharada de semillas de achiote
½ l de aceite de tu elección
Freímos las semillas de achiote a baja temperatura hasta extraer todo el color. El resultado será un aceite de
un naranja intenso. Colamos y reservamos. Refrigerado puede durar meses.
PASTA DE ACHIOTE
2 cucharadas de achiote molido
½ cucharadita de clavo molido
1 cucharadita de comino molido
1 cucharadita de cilantro molido
1 cucharada de chile habanero molido o troceado (también puede ser un habanero rehidratado, sin rabito ni
pepitas si lo quieres menos picante)
1 cucharadita de nuez moscada molida
1 cucharadita de pimienta de Jamaica molida
1 cucharada de ajo molido
½ cucharadita de orégano
½ cucharadita de pimienta negra molida
1 cucharadita de sal
½ taza de zumo de naranja amarga o dulce (o, en su defecto, un poco de zumo de limón)
½ taza de vinagre blanco
Mezclamos bien todos los ingredientes hasta que se integren. Después de utilizar la pasta, podemos
congelar la que nos sobre. Otra opción es hacer directamente cubitos de pasta de achiote para congelar y
usarlos cuando lo necesitemos.
ALBAHACA
Para los egipcios, ingrediente para embalsamar; para los antiguos griegos y romanos, planta
sospechosa; para los románticos, símbolo del amor. Si una cosa está clara es que la albahaca no ha
dejado indiferente a la humanidad.
Más allá de sus usos culinarios, se la consideraba un talismán contra la mordedura del basilisco, de
donde procede su nombre en otros idiomas (basilico, basil), y se utilizó en la Edad Media tanto para
curar la melancolía y la fantasía como para resfriados y verrugas.
Para quienes la eligen por sus múltiples y maravillosas posibilidades gastronómicas, se aconseja
utilizarla fresca en ensaladas, sopas de tomate, bebidas o en pizzas, pero justo en el momento de
servirla, ya que el calor hace desaparecer buena parte de sus aceites esenciales, tremendamente
volátiles. Es lo que ocurre con la albahaca seca, más indicada para vinagretas, salsas de tomate o
cordero asado.
Se cree que su origen se encuentra en la India, y que se extendió hacia Occidente no como especia,
sino como planta. Pronto encontró su hueco en las cocinas francesa e italiana, quedando
estrechamente unida a esta última en preparaciones tan populares como el pesto.
En nuestra cocina, antes de que adoptáramos la albahaca de hojas grandes utilizábamos la
albahaca de hojas más pequeñas, tanto para las recetes como para ahuyentar a moscas y mosquitos
en verano. Recuerdo el sabor de esa albahaca en algunos platos de mi infancia, como la menestra
de verduras con majao de calabaza y albahaca, un guiso de influencia italiana que se prepara a
ambos lados de la frontera de Gibraltar.
Conservar la albahaca no es tarea fácil. La mejor opción es tener tu propia maceta. Otra opción es
congelar las hojas lavadas y secadas en una bolsa llena de aire o batir las hojas con aceite y guardar
la mezcla un máximo de dos meses en la nevera.
ACEITE DE ALBAHACA
Tomo prestada esta receta para
emular el sabor de la albahaca
fresca:
½ cucharadita de albahaca seca
½ cucharadita de zumo de limón
½ cucharadita de agua
½ cucharadita de aceite
Una pizca de clavo molido
Mezclamos todos los ingredientes.
Dejamos reposar la mezcla unos
minutos antes de usarla.
CÓMO PREPARAR MOSTAZA
Primero trituramos, las semillas recordando que las negras o
pardas son más fuertes. Luego las mezclamos con agua,
leche o cerveza, y dejamos que el tiempo y la reacción
química hagan su magia y se desarrolle el picor. El líquido
inicial puede ser agua (dará un gusto más áspero), leche
(dará un toque más especiado) o cerveza (dará una mostaza
más picante). Se recomienda que este primer paso no dure
más de 10 minutos y se frene con la incorporación del ácido,
pero si se quiere una mostaza más suave, podemos dejar
reposar la mezcla hasta 1 hora.
A continuación, añadimos un vinagre de nuestra elección.
También podría ser vino o cualquier otro líquido ácido. Y, a
partir de aquí, imaginación al poder: somos libres de añadir
lo que queramos.
Con la salsa de mostaza se pueden hacer vinagretas,
marinadas, salsas para carnes, pescados y verduras,
mayonesas sorprendentes y una combinación simplemente
ideal para las patatas cocidas o asadas: mostaza y yogur.