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San Marcos, Guerrero Y Su Desafio Turistico para Una Construcción Socioecológica Del Paisaje

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Papeles de Geografía

2023, 69 pp. 120-138


DOI: https://doi.org/10.6018/geografia.572111 ISSN: 1989-4627

SAN MARCOS, GUERRERO Y SU DESAFIO TURISTICO PARA UNA


CONSTRUCCIÓN SOCIOECOLÓGICA DEL PAISAJE

Jaime Matus Parada1, Iván Ernesto Roldán Aragón1, Leticia Carpio-Cortes2 y Marco Antonio
Maldonado1
RESUMEN
Se han documentado las consecuencias socioecológicas de los procesos de apropiación y
despojo originados por megaproyectos turísticos, así como los cambios benéficos y la forma de
disminución de sus impactos negativos. En el municipio costero de San Marcos, Guerrero,
México, se desarrollará un proyecto de esta naturaleza, por lo que el objetivo del trabajo fue
analizar los posibles efectos que puede tener en el socioecosistema. Se estableció la “agencia” y
“estructura social”, a partir de entrevistas semiestructuradas, observaciones de campo y
cartografía de uso del suelo. El escenario actual muestra una “agencia” definida por múltiples
identidades laborales, la ganadera entre ellas. La estructura social exhibe 3 fuerzas motrices, la
política agraria sustentada por el “sistema de cargos”, las económico-culturales por el uso de
pastizales principalmente y, las fuerzas naturales, representadas por actividades laborales en los
ecosistemas no “transformados”, amenazados por cambios de uso del suelo y contaminación. Los
riesgos sociales conjeturan un impacto diferencial entre los pobladores urbanos y rurales y, los
ecológicos según se trate de ecosistemas como playas, selva o ambientes acuáticos. Es necesaria
la normalización de nuevas prácticas junto con una perspectiva socio institucional y la
organización de abajo – arriba para contrarrestar los impactos del proyecto.
Palabras clave: Turismo de base comunitaria; Socioecosistema; Conservación del paisaje;
Estructura social y agencia; Prácticas sociales

SAN MARCOS, GUERRERO AND ITS TOURISTIC CHALLENGE FOR A


SOCIOECOLOGICAL CONSTRUCTION OF THE LANDSCAPE
ABSTRACT
The socio-ecological consequences of the appropriation and dispossession processes
originated by tourism megaprojects have been documented, as well as the beneficial changes and
the way to reduce their negative impacts. In the coastal municipality of San Marcos, Guerrero,
Mexico, a project of this nature will be developed, so the objective of the work was to analyze the
possible effects that it may have on the socioecosystem. The "agency" and "social structure" were
established, based on semi-structured interviews, field observations and land use cartography. The
current scenario shows an agency defined by multiple labor identities, the cattle ranch among
them. The social structure exhibits 3 driving forces, the agrarian policy supported by the "sistema
de cargos", the economic-cultural ones mainly due to the use of grasslands, and the natural forces,
represented by labor activities in the not "transformed" ecosystems, threatened by land use
changes and pollution. Social risks conjecture a differential impact between urban and rural
residents, and ecological risks, depending on whether they are ecosystems such as beaches, jungle
or aquatic environments. The standardization of new practices is necessary together with a socio-
institutional perspective and the bottom-up organization to counteract the impacts of the project.
Key words: Community based tourism; Socioecosystem; Landscape conservation; Social
structure and agency; Social practices

1
Departamento el Hombre y su Ambiente, Universidad Autónoma Metropolitana. Unidad Xochimilco
jmatus@correo.xoc.uam.mx; ieroldan@correo.xoc.uam.mx; marco.maldonado4545@gmail.com
2
Tlali Bienestar y Conservación A.C.

Fecha de recepción: 30 de mayo de 2023. Fecha de aceptación: 14 de diciembre de 2023.

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1. INTRODUCCIÓN

En las costas del municipio de San Marcos, Guerrero, se planea el desarrollo de un megaproyecto
turístico de capital internacional que ha dado pie a distintas miradas: para inversionistas y
funcionarios estatales representa un éxito de desarrollo local; es visto con cierto grado de indiferencia
por varios pobladores locales y con preocupación de lideres comunitarios, autoridades locales y
académicos interesados en la zona. Dicha situación fue la base desde la cual partió la presente
investigación orientada a analizar los posibles efectos que puede tener un proyecto turístico de esa
envergadura en un paisaje costero con las particularidades de San Marcos. Esta orientación general
motivó la formulación de 3 objetivos acotados: uno de ellos centrado en comprender las condiciones
sociecológicas actuales de la costa en donde se planea llevar a cabo el proyecto de turismo, el segundo
canalizado a derivar los posibles riesgos que implica para la zona el proyecto turístico, si ésta se
mantiene invariable en sus condiciones socioecológicas actuales y, un tercer objetivo, enfocado a
analizar los factores y mecanismos que pueden desarrollarse para que los pobladores locales puedan
participar en los beneficios de dicho proyecto turístico.
En Latinoamérica la situación antes expuesta suele tratarse como un problema de despojo de
tierras de acceso público, en particular se ha documentado ampliamente las relaciones asimétricas de
poder que generan los procesos de apropiación y despojo de paisajes costeros, con severas
consecuencias socioecológicas (CABRAL y ALIÑO, 2011; LOPERENA, 2016; BOJÓRQUEZ y
VILLA, 2019; CARIÑO y RAMIRÉZ, 2021). Estas investigaciones han denunciado al capital global
quien realiza una búsqueda constante de recursos naturales de alta calidad con la finalidad de
explotarlos y generar plusvalía (HARVEY, 2006). Así también se han expuesto cómo estas acciones
tienden a reordenar los paisajes costeros en función de las inversiones transnacionales (CARIÑO y
RAMIRÉZ, 2021) y cómo los lugares son constantemente reproducidos por dinámicas no definidas
por los ritmos internos y por las características identitarias de los paisajes, sino por los procesos
insertados por empresas y emprendimientos turísticos (CARVALHO y GUSMÁN, 2011).
Se observa así, que las preocupaciones sobre el impacto del turismo en las sociedades anfitrionas
predominan en la literatura latinoamericana, constituyendo un acervo de conocimientos que resultan
imperantes para una investigación como la presente. Sin embargo, la parte conciliadora de esta
investigación requiere también de estudios que hayan considerado la posibilidad de realizar cambios
socioecológicos orientados a aprovechar los beneficios potenciales y minimizar los impactos
negativos de un turismo de capital global. No obstante, por el momento este tipo de literatura de
carácter más conciliador es menos frecuente (DANGI y JAMAL, 2016; LANE y KASTENHOLZ,
2015). A grandes rasgos se sabe que, bajo ciertas condiciones, un turismo de capital internacional
puede llegar a diversificar las alternativas económicas para la población local anfitriona (NGO et al.,
2019). También se ha señalado que este tipo de turismo, al acercar y poner en contacto a personas de
diferentes orígenes, aproxima a grupos sociales permitiendo su interacción y puede llegar a promover
el intercambio entre culturas y concluir en un enriquecimiento cultural y cognitivo para las
poblaciones nativas (REJOWSKI, 2002). En casos aislados, se sabe también que en aquellos paisajes
donde la biodiversidad resulta atractiva desde una percepción recreacional, el turismo puede reducir
las tasas de explotación de ecosistemas naturales al compensar la reducción de ingresos obtenidos en
la extracción por los ingresos que aportan los visitantes (MALIK et al., 2019).
La literatura más cercana que permite vislumbrar alternativas para articular a los pobladores que
dependen de los ecosistemas naturales en enclaves turísticos propios de la esfera económica y
mercantil, es la que ha estudiado el surgimiento de resistencias frente a la colonización del capital.
Estos trabajos surgieron en el marco del cuestionamiento de los pensadores desarrollistas y en donde
los movimientos de defensa al colonialismo se convirtieron en un creciente campo de trabajo
(HVALKOF, 2006). En este marco, antropólogos críticos, economistas, políticos y ecólogos han
documentado la construcción de paisajes llevada a cabo por comunidades locales al defenderse de
acaparamientos territoriales (ESCOBAR, 1998). En estos trabajos se reconoce la fortaleza de las

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respuestas comunitarias y su efectividad para contrarrestar algunos efectos negativos de despojos


territoriales, siempre y cuando logren establecer alianzas con sectores académicos, gubernamentales
y civiles (BAVINCK et al., 2017). Algunas de estas investigaciones han enfatizado sobre cómo los
espacios costeros están siendo cada vez más ocupados, convirtiéndose de esta forma en lugares de
conflicto y en donde los procesos y estructura de poder se imponen, por lo que plantean caminos
políticos para mejorar las condiciones de las comunidades locales en estos escenarios (BENNETT,
2019). Otra temática que han resaltado los estudios de esta naturaleza es el papel del activismo
transnacional empeñado en acciones de la llamada “sociedad civil global” que busca transformar la
mentalidad para así construir una colectividad normada por principios éticos sociales y ecológicos
(DE LA TORRE y VILLANUEVA, 2017). No menos importantes son los estudios que desde tres
décadas han estado resaltando la importancia de generar un sentido de lugar en los pobladores nativos
mediante procesos de resignificación territorial y reapropiación local (MASSEY, 1991). La
importancia de todos estos trabajos es hacer visible las opciones de reajuste que tienen poblaciones
que experimentan el embate en su territorio del capital trasnacional.

2. METODOLOGÍA

La zona de trabajo es un espacio costero que se constituye como un paisaje centrado en la


ganadería y pesca, delimitado en función de identificar aquellas áreas que podrían ser mayormente
afectadas con el plan del megaproyecto turístico. De esta forma, el paisaje está ubicado en el
municipio de San Marcos, Guerrero, México, conformado por un área de 477,5 km2, cuyo límite
occidental es el río Papagayo, el cual ejerce de límite administrativo con el municipio de Acapulco,
en la parte oriental tiene como límite el río Nexpa que representa la frontera con el municipio de
Florencio Villareal. En el sur el área de estudio limita con el Océano Pacífico, y al norte el límite lo
conforma la carretera que comunica a la ciudad de Acapulco con otros centros turísticos como son
Puerto Escondido, Puerto Ángel y Huatulco (Figura 1).

FIGURA 1
Localización del socioecosistema de San Marcos, estado de Guerrero, México

Debido a la naturaleza de la investigación se utilizaron métodos sociales y ecológicos; los


primeros fueron de carácter cualitativo centrados en técnicas documentales, reuniones de trabajo con
diferentes actores y en la entrevista semiestructurada. El trabajo documental implicó la consulta de

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fuentes bibliográficas y hemerográficas sobre conflictos socioecológicos de índole turística,


innovaciones de base comunitaria y reconfiguración de prácticas comunitarias. También, se revisaron
documentos de organismos oficiales, datos espaciales y estadísticos que sustentaran los escenarios
por describrir. Las reuniones de trabajo fueron diferentes, pues variaron en función de los objetivos,
que consistieron en explorar lo que sucedía, o eran para explicar los hallazgos encontrados, o bien,
cuando se buscaban respuestas colectivas, estas reuniones se ajustaron en función del número de
participantes, así como del tiempo disponible de los integrantes y de las condiciones del contexto en
donde se realizaban (HALVORSEN, 2006). Las entrevistas se diseñaron para identificar prácticas
laborales y organizativas de los pobladores locales, por lo que las preguntas centrales fueron: ¿qué
actividades de subsistencia realiza?, y ¿de qué forma se organiza con otros actores para realizar sus
actividades de subsistencia?, preguntas que se reformulaban para ajustarse a las particularidades de
comunicación de los entrevistados (HINKEL et al., 2016). Se realizaron treinta y dos entrevistas en
nueve localidades, las cuales se transcribieron literalmente para llevar a cabo un análisis de ellas y
definir unidades de significado que conformaron los datos tabulados en Excel.
Los métodos ecológicos consistieron en guías de observación de campo y en la elaboración de un
mapa de uso del suelo y vegetación (USyV) a través de la clasificación supervisada de dos imágenes
satelitales Landsat 8 del año 2022, una del mes de abril correspondiente a la época de secas (USGC,
2022a) y otra de octubre de fin de la temporada de lluvias (USGC, 2022b), descargadas de la página
Earthexplorer del Servicio Geológico de Estados Unidos de América. Se establecieron diez clases de
USyV que son: 1) Asentamientos humanos, 2) Áreas sin vegetación aparente, 3) Agricultura de
temporal, 4) Agricultura permanente, 5) Pastizal, 6) Vegetación de selva baja caducifolia, 7)
Vegetación acuática, 8) Zona inundable, 9) Cuerpo de agua y 10) Playa. La clasificación se ejecutó
bajo el algoritmo de máxima probabilidad (CHUVIECO, 2010), en el cual se utilizó información
auxiliar de cada clase de USyV a través de capas de probabilidad de ocurrencia, obtenidas del mapa
de “Cobertura del Suelo de México a 30 metros, 2015” (CONABIO, 2020) escala 1:100 000. El error
de clasificación se estimó con base en 213 puntos de control ubicados aleatoriamente en el área,
procedentes de la interpretación visual de una imagen de diciembre de 2021 de Google Earth. Los
procedimientos de clasificación y edición de mapas fueron realizados en IDRISI Selva (EASTMAN,
2012) y en QGIS Madeira 3.4 (QGIS DEVELOPMENT TEAM, 2018).

3. RESULTADOS

3.1 ESCENARIO ACTUAL: LA CONSTRUCCIÓN SOCIOECOLÓGICA DEL PAISAJE

De acuerdo con INEGI (2020), el municipio de San Marcos tiene 50 124 pobladores, de los cuales
41,3 % son económicamente activos, dedicándose principalmente a: comercio al por menor;
diferentes tipos de servicios (tales como turísticos, salud, apoyo a negocios y de otros tipos) y a la
industria manufacturera. En estas tres grandes actividades se emplean un poco más del 90 % de la
población económicamente activa que predominantemente vive en las áreas más urbanas del
municipio (Figura 2). En el paisaje costero, objeto central de este estudio, la población asentada es
rural y una parte de esta, la ubicada en la parte oriental costera, vive cerca de humedales, ríos, la
laguna y el mar, por lo que la pesca artesanal supone la principal actividad socioeconómica. La
mayoría de la población del entorno se localiza entre el río Papagayo y la laguna de Tecomate y vive
en un espacio dominado por pastizales y selva baja caducifolia (Figura 2), por lo que sus pobladores
se dedican principalmente a la ganadería extensiva de bovinos.

FIGURA 2
Usos de suelo y vegetación del paisaje costero de San Marcos, Guerrero.

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Fuente: Elaboración propia

En forma más analítica, el paisaje costero contiene en su seno una complejidad interna que alberga
una diversidad de actividades laborales y organizaciones que pueden ser mejor comprendidas desde
la teoría de la práctica. Desde dicha teoría, las actividades rutinarias pueden brindar identidad a
quienes las realizan y, aunque su expresión es individual, su conformación es una producción histórica
colectiva, existiendo en ellas una influencia recíproca entre agencia y estructura social (SCHATZKI,
2001). La agencia es el espacio de libertad individual de autogobierno determinado por la capacidad
de los individuos para actuar de forma independiente y tomar decisiones (BARKER, 2000). La
estructura social es un término acuñado por Giddens (1984) para hacer alusión a las fuerzas que
enmarcan a la agencia y se han referido a ella con diferentes denominaciones, por ejemplo, como
contexto socioecológico (KING et al., 2014), factores contextuales (HORCEA-MILCU et al., 2015)
o como fuerzas motrices (GEIST y LAMBIN, 2002). En el caso de San Marcos, la estructura social
se representa en la Figura 3 con un fondo a rayas. Está constituida, de acuerdo con las entrevistas y
las reuniones de trabajo por tres diferentes clases de fuerzas motrices, una de ellas de naturaleza
política, otra de tipo ecológico (condiciones naturales) y otra más de tipo económico-cultural. La
agencia estudiada es la referida al espacio de los pobladores para decidir sus prácticas laborales,
representada en la Figura 3 con un óvalo azul claro.

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FIGURA 3
Representación de la estructura social y la agencia para el paisaje costero

Fuente: Elaboración propia

3.2 FUERZAS MOTRICES POLÍTICAS

En el paisaje costero de San Marcos, la estructura social tiene una predominancia de carácter
político en donde resaltan seis tipos de fuerzas motrices (Figura 3). El punto de partida fue una política
agraria, la cual se manifestó mediante el mecanismo estructurador de un reparto de tierras que
favoreció el desarrollo de prácticas ganaderas de subsistencia, dada la escasez de agua y de suelo
fértil que se constituyeron en limitantes para otras actividades. Una segunda fuerza de este ámbito lo
constituye la organización política local caracterizada por ser ampliamente democrática y basada en
un imperativo de servicio a la colectividad. Como en toda la Costa Chica de Guerrero, la forma
comunitaria de gobierno suele denominarse como “sistema de cargos” y presentan una composición
tripartita: el gobierno civil, el agrario y el religioso (KORSBAEK, 1996). Los entrevistados señalaron
reiteradamente que las decisiones más importantes relativas a la vida colectiva son tomadas en una
asamblea que sigue como principio fundamental el consenso. También relataron que el servicio
comunitario no solo pasa por la ocupación de cargos, sino también por la realización de obras
colectivas llamadas faenas, las cuales son decididas en asamblea y su cumplimiento es obligatorio y
no remunerado. En el caso del gobierno civil y agrario, la parte operativa la conforma el comisario
en el primero y el comisariado en el segundo, en ocasiones el comisario dispone de un cuerpo de
policía compuesto de uno o varios grupos, cada uno con dos comandantes a la cabeza, los cuales son
los encargados de vigilar el cumplimiento de los acuerdos de asamblea. Este sistema de cargos se
hace operativo en espacios acotados denominados núcleos agrarios, que pueden presentarse como dos
figuras legales: la comunidad agraria o el ejido. Ambos casos funcionan de forma similar y consisten
en unidades geográficas conformadas por las tierras que usufructúan varios habitantes. Mediante las
entrevistas se hizo evidente que los pobladores mantenían una fuerte comunicación entre sí al interno
de los núcleos agrarios, pero la interacción entre estos últimos era mínima, casi inexistente, lo cual
rompe con la unicidad de los habitantes en el paisaje al conformarse espacios autónomos desligados
unos de otros.

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Una tercera fuerza de este ámbito está representada por la política de desarrollo estatal mediante
la cual se ha creado una infraestructura de servicios, que tiene un papel estructurador en las prácticas
laborales al abrir puestos de trabajo para su mantenimiento y que amplía las posibilidades
ocupacionales para la población local. Una cuarta fuerza está constituida por la política financiera,
que se expresa a través de programas de subsidios federales diseñados para inyectar dinero en
actividades económicas tales como la apicultura, la cría de ganado o el cultivo de distintos productos.
Este apoyo financiero aplicado en el marco de unas prácticas organizativas comunitarias tan nobles
como las que existen en el paisaje deberían generar resultados exitosos, pero esto no es así y las
entrevistas abonan en comprender este fracaso al denunciar aspectos que obstaculizan los logros
buscados por el apoyo financiero y que se relaciona con las dos fuerzas políticas restantes. En este
sentido los entrevistados señalaron que un obstáculo para el éxito de los subsidios financieros tiene
que ver con los partidos políticos, los cuales, según los entrevistados, tienden a desviar los subsidios
otorgados a campañas de proselitismo político o a compra de votos. Otra razón aducida por los
entrevistados para explicar el fracaso de los subsidios son la existencia de estructuras de poder en
forma de organizaciones o corporaciones locales, las cuales tienen un mayor acceso a los subsidios y
que tienden al acaparamiento y al desvío de fondos para beneficios particulares, totalmente alejados
de las mejoras financieras proyectadas originalmente.

3.3 FUERZAS MOTRICES ECONÓMICO-CULTURALES

El marco institucional local, con sus comisarios, asambleas y policías comunitarias, coexiste de
forma un tanto conflictiva con las estructuras de los tres niveles de gobierno y con las demandas de
un mercado neoliberal, todo lo cual ha incidido en la conformación de un sistema productivo regional
al definir productores, acreedores, responsabilidades comunitarias y otros aspectos similares. En las
áreas urbanas, esto ha llevado a los habitantes al comercio, a los empleos relacionados con los
servicios y a la manufactura, pero en las áreas rurales los habitantes han definido una tradición
productiva y de aprovechamiento que ha modificado o transformado los ecosistemas naturales y que
se refleja en los espacios productivos actuales del paisaje, dominado en un 40,01 % por pastizales,
con un 17,4 % de agricultura permanente y 3,5 % de agricultura de temporal. Los cambios en los
espacios de aprovechamiento, conformados por los ecosistemas naturales que no han sido sustituidos
por otros usos de suelo, han mermado en su rendimiento, puesto que ahora les es más complicado
pescar o aprovechar la madera de la selva según informaron los entrevistados.
De acuerdo con las entrevistas, la merma en el aprovechamiento de los ecosistemas naturales del
paisaje tiene sus raíces en la sobreexplotación que se ha hecho de ellos, así como en la contaminación
que están sufriendo debido al mal manejo de residuos y al uso inadecuado de agroquímicos. Para los
entrevistados, estos problemas se deben a que las prácticas productivas y de aprovechamiento se han
establecido de forma arbitraria sin existir, propiamente hablando, una tradición cultural que la
cimiente. Asimismo, señalan que el escaso financiamiento que llega a los habitantes rurales, no se ha
acompañado por una educación o capacitación que modifique prácticas dañinas o ineficientes y brinde
cierta seguridad a la realización adecuada de los proyectos financiados. Esta falta de estrategias de
cambio o modificación de prácticas produce que los financiamientos aplicados al campo, en lugar de
mejorar las condiciones socioecológicas del entorno, intensifiquen la devastación ecológica al
incrementar la aplicación de prácticas dañinas.

3.4 FUERZAS MOTRICES NATURALES

Las prácticas laborales de la gente que habita en áreas urbanas en el paisaje dependen más de
procesos económicos y políticos, pero para la gente de los ecosistemas, cuya subsistencia depende de
ellos, sus prácticas laborales están estrechamente asociadas a las fuerzas naturales. En el paisaje,
dichas fuerzas están constituidas por tres ecosistemas predominantes: selvas bajas caducifolias,
cuerpos de agua y vegetación acuática. Las selvas son el ecosistema dominante en el paisaje y su uso

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directo por los pobladores del lugar es tangencial, pues básicamente consiste en convertir la madera
en carbón. Este reducido uso de esos ecosistemas contribuye a que tiendan a ser sustituidos por
pastizales y zonas agrícolas, no obstante, siguen ocupando una amplia extensión: el 25,05% del área
paisajística (Figura 2). Dichas selvas se encuentran amenazadas en el área, no solo por la producción
de carbón, sino que en las entrevistas se deja ver que algunos pobladores tienen problemas de
disminución de fertilidad de sus actuales suelos agropecuarios, situación que presiona para que
realicen nuevos desmontes.
En cuanto a los cuerpos de agua, ocupan el 5,01 % de la superficie del paisaje, y en las entrevistas
se denuncia que estos han sido utilizados para el vertido de desechos y aguas residuales. A esta
contaminación se le anexa la sobrepesca surgida por el crecimiento de las poblaciones, ambos
procesos han mermado el aprovechamiento pesquero, pues ahora los peces no arriban ni se producen
como en años anteriores y también se ha observado una reducción de la fauna bentónica. Por su parte,
la vegetación acuática ocupa una pequeña fracción de la superficie del paisaje: el 1,05 %. El uso de
esta vegetación por parte de los pobladores también es reducido, limitándose a utilizar su madera para
la construcción de cercas o para la cocción de alimentos, sin embargo, esta vegetación tiene una
enorme importancia ecológica, entre lo que se destaca el papel de hábitat para distintas especies, su
aporte trófico a los sistemas acuáticos, la retención de sedimentos para evitar azolvamientos acuáticos
y su papel de protección costera. Estos ecosistemas son vulnerables a los eventos meteorológicos
extremos, puesto que los habitantes hablan de los daños causados en ellos por los huracanes Paulina
en el año 1997, Ingrid y Manuel en 2013 y Max en 2017, además con el cambio climático actual,
estos eventos pueden incrementarse en frecuencia y magnitud (GALLARDO et al., 2019).

3.5 LA AGENCIA: ESPACIO PARA DECISIONES AUTÓNOMAS LABORALES

La conjunción de las fuerzas políticas, naturales y económico-culturales configura un espacio de


opciones laborales en donde los habitantes deciden sus actividades de trabajo (Figura 3). Las opciones
son diferentes para quienes viven en las áreas urbanas y para los que habitan en las zonas rurales.
Para estos últimos, las entrevistas revelan que la baja capacidad de inversión de los habitantes, en
conjunción con la limitada extensión de sus tierras, propició una ganadería de subsistencia de tan
reducidos márgenes de ganancia, que ha obligado a estos trabajadores a combinar la ganadería con
otras actividades laborales para complementar los ingresos de subsistencia. De esta forma, los
entrevistados que vivían cerca de sistemas acuícolas declararon combinar la ganadería con la pesca o
hacían una combinación más amplia: ganadería – agricultura – pesca. Por su parte, los ganaderos que
habitaban relativamente cerca de carreteras o centros urbanos combinaban la ganadería con el
comercio, con el empleo en servicios o con la manufactura artesanal, dada su accesibilidad a centros
urbanos. Los ganaderos que residen en lugares más aislados, lejos de centros urbanos o sistemas
acuícolas, dijeron combinar la ganadería con lo que tenían a la mano como, por ejemplo, la
producción de carbón o con agricultura de bajo rendimiento.
Así, en las áreas rurales del paisaje, se produce una divergencia de empleos generada
principalmente por las combinaciones que se produce entre la ganadería y otras ocupaciones,
conformando una población rural con múltiples identidades laborales con su respectivo
fraccionamiento de intereses y necesidades. Esta particular dispersión de trabajos genera a su vez una
diversidad de perspectivas con respecto a lo que sucede en el paisaje y hacia donde los habitantes
quieren caminar. Pero, además, la organización política local que conforma núcleos agrarios
promueve solo prácticas de comunicación al interno de cada núcleo, no fomenta una comunicación
entre los diferentes núcleos. Se produce así un fraccionamiento territorial de perspectivas e intereses
atomizados, con comunidades internamente divergentes y relativamente aisladas unas de otras. Estas
microcomunidades son en parte estructuradas por los distintos espacios del paisaje, de una forma
gradualmente más apremiante al mermar las cualidades de estos espacios, ya sea para la producción
o para el aprovechamiento. Pero a la vez, la población rural define la naturaleza de los espacios a

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través de prácticas con escasa planeación y con una deficiente adecuación a los ecosistemas naturales
y transformados del paisaje.
4. DISCUSIÓN

4.1 RIESGOS ASOCIADOS AL PROYECTO TURÍSTICO

El proyecto de la Riviera de San Marcos abarca 40 kilómetros de playa, desde la desembocadura


del río Papagayo hasta los límites territoriales del municipio de San Marcos con el de Florencio
Villareal, así como una extensión de 7000 hectáreas en las cuales se planea un desarrollo inmobiliario
que comprenderá hoteles, campos de golf, centros ecoturísticos, entre otras instalaciones de diferente
tipo. Las repercusiones que un proyecto de esta índole puede generar en el entorno natural y a la
población local son muy difíciles de prever. Esto dependerá de múltiples factores y procesos, pero
particularmente de qué tipo de turistas van a llegar, cuántos y en qué periodos arribarán y qué
actividades realizarán. Esta información es totalmente incierta por ahora y limita aún más las
posibilidades de vislumbrar las repercusiones probables. Sin embargo, en México existen tendencias
políticas de agentes particulares y desarrolladores inmobiliarios que, avalados por el gobierno, actúan
con libertad y permisividad para modificar y apropiarse de las costas, tal y como ha pasado en el
estado de Baja California Sur (MARÍN et al., 2020). También se cuenta con algún tipo de información
sobre los rasgos socioecológicos del paisaje de San Marcos, lo que en conjunto hacen factible esperar
nuevas fuerzas motrices que, al articularlas con las singularidades del entorno, hacen posible enunciar
los riesgos sociales y ecológicos más probables que pueden ocurrir (PETRISOR et al., 2020), esto
con el fin de brindar elementos de reflexión sobre el posible devenir del paisaje y, con ello, sentar las
bases de acciones futuras.

4.1.1 Riesgos sociales

Los estudios sociales del turismo se pueden enfocar al turista o a los residentes; este trabajo se
canaliza a estos últimos de tal forma que comparte la preocupación de los estudios sobre cómo
proteger y promover el bienestar de los residentes (UYSAL et al., 2020). Con la información con que
se cuenta se puede esperar un impacto diferencial entre los pobladores urbanos y rurales, pues los
primeros estarían más expuestos al aumento demográfico que aparecerá con el arribo de nuevos
habitantes. Generalmente, los pobladores urbanos, en este caso dedicados al comercio, a los servicios
y a la manufactura, son los que experimentan mayores interacciones con las personas que llegan con
el turismo (RAMKISSOON, 2023). El mayor riesgo de estos habitantes es que, al no poder invertir y
adquirir el conocimiento necesario, sean sustituidos por inmigrantes nacionales e inversionistas
extranjeros con mayores capacidades monetarias (ROCCA y ZIELINSKI, 2022). Un riesgo menos
severo estaría representado por una convivencia conflictiva en los espacios comerciales o laborales
utilizados por los residentes con aquellos que arribarán (CARVALHO y GUSMÁN, 2011). Esto
último implica que se pondría en marcha un proceso de cambio cultural, mediante el cual se
readaptarán o generarán nuevos contenidos simbólicos, creándose y recreándose nuevos valores
culturales y de sentidos de pertenencia (SANTANA, 2003).
El impacto del turismo en los habitantes rurales será diferente para aquellos ubicados en las partes
menos comunicadas, que para los habitantes cercanos a centros urbanos o a las vías de comunicación.
Estos últimos están ahora constituidos predominantemente por ganaderos que suelen combinar esta
actividad con el comercio, con el empleo en servicios, o bien, con trabajos asociados a la manufactura,
por lo que mantendrán mayor interacción con los turistas. Hasta ahora estos pobladores han tenido
una mayor comunicación con turistas fortuitos, con los cuales se llegan a generar valores,
sentimientos y, como es común en estos casos, hasta amistades (JIANG y RITCHIE, 2017). Por la
ubicación de sus ranchos, estos habitantes probablemente serán los más tentados a vender sus
propiedades frente a las ofertas de los especuladores inmobiliarios asociados al turismo. Si el número
de ventas de estos terrenos es grande, a la larga puede resultar lo que ha sucedido en otros lugares, en

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dónde solamente un bajo porcentaje de tierras pertenecen a pobladores rurales locales y la mayor
proporción de ellas son de extranjeros recién llegados o de inversionistas nacionales o foráneos
(ROCCA y ZIELINSKI, 2022).
Los pobladores rurales ubicados en las partes más internas del paisaje son una mezcla de
ganaderos, agricultores, pescadores y productores de carbón intermitentes. Hay evidencias de que
estos habitantes tienen un mayor apego al lugar, si se entiende por esta noción conceptual el vínculo
emocional existente entre las personas y el lugar (PATWARDHAN et al., 2020). Por sus actividades
productivas y de aprovechamiento, estos pobladores locales, como en otros muchos lugares, suelen
mantener relaciones conflictivas con las instituciones de intereses proteccionistas (LÓPEZ-
MEDELLÍN et al., 2017), pero su entrecruzamiento con los turistas, tomando en cuenta el apego al
lugar que tienen, puede despertar comportamientos orientados hacia la sustentabilidad, tal y como se
ha documentado en otras regiones (AERTS et al., 2018). En estos pobladores descansa gran parte de
la memoria cultural de las tradiciones de la región; si los turistas actúan como un vector de
reconstrucción cultural y desplazan lo que estos habitantes representan, se generará un impacto poco
benéfico al bienestar físico, mental, emocional y espiritual de los que habiten el paisaje (TOWNSEND
et al., 2018).

4.1.2 Riesgos ecológicos

Los ecosistemas naturales del paisaje presentan distinta vulnerabilidad frente al proyecto turístico
de la Rivera de San Marcos. En general, los proyectos turísticos costeros suelen apropiarse
principalmente de las playas, modelándolas a fin de atender la demanda turística y ajustarlas así a las
preferencias intrínsecas de cada grupo de visitantes (DA COSTA et al., 2020). Por lo que estos
ecosistemas naturales son los que están más expuestos a los impactos generados por el turismo,
situación que se agrava en un país como México, en dónde la ocupación ilegal de la zona federal
marítima terrestre es frecuente (BAÑOS, 2012). Para atender y evaluar estos riesgos de las playas se
han desarrollado varios enfoques, así como una selección de los parámetros que más influyen en estas
alteraciones (MOOSER et al., 2018). El riesgo de daño a las playas es mayor cuando en el espacio
turístico cada una ellas poseen diferentes particularidades y requerimientos específicos de gestión
(ANFUSO et al., 2014). A reserva de estudios más puntuales, lo que se observa en el proyecto Rivera
de San Marcos es que estas son bastante similares, dado que conforman una línea de costa con pocas
variaciones, lo cual reduce el riesgo de los daños en las más vulnerables. Sin embargo, siempre
quedará el riesgo que representa el turismo actual que, bajo los progresos de la ciencia y la tecnología,
tienden a conformar estructuras inmobiliarias en las playas, absolutamente indiferentes a su entorno
y totalmente artificiales, en un marco de modelos globalizados de intervención que las pueden afectar
notoriamente (MUKMIN, 2022).
El ecosistema natural dominante en el paisaje es la selva baja caducifolia y por el momento resulta
poco probable que el turismo centre su interés en estas áreas, ya que ahora tienen una baja calidad
visual y pueden resultar adversas para aquellos no habituados a ellas. En general, estos ecosistemas
tienen una sensibilidad diferencial que depende de sus rasgos geomorfológicos, de esta manera, sus
montañas, lomeríos y llanura aluvial presentan diferentes vulnerabilidades. En San Marcos
predominan los lomeríos, los cuales tienden a ser menos vulnerables que otro tipo de geoformas
(PÉREZ Y GUTIÉRREZ, 2011). Por otro lado, estas selvas ya presentan un notorio nivel de
perturbación, sobre todo por su alta fragmentación, no obstante, a su alto significado social para los
habitantes debido a su cercanía, a su accesibilidad y por los servicios ambientales que les brinda. En
estas condiciones, el mayor riesgo para estos ecosistemas quizá provenga de una mayor demanda de
productos ganaderos por la población que arribe con el turismo. Este incremento de la demanda de
productos pecuarios puede repercutir en las selvas si no se implementan sistemas silvopastoriles de
carácter más sustentables (CRUZ y CRUZ, 2020), dado que los que existen actualmente tiende a
generar perturbaciones ecológicas de diferente tipo.

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J. MATUS PARADA, I. E. ROLDÁN ARAGÓN, L. CARPIO-CORTES, M. A. MALDONADO 130

Los cuerpos de agua y la vegetación acuática son dos ecosistemas naturales estrechamente
relacionados debido a las múltiples interrelaciones ecológicas que mantienen entre ellos. Ambos
ecosistemas contienen gran parte de la biodiversidad costera, pero su comprensión suele ser difícil
debido a su alta dinámica espacio temporal (LUCAS y DELEERSNIJDER, 2020). En general, estos
ecosistemas tienden a ser vulnerables (WANG et al., 2015) y, en el paisaje de San Marcos, presentan
actualmente altos niveles de perturbación por contaminación y sobreexplotación, condiciones que han
modificado y destruido hábitats y afectado a distintas especies de flora y fauna tanto terrestre como
acuática. En estas condiciones, los riesgos ecológicos, ya de por sí altos, se agravarán si se desarrollan
los planes urbanísticos previstos en la colindancia de estos ecosistemas y si no se planifica ubicar
entre las construcciones humanas una infraestructura verde a través de corredores de flora y fauna
(AOUISSI et al., 2021).

4.2 CONDICIONES PARA INSERTAR LO LOCAL A LO GLOBAL

Existen limitadas posibilidades de que los habitantes del paisaje se puedan beneficiar del proyecto
turístico Rivera de San Marcos si no amplían o reconfiguran su espacio actual de agencia laboral, o
bien, si no se reestructura el marco institucional que actualmente gobierna en el paisaje. Las teorías
de la práctica social han analizado cómo emergen nuevas prácticas y de esta forma transformar la
agencia (SPAARGAREN, 2011). Desde estas teorías, dos alternativas han investigado los procesos
y condiciones para dicha transformación de la agencia: una de éstas es la normalización de nuevas
prácticas sociales como ha ocurrido con la reducción del uso de vehículos en las ecoaldeas de Brasil
(ROYSEN y MERTENS, 2019) y, la segunda, se genera desde la perspectiva socio institucional, la
cual implica cambios institucionales de diferentes tipos y niveles, como se manifiesta en algunas
comunidades energéticas locales de los Países Bajos de Europa Occidental en donde se ha cambiado
de un gobierno centralizado a uno de estructuras descentralizadas (LOORBACH et al., 2017).

4.2.1 Normalización de prácticas sociales

La normalización de prácticas sociales se sustenta en las investigaciones que han encontrado que
las personas tienden a imitar el comportamiento de los grupos mayoritarios, pues las perciben como
normales (BOYER, 2016). Esto significa que, en la medida en que una práctica sea compartida por
un grupo social, se define su condición de normal, lo cual amplía su aceptación y define su futuro
patrón de desarrollo (SHOVE y SOUTHERTON, 2000). La normalización constituye una buena
alternativa cuando se trata de generar o transformar prácticas al interior de organizaciones de base y
que solo requieren cambios de conocimientos, de hábitos o de convenciones sociales, sin la
intervención de instituciones formales externas o tecnologías nuevas para ser practicadas (ROYSEN
y MERTENS, 2019). Algunas prácticas laborales cumplen estas condiciones así, por ejemplo, a través
de la capacitación se pueden desarrollar competencias de gestión turística, promoviendo el desarrollo
de nuevas prácticas que, al ser copiadas por otros habitantes, se normalizan.
La normalización de prácticas también puede implicar la formación de contenidos actitudinales y
valorativos que, en conjunto, conforman preceptos éticos que determinan la forma en que las personas
seleccionan acciones y evalúan eventos (FEDELE et al., 2017) y que contribuyen a profundizar el
arraigo de los habitantes por su tierra, así como a formar lo que se llama el sentido del lugar, noción
conceptual construida desde diferentes enfoques, uno de los cuales es el de la Geografía Humanística
que enfatiza sobre la relación dialéctica de cómo el lugar incide en la constitución del sujeto y
viceversa (NOGUÉ, 2014). Desde la antropología y la ecología, INGOLD (2002), asume el sentido
del lugar considerando la relación sociedad - naturaleza y el surgimiento de valores y emociones
implicados y MASSEY (1991), por su parte, ha resaltado la dinámica del sentido del lugar y su
conformación y reconfiguración a partir de la interacción de los sujetos entre sí y entre ellos y los
espacios en los que habitan. En todos los casos, el sentido del lugar es susceptible de rescatarse o
formarse y está estrechamente asociado a la motivación de las personas para actuar a favor de los

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entornos locales y, finalmente, en la adaptación de la sociedad y la naturaleza (MASTERSON et al.,


2019).
Una normalización sustentada en el trabajo colaborativo en busca de consensos y guiado por
principios éticos compartidos puede establecer normas sociales con gran aceptación social. Esto
puede repercutir en la reproducción y reconfiguración de prácticas y tiene la enorme ventaja de poder
ser realizado por los propios habitantes de un territorio, los cuales pueden revisar y ajustar
constantemente sus construcciones para definir lo que funciona y lo que no (ROYSEN y MERTENS,
2019). En condiciones de esta naturaleza los pobladores de un territorio pueden intentar controlar y
regular reflexivamente las condiciones de renovación o reproducción de sus prácticas, ya sea para
mantener las cosas como están o para cambiarlas (GIDDENS, 2007). Sin embargo, una normalización
de prácticas, sin el acompañamiento de un marco institucional, puede tener la virtud de ampliar el
espacio de agencia de los pobladores, pero de forma limitada, pues mucho de lo que decidan las
personas de un lugar puede resultar inviable si no se cuenta con instituciones que apoyen y sustenten
las decisiones, de ahí la importancia de considerar una perspectiva socioinstitucional.

4.2.2. Perspectiva socio institucional

La perspectiva socioinstitucional no solo contempla a las normas morales surgidas de los propios
habitantes, sino también, y de manera muy importante, a las instituciones internas y externas que
estructuran lo que pueden hacer las personas (LOORBACH et al., 2020). Esta estructura institucional
en el paisaje de San Marcos está conformada en gran parte por instituciones políticas de diferente tipo
que reproducen una distribución inequitativa de beneficios socioecológicos e intervienen para definir
una agencia en los pobladores rurales que restringe su capacidad productiva y de aprovechamiento,
además de orillarlos a ejercer perturbaciones en los ecosistemas naturales. La posibilidad de que esta
estructura institucional cambie desde iniciativas externas a los pobladores rurales es remota, dado que
está conformada y sostenida por algunos agentes externos a los que beneficia en mayor medida.
Resulta así más probable que una iniciativa de cambio de esta naturaleza surja desde las bases
comunitarias asociadas con las partes interesadas en ellas. Se ha utilizado la noción de innovaciones
de base para referirse a las organizaciones que generan nuevas soluciones de abajo hacia arriba
(Figura 4), respondiendo a la situación local, así como a los intereses y valores de las comunidades
involucradas (SEYFANG y SMITH, 2007).

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FIGURA 4
Representación analítica de las innovaciones de base en el paisaje de San Marcos

Fuente: Elaboración propia

Las innovaciones de base pueden incidir en las nuevas formas de hacer las cosas a través de la
formación de competencias y valores individuales y su posterior normalización, pero ¿podrán incidir
en las fuerzas motrices que estructuran el hacer de las comunidades? Todavía no se comprende bien
los procesos locales de reconfiguración y normalización de prácticas innovadoras en una organización
de base (ROYSEN y MERTENS, 2019) y queda más lejos el comprender cómo dichas organizaciones
pueden incidir en la estructura social. Por ahora se sabe que las tensiones entre las iniciativas de abajo
hacia arriba y las estructuras de arriba hacia abajo aún son difíciles de reconciliar (MOLDEN et al.,
2017), por ello se ha señalado que adquirir la capacidad para reconciliar conflictos de manera efectiva
por parte de las organizaciones base resulta crucial para que esto suceda (CASTRO-ARCE et al.,
2019). Asimismo, se está investigando el papel de las funciones puente para posibilitar a actores de
diferentes niveles políticos interactuar en nuevas redes y colaboran de nuevas maneras (CASTRO y
VANCLAY, 2020).
En el paisaje de San Marcos, el espacio de la estructura social que resulta más accesible para una
innovación social transformadora es la organización política social, dada que está conformada por los
propios habitantes. Esta organización posee dos cualidades inestimables para poner en marcha
procesos de mejora en el paisaje: una de ellas es su alta capacidad democrática y la otra es su
conformación por núcleos agrarios. A través de su capacidad democrática se puede movilizar a los
habitantes que, al aportar insumos de conocimientos y trabajo, participan en la toma de decisiones
colectiva para poner en marcha una política local de bienestar social y mejora ecológica. Los núcleos
agrarios conforman una formidable estructura operativa para la gestión territorial, empero el problema
actual es su limitada interacción entre ellos, por lo que se hace deseable el establecimiento de
mecanismos que fomenten y controlen la continua interacción entre ellos.
Incidir en la parte de la estructura social que brinda apoyo constituiría una iniciativa más
desafiante, pero imprescindible, dado que la operación y gestión del turismo rara vez se logra en
comunidades aisladas, exentas del apoyo de agentes externos (IDZIAK et al., 2015). Esto es así
porque aquí se requiere de habitantes locales que realicen funciones puente para trasmitir necesidades,

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133 SAN MARCOS, GUERRERO Y SU DESAFIO TURISTICO

correr recursos, poseer visión compartida y resolver conflictos para el logro de recursos cognitivos y
financieros (CASTRO y VANCLAY, 2020). Actualmente, el apoyo es exclusivamente financiero,
con incipientes o nulos recursos cognitivos que resultan de crucial importancia para que los habitantes
de un espacio como éste puedan participar de los beneficios del turismo. Se ha mencionado que la
carta fuerte para este tipo de actores es ofrecer eventos turísticos icónicos y distintivos que funcionen
como catalizadores culturales para renovar la identidad local y atraer a turistas amantes de lo creativo
(LUCIA y TRUNFIO, 2018). Para el desarrollo de este tipo de turismo, los recursos cognitivos
resultan tan o más importantes que los recursos de tipo financiero (RICHARDS, 2020).
Por otra parte, para transformar la política de desarrollo por una de mejoras socioecológicas se
requieren de la población local y organizaciones de apoyo comunitario, capaces de cambiar la
atención exclusiva al desarrollo de redes de carreteras e infraestructura urbana, a una atención más
integral que incluya el crecimiento de los espacios singulares del paisaje de San Marcos. Por eso se
habla de políticas de mejoras socioecológicas, las cuales tendrían que orientarse a evitar la
implantación, en exclusividad, de modelos turísticos descontextualizados de la dinámica
sociocultural, tan comunes en la actual era de la globalización (CARVALHO y GUSMÁN, 2011).
En forma general, esta nueva política debe poder garantizar una ética de conservación del patrimonio
social y natural del paisaje. En lo social, buscar la constitución de empresas turísticas comunitarias
gestionadas por una instancia regulatoria, como por ejemplo los núcleos agrícolas, que supervisen los
beneficios de las empresas (NGO et al., 2019). En lo ecológico, vigilar no solamente el estado de
conservación de los ecosistemas naturales y transformados en forma aislada, pues las zonas costeras
se caracterizan por la fuerte interdependencia de sus ecosistemas, por ello resulta crucial atender las
diferentes formas de conectividad que puedan existir entre ellos (BUTLER et al., 2021).
Se hace referencia a una política de comunicación en el paisaje (Figura 4), inexistente hasta ahora,
pero cada vez más necesaria para vincular a los núcleos agrarios entre sí y a estos con el resto de los
actores e instituciones en el paisaje, así como fuera de él, para abarcar de esta forma a centros de
producción y difusión de conocimientos, tales como universidades, centros de investigación o
instancias de apoyo científico y tecnológico gubernamentales. Se ha visto que estas redes de
intercambio de información entre las comunidades y las partes interesadas internas y externas de un
territorio, fomenta la ampliación de los conocimientos locales y con ello el éxito de emprendimientos
económicamente viables y de bajo o nulo impacto ecológico (BORG et al., 2015).

5. CONCLUSIONES

Al comprender las condiciones socioecológicas actuales del paisaje rural costero de San Marcos,
se tiene un cuadro de un espacio en donde, una actividad económica central: la ganadería que, por
restricciones de las condiciones ecológicas y de capacitación de productores, no ha resultado
suficiente para satisfacer las necesidades de bienestar social local. Esto ha obligado a la población
rural a combinar la ganadería con aquellas actividades económicas que les resultan accesibles,
conformando así pobladores con múltiples identidades productivas. Al sumarse a este rasgo, una
organización política local conformada por núcleos agrarios con escasa comunicación entre sí se tiene
a un paisaje fraccionado de intereses atomizados e internamente divergentes. En estas condiciones, el
proyecto de la Riviera de San Marcos representa un enorme riesgo para los ecosistemas del lugar y
para la población local, la cual puede quedar destinada a una competencia desequilibrada en su contra,
o bien, sustituida por las personas que arriben. Las opciones más viables para evitar este vaticinio
están en iniciativas de base comunitaria, no solo porque en los pobladores descansa la memoria
cultural de las tradiciones de la región, sino porque el verdadero interés de articular lo local con lo
global también está en ellos. A partir de los datos recogidos, consideramos que una perspectiva
integral que incluya esfuerzos por ampliar o reconfigurar el espacio actual de agencia de los habitantes
de San Marcos, una reestructura del marco institucional que actualmente gobierna en el paisaje y la
constitución de una red de intercambio de información que comunique a los pobladores con su
contexto, resultan necesarios para que las comunidades humanas del paisaje caminen hacia la

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transformación necesaria para que no queden relegadas del proyecto turístico. Una posibilidad de
lograr esto involucra ampliar la comunicación de la organización política local y para ello se requiere
que los habitantes adquieran la capacidad para reconciliar conflictos entre sí, así como la participación
de actores internos o externos que cumplan funciones puente para posibilitar que organizaciones e
instituciones de diferentes niveles políticos puedan interactuar en redes de colaboración de diferentes
maneras.

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