LECTURAS
LECTURAS
LECTURAS
Según la leyenda, existía en la región una hermosa doncella de nombre Kariquima, ella pasteaba
todos los días a su ganado, su hermosura no pasó desapercibida y el Mallku Tata Sabaya, como el
Mallku Sajama, quedaron enamorados de la joven.
Tata Sabaya, animado por los yatiris envió una nota de corte a la joven, la misma que fue aceptada
con grato placer por la doncella la que veía con agrado la pretensión del enamorado.
En tanto, el soberbio Sajama, al enterarse del idilio, rompió en cólera decidiendo darle una lección
por el atrevimiento y para ello tramó una emboscada, donde con su poderosa honda dio un
disparo certero al joven Tata Sabaya que apenas pudo huir, con los dientes destrozados, por el
extenso salar de Coipasa donde escupió sangre. Con el tiempo cada escupitajo fue convirtiéndose
en aislados y pequeños cerros hoy conocidos como Sik'a Qullu Qullunaka.
Se dice que la cúspide del Tata Sabaya dicen que tiene cuatro peñascos inmensos, cuyos morros
están separados por una profunda hendidura horizontal que atraviesa de este a oeste, lo que
según la leyenda fue ocasionado por Sajama en su disputa por la esbelta Karikima.
Sin embargo, el Mallku Tata Sabaya, no se dio por vencido y tramó una venganza por los daños
que le causó su contrincante y para ello, envió conejos silvestres para que le comieran la espalda a
Sajama. En efecto así lo hicieron causándole gran dolor y al no poder aguantar más, éste ordenó a
su sirviente a buscar a su hermano Illimani para traer un antídoto.
El fiel sirviente al retornar con el requerido remedio para su curación, encontró moribundo a
Sajama y sin saber qué hacer cubrió su espalda con densa niebla que luego se convirtió en nieve
congelando ahí mismo a los conejos.
Leyenda chiriguana del origen del hombre
En la mitología chiriguana dos dioses gobiernan el mundo. Tumpaete, que expresa el bien y su
contrapuesto: el mal, que recibe el nombre de Aguaratumpa. Los dos transcurren en constante
lucha y su animadversión durará hasta el fin de los siglos.
II
Ocurrió en tiempo inmemorial Aguara-tumpa conocedor del celo que tenía Tumpaete por el
hombre al que había creado y del que era protector, descuidando a los vigilantes provocó un
incendio que destruyó los campos, quemó los pastizales y bosques de la raza chiriguana,
exterminando a los animales que moraban ahí.
Tupaete les aconsejó que trasladaran sus caseríos a las riberas del río y allí sembraran maíz.
Mientras maduraran las mieses se alimentarían de los pescados.
Aguara-tumpa viéndose burlado en su afán destructor, "hizo caer desde los cielos aguas
torrenciales" e inundó la chiriguanía.
— stá decidido que todos vosotros moriréis ahogados y para salvar la raza chiriguana buscad un
mate gigante y dentro de él dejad dos niños, macho y hembra, "hijos de una misma mujer",
escogidos entre los más fuertes y perfectos. Ellos serán el tronco en que florecerá la nueva raza
chiriguana.
Los chiriguanos obedecieron a su dios. La lluvia no cesó durante muchas lunas y el mate con los
dos niños adentro siguió flotando sobre las aguas. Murieron todos, no sobrevivió ninguno. La
tierra se anegó y se calmó la lluvia cuando Aguara-tumpa creyó que había desaparecido la raza
chiriguana y él podía ya ser el dueño de la tierra.
El guajojó
Hernando Sanabria Fernández
En lo prieto de la selva y cuando la noche ha cerrado del todo, suele oírse de repente un sonido de
larga como ondulante inflexión, agudo, vibrante, estremecedor. Se diría un llanto, o más bien un
gemido prolongado que eleva el tono y la intensidad y se va apagando lentamente como se apaga
la vibración de una cuerda.
Se sabe que quien emite ese canto es un ave solitaria a la que nombran de guajojó por supuestos
motivos de onomatopeya. Son pocos los que la han visto, y esos pocos no aciertan a dar razones
de cómo es y en dónde anida. Refieren, eso sí, la leyenda que corre acerca de ella y data de
tiempos antañones.
Era una joven india tan bella como graciosa, hija del cacique de cierta tribu que moraba en un
claro de la selva. Amaba y era amada de un mozo de la misma tribu, apuesto y valiente, pero acaso
más tierno de corazón de lo que cumple a un guerrero.
Al enterarse de aquellos amores el viejo cacique, que era a la vez consumado hechicero, no
hallando al mozo merecedor de su hija, resolvió acabar con el romance del modo más fácil y
expedito. Llamó al amante y valido de sus artes mágicas le condujo a la espesura, en donde le dio
alevosa muerte.
Tras de experimentar la prolongada ausencia del amante, la indiecita cayó en las sospechas y fue
en su búsqueda selva adentro. Al volver a casa con la dolorosa evidencia, increpó al padre entre
sollozo y sollozo, amenazándole con dar aviso a la gente del crimen cometido.
El viejo hechicero, la transformó al instante en ave nocturna, para que nadie supiera lo ocurrido.
Pero la voz de la infortunada paso a la garganta del ave, y a través de ésta siguió en el inacabable
lamento por la muerte del amado.
Tal es lo que refieren los comarcanos sobre el origen del guajojó y su febril canto en las noches
selváticas.