Protocolo Final Extenso
Protocolo Final Extenso
Protocolo Final Extenso
MEDICINA GENERAL
PROTOCOLO DE INVESTIGACIÓN
ÁREA CLÍNICA
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MANEJO HEMODINÁMICO DE LA SEPSIS
Identificación
Análisis
La sepsis se define como una afección grave y posiblemente mortal producida por el
mismo sistema inmunitario al reaccionar de manera extrema a una infección, donde
éste puede ocasionar daño a los tejidos u órganos del cuerpo por lo que se
considera una emergencia médica. Cualquier persona puede sufrir de sepsis,
incluso infantes, mujeres embarazadas y adultos mayores.
Tenemos la suficiente evidencia científica para afirmar que la aplicación precoz y
dirigida de una serie de medidas diagnóstico-terapéuticas las cuales pueden mejorar
de manera significativa la supervivencia; entre estas se encuentran el tratamiento
antibiótico y soporte hemodinámico adecuado (1).
El soporte hemodinámico es una parte importante del tratamiento que se debe
realizar durante la primera hora del shock séptico y del cual el médico es
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responsable de administrar cristaloides a ritmo de 30ml/kg/hora para mejorar la
supervivencia de nuestro paciente(1).
Introducción:
Objetivo general
Objetivos específicos
Justificación
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El poder personalizar la estabilización hemodinámica hará que se pueda brindar un
mejor y efectivo manejo en los pacientes con sepsis, obteniendo mejores resultados.
Hipótesis
Se formula la hipótesis de que la implementación de un enfoque integral y
multidisciplinario en el manejo hemodinámico de la sepsis, que incluya la
optimización de la precarga, poscarga, contractilidad cardíaca y resistencias
vasculares periféricas, resultará en una mejora significativa en los desenlaces
clínicos de los pacientes. Se espera que este enfoque personalizado, que tenga en
cuenta las características fisiopatológicas específicas de la sepsis en cada individuo,
logre una estabilización hemodinámica más rápida y efectiva, reduciendo la
progresión a formas más graves de shock séptico y disfunción orgánica (4).
Marco teórico
La sepsis y el shock séptico representan desafíos significativos en la medicina
crítica, con una alta tasa de mortalidad y la necesidad de un manejo clínico
cuidadoso. La monitorización hemodinámica es una herramienta vital en este
proceso, ya que permite a los médicos evaluar la función cardiovascular y guiar la
terapia de resucitación. Los parámetros clave incluyen la presión arterial, la
frecuencia cardíaca, el gasto cardíaco y la saturación de oxígeno, que juntos
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proporcionan una imagen del estado hemodinámico del paciente. Un primer paso
obligado en la evaluación inicial del paciente crítico es determinar la idoneidad del
estado de perfusión de los tejidos. La presencia y/o persistencia de disoxia celular
va a ser un factor fundamental en el desarrollo de lesiones orgánicas, fracaso
multiorgánico y, eventualmente, la muerte del individuo. Lo que habitualmente
conocemos como inestabilidad hemodinámica suele referirse a la presencia de
signos clínicos sugestivos de hipoperfusión (alteración del sensorio, pobre relleno
capilar, etc.), y, sobre todo, a la presencia de hipotensión arterial. Ahora bien, en los
últimos años la evidencia de que la presencia de hipoperfusión aun en ausencia de
hipotensión y/o de estos signos clínicos, a lo que se denomina shock oculto o
compensado, se asocia también a cifras significativamente elevadas de
morbimortalidad ha llevado a un mayor esfuerzo por detectar dichas situaciones de
hipoperfusión. En el paciente crítico, hablaremos de shock, o insuficiencia
cardiovascular, cuando tengamos evidencia de hipoperfusión tisular. La incapacidad
para mantener la adecuada perfusión de los tejidos va a provocar un incremento en
la extracción de oxígeno a nivel microcirculatorio, así como el inicio de las vías
anaerobias a fin de mantener la respiración celular. Así, en nuestra práctica clínica,
hablaremos de situación de shock cuando detectemos una disminución de las
saturaciones venosas de oxígeno y/o una elevación del lactato sérico, más allá de la
presencia o no de hipotensión arterial. Los principales determinantes de la llegada
de oxígeno a los tejidos son (a) la presión de perfusión y (b) el transporte global de
oxígeno. El proceso de reanimación hemodinámica, mediante la manipulación de
estas variables de presión y flujo, buscará restaurar el equilibrio entre transporte
(DO2) y consumo (VO2) de oxígeno a los tejidos, con la consiguiente reversión de la
anaerobiosis. La corrección del estado de disoxia debería conseguirse cuanto antes,
puesto que la duración del daño va a condicionar el mayor desarrollo de fracaso
orgánico, con consecuencias directas sobre el pronóstico del individuo. El manejo
hemodinámico en la sepsis se centra en la optimización de la precarga, poscarga,
contractilidad cardíaca y resistencias vasculares periféricas. La precarga se refiere
al volumen de sangre en el ventrículo al final de la diástole, y su optimización es
crucial para garantizar que el corazón funcione de manera eficiente. La poscarga es
la resistencia contra la cual el corazón debe bombear, y su ajuste puede mejorar la
perfusión de órganos. La contractilidad cardíaca se relaciona con la fuerza de
contracción del corazón, y las resistencias vasculares periféricas son indicativas de
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la tensión en los vasos sanguíneos fuera del corazón. La ecocardiografía es una
herramienta fundamental en la evaluación de la función cardíaca y la hemodinámica,
proporcionando mediciones clave para entender la fisiología cardiovascular.8 La
evaluación del llenado ventricular izquierdo mediante el Doppler tisular permite
determinar la presión de llenado del ventrículo izquierdo (VI), utilizando la relación
E/e’. Valores de E/e menores a 8 sugieren presiones normales, mientras que valores
mayores a 15 indican presiones elevadas de llenado del VI. La presión media de la
cuña capilar pulmonar (PCWP) es un indicador de la precarga del VI y se calcula
utilizando la fórmula de Nagueh, donde la velocidad de la onda E y la onda e’ son
componentes clave. Sin embargo, su precisión puede disminuir en condiciones
como estenosis mitral o prótesis valvulares mitrales. La resistencia vascular
sistémica (RVS) se evalúa mediante ecocardiografía, utilizando la presión arterial
media (PAM), la presión diastólica arterial (PAD) estimada y el gasto cardíaco (GC).
Esta medida proporciona información importante sobre la función vascular periférica.
El ultrasonido pulmonar es una técnica complementaria para evaluar la congestión
pulmonar. La visualización de artefactos, como líneas B en modo B, indica la
presencia de líquido o consolidaciones en el parénquima pulmonar, lo que sugiere
congestión pulmonar. Protocolos específicos de exploración ayudan a estandarizar
esta evaluación, con recomendaciones de puntos de exploración tanto ventrales
como laterales en el tórax del paciente. Un enfoque integral y multidisciplinario para
el manejo de la sepsis puede incluir estrategias como la administración de fluidos
para optimizar la precarga, el uso de medicamentos vasoactivos para ajustar la
poscarga y la contractilidad, y el monitoreo continuo para ajustar el tratamiento
según sea necesario. Este enfoque puede mejorar los desenlaces clínicos,
reduciendo la duración de la estancia en la UCI y en el hospital, disminuyendo la
necesidad de terapias de soporte circulatorio avanzadas, y potencialmente
disminuyendo la mortalidad asociada a la sepsis8.
Diseño
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Tomando en consideración que como objetivo de la investigación se tiene el mejorar
el tratamiento a partir de este manejo, para a partir de esto se realicen
adecuaciones en cada paciente, favoreciendo de esta manera la disminución de la
mortalidad por sepsis.
Materiales y métodos
Metodología de la investigación
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Resultados
Gasto Cardíaco:
La medición del gasto cardiaco también se emplea con frecuencia en la reanimación
de los pacientes con shock séptico de mayor gravedad. El estándar para su
medición es la termodilución obtenida a partir del catéter de arteria pulmonar
(catéter de Swan - Ganz).
Basado en la evidencia actual, las alternativas técnicas que permiten medir el gasto
cardiaco de manera relativamente confiable son la ecocardiografía, la termodilución
transcardiopulmonar mediante catéter PICCO, y la dilución de un bolo de litio
(LIDCO).9
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Monitoreo de la perfusión:
En la evaluación inicial se debe priorizar la perfusión periférica y la medición del
lactato plasmático (una medición en sangre venosa periférica es igualmente
confiable).
El monitoreo de la perfusión debe complementarse con la medición de la SvcO2 y
de la diuresis.9
Administración de fluidos:
Desde el punto de vista de la temporalidad de la administración de fluidos la
estrategia más racional desde el punto de vista fisiopatológico y también de acuerdo
a la evidencia reciente es focalizar la administración de fluidos en las primeras horas
de reanimación y restringir su uso una vez que se ha logrado revertir la
hipoperfusión. 9
9
de rescate. Sin embargo, debido a sus efectos negativos en el consumo de oxígeno
miocárdico, su arritmogenicidad, su potencial impacto negativo en flujo esplácnico, y
su tendencia a aumentar las concentraciones de lactato, su uso como rescate tiene
poco sustento.
Inótropos: El inótropo más empleado es la dobutamina, droga con la cual existe una
larga experiencia y cuya seguridad está bien establecida. En general se recomienda
utilizar inótropos cuando existan evidencias de bajo débito con aumento de
presiones intracardiacas, y/o una disminución importante de la contractilidad,
asociados a la presencia de hipoperfusión que no responde a la reanimación inicial
con fluidos y vasopresores. una dosis baja entre 2,5 y 5ug/kg/min es suficiente para
mejorar la contractilidad y no se asocia a taquiarritmias u otros efectos adversos.
Corticoides: Está bien establecido que dosis moderadas de hidrocortisona entre 200
a 300mg/día aumentan la reactividad vascular y permiten disminuir los
requerimientos de vasopresores. Asimismo, estas dosis tienen un importante efecto
antiinflamatorio que puede evidenciarse por una disminución de los marcadores
clínicos de respuesta inflamatoria. Sin embargo, la evidencia actual no indica que
disminuya la mortalidad ni la morbilidad.9
Está bien establecido que dosis moderadas de hidrocortisona entre 200 a
300mg/día aumentan la reactividad vascular y permiten disminuir los requerimientos
de vasopresores.
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Conclusión:
El manejo hemodinámico oportuno y adecuado es crucial para el pronóstico de los
pacientes con sepsis. La implementación de protocolos de sepsis y la atención
temprana por equipos multidisciplinarios pueden reducir la mortalidad.
Puntos clave:
* Reanimación inicial:
* Estabilización hemodinámica.
* Monitoreo hemodinámico y de la perfusión.
* Expansión de volumen.
* Monitoreo avanzado:
* Gasto cardíaco.
* Perfusión tisular.
* Fármacos:
* Vasopresores: dopamina, noradrenalina, adrenalina.
* Inótropos: dobutamina.
* Corticoides: hidrocortisona.
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RESUMEN
Palabras clave
Introducción
Objetivo
Material y métodos
Resultados
12
Conclusiones
La sepsis se define como una respuesta desregulada a una infección, la cual nos
puede llevar a una disfunción orgánica letal. La finalidad de la reanimación
hemodinámica es principalmente restaurar el equilibrio entre el transporte y el
consumo de oxígeno en los tejidos, y gracias a esto buscar la reversión de la disoxia
para evitar el fracaso orgánico.
SUMMARY
Keywords.
Introduction
Objective
13
patient in septic shock should include invasive blood pressure, electrocardiographic
tracing, and pulse oximetry, in addition to systemic perfusion monitoring.
Conclusions
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BIBLIOGRAFÍA
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