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Karl Marx

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¿A qué nos referimos con acumulación originaria y bajo que procesos económicos y políticos

se lleva a cabo?
A la expropiación de los productores directos, lo que significa el aprovechamiento de la propiedad
privada que se funda en el trabajo propio, esto es, la expropiación del trabajador permitiendo un
elemento clave del capitalismo: la explotación del trabajo formalmente libre de otros, es decir, el trabajo
asalariado. La acumulación originaria es el proceso histórico de disociación entre el productor y los
medios de producción. Esta acumulación dependió abrumadoramente de la colonización de América y
las Indias Orientales, en particular el comercio de esclavos, por las naciones europeas. Su sentido es
privatizar los medios de producción, de tal modo que sus propietarios puedan aprovecharse de la
existencia de población sin medios que tiene que trabajar para ellos. Esa privatización afectó sobre todo
a las grandes masas rurales, que eran expulsadas del campo y respondía a un programa político que se
ha llamado individualismo agrario. La privatización destruía decenas de formas tradicionales de definir
los derechos de acceso de la población a los medios de producción y los recursos naturales: vinculación
de los siervos a la tierra, derechos comunales, derechos de campo abierto y otros. Es importante
mencionar que la acumulación originaria no es un proceso económico y político único, sino que se lleva a
cabo en diferentes momentos y lugares, y bajo diferentes formas.
CAPÍTULO XXIV
Hemos visto cómo el dinero se transforma en capital; cómo mediante el capital se produce plusvalor y
del plusvalor se obtiene más capital. la acumulación del capital presupone el plusvalor, el plusvalor la
producción capitalista, y ésta la preexistencia de masas de capital a relativamente grandes en manos de
los productores de mercancías. Todo el proceso, pues, parece suponer una acumulación “originaria”
previa a la acumulación capitalista, una acumulación que no es el resultado del modo de producción
capitalista, sino su punto de partida.

Esta acumulación originaria desempeña en la economía política aproximadamente el mismo papel que el
pecado original en la teología. los primeros acumularon riqueza y los últimos terminaron por no tener
nada que vender excepto su pellejo. arranca la pobreza de la gran masa que aun hoy, pese a todo su
trabajo, no tiene nada que vender salvo sus propias personas y la riqueza de unos pocos, que crece
continuamente, aunque sus poseedores hayan dejado de trabajar hace mucho tiempo.

Pero no bien entra en juego la cuestión de la propiedad, se convierte en deber Sagra sostener que el
punto de vista de la cartilla infantil es el único válido para todos los niveles de edad y grados de
desarrollo. En la historia real el gran papel lo desempeñan, como es sabido, la conquista, el
sojuzgamiento, el homicidio motivado por el robo: en una palabra, la violencia, En la economía política,
tan apacible, desde tiempos inmemoriales ha imperado el idilio. El derecho y el “trabajo” fueron desde
épocas pretéritas los únicos medios de enriquecimiento, siempre a excepción, naturalmente, de “este
año”. En realidad, los métodos de la acumulación originaria son cualquier cosa menos idílicos. El dinero y
la mercancía no son capital desde un primer momento, como tampoco lo son los medios de producción
y de subsistencia. Requieren ser transformados en capital. es necesario que se enfrenten y entren en
contacto dos clases muy diferentes de poseedores de mercancías; a un lado los propietarios de dinero,
de medios de producción y de subsistencia a quienes les toca valorizar, mediante la adquisición de fuerza
de trabajo ajena, la suma de valor de la que se han apropiado; al otro lado, trabajadores libres,
vendedores de la fuerza de trabajo propia y por tanto vendedores de trabajo. Trabajadores libres en el
doble sentido de que ni de producción a la inversa de lo que ocurre con el campesino que trabaja su
propia tierra, están incluidos directamente entre los medios de producción como sí lo están los esclavos,
siervos ni tampoco les pertenecen a ellos los medios Con esta polarización del mercado de mercancías
están dadas las condiciones fundamentales de la producción capitalista. La relación del capital
presupone la escisión entre los trabajadores y la propiedad sobre las condiciones de realización dejó
trabajo. una vez establecida la producción capitalista, la misma no sólo mantiene esa división, sino que la
reproduce en escala cada vez mayor. El proceso que crea a la relación del capital, pues, no puede ser
otro que el proceso de escisión entre el obrero y la propiedad de sus condiciones de trabajo, proceso
que, por una parte, transforma en capital los medios de producción y de subsistencia sociales, y por otra
convierte a los productores directos en asalariados. la llamada acumulación porque configura la del
capital y del modo de producción correspondiente al mismo. del desarrollo fue el sojuzgamiento del
trabajador. La etapa siguiente consistió en un cambio de forma de ese so juzgamiento. Sin embargo, los
objetivos que nos hemos trazado no exigen, ni con mucho, el análisis del movimiento medieval. Aunque
la producción capitalista, esporádicamente, se estableció ya durante los siglos XIV y XV en los países del
Mediterráneo, la era capitalista sólo data del siglo XVI. Allí donde florece, hace ya mucho tiempo que se
ha llevado a cabo la supresión de la servidumbre de la gleba y que el régimen urbano medieval ha
entrado en la fase de su decadencia. La expropiación que despoja de la tierra al trabajador constituye el
fundamento de todo el proceso. Los trabajadores asalariados agrícolas se componían en parte de
campesinos que valorizaban su tiempo libre trabajando en las fincas de los grandes terratenientes, en
parte de una clase independiente poco numerosa tanto en términos absolutos como en relativos de
asalariados propiamente dichos. Pero también estos últimos eran de hecho, a la vez, campesinos que
trabajaban para sí mismos, pues además de su salario se les asignaba tierras de labor con una extensión
de 4 acres a y más, y asimismo cottages. Disfrutaban, además, a la par de los campesinos propiamente
dichos, del usufructo de la tierra comunal, sobre la que pacía su ganado y que les proporcionaba a la vez
el combustible: leña, turba. En todos los países de Europa la producción feudal se caracteriza por la
división de la tierra entre el mayor número posible de campesinos tributarios. El poder del señor feudal,
como el de todo soberano, no se fundaba en la longitud de su registro de rentas, sino en el número de
sus súbditos, y éste dependía de la cantidad de campesinos que trabajaban para sí mismos. las bases del
modo de producción capitalista se produjeron en el último tercio del siglo XV y los primeros decenios del
siglo XVI. De proletarios libres como el aire fue arrojada al mercado de trabajo por la disolución de las
mesnadas feudales que, como observó correctamente Sr. James Steuart, “en todas partes colmaban
inútilmente casas y castillos”. Por el contrario, el gran señor feudal, tenazmente opuesto a la realeza y al
parlamento, creó un proletariado muchísimo mayor al expulsar violentamente a los campesinos de la
tierra, sobre la que tenían los mismos títulos jurídicos feudales que él mismo, y al usurparles las tierras
comunales. Las grandes guerras feudales habían aniquilado a la vieja nobleza feudal; la nueva era hija de
su época, y para ella el dinero era el poder de todos los poderes. Su consigna, pues, rezaba: transformar
la tierra de labor en pasturas de ovejas. cómo la expropiación del pequeño campesino significa la ruina
de la campaña. Violentamente se arrasaron las viviendas de los campesinos y las cottages de los obreros,
o se las dejó libradas a los estragos del tiempo. Si se compulsan , dice Harrison, los más viejos inventarios
de cada finca señorial, se encontrará que han desaparecido innumerables casas y pequeñas fincas
campesinas que el país sostiene a mucha menos gente que numerosas ciudades están en ruinas, aunque
prosperan unas pocas nuevas .Por ese entonces (1489) comenzaron a ser más frecuentes las quejas
sobre la conversión de tierras de labor en praderas, fáciles de vigilar con unos pocos pastores; y las fincas
arrendadas temporal, vitalicia y anualmente. Se transformaron en dominios señoriales. Esto dio origen a
una decadencia del pueblo, y por consiguiente a una decadencia de las ciudades, iglesias, diezmos. Fue
admirable la sabiduría demostrada en esa época por el rey y el parlamento en la cura del mal. Se dice
allí, entre otras cosas, que “muchas fincas arrendadas y grandes rebaños de ganado, especialmente de
ovejas, se concentran en pocas manos, con lo cual han aumentado considerablemente las rentas de la
tierra y disminuido mucho los cultivos , se han arrasado iglesias y casas y cantidades asombrosas de
hombres han quedado incapacitados de ganarse el sustento para sí y sus familias .Por eso la ley ordena
la reconstrucción de las casas rústicas derruidas, determina cuál debe ser la proporción entre la tierra
cerealera y la de pastos, Hoy en día dicho obrero se considera afortunado cuando su casa tiene un
huertecito, o si lejos de la misma puede alquilar un par de varas de tierra. Terratenientes y arrendatarios,
dice el doctor Hunter, operan aquí de común acuerdo. Unos pocos acres por cottage harían de los
trabajadores personas demasiado independientes. eclesiásticos. En la época de la Reforma, la Iglesia
Católica era propietaria feudal de gran parte del suelo inglés. La supresión de los monasterios arrojó a
sus m oradores al proletariado. Los propios bienes eclesiásticos fueron objeto, en gran parte, de
donaciones a lo rapaces favoritos del rey, o vendidos por un precio irrisorio á arrendatarios y residentes
urbanos especuladores que expulsaron en m asa a los antiguos campesinos tributarios hereditarios,
fusionando los predios de estos últimos. Se abolió tácitamente el derecho, garantizado por la ley, de los
campesinos empobrecidos a percibir una parte de los diezmos eclesiásticos.
Los capitalistas burgueses favorecieron la operación, entre otras cosas para convertir el suelo en artículo
puramente comercial, para acrecentar el aflujo hacia ellos de proletarios enteramente libres procedentes
del campo, etc. Actuaban en defensa de sus intereses, tan acertadamente como los burgueses urbanos
suecos, cuyo baluarte económico era el campesinado, por lo cual, estrechamente de acuerdo con éste
ayudaron a los reyes a recuperar por la violencia, de manos de la oligarquía, los bienes de la corona
(desde 1604, y después en los reinados de Carlos X y Carlos X I). Crecerán las ciudades y las
manufacturas, porque más gente, en busca de trabajo, se verá empujada hacia ellas. Este es el modo en
que ha operado, de manera natural, la concentración de las fincas arrendadas, y el modo en que
efectivamente ha operado, desde hace muchos años, en este reino”. La clase de los asalariados, surgida
en la segunda mitad del siglo XIV, sólo configura entonces y durante el siglo siguiente una parte
constitutiva muy pequeña de la población, fuertemente protegida en su posición por la economía
campesina independiente en el campo y la organización corporativa en la ciudad. En el campo y la
ciudad, maestros y trabajadores estaban próximos desde el punto de vista social. La subordinación del
trabajo al capital era sólo formal, esto es, el modo de producción mismo no poseía aún un carácter
específicamente capitalista. El elemento variable del capital preponderaba considerablemente sobre su
elemento constante. De ahí que la demanda de trabajo asalariado creciera rápidamente con cada
acumulación del capital, mientras que la oferta de trabajo asalariado sólo la seguía con lentitud. Una
gran parte del producto nacional, transformada más tarde en fondo de acumulación del capital,
ingresaba todavía, por ese entonces, en el fondo de consumo del trabajador.

La expropiación y desahucio de la población rural, intermitentes, pero siempre renovados, suministraban


a la industria urbana, como hemos visto, más y más masas de proletarios totalmente ajenos a las
relaciones corporativas, sabia circunstancia que hace creer al viejo Adam Aerson (no confundir con Jam
es Anderson), en su Historia del comercio, en una intervención directa de la Providencia. ¿En qué se
resuelve la acumulación originaria del capital, esto es, su génesis histórica? En tanto no es
transformación directa de esclavos y siervos de la gleba en asalariados, o sea mero cambio de forma, no
significa más que la expropiación del productor directo, esto es, la disolución de la propiedad privada
fundada en el trabajo propio. La propiedad privada del trabajador sobre sus medios de producción es el
fundamento de la pequeña industria, y la pequeña industria es una condición necesaria para el
desarrollo de la producción social y de la libre individualidad del trabajador mismo. Ciertamente, este
modo de producción existe también dentro de la esclavitud, de la servidumbre de la gleba y de otras
relaciones de dependencia. Pero sólo florece, sólo libera toda su energía, sólo conquista la forma clásica
adecuada, allí donde el trabajador es propietario privado libre de sus condiciones de trabajo, manejadas
por él mismo: el campesino, de la tierra que cultiva; el artesano, del instrumento que manipula como un
virtuoso. Este modo de producción supone el parcela miento del suelo y de los demás medios de
producción. Excluye la concentración de éstos, y también la cooperación, la división del trabajo dentro
de los mismos procesos de producción, el control y la regulación sociales de la naturaleza, el desarrollo
libre de las fuerzas productivas sociales. La transformación de la propiedad privada fragmentaria,
fundada sobre el trabajo personal de los individuos, en propiedad privada capitalista es, sin duda, un
proceso incomparablemente más prolongado, más duro y dificultoso, que la transformación de la
propiedad capitalista, de hecho, fundada ya sobre el m anejo social de la producción, en propiedad
social. En aquel caso se trataba de la expropiación de la m asa del pueblo por unos pocos usurpadores;
aquí se trata de la expropiación de unos pocos usurpadores por la asa del pueblo.
Referencias

El capital Karl Marx, paginas: 891,895, 899, 905, 923, 852, 953.

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