La Tumba de Servilia en La Necropolis
La Tumba de Servilia en La Necropolis
La Tumba de Servilia en La Necropolis
ROMANA DE CARMONA:
UNA NUEVA INTERPRETACIÓN FUNCIONAL
The Tomb of Servilia in the Roman Necropolis of Carmona:
A New Funtional Interpretation
RESUMEN Entre 1905 y 1908, Juan Fernández López, uno de los descubridores y propietarios
de la Necrópolis romana de Carmona, desenterró (ya que realmente no se realizó
una excavación ni siquiera para los estándares de la época) la tumba de Servilia, que
probablemente sea el complejo funerario romano más extenso jamás encontrado en
España. La tumba de Servilia fue construida durante las primeras décadas del siglo I
dne y perteneció a la familia Servilia, una de las principales gens de Carmona en los
siglos I y II dne. Esta tumba se dispone en torno a un atrio central con doble hilera de
columnas. En su borde oriental con acceso desde el exterior, existía un pasaje subte-
rráneo que conducía a la cámara funeraria, también excavada en la roca y sostenida por
imponentes arcos. Por su impresionante estado de conservación, la tumba de Servilia
ha sido objeto de varios estudios, pero siempre desde un punto de vista tipológico.
En este trabajo se aborda la tumba de Servilia desde un ángulo diferente. Después de
describir una gran cantidad de nuevas evidencias arqueológicas, desatendidas hasta
ahora, se presenta una nueva comprensión funcional y simbólica de esta tumba. Como
principal novedad se ha realizado una distinción entre los banquetes funerarios reali-
zados con carácter conmemorativo y los que tenían lugar después de haber enterrado
al paterfamilias. Estos, que se celebraban en el atrio, cumplían el doble cometido de
honrar al muerto y servir para la eficaz transmisión de las propiedades dejadas en
herencia.
Palabras clave: Rituales funerarios romanos, Simbolismo funerario, Transmisión de
las propiedades, Arqueología de la muerte.
SUMMARY Between 1905 and 1908, Juan Fernández López, one of the discoverers and owners of
the Roman Necropolis of Carmona, unearthed (as no excavation was actually carried
out even by the standards of the time) the tomb of Servilia, which is probably the most
extensive Roman tomb ever found in Spain. The tomb of Servilia was built during the
first decades of the 1st century AD and belonged to the Servilia family, one of the
main gens of Carmona in the 1st and 2nd centuries AD. This tomb is arranged around
a central atrium with a double row of columns. On its eastern edge, with access from
the outside, there was an underground passage leading to the burial chamber, also dug
into the rock and supported by imposing arches. Because of its impressive state of
preservation, the Servilia tomb has been the subject of several studies, but always from
a typological point of view. This paper approaches the Servilia tomb from a different
angle. After describing a large amount of new archaeological evidence, neglected
until now, a new functional and symbolic understanding of this tomb is presented. As
the main novelty, a distinction has been made between the funerary banquets held for
commemorative purposes and those that took place after the paterfamilias had been
buried. The latter, which took place in the atrium, fulfilled the double function of
honoring the deceased and serving for the effective transmission of the property left
as an inheritance.
Keywords: Roman Funerary Rituals, Funerary Symbolism, Transmission of States,
Archaeology of Death.
INTRODUCCIÓN
1. Los cuatro edículos señalados en este trabajo (Ed1, Ed2, Ed3 y Ed4) están remarcados en
la planta levantada por Rodríguez Jaldón (fig. 5).
Fig. 1.—Tumba de Servilia (foto: Alejandro Jiménez Hernández). Figura en color en la edición
electrónica.
Fig. 2.—Planta y levantamientos isométricos de la tumba de Servilia con situación espacial de los
principales elementos descritos en el texto (elaboración propia a partir del original elaborado por
Manuel Trillo de Leyva). Figura en color en la edición electrónica.
pilastras acanaladas (Ed3) (fig. 2:12), semejantes a las del Ed1, aunque se halla
a una cota más alta. En el otro extremo de esta plataforma, se excavó un pozo de
agua asociado a un pequeño depósito recubierto de mortero hidráulico (fig. 2:13).
Próxima al pozo, otra pequeña escalera (fig. 2:14) da acceso al espacio existente
entre el muro de cerramiento sur del patio porticado y el límite de la cantera (fig.
2:15). Entre la escalera y el muro de cerramiento del patio por este lado corre
una canalización, a modo de euripus, que desembocaba en un pequeño depósito y
desaguaba, a través de una conducción, en la cantera Mayor. En su presentación
actual, la tumba de Servilia ocupa una superficie aproximada de 1400 m2.
Las excavaciones se iniciaron el mismo año de la compra y no terminaron hasta
1908 (Paris, 1908:239). Frente a lo que había sido habitual en sus anteriores exca-
vaciones en la NRC, Fernández López actuó solo, sin George E. Bonsor; tampoco
llevó diario de excavaciones. Solo dejó algunas notas desperdigadas en el “Libro
de Actas de la Sociedad Arqueológica de Carmona” 2. Desgraciadamente, por esas
fechas, las sesiones eran bastante irregulares, con amplios periodos de tiempo sin
convocatorias. No obstante, gracias a esas notas sabemos que la escultura atribuida
Fig. 3.—Detalle de la escalera de servicio practicada el muro de cierre este del atrio (foto: Archivo
General de Andalucía [AGA]). Figura en color en la edición electrónica.
El número de plantas
5. “Carmona. Necrópolis Romana de Carmona: Tumba de Servilia”, Carmona, ca. 1931, ACAC
III.1.6. leg. 2, doc. 33.
Fig. 5.—Planos de la tumba de Servilia por Juan Rodríguez Jaldón (AGA). Figura en color en la
edición electrónica.
6. “El arte decorativo en la Necrópolis Romana de Carmona”, Carmona, 1931, ACAC III.1.6.
leg. 2, doc. 32.
En sus líneas básicas, esta interpretación fue recogida por Francisco Collantes
de Terán (Hernández Díaz et al., 1943:105-107) y por Concepción Fernández-
Chicarro (1969:25-28) que aportó algunos matices de poca significación por su
falta de sustento, como el uso funerario de la planta alta.
Manuel Bendala Galán (1976:74 y ss.) no rompe con la posibilidad de una
segunda planta, pero observa la dificultad de que la escalera del ángulo noreste fuese
la subida. De hecho, cuestiona que esta sea original, ya que no aparece en una foto
de la excavación (Bendala, 1976:lám. LIX, 1). Propone un acceso que partiese de la
escalera actual, en el paramento de sillares situado a la izquierda, según se desciende.
Tampoco da crédito a la idea de un eventual triclinio sobre la cámara funeraria.
José Manuel Rodríguez Hidalgo (2001) rechaza directamente la existencia
de una planta alta. Atribuye los ángulos escuadrados y las superficies trabajadas
sobre el trasdós de las bóvedas, que cubren las partes hipogeas del complejo, al
embellecimiento final de las superficies de la cantera que quedaban por encima
de la cota de cubiertas de la tumba. De la misma forma, consideró que la escalera
del ángulo noreste era un vestigio relicto de la cantera sin significación en el uso
de la tumba y la embutió en el muro este. Cabe mencionar que, durante las obras
de acondicionamiento del exterior, descubrió a la izquierda del Ed3 una rampa
escalonada (fig. 2:16) en dirección a la puerta de acceso a la tumba, interpretando
que llegaría hasta el paramento de sillares señalado por Bendala.
Philipp Kobusch (2014:277-286) admite la eventual existencia de dos plantas,
con cierta función ritual que no especifica, pero no ve fácil solución para el acceso
a esta segunda altura.
El programa decorativo
Planta baja
Como todos los autores han destacado, la planta baja se divide en dos ámbitos
distintos, uno es el patio hípetro y porticado y el otro, los ambientes hipogeos que
lo perimetran. Sobre el patio ha de comenzarse señalando que originalmente no
estuvo rodeado por sus cuatro lados por un peristilo. Los lados sur, este y oeste sí
tuvieron una doble columnata con las interiores más delgadas 7, pero la fachada del
criptopórtico abría directamente al patio a través de sus puertas flanqueadas por
semicolumnas. Prueba este extremo el mencionado croquis de Bonsor (fig. 4) 8.
Fernández López y Bonsor no entendieron bien que realmente se trataba de un patio
con peristilo incompleto y situaron una línea de fustes delante del mismo (amén
de distribuir los sillares recuperados en la excavación dentro del patio a modo de
jardín con andenes). Este error inicial ha sido seguido por el resto de quienes han
estudiado o intervenido en este espacio.
La colada de tierra reflejada en ese croquis consiente suponer que acaso algunos
de los elementos arquitectónicos encontrados en el patio se hallen en un contexto
secundario de deposición. Estas alteraciones posdeposicionales explicarían la
discordancia entre estilos de basas, tambores y capiteles encontrados en la tumba,
como ha advertido Kobusch.
Coincido con Bendala, Trillo de Leyva y Kobusch en que los tres módulos
de columnas (dos en el peristilo del patio y otro mayor en las semicolumnas que
flanquean la puerta principal de acceso al mismo desde el criptopórtico) resultan
compatibles con la conformación del patio. El lenguaje arquitectónico del interior
de los complejos funerarios no sigue los cánones observados en edificios y espa-
cios públicos. La combinación entre corintio y dórico se aprecia en tumbas de la
necrópolis de Mustafá Pachá en Alejandría (Adriani, 1936) y en la tumba de Jonás
en Jerusalén (Foerster, 1978). En la primera de las cuales, además, columnas nada
canónicas forman parte de la fachada de la cámara sepulcral abierta a un patio
igualmente rebajado en la roca.
Acerca de la solución de cubierta para el peristilo que circunda el patio, en
mi opinión, los tres lados debieron de tener un tejado a un agua que vertía hacia
el interior. Esto sería coherente con la observación de Rodríguez Jaldón acerca de
la inclinación de la solería de opus spicatum sobre la cámara funeraria.
La solería del patio parece, según los apuntes de Rodríguez Jaldón, que con-
sistió en un spicatum de laterculi. Aunque este solado no sería incompatible con la
presencia de zonas ajardinadas —como sugiere Kobusch—, se carece de indicios
para sostener ese extremo. En otras tumbas de la NRC, como las del Elefante o la
de Postumio, hay rebajes en el suelo, a modo de arriates, que debieron servir para
Fig. 7.—Foto del proceso de excavación de la cámara funeraria (foto CAC). Figura en color en la
edición electrónica.
la entrada del Ed1. Debido a que el desgaste del uso afecta solo a un tercio de su
longitud, resulta plausible suponer que el edículo se cerraba con una cancela metá-
lica anclada a jambas de madera situadas en las pilastras que están huecas (fig. 8).
El otro umbral se encuentra en el paso del criptopórtico al pasillo de acceso a la
cámara sepulcral. Aunque se colocó al revés tras su hallazgo en la excavación 9,
en él se aprecia el quicio de una puerta de un batiente que aislaría ambos espacios
de significaciones muy distintas, como se verá más adelante.
El patio, espacio principal en este complejo, resulta difícil de clasificar tipoló-
gicamente. Por un lado, presenta la estructura de un atrio con impluvium, aunque el
compluvium parece desproporcionado con respecto de aquel, y su función también
resulta análoga a la de los atrios en la domus, como se verá más adelante. La doble
hilera de columnas por tres de sus lados le asemeja a un peristilo de tipo rodio
(Vitr. 6.7.3) debido a la mayor altura de las semicolumnas de la puerta principal.
9. En la Figura 7 se aprecia esta pieza fuera de contexto. Su ubicación actual parece la ade-
cuada, aunque la colocación es errónea.
Fig. 8.—Foto de la galería hipogea, a la izquierda puede observarse el umbral del Ed1 (foto autor)
Figura en color en la edición electrónica.
Planta alta
Si bien —como se ha visto— son pocos los autores que niegan rotundamente
la posibilidad de una planta alta accesible, solo Rodríguez Jaldón se atrevió a
explicar su posible conformación. Quizás el principal problema haya sido resolver
la forma de acceso.
Los vestigios que consienten suponer la presencia de una planta alta son los
fragmentos de pavimentos hallados en el trasdós de las partes hipogeas y las tra-
zas dejadas por la adecuación de dos espacios. Estos son una suerte de réplica del
edículo del criptopórtico, constituyendo una especie de sacrarium o altar, cuya
función estaría relacionada con ofrendas y sacrificios rituales en honor de los
dioses manes, y una sala ultrasemicircular sobre la cámara cupulada, que identi-
ficamos como un triclia. No es el único caso de conexión entre cámara hipogea y
triclinio superior mediante un óculo que hay en la NRC, la tumba de las Guirnaldas
ofrece un claro paralelo (González et al., 2014). Fuera de nuestras fronteras, en
Miseno, una inscripción señala explícitamente la existencia de un triclinio sobre el
sepulcro, en un cenotafio de mediados del siglo II dne (D’Arm, 2000:128). Sarah
Braune (2008:20) también atribuye ese destino a las plantas superiores y terrazas
en mausoleos de varios pisos, de acuerdo con las inscripciones que se encuentran
en ellos (CIL VI 10284, AE 1977, 31 y AE 2000, 344B).
En la planta superior quedan huellas de un pavimento de signinum y de un
spicatum. Ambos pavimentos, como en el resto de la tumba, diferencian la zona
de tránsito por encima del criptopórtico del triclia superior; tanto uno como otro
estarían al aire libre. Las zonas resguardadas (en la planta baja) posiblemente estu-
viesen pavimentadas con mármol, a tenor de la gran cantidad de placas aparecidas
durante la excavación, según observaciones de Fernández López.
En 2018, Pablo Guerra analizó las manchas de signinum de esta planta y llegó
a la conclusión de tratarse de un opus de gran calidad técnica y grado de imper-
meabilización, por lo que le asigna una función de solado de algunas partes de
la planta superior 10. También analizó las paredes del frente de cantera donde se
encaja la tumba, especialmente aquellos que se han regularizado verticalmente, y
observó que aún mantienen restos del revoco de caementicium que tuvieron en su
momento. De ahí llegó a la conclusión de que esos paramentos verticales fueron
paredes a cielo abierto que delimitaron la segunda planta de este complejo funerario.
Teniendo presente estos elementos, se puede aseverar la existencia de una
terraza sobre las zonas hipogeas de la primera planta, a modo de solarium. Sobre
el lugar del Ed1, el Ed4 estaría rematado por una cubierta a dos aguas, permitiendo
el paso por delante. Su función sería análoga a la del Ed1, contener alguna escul-
tura o inscripción alusiva a la familia de los Servilios y propiciar la realización de
sacrificios para rendir culto a los ancestros de la gens. Este ámbito superior estuvo
vinculado a la práctica de los rituales conmemorativos que, como argumentaré más
adelante, no requerían bajar a la planta baja.
Frontero al criptopórtico, el patio se limita con un muro de sillares cuya cota
viene marcada por el desprendimiento de parte de la cantera (fig. 2:15). A partir
de esa cota el frente de cantera está regularizado verticalmente y contiene esos
vestigios de revoco mencionados con anterioridad. Sin embargo, bajo esa cota, el
frente de cantera es convexo y carece de tratamiento alguno. En mi opinión, eso
sugiere que no estaba visto sino relleno de tierra hasta la cota antes señalada. No
obstante, ese relleno no podría llegar hasta la escalera desde la que se accede a
este espacio, situada al exterior del patio, al finalizar la explanada que se extiende
paralela al muro de contrafuertes (fig. 2:14). En el perfil de la cantera se observa
un rebaje angular que permite suponer el encaje de un muro de sillares perpendi-
cular. Su función sería hacer de contención de las tierras de relleno y soportar un
tramo de escaleras suficiente para acceder a la cota de suelo de ese nivel. El uso
del sector relleno de tierra pudo ser una especie de jardín visible desde el patio al
estar a una cota superior. Al mismo se accedía por los dos tramos de escaleras desde
el exterior del patio (figs. 9 y 10). Como se observa en las plantas de la tumba, no
hay conexión entre este espacio y el triclia sobre la cámara.
Los jardines funerarios están fuera de toda discusión, su referencia al Más
Allá de claro contenido soteriológico manifestado tanto en su presencia física
como simbólica a través de la decoración pictórica, tampoco puede ser discutida
(Cumont, [1942] 1966; Gómez Pallarés, 2009; Rodríguez Temiño, 2017). Existen
numerosas inscripciones que contienen referencias a hortus cinctus maceria tanto
en Roma, como en Italia y en la Galia (Toynbee, 1971:91 y ss.; Jashemski, 1970-
1971; Gregori, 1987-1988). Estos devienen especialmente abundantes a partir del
Principado y suponían cargas inexcusables para los herederos (Rodríguez López
2008:126 y ss.). Ya se ha hecho mención a la interpretación como jardineras de
ciertos rebajes documentados en tumbas de la NRC, con lo que no parece un
hecho insólito la ocupación por un pequeño paradéisos (X. Oec. IV, 13) a guisa
Fig. 9.—Restitución dibujada sobre fotografía de los volúmenes de la tumba de Servilia (dibujo:
Antonio Poo [Espiral Patrimonio]). Figura en color en la edición electrónica.
Fig. 10.—Restitución de una escena de convivium en la tumba de Servilia (dibujo de Iñaki Diéguez
Uribeondo [IDU]). Figura en color en la edición electrónica.
de locus amoenus de esa superficie residual (Bodel, 2018:217) 11. El ideal de locus
amoenus, que tanto éxito tuvo en la decoración de casas y villae, fue una de las
fuentes de inspiración en el diseño de los nuevos complejos funerarios de finales
de la República en Roma e Italia (Braune, 2008:81 s.).
Su proximidad permitiría otorgar a las comidas celebradas en el triclinio
superior el ambiente al fresco tan demandado en esa época (Campbell, 2008:34).
El solaz dispensado por estos jardines fue ensalzado por Patrón, propietario de
un hipogeo junto a la vía Latina, en un epigrama en griego de época de Augusto
(Secchi, 1843; Martínez, 1998).
Contribuye a la plausibilidad de esta interpretación la propia conformación de
la tumba de Servilia a modo de casa. No podemos aventurar qué especies podrían
estar plantadas, pero la abundante pintura funeraria mural apunta a la elección
habitual de árboles y arbustos de hoja perenne, como evocación al mundo de los
muertos. El euripus que corre paralelo al muro de sillares, que separa este espacio
del patio, podría tener mayor sentido con la existencia de un jardín que hubiese
de ser regado de forma frecuente. El acceso desde el exterior, acaso pensado más
para su mantenimiento que para el disfrute de los comensales, refuerza la idea de
este jardín como escenario de fondo.
Solo Rodríguez Jaldón conectó los elementos existentes fuera del patio con el
complejo funerario de la tumba de Servilia. Este cercenamiento de una realidad
más compleja ha limitado enormemente la compresión global del complejo fune-
rario. Creo, por tanto, necesario volver a incluirlos y darle una coherencia en la
articulación de este espacio con el patio interior (fig. 11).
Como se dijo con anterioridad, su presentación actual, en una parte segregada
artificialmente de la cantera Mayor, parece haber confundido a los investigadores.
Sin embargo, dada la importancia de la construcción y teniendo presente tanto los
hábitos antiguos en torno a este tipo de construcciones como la presencia de ciertos
elementos en el exterior del patio, cabe hacer una lectura distinta.
La actual cantera Mayor ocupa un amplio espacio que va desde el extremo
donde se halla la cámara sepulcral de la tumba hasta el camino que conducía desde
Carmo a Hispalis. Camino que ordenada parte de la antigua necrópolis. Al noroeste
de la tumba de Servilia se alinean con esa vía una serie de mausoleos circulares
componiendo una auténtica fachada (Rodríguez Temiño et al., 2012). El muro que
dividió la entonces cantera de Delia (hoy Mayor) en dos propiedades ha alterado
la topografía de la parcela al interior de la NRC, pero originalmente debía existir
una pendiente ascendente más suave entre la cantera en la cota de la vía y el Ed3.
11. Paradéisos, término de origen persa, se tradujo como edén o paraíso en la Septuagésima
(Grygielewicz, 2011:136).
Fig. 11.—Dibujo sobre vista aérea de la tumba de Servilia y la extensión del pomarium, así como
de trazado hipotético del camino de acceso (dibujo: Antonio Poo [Espiral Patrimonio]). Figura en
color en la edición electrónica.
Creo plausible situar la entrada al complejo en algún punto de la valla que deli-
mitase la propiedad de esta parcela dedicada al uso fúnebre del paso de la vía, si
bien tampoco resultaría necesaria esa delimitación física. La presencia de un pozo
anoriado (fig. 2:13) con una pileta de agua, junto a la entrada de la escalera de
acceso al paradéisos superior y en un punto elevado con respecto del resto de la
cantera, consiente igualmente pensar que el resto de la superficie estuviese dedi-
cado a la plantación de árboles con rendimiento económico, es decir algún tipo de
pomarium (Bodel, 2018:215 y ss). Nótese que el euripus que conduce el exceso
de agua de mencionado jardín superior, vertía en la cantera Mayor.
Así pues, un camino levemente ascendente llevaría desde la vía hacia Hispalis
hasta la plataforma situada al exterior del patio (fig. 2:11) a través de una planta-
ción. Esta plataforma conduce directamente al edículo (Ed3), que tiene paralelos
formales con el Ed1, situado en el criptopórtico. En él debería de encontrarse algún
tipo de estatua o representación de la divinidad protectora de los Servilios y sería
el sacrarium principal del complejo funerario 12.
12. A este respecto, debe hacerse notar que una de las características de algunos complejos
funerarios de la NRC es la presencia a la entrada de nichos que, tanto por su forma o tamaño, no
parecen haber sido destinados a albergar urnas. El de la tumba del Elefante es de singular tamaño,
de manera que Manuel Fernández López (1899:10) lo interpreta como el lugar para el portero. Las
tumbas de la Moneda de Vespasiano y de las Cuatro Columnas también cuentan con un cubículo, de
mayores dimensiones que el resto de los nichos, situado al final de las escaleras, antes del acceso a
A través de las escaleras situadas junto a este Ed3 (fig. 2:16), se accedía a
la planta superior pasando por detrás de la escalera de acceso. Lamentablemente
esta parte está muy perdida al haberse caído la bóveda que cubría el criptopórtico.
Poco más puede decirse de este acceso en la actualidad. La eventual excavación
del tomo de tierra situado sobre la escalera, y que hace de mirador hacia la tumba,
podría arrojar una información valiosa a este respecto.
Situada en el extremo de la cantera Mayor, en posición ligeramente elevada,
sobre un primer plano verde, destacando el muro con contrafuertes, el Ed3 que
posiblemente tuviese una fachada con frontispicio, los castilletes tecta pectenata
que cubrirían los Ed2 y Ed4, así como los árboles del paradéisos, la tumba de la
familia Servilia estaban bien situada y era perfectamente reconocible desde su
entorno, aunque no hiciese ostentación de su presencia.
Sin duda, representa el uso principal del complejo y comprende parte del
espacio hipogeo; el mundo subterráneo es la metáfora misma de la muerte para la
época clásica. El cuerpo de la persona difunta sería trasladado desde el domicilio
hasta la tumba, atravesando el huerto exterior y hasta llegar a la plataforma situada
al otro lado del muro con contrafuertes, para subir encarando el edículo Ed3, que
acogería a la comitiva a modo de bienvenida dada por los dioses protectores de
la gens de los Servilios. Se alcanzaría la escalera principal de bajada a la planta
baja, pasando por los escalones situados a la derecha del Ed3. Una vez en el inte-
rior se seguiría por el criptopórtico hasta alcanzar el lugar donde se encuentra la
entrada principal al patio, frente al Ed1. A partir de ese momento, mientras que
el cortejo accedería al patio por cualquiera de las tres puertas, la persona difunta,
transportada en una sandapila (Mart. 2.81) (o similar) por siervos, seguiría hasta
la puerta que comunica el criptopórtico con el pasillo que conduce a las cámaras
funerarias (fig. 12).
La auténtica morada de los muertos se encuentra separada del resto del
complejo por esa puerta y se compone del pasillo y las cámaras, la cupulada con
arcosolios para acoger sarcófagos y la contigua para cremaciones, depositando las
ollae ossuariae sobre el banco o el suelo. En un espacio reservado, poco visitado
por los vivos que usan el óculo de la cámara para verter las libaciones, aunque el
contenido escatológico de la escena del pasillo es una llamada de atención para
los que aún tienen posibilidad de conducir sus vidas.
Esta segregación espacial coincide con la pauta observada en Italia (al menos
en Roma y algunas ciudades campanas) a finales de la República y comienzos del
Imperio, cuando las tumbas adquieren protagonismo como focos de atracción para
los foráneos (Wallace-Hadrill, 2008:60 y ss.). Sin embargo, para la tumba de Servilia,
debido a su tamaño y especial configuración, ese deseo de impresionar se produce
en el interior de la tumba, en otro lugar distinto de las criptas sepulcrales: el patio,
preparado como un escenario acorde para esa función, como se verá más abajo.
Otro aspecto crucial para entender todo el complejo tiene que ver con el
hecho de que haya sido concebido para alojar inhumaciones, aunque haya con-
Fig. 12.—Vista del pasillo de acceso a la cámara funeraria (desde donde está tomada la foto). Obsér-
vese la figura femenina representando la psicostasia y al término de la galería el umbral pétreo que
marcaría su inicio con una verja, posiblemente (foto autor). Figura en color en la edición electrónica.
cierto abolengo por ser considerado el modo más antiguo de enterrarse en Roma
(Cic. Leg. 2. 22, 56; Plin. HN. VII, 187). Como señala con acierto Morris (1992:
42 s), carecemos de registro arqueológico de las clases nobles del momento, con lo
que no es posible matizar las informaciones transmitidas por los textos. Si bien, las
excavaciones muestran el predominio de las cremaciones en la clase acomodada, eso
no significa que haya sido absoluto. La nobleza patricia comienza en esos momentos
a erigir lujosos sepulcros y estatuas en claro préstamo del mundo helenístico, allí
donde justamente la inhumación era el rito habitual. No resulta impensable, por
tanto, que esa minoría atraída por los modos helenísticos también siguiera el rito
dominante en ese mundo.
No puede resultar casual que sean las tumbas Servilia y de Postumio, perte-
necientes a sendos personajes de las capas altas de la sociedad carmonense de los
primeros decenios del siglo I dne, emparentados entre ellos además (Caballos,
2007), las que presenten inhumaciones como rasgo distintivo sobre un panorama
general de cremaciones. Tampoco puede refutarse que la inhumación requiera
sepulcros grandes, manifestación del propio estatus que refuerzan la distinción con
respecto del resto de sus conciudadanos. Debe añadirse que Lucio Servilio Polión
dio muestras de conexión directa con la propia Roma y, por tanto, debía estar al
tanto de las veleidades de la clase más alta romana e itálica en relación al tipo de
ritual adoptado. De todo ello, cabría deducir que la elección de la inhumación no
respondiese a una tradición familiar de origen púnico, sino a la deliberada intención
de replicar lo que venía siendo habitual en la propia Roma y las principales urbes
italianas a imitación de ella. Esta elección además implicaba la construcción de
una tumba de mayores dimensiones a las habituales del momento en Carmo, lo
cual reforzaba el deseo de distinción.
Un último elemento configura este espacio mortuorio, el contenido simbólico
de su decoración pictórica (Rodríguez Temiño, 2017). En efecto, tanto los temas
del pasillo que conduce a ella (la psicostasia [fig. 12]) como de la cámara con
arcosolios (motivos florales y palomas sostenidas en guirnaldas) responden a un
programa iconográfico deliberado ordenado en el sentido de la progresión espa-
cial: primero el pasillo y después la cámara. En conjunto ofrece una secuencia
de marcado carácter escatológico, no exenta de contenido soteriológico: el juicio
previo y la recompensa posterior.
El diálogo pseudoplatónico Axioco contiene una disertación sobre la inmor-
talidad del alma y tiene la virtualidad de mostrar el sincretismo al que se había
llegado en el siglo I ane, en el que se mezcla Platón con los estoicos, epicúreos,
cínicos y pitagóricos. En él se refleja asimismo el contraste entre míseros y bien-
aventurados, en la vida futura. Al final del diálogo, Sócrates hace una descripción
de la suerte que le espera a las almas en el Hades. Tras la disolución del cuerpo van
hacia un lugar invisible en la morada subterránea donde se encuentra el palacio de
Plutón, la llamada “Llanura de la Verdad”. Allí jueces infalibles acuerdan que los
justos pueden habitar los Campos Elíseos, de los que son descritas sus delicias; los
iniciados en los misterios ocuparán un lugar de honor. Por el contrario, las almas
impías son conducidas por las erinas hacia el Erebo y el Caos, a través del Tártaro.
Del mismo modo, en el Somnus Scipionis (Cic. Resp. VI), su padre y su abuelo
revelan a Escipión su destino terreno y la virtud que debe practicar para alcanzar
el cielo. La inmortalidad estaba reservada a los políticos que se habían esforzado
por la patria, también a los hombres sabios. Se admite la inmortalidad para todos,
pero la suerte de los justos era distinta en el Más Allá.
Eneas en su descenso a los infiernos encuentra una comunidad en la orilla de
acá de los ríos infernales, los muertos inocentes, pero esta agrupación no manifiesta
ninguna idea de pena moral. Quienes han sido víctimas de una muerte prematura
están aguardando cumplir los años que debían haber tenido en la tierra antes de
pasar la Estigia. En el Tártaro hay sufrimiento mientras que en el Elíseo todo está
bañado por la luz. Allí quienes que han hecho el bien disfrutan de la vida eterna
(Bernabé, 2008).
Una vez sorteado el juicio situado estratégicamente en el pasillo de acceso
a la cámara, en esta hay una representación muy concisa del mundo que aguarda
a los bienaventurados. Frente a otras tumbas de la NRC en las que también he
identificado motivos relativos a los Campos Elíseos (tumbas de las Ciruelas, del
Banquete Funerario o de las Tres Puertas) con sus representaciones de ramas de
árboles frutales, flores y pájaros que permiten traer a colación el papel del jardín
funerario y de los prados en la escatología clásica, la cámara funeraria de la tumba
de Servilia resulta muy esquemática, sus imágenes, encuadradas en marcos com-
puestos por los motivos propios del tercer estilo pompeyano (Guiral y Mostalac,
2001:281-283), apenas contienen una decoración de guirnaldas y otros motivos
florales con palomas en las paredes de los arcosolios. Su composición es similar a
la de un panel extraído de un arcosolio de finales del siglo I dne, de Roma, actual-
mente conservado en el Anticuarium Comunale (Blanc, 2008:106).
El elemento clave para interpretar el contenido simbólico de estos paños reside
en la presencia de las palomas. Abad Casal (1982 [I]:362 s.), seguido aquí también
por Alicia Fernández (2010:247), considera que esta ave no puede simbolizar el
alma del difunto ya que se suele elegir para ello rapaces. Plinio (HN. VII, 52)
menciona que, al morir Aristeo, por la boca se vio escapar su alma en forma de
cuervo. Por Silio Itálico (Punica, XIII) se conoce que los buitres y otras rapaces
son las representaciones habituales de la muerte. Para explicar la presencia de la
paloma recurre a su arraigo en las costumbres funerarias prerromanas. Sin embargo,
existen representaciones de palomas en contextos fúnebres a lo largo de todo el
Imperio, tanto cronológica como geográficamente hablando. En el sarcófago de
Kertch (Crimea), un bloque de calcarenita revestido interiormente de pinturas
datado a finales del siglo I dne (Nowicka, 1998), se encuentra una paloma junto a
la imagen de un personaje en actitud meditabunda o en la estela de Curatia Dinysia
(RIB 562), del siglo II dne. En la tumba del Banquete en Constanza (Rumanía), del
siglo IV dne, se representa un grupo de palomas bebiendo agua de una fuente, junto
a sendos pavos reales comiendo de un cesto con frutos, con claras connotaciones
escatológicas en ambas escenas (Barbet, 1998:111).
De ello cabe deducir —en mi opinión— que los textos antes mencionados
vienen referidos al mundo itálico y no siempre resulta plausible hacer una tras-
lación directa a contextos culturales con raíces distintas, como la Bética, aunque
existiese una clara relación de influencia de una en la otra. En la NRC no debieron
ser infrecuentes las representaciones de palomas, de hecho, una de las primeras
tumbas conocidas fue la tumba de la Paloma (Rada, 1885:102) en atención al
motivo central de su pintura. La paloma con significación funeraria está asociada
a la diosa Epona, de origen celta (Prieur, 1991:176). A su tradicional función pro-
tectora de los caballos, se suma un papel nada desdeñable en el Más Allá, similar
al de Cibeles. En la península ibérica se encuentran abundantes manifestaciones
de Epona, si bien las palomas no se han solido incluir entre ellas (Hernández Gue-
rra, 2011). Su presencia en las tumbas podría interpretarse como invocación para
que la diosa acudiese con funciones psicopompas. Esta interpretación se refuerza
con la presencia del óculo en la cámara cuyo cometido es doble. Por un lado, ser
usado para las libaciones que tendrían lugar durante las comidas conmemorativas
celebradas en el triclia superior y, de otro, permitir a las almas subir al firmamento
y vagar entre las estrellas para, después, volver a la tumba.
La secuencia iconográfica establecida entre el pasillo de acceso y la cámara
presenta una coherencia que aleja la posibilidad de una colocación fortuita; su
novedad con respecto a otros complejos funerarios no solo carmonenses también
incide en la idea de un programa previamente diseñado. Su autor acaso fuese el
propio Lucio Servilio Polión, asumiendo que por cronología él debió de ser el primer
propietario de la tumba y que, como tal, pudo decidir las partes fundamentales del
discurso simbólico del complejo funerario. La diferencia entre la escena figurada
del pasillo y el esquematismo de la cámara cabe interpretarse a la luz de un cierto
estoicismo, que privilegia hacer el bien en la vida a una ulterior recompensa (Veyne,
1995:49 ss.). Sin embargo, la posibilidad de volar, de subir al firmamento, tiene
un contenido soteriológico que dulcifica la imagen de mera inactividad del alma
cuando se separa del cuerpo sublunar pregonada por el estoicismo, así como de
las terribles metáforas de la muerte transmitidas por la poesía elegíaca augustea
(García Fuentes, 1976). Este batiburrillo parece corroborar la idea general de
que las élites educadas de esta época tendrían capacidad para hilvanar un relato
filosófico con tintes escatológicos, sin necesidad de que reflejase una adherencia
particular a una escuela de pensamiento (Hope, 2009:21 s.).
Separadas físicamente del espacio de los muertos, las zonas reservadas para los
vivos ocupan la mayor parte de la superficie de este complejo funerario. Es bien
conocido que en torno al convivium fúnebre se agrupa un conjunto de celebracio-
nes que tienen lugar tanto en el momento del sepelio como en otros de carácter
conmemorativo distribuidos a lo largo del año, según el calendario festivo.
La excepcionalidad de la tumba de Servilia reside en que permite diferenciar
espacialmente ambos usos por cuanto que, si bien su significado ritual puede ser
13. Como ha señalado Rosalía Rodríguez (2021:38) a estos efectos existía igualdad entre
hombres y mujeres pertenecientes a las élites municipales.
14. Posiblemente, la abundancia de invitados a este acto aconsejase el uso de triclinios móviles
distribuidos por el patio, en lugar de usar otros de fábrica fijos (Dunbabin 2003:40).
15. Hope (2009:85) deja incógnitas sobre esta cuestión, aunque no descarta que pudiese
tener lugar en el mismo momento del entierro. Sin embargo, De Filippis (1997:70) no duda de que
fuese al final de ese ritual. El mundo funerario romano ofrece abundantes imágenes de Totenmahl o
cena con los muertos (Jensen, 2008). Sin embargo, ninguna de estas representaciones iconográficas
revela en qué momento se producía en relación con el sepelio. La arqueología tampoco es decisiva
a este respecto. Las microestratigrafías de los recintos funerarios 21 OS, 23/25 OS, 25 A OS de la
necrópolis de Porta Nocera revelan la existencia de rituales conmemorativos coetáneos a los ente-
rramientos, pero limitados a profusiones de perfumes. No se han documentado en el interior de los
recintos restos procedentes de comidas, aunque sí nuevas profusiones posiblemente con vino o leche,
sino a efectos conmemorativos (Van Andringa et al., 2013:924-939). No obstante, estos datos deben
tomarse con cierta prudencia ya que pueden reflejar diferencias de ritual de carácter local. Amén de
ello, los recintos excavados en la necrópolis pompeyana no pueden parangonarse en tamaño con la
tumba de Servilia, tampoco la familia del liberto P. Vesonius Phileros (AE 1986, 0116a) con la de
los Servilios, lo cual debió influir en las diferencias del ritual.
fuentes clásicas (por ejemplo, Serv. Aen. 5, 92), o no. La arquitectura de la tumba
de Servilia pone de manifiesto la importancia otorgada a los espacios dedicados
a la convivencia y la razón de ello no reside en el cumplimiento normativo de un
rito o de una fase del mismo, pues estos se caracterizaban por la laxitud con la
que se cumplían (Beard, 1985), sino en la función social que desempeñan. Como
se ha expuesto reiteradamente en este trabajo, la necesidad real agazapada detrás
del ritual de naturaleza comunal que tenía lugar en el patio porticado, tras haber
separado definitivamente del mundo de los vivos el cuerpo (o sus restos crema-
dos) del paterfamilias estaba relacionada con los primeros pasos para consolidar
el reparto de la herencia familiar.
Aunque este aspecto está poco tratado al hablar de la arqueología funeraria,
debe recordarse el papel fundamental que jugó una estrategia adecuada para la
transmisión de los bienes de la familia. Como resalta Richard Saller (1994:155
y ss.), el legado de las propiedades suponía un grave problema en época clásica.
Nada había de automático y toda decisión se hacía arrostrando muchas incerti-
dumbres, tales como el alto grado de mortalidad, los divorcios, hijos adoptados 16,
por no hablar de las normas que la regulaban. La sucesión de enterramientos en
el recinto 23OS de la necrópolis de Porta Nocera, pertenecientes a la familia del
liberto P. Vesonius Phileros, documentada mediante excavación, ilustra perfecta-
mente los avatares inciertos debido a muertes prematuras de los hijos a los que se
enfrentaba la continuidad de una saga familiar en época clásica (Van Andringa et
al., 2013:828-836, 853-858).
En este sentido, el término paterfamilias no solo, ni principalmente, significaba
el cabeza de familia, sino sobre todo aludía al propietario. La diferencia entre el
buen y el mal paterfamilias estribaba en la administración y el orden en que tenía
los bienes familiares, lo cual implicaba “maior ista hereditas a me ad posteros
transeat” (Sen. Ep. 64,7).
No es preciso ahora adentrarnos en la compleja trama de las herencias en época
clásica (Mousourakis, 2012:279 y ss.). Baste señalar que, en casos como los de la
familia de los Servilios, lo normal sería disponer de un testamento escrito, pero
no todo el mundo era como Catón el Viejo, de quien dice Plutarco que una de las
tres cosas que le pesaban era haber estado un día sin testamento (Plu. Cat. Mai.
9.9). Debió de ser frecuente que ocurriese morir ab intestato, aunque posiblemente
no fuese tan nefasto como habitualmente se ha pensado, ya que los decretos pre-
toriales habían suavizado lo dispuesto en la Ley de las XII Tablas, en el sentido
de reconocer derechos tanto a los familiares cognados como a quienes alegasen
bonorum possesio de bienes raíces sine causa (Gardner, 2011).
En cualquier caso, las normas reguladoras de la herencia delimitaban qué no
estaba permitido, dejando un amplio margen para todo lo que sí estaba aceptado
o era acorde con los usos habituales. Pero el éxito de la transmisión no residía
16. Armin Stylow (2001:104) sugiere que el personaje poliómico llamado L. Servlio [---]
Polión [---] Rufino pudiese ser un descendiente por adopción de Lucio Servilio Polión.
solo en identificar a los sui heredes, sino en solventar los problemas a los que se
enfrentaba la dispersión de las propiedades entre los nuevos paterfamilias, así
como en recomponer en la medida de lo posible la unidad productiva que suponía
ese capital antes del reparto. Ese propósito obligaba a (re)tejer tanto las relacio-
nes entre herederos, con objeto de no dispersar las propiedades —usando, entre
otros medios, la figura del fideicomisario—, como a la negociación con quienes
la familia tenía vínculos económicos por ser partícipes en negocios compartidos,
arrendatarios, libertos de la familia y todo el amplio y plurivinculado conglome-
rado de relaciones personales escondido tras la clientela (Alföldy, 2001:385 s.).
Incluso en el caso de los fideicomisos (disposiciones a título particular al igual
que los legados, pero que tienen por destinatario a un individuo que carecía de
los derechos ciudadanos, ya fuera latino o peregrino), en dicha presencialidad en
el atrio funerario los parientes y amigos podrían presionar al heredero para que
cumpliese ese encargo de fe, que el testador le hacía para que, en su nombre, trans-
mitiera algunos bienes concretos a vecinos o conocidos que no disponían del ius
testamentifactio pasivo (Jakab, 2016).
Todos debían acudir al funeral porque allí también se decidía la continuidad
de sus negocios; todo debía hablarse y pactarse con los sui heredes, quienes eran
los primeros interesados en mantener la influencia política y económica de la
gens. Las leyes les dotaban de instrumentos jurídicos para esos acuerdos, pero
era fundamental el trato personal a partir del cual se creaban las obligationes
verbis contractae (Fiori, 2016:586 s.), aunque la fiducia clásica ofreciese poca
protección contra comportamientos ruines por parte de los fiduciarios (Epstein,
2016). En definitiva, para la sociedad romana sucesión hereditaria, memoria y esa
solidaridad interclasista formada en torno a la familia, a la que se refiere Géza
Alföldy (2001:386), iban ligadas al sentido práctico de su cultura: la pietas tenía un
reverso crematístico. Braune (2008:200) otorga igualmente a los espacios provistos
de triclinios una función relevante para la socialización entre iguales o personas
de superior rango social como requisito previo e indispensable para el progreso
personal sociopolítico y económico, pero no lo pone en relación con cuestiones
de herencia familiar.
Lo que propongo es que el momento final del sepelio estaba constituido por
un acto de convivencialidad cuyo sentido formal era iniciar el retorno a la nor-
malidad, pero que en la práctica debía de servir para consolidar o renegociar el
juego de pactos, alianzas y obligaciones contractuales necesarias para asegurar la
continuidad de la economía familiar que, hasta ese momento, había dependido del
fallecido paterfamilias.
Para el caso que nos ocupa, la escasa documentación epigráfica procedente
de Carmona no es óbice para vislumbrar estos extremos, aunque no se sepa con
certeza cuántos herederos tuvo Lucio Servilio Polión, cuántas generaciones perduró
su saga familiar y si este complejo funerario fue utilizado durante todo el tiempo
que pervivió. La gens Servilia está bien atestiguada, especialmente Lucio Servilio
Polión L. f., de quien una inscripción (CILA II, 843) indica que perteneció al ordo
decurionum carmonense y que consiguió las mayores magistraturas que estuvie-
La existencia del pozo anoriado indica que, frente al hortus situado en el inte-
rior, posiblemente dotado con árboles, arbusto de hoja perenne y flores, el exterior
tendría frutales, olivos o viñedos con mayor rentabilidad y mayores necesidades
de agua. No obstante, quizás este perfil utilitario no fuese el único ni el principal
motivo de su existencia. Como se desprende del modelo ideal de sepultura que
Petronio pone en boca de Trimalción (Petron. 71.6-7), una plantación también
conlleva valores aristocráticos (Bodel, 2018:203) que, como se ha visto, encajan
con el gusto de Lucio Servilio Polión. En vida, la existencia de una extensión de
tierra sembrada y mantenida transmitía asimismo un mensaje favorable sobre las
cualidades de este personaje como diligente paterfamilias.
CONCLUSIONES
Queda fuera del interés de este trabajo intentar —ni siquiera de forma breve—
hacer un esbozo sobre los nuevos horizontes que la investigación sobre la integra-
ción de las élites provinciales ha abierto en los últimos veinte años para una mejor
comprensión de la romanización, que determinó un florecimiento de la cultura
clásica en todos los terrenos.
Como ha señalado Caballos Rufino (2006a:253), en la Bética este proceso
“revolucionario” vino de la mano de la extensión de los estatutos urbanos en la
provincia. Además, truncadas a partir de Augusto las posibilidades de manteni-
miento de vínculos personales directos con la ciudad de Roma, como había sido
posible durante la República, las únicas vías abiertas para la promoción de estas
élites fue el marco proporcionado por las propias ciudades. En el caso de Lucio
Servilio Polión ya se ha visto su activa trayectoria, dentro del ordo local, y las
relaciones de miembros de esa gens con otras ciudades de la Bética. Igualmente
debe destacarse su crucial papel como genearca de la conversión de Carmo en una
urbe acorde a su recién adquirido rango municipal (Caballos, 2006b:414 y ss.).
Cabal expresión de ese dinamismo de las élites provinciales se encuentra en
sus monumentos funerarios. Frente al hábito del enterramiento individual anterior,
estos se vuelven familiares para mostrar a propios y extraños su pujanza social y
económica. Morfológicamente, estos monumentos combinan tipos precedentes con
influencias de zonas próximas, cuando no de la propia Italia.
La tumba de Servilia no escapa a este cuadro; antes bien, resulta un ejem-
plo paradigmático del mismo. Por un lado, comparte rasgos característicos de la
cultura carmonense previa, como el uso de ámbitos hipogeos; de grandes óculos
que conectan la cámara funeraria con el exterior, peculiaridad presente en otros
complejos funerarios carmonenses como la tumba de Nemesio, la de las Guirnal-
das, la de la Moneda de Vespasiano, la de las Cuatro Columnas o la del Elefante
(Rodríguez Temiño et al., 2012:147); o la presencia de hornacinas y nichos para
albergar estatuas de divinidades protectoras de las familias.
De otro, Lucio Servilio Polión no escatimó esfuerzos económicos para dotarse
de un monumento a la altura de las expectativas que sus conciudadanos y él mismo
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