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La Tumba de Servilia en La Necropolis

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LA TUMBA DE SERVILIA EN LA NECRÓPOLIS

ROMANA DE CARMONA:
UNA NUEVA INTERPRETACIÓN FUNCIONAL
The Tomb of Servilia in the Roman Necropolis of Carmona:
A New Funtional Interpretation

IGNACIO RODRÍGUEZ TEMIÑO *

RESUMEN Entre 1905 y 1908, Juan Fernández López, uno de los descubridores y propietarios
de la Necrópolis romana de Carmona, desenterró (ya que realmente no se realizó
una excavación ni siquiera para los estándares de la época) la tumba de Servilia, que
probablemente sea el complejo funerario romano más extenso jamás encontrado en
España. La tumba de Servilia fue construida durante las primeras décadas del siglo I
dne y perteneció a la familia Servilia, una de las principales gens de Carmona en los
siglos I y II dne. Esta tumba se dispone en torno a un atrio central con doble hilera de
columnas. En su borde oriental con acceso desde el exterior, existía un pasaje subte-
rráneo que conducía a la cámara funeraria, también excavada en la roca y sostenida por
imponentes arcos. Por su impresionante estado de conservación, la tumba de Servilia
ha sido objeto de varios estudios, pero siempre desde un punto de vista tipológico.
En este trabajo se aborda la tumba de Servilia desde un ángulo diferente. Después de
describir una gran cantidad de nuevas evidencias arqueológicas, desatendidas hasta
ahora, se presenta una nueva comprensión funcional y simbólica de esta tumba. Como
principal novedad se ha realizado una distinción entre los banquetes funerarios reali-
zados con carácter conmemorativo y los que tenían lugar después de haber enterrado
al paterfamilias. Estos, que se celebraban en el atrio, cumplían el doble cometido de
honrar al muerto y servir para la eficaz transmisión de las propiedades dejadas en
herencia.
Palabras clave: Rituales funerarios romanos, Simbolismo funerario, Transmisión de
las propiedades, Arqueología de la muerte.

* Conjunto Arqueológico de Carmona, Junta de Andalucía. ignacio.rodriguez.temino@jun-


tadeandalucia.es, https://orcid.org/0000-0003-1711-6694
Fecha de recepción: 31-05-2022. Fecha de aceptación: 07-09-2022.
http://dx.doi.org/10.30827/CPAG.v32i0.23738

CPAG 32, 2022, 341-380. ISSN: 2174-8063 341


IGNACIO RODRÍGUEZ TEMIÑO

SUMMARY Between 1905 and 1908, Juan Fernández López, one of the discoverers and owners of
the Roman Necropolis of Carmona, unearthed (as no excavation was actually carried
out even by the standards of the time) the tomb of Servilia, which is probably the most
extensive Roman tomb ever found in Spain. The tomb of Servilia was built during the
first decades of the 1st century AD and belonged to the Servilia family, one of the
main gens of Carmona in the 1st and 2nd centuries AD. This tomb is arranged around
a central atrium with a double row of columns. On its eastern edge, with access from
the outside, there was an underground passage leading to the burial chamber, also dug
into the rock and supported by imposing arches. Because of its impressive state of
preservation, the Servilia tomb has been the subject of several studies, but always from
a typological point of view. This paper approaches the Servilia tomb from a different
angle. After describing a large amount of new archaeological evidence, neglected
until now, a new functional and symbolic understanding of this tomb is presented. As
the main novelty, a distinction has been made between the funerary banquets held for
commemorative purposes and those that took place after the paterfamilias had been
buried. The latter, which took place in the atrium, fulfilled the double function of
honoring the deceased and serving for the effective transmission of the property left
as an inheritance.
Keywords: Roman Funerary Rituals, Funerary Symbolism, Transmission of States,
Archaeology of Death.

INTRODUCCIÓN

La tumba de Servilia (fig. 1) recibe el nombre debido a un pedestal epigráfico


aparecido en ella (CILA II, 870) durante su excavación. Se encuentra situada en el
extremo sur del Conjunto Arqueológico de Carmona (CAC), nombre administrativo
con el que se conoce desde 1992 a la anterior Necrópolis Romana de Carmona (NRC).
Ocupa el fondo de una cantera de origen romano denominada en el siglo XIX de
Delia y actualmente, Mayor. Esta cantera fue adaptada para acoger su construcción
(Rodríguez Hidalgo, 2001). La división actual de la cantera en dos partes separadas
por un muro, que ha motivado cambios topográficos notables a uno y otro lado del
mismo, trae causa de su segregación cuando Juan Fernández López la compró en
1905 (Rodríguez Temiño, 2010).
En su estado actual, la tumba de Servilia se dispone en torno a un gran patio,
por debajo de la cota del terreno, circundado en sus lados norte y oeste por galerías
hipogeas. A la tumba se accede por una escalera situada en el ángulo norte (fig.
2:1), de la que los primeros peldaños son obra moderna (Hernández Díaz et al.,
1943:30). Esta da a una galería excavada en la roca, que forma un criptopórtico
cubierto con bóveda rebajada (fig. 2:2), de la que conserva el extremo distal. Sus
paredes estuvieron decoradas con pilastras de fuste acanalado, según los vestigios
que aún se conservan. A mitad de su lado norte se abre un edículo (Ed1) (fig. 2:3) 1,
igualmente decorado con pilastras en el interior y jambas estriadas en el acceso;

1. Los cuatro edículos señalados en este trabajo (Ed1, Ed2, Ed3 y Ed4) están remarcados en
la planta levantada por Rodríguez Jaldón (fig. 5).

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Fig. 1.—Tumba de Servilia (foto: Alejandro Jiménez Hernández). Figura en color en la edición
electrónica.

en sus paredes quedan las improntas de haber contenido inscripciones embutidas


en ellas. Este espacio estaba cerrado con una verja metálica y tiene un umbral
formado por una piedra caliza oscura. La galería conduce, a través de un pasillo
(fig. 2:4), a una cámara excavada en la roca con cúpula cónica de la que sobresa-
len dos contrafuertes de sección rectangular que disminuyen conforme ascienden
(fig. 2:5). La cúpula no cierra completamente dejando un amplio óculo que da al
exterior. El centro de la cámara está rehundido formando una pileta subcircular
que originariamente tuvo un revestimiento hidráulico que la impermeabilizaba.
Esta cámara da a otra más pequeña que solo tiene un podio (fig. 2:6). La fachada
del criptopórtico está decorada con medias columnas acanaladas, siendo las que
flanquean la entrada central de mayor diámetro.
Accesible desde la galería a través de tres puertas (la del centro más ancha) y
cuatro ventanas, se abre un patio porticado actualmente por sus cuatro lados (fig.
2:7). Los del sur, este y oeste con doble línea columnas y una sola línea en el lado
norte. El lado sur del patio está conformado por un muro de sillares, en medio del
cual se abre otro edículo (Ed2) (fig. 2:8). Su situación es justamente opuesta al
Ed1. En medio del patio se encuentra un pequeño receptáculo para agua revestida
de opus signinum. El patio está cerrado por el lado este por un grueso muro de
sillares con contrafuertes al exterior, con objeto de darle estabilidad puesto que el
muro debió estar meramente adosado a los salientes de la cantera que lo limitan
(fig. 2:9). Una escalera (fig. 2:10) (fig. 3), actualmente embutida en ese muro,
ponía en contacto una plataforma (fig. 2:11) paralela al muro con contrafuertes
con el patio. Esta plataforma exterior está presidida por un edículo abovedado con

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Fig. 2.—Planta y levantamientos isométricos de la tumba de Servilia con situación espacial de los
principales elementos descritos en el texto (elaboración propia a partir del original elaborado por
Manuel Trillo de Leyva). Figura en color en la edición electrónica.

pilastras acanaladas (Ed3) (fig. 2:12), semejantes a las del Ed1, aunque se halla
a una cota más alta. En el otro extremo de esta plataforma, se excavó un pozo de
agua asociado a un pequeño depósito recubierto de mortero hidráulico (fig. 2:13).
Próxima al pozo, otra pequeña escalera (fig. 2:14) da acceso al espacio existente
entre el muro de cerramiento sur del patio porticado y el límite de la cantera (fig.
2:15). Entre la escalera y el muro de cerramiento del patio por este lado corre
una canalización, a modo de euripus, que desembocaba en un pequeño depósito y
desaguaba, a través de una conducción, en la cantera Mayor. En su presentación
actual, la tumba de Servilia ocupa una superficie aproximada de 1400 m2.
Las excavaciones se iniciaron el mismo año de la compra y no terminaron hasta
1908 (Paris, 1908:239). Frente a lo que había sido habitual en sus anteriores exca-
vaciones en la NRC, Fernández López actuó solo, sin George E. Bonsor; tampoco
llevó diario de excavaciones. Solo dejó algunas notas desperdigadas en el “Libro
de Actas de la Sociedad Arqueológica de Carmona” 2. Desgraciadamente, por esas
fechas, las sesiones eran bastante irregulares, con amplios periodos de tiempo sin
convocatorias. No obstante, gracias a esas notas sabemos que la escultura atribuida

2. “Libro de Actas de la Sociedad Arqueológica de Carmona”, 1893-1909, Carmona, Archivo


del Conjunto Arqueológico de Carmona (ACAC) III.2.1. leg. 2, lib. 7.

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Fig. 3.—Detalle de la escalera de servicio practicada el muro de cierre este del atrio (foto: Archivo
General de Andalucía [AGA]). Figura en color en la edición electrónica.

a Servilia L. f. y el pedestal epigráfico que sustenta tal atribución, debieron aparecer


pocos días antes del 15 de mayo de 1905, fecha de la sesión en la que da cuenta
del hallazgo. También ha quedado un conjunto de veintitrés fotos del proceso de
excavación y de los hallazgos escultóricos acaecidos durante la misma (Ruiz et
al., 2011:98-141, 146-149). Además de estas fuentes, contamos con los informes
realizados por Adolfo Fernández Casanova (1906a, 1906b y 1907) para la Real
Academia de la Historia y los apuntes gráficos de George E. Bonsor en sus visitas
(Gómez Díaz, 2018:66) (fig. 4).
La impresión general ofrecida por toda esta información es que se realizó un
vaciado de tierra, pero sin capacidad e interés alguno por registrar adecuadamente
lo que estaba apareciendo. Fernández López no identificó el espacio como una
tumba, sino que creyó haber descubierto en la cámara de falsa cúpula un templo
fenicio o púnico, sobre el cual se había construido una especie de teatro, para
terminar todo siendo una especie de jardín de crucería. De acuerdo a esa visión
distribuyó los sillares aparecidos en el patio 3. Su disparatada interpretación no
convenció a Fernández Casanova (1906a, 1906b y 1907) que se refiere a ella
como “monumento subterráneo” o “monumento monolítico subterráneo”. Fue
Pierre Paris (1908:239) quien cuestionó semejantes explicaciones, reflejo de una
erudición local que había perdido toda credibilidad para la arqueología académica,
y aseveró que se trataba de una tumba familiar, aunque muy diferente del resto de
complejos funerarios de la NRC.

3. “Libro de Actas de la Sociedad Arqueológica de Carmona”, ff. 108 ss.

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Fig. 4.—Croquis de la tumba de


Servilia por G. E. Bonsor (foto:
AGA Leg. 18, p. 9: 82). Figura
en color en la edición electrónica.

Desde su descubrimiento, la tumba de Servilia ha ocupado un lugar destacado


en todos los estudios no solo sobre la NRC (Hernández Díaz et al., 1940; Fernán-
dez-Chicarro, 1963; Abad y Bendala 1975; Bendala, 1976; Abad, 1982; Rodríguez
Hidalgo, 2001; Rodríguez Temiño, 2017; Jorge-Villar et al., 2018) sino también
sobre el mundo funerario de la Bética o Hispania (Thouvenot, 1940; Sevilla, 2014;
Kobusch, 2014).
Manuel Bendala y Lorenzo Abad fijaron los aspectos sobre la tumba de Ser-
vilia que han sido tenidos mayoritariamente por incuestionables y han orientado el
debate sobre este monumento. A ellos se debe el análisis más completo de todos
los elementos relacionados con ella, sean los restos pictóricos, escultóricos o
arquitectónicos de la tumba. Acertadamente en mi opinión, datan la tumba en los
primeros decenios del siglo I dne.
Por su parte, Bendala (1976) también acuñó la interpretación predominante
de la tumba con respecto a los complejos funerarios de la NRC. Para él, frente al

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componente “neopúnico”, presente en el común de las estructuras funerarias de


la NRC, la tumba de Servilia, obra creada para un alto funcionario inspirada en
modelos de raigambre helenística, presenta un caso singular sin conexión alguna
con el resto. Idea que ha sido objeto de debate continuo desde entonces (Alföldy,
2001; Bendala, 2002; Vaquerizo, 2010:240 y ss.; Rodríguez Temiño et al., 2012).
En este trabajo pretendo abordar el análisis de la tumba de Servilia desde un
punto de vista distinto al tradicional, que ha estado enfocado en el estudio mor-
fotipológico del monumento. Me interesa especialmente el valor simbólico de los
espacios que componen este complejo funerario. En los estudios sobre necrópolis
romanas subyace la idea de que estas son meros reflejos pasivos del orden social
de los vivos. Sin embargo, creo que los cementerios jugaron un papel de repre-
sentaciones del orden social. El mundo funerario es productor de significados
fundamentales para los vivos; significados autónomos que solo pueden crearse en
ese ambiente dominado por la memoria de los ancestros. Debido a su excavación
completa y a su óptimo estado de conservación, la tumba de Servilia permite
avanzar en el conocimiento del contenido simbólico de estos espacios productores
de significado.
Para ello resulta fundamental cambiar la forma de aproximación al mundo
funerario romano. La mayoría de las monografías sobre él resalta el valor de
rituales y duelos como medios para separar a una persona del mundo de los vivos
y reintegrarlo de nuevo a él como identidad y memoria (por ejemplo, Prieur, 1991;
Hope, 2009). No obstante, algunos autores ya han manifestado que esta visión
oculta el hecho de que estamos ante lo que la antropología conoce como ritos de
tránsito, es decir, aquellos que marcan el paso de un estado a otro (Maurin, 1984;
Morris, 1992). Considero que esta aproximación es la adecuada para entender el
trasfondo de los rituales, especialmente cuando se trata de la muerte de un pater-
familias perteneciente a las clases privilegiadas. En estos casos, el ritual fúnebre
se entremezcla con otro, cuyo propósito resulta bastante más mundano: asegurar la
continuidad de la familia 4, lo que significa una transmisión exitosa de la propiedad
a sus herederos y herederas, tanto hayan obtenido la independencia (sui iuris) o
estén casadas sine manu.
La tumba de Servilia sirvió para reforzar esa transmisión, no tanto desde el
punto de vista jurídico como social. Los ritos funerarios jugaron un papel crucial
en el reconocimiento de los sucesores y las diversas alianzas entre ellos para
no perder el capital heredado. Hecho que tenía lugar especialmente durante el
convivium fúnebre. A diferencia de otros monumentos funerarios, en la tumba de
Servilia es posible concretar espacialmente el ámbito donde se producía ese evento

4. A falta de mejor término en español, en este trabajo se utilizará la palabra “familia” en


cursiva para referirse al concepto clásico de la misma que, como es bien conocido, es más amplio
que el actual (Dixon, 1992); en caso contrario el término irá en redonda. “Hogar”, que tendría un
significado cercano a household que con tanto éxito se utiliza en la bibliografía especializada en
inglés, resulta ambiguo (y algo desconcertante) en el contexto de un trabajo académico como este.

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y distinguirlo de otros espacios dedicados a otros aspectos relacionados con su


función fúnebre.
No se puede ocultar que, a pesar de la regularidad que el atrio ofrece al con-
junto, la tumba de Servilia carecía de la eurythmia proclamada por Vitrubio (Vitr.
1.2.3). No obstante, este mismo tratadista valora la utilidad de la que debe gozar un
edificio mediante la correcta disposición de sus partes, de modo que no ocasionen
ningún obstáculo, junto con una apropiada distribución en función de sus propias
características (Vitr. 1.3.2).
Desde esta óptica, la tumba de Servilia se concibe como un complejo estruc-
tural, entendido como un espacio arqueológico organizado y delimitado, en el que
se integran estructuras relacionadas con un patrón específico de actividades. Para
identificarlas expondré los lugares comunes del debate aportando, cuando pueda,
algunos elementos nuevos, tras una exhaustiva revisión de la documentación y un
estudio de los vestigios que aún quedan in situ y que han sido relegados por los
investigadores precedentes.

LA TUMBA DE SERVILIA, OBJETO CONTINUO DE INTERPRETACIÓN

Como se ha dicho, la tumba de Servilia ha sido objeto de diversas interpreta-


ciones en los más de cien años que lleva descubierta. Todas comparten una apro-
ximación al monumento que enfatiza sus aspectos constructivos, a partir de los
vestigios pertenecientes —o atribuidos con mayor o menor grado de precisión— a
este complejo.
Con el objetivo de agilizar este apartado, se estructurará en torno a una serie
de interrogantes que han centrado, de una u otra forma, la atención de quienes
han trabajado antes sobre esta tumba. Estos temas son el número de plantas de la
tumba o, de forma más precisa, si tuvo o no una superior practicable; la ordena-
ción del patio; cuál o cuáles de las cámaras hipogeas era la funeraria; la relación
entre interior y exterior del complejo funerario, tal y como aparece delimitado
en la actualidad tras el proceso de restauración al que se sometió a finales de los
noventa del pasado siglo (Rodríguez Hidalgo, 2001; Trillo, 2002); y finalmente
su ornamentación pictórica y escultórica.

El número de plantas

Sin duda, la primera explicación completa de este conjunto se encuentra en


un documento inédito escrito por Juan Rodríguez Jaldón (Fernández Gómez y
Baceiredo, 2001), al que acompañaba un conjunto de ilustraciones sobre algunos
aspectos de este complejo funerario, así como la primera planta completa del mismo 5

5. “Carmona. Necrópolis Romana de Carmona: Tumba de Servilia”, Carmona, ca. 1931, ACAC
III.1.6. leg. 2, doc. 33.

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(fig. 5). Estas anotaciones, basadas en un conocimiento exhaustivo de la tumba,


tenían como objetivo complementar otra obra suya, igualmente inédita, dedicada a
la pintura en la NRC 6. No haber sido testigo del proceso de excavación, así como
su falta de erudición en arqueología, no empaña lo atinado de sus observaciones.
Sus notas han sido usadas por muchos de quienes se enfrentaron al monumento
con posterioridad (Collantes de Terán, Fernández-Chicarro, Bendala Galán o Abad
Casal, por ejemplo), aunque no siempre se abonaron a su interpretación.
Rodríguez Jaldón comprendió el proceso de construcción de la tumba a partir
de su encaje en el interior de una cantera previa. Además, observó que, en el lado
sur, el perfil de la cantera forma una línea mixta: mientras que la parte superior
es recta, la inferior es cóncava. Esto le lleva a concluir —de forma acertada en
mi opinión— que el espacio entre el muro de cerramiento del patio y la cantera
estaría rellenado de tierra, extremo este corroborado arqueológicamente durante la
restauración de finales de los noventa (Rodríguez Hidalgo, 2001:193). Del mismo
modo, advirtió que la cota de uso en el lado sur viene marcada por el derrumbe

Fig. 5.—Planos de la tumba de Servilia por Juan Rodríguez Jaldón (AGA). Figura en color en la
edición electrónica.

6. “El arte decorativo en la Necrópolis Romana de Carmona”, Carmona, 1931, ACAC III.1.6.
leg. 2, doc. 32.

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de un bloque pétreo de la cantera, en la confluencia con el lado donde se halla la


cámara funeraria (fig. 2:15).
Este autor entendió asimismo que la tumba tenía dos plantas, una baja que
englobaría el patio y las partes hipogeas del complejo y otra alta. Esta vendría
sugerida por la forma y la presencia de ángulos escuadrados, perceptibles sobre la
galería hipogea y, sobre todo, por la adecuación del trasdós de la cámara funeraria
en forma de exedra, en cuyo centro se encuentra el óculo que comunica interior y
exterior de la cámara mortuoria. Además de ello, identificó varios vestigios refe-
ridos a esta segunda planta, como unas manchas de opus signinum, que interpretó
correctamente como restos de una solería sobre la galería hipogea, que tendría otro
edículo justo encima del Ed1, al que denominaremos Ed4 (fig. 6). Da cuenta de la
existencia de un piso de opus spicatum realizado con laterculi en la exedra sobre
la cámara funeraria, que vertía hacia el patio. Quizás el principal problema de esta
interpretación fuese su opinión sobre que la forma de acceder a la planta alta sería
a través de la escalera situada en el ángulo noreste (fig. 3), lo que resulta imposible
en la práctica.

Fig. 6.—Fragmento de revesti-


miento hidráulico de la planta
superior (foto autor). Figura en
color en la edición electrónica.

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En sus líneas básicas, esta interpretación fue recogida por Francisco Collantes
de Terán (Hernández Díaz et al., 1943:105-107) y por Concepción Fernández-
Chicarro (1969:25-28) que aportó algunos matices de poca significación por su
falta de sustento, como el uso funerario de la planta alta.
Manuel Bendala Galán (1976:74 y ss.) no rompe con la posibilidad de una
segunda planta, pero observa la dificultad de que la escalera del ángulo noreste fuese
la subida. De hecho, cuestiona que esta sea original, ya que no aparece en una foto
de la excavación (Bendala, 1976:lám. LIX, 1). Propone un acceso que partiese de la
escalera actual, en el paramento de sillares situado a la izquierda, según se desciende.
Tampoco da crédito a la idea de un eventual triclinio sobre la cámara funeraria.
José Manuel Rodríguez Hidalgo (2001) rechaza directamente la existencia
de una planta alta. Atribuye los ángulos escuadrados y las superficies trabajadas
sobre el trasdós de las bóvedas, que cubren las partes hipogeas del complejo, al
embellecimiento final de las superficies de la cantera que quedaban por encima
de la cota de cubiertas de la tumba. De la misma forma, consideró que la escalera
del ángulo noreste era un vestigio relicto de la cantera sin significación en el uso
de la tumba y la embutió en el muro este. Cabe mencionar que, durante las obras
de acondicionamiento del exterior, descubrió a la izquierda del Ed3 una rampa
escalonada (fig. 2:16) en dirección a la puerta de acceso a la tumba, interpretando
que llegaría hasta el paramento de sillares señalado por Bendala.
Philipp Kobusch (2014:277-286) admite la eventual existencia de dos plantas,
con cierta función ritual que no especifica, pero no ve fácil solución para el acceso
a esta segunda altura.

Configuración del patio

La representación arquitectónica del patio ha suscitado mayor consenso.


Rodríguez Jaldón en su restitución consideró que la doble hilera de columnas en
el lado norte se componía de una línea externa de columnas, como la del resto
de lados (es decir, de mayor módulo que las de la fila interior), mientras que las
semicolumnas adosadas a la fachada del criptopórtico componían la segunda hilera
de ese lado, a pesar de tener un módulo mayor que las de las filas interiores en los
otros tres lados. Todos los estudios posteriores (Paris, 1908:136; Hernández Díaz
et al., 1943:105 y ss.; Fernández-Chicarro, 1969:26 y ss.; Bendala, 1976:73 y ss.;
Rodríguez Hidalgo, 2001; Kobusch, 2014:276), salvo el de Raymond Thouvenot
(1940:561 s.) que considera como únicos lados porticados el sur y el oeste, secun-
daron las consideraciones de Rodríguez Jaldón. También fue seguido por quienes
han restaurado este complejo (Rodríguez Hidalgo, 2001:190; Trillo, 2002). Como
producto de las mismas se ha añadido una hilera de cimentaciones para columnas
delante de la fachada del criptopórtico con la que no estamos de acuerdo, como
se explicará más abajo.
Otro punto de difícil resolución estriba en la reconstrucción del orden de las
columnas del patio. Las basas halladas in situ son coincidentes con las pertene-

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cientes a las semicolumnas de la fachada del criptopórtico pero, como advirtiese


Bendala, existen tres módulos distintos. Su relación con los fragmentos de tambo-
res y capiteles conservados en el museo del CAC es incierta, salvo el corintizante
(Márquez, 2001:258). Lo cual ha añadido complejidad al rompecabezas. Bendala,
Trillo de Leyva y Kobusch consideran que, a pesar de los diferentes tamaños, todas
las columnas estarían integradas en patio. No obstante, para este último autor la
diferencia de alturas entre las dos hileras de columnas del patio se compensaría
con un arquitrabe de madera rebajado, de forma que acentuase la pendiente hacia
el interior. Sobre el orden de este peristilo, no encuentra encaje entre los capiteles
del museo y los tambores de columnas y basas conservadas en la tumba. El análisis
de la documentación fotográfica le lleva a circunscribir un posible orden jónico
solo en las columnas de la hilada interna, cuyas basas resultan canónicas con los
modelos itálicos; para el resto propone simplemente unas piezas piramidales acaso
decoradas con estucos, pero sin los elementos normativos de cualquiera de los
órdenes clásicos. La existencia de un tercer módulo, más ancho en las columnas
que enmarcan la entrada principal al patio desde el criptopórtico, le hace pensar
que la solución de cubierta del Ed2 fuese un castillete a dos aguas.
Del patio, Kobusch considera que pudo estar ajardinado y destaca su axialidad
a pesar de la falta de simetría en el eje este/oeste. Esto le lleva a proponer que la
hilada de columnas delante del criptopórtico se deba a una reforma posterior al
diseño inicial, aunque no quepa atribuirle una fecha concreta.
Carlos Márquez Moreno (2001) observó que el capitel corintizante vinculado
a la tumba de Servilia, actualmente en el museo del CAC, acaso fuese resultado de
la adaptación a la altura del peristilo de la tumba. Del estudio de los fragmentos
más antiguos recogidos, destaca el fuerte influjo itálico del final de la República y
comienzos del Imperio en Carmona. Coincide con Bendala en la fecha de la tumba
habida cuenta de las basas de tipo itálico sin plinto que componen el orden del patio.
Desde el principio (Hernández Díaz et al., 1943:106; Fernández-Chicarro,
1969:26; Bendala, 1976:74; Rodríguez Hidalgo, 2001:192; Kobusch, 2014:277)
se ha considerado que la sala cupulada era una especie de antecámara, asignando
el papel de cámara fúnebre a la contigua que presenta solo un banco corrido. De
ahí también la idea de que la apertura actualmente existente en el paramento que
la aislaba del patio sea original, aunque deformada por el paso del tiempo.

La zona exterior al patio

El otro aspecto que no ha sido suficientemente resuelto lo compone la inte-


gración de las estructuras existentes al otro lado del muro oeste. Rodríguez Jaldón
las interpretó como parte significativa de la tumba, aunque no ofreció una articu-
lación clara para el conjunto, ni aclaró cuál podría ser su función. A partir de él,
estos elementos no han recibido mayor atención, siendo eliminados como partes
integrantes del complejo funerario en los posteriores estudios.

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El programa decorativo

El programa iconográfico de la tumba de Servilia nos ha llegado fragmentado,


pero su calidad ha atraído la atención de los investigadores desde prácticamente
el inicio. Gracias al croquis dibujado por Bonsor (fig. 4), se sabe con certeza que
tanto la estatua atribuida a Servilia como el pedestal fueron hallados en el cripto-
pórtico, en la zona inmediata al Ed1. Tampoco hay dudas sobre la pertenencia al
programa de la tumba de la escultura del infante (Fernández Casanova, 1906a).
Resulta, asimismo, acertado atribuir la cabeza de varón en mármol, actualmente
conservada en la Casa Museo Bonsor en Mairena del Alcor, a Lucio Servilio Polión
L. f. (CILA II, 843) (García y Bellido, 1958:205), aunque ese dato sea una mera
suposición. El mencionado croquis de Bonsor refleja la existencia de una colada
de tierra procedente del exterior que había inundado todo el patio de la tumba, lo
cual permite comprender la causa de la conservación de estos restos escultóricos
a pesar de la reutilización del espacio en época medieval.
La significación de las esculturas procedentes de la NRC ya fue advertida
por Antonio García y Bellido (1958), destacando la coherencia del conjunto. Más
tarde, Pilar León (2001) añadió la caracterización de un taller local impulsado por
algún artista itálico que vino a trabajar a Carmona en época julio-claudia. Para el
retrato de Lucio Servilio Polión aventura una procedencia directamente italiana.
Por otra parte, a los efectos que interesan para este trabajo, aceptamos sin modi-
ficación la meritoria labor de reconstrucción de la pintura del techo del criptopórtico,
realizada por Abad Casal (1982:381 y ss.). Sin embargo, la identificación de los
motivos figurativos de los paños de pintura mural existente en el pasillo que conduce
a la cámara funeraria, así como en esta (una figura femenina pesando algo, en el
primer caso, y una decoración de guirnaldas y palomas, en el segundo) ha suscitado
mayor debate hasta que la limpieza de las pinturas y el análisis de los pigmentos
han permitido aclarar su contenido. Como ya se ha explicado en otros lugares
(Rodríguez Temiño, 2017; Jorge-Villar et al., 2018), la escena con figura femenina
representa una psicostasia (el pesaje de las almas). En efecto, los pocos elementos
distinguibles de la composición guardan relación con ese motivo iconográfico: una
figura femenina parece disponerse a colocar en uno de los platillos el eídōla del
difunto en un ambiente posiblemente construido, o al menos amueblado. Las pér-
didas severas de pintura sufridas en este paño imposibilitan saber qué personaje
sostiene la balanza y si le acompañaba otras figuras, ya que solo se conservan unas
manos que sostienen un abanico u hoja de palma. No obstante, el uso de azurita
como pigmento de la libra en la que se pesan las almas de los difuntos consiente
en dar validez a la idea de la psicostasia como motivo de esa escena.

BASES PARA UNA NUEVA INTERPRETACIÓN FUNCIONAL

Para acometer este apartado seguiremos la división de los espacios en dos


plantas, así como la relación entre interior (tal y como está delimitado en la actua-
lidad) y los elementos exteriores.

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IGNACIO RODRÍGUEZ TEMIÑO

Planta baja

Como todos los autores han destacado, la planta baja se divide en dos ámbitos
distintos, uno es el patio hípetro y porticado y el otro, los ambientes hipogeos que
lo perimetran. Sobre el patio ha de comenzarse señalando que originalmente no
estuvo rodeado por sus cuatro lados por un peristilo. Los lados sur, este y oeste sí
tuvieron una doble columnata con las interiores más delgadas 7, pero la fachada del
criptopórtico abría directamente al patio a través de sus puertas flanqueadas por
semicolumnas. Prueba este extremo el mencionado croquis de Bonsor (fig. 4) 8.
Fernández López y Bonsor no entendieron bien que realmente se trataba de un patio
con peristilo incompleto y situaron una línea de fustes delante del mismo (amén
de distribuir los sillares recuperados en la excavación dentro del patio a modo de
jardín con andenes). Este error inicial ha sido seguido por el resto de quienes han
estudiado o intervenido en este espacio.
La colada de tierra reflejada en ese croquis consiente suponer que acaso algunos
de los elementos arquitectónicos encontrados en el patio se hallen en un contexto
secundario de deposición. Estas alteraciones posdeposicionales explicarían la
discordancia entre estilos de basas, tambores y capiteles encontrados en la tumba,
como ha advertido Kobusch.
Coincido con Bendala, Trillo de Leyva y Kobusch en que los tres módulos
de columnas (dos en el peristilo del patio y otro mayor en las semicolumnas que
flanquean la puerta principal de acceso al mismo desde el criptopórtico) resultan
compatibles con la conformación del patio. El lenguaje arquitectónico del interior
de los complejos funerarios no sigue los cánones observados en edificios y espa-
cios públicos. La combinación entre corintio y dórico se aprecia en tumbas de la
necrópolis de Mustafá Pachá en Alejandría (Adriani, 1936) y en la tumba de Jonás
en Jerusalén (Foerster, 1978). En la primera de las cuales, además, columnas nada
canónicas forman parte de la fachada de la cámara sepulcral abierta a un patio
igualmente rebajado en la roca.
Acerca de la solución de cubierta para el peristilo que circunda el patio, en
mi opinión, los tres lados debieron de tener un tejado a un agua que vertía hacia
el interior. Esto sería coherente con la observación de Rodríguez Jaldón acerca de
la inclinación de la solería de opus spicatum sobre la cámara funeraria.
La solería del patio parece, según los apuntes de Rodríguez Jaldón, que con-
sistió en un spicatum de laterculi. Aunque este solado no sería incompatible con la
presencia de zonas ajardinadas —como sugiere Kobusch—, se carece de indicios
para sostener ese extremo. En otras tumbas de la NRC, como las del Elefante o la
de Postumio, hay rebajes en el suelo, a modo de arriates, que debieron servir para

7. En Ruiz Cecilia et al., 2011 se encuentra la colección de fotos de la excavación de este


elemento y se aprecia claramente en algunas de ellas el descubrimiento de las basas de las dos hileras
de columnas in situ.
8. Alejandro Jiménez Hernández me advirtió de este hecho en un correo electrónico de 22
de marzo de 2017.

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LA TUMBA DE SERVILIA EN LA NECRÓPOLIS ROMANA DE CARMONA: UNA NUEVA INTERPRETACIÓN FUNCIONAL

las plantas. Nada asimilable a eso se observa en el patio de la tumba de Servilia.


No obstante, habida cuenta de su desastrosa excavación, no se puede descartar
completamente su existencia.
Acorde con el uso de este espacio, Paris creyó observar en el centro del patio
los restos de un triclinio, pero como advierte Collantes de Terán, se trata de una
suerte de impluvio (Hernández Díaz et al., 1943:106).
Sobre este ámbito cabe, por último, hacer una precisión. Como se ha mencio-
nado ya, el muro este, con contrafuertes, tenía una pequeña puerta con escalera en
el ángulo noreste (figs. 3 y 5) que fue eliminada en la última restauración arqui-
tectónica del conjunto. Pensamos que se trata de un lamentable error. Esa puerta,
a modo de posticum, como supo entender Collantes de Terán (Hernández Díaz et
al., 1943:106), era original, aunque hubiese sido modificada posteriormente por
Fernández López, Bonsor o Rodríguez Jaldón. Ese paso, posiblemente cerrado con
una cancela o con una puerta de una sola hoja, era fundamental para comunicar
el interior del patio y el exterior para quienes se dedicaban al mantenimiento del
complejo.
Las dos galerías hipogeas que circundan el patio también requieren ciertas
precisiones, que parecen haber escapado a quienes han estudiado en complejo con
anterioridad. En primer lugar, debemos volver a la identificación de la cámara
funeraria. Como ya se ha indicado, Bendala (1976:74) y Kobusch (2014:278) han
creído que la cámara cupulada era el vestíbulo de la cámara funeraria. El estudio
de las fotos del proceso de excavación (Ruiz Cecilia et al., 2011:55), permite con-
cluir que ese espacio es la auténtica cámara funeraria y no la contigua. Los falsos
nervios y la plataforma que delimitan forman arcosolios para alojar los sarcófagos
donde se inhumaron los Servilios. Ya que la tumba de Servilia está principalmente
diseñada para inhumaciones. El sarcófago de piedra sin decorar, actualmente sobre
un podio en el Ed1, fue encontrado en la cámara, como atestiguan las fotos del
momento (fig. 7). Posiblemente, la cámara contigua a esta albergase cremaciones en
urnas directamente colocadas sobre el podio. En ella quizás se enterrasen esclavos
u otros miembros no pertenecientes al núcleo de la familia.
La errónea identificación de la cámara cupulada como antecámara motivó que
algunos autores (Bendala o Kobusch) sugiriesen la existencia de puertas o venta-
nas en el muro que la separa del patio. Ninguna evidencia original hay de ello. Es
más, en la foto antes señalada de la cámara, tras el vaciamiento de la tierra que
la rellenaba, se observa que se trata de roturas y no de aperturas intencionadas.
Bendala indica como evidencia de la existencia de una puerta la presencia de un
umbral. Sin embargo, en la figura antes señalada se advierte claramente que la
altura existente entre el supuesto umbral y el interior de la cámara es tal que resul-
taría realmente difícil el tránsito entre interior y exterior a través del mismo. Esas
aperturas debieron producirse en la reutilización medieval de esa sala.
En segundo lugar, del criptopórtico merecen la pena destacar los umbrales que
quedan in situ ya que marcan zonas de tránsito y espacios dignos de ser resaltados.
Dos son los elementos más significativos que quedan, ambos remarcados por el
uso de piedras calizas oscuras. El primero es una larga pieza enteriza situada en

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Fig. 7.—Foto del proceso de excavación de la cámara funeraria (foto CAC). Figura en color en la
edición electrónica.

la entrada del Ed1. Debido a que el desgaste del uso afecta solo a un tercio de su
longitud, resulta plausible suponer que el edículo se cerraba con una cancela metá-
lica anclada a jambas de madera situadas en las pilastras que están huecas (fig. 8).
El otro umbral se encuentra en el paso del criptopórtico al pasillo de acceso a la
cámara sepulcral. Aunque se colocó al revés tras su hallazgo en la excavación 9,
en él se aprecia el quicio de una puerta de un batiente que aislaría ambos espacios
de significaciones muy distintas, como se verá más adelante.
El patio, espacio principal en este complejo, resulta difícil de clasificar tipoló-
gicamente. Por un lado, presenta la estructura de un atrio con impluvium, aunque el
compluvium parece desproporcionado con respecto de aquel, y su función también
resulta análoga a la de los atrios en la domus, como se verá más adelante. La doble
hilera de columnas por tres de sus lados le asemeja a un peristilo de tipo rodio
(Vitr. 6.7.3) debido a la mayor altura de las semicolumnas de la puerta principal.

9. En la Figura 7 se aprecia esta pieza fuera de contexto. Su ubicación actual parece la ade-
cuada, aunque la colocación es errónea.

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LA TUMBA DE SERVILIA EN LA NECRÓPOLIS ROMANA DE CARMONA: UNA NUEVA INTERPRETACIÓN FUNCIONAL

Fig. 8.—Foto de la galería hipogea, a la izquierda puede observarse el umbral del Ed1 (foto autor)
Figura en color en la edición electrónica.

Terminamos esta revisión con un apunte sobre el programa escultórico. Poco


puedo añadir a los estudios realizados sobre el retrato de Lucio Servilio Polión, así
como al torso femenino vestido, tradicionalmente identificado con Servilia, hija o
hermana del anterior. Sin embargo, sobre el retrato infantil, sí cabe hacer alguna
precisión significativa. García y Bellido (1958:205) sugirió que podría tratarse de
un Eros portador de arco, opinión que nadie con posterioridad ha recogido. Acaso
merezca la pena indagar un poco más sobre estas figuras de bulto redondo en
ambientes funerarios. En efecto, se trata de un retrato infantil, aunque los niños no
suelen ser objeto de representación habitual en la iconografía funeraria, a pesar de
la abundancia de decesos en los primeros años de vida. Cuando ocurre, lo habitual
es hacerlo en relieve, con sus padres (Mander, 2013). Sin embargo, esta no era la
costumbre cuando afectaba a personajes de las familias imperiales. Entonces se
usaban figuras de busto redondo a guisa de dioses niños con el deseo de conmemo-
rarlos llenos de vida, alejados de los rasgos propios de quienes han fallecido, con
la esperanza de que tuviese una feliz vida después de la muerte (Corrado, 2013).
Por tanto, creo muy sugestiva la idea de García y Bellido, pero no comparto su
atribución de que se tratase de un Eros, sino de Harpócrates. El hijo de Isis comenzó
a ganar popularidad en Roma durante el siglo I ane convirtiéndose en un amuleto
común durante época de Claudio (Plin. HN. XXXIII, 41). La forma característica

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IGNACIO RODRÍGUEZ TEMIÑO

de representarlo, llevándose el dedo a la boca para invocar silencio, lo hizo muy


adecuado para el mundo funerario (Corrado, 2013:32). Considero más probable
que el gesto del infante prematuramente fallecido y cuya escultura se halló en la
tumba de Servilia fuese ese y no el de portar arco.
De todas formas, lo importante ahora no es debatir si representa a Eros o a
Harpócrates, sino resaltar que es uno de los pocos retratos de niños, acaso del
núcleo familiar más próximo (uxor liberique) a Lucio Servilio Polión, no perte-
necientes a las familias imperiales representados como un dios niño fechado en
la primera mitad del siglo I dne. Lo cual sería otra evidencia más de conexión de
Lucio Servilio con las modas culturales de la propia Roma e Italia durante época
augustea y julio-claudia, como ya han advertido al hablar de este personaje Werner
Eck (2001:562) y Antonio Caballos (2007:50 y ss.).

Planta alta

Si bien —como se ha visto— son pocos los autores que niegan rotundamente
la posibilidad de una planta alta accesible, solo Rodríguez Jaldón se atrevió a
explicar su posible conformación. Quizás el principal problema haya sido resolver
la forma de acceso.
Los vestigios que consienten suponer la presencia de una planta alta son los
fragmentos de pavimentos hallados en el trasdós de las partes hipogeas y las tra-
zas dejadas por la adecuación de dos espacios. Estos son una suerte de réplica del
edículo del criptopórtico, constituyendo una especie de sacrarium o altar, cuya
función estaría relacionada con ofrendas y sacrificios rituales en honor de los
dioses manes, y una sala ultrasemicircular sobre la cámara cupulada, que identi-
ficamos como un triclia. No es el único caso de conexión entre cámara hipogea y
triclinio superior mediante un óculo que hay en la NRC, la tumba de las Guirnaldas
ofrece un claro paralelo (González et al., 2014). Fuera de nuestras fronteras, en
Miseno, una inscripción señala explícitamente la existencia de un triclinio sobre el
sepulcro, en un cenotafio de mediados del siglo II dne (D’Arm, 2000:128). Sarah
Braune (2008:20) también atribuye ese destino a las plantas superiores y terrazas
en mausoleos de varios pisos, de acuerdo con las inscripciones que se encuentran
en ellos (CIL VI 10284, AE 1977, 31 y AE 2000, 344B).
En la planta superior quedan huellas de un pavimento de signinum y de un
spicatum. Ambos pavimentos, como en el resto de la tumba, diferencian la zona
de tránsito por encima del criptopórtico del triclia superior; tanto uno como otro
estarían al aire libre. Las zonas resguardadas (en la planta baja) posiblemente estu-
viesen pavimentadas con mármol, a tenor de la gran cantidad de placas aparecidas
durante la excavación, según observaciones de Fernández López.
En 2018, Pablo Guerra analizó las manchas de signinum de esta planta y llegó
a la conclusión de tratarse de un opus de gran calidad técnica y grado de imper-
meabilización, por lo que le asigna una función de solado de algunas partes de

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LA TUMBA DE SERVILIA EN LA NECRÓPOLIS ROMANA DE CARMONA: UNA NUEVA INTERPRETACIÓN FUNCIONAL

la planta superior 10. También analizó las paredes del frente de cantera donde se
encaja la tumba, especialmente aquellos que se han regularizado verticalmente, y
observó que aún mantienen restos del revoco de caementicium que tuvieron en su
momento. De ahí llegó a la conclusión de que esos paramentos verticales fueron
paredes a cielo abierto que delimitaron la segunda planta de este complejo funerario.
Teniendo presente estos elementos, se puede aseverar la existencia de una
terraza sobre las zonas hipogeas de la primera planta, a modo de solarium. Sobre
el lugar del Ed1, el Ed4 estaría rematado por una cubierta a dos aguas, permitiendo
el paso por delante. Su función sería análoga a la del Ed1, contener alguna escul-
tura o inscripción alusiva a la familia de los Servilios y propiciar la realización de
sacrificios para rendir culto a los ancestros de la gens. Este ámbito superior estuvo
vinculado a la práctica de los rituales conmemorativos que, como argumentaré más
adelante, no requerían bajar a la planta baja.
Frontero al criptopórtico, el patio se limita con un muro de sillares cuya cota
viene marcada por el desprendimiento de parte de la cantera (fig. 2:15). A partir
de esa cota el frente de cantera está regularizado verticalmente y contiene esos
vestigios de revoco mencionados con anterioridad. Sin embargo, bajo esa cota, el
frente de cantera es convexo y carece de tratamiento alguno. En mi opinión, eso
sugiere que no estaba visto sino relleno de tierra hasta la cota antes señalada. No
obstante, ese relleno no podría llegar hasta la escalera desde la que se accede a
este espacio, situada al exterior del patio, al finalizar la explanada que se extiende
paralela al muro de contrafuertes (fig. 2:14). En el perfil de la cantera se observa
un rebaje angular que permite suponer el encaje de un muro de sillares perpendi-
cular. Su función sería hacer de contención de las tierras de relleno y soportar un
tramo de escaleras suficiente para acceder a la cota de suelo de ese nivel. El uso
del sector relleno de tierra pudo ser una especie de jardín visible desde el patio al
estar a una cota superior. Al mismo se accedía por los dos tramos de escaleras desde
el exterior del patio (figs. 9 y 10). Como se observa en las plantas de la tumba, no
hay conexión entre este espacio y el triclia sobre la cámara.
Los jardines funerarios están fuera de toda discusión, su referencia al Más
Allá de claro contenido soteriológico manifestado tanto en su presencia física
como simbólica a través de la decoración pictórica, tampoco puede ser discutida
(Cumont, [1942] 1966; Gómez Pallarés, 2009; Rodríguez Temiño, 2017). Existen
numerosas inscripciones que contienen referencias a hortus cinctus maceria tanto
en Roma, como en Italia y en la Galia (Toynbee, 1971:91 y ss.; Jashemski, 1970-
1971; Gregori, 1987-1988). Estos devienen especialmente abundantes a partir del
Principado y suponían cargas inexcusables para los herederos (Rodríguez López
2008:126 y ss.). Ya se ha hecho mención a la interpretación como jardineras de
ciertos rebajes documentados en tumbas de la NRC, con lo que no parece un
hecho insólito la ocupación por un pequeño paradéisos (X. Oec. IV, 13) a guisa

10. P. Guerra García: “Caracterización de morteros de la tumba de Servilia. Memoria final.


Informe final 2018”, Archivo del Conjunto Arqueológico de Carmona (ACAC) IV.1. Estudios y
Trabajos Técnicos, doc. 5. Inédito.

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IGNACIO RODRÍGUEZ TEMIÑO

Fig. 9.—Restitución dibujada sobre fotografía de los volúmenes de la tumba de Servilia (dibujo:
Antonio Poo [Espiral Patrimonio]). Figura en color en la edición electrónica.

Fig. 10.—Restitución de una escena de convivium en la tumba de Servilia (dibujo de Iñaki Diéguez
Uribeondo [IDU]). Figura en color en la edición electrónica.

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LA TUMBA DE SERVILIA EN LA NECRÓPOLIS ROMANA DE CARMONA: UNA NUEVA INTERPRETACIÓN FUNCIONAL

de locus amoenus de esa superficie residual (Bodel, 2018:217) 11. El ideal de locus
amoenus, que tanto éxito tuvo en la decoración de casas y villae, fue una de las
fuentes de inspiración en el diseño de los nuevos complejos funerarios de finales
de la República en Roma e Italia (Braune, 2008:81 s.).
Su proximidad permitiría otorgar a las comidas celebradas en el triclinio
superior el ambiente al fresco tan demandado en esa época (Campbell, 2008:34).
El solaz dispensado por estos jardines fue ensalzado por Patrón, propietario de
un hipogeo junto a la vía Latina, en un epigrama en griego de época de Augusto
(Secchi, 1843; Martínez, 1998).
Contribuye a la plausibilidad de esta interpretación la propia conformación de
la tumba de Servilia a modo de casa. No podemos aventurar qué especies podrían
estar plantadas, pero la abundante pintura funeraria mural apunta a la elección
habitual de árboles y arbustos de hoja perenne, como evocación al mundo de los
muertos. El euripus que corre paralelo al muro de sillares, que separa este espacio
del patio, podría tener mayor sentido con la existencia de un jardín que hubiese
de ser regado de forma frecuente. El acceso desde el exterior, acaso pensado más
para su mantenimiento que para el disfrute de los comensales, refuerza la idea de
este jardín como escenario de fondo.

Espacio exterior al patio

Solo Rodríguez Jaldón conectó los elementos existentes fuera del patio con el
complejo funerario de la tumba de Servilia. Este cercenamiento de una realidad
más compleja ha limitado enormemente la compresión global del complejo fune-
rario. Creo, por tanto, necesario volver a incluirlos y darle una coherencia en la
articulación de este espacio con el patio interior (fig. 11).
Como se dijo con anterioridad, su presentación actual, en una parte segregada
artificialmente de la cantera Mayor, parece haber confundido a los investigadores.
Sin embargo, dada la importancia de la construcción y teniendo presente tanto los
hábitos antiguos en torno a este tipo de construcciones como la presencia de ciertos
elementos en el exterior del patio, cabe hacer una lectura distinta.
La actual cantera Mayor ocupa un amplio espacio que va desde el extremo
donde se halla la cámara sepulcral de la tumba hasta el camino que conducía desde
Carmo a Hispalis. Camino que ordenada parte de la antigua necrópolis. Al noroeste
de la tumba de Servilia se alinean con esa vía una serie de mausoleos circulares
componiendo una auténtica fachada (Rodríguez Temiño et al., 2012). El muro que
dividió la entonces cantera de Delia (hoy Mayor) en dos propiedades ha alterado
la topografía de la parcela al interior de la NRC, pero originalmente debía existir
una pendiente ascendente más suave entre la cantera en la cota de la vía y el Ed3.

11. Paradéisos, término de origen persa, se tradujo como edén o paraíso en la Septuagésima
(Grygielewicz, 2011:136).

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Fig. 11.—Dibujo sobre vista aérea de la tumba de Servilia y la extensión del pomarium, así como
de trazado hipotético del camino de acceso (dibujo: Antonio Poo [Espiral Patrimonio]). Figura en
color en la edición electrónica.

Creo plausible situar la entrada al complejo en algún punto de la valla que deli-
mitase la propiedad de esta parcela dedicada al uso fúnebre del paso de la vía, si
bien tampoco resultaría necesaria esa delimitación física. La presencia de un pozo
anoriado (fig. 2:13) con una pileta de agua, junto a la entrada de la escalera de
acceso al paradéisos superior y en un punto elevado con respecto del resto de la
cantera, consiente igualmente pensar que el resto de la superficie estuviese dedi-
cado a la plantación de árboles con rendimiento económico, es decir algún tipo de
pomarium (Bodel, 2018:215 y ss). Nótese que el euripus que conduce el exceso
de agua de mencionado jardín superior, vertía en la cantera Mayor.
Así pues, un camino levemente ascendente llevaría desde la vía hacia Hispalis
hasta la plataforma situada al exterior del patio (fig. 2:11) a través de una planta-
ción. Esta plataforma conduce directamente al edículo (Ed3), que tiene paralelos
formales con el Ed1, situado en el criptopórtico. En él debería de encontrarse algún
tipo de estatua o representación de la divinidad protectora de los Servilios y sería
el sacrarium principal del complejo funerario 12.

12. A este respecto, debe hacerse notar que una de las características de algunos complejos
funerarios de la NRC es la presencia a la entrada de nichos que, tanto por su forma o tamaño, no
parecen haber sido destinados a albergar urnas. El de la tumba del Elefante es de singular tamaño,
de manera que Manuel Fernández López (1899:10) lo interpreta como el lugar para el portero. Las
tumbas de la Moneda de Vespasiano y de las Cuatro Columnas también cuentan con un cubículo, de
mayores dimensiones que el resto de los nichos, situado al final de las escaleras, antes del acceso a

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LA TUMBA DE SERVILIA EN LA NECRÓPOLIS ROMANA DE CARMONA: UNA NUEVA INTERPRETACIÓN FUNCIONAL

A través de las escaleras situadas junto a este Ed3 (fig. 2:16), se accedía a
la planta superior pasando por detrás de la escalera de acceso. Lamentablemente
esta parte está muy perdida al haberse caído la bóveda que cubría el criptopórtico.
Poco más puede decirse de este acceso en la actualidad. La eventual excavación
del tomo de tierra situado sobre la escalera, y que hace de mirador hacia la tumba,
podría arrojar una información valiosa a este respecto.
Situada en el extremo de la cantera Mayor, en posición ligeramente elevada,
sobre un primer plano verde, destacando el muro con contrafuertes, el Ed3 que
posiblemente tuviese una fachada con frontispicio, los castilletes tecta pectenata
que cubrirían los Ed2 y Ed4, así como los árboles del paradéisos, la tumba de la
familia Servilia estaban bien situada y era perfectamente reconocible desde su
entorno, aunque no hiciese ostentación de su presencia.

ESPACIOS Y USOS EN LA TUMBA DE SERVILIA

Ya se ha hecho referencia a la conveniencia de pensar en la tumba de Servilia


como en un complejo estructural compuesto por diversos espacios con autonomía
funcional, pero contribuyendo solidariamente a la dedicación fúnebre del conjunto.
Frente a las aproximaciones morfotipológicas habituales, creo de mayor interés
aplicar otra de carácter funcional; esto es, analizar qué se hace en cada espacio y
quiénes son los llamados a hacerlo. De ahí se podrá deducir con mayores garantías
el contenido simbólico de los espacios, así como su contribución a la creación de
significados nuevos dentro del rito funerario. Este abordaje no resulta novedoso
para el mundo clásico, las investigaciones sobre las domus del área vesubiana
(Wallace-Hadrill, 1997) ya pusieron el acento en la distinción entre público y
privado como mejor medio para la comprensión de sus habitantes, así como del
distinto uso que hacían de ellas en razón de la posición ya fuese interna o externa
a la familia. Aunque estas divisiones del espacio se han considerado excesivamente
rígidas para la arquitectura doméstica (Dickmann, 2011), se adaptan bien al uso
específico y esporádico de la funeraria.
De acuerdo con la interpretación de los indicios existentes en el monumento
y su entorno más inmediato, cabría distinguir dos grandes bloques: uno destinado
a los vivos y a los muertos, el otro. Dentro del primero, hay además dos ámbitos
netamente diferenciados: el patio, con sus dos plantas, y el exterior al mismo. Como
combinación de ambas divisiones, cabe aislar tres usos en estos espacios: la casa

la cámara. En el caso de la tumba de Nemesio, un enterramiento colectivo con diversos ámbitos y


cámaras sepulcrales, se encuentran nichos de mayores dimensiones que los destinados a recoger las
urnas (Rodríguez Temiño et al., 2012:140); en uno de ellos estaría figurita con la inscripción a Némesis
(CILA Se, 841). Resulta plausible suponer que estas hornacinas harían las veces de sacraria en las
que colocar representaciones de los manes o de otras divinidades protectoras de la familia o, para
los enterramientos colectivos, a la que la persona difunta tuviese especial devoción. En este sentido,
la tumba de Servilia sigue un patrón común constatado en otros complejos de la NRC.

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de los muertos; el dedicado al convivium durante el propio enterramiento y a las


celebraciones conmemorativas; y, por último, al abastecimiento de lo necesario
para los rituales, contribución al sostenimiento económico de la tumba y mante-
nimiento del conjunto. Esta separación espacial entre usos públicos (o, al menos,
con mayor afluencia de personas) y aquellos reservados a los círculos más íntimos
de familiares y amigos, acaso refleje la tendencia hacia la interiorización en la
expresión de emociones, que Paul Zanker (2003) observó a través del estudio de
los relieves de los sarcófagos de época adrianea, pero que tiene claros precedentes
ya en el siglo I dne.
A continuación, se explica cada uno de ellos, así como los espacios que ocupan
y los perfiles semánticos que les confieren esos usos.

La casa de los muertos

Sin duda, representa el uso principal del complejo y comprende parte del
espacio hipogeo; el mundo subterráneo es la metáfora misma de la muerte para la
época clásica. El cuerpo de la persona difunta sería trasladado desde el domicilio
hasta la tumba, atravesando el huerto exterior y hasta llegar a la plataforma situada
al otro lado del muro con contrafuertes, para subir encarando el edículo Ed3, que
acogería a la comitiva a modo de bienvenida dada por los dioses protectores de
la gens de los Servilios. Se alcanzaría la escalera principal de bajada a la planta
baja, pasando por los escalones situados a la derecha del Ed3. Una vez en el inte-
rior se seguiría por el criptopórtico hasta alcanzar el lugar donde se encuentra la
entrada principal al patio, frente al Ed1. A partir de ese momento, mientras que
el cortejo accedería al patio por cualquiera de las tres puertas, la persona difunta,
transportada en una sandapila (Mart. 2.81) (o similar) por siervos, seguiría hasta
la puerta que comunica el criptopórtico con el pasillo que conduce a las cámaras
funerarias (fig. 12).
La auténtica morada de los muertos se encuentra separada del resto del
complejo por esa puerta y se compone del pasillo y las cámaras, la cupulada con
arcosolios para acoger sarcófagos y la contigua para cremaciones, depositando las
ollae ossuariae sobre el banco o el suelo. En un espacio reservado, poco visitado
por los vivos que usan el óculo de la cámara para verter las libaciones, aunque el
contenido escatológico de la escena del pasillo es una llamada de atención para
los que aún tienen posibilidad de conducir sus vidas.
Esta segregación espacial coincide con la pauta observada en Italia (al menos
en Roma y algunas ciudades campanas) a finales de la República y comienzos del
Imperio, cuando las tumbas adquieren protagonismo como focos de atracción para
los foráneos (Wallace-Hadrill, 2008:60 y ss.). Sin embargo, para la tumba de Servilia,
debido a su tamaño y especial configuración, ese deseo de impresionar se produce
en el interior de la tumba, en otro lugar distinto de las criptas sepulcrales: el patio,
preparado como un escenario acorde para esa función, como se verá más abajo.
Otro aspecto crucial para entender todo el complejo tiene que ver con el
hecho de que haya sido concebido para alojar inhumaciones, aunque haya con-

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LA TUMBA DE SERVILIA EN LA NECRÓPOLIS ROMANA DE CARMONA: UNA NUEVA INTERPRETACIÓN FUNCIONAL

Fig. 12.—Vista del pasillo de acceso a la cámara funeraria (desde donde está tomada la foto). Obsér-
vese la figura femenina representando la psicostasia y al término de la galería el umbral pétreo que
marcaría su inicio con una verja, posiblemente (foto autor). Figura en color en la edición electrónica.

tenido cremaciones. Esta convivencia en las necrópolis de la Bética presenta, en


términos generales, ciertas variantes que han sido atribuidas a la combinación
entre tradiciones previas diferentes y aportes itálicos igualmente diversos de los
primeros contingentes de colonos llegados durante la conquista (Vaquerizo, 2007,
2010:280). Un rasgo típico del hibridismo característico del proceso que deno-
minamos romanización (Jiménez, 2008). Concretamente para el caso de Carmo,
Vaquerizo trae a colación la presencia del comentado componente neopúnico para
justificar la presencia de inhumaciones conviviendo con cremaciones en algunos
de los complejos de la NRC, como en la tumba de las Cuatro Columnas o la de
Postumio, que extiendo como explicación a la tumba de Servilia, aunque este autor
no haga expresa mención de ella (Vaquerizo, 2007:274 s.).
Sin embargo, quizás sea históricamente más adecuado pensar en la imitación
de usos funerarios de la clase noble romana e itálica en ese momento. Es decir,
frente a una eventual pervivencia de una cultura neopúnica que se reivindicase en
el ámbito funerario, veo más admisible considerar que los Servilios importaron a
Carmona la tradición itálica de la inhumación, reservada para las clases altas, lo
que integra a este personaje en las modas del momento en la península italiana.
Como es bien sabido, el rito de la inhumación no solo convivió a finales de la
República y comienzos del Imperio con el de la cremación, sino que mantuvo un

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IGNACIO RODRÍGUEZ TEMIÑO

cierto abolengo por ser considerado el modo más antiguo de enterrarse en Roma
(Cic. Leg. 2. 22, 56; Plin. HN. VII, 187). Como señala con acierto Morris (1992:
42 s), carecemos de registro arqueológico de las clases nobles del momento, con lo
que no es posible matizar las informaciones transmitidas por los textos. Si bien, las
excavaciones muestran el predominio de las cremaciones en la clase acomodada, eso
no significa que haya sido absoluto. La nobleza patricia comienza en esos momentos
a erigir lujosos sepulcros y estatuas en claro préstamo del mundo helenístico, allí
donde justamente la inhumación era el rito habitual. No resulta impensable, por
tanto, que esa minoría atraída por los modos helenísticos también siguiera el rito
dominante en ese mundo.
No puede resultar casual que sean las tumbas Servilia y de Postumio, perte-
necientes a sendos personajes de las capas altas de la sociedad carmonense de los
primeros decenios del siglo I dne, emparentados entre ellos además (Caballos,
2007), las que presenten inhumaciones como rasgo distintivo sobre un panorama
general de cremaciones. Tampoco puede refutarse que la inhumación requiera
sepulcros grandes, manifestación del propio estatus que refuerzan la distinción con
respecto del resto de sus conciudadanos. Debe añadirse que Lucio Servilio Polión
dio muestras de conexión directa con la propia Roma y, por tanto, debía estar al
tanto de las veleidades de la clase más alta romana e itálica en relación al tipo de
ritual adoptado. De todo ello, cabría deducir que la elección de la inhumación no
respondiese a una tradición familiar de origen púnico, sino a la deliberada intención
de replicar lo que venía siendo habitual en la propia Roma y las principales urbes
italianas a imitación de ella. Esta elección además implicaba la construcción de
una tumba de mayores dimensiones a las habituales del momento en Carmo, lo
cual reforzaba el deseo de distinción.
Un último elemento configura este espacio mortuorio, el contenido simbólico
de su decoración pictórica (Rodríguez Temiño, 2017). En efecto, tanto los temas
del pasillo que conduce a ella (la psicostasia [fig. 12]) como de la cámara con
arcosolios (motivos florales y palomas sostenidas en guirnaldas) responden a un
programa iconográfico deliberado ordenado en el sentido de la progresión espa-
cial: primero el pasillo y después la cámara. En conjunto ofrece una secuencia
de marcado carácter escatológico, no exenta de contenido soteriológico: el juicio
previo y la recompensa posterior.
El diálogo pseudoplatónico Axioco contiene una disertación sobre la inmor-
talidad del alma y tiene la virtualidad de mostrar el sincretismo al que se había
llegado en el siglo I ane, en el que se mezcla Platón con los estoicos, epicúreos,
cínicos y pitagóricos. En él se refleja asimismo el contraste entre míseros y bien-
aventurados, en la vida futura. Al final del diálogo, Sócrates hace una descripción
de la suerte que le espera a las almas en el Hades. Tras la disolución del cuerpo van
hacia un lugar invisible en la morada subterránea donde se encuentra el palacio de
Plutón, la llamada “Llanura de la Verdad”. Allí jueces infalibles acuerdan que los
justos pueden habitar los Campos Elíseos, de los que son descritas sus delicias; los
iniciados en los misterios ocuparán un lugar de honor. Por el contrario, las almas
impías son conducidas por las erinas hacia el Erebo y el Caos, a través del Tártaro.

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LA TUMBA DE SERVILIA EN LA NECRÓPOLIS ROMANA DE CARMONA: UNA NUEVA INTERPRETACIÓN FUNCIONAL

Del mismo modo, en el Somnus Scipionis (Cic. Resp. VI), su padre y su abuelo
revelan a Escipión su destino terreno y la virtud que debe practicar para alcanzar
el cielo. La inmortalidad estaba reservada a los políticos que se habían esforzado
por la patria, también a los hombres sabios. Se admite la inmortalidad para todos,
pero la suerte de los justos era distinta en el Más Allá.
Eneas en su descenso a los infiernos encuentra una comunidad en la orilla de
acá de los ríos infernales, los muertos inocentes, pero esta agrupación no manifiesta
ninguna idea de pena moral. Quienes han sido víctimas de una muerte prematura
están aguardando cumplir los años que debían haber tenido en la tierra antes de
pasar la Estigia. En el Tártaro hay sufrimiento mientras que en el Elíseo todo está
bañado por la luz. Allí quienes que han hecho el bien disfrutan de la vida eterna
(Bernabé, 2008).
Una vez sorteado el juicio situado estratégicamente en el pasillo de acceso
a la cámara, en esta hay una representación muy concisa del mundo que aguarda
a los bienaventurados. Frente a otras tumbas de la NRC en las que también he
identificado motivos relativos a los Campos Elíseos (tumbas de las Ciruelas, del
Banquete Funerario o de las Tres Puertas) con sus representaciones de ramas de
árboles frutales, flores y pájaros que permiten traer a colación el papel del jardín
funerario y de los prados en la escatología clásica, la cámara funeraria de la tumba
de Servilia resulta muy esquemática, sus imágenes, encuadradas en marcos com-
puestos por los motivos propios del tercer estilo pompeyano (Guiral y Mostalac,
2001:281-283), apenas contienen una decoración de guirnaldas y otros motivos
florales con palomas en las paredes de los arcosolios. Su composición es similar a
la de un panel extraído de un arcosolio de finales del siglo I dne, de Roma, actual-
mente conservado en el Anticuarium Comunale (Blanc, 2008:106).
El elemento clave para interpretar el contenido simbólico de estos paños reside
en la presencia de las palomas. Abad Casal (1982 [I]:362 s.), seguido aquí también
por Alicia Fernández (2010:247), considera que esta ave no puede simbolizar el
alma del difunto ya que se suele elegir para ello rapaces. Plinio (HN. VII, 52)
menciona que, al morir Aristeo, por la boca se vio escapar su alma en forma de
cuervo. Por Silio Itálico (Punica, XIII) se conoce que los buitres y otras rapaces
son las representaciones habituales de la muerte. Para explicar la presencia de la
paloma recurre a su arraigo en las costumbres funerarias prerromanas. Sin embargo,
existen representaciones de palomas en contextos fúnebres a lo largo de todo el
Imperio, tanto cronológica como geográficamente hablando. En el sarcófago de
Kertch (Crimea), un bloque de calcarenita revestido interiormente de pinturas
datado a finales del siglo I dne (Nowicka, 1998), se encuentra una paloma junto a
la imagen de un personaje en actitud meditabunda o en la estela de Curatia Dinysia
(RIB 562), del siglo II dne. En la tumba del Banquete en Constanza (Rumanía), del
siglo IV dne, se representa un grupo de palomas bebiendo agua de una fuente, junto
a sendos pavos reales comiendo de un cesto con frutos, con claras connotaciones
escatológicas en ambas escenas (Barbet, 1998:111).
De ello cabe deducir —en mi opinión— que los textos antes mencionados
vienen referidos al mundo itálico y no siempre resulta plausible hacer una tras-

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IGNACIO RODRÍGUEZ TEMIÑO

lación directa a contextos culturales con raíces distintas, como la Bética, aunque
existiese una clara relación de influencia de una en la otra. En la NRC no debieron
ser infrecuentes las representaciones de palomas, de hecho, una de las primeras
tumbas conocidas fue la tumba de la Paloma (Rada, 1885:102) en atención al
motivo central de su pintura. La paloma con significación funeraria está asociada
a la diosa Epona, de origen celta (Prieur, 1991:176). A su tradicional función pro-
tectora de los caballos, se suma un papel nada desdeñable en el Más Allá, similar
al de Cibeles. En la península ibérica se encuentran abundantes manifestaciones
de Epona, si bien las palomas no se han solido incluir entre ellas (Hernández Gue-
rra, 2011). Su presencia en las tumbas podría interpretarse como invocación para
que la diosa acudiese con funciones psicopompas. Esta interpretación se refuerza
con la presencia del óculo en la cámara cuyo cometido es doble. Por un lado, ser
usado para las libaciones que tendrían lugar durante las comidas conmemorativas
celebradas en el triclia superior y, de otro, permitir a las almas subir al firmamento
y vagar entre las estrellas para, después, volver a la tumba.
La secuencia iconográfica establecida entre el pasillo de acceso y la cámara
presenta una coherencia que aleja la posibilidad de una colocación fortuita; su
novedad con respecto a otros complejos funerarios no solo carmonenses también
incide en la idea de un programa previamente diseñado. Su autor acaso fuese el
propio Lucio Servilio Polión, asumiendo que por cronología él debió de ser el primer
propietario de la tumba y que, como tal, pudo decidir las partes fundamentales del
discurso simbólico del complejo funerario. La diferencia entre la escena figurada
del pasillo y el esquematismo de la cámara cabe interpretarse a la luz de un cierto
estoicismo, que privilegia hacer el bien en la vida a una ulterior recompensa (Veyne,
1995:49 ss.). Sin embargo, la posibilidad de volar, de subir al firmamento, tiene
un contenido soteriológico que dulcifica la imagen de mera inactividad del alma
cuando se separa del cuerpo sublunar pregonada por el estoicismo, así como de
las terribles metáforas de la muerte transmitidas por la poesía elegíaca augustea
(García Fuentes, 1976). Este batiburrillo parece corroborar la idea general de
que las élites educadas de esta época tendrían capacidad para hilvanar un relato
filosófico con tintes escatológicos, sin necesidad de que reflejase una adherencia
particular a una escuela de pensamiento (Hope, 2009:21 s.).

El espacio para el convivium durante el funeral y las celebraciones


conmemorativas

Separadas físicamente del espacio de los muertos, las zonas reservadas para los
vivos ocupan la mayor parte de la superficie de este complejo funerario. Es bien
conocido que en torno al convivium fúnebre se agrupa un conjunto de celebracio-
nes que tienen lugar tanto en el momento del sepelio como en otros de carácter
conmemorativo distribuidos a lo largo del año, según el calendario festivo.
La excepcionalidad de la tumba de Servilia reside en que permite diferenciar
espacialmente ambos usos por cuanto que, si bien su significado ritual puede ser

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LA TUMBA DE SERVILIA EN LA NECRÓPOLIS ROMANA DE CARMONA: UNA NUEVA INTERPRETACIÓN FUNCIONAL

análogo, la relevancia para los descendientes de la persona fallecida es distinta.


La razón —como se ha apuntado a lo largo de este trabajo— es la importancia que
jugaba una exitosa transmisión de las propiedades.
Esta diferencia se plasma de forma nítida en la planta y espacios preferentes
de este complejo. El reservado para las comidas —y otros rituales asociados a
ellas— de los eventos conmemorativos (sean estos la cena novendialis, los dies
parentalis, las feralia o las rosalia [Ovid. Fasti, II. 533 ss. y Plin. HN. XXI, 11])
congrega a los familiares asistentes en el triclia superior, más reservado y en con-
tacto directo con la cámara funeraria a través del óculo superior. Los asistentes
seguirían el mismo camino a través del pomarium hasta llegar al edículo Ed3,
desde donde accederían a la terraza superior a través de la escalinata situada a
su derecha que pasaría por encima de la entrada abovedada a la planta baja. De
ahí, unos peldaños ayudarían a salvar la diferencia de cotas y llegar a la terraza
sobre el criptopórtico. El mobiliario del triclinio sería móvil y, posiblemente, una
ligera estructura de madera y telas (vela), como aparece representada en muchas
pinturas murales (Braune, 2008:49), ayudaría a combatir el calor cuando fuese
necesario, componiendo un auténtico triclia. El Ed4 permitiría la celebración de
ciertos rituales complementarios de tipo sacrificial. Desde esa cota se apreciaría
todo el complejo funerario, a la par que se disfrutaría de la proximidad del jardín
del lado sur (fig. 10).
Mayor complejidad presenta el otro uso convivencial de este espacio fúnebre,
asociado fundamentalmente al patio porticado (y no a la cámara como el anterior),
cuyo diseño replica el del atrio de una domus. Lo cual no es casual; tampoco se
trata de un recurso estilístico, sino que está íntimamente ligado a los prioritarios
asuntos que deberían de ser resueltos en ese espacio. Aquí los principales actores
no son los difuntos, sino sus herederos.
Su uso característico se produciría durante el enterramiento —siempre que
sea del paterfamilias o de una materfamilias con posesiones que legar 13—, tras
la deposición del cadáver en la cámara. La comitiva que acompaña al sepelio se
reuniría en este espacio, accediendo a él por las puertas que lo comunican con el
criptopórtico. Como se ha dicho anteriormente, la puerta principal se abre frente al
edículo Ed1 cuyo contenido manifiesta las glorias familiares y da fe de su alcurnia,
su función por tanto era la de servir como cella memoriae de los Servilios en su
complejo funerario. Posiblemente alguna de las esculturas halladas en la tumba
—u otras que se hayan perdido— estarían igualmente distribuidas por esa galería.
Una vez en el patio, los asistentes se repartirían por los triclinios y mesas móviles
distribuidos en el mismo 14, siguiendo un rígido protocolo que marcaría el grado
de importancia que tiene cada invitado para la familia. En efecto, la ocupación de
los clinios (lecti) no era igualitaria, sino que reforzaba el complejo intercambio

13. Como ha señalado Rosalía Rodríguez (2021:38) a estos efectos existía igualdad entre
hombres y mujeres pertenecientes a las élites municipales.
14. Posiblemente, la abundancia de invitados a este acto aconsejase el uso de triclinios móviles
distribuidos por el patio, en lugar de usar otros de fábrica fijos (Dunbabin 2003:40).

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de favores y obligaciones que resultaba tan fundamental en la vida social romana.


El relieve de Amiternum representando un convivium fúnebre permite observar
la existencia de dos tipos de comensales, unos reclinados y otros sentados sobre
taburetes (Dunbabin, 2003:83). Teniendo presente esa dualidad, acaso se pueda
atribuir el edículo Ed2, descentrado del patio y con un banco corrido, a este tipo
de comensales, presumiblemente de menor estatus.
Existe poca aclaración en las fuentes sobre los eventos que tendrían lugar
después de depositar el cuerpo en la tumba. Su exacta naturaleza y distribución
podría sufrir alteraciones según se procediese a la cremación o incineración. Creo
absolutamente fuera de lugar el sacrificio a la diosa Ceres de una cerda, al que se
refiere Cicerón (Leg. II, 2, 57), cuando se tratase de un mausoleo familiar pues
tras el primer enterramiento ya sería considerado terreno sagrado, amén de ser una
tradición itálica de cuya dispersión se carece de noticias. No obstante, en casos de
personajes ilustres, como la de los Servilios, tampoco considero que el cortejo de
familiares, deudos y amigos se dispersase sin más, tras pronunciar unas palabras
rituales (Hope, 2009:85 s.).
La doble naturaleza del ritual funerario exige un acto que marque la separa-
ción definitiva del fallecido del mundo de los vivos y el comienzo de la vuelta a
la normalidad de sus allegados; un acto a partir del cual la familia de la persona
fallecida deje de ser funesta más allá del mero hecho de cubrirlo de tierra (Var. ling.
5, 25) o, en nuestro caso, depositarlo en un sarcófago. Aunque haya dudas sobre el
momento exacto del silicernium o cena funeralis 15, dudas que se extienden incluso
a la propia etimología del término en época clásica (De Filippis, 1997:70 s.), parece
que las fuentes (Apu. Flor, 19) apuntan a que fuese —al igual que algún tipo de
ofrenda a los dioses manes en cuyo honor se celebraba ese ágape— la ceremonia
que constatase el cierre del ritual fúnebre. Terminado este acto ritual, se procedería
al regreso a los asuntos diarios, tras la cesura causada por el fallecimiento, a través
de las purificaciones para terminar en la cena novendialis (Cic. Leg. II, 2, 57).
A los efectos que interesan a este trabajo, resulta irrelevante si los eventos
que tendrán lugar en este momento son los silicernia, a los que se refieren las

15. Hope (2009:85) deja incógnitas sobre esta cuestión, aunque no descarta que pudiese
tener lugar en el mismo momento del entierro. Sin embargo, De Filippis (1997:70) no duda de que
fuese al final de ese ritual. El mundo funerario romano ofrece abundantes imágenes de Totenmahl o
cena con los muertos (Jensen, 2008). Sin embargo, ninguna de estas representaciones iconográficas
revela en qué momento se producía en relación con el sepelio. La arqueología tampoco es decisiva
a este respecto. Las microestratigrafías de los recintos funerarios 21 OS, 23/25 OS, 25 A OS de la
necrópolis de Porta Nocera revelan la existencia de rituales conmemorativos coetáneos a los ente-
rramientos, pero limitados a profusiones de perfumes. No se han documentado en el interior de los
recintos restos procedentes de comidas, aunque sí nuevas profusiones posiblemente con vino o leche,
sino a efectos conmemorativos (Van Andringa et al., 2013:924-939). No obstante, estos datos deben
tomarse con cierta prudencia ya que pueden reflejar diferencias de ritual de carácter local. Amén de
ello, los recintos excavados en la necrópolis pompeyana no pueden parangonarse en tamaño con la
tumba de Servilia, tampoco la familia del liberto P. Vesonius Phileros (AE 1986, 0116a) con la de
los Servilios, lo cual debió influir en las diferencias del ritual.

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LA TUMBA DE SERVILIA EN LA NECRÓPOLIS ROMANA DE CARMONA: UNA NUEVA INTERPRETACIÓN FUNCIONAL

fuentes clásicas (por ejemplo, Serv. Aen. 5, 92), o no. La arquitectura de la tumba
de Servilia pone de manifiesto la importancia otorgada a los espacios dedicados
a la convivencia y la razón de ello no reside en el cumplimiento normativo de un
rito o de una fase del mismo, pues estos se caracterizaban por la laxitud con la
que se cumplían (Beard, 1985), sino en la función social que desempeñan. Como
se ha expuesto reiteradamente en este trabajo, la necesidad real agazapada detrás
del ritual de naturaleza comunal que tenía lugar en el patio porticado, tras haber
separado definitivamente del mundo de los vivos el cuerpo (o sus restos crema-
dos) del paterfamilias estaba relacionada con los primeros pasos para consolidar
el reparto de la herencia familiar.
Aunque este aspecto está poco tratado al hablar de la arqueología funeraria,
debe recordarse el papel fundamental que jugó una estrategia adecuada para la
transmisión de los bienes de la familia. Como resalta Richard Saller (1994:155
y ss.), el legado de las propiedades suponía un grave problema en época clásica.
Nada había de automático y toda decisión se hacía arrostrando muchas incerti-
dumbres, tales como el alto grado de mortalidad, los divorcios, hijos adoptados 16,
por no hablar de las normas que la regulaban. La sucesión de enterramientos en
el recinto 23OS de la necrópolis de Porta Nocera, pertenecientes a la familia del
liberto P. Vesonius Phileros, documentada mediante excavación, ilustra perfecta-
mente los avatares inciertos debido a muertes prematuras de los hijos a los que se
enfrentaba la continuidad de una saga familiar en época clásica (Van Andringa et
al., 2013:828-836, 853-858).
En este sentido, el término paterfamilias no solo, ni principalmente, significaba
el cabeza de familia, sino sobre todo aludía al propietario. La diferencia entre el
buen y el mal paterfamilias estribaba en la administración y el orden en que tenía
los bienes familiares, lo cual implicaba “maior ista hereditas a me ad posteros
transeat” (Sen. Ep. 64,7).
No es preciso ahora adentrarnos en la compleja trama de las herencias en época
clásica (Mousourakis, 2012:279 y ss.). Baste señalar que, en casos como los de la
familia de los Servilios, lo normal sería disponer de un testamento escrito, pero
no todo el mundo era como Catón el Viejo, de quien dice Plutarco que una de las
tres cosas que le pesaban era haber estado un día sin testamento (Plu. Cat. Mai.
9.9). Debió de ser frecuente que ocurriese morir ab intestato, aunque posiblemente
no fuese tan nefasto como habitualmente se ha pensado, ya que los decretos pre-
toriales habían suavizado lo dispuesto en la Ley de las XII Tablas, en el sentido
de reconocer derechos tanto a los familiares cognados como a quienes alegasen
bonorum possesio de bienes raíces sine causa (Gardner, 2011).
En cualquier caso, las normas reguladoras de la herencia delimitaban qué no
estaba permitido, dejando un amplio margen para todo lo que sí estaba aceptado
o era acorde con los usos habituales. Pero el éxito de la transmisión no residía

16. Armin Stylow (2001:104) sugiere que el personaje poliómico llamado L. Servlio [---]
Polión [---] Rufino pudiese ser un descendiente por adopción de Lucio Servilio Polión.

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IGNACIO RODRÍGUEZ TEMIÑO

solo en identificar a los sui heredes, sino en solventar los problemas a los que se
enfrentaba la dispersión de las propiedades entre los nuevos paterfamilias, así
como en recomponer en la medida de lo posible la unidad productiva que suponía
ese capital antes del reparto. Ese propósito obligaba a (re)tejer tanto las relacio-
nes entre herederos, con objeto de no dispersar las propiedades —usando, entre
otros medios, la figura del fideicomisario—, como a la negociación con quienes
la familia tenía vínculos económicos por ser partícipes en negocios compartidos,
arrendatarios, libertos de la familia y todo el amplio y plurivinculado conglome-
rado de relaciones personales escondido tras la clientela (Alföldy, 2001:385 s.).
Incluso en el caso de los fideicomisos (disposiciones a título particular al igual
que los legados, pero que tienen por destinatario a un individuo que carecía de
los derechos ciudadanos, ya fuera latino o peregrino), en dicha presencialidad en
el atrio funerario los parientes y amigos podrían presionar al heredero para que
cumpliese ese encargo de fe, que el testador le hacía para que, en su nombre, trans-
mitiera algunos bienes concretos a vecinos o conocidos que no disponían del ius
testamentifactio pasivo (Jakab, 2016).
Todos debían acudir al funeral porque allí también se decidía la continuidad
de sus negocios; todo debía hablarse y pactarse con los sui heredes, quienes eran
los primeros interesados en mantener la influencia política y económica de la
gens. Las leyes les dotaban de instrumentos jurídicos para esos acuerdos, pero
era fundamental el trato personal a partir del cual se creaban las obligationes
verbis contractae (Fiori, 2016:586 s.), aunque la fiducia clásica ofreciese poca
protección contra comportamientos ruines por parte de los fiduciarios (Epstein,
2016). En definitiva, para la sociedad romana sucesión hereditaria, memoria y esa
solidaridad interclasista formada en torno a la familia, a la que se refiere Géza
Alföldy (2001:386), iban ligadas al sentido práctico de su cultura: la pietas tenía un
reverso crematístico. Braune (2008:200) otorga igualmente a los espacios provistos
de triclinios una función relevante para la socialización entre iguales o personas
de superior rango social como requisito previo e indispensable para el progreso
personal sociopolítico y económico, pero no lo pone en relación con cuestiones
de herencia familiar.
Lo que propongo es que el momento final del sepelio estaba constituido por
un acto de convivencialidad cuyo sentido formal era iniciar el retorno a la nor-
malidad, pero que en la práctica debía de servir para consolidar o renegociar el
juego de pactos, alianzas y obligaciones contractuales necesarias para asegurar la
continuidad de la economía familiar que, hasta ese momento, había dependido del
fallecido paterfamilias.
Para el caso que nos ocupa, la escasa documentación epigráfica procedente
de Carmona no es óbice para vislumbrar estos extremos, aunque no se sepa con
certeza cuántos herederos tuvo Lucio Servilio Polión, cuántas generaciones perduró
su saga familiar y si este complejo funerario fue utilizado durante todo el tiempo
que pervivió. La gens Servilia está bien atestiguada, especialmente Lucio Servilio
Polión L. f., de quien una inscripción (CILA II, 843) indica que perteneció al ordo
decurionum carmonense y que consiguió las mayores magistraturas que estuvie-

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LA TUMBA DE SERVILIA EN LA NECRÓPOLIS ROMANA DE CARMONA: UNA NUEVA INTERPRETACIÓN FUNCIONAL

ron a su alcance, como el cuatuovirato en dos ocasiones, servir de praefectus de


Gayo César, pontífice de las ceremonias religiosas públicas y pontífice del culto
al emperador Augusto (Alföldy 2001:389 ss.; Caballos, 2006a:253, 2006b:414 s.
y 2007:50 s.). Frente a las estadísticas presentadas por Saller (1994:162) para los
senadores romanos, renovados en tres cuartas partes en el curso de una generación,
la familia de los Servilios, como las de otros miembros del estrato superior muni-
cipal de ciudades hispanas (Étienne, 1993), perduró al menos dos generaciones.
En efecto, siguiendo el relato de Alföldy (2001:390 s), se sabe que un hijo o nieto
suyo, Servilio Polión (CILA II, 1052), acaso miembro del orden ecuestre, arrendó
el cobro de impuestos de Munigua, así como de otras localidades vecinas. En el
siglo II está documentada la posesión por parte de esta familia de tierras en las
proximidades del Guadalquivir, según se deduce de la epigrafía anfórica. A raíz
de otra inscripción (CILA II, 839), cabe pensar que estas tierras y las figlinae para
sus ánforas aceiteras estaban en manos de libertos de la familia. A este cúmulo de
personas, es preciso añadir las relaciones y alianzas llevadas a cabo con las demás
familias de notables locales a través de matrimonios y los amici, como han desta-
cado los autores que han tratado la sociedad carmonense del momento (Alföldy,
2001:392 s.; Stylow, 2001:104; Caballos, 2006a, 2007:53).
Otros complejos funerarios importantes, como la tumba del Elefante, tienen
asimismo espacios dedicados a la convivencialidad, con triclinios fijos que debieron
jugar un papel análogo al patio de la tumba de Servilia, en el supuesto de que la
anterior fuese de carácter familiar, como sostienen algunos (Alföldy, 2001:389;
Caballos, 2007:52), y no colectivo (Fernández-Chicarro, 1969:23). En otros com-
plejos de menores dimensiones, cabe pensar que las prestaciones definidas para el
atrio en la tumba de Servilia se realizasen en zonas aledañas exteriores. El efecto
performativo, sin embargo, no sería comparable al de la tumba de Servilia
La tumba de Servilia tiene, además, un elemento característico que la distin-
gue del resto de complejos funerarios conocidos hasta el momento, al menos en
Hispania: la conformación morfológica del patio como réplica del atrio de una
domus. Hecho que, lejos de ser obra de un capricho, está directamente relacionado
con la función que le atribuyo.
Frente al espacio reservado para familiares y amici de la planta alta en los
eventos conmemorativos en los que acompañan al paterfamilias para rendir culto
a los miembros fallecidos de su familia, el patio jugó el papel de atrio en una
domus, aunque formalmente no responda a la tipología habitual de estas estancias.
En efecto, su tamaño, la relación anecdótica entre compluvium e impluvium, el
pórtico con doble columna y no servir como ámbito de distribución sino finalista,
son todos rasgos que lo asemejan más a un peristilo que al clásico atrio.
Su construcción no responde a un mero efecto rememorativo de la tumba como
morada eterna, sino que aporta el marco idóneo para el contenido práctico del
evento convivencial. El atrio no solo estaba asociado a casas pertenecientes a las
élites (Wallace-Hadrill, 1997:222), sino que era el lugar público por excelencia de
la domus, donde se recibían a los visitantes siempre que, por algún motivo, se les
hubiese franqueado el paso a su interior; más allá solo accedían quienes gozasen

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IGNACIO RODRÍGUEZ TEMIÑO

de una consideración especial para el dominus. Además, en el atrio se produce la


salutatio del paterfamilias como muestra de respeto a su situación en la cúspide
de la pirámide familiar.
Si el/los nuevo/s paterfamilias quería/n mostrarse como tal/es, en ese momento
importante para su futuro, el lugar idóneo era un espacio que recordase a quienes
atendían al silicernium que estaban en algo parecido al atrio de la casa del anfi-
trión. La secuencia de atravesar la galería del criptopórtico, con sus inscripciones
y grupos escultóricos que rememoraban a los miembros de la gens ya fallecidos,
pero también sus glorias, y acceder al atrio debió de generar un efecto dirigido
a coadyuvar en el reconocimiento y capacidad negociadora de quien o quienes
habían sido elegidos para continuar con la prosperidad familiar. Este espacio y
el uso hecho del mismo producían significados autónomos e independientes del
meramente funerario.
La relación entre casa y tumba analizada por Andrew Wallace-Hadrill (2008) en
Italia muestra que ambos conceptos se combinaban de forma excluyente. Cuando
la tumba se vuelve pública enriquece su fachada exterior para admiración de
paseantes y visitantes de la necrópolis, quedando el interior reservado a la familia
y allegados. Este análisis pone de manifiesto que esa relación resulta incompleta,
al menos en el caso de familias adineradas que disponen de tumbas de mayor
tamaño que el resto, donde el acceso al interior del complejo funerario, durante
el ritual del enterramiento, se hace extensivo al entramado de personas con las
que la familia mantiene relaciones de interés mutuo. Como ya se ha mencionado,
la división de espacios permite que una emergente cultura del recuerdo de corte
intimista (Zanker, 2003) conviviese con eventos más multitudinarios.

Usos no relacionados con el ritual fúnebre

Un complejo funerario de la magnitud de la tumba de Servilia tendría un


cierto mantenimiento asociado al uso y explotación del pomarium. Franz Cumont
([1942] 1966:45) y Rosalía Rodríguez (2008:130 s) han destacado el interés prác-
tico y económico de mantener una plantación rentable en el recinto funerario, así
como su contribución al cuidado del espacio funerario sin dispendio alguno para
la familia propietaria y sus herederos.
Las portezuelas situadas en los extremos del muro este muestran que el entre-
tenimiento o la preparación de los eventos fúnebres usaba entradas propias no solo
debido a que el acceso principal, situado en la escalera de bajada a la galería del
criptopórtico, fuese de manipulación más compleja, a juzgar por las huellas deja-
das en la piedra, sino también para reforzar la jerarquía en los usos. Estos accesos
menores ponen en comunicación dos unidades independientes con el exterior: el
sector del lado sur tras el muro, es decir, un espacio anterior al Ed2, que podría
estar dedicado a una suerte de almacén para los triclinios cuando no se utilizasen
o para la preparación de comidas, de un lado, y el atrio, de otro. La subida a la
planta alta, sobre las galerías hipogeas, se haría por el acceso único que hemos
señalado al hablar de ellas.

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LA TUMBA DE SERVILIA EN LA NECRÓPOLIS ROMANA DE CARMONA: UNA NUEVA INTERPRETACIÓN FUNCIONAL

La existencia del pozo anoriado indica que, frente al hortus situado en el inte-
rior, posiblemente dotado con árboles, arbusto de hoja perenne y flores, el exterior
tendría frutales, olivos o viñedos con mayor rentabilidad y mayores necesidades
de agua. No obstante, quizás este perfil utilitario no fuese el único ni el principal
motivo de su existencia. Como se desprende del modelo ideal de sepultura que
Petronio pone en boca de Trimalción (Petron. 71.6-7), una plantación también
conlleva valores aristocráticos (Bodel, 2018:203) que, como se ha visto, encajan
con el gusto de Lucio Servilio Polión. En vida, la existencia de una extensión de
tierra sembrada y mantenida transmitía asimismo un mensaje favorable sobre las
cualidades de este personaje como diligente paterfamilias.

CONCLUSIONES

Queda fuera del interés de este trabajo intentar —ni siquiera de forma breve—
hacer un esbozo sobre los nuevos horizontes que la investigación sobre la integra-
ción de las élites provinciales ha abierto en los últimos veinte años para una mejor
comprensión de la romanización, que determinó un florecimiento de la cultura
clásica en todos los terrenos.
Como ha señalado Caballos Rufino (2006a:253), en la Bética este proceso
“revolucionario” vino de la mano de la extensión de los estatutos urbanos en la
provincia. Además, truncadas a partir de Augusto las posibilidades de manteni-
miento de vínculos personales directos con la ciudad de Roma, como había sido
posible durante la República, las únicas vías abiertas para la promoción de estas
élites fue el marco proporcionado por las propias ciudades. En el caso de Lucio
Servilio Polión ya se ha visto su activa trayectoria, dentro del ordo local, y las
relaciones de miembros de esa gens con otras ciudades de la Bética. Igualmente
debe destacarse su crucial papel como genearca de la conversión de Carmo en una
urbe acorde a su recién adquirido rango municipal (Caballos, 2006b:414 y ss.).
Cabal expresión de ese dinamismo de las élites provinciales se encuentra en
sus monumentos funerarios. Frente al hábito del enterramiento individual anterior,
estos se vuelven familiares para mostrar a propios y extraños su pujanza social y
económica. Morfológicamente, estos monumentos combinan tipos precedentes con
influencias de zonas próximas, cuando no de la propia Italia.
La tumba de Servilia no escapa a este cuadro; antes bien, resulta un ejem-
plo paradigmático del mismo. Por un lado, comparte rasgos característicos de la
cultura carmonense previa, como el uso de ámbitos hipogeos; de grandes óculos
que conectan la cámara funeraria con el exterior, peculiaridad presente en otros
complejos funerarios carmonenses como la tumba de Nemesio, la de las Guirnal-
das, la de la Moneda de Vespasiano, la de las Cuatro Columnas o la del Elefante
(Rodríguez Temiño et al., 2012:147); o la presencia de hornacinas y nichos para
albergar estatuas de divinidades protectoras de las familias.
De otro, Lucio Servilio Polión no escatimó esfuerzos económicos para dotarse
de un monumento a la altura de las expectativas que sus conciudadanos y él mismo

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tenían de su persona y de la noble gens a la que pertenecía. Ordenar todo el conjunto


en torno a un atrio hípetro carece de precedentes, en el actual estado de nuestros
conocimientos. Posiblemente, la decisión de recurrir a esa solución formal fuese
un producto combinado de las limitaciones derivadas de la topografía de la cantera
preexistente con las previsiones de afluencia de personas a las exequias fúnebres
de los miembros más destacados de su familia y, eventualmente, a las suyas.
En todo caso, el diseño del complejo compagina el deseo de proyección pública
con una visión intimista del culto a los difuntos, pero también de su visión esca-
tológica personal donde se dan cita diversas visiones filosóficas.
La feliz circunstancia de su adquisición y excavación, cuando la cantera de
Delia distaba aún centenares de metros del casco urbano de Carmona, ha permitido
que la tumba de Servilia haya llegado en un aceptable estado de conservación.
Esta contingencia, a su vez, hace de ella uno de los pocos espacios fúnebres, de
los primeros decenios del siglo I dne, en los que poder abordar un estudio de la
funcionalidad y valor simbólico de sus partes constituyentes.

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