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Cinco Libros para Leer A Angélica Gorodischer

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Cinco libros para leer a Angélica Gorodischer

Maestra de la ciencia ficción, sus textos siempre sorprendentes también indagan en universos fantásticos y cotidianos.

El sentido del humor de Angélica era tan proverbial como su singular escritura.

IVANA 0
ROMERO

05/02/2022 20:25 / Actualizado al 06/02/2022 09:57

“Leer enseña a pensar. Leer, internarse en el reino de la


palabra escrita, nos facilita la vida, nos ayuda a conocernos y
nos abre las puertas de lo que seremos algún día. Sabremos,
gracias al libro, ese inmortal, que el futuro no ha de ser mezquino
y oscuro, sino brillante, rico y fecundo. Que podremos elegir. Y
no es poca cosa”, escribió Angélica Gorodischer en A la tarde
cuando llueve, publicado en 2007 por Emecé como casi toda su
obra.

Ese libro reúne reflexiones que la escritora fue publicando a lo


largo del tiempo o guardando entre sus papeles. Es que su
actividad intelectual se nutría de libros que publicaba
periódicamente pero también, de notas periodísticas, e incluso, la
organización del Primer Encuentro de Escritoras en Rosario,
donde vivió desde pequeña hasta ahora, a mitad de los
noventa.
Junto a Ezequiel Martínez en la Entrega de Premios Clarin a personalidades de la cultura en 2015.
Germán Adrasti.

Cuando la ciencia ficción era un género lateral, colonizado por


varones, ella se convirtió en una maestra del género, alabada
incluso por Ursula K. Le Guin, quien tradujo su libro Kalpa
imperial.

“Escribí ciencia ficción como forma de investigar realidades


alternativas. Acá no podemos escribir sólo sobre imperios
galácticos así que también hicimos juegos con el tiempo e
investigamos las genealogías arborescentes, ésas que en
definitiva indagan los lugares de los cuales venimos”, le comentó
a esta cronista en 2016.

Siempre apelando al sentido del humor y con una inteligencia


fulgurante, adoraba el desafío de pensar y polemizar.
Feminista avant la lettre cuando el feminismo despertaba
sospechas, defendió el derecho de las mujeres a escribir, a amar
con libertad, a expresarse.
Ursula K. Le Guin tradujo "Kalpa Imperial" en 2003.

“Hay que decir estas cosas. Y no ser cómplices de los


victimarios. Porque no son monstruos con colmillos cubiertos de
sangre. Son gente que anda por ahí como vos, como yo”, volvió a
decirle a quien esto escribe en 2018, cuando estuvo en Buenos
Aires para recibir el Gran Premio a la trayectoria artística
que le acaba de entregar el Fondo Nacional de las Artes.

Aquí, una selección de cinco libros para disfrutar de su escritura


incandescente.

Trafalgar (1979)

Son nueve relatos cortos hilvanados por un personaje encantador,


con trazas de viajante acomodado o de bon vivant capaz de
meterse en asuntos oscuros por puro aburrimiento: Trafalgar
Medrano. Hay naves espaciales, hechos sorprendentes y
tecnologías extrañas. Pero también, situaciones que puede
vivir un vecino de acá a la vuelta y contarle a un amigo
mientras toman un café en un bar. Y eso es lo que hace Trafalgar:
contar buenas historias que tienen detalles increíbles como si
fuera lo más normal del mundo.

En este libro, Gorodischer combina con gran sentido del humor


los lugares clásicos de la ciencia ficción de los años 40 y 50 con
algunos rasgos del mundo cotidiano (y tenebroso por entonces,
en plena dictadura). Así logra, por ejemplo, relatos como “La
lucha de la familia González por un mundo mejor”.
Fragmento

—No te imaginas las cosas que llevo en mi equipaje. Hacemé


acordar que te cuente lo que es el traje de ceremonia en
Foulikdan. Y lo que hay que ponerse si uno quiere vender algo en
Mesdabaulli IV —se rió, no le diré que mucho porque Trafalgar
no es muy expresivo, pero se rió—. Ya vestido, esperé la señal del
flaco y cuando me avisó por el teléfono interno que no había
nadie abajo, salí del hotel y tomé un taxi que ya me estaba
esperando y que recorrió unos cinco kilómetros a paso de
hombre. Mi Dios, lo que era la casa. Claro, vos no sabes cómo
son las casas de Veroboar. Apenas mejores que las de una villa
miseria. Pero la Guinevera Lapislázuli era una de Las Mil, y
miembro del Gobierno Central. Viejo, qué palacio. Todo de
mármol y cristal de medio metro de espesor en un jardín lleno de
flores y fuentes y estatuas.

Andanzas de Trafalgar Medrano.

Kalpa Imperial (1983)


Al libro lo componen once relatos sueltos que comparten un
territorio común. La kalpa se refiere a espacios y tiempos
enormes en un territorio dividido entre el Norte dominador y el
Sur siempre rebelde. Pero decir esto es hacerle poca justicia a la
historia de un reino que nace y se degrada en un tiempo
inespecífico es uno de los trabajos sobresalientes de
Gorodischer, a tal punto que Ursula K. Le Guin la tradujo al
inglés en 2003.

“Kalpa Imperial es un texto de enorme riqueza y complejidad,


contundente, ferozmente imaginario e imprevisible; tiene un
talante visionario excepcional. Sus grandiosas imágenes sobre
un imperio milenario se nutren en parte del legado europeo en el
Nuevo Mundo, como sombras chinescas de fuerzas pavorosas y
poder irracional, decadencia y esplendor, corrupción, violencia y
el inextinguible anhelo de libertad”, dijo la enorme autora
estadounidense.

Fragmento

Larga es la historia del Imperio, muy larga; tanto que no alcanza


la vida de un hombre dedicado al estudio y a la investigación,
para conocerla por entero. Hay nombres, episodios, años y
centurias que quedan en la sombra, que constan en algún folio de
algún archivo listos para que alguna memoria los rescate y algún
contador de cuentos les devuelva la vida alguna vez en un
pabellón como éste para gentes como ustedes que se irán después
a sus casas pensando en lo que se ha dicho y mirarán a sus hijos
con orgullo y con un poco de tristeza.
Uno de sus libros más importantes.

Mala noche y parir hembra (2000)

Se trata de un libro de cuentos donde lo fantástico pervive pero


se mezcla con otras formas de lo extraño y aún de lo
folklórico en diversos países de habla hispana. Desde el título -
tomado de los dichos de un general madrileño en el siglo XIX,
decepcionado porque su primogénito no había resultado varón-
Gorodischer necesita volver al origen, cuestionar en sus relatos
ese malentendido de profundas raíces históricas según el cual
la mujer vale poca cosa.

No lo hace necesariamente con enojo ni desprecio hacia los


hombres. Simplemente muestra que hay otra cara de la historia
que se debe considerar y que muchas veces lo que se ve o lo que
se quiere ver no refleja un derecho natural sino que parte de
una tradición que se ha desarrollado a través de los años.

Fragmento
Tenía treinta y dos años y hacía once que estaba casada y se
llamaba Aurelia y una tarde que era de sábado miró por la
ventana de la cocina y vio en el jardín a los cuatro jinetes del
Apocalipsis. Hombres de mundo, los cuatro jinetes del
Apocalipsis. Y bellos. El primero empezando de este lado
montaba un alazán de crines oscuras. El segundo tenía una
túnica sin mangas recamada en oro y violeta y estaba descalzo:
cabalgaba a lomos de un delfín gordo. El tercero tenía barba,
una barba negra, cuadrada y respetable: se había puesto un traje
gris príncipe de Gales, camisa blanca, corbata azul, y llevaba un
portafolios de cuero negro. El cuarto hizo que Aurelia sonriera y
que se diera cuenta de que ellos le sonreían: montaba una
Harley-Davidson 1200 negra y plata y vestía de negro.

Un texto feminista con reminiscencias folklóricas.

Historia de mi madre (2004)

Gorodischer relata pasajes de su infancia, su juventud y su


madurez, siempre mirándose en el espejo de su mamá. María
Angélica Junquet de Arcal (1892-1975), conocida en el mundo
de las letras como Angélica de Arcal, fue un personaje que
desafió a su época con actividades mal vistas para las
mujeres, como las tertulias literarias o la defensa de causas
feministas, conjugándolas con su rol de madre, esposa y poeta.
Por la casa materna (y paterna) desfilaron desde León Felipe
hasta Atahualpa Yupanqui. Además, estaban los libros.
Angélica empezó a leer a los cinco años y se metía con todo lo
que encontraba, fuera Dostoievski o Balzac. A la vez, es un
testimonio bello pero también duro sobre los roles de género en
los años 40 y 50 y los últimos años del siglo XX.

Fragmento

Una cubre la realidad de mentiras porque de otro modo sería


insoportable la vida. Las palabras son una especie de almohadón
que nos ampara y nos defiende de la realidad, de lo espantoso, de
lo duro e inhóspito. Mi madre quería siempre otra cosa.
Reconozco eso, pero hay una diferencia importante: yo doy pelea
para conseguir esa otra cosa y ella no hacía nada sino quejarse y
echarle la culpa a mi padre. Ser su hija era casi trágico:
encontrarse con que prohibía aquello que predicaba era fatal
para quien crecía a su lado.

"Historia de mi madre" es su relato más autobiográfico.

Coro (2017)

Jugando con las palabras que dan nombre a cada cuento (“Casa”,
“Cosa” o “Casi”, por ejemplo), Gorodischer vuelve a poner en
marcha un universo de personajes diversos y los dota de una voz
que permite ver sus propios pensamientos, anhelos y deseos.

El libro tiene un epígrafe de Kurt Vonnegut que dice “Quiero


estar, sin caerme, lo más cerca posible del borde. Desde el borde
se ve un montón de cosas interesantes que no se ven desde el
centro”. Consultada sobre esto, dijo: “Él suele tener razón en
todo. Yo lo leo y digo ‘pero claro, yo quería decirlo así’. El borde
del que habla pasa, en mi caso, por esa pasión que da escribir
como forma de dar cuenta de un mundo inventado, el de esos
personajes, donde puede pasar cualquier cosa”.

Fragmento

Supe por fin que era cierto y supe que sabía pero supe que hasta
ese instante yo había estado sospechando que no. Supe que el
mundo latía; supe, vi, el fragor de las ondas huecas a mi
alrededor. Los colores ya no eran colores, eran la velocidad
extrema de en la que la luz se desplaza y puede entrar en mis
ojos, no sé si en los tuyos. Y el mundo, todo eso que llamamos
mundo late en forma roja, palpita, pulsa, respira.

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