Cas Mudde y La Ultraderecha Hoy Una Nuev
Cas Mudde y La Ultraderecha Hoy Una Nuev
Cas Mudde y La Ultraderecha Hoy Una Nuev
1
Cas Mudde: de los márgenes al centro. Cas Mudde es profesor en la Universidad de
Georgia, en el sur de Estados Unidos, y fue discípulo del difunto Peter Mair. El autor de La
ultraderecha hoy es conocido por ser una de las voces más reconocidas en el estudio del
populismo. Junto a Cristóbal Rovira-Kaltwasser es autor del célebre Populismo: una breve
introducción (Alianza Editorial, 2019), un tratado en el que los investigadores dan una de las
definiciones más aceptadas del fenómeno.
Lo que quizá sea menos conocido es que Mudde llegó al estudio del populismo como
consecuencia de su interés por la ultraderecha. Aunque puede parecer curioso para un lector
latinoamericano asociar al populismo con esta corriente política, lo cierto es que en Europa
los movimientos y partidos populistas ha estado mucho más vinculados con la tradición de
derecha que con el socialismo o la izquierda. No resulta extraño entonces que la atención
central del último libro de Mudde se dedique al estudio de los partidos de derecha populista
radical, que en es la especie dominante dentro de lo que Mudde llama “la Cuarta Ola de la
ultraderecha”, el periodo de la historia que vivimos actualmente, que comienza con el 11-S
y pasa por Trump, el Brexit, y la crisis de 2008.
La primera parada del libro de Mudde no es histórica sino lingüística, pues para definir a la
ultraderecha hay que hacerse cargo, de entrada, de la terminología. En pocas palabras, para
Mudde la ultraderecha es toda aquella que está en contra de la democracia liberal. Estas
organizaciones se dividen, a su vez, en dos grupos: la extrema derecha, que se opone
totalmente a la esencia de la democracia, y la derecha radical, que aunque acepta el juego
democrático y liberal en teoría, se opone a elementos claves de su funcionamiento (como el
respeto a las minorías o el Estado de derecho). Es ésta última la que hoy es exitosa.
2
tampoco, como lo intentan encuadrar sus partidarios, de la expresión política de una mayoría
silenciosa, sino al contrario, de una minoría que hace mucho ruido.
Esta nueva derecha radical es bastante heterogénea: en ella puede contarse desde el Fidesz
de Viktor Orbán en Hungría a los neonazis de Amanecer Dorado en Grecia. Sin embargo, su
común denominador es un aumento en su éxito electoral y una influencia política que los
trasciende e influye en otros partidos. ¿A qué se debe este éxito? ¿Se trata de un asunto de
oferta que depende del surgimiento de liderazgos carismáticos o es más bien un asunto de
demanda, construido a partir de una serie de actitudes que ya existen en la sociedad y son
encausadas políticamente? Mudde argumenta que en realidad se trata de una combinación de
ambos. De igual manera, el texto intenta zanjar el debate entre las causas culturales y
económicas del respaldo de políticos como Trump. Su conclusión es que detrás del éxito de
la ultraderecha está la conversión de una serie de preocupaciones económicas —el estrés
causado por la globalización— en preocupaciones socioculturales como, por ejemplo, la
migración y la llega de una sociedad multicultural que es vista como una amenaza.
3
mujeres como seres corruptos y políticamente poderosos). Tradicionalmente, en la
ultraderecha ha dominado el sexismo “benevolente”, pero hoy el tipo “hostil” ha crecido,
sobre todo dentro de internet. En este giro tienen mucho que ver las ideas que priman sobre
la masculinidad: mientras que en el "sexismo benevolente" lo masculino se asocia al clásico
“macho alfa”, para el "sexismo hostil" los hombres están “oprimidos” por las mujeres, lo que
resulta en una combinación explosiva de masculinidad tóxica y misoginia. Este tipo de
sexismo hostil está presente en muchas subculturas digitales alrededor de la ultraderecha
como gamers, incels, y pickup artists, así como entre los seguidores de filósofos de YouTube
como Jordan Peterson. El peligro está en que, como se ve a las mujeres como una amenaza,
la violencia contra ellas se presenta como aceptable. Es precisamente la tolerancia a la
violencia la que, de acuerdo con Mudde, mantiene al electorado de la ultraderecha como una
población eminentemente masculina. No es el caso de los liderazgos, pues aunque el dirigente
macho (por ejemplo, un Jair Bolsonaro) aún existe, ha dejado de ser la norma. Cada vez hay
más mujeres dirigentes en la ultraderecha, desde Marine Le Pen del ex Frente Nacional hasta
Alice Weidel, una mujer gay que lidera el ultraderechista partido AfD en Alemania.
Respuestas ante la ultraderecha: algunas críticas. Mudde dedica uno de los capítulos
finales de su obra a las respuestas que pueden darse ante el crecimiento de este fenómeno.
Su conclusión no es optimista, pero sirve como una advertencia: la ultraderecha llegó para
quedarse y contra ella no hay una “bala de plata”. El establecimiento de vetos o “cordones
sanitarios” alrededor de partidos puede funcionar cuando cumple con ciertas condiciones,
pero la respuesta ante este tipo de amenazas dependerá siempre del contexto de cada lugar.
Quizá el capítulo dedicado a las respuestas ante la ultraderecha sea la parte del texto donde
los lectores echen en falta algo más imaginación y detalle. Mudde reitera que, para combatir
a estos políticos, el énfasis debe estar en fortalecer la democracia liberal. Sin embargo, la
experiencia muestra que los políticos con una agenda de este tipo, frecuentemente centrada
en una oferta de tipo tecnocrática o sedicentemente centrista, suelen tener poco éxito a la
hora de enfrentarse a populistas de derecha, como señaló Benjamin Moffitt (“The trouble
with anti-populism: why the champions of civility keep losing”, en The Guardian).
4
¿Qué posibilidades hay de enfrentar a la ultraderecha con este tipo de alternativas en un
tiempo en el que se vive, como el propio Mudde definió en un artículo, un “Zeitgeist
populista” ? Más que la norma, habría que preguntarse si el reciente triunfo de Joe Biden ante
Trump no es más bien una excepción. En este sentido, la construcción de alternativas de corte
contrario al de la ultraderecha (es decir, a la izquierda y democrática) para hacerle frente a
este tipo de políticos nativistas es algo que el libro no discute. De forma similar, la
importancia de la movilización popular como resistencia ante gobiernos de ultraderecha es
un tema que Mudde sólo menciona al pasar, aunque merece una discusión profunda.
México, FRENA y la 4T. Lo planteado por Mudde está lejos ser ajeno a nuestro país. Incluso
en México, donde no hay propiamente un partido de derecha populista radical, existen
sentimientos que podrían abonar al surgimiento de una opción política de esta naturaleza. Un
ejemplo son las muestras de xenofobia que salieron a la luz luego de la crisis migratoria en
Centroamérica a mediados de 2019. De acuerdo con encuestas de junio de ese año (Alejandro
Moreno, “Aumenta el rechazo ciudadano a migrantes en México y crece el apoyo al cierre
de la frontera”, en El Financiero), más del 70% de los mexicanos estaba de acuerdo con la
deportación de los extranjeros sin documentos y apoyaba la militarización de las fronteras.
No hay países vacunados contra la ultraderecha y el no tener hoy un partido de este tipo no
significa que no lo tendremos mañana.
Pese a que América Latina está lejos de ser el centro de la Cuarta Ola ultraderechista, tenemos
cerca a uno de sus representantes más insignes: Bolsonaro. Reflejados en la experiencia
brasileña, el incremento del poder institucional que han tenido militares y líderes evangélicos
en la Cuarta Transformación de Andrés Manuel López Obrador no es una buena señal.
Tampoco lo es cierta afinidad entre algunos núcleos del obradorismo, sobre todo en redes
sociales, con las teorías de la conspiración alimentadas por el trumpismo. Por otro lado, la
deriva de movimientos de oposición como FRENA y personajes como Gilberto Lozano son
un foco rojo adicional que merece atención. La figura de George Soros, la vieja amenaza
comunista, así como la xenofobia y el anti-feminismo son algunos de los temas predilectos
de la ultraderecha presentes hoy en el discurso de FRENA.
En el contexto en el que vivimos, una de las lecciones más importantes que deja la obra de
Mudde es que el gran riesgo de la ultraderecha es su normalización. Incluso en donde no
5
gobierna, sus puntos de vista pueden convertirse en un nuevo y peligroso sentido común que
es preciso combatir.