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Las Sombras de Rafael Chirbes La Memoria
Las Sombras de Rafael Chirbes La Memoria
Las Sombras de Rafael Chirbes La Memoria
Revista lnternacional
Cuadernos de los Estud¡os Vascos
Juan José GOIRIENA DE GANDARIAS Y DE GANDARIAS. Univ. det País 246 p. : il; 24 cm. (RIEV. Cuademos : 8
Vasco. Fac. l\,rled¡cina y Odontología. Leioa ISBN: 978-84-8419-226-A
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Summary
GomunicaG¡ones
ARROITA, lzaro
Memoria e identidad en la obra de
Atxaga y Saizarbitoria t26
INAL, Benjamin
Bernardo Aüaga y el, 'caso Echevaría'.
Conflictos, tabúes e intereses econó-
micos 740
MONTERO, Francesc
La memoria de los "vencedores venci-
dos" en Cataluña. Manuel Brunet y la
"tercera vía" del grupo de Destrno 154
NUCKOLS, Anthony
La novela contemporánea como instru-
mento de duelo. Lossimso/es crbgos de
Alberto Méndez 1_80
SANTAMARíA, Sara
"Las sombras" de Rafael Chirbes. La
memoria de vencidos y vencedores en
La buena letra y Los disparos de/
cazador 200
SOUTO, Luz
La expropiación de la memoria. Flcciones
sobre los niños robados durante el fran-
quismo y la dictadura argentina 278
Autores 236
Analytic Summary 243
"Las sombras" de
Rafael Chirbes.
La memoria de vencidos Y
venceclores ert La btrcna letta x
Los disparos del cazadot
(Rafael Chirbes and his
"Ghosts". Losers and Victors'
Memory in La buena /etra and Los
disparos del cazador)
Santamaría, Sara
Universitat de Valéncia.
Facultat de Geografia i H¡stór¡a' Av. Blasco lbáñe228.
4601-O Valéncia
sara.santamaria@uv.es
1. lntroducción
En las últimas décadas el interés por Ia guerra civil española y el franquismo ha
dado lugar en la literatura española a un creciente protagonismo de los y las tes-
tigos de aquellos acontecimientos traumáticos. En gran parte de las novelas
publicadas en los últimos años, Ios testigos son por excelencia las víctimas repu-
blicanas de la guerra civil y la postguerra, cuya memoria silenciada habría impe-
dido a la sociedad española el acceso hasta la fecha a "la verdad" de lo ocurri-
do1. En general, estas novelas presentan una reflexión exigua en torno a los
límites de la memoria para dar cuenta del pasado, así como sobre el concepto
de verdad y el significado que el binomio memoria/olvido ha tomado en la esfera
pública. Rafael Chirbes elaboró, a principios de la década de los noventa, una
visión más compleja sobre los problemas que entraña el acto del recuerdo. El
objetivo de este texto es analizar dos novelas del escritor valenciano -La buena
letra (1992) y Los disparos del cazador (1994)- en las que dicha cuestión se
expresa de forma más fehaciente, atendiendo a los significados que.en ellas se
concede a la memoria y al olvido, así como a las concepciones del pasado que
se desprenden de ellas.
Desde Ia perspectiva de un realismo de carácter político y con la voluntad
manifiesta de alejarse del experimento literario, Rafael chirbes ha prestado aten-
ción a lo largo de toda su producción literaria a las trampas del recuerdo, sin poner
por ello la literatura al servicio de la propaganda. En su ensayo "últ¡ma novela",
1. Esta idea, en exceso simplificadora, está contenida en novelas como La voz dormida (2002), de
Dulce.chacón, Mala gente que cam¡na (2006) y operación Gtadio (2olí-), de Benjamín prado o E/
corazón helado (2OO7), de Almudena Grandes.
Aestavoluntaddedejarconstanciadesímismoseaúnaeldeseodecons-
nos
truir un mensaje qr" ." o[ongu al de los políticos "cuyas palabras cínicas
,,el con
enseñan,,, según el uuür, roiro oe la historia como si fuera su superficie3".
la escritura aquello que salve retazos de
esa voluntad política chirbes busca en
sin posibilidad de contar o a quienes'
su pasado y dar voz a los que se fueron
perdido toda esperanza'
según dice, aún están pero han
Entoncesseapoderademílaurgenciadelevantaralgocontratodoeso,aunquenoSea
másqueunfrágildiquedefolios'Algoquemesalve'quesalveretazosdecuantohevi-
parte la h¡storia que com-
posibilidad de contar de
vido, pedazos oe quienes se fueron sin
ya han perdido toda esperanza' de mí' que
partieron conmigo, de quienes aún están pero
uro y no sé cómo expresarlo, y sufro y tampoco sé compadecera'
Deestamanera,podemosdecirqueenelorigendelaexperiencialiteraria
porítica, sino ra amargura. Ese
de chirbes no sóro se rraila una decidida voruntad
que ér mismo emprende contra su propia
sentrmiento tiene que r", ton ra crítica
generación,unageneraciónqueensuslibrosesculpabledetraiciónyeSace-
chadaporlaCulpa.EnocasionesChirbesserefierealahistoriacomoelrelatoofi-
cialydominantefrentealqueselevantanlasmemoriasprivadas'narracionesque
3.lbídem.,,YesanecesidadsehacemásimperiosacuandoVeolatelevisión,escucholaradio,leolos
y que reconstruyen permanente-
que nos envuelven avasalladores
Deriódicos, oigo todos ro" lJr,guajás vidas
mente, desde el abismo o" i""óél;rá
qr" nosotros y los que nos precedieron -los ecos de cuyas que me
h"ro, u¡í¡Oo, nasta'la calle pff lá que camino y hasta la barra del bar en la
hemos captadG- V
y los gritos de quie-
ietevisión y, tós aolausos de los concursos
apoyo llegan las risas de l"r piáÉr"Ár. o" ensenándonos et.forro de la h¡sto-
de po/íticos'
nes ven los part¡dos de tutú,5i Vjr. patabras cínicas /os
quienes se
su.rp"#;l;#;,ál"iiio,. i¡¡nt¡"ndo. y veo la intima desesperación de
r¡a como si tuera
cru)án conmigo en ta calte" ' (El énfasis es nuestro)'
4. lbídem.
5. Chirbes se refiere a menudo a la "h¡storia ofic¡al" para designar no tanto a la historiografía (entendi-
da como el conjunto de la producción de losy las historiadoras) sino a las políticas de lá memoria. por
otra parte, para este autor la carencia de una tradición memorialíst¡ca en España se ha debido a la fal-
ta de una sociedad civil fuerte y cu¡ta. Véase Rafael CHIRBES: "De qué memoria hablamos". En: por
cuenta propia, Leery escr¡bir. Barcelona: Anagrama, 2070. pp.227-25O (236 p.).
6. Si tenemos en cuenta la importancia que en España se viene otorgando a las víctimas y a los testi-
gos, especialmente desde el año 2000, en que se constituyó la primera Asociación para la
Recuperación de la l\y'emoria Histórica, podríamos decir que estas dos novelas conceden un lugar prin-
cipal a los test¡gos y su experiencia como forma de conocer el pasado y contienen así rasgos que pre-
valecerán en obras literarias poster¡ores sobre el mismo tema.
7. Chirbes concede a la memor¡a, en la línea de Paul Ricoeur, una función matricial respecto de la h¡s-
toria. Escribía Ricoeur: "no tenemos nada mejor que la memoria para signiflcar que algo tuvo lugar,
sucedió ocurnó antes de que declaremos que nos acordamos de ello,,. véaée paul nlcorul, La memo-
r¡a, la h¡stor¡a, el olvido,l\,4adrid, Trota, 2003, p. 41y ss. sobre esta cuest¡ón véase también pedro RUIZ
TORRES: "Los discursos de Ia memoria histórica en España", en Julio Aróstegui y sergio Gálvez
(coords.), Generac¡onesy memor¡a de ta represión franquista: un balance de los-mov¡m¡entos por
la
memor¡a. Valencia: Pubticacions de la Un¡vers¡tat de Valéncia, 2Ol.L, pp.39-75 (pp. 64-65).
La recuperación de esas imágenes fue, para mí, para muchas personas de mi edad, más
que el fruto de una herencia, el resultado de una voluntariosa excavación, porque en las
casas de los vencidos el silencio se había apoderado de todo y, en las de los vencedores,
el ruido impedía oír casi nadaS.
2. La buena Ietra
La buena /etra es la narración por escrito de una madre, Ana, a Su h¡o. Ésta rela-
ta la miseria vivida tras la guerra, junto a su marido republicano y su hlja mayor,
así como la relación que mantuvieron con el hermano de su marido (Antonio)
encarcelado y condenado a muerte por su condición republicana, que tras salir de
la cárcel se convertirá en un arribista cercano al régimen. Ana explica a su hijo la
importancia que tiene para ella la casa donde vive y que éste ahora le insta a ven-
g. CHIRBES, Rafael, ,,Madr¡d, 1938" en Et novet¡sta perpteio. Barcelona: AnagÍama, 2002. pp.105-109
(1Ub p.).
9. lbídem, pp. 105-106.
der10. Su objetivo es transmitir sus recuerdos del pasado a su hijo, ahora que su
muerte se acerca. En el acto de narrar, tanto Ana como el narrador de Los dtspa-
ros del cazador se definen, se justifican y se otorgan sentido en el presente; qui-
záspor ello derrochan autocompasión y melancolía. En ambos se percibe un fuer-
te anhelo biográfico, una búsqueda ¡ncesante en sus recuerdos de su mismidad,
a través del paso del tiempo. Ana se confronta en su relato con su cuñada, la
mujer de Antonio, una mujer situada en una posición social superior, cuya letra
dará lugar al título de la novela. Define así su identidad por contraposición a lo
que aquélla mujer representó en su vida. Chirbes configura su novela a través de
una marcada distinción entre las clases a las que pertenecen los protagonistas
del relato y realiza, a su vez, una fuerte crítica a la burguesía letrada y a su moral.
"La buena letra es el disfraz de las mentiras" dice Ana, y se refiere con ello
a la narración oficial elaborada por aquellos que ostentan el poder. La buena letra
es la forma que adquiere el relato dominante. Frente a é1, Chirbes construye aquí
otra narración sobre el pasado español, que se contrapone con la visión que se
habría popularizado durante la transición. Desde mediados de los años sesenta,
el régimen dejó de referirse a la guerra civil como "cruzada" para dar paso a una
interpretación del conflicto, igualmente dualista, que concebía la guerra como una
"tragedia colect¡va"11. Ese relato se fundamentó en el reparto de responsabilida-
des entre "dos Españas" culpables y permitió más tarde una visión de la transi-
ción como superación de la guerra y como vehículo para acceder al progreso y Ia
modernidadl2. Con esa interpretación la generación recién llegada al poder habría
echado, a ojos de este escritor, la última palada sobre las voces de los muertos.
Frente a ese d¡scurso Chirbes decide dar voz a Ana, miembro de la generación
anterior, para denunciarlo. Jorge Herralde, editor de Chirbes, ha señalado que
ésta es una novela "tan incrustada en su autor como una víscera13". Efectiva-
mente, en esta novela, llevado el dramatismo,lavoz de su personaje coincide qui-
zá más que en ninguna otra con la de su autor.
La protagonista se entiende a sí misma -y a los demás- como un conti
nuum que fluye en el tiempo, y su desgracia como una especie de destino del que
es incapaz de librarse. Por ello apela a su hijo, con afán de que sea éste quien la
10. Esta preocupación de Chirbes en torno al espacio y el hogar fam¡liar será una constante en las obras
del escritor valenciano y culmina en su novela Cremator¡o (2007), en la que se denunc¡a la especula-
ción inmobiliaria llevada a cabo en la costa levantina desde el franquismo hasta nuestros días.
11. IVIORADIELLOS, Enrique. 1939, Losmltosde laguerra civí" Barcelona: Península,2OO4;pp.25-3L.
72. En relación con esto, Sebastián Balfour y Allejandro Quiroga han señalado cómo, tras la llegada al
gobierno del PSOE en 7982|a legitimación de la nación española, si ll¡en no careció de apelaciones al
pasado y la historia, se fundamentó sobre todo en la proyección hacia el futuro. La nación se art¡culó
de esa forma como un proyecto colectivo de modernización y europeización más que como una comu-
nidad histórica con un pasado ancestral. Véase BALFOUR, Sebastián y Alejandro Quiroga, "España, la
visión de la izquierda". En: España Reinventada: nacíón e ¡dentidad desde Ia Transición, Barcelona:
Península, 2OO7 ; pp. 136-180.
l-3- HERRALDE, Jorge" "Rafael Chirbes: la voz de Ia verdad". Eni Por orden alfabét¡co. Escritores, ed¡-
tores, amlgos, Barcelona: Anagrama, 2006; pp. 77-85.
redima de su pasado. Desde las primeras páginas del relato, cuando Ana se des-
cribe siendo niña, todo parece anunclar la guerra y las desgracias que habían de
venir despuéS14. Por el contrario, la vejez se muestra en esta novela, así como en
la que analizaremos a continuación, como el camino inexorable que enfrenta a los
narradgres COn una muerte Cada vez máS Cercana. Por ello, podemos deCir que
el testigo es para Rafael Chirbes, fundamentalmente, aquél que en el tramo final
de su vida recuerda.
No consigo completar los huecos que el tiempo ha ido dejando en la ciudad. camino
hasta que emp¡eza a oscurecer y entonces apago aún más la luz del sol muriente y dejo
la ciudad en penumbra, tal y como permanece en mis recuerdos de aquellos años tris-
tes, en los que sin embargo teníamos el bálsamo de la juventud, que era un aceite que
todo lo engrasaba, que amortiguaba los gritos de dentro y, con frecuencia, los deformaba
y los volvía risas15.
14. Ana lnterpreta su vida desde su flnal. No pretende en ningún caso, a diferencia de la actitud que
toman los y las historiadoras, devolverle al pasado su contingencia, y sin embargo recuerda sabiendo
lo que ocurrió después. Según las palabras de Ana: "Del mismo modo que un huevo lleva encerrado un
polio ya desde el principio, las actitudes de la gente llevan dentro lo que van a acabar siendo, e inclu-
so en srs rasgos más generosos puede adivinarse el embrión de sus defectos peores." CHIRBES,
Rafael. La buena tetra, Barcelona: Anagrama, Compactos, 2OOg (2OO2);34 p. En adelante clto por
esta edición, excepto cuando se especifique lo contrario.
15. lbídem, 23 p.
16. "La claire dissonance entre l'axiolog¡e du personnage-narrateur, celle du lecteur et éventuellement
de I'auteur renvoie á la presénce d'une autorlté narrative supérieure - que I'on pourrait appeler " l'au-
teur impl¡qué " qui évalue un narrateur non f¡able et son discours ; c'est avec cette f¡gure auctoriale
que se noue le contrat de lecture qui invite á une pr¡se de distance, eu égard aux propos de Carlos. On
peut alors se demander si le récit d'Ana, bien que reposant sur un autre systéme de valeurs, n'est pas
tout aussi tendanc¡eux et, á sa faEon, manipulateur, pu¡squ'il adopte exactement la méme contruction
narrative et que la narratrice n'est pas infaillible." ORSINI-SAILLEI, Catherine. "Les enjeux de Ia rééla-
boration mémor¡elle dans deux romans de Rafael Ch¡rbes: "La buena /etra et Los disparos del cazador".
En: Nicole FOURTANÉ y Michéle GUIRAUD (Eds.), Les reélaborations de la mémoire dans le monde luso-
hispaníque, vol 1. Nancy: Presses Unviersita¡res de Nancy,2009, pp.289-300 (297 p.)-
Quizás por ello el relato esté marcado por la presencia de los muertos a
los que Chirbes dedica la novela con la siguiente cita: "a mis sombras". Las som-
bras son aquellos que habiendo fallecido no encuentran descanso. Son los que
no pueden ya testimoniar; no han encontrado consuelo en la muerte, sino que
vagan entre los recuerdos de los vivos. Los recuerdos llegan en esta historia de
derrota y desolación conjurados por el olor de la madreselva y Ana, ante la trai-
ción sufrida, despliega compasión por sí misma. La protagonista está condena-
da desde el día de su boda a ser "una sombra en vlda", a compartir el destino
de los que murieron en vano sin ser honrados. Por eso la melancolía se adueña
de sus palabras.
Era un cajón que contenía papeles, recortes, fotografías. M¡entras yo se lo acercaba a la
cama, me habló por vez primera de los viejos tiempos, y a mí me pasó por la cabeza aque-
lla pr¡mera carta que nos envió desde Ia cárcel. "Qué tiempos más bon¡tos, cuando está-
bamos todos juntos y nos reíamos y no nos faltaba lo indispensable", recordé. Supe que iba
a irse pronto y que, cuando se fuera, ya no me quedaría nada de aquel pasado. Sombrasle.
17. lbídem.
18. CHIRBES, La buena letra,727p.
19. lbídem, 14 p.
20. Así ocurre, por ejemplo, en las ya citadas: La voz dormida (2OO2) , de Dulce Chacón, Mala gente
que cam¡na (2006), de Benjamín Prado, o en El corazón helado (2OO7), de Almudena Grandes.
27. lbídem, 774 p.
¡-
Santamaría, S.: "Las sombras" de Rafael Chirbes. La memoria de vencidos y vencedores e n La buena letra v.
Santamaría, S,: "Las sombras" de Rafael Chiibes. La memoria de vencidos y vencedores en La buena letra y..
3. El cazador cazado
En Los dlsparos del cazador (7994), novela que forma parte de un mismo proyec-
to de indagación, Chirbes logra una mayor complejidad en la reflexión sobre la
memoria y el recuerdo26. En esta novela desaparece el desconsuelo quizás porque l
el narrador, como ha señalado l,arraz Elorriaga, posee una gran autonomía res-
pecto del aufocT. chirbes denota haber realizado un gran esfuerzo para ponerse
en la piel de un personaje como carlos císcar (el narrador-protagonista) y tratarlo
empero con respeto. Más aún cuando según sus propias palabras "los vencedores
constituían la clase social que él odiaba"28. carlos císcar es un arribista que ha
logrado subir en la escala social y ha creado un emporio empresarial al amparo del
régimen. Este personaje se casó con Eva Romeu, h¡a del empresario para el que
tanto él -criado del hermano enfermo de Eva- como su padre trabajaban. pese a
la oposición de ambas familias el matrimonio císcar logra amasar una gran fortu-
na. En su vejez carlos escribe unas memorias como respuesta al diario encontra-
do de su hijo, en las que hace repaso a su vida familiar, un fracaso frente al éxito
alcanzado con diferentes mujeres y en el mundo de los negocios.
Al igual que la familia paterna de La buena /etra, los Císcar y los Romeu
viven en Misent, pueblo imaginario situado en la costa levantina donde se desa-
rrollarán varias de las historias de chirbes. En Los disparos del cazador se narra
una doble traición, la de Carlos Císcar a su padre, contable republicano, y la de
su h¡o Manuel, representante de la generación que dirigió la transición, respecto
al propio Carlos Císcar. En esta novela, como en la anterior, hay una reflexión en
torno al papel jugado por las diferentes generaciones en el pasado español, pero
aquí tiene cabida también la tercera generación a través de la figura del nieto de
Carlos, Roberto. En soledad, con la única compañía de su criado Ramón, Carlos
císcar escribe en las noches las palabras que lee el lector. En esta ocasión la
memoria está en el origen de la novela, pero mientras para Ana era su fuente de
identidad, para carlos císcar los recuerdos se convierten en un lastre pesado que
hace presentes los momentos más dolorosos y sus peores hazañas. El recuerdo
trae conslgo una memoria culpable y por eso el protagonista anhela un recuerdo
"puro", "objetivo", aislado del entramado que le da significación.
En mis cada vez más espaciados viajes a Misent, aún me siento en la butaca de cuero
que fue mi preferida y ¡e pido a Ramón que Ievante ¡as persianas y me lleno de recuer-
dos que busco que sean objetos peffectos, cristales exentos de la densidad envolvente
de la memoria. Y me pregunto por qué no puede haber recuerdos sin memoria2e.
27. LARRAZ Elorriaga, Fernando: "Los dlsparos del cazador, de Rafael Chirbes, radiografía moral del
franquismo", Sarna: revista de lletres, no. 23,2OO9, pp. 183-190.
28. JACOBS, Helmut. c.: "Entrev¡sta con Rafael chirbes" lberoameicana. América Latina, España,
Poftugal: Ensayos sobre letras, h¡stor¡a y sociedad, vol. 23, no 73-76,1999, pp. ta2-L97, (p. 187).
29. CHIRBES, Rafael, Los d/sparos del cazador, Barcelona: Anagrama, L994;2b p.
den caminar con libertad en la segunda parte de nuestra vida los llamamos memoria. La
desnudez deseada sería el olvido3o.
Al igual que en La buena letra, en esta novela tiene gran importancia la sim-
bología que rodea a Ia casa familiar. Carlos construyó una casa de lujo en el lugar
que su cuñado le había indicado que era el más hermoso y trató de preservar allí
a su familia de los negocios y de la vida que llevaba en Madrid. Esa casa que fue
para él símbolo del éxito se ha convertido en un espacio cuyos recuerdos le fus-
tigan. Ese lugar es el símbolo de la traición: la cometida por Carlos Císcar hacia
su padre, la de su propia esposa, que ante las infidelidades del protagonista bus-
ca refugio en un amigo de la familia, y la de su h¡o. Su padre nunca le perdonó
que se casara con el único objetivo de conseguir una posición social que sólo se
sostendría en el centro de los engranajes del régimen. Carlos Císcar no quería ser
un perdedor y se justifica mostrándose como una víctima de una derrota hereda-
da que no quería compartir:
Mi padre no viene nunca a la casa de la Punta Negra. Sé que la ha visto levantarse, que
ha segu¡do las obras desde lejos, por más que haya camb¡ado el recorrido de sus paseos
vespertinos para no tener que pasar junto a Ia construcción. La presencia de la casa le
hace daño a la vista como se lo hacía la luz del comedor cuando en la inmed¡ata posguerra
le pedía a mi madre que la apagase y se quedaba en un rincón a oscuras: no es capaz
de sentirla como una reparación, sino como una prolongación de su derrota, ahora con-
vert¡da en vergüenza. A mí me duele la sordera en que lo ha instalado su tozudez3l.
30. lbídem, 93 p.
31. lbídem, 76 p.
32. "No soportaba n¡ la luz ni Ia oscuridad. En ambos casos los recuerdos se movían ¡ibremente y me
reclamaban los m¡nutos perd¡dos, los gestos interrumpidos. Me cubrí la cara con la almohada y me asal-
tó la imagen de mi padre sentado a oscuras en el comedor, y era como s¡ mi dolor fuese herencia del
suyo, como lo es la forma de mis manos o la distribución del pelo en mi cabeza". CHIRBES, Los dlspa-
ros del cazador, !29 p.
33. Éste es un tema recurrente en otras novelas del autor, como En la lucha f¡nat (tggL), La caída de
Madr¡d (2OOO) o Cremator¡o (2OO7).
34. lbídem, pp. 105 y 106.
que ver, una vez más, con el destinatario del relato. Si Carlos Císcar se aficiona al
deporte cinegético, sus memorias son un animal susceptible de ser cazado. La
metáfora de la caza, y los disparos del cazador, sugiere el juicio al que serán
sometidas sus memorias por parte de su nieto. Sus palabras, que denotan volun-
tad de permanecer, serán juzgadas por éste. Carlos Císcar acaba identificándose
en un ejercicio de autocompasión no con el batidor, sino con la pieza. Es decir,
los disparos del cazador hacen referencia a la interpretación que hará su nieto de
sus memorias ("que vagan, cual animales, en el paisaje nevado de estas pági-
nas") y, en última instancia, apelan al lector.
Se me ha llegado a pasar por la cabeza que debería ordenar estos papeles y guardarlos
en un sobre a nombre de Roberto, porque lo siento como una prolongación de mí mismo,
aunque en ciertos instantes me invada la sospecha de que apenas si lo conozco y ese sen-
timiento cons¡ga que me procure escaso consuelo saber que, al escrib¡r, mis palabras no
caen en un pozo, como las que pronuncia Ramón en la soledad de la buhardilla, sino que
se quedan vagando en el paisaje nevado de estas páginas igual que animales en un coto
donde muy pronto sonarán los disparos del cazador. iQuién notará entre los dedos el res-
coldo de calor de la pieza cobrada?35
4. Epílogo
A diferencia de lo que ocurre en otras novelas sobre la memoria de la guerra civil,
Rafael Chirbes no dirige la mirada del lector hacia una interpretación unívoca del
pasado, sino que empuja a éste a la acción mediante la creación de un espacio
que deja lugar para su elección. Esta operación tiene lugar, fundamentalmente,
en Los disparos del cazador, ya que la retórica consoladora y nostálgica desapa-
rece cuando Chirbes coloca al lector -y a sí mismo- en la piel de un "vencedor"
de la guerra civil. Este ejercicio, tal y como es configurado por el escritor, resulta
poco habitual entre las novelas sobre la memoria, y da lugar a una visión del pasa-
do que huye de maniqueísmos3o. Como hemos visto, mientras la memoria de los
vencedores y sus herederos se debate en un intento constante de justificación,
cuando son los vencidos quienes recuerdan, la nostalgia por el tiempo vivido
durante la ll República resulta casi insoslayable.
En las obras que hemos analizado la cuestión del recuerdo está íntima-
mente relacionada con la transmisión de la experiencia en el ámbito privado, es
decir, con la búsqueda de la identidad familiar, que a menudo está relacionada
con una redefinición de la identidad nacional. Para Rafael Chirbes el problema de
la memoria está indefectiblemente ligado a su forma de entender el pasado espa-
ñol *como lucha de clases- así como con un anhelo de la España republicana.
No es baladí que los vencidos estén representados por una figura femenina y de
clase baja, como Ana, símbolo de una España derrotada, desprotegida y deshon-
rada, mientras los vencedores son masculinizados bajo la personalidad de un pre-
dador como Carlos Císcar, un arribista que ha escalado a las cotas más altas de
la sociedad española, mediante el engaño.
A pesar del énfasis puesto en las diferencias con respecto a otras novelas
sobre la memoria, cabe matizar que La buena letra y Los disparos del cazador,
publicadas a principios de los años noventa, participan hasta cierto punto de una
tendencia general predominante en la novela de la memoria actual, que interpre-
ta el proceso de transición como "pacto de olvido" y silenciamiento, y cuyo prin-
cipal objetivo sería poner en cuestión la idea de una transición supuestamente
modélica. Chirbes incide, sin embargo, por encima de otros aspectos, en lo que
interpreta como la traición ejercida por aquéllos que orquestaron la transición
(siempre miembros de las élites) sobre todos los que desde la base habrían lucha-
do por el advenimiento de la democracia, En todo caso, como hemos tratado de
mostraraquí, el problema de la memoria no es, en la obra de Rafael Chirbes, una
cuestión exclusivamente política. Para el escritor valenciano el olvido es inma-
nente al paso del tiempo, y la necesidad de los individuos de recordar en el pre-
sente -de dotarse de significado, coherencia y unidad, a sí mismos y al mundo
que les rodea- una cuestión existencial,
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Transición a Ia democracia.
VenC('t I , ,
Los t li, ¡
Laurogeitá hamárreko hamarkadaren hasieran, Rafáel ,
Santama la ,
Universita: ::=
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