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¨AÑO DEL BICENTENARIO DEL PERÚ: 200 AÑOS DE INDEPENDENCIA¨

UNIVERSIDAD DE HUÁNUCO
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS
P.A.P DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

TEMA: LA SALUD MÁS ALLÁ DEL COVID.

CURSO: ORATORIA.

DOCENTE: ORLANDO ASCAYO LEON.

APELLIDOS: RIVAS PALACIOS

NOMBRE(S): HELLEN MABEL

CICLO: 2°

SECCIÓN: “D”

2021

La pandemia de COVID-19 a inicios del año pasado, el sistema de salud se volcó íntegramente a la atención de esta
nueva enfermedad, ya que comenzó a atacar a miles de víctimas en todo el país. Fue como un baldazo de agua fría, todo
fue inesperado, nadie estaba preparado, menos los hospitales, esto es resultado de décadas de descuidos de la salud
por los antiguos gobiernos.
Los centros de salud han colapsado de manera rápida, más allá de todas las posibilidades con que se contaba para
atenderlos. En realidad, esta pandemia nos llegó con apenas centenares de camas UCI, la cifra más baja del mundo. Nos
agarró también sin equipos de protección personal para los médicos, enfermeras y personal técnico, ellos fueron los más
contagiados y afectados por el contacto directo de los enfermos, fueron cientos de fallecidos.

El pánico desatado por la pandemia llevo al cierre de la mayor parte de los servicios de la salud que no fueran por la
atención covid. Y cuando el personal médico-sanitario empezó a retomar el trabajo luego de meses lo hizo de
preferencia y de forma limitada, a través de las conferencias o teléfonos. Es decir, la atención de la salud quedo en
suspenso de forma indefinida y no se ha retomado hasta el momento de la segunda ola.

No obviemos también que el sistema de salud colapso no solo por la pandemia, sino por las enfermedades que no
pudieron ser atendidas, sino que fue incapaz de mantener la atención de todas las demás enfermedades leves y graves,
eventuales o crónicas. Esta situación ya va por mucho tiempo y no puede seguir así, es tiempo de avanzar la
normalización de la atención general de la salud cuanto antes.

La situación es muy grave, los pacientes de enfermedades crónicas han perdido el seguimiento de sus enfermedades y
es necesario que lo retomen. Muchos deben haber empeorado su situación o incluso pueden haber muerto por falta de
seguimientos a la evolución de su enfermedad. Los pacientes que sufren enfermedades raras han perdido toda la
esperanza de atención por parte del sistema. Pues por su menor número no resultan de prioridad para la Burocracia.

Los pacientes de enfermedades oncológicas, los que sufren de cáncer de todo tipo, también perdieron la continuidad de
atención que se les daba. Miles de enfermos de cáncer, debían trasladarse a Lima, para la continuidad de sus
tratamientos o sus consultas, dejaron de ser convocados, aparte las normas de inmovilización social les impedían viajar.
Los niños afectados de cáncer son los que sufren mucho más, ellos quedan expuestos a caer victimas de enfermedades.

No se trata solamente de retomar la atención previa. Recordemos que, antes de la pandemia, la atención de salud
tampoco se cumplía en buenas condiciones. Nadie ignora las carencias con que actuaba en nuestro país el sistema de
cuidado de la salud, con servicios insuficientes, inadecuados, anticuados y desabastecidos, sin el número de
profesionales necesario, sin el apoyo económico presupuestario suficiente para ofrecer un servicio de calidad mínima y
sin la ejecución total de ese falto presupuestario público. El desafío es complejo, pero ineludible. se trata de vencer el
covid-19 mediante la vacunación masiva, lo más rápido posible, de toda la población. Pero al mismo tiempo se debe
retomar la atención normal, cotidiana, de todas las demás enfermedades y condiciones de salud que dejaron de verse,
apuntando a un servicio de mejor calidad para todos. Ambos retos son complicados, pero no hay otra alternativa que
afrontarlos.

El gobierno actual o el que venga, debe retomar la atención de la salud general de la población y si no se inicia el cambio
hacia su mejora en calidad, el gobierno, cualquier gobierno, será reprobado. Para ello, las autoridades de salud deben
contar, en su primer lugar, con la opinión de sus pacientes. Se trata de una sensibilidad que la burocracia de salud aun
debeb desarrollar para poder mejorar. DEBEN ENTENDER QUE LOS PACIENTES IMPORTAN.

la pandemia de covid-19 ha desencadenado cambios que parecían impensables hace apenas unos
meses. en febrero de 2020, parecía impensable que toda la fuerza laboral de cuello blanco de
muchos países pronto trabajara sólo desde su casa. parecía impensable que los viajes aéreos se
desplomaran en un 96%.

Por supuesto, COVID-19 y la extraordinaria respuesta no eran realmente impensables –

simplemente nos parecieron así a la mayoría de nosotros. Aunque la pandemia tomó por sorpresa a

la gran mayoría del mundo de los negocios, los epidemiólogos y otros expertos habían advertido

desde hace tiempo que era sólo cuestión de tiempo antes de que ocurriera tal desastre.

Las sociedades abordarán la desigualdad y repararán las redes de seguridad social

La pandemia está golpeando con más fuerza a los grupos de bajos ingresos — minorías, jóvenes,

mujeres y trabajadores indocumentados. Su falta de riqueza y su excesiva representación en

trabajos que requieren presencia física los expone a mayores dificultades y riesgos.

La salud mental será el centro de atención

COVID-19 está cobrando un precio incalculable en la salud mental, debido a numerosos factores,

incluyendo el aislamiento social, las preocupaciones financieras y de salud, y la tensión de adaptarse

al trabajo a distancia y a la educación en el hogar. Los participantes esperan que esto tenga

impactos a largo plazo similares a los del trastorno de estrés postraumático (TEPT); sin embargo,

algunos esperan que el nuevo enfoque en los problemas de salud mental pueda reducir el estigma y

aumentar la disponibilidad de servicios de apoyo. El mundo más allá de la crisis puede ser un mundo

en el que se reconozca y apoye más honestamente la salud mental.


Pese a que ningún sistema de salud en el mundo estaba preparado para la pandemia, esta ha
golpeado con especial severidad en América Latina. En el Perú, la inadecuada organización y
financiamiento de los servicios de salud han dificultado la respuesta a la emergencia,
derivando en un enorme costo humano, social y económico. La crisis sanitaria cogió por
sorpresa a un sistema de salud fragmentado con servicios que no responden a las
necesidades de la población y sin financiamiento adecuado. No obstante, ofrece también una
oportunidad para reformar el sistema de salud de manera que todas las personas puedan
acceder a servicios de calidad de acuerdo con sus necesidades.
Un primer desafío clave es resolver la fragmentación del sistema de salud. Esta se expresa en una
superposición de servicios; es decir, servicios que se ofrecen de manera duplicada por falta de
cooperación entre redes paralelas; una débil coordinación entre los diferentes subsistemas de salud
(público, seguridad social y privados) y niveles de atención que limita la continuidad de los cuidados
a la salud; y un deficiente manejo de la información con limitaciones para el recojo y sistematización
que impiden estrategias basadas en evidencia y seguimiento de los pacientes.
El presupuesto asignado a Salud para el 2021 es un 24% menor que el presupuesto modificado del
2020, pese a una mayor necesidad de inversión por la pandemia. Esta subinversión se expresa, por
ejemplo, en la falta y precariedad de la infraestructura de salud y en el desabastecimiento de
medicinas. Además, el sistema de financiamiento es fragmentado; es decir, no promueve el enfoque
de red, no ofrece un paquete de beneficios universal, no crea los incentivos adecuados para mejorar
el desempeño de los servicios y traslada altos costos de bolsillo a los ciudadanos, afectando
especialmente a la población más pobre.
Primero, fortalecer e integrar realmente el sistema de salud para que brinde servicios de calidad de
manera eficiente, inclusiva (que permita un acceso equitativo a los servicios), escalonada (que
busque dar respuesta a los problemas de salud según el nivel de complejidad que se requiera), pero
a la vez con continuidad de la atención (que asegure que los pacientes sean transferidos a servicios
de mayor complejidad cuando sus problemas de salud así lo requieran). Ello pasa por implementar
mecanismos de pago que progresivamente transiten del financiamiento definido por presupuestos
históricos a un financiamiento cimentado en costos reales y basado en la cantidad y calidad de
servicios que sean adecuados al nivel de complejidad del establecimiento (compra estratégica de
servicios).
La pandemia ofrece la oportunidad para repensar un sistema de salud universal y sostenible que
atienda las necesidades de la población en tiempos de calma, y que responda y se sostenga ante las
exigencias de en tiempos de crisis.

Durante la campaña electoral, diversos planes de gobierno coincidieron en la necesidad de


simplificar el sistema actual y de fortalecer las redes integradas de salud.

¿Está dejando el coronavirus desatendidas a otras patologías?

Todos los profesionales sanitarios están volcando sus esfuerzos en luchar contra el coronavirus.
Su máxima prioridad es atajar la crisis que está provocando el virus a nivel mundial. Pero, ¿y el resto
de patologías? Aunque el Covid-19 acapare la atención por su rápida expansión y el gran número de
muertes que está dejando a su paso, la población continúa con sus enfermedades, muy distintas a
esta pandemia.

“Aunque estemos muy enfocados en el Covid-19 hay gente con enfermedades crónicas, cólicos de
riñón, un infarto… Y eso lo estamos desatendiendo totalmente ahora mismo”. Así lo afirma Salvador
Tranche, presidente de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc). Y es
que la enfermedad del coronavirus ha eclipsado al resto de patologías.

Sin embargo, los pacientes de oncología, reumatología o cardiología, entre otras patologías, no han
caído en el olvido total. Las diferentes sociedades científicas están trabajando para que eso no
ocurra.

Falta de profesionales

Más de 20.000 sanitarios están contagiados por Covid-19, es decir, un 15 por ciento del total de
los profesionales de la salud. “Hasta ahora, han sido médicos de primaria los fallecidos”, apunta
Tranche. Y señala que una de las razones del elevado número de positivos entre el personal
sanitario podría ser que, “muchas veces, atienden a pacientes con una sintomatología imprecisa que
hace bajar la guardia sin querer”. Pero el principal problema, según la portavoz de la SER, es la
escasez de EPIs.

“la calidad de los profesionales de nuestro país y la responsabilidad que han adoptado frente a esta
pandemia, arriesgando sus propias vidas por el bien de la comunidad“,

La pandemia de coronavirus interrumpe los tratamientos contra el cáncer y otras enfermedades


crónicas

Muchas personas que necesitan tratamiento para enfermedades como cáncer, padecimientos
cardiovasculares y diabetes no han recibido los cuidados y medicinas que precisan desde
que empezó la pandemia de COVID-19, revela una encuesta de la agencia de las Naciones
Unidas especializada en salud. La situación es alarmante porque las personas que viven con
estos padecimientos corren un mayor riesgo de muerte si adquieren el coronavirus.
La Organización Mundial de la Salud publicó este lunes una encuesta que indica que los servicios de
prevención y tratamiento de las enfermedades no contagiosas se han interrumpido desde el inicio de
la pandemia de COVID-19, una situación muy preocupante ya que estos males causan la muerte
anual de más de 40 millones de personas, además de que quienes las padecen corren un mayor
riesgo de fenecer si los ataca el coronavirus.
El director general de la Organización explicó que muchas personas que necesitan tratamiento para
enfermedades como cáncer, padecimientos cardiovasculares y diabetes no han recibido los
cuidados y medicinas que precisan desde que empezó la pandemia.
“Es vital que los países encuentren maneras innovadoras de garantizar que los servicios
esenciales para las enfermedades crónicas continúen aunque al mismo tiempo estén
combatiendo el COVID-19
El principal hallazgo de la encuesta fue que el 53% de los países han interrumpido parcial o
totalmente los programas de tratamiento de la hipertensión, la diabetes y las complicaciones
relacionadas con esta enfermedad.
“Sin embargo, sabemos que esas personas son más vulnerables al coronavirus y que muchas de
ellas no tienen acceso al tratamiento que necesitan. Es muy importante no sólo incluir esas
enfermedades en los planes de respuesta, sino encontrar maneras nuevas para implementarlos.
Debemos estar listos para reconstruir los servicios sanitarios de forma que sean más fuertes y estén
mejor equipados para prevenir, diagnosticar y atender las enfermedades crónicas bajo cualquier
circunstancia”, recalcó.

Hay vida —y enfermedades— más allá del coronavirus. Incluso en plena pandemia, bajo una orden
de confinamiento y con el sistema sanitario volcado en la atención a la Covid-19, personas con
cardiopatías, problemas renales o tumores precisan seguir bajo control. También hay miedo a
contagiarse, admiten los enfermos que han de ir a diálisis. O a que se escape algún diagnóstico
importante, coinciden los facultativos. Unos y otros asumen que la anulación de pruebas y el retraso
de consultas presenciales tendrá un impacto en la salud. Pero, para minimizarlo y mantener la
calidad asistencial, los médicos sortean las limitaciones con visitas telemáticas y controles a
distancia. Cualquier consulta grave e inaplazable insisten, se atiende de inmediato.

Desde que comenzó la pandemia, apenas hay infartos. Algunos, pero pocos. “Esta caída tan
dramática choca con la epidemiología. Ahora estamos empezando a ver un repunte, el miércoles dos
infartos y alguna parada cardiorrespiratoria”, explica Héctor Bueno, cardiólogo del hospital 12 de
Octubre de Madrid y vicepresidente de la Sociedad Española de Cardiología. Las causas no están
claras. “La mejoría de la contaminación podría influir, pero no justifica una caída tan dramática. A lo
mejor con la reclusión en casa han mejorado los hábitos de vida. O puede que los potenciales casos
se hayan infectado por coronavirus y la Covid-19 haya pasado por encima al infarto”, valora Bueno.
En su servicio han desplegado un plan de contingencia para mantener las consultas telefónicas, pero
se han suspendido pruebas diagnósticas y la rehabilitación cardíaca. “Una visita telefónica nunca
puede suplir a una presencial, pero al menos, los pacientes agradecen la llamada y se sienten
aliviados. Nosotros también estamos preocupados por ellos y deseamos volver a la rutina”, apunta el
cardiólogo.

“La caída dramática de casos de infarto choca con la epidemiología. Puede que los
potenciales casos se hayan infectado por coronavirus y la Covid-19 haya pasado por encima
al infarto”, explica un cardiólogo

Hay cosas, sin embargo, que ni el coronavirus puede parar. Por ejemplo, el tratamiento a un paciente
de diálisis. Tiene que ir sí o sí, tres veces por semana, cinco horas diarias. La vida le va en ello. “Es
un grupo vulnerable. Sin riñones, no vives. Las autoridades dicen que hay que quedarse en casa,
pero ellos tienen que salir tres veces por semana a los hospitales, que es donde están los grandes
focos de contagio. Tienen la incertidumbre de si se van a contagiar”, traslada Dani Gallego,
presidente de la Federación de Asociaciones de Enfermos Renales (Alcer). Los casos positivos o
sospechosos se aislarán y se intentará que no compartan sala con el resto de pacientes.

La crisis sanitaria ha obligado al sistema de salud a reorganizarse y anular o posponer todas las
consultas presenciales y pruebas diagnósticas no urgentes. De los más afectados por estos cambios
son los pacientes crónicos, con numerosas patologías (diabetes, hipertensión, dolencias
cardiovasculares o respiratorias) y polimedicados. Este colectivo precisa el control rutinario en su
centro de salud, un equipamiento reconvertido ahora en trinchera para atender sospechosos y casos
leves de coronavirus. “Estamos dejando de lado algunos problemas de salud y no estamos
prestando la atención que debieran tener los pacientes crónicos o con otras dolencias”, admite
Salvador Tranche

Decisiones complejas

La amenaza del coronavirus y el potencial riesgo para pacientes ya debilitados obliga a tomar
decisiones complejas. “Revisamos qué trasplantes de médula eran preferentes y no se podían dejar
de hacer. Pero los hemos tenido que analizar caso a caso, barajando el riesgo de contraer la
infección”, sostiene Dolores Caballero, hematóloga del Hospital Clínico Universitario de Salamanca y
presidenta del Grupo Español de Linfomas. Hay que poner en la balanza riesgos y beneficios. “Si
una persona con un linfoma, mieloma o una leucemia aguda, es candidata a una terapia curativa o
que claramente va a impactar en mejorar su supervivencia, todavía podemos administrarle el
tratamiento con la máxima seguridad y le hacemos una prueba PCR antes para asegurarnos de que
no tiene la Covid-19. Si el paciente no es candidato a una terapia curativa o que aumente la
supervivencia, se posponen los tratamientos porque quizás el riesgo de contraer la infección anule
dicha ventaja. Son decisiones clínicas muy difíciles”, apunta la hematóloga.

Los médicos insisten en que, pese a las restricciones por el coronavirus, todo lo urgente se atiende.
Los pacientes oncológicos son, posiblemente, una de esas prioridades inaplazables. Los hospitales
de día siguen funcionando, aunque las tandas de tratamiento, cuando se puede, se van espaciando.
“Seguimos visitando y poniendo tratamientos. Lo que hemos potenciado son las visitas telemáticas,
por teléfono y algunos tratamientos de inmunoterapia, hacemos esquemas de dos a cuatro semanas,
por ejemplo. Ajustamos cada situación. Aquellos tratamientos que tienen efectividad, los damos; y
los que podemos retrasar, lo hacemos, como tratamientos adyuvantes tras una cirugía”, señala
Enriqueta Felip, oncóloga del Vall d’Hebron Institut d’Oncología (VHIO). También se racionalizan las
pruebas, sobre todo los TAC en pacientes en seguimiento libres de enfermedad, y se recomiendan a
los enfermos ir a las consultas externas solos o con una persona nada más.

LOS RIESGOS AÑADIDOS EN LAS CIRUGÍAS

La pandemia ha obligado a suspender buena parte de las cirugías programadas no urgentes con el
fin de liberar camas y profesionales para destinarlos a frenar la Covid-19. Algunas intervenciones,
con todo, se mantienen, pero se mira mucho y con lupa el paciente a operar, los riesgos y la
exposición de los cirujanos. "Si el paciente intervenido no está detectado de la Covid-19 en el
preoperatorio y resulta que tiene la enfermedad, el pronóstico de la cirugía es mucho peor", explica
Salvador Morales, presidente de la Asociación Española de Cirujanos. Por eso, la identificación
previa a la cirugía es esencial, aunque no siempre es positble, matiza Morales: "Puede darse el caso
de que el paciente necesite una intervención rápida y no pueda esperar a la prueba PCR o que las
PCR escaseen". Si se da alguna de esas circunstancias, los médicos tiran de TAC de tórax para
detectar la neumonía.

Impacto en las enfermedades crónicas de las personas mayores


En tiempos de pandemia, los servicios sanitarios se han visto obligados a reorganizarse priorizando

la atención de pacientes graves con COVID-19 y dejando en un segundo plano el cuidado de

pacientes con otras enfermedades. Esta reorganización se ha puesto de manifiesto principalmente

en forma de retrasos en el diagnóstico de las enfermedades, así como demoras,


modificaciones o interrupciones en el tratamiento farmacológico, quirúrgico o de otro tipo.

Estas irregularidades se han debido a múltiples factores, entre los que se destacan:

 La falta de personal sanitario, material y/o espacio


 Las dificultades en los desplazamientos a los centros sanitarios (coche/ambulancia/taxi)
 La autoselección por parte de las personas que tienen miedo a contagiarse durante las visitas al
médico o deciden no ir “para no molestar”
 La modificación del tratamiento habitual cuando este podía tener efecto inmunosupresor
 La reducción en la disponibilidad de órganos de donantes

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