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INTRODUCCIÒN

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INTRODUCCIÒN

La destreza emocional se describe como la capacidad que tiene una persona para
expresar sus propias emociones con total libertad. Se deriva de la inteligencia
emocional, que es la capacidad para identificar y regular las emociones. La
competencia se aprende y determina la habilidad que tiene una persona para
interactuar de forma constructiva con otras.
Durante la adolescencia continúa el desarrollo socioemocional, un proceso a
través del cual las personas aprenden a entender y manejar sus emociones,
marcarse y alcanzar objetivos positivos, sentir y mostrar empatía por otros,
establecer relaciones positivas y tomar decisiones de forma responsable
Destrezas de manejo emocional

Destreza Emocional o competencia emocional. La Inteligencia Emocional


determina la capacidad potencial para aprender las habilidades prácticas basadas
en la capacidad de reconocer los sentimientos propios y ajenos, motivarnos y
manejar adecuadamente las relaciones que sostenemos con los demás y con
nosotros mismos.

La destreza emocional se describe como la capacidad que tiene una persona


para expresar sus propias emociones con total libertad. Se deriva de la
inteligencia emocional, que es la capacidad para identificar y regular las
emociones. La competencia se aprende y determina la habilidad que tiene una
persona para interactuar de forma constructiva con otras.

Esta competencia emocional personal se basa en la conciencia de uno


mismo. Se basa en el reconocimiento de las emociones individuales y cómo estas
afectan a otras personas. También se basa en la capacidad de mantener un
control emocional y cómo manejar la adaptación. Hay que tener en cuenta que,
para ello, hay que ser capaz de entender nuestras emociones personales
antes de valorar las emociones de otras personas.

La destreza emocional y el fomento de la inteligencia emocional a cualquier edad y


en cualquier entorno, familiar, escolar o laboral, se focalizan en el desarrollo de
una serie de competencias. Cuando hablamos de destrezas nos referimos a
capacidades adquiridas, por medio de las experiencias y la formación,
aprendidas y por lo tanto entrenables y desarrollables. Esa es la clave, no
hablamos de personalidad o carácter, como excusa para no crecer
psicológicamente o como etiquetación para simplificar y catalogar a las personas
para siempre. De catalogar a alguien como impulsivo a trabajar su autocontrol, de
catalogarle como insensible a desarrollar su empatía, de catalogarle como
perezoso a fomentar su automotivación.

La primera competencia emocional básica es la autoconciencia emocional,


ser capaces de conocer nuestras emociones e identificar en qué estado
emocional nos encontramos.

Sin autoconciencia emocional, caminaremos por nuestra vida sin una brújula,
perdida y desorientada. Por ejemplo, ante una sensación interna de rabia, no es lo
mismo identificarla como un enfado que como una frustración. La sensación
corporal es muy parecida pero se necesita autoconciencia emocional para
identificar la diferencia. El enfado tiene que ver con sentirnos perjudicados y la
frustración tiene que ver con no conseguir lo que deseamos. Confundir uno con
otro puede hacer que ante una frustración normal nos comportemos de forma
agresiva al confundirla con un enfado. Y viceversa, cuando algo nos esté dañando
realmente nos comportemos de forma demasiado pasiva porque la consideremos
una frustración que hay que aguantar.
La segunda competencia emocional básica es el autodominio emocional,
referida a ser capaces de controlar nuestros impulsos y responder a
situaciones complejas más allá de las reacciones a corto plazo.

Las emociones son de naturaleza apasionada e impulsiva, buscan una solución


rápida y potente que viene bien en problemas que requieren de dicha “fogosidad”.
Pero ya no vivimos en la selva, las dificultades cotidianas y los problemas
complejos son laberintos, dilemas y acertijos. Requieren de reflexión y
planificación. Sin autodominio, simplificamos tanto nuestra respuesta a los
conflictos y dudas que parecemos neandertales aporreando un ordenador.

La tercera competencia emocional básica es la automotivación, que se


refiere a la capacidad de cada persona para establecerse objetivos,
ilusionarse con ellos y adjudicar los recursos y energía necesarios para
lograrlos.

La automotivación es la diferencia entre vivir la vida de otros, o la vida desde


otros, a vivir nuestra propia vida. Es ponernos retos, objetivos y salir del espacio
de comodidad. Es asumir situaciones externas y hacerlas propias sin caer en la
rebeldía o en la resignación. Sobre nuestras motivación decidimos nosotros, a
veces sobre el qué hacer y otras sobre el cómo hacerlo.

La cuarta competencia emocional básica es la empatía, entendida como la


capacidad de ser consciente de los sentimientos, necesidades y
preocupaciones de los demás.

Es el paso de la independencia emocional, que se ha logrado con las tres


primeras competencias, a la interdependencia emocional. Del “Yo soy importante”
al “Nosotros somos importantes”. Es reconocer la importancia de los demás para
el propio bienestar y la consecución de los propios logros. Es pasar de conseguir
estar bien a través de los demás, lo que sería la dependencia, a conseguir estar
bien con los demás, que sería la interdependencia.

La quinta y última competencia emocional básica son las habilidades


sociales, que se refieren a la capacidad de influir, comunicar, colaborar,
resolver conflictos y trabajar en equipo.

El ser humano es un animal social, con herramientas propias para desenvolverse


en la selva de lo social. Desde liderar una familia, hasta influir en una junta de
vecinos o comunicarse con la pareja, las habilidades sociales son la herramienta
que utilizamos para tener éxito en nuestras relaciones. Poner en práctica dichas
habilidades sociales es saber comunicar, escuchando y expresando, es ser
asertivos, manteniendo un equilibrio entre la agresividad y la pasividad, es saber
prevenir y resolver conflictos, aprendiendo a negociar y a mediar cuando sea
necesario. Es buscar el bienestar dentro de la sociedad.
Componentes de las destrezas emocionales.

Autopercepción

1. Autoestima. Es respetarse a sí mismo y al mismo tiempo entender y aceptar


nuestras fortalezas y debilidades. La autoestima es asociada con frecuencia a los
sentimientos de fortaleza interior y confianza en sí mismo.

2. Auto actualización. Es la voluntad de tratar con persistencia de mejorar uno


mismo y comprometerse en la búsqueda de objetivos relevantes y significativos
que nos lleven a una vida más agradable y divertida.

3. Autoconciencia emocional. Implica reconocer y entender nuestras propias


emociones, sabiendo diferenciar las sutilezas en ellas. También se debe
comprender la causa de estas emociones y el impacto que tienen en nuestros
pensamientos y acciones así como las de los demás.

Expresión personal

4. Expresión emocional. Es expresar abiertamente nuestros sentimientos de


forma verbal y no verbal.

5. Asertividad. Implica comunicar abiertamente nuestros sentimientos, creencias


y pensamientos, y defender los derechos y valores personales de una manera
socialmente aceptable, no ofensiva y no destructiva.

6. Independencia. Es la capacidad de ser autónomo y libre de dependencia


emocional en los demás.

Interpersonal

7. Relaciones interpersonales. Es la habilidad de desarrollar y mantener


relaciones mutuamente satisfactorias que se caracterizan por la confianza y
compasión.

8. Empatía. Es reconocer, comprender y valorar cómo se sienten las otras


personas. La empatía implica ser capaz de expresar nuestra comprensión de la
perspectiva y comportamiento de otras personas de una manera respetuosa con
los sentimientos de los demás.

9. Responsabilidad social. Es contribuir voluntariamente a la sociedad, a los


grupos sociales, y en general al bienestar de los demás. Implica actuar
responsablemente, tener conciencia social y mostrar preocupación por toda la
comunidad.
Manejo de estrés

10. Flexibilidad. Es adaptar nuestras emociones, pensamientos y


comportamientos a circunstancias o ideas desconocidas, impredecibles y
dinámicas.

11. Tolerancia al estrés. Implica lidiar con situaciones estresantes o difíciles y


creer que uno puede manejar o influenciar las situaciones de forma positiva.

12. Optimismo. Es un indicador de nuestra actitud y perspectiva positiva de la


vida. Se trata de mantener la esperanza y resistencia, a pesar de los reveses
ocasionales.

Toma de decisiones

13. Resolución de problemas. Es la capacidad de encontrar soluciones a los


problemas en situaciones que involucran diversas emociones. La resolución de
problemas incluye la capacidad de entender cómo las emociones afectan la toma
de decisiones.

14. Pruebas de realidad. Es la capacidad de mantenerse objetivo y ver las cosas


como realmente son. Esta capacidad implica reconocer cuando las emociones o
prejuicios personales pueden hacer que uno sea menos objetivo.

Reconocer las propias emociones


La represión de los sentimientos es un esfuerzo inútil e inadecuado. Toda emoción
termina por manifestarse bien a través de una reacción inadecuada con la persona
incorrecta o quizá a través de cierto malestar físico. Aristóteles decía: “cualquiera
puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona
adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y
del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo”. Este mismo dicho
podría hacerse extensible a cada una de las emociones que el ser humano es
capaz de experimentar, sea dentro o fuera del mundo laboral.
Ignorar o bloquear los sentimientos interfiere en las relaciones profesionales de
diversas maneras. Puede aislar al profesional porque tenga ataques de ira
injustificados, o porque no sea capaz de mostrar alegría o tristeza por un
compañero o colaborador afligido. También puede ser la propia persona la que
decida aislarse por miedo a sentir dolor al ser herida en sus relaciones con los
demás. Esto puede causar una falsa impresión de insensibilidad. Aunque se diga
a sí mismo que al reprimir sus sentimientos “negativos” protege a los demás de
hecho su falta de calidez, tolerancia y naturalidad emocional hiere a los demás y
los aleja. Para este tipo de profesionales la dirección de un equipo se hace
inviable, así como para el equipo lidiar frente a este tipo de responsable.
CONCLUSIÓN

La inteligencia emocional es la capacidad que tenemos los seres humanos para


reconocer y regular nuestras emociones, y se puede resumir en nuestra habilidad
de tener autocontrol, empatía y buenas interacciones sociales. Por lo tanto, es
interesante saber cómo el desarrollo de la inteligencia emocional comienza con
poder reconocer nuestras propias emociones, y el poder hacer conciencia de
cómo reaccionamos en cada situación.

La inteligencia emocional es la habilidad de comprender con precisión tus


emociones y reconocer correctamente las emociones de los demás. Es una
habilidad blanda fundamental para la colaboración efectiva, las relaciones
interpersonales y la buena comunicación en el lugar de trabajo. En este artículo
aprenderemos por qué la inteligencia emocional es clave para los líderes, y
compartiremos nueve consejos para desarrollar tus habilidades de inteligencia
emocional.
E- grafia
https://www.ceupe.com/blog/capacidades-de-la-inteligencia-emocional.html

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