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La Santidad y Sus Elementos
La Santidad y Sus Elementos
La Santidad y Sus Elementos
¿Qué es santidad?… En el Antiguo Testamento la palabra santo generalmente expresa la idea de separarse, apartarse, o
consagrarse. Tanto las personas como las cosas materiales fueron apartadas al servicio especial de Dios.
Al abordar el tema de la enseñanza con relación a la santidad bíblica, se nos impone la necesidad de hacer una definición
de términos para poder comprender qué es la santidad, lo que significa santidad, cuál es su significado bíblico.
En el Nuevo Testamento la palabra santificación proviene del Griego hagaismos, la palabra santo, del Griego hagios.
Tienen que ver primero, con (a) el temor sagrado hacia la persona de Dios (b) la pureza de su carácter moral; y segundo,
con (a) lo sagrado de las personas o cosas relacionadas con Dios, y (b) el carácter moral requerido de los hombres.
¿Qué es la santidad? En su forma más sencilla la santidad se define como la separación del mundo y el apartarse
hacia y dedicarse hacia Dios.
El Por que De La Santidad, ¿Qué es la santidad?, el tema de la santidad en la Biblia, lo que significa
¿Qué es la santidad en la Biblia? La santidad no es para Dios sino por causa de Dios
¿Qué es la santidad según la Biblia? En cuanto a Dios, la santidad no tuvo comienzo ni tendrá fin, siendo que forma parte
de la misma naturaleza de la divinidad (Éxodo 15:11). A Dios se le considera, El Santo. Se le refiere a Dios usando este
termino por lo menos treinta (30) veces (Salmos 89:18). En Dios no existe el pecado.
Entonces la santidad no es para Dios, sino por causa de Dios (Levíticos 19:2). Dios es la fuente inagotable de la
santidad. De él emana la santidad, se comunica al hombre a través del nuevo nacimiento, por medio del Espíritu Santo.
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Adán, fue hecho un ser santo, inocente y sin pecado. La caída del hombre precipitó la necesidad de un salvador y la
necesidad de regenerar la naturaleza caída del hombre (Génesis 3:15). El pecado y la naturaleza caída del hombre son
los enemigos de la santidad. Todo ser humano después de la caída de Adán, con la excepción de Jesucristo, ha nacido
con una naturaleza propensa al pecado (Romanos 5:12, 19; 3:23)
La naturaleza caída del hombre esta viciado conforme a los deseos engañosos, pero a través del nuevo nacimiento, se
transforma en un nuevo hombre creado según Dios, en justicia y santidad de la verdad (Efesios 4:24)
Este proceso sucede en parte al obedecer el plan de salvación (Hechos 2:38), y subsecuentemente en forma progresiva al
despojamos del viejo hombre con la ayuda del Espíritu Santo, proceso que se determina por el grado de consagración
personal de cada creyente. (2 Corintios 7:1; Tito 2:12)
¿Qué es la santidad en la Biblia? El ser humano encuentra la santidad en las raíces de la santidad de Dios
La santidad del creyente halla sus raíces en la santidad de Dios. El apóstol Pedro recalcó: «Como hijos obedientes, no
os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; si no como aquel que os llamo es santo, sed
también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir, porque escrito esta: Sed santos, porque yo soy santo.
Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el
tiempo de vuestra peregrinación» (1 Pedro 1:14-17) (Quizás quieras leer: La Apariencia Refleja Nuestra Dignidad
Personal)
Podemos ver que la santidad se origina en Dios, y se le ordena al hombre usar esta cualidad intrínseca de Dios como el
modelo perfecto. Sed santos, es un mandato divino no una preferencia humana.
Existe en el mundo un conjunto de ideas, filosofías, actitudes y conductas que simplemente no armonizan con la vida
cristiana así revelada en la Palabra de Dios. Es de estas características propias al mundo que el creyente debe separarse o
apartarse (1 Juan 2:15-16) También, se involucra la separación de actitudes y pecados relacionados a la vieja naturaleza
(viejo hombre) y el desarrollo de la nueva naturaleza (hombre nuevo) en nuestras vidas (2 Corintios 5: 17; Efesios 4:22-
24; Colosenses 3:9-10)
Los hombres valientes de David, …usaban de ambas manos para tirar piedras con honda y saetas con arco… (1 Crónicas
12:2) Habían desarrollado la destreza en el uso de ambas manos para pelear con mayor efectividad en contra de sus
enemigos. El creyente, para ser efectivo en la pelea en contra de esta carne tiene que aprender a luchar empleando los dos
propósitos de la santidad.
Algunos hermanos creen equivocadamente que la santidad solo abarca alejarse del mundo. Se preocupan por cumplir
con esa parte de la santidad a expensas de la otra, el acercarse a Dios mediante la consagración personal.
Debemos entender que el acercarse a Dios es lo que produce cada vez más en nosotros un deseo de abandonar la vida
pasada con sus vicios y pecados. No nos engañemos, la santidad no se consigue solamente por medio de tratar de alejarse
del mundo, sino que es el resultado del nuevo nacimiento y la subsiguiente entrega a Dios de parte del creyente que
produce en él un deseo por dejar el mundo.
Una experiencia genuina del nuevo nacimiento es primordial para el desarrollo de la santidad. Sin una experiencia de
salvación todo intento de vivir en santidad es nada menos que el uso de la fuerza humana para represar los deseos de la
carne.
La santidad bíblica no es el ascetismo. No es dedicarse a una vida austera o separarnos de la vida cotidiana o practicar
ciertos ejercicios religiosos que tienen por fin el alejamiento del mundo.
Pablo se pronunció contra el ascetismo en, Colosenses 2:20-23: «Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los
rudimentos del mundo, ¿Porqué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: ¿no manejes, ni
gustes, ni toques (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso?
Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo;
pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne».
El ascetismo, vivir en retiro o recoleto, las penitencias, el ejercicio corporal y otras disciplinas, tal vez tienen algún
beneficio en el desarrollo disciplinario, pero no tienen ningún valor contra los apetitos de la carne. Los apetitos de la carne
se controlan por someterse al poder del Espíritu Santo que reside en su vida.
Una falta de consagración personal después del nuevo nacimiento atrofia el desarrollo de la santidad en el creyente. He
aquí la razón porque muchos cristianos nuevos nunca progresan en la santidad. No usan el propósito de acercarse a Dios
mediante la consagración personal, lo que no permite un alejamiento del mundo en ellos.
El éxito total en esta batalla espiritual se logra usando los dos propósitos de la santidad. (También te recomiendo: Atavío
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• Salimos del mundo (el propósito de negación) y nos presentemos a Dios (el propósito positivo). Dios siempre balancea
un negativo con un positivo.
• Al acercarse a la presencia de Dios, le fue ordenado: «Quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estas, tierra
santa es» (Éxodo 3:5).
• Se refiere a la costumbre oriental de quitar los zapatos antes de entrar en alguna casa. Mientras caminaban el calzado
venia en contacto con el polvo ensuciándolo, junto con los pies. Se quitaban el calzado y lavaban sus pies al entrar en
alguna casa. Los zapatos representan nuestro contacto con lo terrenal o con el mundo.
Dios le indico a Moisés que tenía que quitar su calzado o santificarse antes de entrar en su casa o a su presencia.
• Al acercamos a Dios tenemos que santificamos. Venimos del contacto con el mundo a diario y tenemos que separamos
de la inmundicia al entrar en la presencia de Dios. «Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros…» (Colosenses 3:5)
• «Despojaos del viejo hombre… desechando la mentira… Quítense de vosotros toda amargura…» (Efesios 4:21-32)
Estos son cosas que tenemos que quitar para acercarnos a Dios.
• No podemos esperar que el Espíritu Santo nos vaya a obligar a la fuerza a cambiar ciertas prácticas que no le agradan a
Dios. Pablo nos impone la responsabilidad de quitar estas cosas de nuestras vidas. Nosotros tenemos que quitarlas.
• Si quedamos esperando que el Espíritu Santo quite estas cosas, tal vez nunca dejaremos de hacerlas. Es fácil echarle la
culpa al Espíritu Santo y decir: «El Espíritu Santo todavía no me ha quitado esas cosas. El Espíritu Santo todavía no ha
hablado sobre eso».
La ordenanza es «quitad» y teniendo el poder del Espíritu Santo en nuestras vidas nos permite despojarse de prácticas
que claramente no le agradan a Dios, resultado que se obtiene por medio de nuestra sumisión al Espíritu que mora en
nosotros. «Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne» (Gálatas 5:16)
Hay Dos Elementos Involucrados En Este Encuentro:
• El Espíritu de Dios representado por la zarza que ardía.
• La voz de Dios que le indico a Moisés que tenía que santificarse y que le decía que tenía que quitar sus zapatos.
• Fíjese que el Espíritu y la voz de Dios (la Palabra de Dios) trabajaron en armonía para producir la santidad como
resultado en Moisés. Pero fue Moisés quien tuvo que agacharse (someterse al Espíritu y a la voz de la Palabra) y quitar
su calzado. DIOS NO LE QUITO LO TERRENAL (su calzado), EL MISMO TUVO QUE QUITARLO CON LA AYUDA DEL ESPIRITU
Y LA PALABRA.
• No es solo el deber del Espíritu Santo quitarnos las cosas mundanas. Es nuestro deber quitárnoslas con la ayuda del
Espíritu Santo. Tenemos que agacharnos ante el Espíritu Santo y la Palabra, sometiéndonos a Dios.