Nothing Special   »   [go: up one dir, main page]

Rencor

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 6

Pasos para vencer el rencor según la Biblia:

Paso 1: Decidir perdonar al ofensor

( Mateo 6:14-15 “Pues si perdonan a los demás las ofensas, su Padre del cielo los
perdonará a ustedes, pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a
ustedes.”

Mateo 18:21-22) “Entonces se acercó Pedro y le preguntó: Señor, si mi hermano me


ofende, ¿Cuántas veces tengo que perdonarle? ¿hasta siete veces? Le contestó Jesús: no
te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.”.

Es importante comprender que perdonar nos es sinónimo de olvidar, sino de tener la


capacidad de recordar sin dolor.

El hecho de perdonar a alguien no significa que justificamos sus dichos o acciones, sino de
que hemos podido entender que el rencor nos daña y nos quita la paz interior y por lo
tanto hemos decidido despojarnos de él.

Paso 2: Confesar ante Dios que tenemos rencor y pedirle que nos
perdone.

Salmos 51:4
3.Ten piedad de mí, oh Dios, en tu bondad, por tu gran corazón, borra mi falta.

4.Que mi alma quede limpia de malicia, purifícame tú de mi pecado.

5.Pues mi falta yo bien la conozco y mi pecado está siempre ante mí;

6.contra ti, contra ti sólo pequé, lo que es malo a tus ojos yo lo hice. Por eso en tu
sentencia tú eres justo, no hay reproche en el juicio de tus labios.

7.Tú ves que malo soy de nacimiento, pecador desde el seno de mi madre.
8.Mas tú quieres rectitud de corazón, y me enseñas en secreto lo que es sabio.

9.Rocíame con agua, y quedaré limpio; lávame y quedaré más blanco que la nieve.

10.Haz que sienta otra vez júbilo y gozo y que bailen los huesos que moliste.

11.Aparta tu semblante de mis faltas, borra en mí todo rastro de malicia.

12.Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, renueva en mi interior un firme espíritu.

13.No me rechaces lejos de tu rostro ni me retires tu espíritu santo.

14.Dame tu salvación que regocija, y que un espíritu noble me dé fuerza.

15.Mostraré tu camino a los que pecan, a ti se volverán los descarriados.

16.Líbrame, oh Dios, de la deuda de sangre, Dios de mi salvación, y aclamará mi lengua tu


justicia.

17.Señor, abre mis labios y cantará mi boca tu alabanza.

18.Un sacrificio no te gustaría, ni querrás si te ofrezco, un holocausto.

19.Mi espíritu quebrantado a Dios ofreceré, pues no desdeñas a un corazón contrito.

20.Favorece a Sión en tu bondad: reedifica las murallas de Jerusalén;

21.entonces te gustarán los sacrificios, ofrendas y holocaustos que se te deben; entonces


ofrecerán novillos en tu altar.

El hecho de reconocer ante Dios que con el rencor que guardamos le estamos fallando es
un acto de sinceridad ante Él y con nosotros mismos, así también es un acto de humildad,
porque manifestamos nuestra incapacidad ante Él para mantener un corazón puro y sano.

El reconocer nuestra falla ante Dios y pedirle que nos perdone provocará un efecto
liberador en nuestra vida para poder perdonar y despojarnos del rencor que hemos
guardado de una vez por todas.
Paso 3: Renunciar al rencor y a la amargura. (2 Corintios 10:5; 1
Pedro 5:7)

“5 y todo tipo de soberbia que se levante contra el reconocimiento


de Dios. Hacemos prisionero a todo razonamiento, sometiéndolo a
Cristo, estamos dispuestos a castigar cualquier rebeldía, una vez
que ustedes lleguen a obedecer perfectamente.”

1 Ustedes se fijan solamente en las apa-riencias. Quien esté


convencido de ser cristiano debe caer en la cuenta de que

“Pedro: Lo mismo ustedes, jóvenes, sométanse a los ancianos. Que


cada uno se revista de sentimientos de humildad para con los de-
más, porque Dios resiste a los soberbios y otorga su favor a los
humildes. 6 Por tanto, humillense bajo la mano poderosa de Dios, y
a su tiempo él los elevará. 7 Encomienden a Dios sus
preocupaciones, que él se ocupará de ustedes. 8 Sean sobrios,
estén siempre alertas, porque su adversario el Diablo, como león
rugiendo, da vueltas buscando |a quien] devorar. 9 Resístanlo
firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos por el mundo sufren las
mismas penalida-des, 10 El Dios de toda gracia que por Cristo
[Jesús] los llamó a su gloria eterna, después que hayan padecido un
poco, los”
Cuando tomamos la decisión de renunciar al rencor y ala amargura, tenemos una mayor
facilidad para orar a Dios y pedirle que nos ayude a llevar cada pensamiento cautivo a la
obediencia.

También es importante comprender que en el proceso de despojarnos del rencor no


estamos solos, Dios entiende nuestra condición (Salmos 103:14), tiene un especial
cuidado de nosotros y está dispuesto a librarnos de nuestras ansiedades.

Paso 4: Pedir a Dios que su Amor inunde nuestro corazón. (Cf. Proverbios 10:22)

Para salir rotundamente del sequedal del rencor es necesario pedir a Dios que nos llene
de su amor, porque él amor de Dios nos dará la capacidad de ser tolerantes y nos ahorrará
la molestia de tener de continuo nuestro corazón dañado.

Hemos visto 4 pasos para vencer el rencor de acuerdo a a la Biblia, pero aun hace falta
agregar una pequeña conclusión al respecto.

Conclusión:

Es necesario comprender que vencer el rencor es un proceso que consiste en: confesar
ante Dios que guardamos rencor, tomar la decisión de perdonar, desligarnos totalmente
del rencor, ratificar que hemos perdonado y por último aprender a ser tolerantes y
perdonar. (Colosenses 3:13)

Evangelio de Mateo 6, 14-15: «Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os
perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro
Padre perdonará vuestras ofensas».

Mientras que decidir perdonar es el primer paso para superar el rencor, el segundo sería
confesar ante Dios que uno guarda este negativo sentimiento contra alguien y pedirle que
nos perdone: «Descargad en él todo vuestro agobio, porque él cuida de vosotros» (1
Pedro 5, 7).
Colosenses 3, 13: «Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas
contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo». Para ser perdonados,
hemos de perdonar primero.

Todos tenemos razones para guardar rencor. La gente nos hace daño. Las situaciones nos
perjudican. Hasta Dios no siempre hace lo que pensamos que tendría que hacer, y por eso
nos enojamos. Guardamos rencor contra los que nos han hecho un mal, e incluso contra
Dios, quien creemos que debió haber hecho las cosas de otra manera. El rencor no es más
que la negativa a perdonar. Así que, siendo esta una tendencia inherente en todos
nosotros y al parecer inevitable, ¿qué nos dice la Biblia al respecto?

Es tanta la preocupación de Dios por el rencor que cuando entregó la Ley a los israelitas
estableció un mandamiento específico al respecto. Levítico 19:18 dice: "No te vengarás, ni
guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo el
Señor". Llama la atención que Dios termine este mandato con las palabras "Yo el Señor".
Al hacer esto, Dios nos recordó que Él es el Señor, no nosotros. Guardar rencor es
convertirnos en juez y jurado, y decidir que el error de una persona no sea perdonado.
Ningún ser humano tiene el derecho o la autoridad para hacer eso. Romanos 12:19 dice:
"No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque
escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor".

Malinterpretar el perdón a veces es lo que nos esclaviza al rencor. Pensamos que


perdonar es excusar el pecado o pretender que no tiene importancia la ofensa. Ninguna
de las dos cosas es cierta. El perdón no tiene que ver con la otra persona. El perdón es un
regalo de Dios para que nos liberemos del control de alguien que nos ha hecho daño.
Cuando guardamos rencor, le damos a alguien a quien no queremos el control de nuestras
emociones. Sin el perdón, el solo pensar en la persona que nos ha ofendido puede
producirnos acidez en el estómago y fiebre en la cara. Básicamente, hacemos de esa
persona un ídolo, dándole el control sobre nosotros (Deuteronomio 32:39). Pero cuando
perdonamos, entregamos a Dios todo el derecho a la venganza o la restitución. El perdón
hace que nuestra relación con Dios esté correctamente alineada. Reconocemos que Él es
el juez, no nosotros, y que tiene el derecho de tomar la decisión que quiera. El perdón es
la decisión de confiar en Dios y no en nosotros mismos con el resultado de la ofensa.

Frecuentemente guardamos rencor porque nos sentimos responsables de que se haga


justicia o de que los demás sepan lo mal que nos han hecho. Pero cuando dejamos la
situación en manos de Dios, y el derecho a decidir el final, dejamos al Señor hacer lo que
quiera sin que nuestro enojo sea un obstáculo (Mateo 18:21-22).

Es importante recordar que el perdón y la reconciliación no son sinónimos. El perdón es


un asunto del corazón. Es un acto de entregarse a la voluntad de Dios y se da sobre todo
entre nosotros y Dios. Le damos a Él nuestro derecho de mantener la ira (Salmo 115:11).
Sin embargo, la reconciliación requiere el verdadero arrepentimiento y la confianza
mostrada por el ofensor. Por ejemplo, cuando se trata de maltrato de pareja, la víctima
debe perdonar para poder sanar. Ella puede liberar su ira a Dios. Pero, al mismo tiempo,
tiene que mantener los límites de protección hasta que el abusador demuestre con el
tiempo que merece su confianza (ver Proverbios 26:24-25).

"Porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios" (Santiago 1:20). No hacemos ningún
favor a Dios tratando de "ayudarlo" a arreglar una mala situación a través de la venganza.
Él no necesita nuestra ira. Lo que necesita es nuestra cooperación cuando nos sometemos
a hacer las cosas a Su manera (Proverbios 3:5-6). Y la manera de Dios siempre es perdonar
como Él nos ha perdonado (Mateo 18:35; Efesios 4:32).

Podemos soltar el rencor a través de un simple acto voluntario, entregando toda la


situación a Dios y desprendiéndonos de ella. El perdón trae sanidad a nuestras almas y
permite que Dios construya Su fuerza y carácter en nuestras vidas al permitirle que reine
como nuestro único Dios (Romanos 8:29).

También podría gustarte