Cognition">
Educación y Narrativa
Educación y Narrativa
Educación y Narrativa
Reflexión sobre la forma tradicional de enseñar y aprender. Los profesores se reducen a su rol
de transmisores de un conocimiento cerrado, descontextualizado, deshumanizado, de
contenidos curriculares establecidos desde afuera y fuertemente estandarizables. Por otro, los
estudiantes se limitan a ser receptores pasivos de los contenidos racionalmente cifrados para
que sean aprehendidos en una cadena lógica y lineal, siendo a su vez estandarizados.
Actualmente podemos encontrar estudiantes que pueden llegar a ser más activos y creativos,
sin embargo, estos recursos son valorados siempre y cuando impliquen una mayor
productividad en la educación y narrativa.
Escuela, es decir, lo que se quiere son sujetos más productivos, más consumistas. Una
creatividad no útil o crítica no es bien valorada.
Hoy los problemas de la educación no son del orden de la didáctica, ni de la pedagogía, no se
trata de estrategias, de contenidos, de estándares y de modelos. Lo que no se nombra es
cotidiano y lo que es cotidiano no se reconoce como científico y lo que no es científico no se
enseña ni se reconoce en la escuela, porque todo conocimiento debe ser probado,
experimental (Skliar; 2011).
Reconocer mi rostro, es reconocer el de los otros,
encarnar una educación humanizada
(Roselia Vázquez Zárate)
Hablar sobre mí, de mi experiencia docente, es indagar sobre la manera en que ésta se ha
constituido, es poner en el centro elementos insospechados: miradas, expresiones, dolor,
coraje, posibilidad, nuncia, apuestas, solidaridad, contexto, el “otro”. Definitivamente, implica
hacer un ejercicio de memoria personal, buscar en los resquicios de historia mi presencia,
echar una mirada al pasado con toda la carga emotiva que implicaban aquellos días en
Oaxaca. Fue una conjugación de emociones negativas y positivas, circulaba el coraje a causa
de las actitudes y prácticas del maestro, pero también recorría en mí un sentimiento de
potencialidad, la fuerza vital de querer ser maestra y no permitir que se naturalizaran estas
formas comunes de violencia escolar. Considero que esas formas sólo causan dolor, miedo y
sometimiento, pues nunca se nos permitió defendernos, además porque para el pueblo
Chontal, obedecer a los mayores es fundamental, ellos tienen la experiencia y el
conocimiento, no nos es permitido cuestionar la autoridad que al parecer por arbitrario
designio tienen. Esos rostros que insisten en que la violencia es un recurso didáctico de
aprendizaje, no sólo en el aula sino en los espacios familiares. Ahora entiendo que el
problema no es él, no es su humanidad, él lleva a cuestas una historia, seguramente plagada
de violencia, una deshumanización lo hacía rehén de su propia vida. Considero también que
no contaba con una formación humanizada, con metodologías para enseñar mejor las
matemáticas.
Él, al igual que nosotros, conformaba una familia numerosa, esos pocos pesos que ganaba no
le permitían una formación constante, juntarse con otros, tener un espacio donde pudiera
generar otras reflexiones educativas con sentido humano. De esos rostros que me fueron
conformando, entonces, surge el mío. El interés y pasión por la docencia se construyeron a
propósito de esos rostros, tiznados de violencia y de los pocos recursos didácticos que se
tienen. Pero también, y sobre todo, por la necesidad de comprender y de reconocer el de
otros, ésos que veo a diario en la escuela, con los niños, padres de familia y comunidad. Esos
rostros me han mostrado posibilidades de reflexión, pensar sobre lo que somos, pensar de
otro modo la realidad a partir del encuentro con el otro. Sentir nuestra historia y hacernos
cargo de la de los demás, eso es humanizarnos.
El viejo Antonio, café y educación
(Antonio de Jesús Sántiz)
Pensar sobre los ciclos de la vida, que una circunstancia lleva a la otra, y que no terminamos
de saber cuándo se transforma la dificultad en oportunidad. La abrumadora lluvia en un ligero
vapor, al instante, como burbuja, detonó un pensamiento.
Un joven mesero con pocos modales y poca educación atendiendo al cliente de una forma
déspota y bien, pues… Soy café, soy las manos cansadas de trabajo, soy el olor a las hojas
del campo, soy campesino, soy indígena, soy las historias de fracasos y de posibilidades, soy
docente. Ese joven mesero solo sabe llevar una taza de café a la mesa como si se tratara de
un intercambio meramente comercial, lo que nunca sabrá es que por cada taza de café, hay
miles de historias que contar, que cada taza de café sabe a vida y obra de miles de
campesinos e indígenas, familia enteras que al igual que la mía, vivimos a tiempo y destiempo
los ciclos de la vida, también las injusticias.
Ser “maestro” es ser verbo, es nombrarse a uno mismo como acción-reacción
(María de Lourdes Morales Vargas)
Amo y amo profundamente, amo lo que mis ojos ven, lo que mis manos hacen, lo que percibo,
lo que escucho, lo que aprendo y enseño cada día; amo lo que dice el viento, el movimiento
de los árboles, el cantar de pájaros, las letras de los libros, la poesía, el arte, amo sentir y eso
soy también, una apasionada que ha aprendido a entenderse y a tejerse a partir de lo que
vibra.
Apasionada siempre de la vida, del amor, del otro, de los otros. Cada imagen que llega, cada
nota de música, cada textura, se convierten en algo que se impregna en el lienzo de la
memoria; que se guarda y contiene en el plexo solar, apretando profundo, todo eso
complementa mi ser “mujer” en toda la extensión de la palabra.