Maicol descubre a un tigre herido llamado Saber en el bosque cerca de su casa. A pesar de las advertencias de su madre de que los animales son peligrosos, Maicol se hace amigo de Saber y lo ayuda cuando los cazadores intentan matarlo. Más tarde, Saber es herido de muerte por los cazadores mientras protege a Maicol. Maicol encuentra a los cachorros huérfanos de Saber y decide cuidarlos. Los cachorros curan las heridas de Maicol con su lamida y los dos forman una fam
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Maicol descubre a un tigre herido llamado Saber en el bosque cerca de su casa. A pesar de las advertencias de su madre de que los animales son peligrosos, Maicol se hace amigo de Saber y lo ayuda cuando los cazadores intentan matarlo. Más tarde, Saber es herido de muerte por los cazadores mientras protege a Maicol. Maicol encuentra a los cachorros huérfanos de Saber y decide cuidarlos. Los cachorros curan las heridas de Maicol con su lamida y los dos forman una fam
Maicol descubre a un tigre herido llamado Saber en el bosque cerca de su casa. A pesar de las advertencias de su madre de que los animales son peligrosos, Maicol se hace amigo de Saber y lo ayuda cuando los cazadores intentan matarlo. Más tarde, Saber es herido de muerte por los cazadores mientras protege a Maicol. Maicol encuentra a los cachorros huérfanos de Saber y decide cuidarlos. Los cachorros curan las heridas de Maicol con su lamida y los dos forman una fam
Maicol descubre a un tigre herido llamado Saber en el bosque cerca de su casa. A pesar de las advertencias de su madre de que los animales son peligrosos, Maicol se hace amigo de Saber y lo ayuda cuando los cazadores intentan matarlo. Más tarde, Saber es herido de muerte por los cazadores mientras protege a Maicol. Maicol encuentra a los cachorros huérfanos de Saber y decide cuidarlos. Los cachorros curan las heridas de Maicol con su lamida y los dos forman una fam
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MAICOL Y EL TIGRE
Seudónimo: “El ecologista”
Un ambiente ecológico, el bosque de Tirimay, poblado por diversos animales, un pequeño zoológico sin comparación, donde los árboles bailaban alegremente con el viento y los animalitos jugueteaban como los niños invadidos de la razón de vivir, estaba circulado por un muro. Exactamente, frente a este Edén vivíamos mi familia y yo. Una humilde, pero ordenada casa, construida con guayapules y palos de finos robles, junto a ella una pequeña colina que me servía de mirador, desde donde se podía divisar todo el panorama de Tirimay. ¡Mi lugar preferido! -Comunicarme y relacionarme con estos personajes del zoológico, mi gran sueño. Un día mi madre me llamó la atención con voz imperativa: -Maicol, ¡escuchadme bien, por favor!: nunca te acerques a aquel bosque. Los animales son sumamente peligrosos y salvajes, te pueden causar mucho daño. Mi ilusión de juguetear e interrelacionarme con aquellos animalitos se veía derrumbarse, no supe si era momentáneo o para siempre. Sonaban las palmeras, cuando de pronto miré a un tigre herido, pálido y con rasgos de sangre. Sin temor, olvidándome de las recomendaciones de mamá, pude trasponer la pared y dialogué con aquel tigre mediante rugido, unos a otros nos temíamos, pero nos hicimos amigos. _ ¡¿Qué ha pasado?! - le pegunté desesperado. _ ¡lo que pasa, es que los cazadores me quieren asesinar! _ ¡Te voy ayudar, para que puedas escaparte de ellos! Saber será tu nombre – le dije al ver sus colmillos afilados dientes de sable. Se sintió orgulloso y satisfecho. “Huimos del lugar atemorizados, el felino parecía como un enorme elefante, tenía las patas gruesas, sus orejas grandes y tenía la cola cortada “. _ ¡Oigan! ¿a dónde van? ¡Este lugar es muy peligroso! - Dijo don Julián, el cuidador del bosque. _ ¡No don Julián, estamos huyendo de los cazadores que quieren asesinar al tigre! _ ¡Porqué, al tigre, porqué! “Empezaba cerrarse la noche, los cazadores seguían buscando a Saber, por todo el bosque; y cuando descansaba en los pastizales de la floresta junto con mi nuevo amigo, escuché los sonidos temerosos de las armas de los cazadores, poco a poco sentía que se acercaban donde dormíamos; y de un descuido lograron atrapar al felino; en ese momento me puse entristecido. _ ¡Maicol, sé valiente, no llores, el tigre regresará, los cazadores sólo suelen sacar el pelaje de su cola, que les trae mucha suerte para el negocio - dijo Bruno, un amigo traicionero que formaba parte de los cazadores. _ ¡No quiero dejarlo solo, lo van lastimar! _ ¡Bruno, tú me traicionaste! _ ¡Yo nunca te he fallado; querido Maicol! _ ¡Sí Bruno, Sí! no te creo! - ¡Bruno!, por favor dime, ¿A dónde lo llevan?, a los tigres los matan por el dinero y porque su cuerpo posee muchas propiedades curativas, su piel es muy costosa. Es importante que viva porque su supervivencia es tu vida. - O sea que, ¡fui engañado y utilizado! – dijo Bruno, un tanto asombrado y convencido. _ ¡Está bien Maicol, está bien! ¡te lo diré! .... Estaba oscuro el bosque. Bruno me confesó todo. Fui al lugar donde me dijo, me fijé bien en los bellos árboles, y miré al tigre, azotado y atado al árbol, sus ojos vendados, muy herido. Estaba en la orilla del Rio Kotu; estaba por ser matado y despellejado, allí estaban también los cazadores, con sus espadas y lanzas, yo miraba, no podía hacer nada; pero no fue el obstáculo para verle sufrir. - ¡No; no te preocupes Maicol! - ¡No voy a dejarte, con esos cazadores te van hacer daño! - dijo Bruno Los cazadores se dieron cuenta de que yo estaba en ese lugar; me empezaron a buscar. - ¡Dónde puedo esconderme, dónde! “Me subí en la copa de un árbol, mi corazón latiendo de miedo, mis ojos tristes, mis oídos atentos, observaba a mi amigo Saber. Rogaba a Dios que no le pase nada. Mientras los cazadores me buscaban desorientados; bajé del árbol, y me fui donde él. Él estaba agotado, con dolor, y sufriendo. - ¡Que te pasó!, ¿estás bien? - ¡Nada !, ¡Nada, todo está bien Maicol!. Al día siguiente, los cazadores seguían buscándonos; pero no me separaba de él y nunca lo haría. Cuando estábamos retirándonos del bosque, uno de los cazadores llamado Frank disparó contra el tigre; por el sonido venía más y más cazadores. Saber no se rindió, y se enfrentó a sus enemigos. Escuché los balazos. Fui corriendo hacia él, le miré tirado sobre el suelo, sin habilidad, y con un gran dolor. Mientras que los cazadores seguían entretenidos persiguiendo a otros animales, me acerqué a su lado, con lágrimas. Mi amigo pujaba del dolor; con su voz agotado y entrecortada y con los ojos fijos y con pupilas dilatadas, me dijo: - ¡Maicol, te quiero!, ¡nunca te olvidaré!, quiiiero de deeecirtee que cuides aa mis hiii… - y cerró los ojos. No logré entender su última frase, al parecer, quiso decir ¿hijo? Fue en vano nuestra lucha, perdí a mi único amigo. Triste, abatido, con llanto en los ojos y enojado corrí hacia mi casa. En mi carrera tan precipitada caí fuertemente en una de las trampas de los cazadores, dañándome los brazos y pernas. Luego de varias horas de cautiverio fui auxiliado por don Julián. - ¡Hayayay!, hijo mío, te dije que te cuidaras, te llevaré a tu casa, estos tramperos son prepotentes y amenazadores – Expresó su impotencia, el gran guardián del bosque. Mis padres, que me estuvieron buscando, indignado y molestos me llevaron al médico. Las heridas de mis piernas eran incurables, puesto que la trampa era mortal para los animales. - ¿Muerte lenta? - Así, puede ser - dijo el médico, fingiendo la verdad. La fatalidad se apoderaba de mí, y por cosas del destino fui rengueando hacia una colina apartada de esta pequeña selva, y como que el espíritu de Saber nos uniera, encontré rugiendo a unos pequeños tigrillos bajo una cueva muy secreta. -¡Oh! Sorpresa - Parafraseando las últimas palabras de mi amigo, rápidamente se iluminó mi mente que eran sus hijitos. Rugiendo y rugiendo, en su lenguaje, les dije: - Soy amigo de tu papá, él ya nunca más vendrá, seré tu amo, te cuidaré hasta cuando pueda. Ellos cariñosamente, se pusieron a ronronear como unos gatos. Estaban muy delgaditos, de hambre. Al ver mis heridas, muy suavemente se puso a lamer, cuyo efecto se expresó en mi interior como un poder de vitalidad y sanidad. Las llagas empezaron a cicatrizar. Al día siguiente se formaron costras y al cabo de unos días sanó. Era el resultado de las propiedades curativas que poseen los tigres. Mis padres se alegraron mucho y se convirtieron en los protectores de los animales de este pequeño paraíso. Nunca más cazadores. Pasaron los años, los tigrillos se volvieron grandes, fuertes, y hermosos. Una gran familia inseparables. Cumplí 17 años felices y juntos para siempre.