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Los Septenios
Los Septenios
Los Septenios
En este septenio nace el cuerpo físico del bebé, siendo muy importante la gestación de
este mismo, ya que las enfermedades que existan en este septenio se deberán en gran
medida como repercusión a cómo fue el embarazo de la madre. Es fundamental
también dos procesos que ocurren alrededor de los 3 meses: primero es el desarrollo
psicomotor del niño, y segundo, las enfermedades que pueden entenderse como una
guerra de vida y muerte: es común que los niños tengan altas fiebres, ya que a través
de esto el niño transforma sustancias de la madre en sustancias propias. La
antroposofía plantea que mientras más fiebre tenga el infante cuando chico, más
probabilidades de no padecer enfermedades autoinmunes cuando grande.
Continuando con el desarrollo psicomotor, es fundamental también el momento en
que comienza a caminar erguido, ya que es una manifestación de la individualidad del
niño, de su yo individual. El órgano que prima en este septenio es el sistema nervioso,
ya que a través de él va desarrollando las habilidades perceptivas, tanto con la
imitación, el tacto, el movimiento, el equilibrio. Para poder fomentar esto es
fundamental instar el juego con el niño. Otro elemento fundamental es el dar calor, ya
que este posee una doble funcionalidad: primero, en el nivel físico esto se vivencia
como protección, y en un nivel anímico esto se vive de tal manera que el niño siente
que es importante para el adulto, lo que va otorgándole confianza en el medio
externo, que finalmente conlleva a poseer un buen nivel de autoconfianza. Finalmente,
la antroposofía plantea que es fundamental que el infante vivencie su realidad según
esta frase: “El mundo es bueno”, donde pueda explorar, jugar y vivenciar de manera
positiva y confiable el mundo que lo rodea.
Alrededor de los 6 años el niño comienza a perder sus dientes de leche: esto nos indica
el comienzo de cambio de septenio y que el sistema nervioso del niño ya está
desarrollado y listo para comenzar la escolaridad. En este septenio se comienza a forjar
el temperamento, el cual puede ser colérico (fuego), sanguíneo (aire), melancólico
(tierra), o flemático (agua)…. ¿se acuerdan que lo hemos mencionado alguna vez? .
Cada temperamento tiene rasgos de comportamiento determinado, una forma de
vincularse con el mundo, de vivenciar las experiencias, entre muchas otras cualidades.
Otro aspecto fundamental de este septenio es la habilidad o posibilidad de comenzar a
adquirir hábitos, que abarcan más que dormir, comer o trabajar, sino que pueden ser
hábitos de respeto, de no criticar, de comprender y saber perdonar, entre otros. Es
fundamental entonces poder fomentar y cultivar estos hábitos, tanto por parte de los
padres como de los profesores. Alrededor de los 9 años comienzan lo que se denomina
los sentimientos del yo, lo que abre al niño hacia un mundo de polaridades a partir del
sentir: sentir simpatía y antipatía, sentir el yo afuera y el yo adentro y de esta manera
comenzar a experimentar sentimientos. Esto puede diferenciarse claramente con los
niños más pequeños, donde todo es de todos: aquí comienzan los límites de la
polaridad. Finalmente es muy posible que haya una búsqueda espiritual, donde busque
religiones para buscar esa conexión, ese poder religar con lo que antes de encarnar
estuvo unido.
Este septenio nos trae el segundo nodo lunar, el cual llega a los 37 años. Esta vez nos
hace cuestionarnos si estamos haciendo lo que tenemos que hacer en esta vida:
despierta, o nos remueve, el concepto de autenticidad, que es el poder reconocer que
hay problemas, que no somos perfectos; nos permite asumir lo que está pasando
alrededor de nosotros y poder hacernos cargo de ello. En este periodo se vivencia
frecuentemente el perdón hacia los padres, y paralelo a estas vivencias comienza
también el decaimiento del cuerpo físico. La tarea fundamental es que nuestra alma no
decaiga con el cuerpo, sino empoderarnos con este proceso, de tal manera que lo
tomemos como una oportunidad: mi cuerpo decae, pero mi alma aflora,
preparándonos para el siguiente ciclo de septenios, el ciclo espiritual.
En esta etapa de nuestra vida surge una nueva cordialidad, es decir, una nueva manera
de que el corazón se vincula con el mundo, fundamentado desde el compromiso y la
compasión; ellas son nociones más elevadas de vincularse, las cuales nos demuestran
la presencia del espíritu en esta etapa de vida. Aquí uno se entrega hacia el otro, ya
que en el pasado nos estábamos formando para poder hacerlo en su totalidad. A los 55
años y medio ocurre el tercer nodo lunar, que nos presenta una energía de
introspección hacia dos puertas de autoconocimiento: la primera es el
cuestionamiento de que si hicimos lo que teníamos que hacer, y la segunda es qué
podemos hacer todavía.
Fuente: http://www.drsalama.net/blog/?p=15979