Tema 49. Textos
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TEXTOS
Largo Caballero durante la Escuela de Verano del PSOE (agosto de 1933). La deriva
revolucionaria del PSOE.................................................................................................. 10
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El Socialista (4 de octubre de 1934). El PSOE ante el nombramiento de ministros de
la CEDA.............................................................................................................................12
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Ortega y Gasset en El Sol (1930): el error de Berenguer
“No, no es una errata. Es probable que en los libros futuros de historia de España se
encuentre un capítulo con el mismo nombre que este artículo. El buen lector, que es el
cauteloso y alerta, habrá advertido que en esa expresión el señor Berenguer no es el
sujeto del error, sino el objeto. No se dice que el error sea de Berenguer, sino más bien
lo contrario -que Berenguer es el error, que Berenguer es un error-. Son otros, pues,
quienes lo han cometido y cometen; otros, toda una porción de España, aunque, a mi
juicio, no muy grande. Por ello trasciende ese error los límites de la equivocación
individual y quedará inscrito en la historia de nuestro país. [...]
“Al País. Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo
hoy el amor de mi pueblo. Mi conciencia me dice que ese desvío no será definitivo,
porque procuré siempre servir a España, puesto el único afán en el interés público
hasta en las más críticas coyunturas.
Un rey puede equivocarse, y sin duda erré yo alguna vez; pero sé bien que nuestra
Patria se mostró en todo momento generosa ante las culpas sin malicia.
Soy el rey de todos los españoles, y también un español. Hallaría medios sobrados
para mantener mis regias prerrogativas, en eficaz forcejeo con quienes las combaten.
Pero, resueltamente, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra
otro en fratricida guerra civil. No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que
míos son depósito acumulado por la Historia, de cuya custodia ha de pedirme un día
cuenta rigurosa. Espero a conocer la auténtica y adecuada expresión de la conciencia
colectiva, y mientras habla la nación suspendo deliberadamente el ejercicio del poder
real y me aparto de España, reconociéndola así como única señora de sus destinos.
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También ahora creo cumplir el deber que me dicta mi amor a la Patria. Pido a Dios que
tan hondo como yo lo sientan y cumplan los demás españoles.
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Proclamación de la II República por su nuevo presidente.
“En nombre de todo el gobierno de la República española, saluda al pueblo una voz, la
de su Presidente, rendida por la emoción e impulsada por el entusiasmo ante el
espectáculo sin igual de una reacción casi imposible de imitar que esta nación ha
dado al mundo resolviendo el problema de su revolución latente y cambio
indispensable de su estructuración, en medio de un orden maravilloso y por voluntad y
vía perfectamente legales. [...]
El acto del domingo con ser admirable y perfecto, ha tenido complemento grandioso
con el requerimiento que ayer hizo la opinión al régimen monárquico para que
desaparezca y la implantación en el día de hoy de la República por un acto de voluntad
soberana, de iniciativa del país, sin el menor trastorno, completando aquella empresa
de tal manera que el mundo entero sentirá y admirará la conducta de España, ya
puesta en otras manos con un orden ejemplar, que ha de completar su eficacia. [...]
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José Ortega y Gasset en Crisol: Un aldabonazo (9 de septiembre de
1931). Crítica a la República de un republicano
“La Constitución para nosotros, mientras sea ley, tal como está, es sagrada. No nos
estorba ningún artículo de la Constitución. Nosotros no haremos bandera de su
revisión. Mantenemos la separación de la Iglesia y del Estado. Acordó la Constitución
la disolución de una de las órdenes religiosas. Ya está disuelta. Ya está hecho.
Acatarlo y cumplirlo. Pero persecución religiosa, no. [...] Mi vida personal y de mi
hogar, por ventura, es absolutamente laica.
Pero yo digo que los hombres que hemos perdido la fe religiosa no podemos haber
perdido la obligación de respetar aquello que en las conciencias de nuestros
semejantes tiene un culto, ni podemos tampoco perder el respeto que merecen
aquellas instituciones que en el pasado contribuyeron a la obra de progreso espiritual.
[Ante la reforma agraria] el partido radical se interpone entre la ilusión excesiva y la
realidad.
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La reforma agraria es una cosa en el fondo tan compleja, tan llena de dificultades, que
no podrá ser la obra de un Parlamento, ni de tres, ni de una generación, ni de varias..., y
no se puede realizar por la ponencia de un Gobierno ni por la ponencia de unas Cortes
Constituyentes. [...]
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Manuel Azaña en las Cortes (5 de enero de 1932)
“Españoles: Surge de las entrañas sociales un profundo clamor popular que demanda
justicia y un impulso que nos mueve a procurarla. [...] En el año y medio de sectarismo
tiránico la economía nacio- nal ha sufrido el quebranto de miles de millones; se ha
hecho mofa y escarnio de los sentimientos más fuertemente arraigados en la mayoría
de los españoles; se han destrozado los organismos de defensa, e insultado
groseramente a los cuerpos armados; ha aumentado la criminalidad de un modo
alarmante; el paro forzoso, extendido en proporciones aterradoras, tiene en la miseria
a muchos cientos de miles de obreros; no se ha tenido en varios meses un solo día de
sosiego y tranquilidad, con el sobresalto constante de incendios, huelgas,
revoluciones, robos, atracos y amenazas; las leyes de excepción nos privan más que
nunca de los derechos ciudadanos, y [...] se han alentado imprudentemente los
sentimientos de varias regiones [...] poniendo en peligro inminente la integridad de
España.
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Por el amor a ella y por el imperativo de nuestra conciencia y de nuestro deber, que
nos obliga a salvarla de la ruina, de la iniquidad y de la desmembración, aceptamos
desde este momento la responsabilidad de la gobernación del país y asumimos todas
las funciones del Poder público, con el carácter de Junta Provisional.
Las Cortes, que eran ilegítimas por el régimen de terror en que fueron convocadas, y
son facciosas por la prorrogación de sus funciones [...] han quedado disueltas. No
venimos, sin embargo, a imponer un régimen político contra la República, sino a
libertar a España de la oligarquía, que en sólo un año ha ocasionado daños tan
gravísimos en lo material y en lo moral. La forma en que los poderes del Estado han
de organizarse se determinará por la representación legítima de todos los ciudadanos,
designada en elecciones que se celebrarán en un régimen de libertad, sin amenazas ni
coacciones [...]. Y para ello es preciso, ante todo, que la paz y las disciplinas sociales
se restablezcan en beneficio de todas las clases y no en el de una sola de ellas, de
modo que los actos políticos de todas las tendencias puedan celebrarse en un
ambiente de tolerancia y de respeto mutuo [...].
Los poderes que esta Junta asume durarán el tiempo indispensable para restablecer
aquellas disciplinas, postulado esencial previo para la legitimidad de cualquier
Parlamento que la nación elija. Pero durante este período de la restauración de la paz
pública será inexorable en la persecución de cuantos aspiren a reproducir los métodos
de terrorismo a que acabamos de poner término, y, sobre todo, de cuantos están al
servicio de la organización extranjera, cuyo fin esencial es el de introducir y fomentar
la discordia interna en las naciones, organización que por lo que aquí respecta queda
desde este momento declarada fuera de la ley. [...]
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¡Viva España! ¡Viva la soberanía nacional! 10 de agosto de 1932”
“Nosotros no hemos dicho nunca que se pueda socializar todo de un día para otro.
Por eso en nuestra táctica aceptamos y propugnamos un período de transición,
durante el cual la clase obrera, con sus manos, realiza la obra de la socialización y del
desarme económico y social de la burguesía. (Muy bien.) Eso es lo que nosotros
llamamos la dictadura del proletariado, hacia la cual vamos. (Formidable ovación y
vivas al Lenin español.) Y ese período de transición desembocará luego en el
socialismo integral. (Se repite la ovación.) Pero cuando hablamos de la dictadura del
proletariado, camaradas, los enemigos, recordando que está establecida en Rusia y
que la preconizó Marx, se asustan. Algunos de ellos creen que la dictadura proletaria
es una especie de dictadura de Primo de Rivera. (Risas.) No es así como la
entendemos. La dictadura proletaria no es el poder de un individuo, sino del partido
político expresión de la masa obrera, que quiere tener en sus manos todos los
resortes del Estado, absolutamente todos, para poder realizar una obra de gobierno
socialista. (Gran ovación.)”
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Besteiro, presidente de la UGT (2 de julio de 1933). Rechazo a la deriva
revolucionaria del PSOE.
“Queremos una patria totalitaria, y me sorprende que se nos invite a que vayamos
fuera en busca de novedades, cuando la política unitaria y totalitaria la tenemos en
nuestra gloriosa tradición. [...]
[La unión de las derechas servirá] para formar el gran frente antimarxista, porque la
necesidad del momento es la derrota del socialismo. [...] No queremos el poder
conseguido por contubernios y colaboraciones. El poder ha de ser íntegro para
nosotros. Para la realización de nuestro ideal no nos detendremos en formas
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arcaicas. Cuando llegue el momento, el Parlamento se somete o desaparece. La
democracia será un medio, pero no un fin. Vamos a liquidar la revolución.”
La expropiación de las fincas, cualquiera que sea su titular, se efectuará previo pago al
contado de su valor, que se señalará en tasación pericial contradictoria, por técnicos
agrícolas. [...]”
Cuando escribimos estas líneas no hay [...] gobierno que reemplace al dimisionario. El
señor Lerroux conserva los poderes y se dispone, en el día de hoy, a continuar sus
gestiones [...]. En efecto, la versión que se facilita a la opinión es que inconvenientes
de poca monta, detalles, han impedido dejar constituido ayer el Gobierno, cuyos
núcleos fuertes serán de un lado los radicales y del otro los cedistas. Será hoy, pues,
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cuando el disparate se consume. Ante semejante contingencia, extremadamente
funesta para España, no nos queda otra posibilidad que ratificar nuestras palabras
serenas de ayer. [...]
Es admitirla como inevitable. ¿Se avienen a eso los republicanos? Nosotros, no.
Seguimos siendo intransigentes en alto grado. La CEDA es el desafío a la República y
a las clases trabajadoras. Y nadie puede jactarse hasta ahora de habernos desafiado
con impunidad y sin que le ofreciésemos, inmediata y eficaz, nuestra respuesta.
Recapitulemos un instante: ayudamos a la implantación de la República, nos avinimos
a que se encauzase por un derrotero democrático y parlamentario, supimos
disculparle yerros de bulto; todo eso hicimos y mucho más. ¿Es que se nos puede
pedir que nos crucemos de brazos ante el peligro de que la República pacte su propia
derrota? Se nos pediría, en tal caso, complicidad con un delito, y preguntamos: ¿Quién
es el que puede hacernos esa petición? [...] La degradación republicana ha llegado al
límite previsto, y, asumiendo la responsabilidad de nuestras palabras y nuestros actos,
revaloramos nuestras palabras de ayer: Ni un paso atrás. Quienes estén en nuestra
línea, que es la línea de todos los trabajadores españoles, que sumen gozosos sus
esfuerzos al esfuerzo socialista. Todavía es tiempo, o, mejor dicho: ahora es tiempo.
Después...; después puede ser –con uno u otro resultado– demasiado tarde.”
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Octavillas lanzadas por el ejército sobre Mieres (octubre de 1934).
Intimidaciones a la rendición de los revolucionarios de Asturias.
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Bando del General Franco (19 de julio de 1936)
“Don Francisco Franco Bahamonde, General de división, Jefe de las Fuerzas Armadas
de África
HAGO SABER: Una vez más el Ejército, unido a las demás fuerzas de la Nación, se ha
visto obligado a recoger el anhelo de la gran mayoría de los españoles que veían con
amargura infinita desaparecer lo que a todos puede unirnos en un ideal común:
ESPAÑA.
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ORDENO Y MANDO:
Art. 14 Ante el bien supremo de la Patria, quedan en suspenso todas las garantías
individuales establecidas en la Constitución, aun cuando no se hayan consignado
especialmente en este Bando.”
“Al siguiente día del alzamiento militar el gobierno republicano se encontró en esta
situación: por un lado tenía que hacer frente al movimiento que desde las capitales y
provincias ocupadas (el noroeste y el centro de la Península y buena parte de
Andalucía) tomaba la ofensiva contra Madrid; y por otro, a la insurrección de las
masas proletarias, que sin atacar directamente al gobierno, no le obedecían. Para
combatir al fascismo, querían hacer una revolución sindical. La amenaza más fuerte
era sin duda el alzamiento militar, pero su fuerza principal venía, por el momento, de
que las masas desmandadas dejaban inerme al gobierno frente a los enemigos de la
República. Reducir aquellas masas a la disciplina, hacerlas entrar en una organización
militar del estado, con mandos dependientes del gobierno, para sostener la guerra
conforme a los planes de un Estado Mayor, ha constituido el problema capital de la
República.”
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Dimisión de Azaña (27 de febrero de 1939)
“Excelentísimo señor: Desde que el General Jefe del Estado Mayor Central me hizo
saber que la guerra estaba perdida para la República, sin remedio alguno, y antes de
que a consecuencia de la derrota el Gobierno aconsejara y organizara mi salida de
España, he cumplido el deber de recomendar y de proponer al Gobierno, en la persona
de su jefe, el inmediato ajuste de una paz en condiciones humanitarias, para ahorrar a
los defensores del régimen y al país entero nuevos y estériles sacrificios [...].
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La propuesta de paz de Besteiro (El socialista, 19 de marzo de 1939)
“El consejero de Estado, camarada Besteiro, se ha dirigido anoche por radio a todos
los españoles. He aquí el texto taquigráfico de su alocución:
“Ha llegado el momento de que este Consejo Nacional de Defensa se dedique por
completo a su misión, y, en consecuencia, se dirige a ese Gobierno para hacerle
presente que estamos dispuestos a llevar a efecto negociaciones que nos aseguren
una paz honrosa y que al mismo tiempo puedan evitar estériles efusiones de sangre.
Esperamos su decisión”.
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Una difícil reconciliación. Manuel Azaña.
“Es obligación moral, sobre todo de los que padecen la guerra, cuando se acabe como
nosotros queremos que se acabe, sacar de la lección y de la musa del escarmiento el
mayor bien posible y cuando la antorcha pase a otras manos, a otros hombres, a otras
generaciones, que se acordarán, si alguna vez sienten que les hierve la sangre
iracunda y otra vez el genio español vuelve a enfurecerse con la intolerancia y con el
odio y con el apetito de destrucción, que piensen en los muertos y que escuchen su
lección: la de esos hombres que han caído embravecidos en la batalla luchando
magnánimamente por un ideal grandioso y que ahora, abrigados en la tierra materna,
ya no tienen odio, ya no tienen rencor y nos envían, con los destellos de su luz,
tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a
todos sus hijos: paz, piedad y perdón”.
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