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Hisotira Latinoamericana y Argentina

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1- Formación histórica del Estado en América Latina: elementos teórico-

metodológicos para su estudio, Oscar Oszlak.

El texto de Oszlak consta de dos partes principales: primero intentará explicar la


formación del estado nacional y todo lo que esto implica, y luego se enfocará en
la consolidación del mismo en América Latina, el desarrollo histórico y el
contexto en el que fue posible su creación.
El surgimiento del Estado está asociado a estadios diferentes en el desarrollo de
diferentes fenómenos. Estos estadios son: (1) la existencia de una nación; (2) la
difusión de relaciones de producción e intercambio económico; (3) concepciones
ideológicas; y (4) el grado de cristalización de las clases sociales. Además, el
autor aclara que el Estado contribuye al proceso de creación social, en el cual se
originan entidades que van contrayendo diferentes rasgos.
Oszlak señala que se intentará rastrear un proceso evolutivo utilizando
categorías analíticas que describen un producto histórico acabado. Estos
conceptos se suponen mutuamente como contribuyentes de su propia definición.
Dicho esto, se plantea que el proceso por el cual se constituye el Estado debe
entenderse teniendo en cuenta estos fenómenos. Es necesario remarcar que
estos procesos no son lineales, no respetan una secuencia predeterminada. Por
otro lado se puntualiza el interés del autor de estudiar al Estado, no en abstracto,
sino en su forma de Estado nacional. Esta supone necesaria la existencia previa o
la constitución de una nación independiente para el proceso de desarrollo del
Estado.
Aquí llegamos a un punto central en el texto ya que se presenta el doble carácter
del Estado y de la nación, los cuales se dividen en el aspecto ideal y en el
material. En el caso del Estado, su sentido ideal es el de ser una instancia política
que articula un sistema de dominación social, se concibe como una relación
social. En su manifestación material se lo caracteriza como un conjunto
interdependiente de instituciones que forman el aparato donde se concentra el
poder y los recursos de dominación política. Por su parte la nación, en su
elemento material, se vincula con el desarrollo de intereses que resultan de la
integración de la actividad económica dentro de un territorio determinado, y su
elemento ideal hace referencia a la difusión de símbolos y sentimientos de
pertenencia a una comunidad para generar una identidad colectiva. Una vez
diferenciado el Estado como instancia de articulación de relaciones sociales,
fácilmente se entiende la necesidad de que existan condiciones materiales que
hacen posible la conformación de un mercado nacional para la constitución de un
Estado nacional.
Teniendo esto en mente, podemos deducir que el Estado no surge
espontáneamente, sino que va adquiriendo diferentes atributos que presentan
distintos niveles de desarrollo. El desigual desarrollo de estas capacidades
permite caracterizar a los Estados según el grado de “estatidad”. Estos atributos
del Estado son: (1) capacidad de externalizar su poder; (2) capacidad de
institucionalizar su autoridad; (3) diferenciar su control; y (4) internalizar una
identidad colectiva. Son estos cuatro factores los que permitirán distinguir fases
diferenciadas en el proceso de formación estatal. Ahora bien, es necesario
encontrar los factores que hicieron posible la adquisición de dichos atributos,
esto es, buscar los determinantes sociales de la formación del Estado. Estos se
dan en la relación económica-política que implica la existencia de un sistema de
acumulación de excedentes (mercado), la consolidación de una clase dominante
y la estabilización de una fuente estable de recursos fiscales.
Habiendo visto al Estado en su doble carácter de instancia de articulación de
relaciones sociales y aparato institucional, es importante diferenciar ambas
formas de conceptualización. La primera alude a una relación social abstracta,
mientras que la instancia de aparato institucional refiere a actores concretos. El
principal objetivo del Estado, como un actor diferenciado, es el de garantizar un
orden social. Para esto cuenta con dos recursos de dominación: coerción y
consenso. El primero se refiere al uso del monopolio del ejercicio de la violencia,
siempre legítimamente, mientras que el segundo se presenta como un “acuerdo”
entre las autoridades y la sociedad donde se establece el cumplimiento de la ley.
El grado de coerción o consenso dependen en gran medida de la particular
combinación de fuerzas sociales en las cuales son enmarcadas. Es de suma
importancia resaltar que el análisis de la evolución histórica de las instituciones
estatales y el análisis de cuestiones sociales son indispensables, ya que el aparato
institucional del Estado suele expresar las contradicciones ocultas en el orden
social que se pretende instituir.
Luego el autor postula una relación de determinación reciproca entre adquirir
ciertos atributos de estatidad y resolver ciertas cuestiones sociales, y menciona
cinco ventajas de ahondar en las cuestiones que el Estado debe afrontar en su
etapa formativa, que son: (A) permite apreciar los impactos que ciertas políticas
tienen respecto a otras, (B) permite pensar la acción estatal como parte de un
proceso social; (C) permite incorporar al análisis los cambios producidos en
determinados parámetros, teniendo en cuenta sus consecuencias y efectos; (D)
alerta sobre el carácter no lineal del proceso de formación del Estado; y (E)
permite conectar empíricamente las características estudiadas previamente con
diversos indicadores sobre los que no es difícil hallar y sistematizar información.
Con esto Oszlak concluye la primera parte del trabajo e introduce el segundo
capitulo bajo el titulo de “Emancipación, organización y estados nacionales en
América Latina”.
Si bien el proceso de emancipación constituye un punto común de arranque de
América Latina, el actor de ruptura con el poder imperial no significó la
suplantación automática del Estado colonial por el Estado nacional. En un
principio los aparatos estatales estaban formados por algunas instituciones, a las
que luego se le fueron superponiendo y agregando órganos políticos con el fin de
establecer un polo de poder y así lograr la constitución de un Estado nacional.
Pero estos intentos no siempre fueron exitosos y provocaron largos periodos de
enfrentamientos regionales. Con la independencia, los antiguos ejes dinámicos
de la económica colonial se debilitaron y el aislamiento dificultó la integración de
nuevos círculos económicos. Así, la estructura de los Estados se condicionó por:
(1) la inexistencia de interdependencia real entre los señores de la tierra; y (2) la
acción de la burguesía urbana. La posibilidad de la formación de un Estado
dependió del grado de articulación entre los intereses rurales y urbanos, y de las
condiciones para la integración económica del espacio territorial.
Los periodos de guerras civiles en Latinoamérica podrían considerarse como la
etapa en que se superaron las contradicciones existentes entre la economía, la
nación y el sistema de dominación, componentes que conformarían el Estado
nacional.
A mediados del siglo XIX hubo en Europa grandes transformaciones sociales que
repercutieron fuertemente en América Latina. La expansión del comercio
mundial y la internalización del flujo de capitales financieros permitieron nuevas
posibilidades de inversión y la diversificación de la actividad productiva
latinoamericana. En esta etapa de “progreso indefinido” el Estado adquirió un
nuevo sentido. Aparecía como la única instancia que era capaz de movilizar
recursos y crear las condiciones para superar el desorden y el atraso. Imponer el
orden significaba regularizar el funcionamiento de la sociedad. Así, el orden
significaba una drástica modificación del marco habitual de relaciones sociales.
En esta etapa del proceso de formación estatal, los nuevos Estados se
presentaron fundamentalmente como aparatos de represión y control social.
Hasta aquí la cuestión del “orden” acaparó toda la atención y recursos del Estado.
La cuestión de “progreso” surge como contractara de éste. Orden y progreso,
pero primero orden y después progreso. Un Estado capaz de instituir orden y
progreso era un Estado que había adquirido cierto grado de estatidad y que era
capaz de institucionalizar su poder. En cabio, la segunda etapa del Estado se
convirtió en eje para la consolidación de nuevas modalidades de dominación
política y económica. Formar parte en el proceso de resolución de estas
cuestiones fue el medio por el cual el Estado pudo adquirir estatidad.
2- Análisis integrado del desarrollo, Cardoso y Faletto.

El desarrollo es un proceso social, aun en sus aspectos puramente económicos


transparentan la trama de relaciones sociales subyacentes.

Análisis tipológico: sociedades tradicionales y modernas.


Formulación de modelos o tipos de formaciones sociales. Se sostiene que las
sociedades latinoamericanas pertenecían a un tipo estructural denominado
“sociedad tradicional” y que se esta produciendo el paso a otro tipo de sociedad
llamada moderna. Antes de constituirse la sociedad moderna se forma un patrón
intermedio, el cual caracteriza a las sociedades de los países “en desarrollo”
(dualismo estructural). Pero los conceptos “tradicional” y “moderno” no son
bastante amplios para abarcar en forma precisa todas las situaciones sociales
existentes. Además no se ha alcanzado un nexo inteligible entre las distintas
etapas económicas y los diferentes tipos de estructura social que presuponen las
sociedades “tradicionales” y las “modernas”.
El cambio de las estructuras sociales, lejos de ser solo un proceso acumulativo en
el cual se agregan nuevas variables que se incorporan a la configuración
estructural, implica fundamentalmente un proceso de relaciones entre grupos,
fuerzas y clases sociales a través del cual algunos de ellos intentan imponer al
conjunto de la sociedad la forma de dominación que les es propia.
Cuando se trata de vincular el análisis estrictamente económico con la
comprensión del desarrollo político y social, el problema básico por determinar
en demanda de formulación ya no es solamente el del carácter de la estructura
social de una sociedad dada, sino principalmente el proceso de su formación con
todas las repercusiones políticas y sociales consiguientes en el equilibrio de los
grupos tanto en el plano nacional como en el externo.

La concepción del cambio social:


El “proceso de desarrollo” consistiría en llevar a cabo las diversas etapas que
caracterizaron las transformaciones sociales de los países de Europa occidental y
Estados Unidos. De ahí que las variaciones históricas de cada situación de
subdesarrollo tengan poco valor interpretativo para este tipo de sociología. Se
señala como característico de los países en subdesarrollo encontrarse
“atrasados” en ciertos aspectos de la estructura. La urbanización acelerada en
América Latina facilita la difusión de aspiraciones y formas de comportamiento
político que favorecen la participación creciente de las masas en el juego del
poder antes de que exista un crecimiento económico autónomo y basado en el
mercado interno.
Efecto de demostración: el nivel de participación supuestamente similar al de los
países centrales ha llevado a pensar que a través del mismo se crearía una
especio de puente que tendería a hacer semejantes las pautas sociales y las
orientaciones valorativas en las sociedades desarrolladas y en las
subdesarrolladas. En el plano del análisis económico supone que la
modernización de la economía se efectúa a través del consumo y que en ultima
instancia introduce un elemento de alteración en el sistema productivo que
puede provocar una desviación respecto a las etapas de la industrialización
característica de los países adelantados. Este efecto tiene lugar en determinadas
condiciones sociales que lo hacen posible, esto es, que opera en la medida en que
existe presencia de masas y un mínimo de participación de estas principalmente
en el campo político.
Se puede pensar que el dinamismo de las sociedades subdesarrolladas deriva de
factores externos y que las peculiaridades estructurales y la acción de los grupos
e instituciones sociales de los países subdesarrollados son desviaciones. Es por
eso que se considera mas adecuado un procedimiento metodológico que acentúe
el análisis de las condiciones especificas de la situación latinoamericana y el tipo
de integración social de las clases y grupos como condicionantes principales del
proceso de desarrollo. Lo fundamental aquí seria caracterizar el modo de
relación entre los grupos sociales en el plano nacional, que por supuesto
dependen del modo de vinculación al sistema económico y a los bloques políticos
internacionales, y las tensiones entre las clases y grupos sociales que pueden
producir consecuencias dinámicas en la sociedad subdesarrollada. Así, importa
realzar las características histórico-culturales en que se genera un proceso de
semejante naturaleza y que revelan el sentido mismo que puede tener dicha
modernización.

Estructura y proceso: determinaciones reciprocas.


Para que el análisis global del desarrollo adquiera significación, es necesario
considerar las condiciones históricas particulares (económicas y sociales) en su
totalidad y comprender los objetivos e intereses que dan sentido al conflicto
entre los grupos y clases y los movimientos sociales que ponen en marcha las
sociedades en desarrollo. Se requiere una perspectiva que , al poner de
manifiesto las mencionadas condiciones concretas y al destacar los móviles
de los movimientos sociales analice aquellas y estos en sus relaciones y
determinaciones reciprocas.
Esto supone que el análisis sobrepase el aporte de lo que suele llamarse enfoque
estructural, reintegrándolo en una interpretación hecha en términos de proceso
histórico. La estructura social y política se va modificando en la medida en que
distintas clases y grupos sociales logran imponer sus intereses, su fuerza y su
dominación al conjunto de la sociedad. A través del análisis de los intereses y
valores, el proceso de cambio social deja de presentarse como resultado de
factores naturales, y se empieza a perfilar como un proceso que en las tensiones
entre grupos con intereses y orientaciones divergentes encuentra el filtro por el
que han de pasar los influjos meramente económicos. Para lograr este enfoque
teórico es necesario buscar las categorías que expresan los distintos momentos y
características estructurales del proceso histórico significativo para el
desarrollo.
En la explicación teórica de las estructuras de dominación, en el caso de los
países latinoamericanos, implica establecer las conexiones que se dan entre los
determinantes internos y los externos, sin entenderse estas en términos de una
relación causal-analítica.
Objetivo del ensayo: explicar los procesos económicos como procesos sociales.
Para eso se requiere buscar un punto de intersección teórica donde el poder
económico se exprese como dominación social, como política. A través del
proceso político una clase o grupo económico intenta establecer un sistema de
relaciones sociales que le permitan imponer al conjunto de la sociedad un modo
de producción propio. Es por esto que los temas que se perfilan con mayor vigor
son:
1) Los condicionantes económicos del mercado mundial.
2) La estructura del sistema productivo nacional y su tipo de vinculación con
el mercado externo.
3) La configuración histórico-cultural de dichas sociedades.
4) Los movimientos y procesos político-sociales que presionan hacia el
cambio.

Subdesarrollo, periferia y dependencia


Para pasar del análisis económico a una interpretación global del desarrollo es
necesario estudiar desde el inicio las conexiones entre el sistema económico y la
organización social y política de las sociedades subdesarrolladas, no solo en ellas
y entre ellas, sino también en relación con los países desarrollados (relación
entre sociedades periféricas y centrales).
Es necesario hacer una distinción entre el concepto de subdesarrollo y carente
de desarrollo. Este último alude históricamente a la situación de las economías
que no mantienen relaciones de mercado con los países industrializados,
mientras que con respecto al subdesarrollo se puede realizar una distinción
desde la perspectiva del proceso histórico de formación del sistema productivo
mundial. Las vinculaciones de las economías periféricas al mercado mundial se
verifica en términos coloniales, mientras que otras se encuadran en sociedades
nacionales. El concepto de subdesarrollo se refiere mas bien a la estructura de
un tipo de sistema económico, con predominio del sector primario, fuerte
concentración de la renta, poca diferenciación del sistema productivo y
predominio del mercado externo sobre el interno. Pero es necesario analizar
como las economías subdesarrolladas se vincularon históricamente al mercado
mundial y la forma en que se constituyeron los grupos sociales internos. Para eso
hay que reconocer que en el plano político-social existe algún tipo de
dependencia en las situaciones de subdesarrollo, que empezó con la expansión
de las economías de los países capitalistas originarios.
La dependencia de la situación de subdesarrollo implica socialmente una forma
de dominación en los que las decisiones que afectan a la producción o al
consumo de una economía dada se toman en función de la dinámica y de los
intereses de las economías desarrolladas.

DEPENDENCIA SUBDESARROLLO CENTRO Y PERIFERIA


Vinculaciones en el plano Caracteriza a un estado o Subrayan las funciones
interno y externo de las grado de diferenciación que cumplen las
condiciones de existencia del sistema productivo, economías
y funcionamiento del sin acentuar las pautas subdesarrolladas en el
sistema económico y del de control de las mercado mundial, sin
político. decisiones de producción destacar los factores
y consumo. político-sociales
implicados en la
situación de
dependencia.

El subdesarrollo nacional
En las situaciones de dependencia de las naciones subdesarrolladas hay una
doble vinculación del proceso histórico que crea una situación de ambigüedad,
donde el centro político de la acción de las fuerzas sociales intenta ganar cierta
autonomía, mientras que las vinculaciones económicas continúan siendo
definidas objetivamente en función del mercado externo, limitando la acción
autónoma.
La situación de subdesarrollo nacional supone la dependencia de vinculaciones
de subordinación al exterior y la reorientación de los comportamientos sociales,
políticos y económicos.
Análisis de la dependencia: no se la considera como una variable externa, sino
que se analiza a partir de la configuración del sistema de relaciones entre las
distintas clases sociales en el ámbito mismo de las naciones dependientes.
Se llego a suponer que para lograr el desarrollo de los países de la periferia era
necesario repetir la fase evolutiva de las economías de los países centrales. Pero
los distintos momentos históricos del capitalismo no deben estudiarse con el
afán de encontrar su repetición retrasada en los países de la periferia, sino para
saber como se produjo la relación entre periferia y centro. Para esto se deben
analizar diferentes aspectos:
(1) Caracteres del capitalismo como sistema económico internacional.
(2) Establecer que significó en términos de estructuras de la economía y
estructura social la relación de dependencia para los países
latinoamericanos durante los diferentes momentos del capitalismo.
(3) Las connotaciones históricas: los países latinoamericanos se ligan en las
diferentes fases del proceso capitalista a diferentes países, cuyas
estructuras económicas inciden significativamente en el carácter que
adopta la relación.
Es importante aclarar que no es licito suponer que en los países en desarrollo se
este repitiendo la historia de los países desarrollados, ya que las condiciones
históricas son diferentes. Tampoco basta considerar las diferencias como
desviaciones respecto de un patrón general de desarrollo

Los tipos de vinculación de las economías nacionales al mercado.


Al romperse el pacto colonial, la vinculación entre las economías periféricas y el
mercado internacional asume un carácter distinto, ya que a la condición de
economía periférica se le suma la nueva condición de nación independiente. El
tipo de vinculación de las economías nacionales periféricas a las distintas fases
del proceso capitalista implica que la integración a la nueva fase se realiza a
través de una estructura social y económica que procede de la situación anterior.
En cada uno de los tipos de vinculación posibles, las dimensiones esenciales que
caracterizan la dependencia se reflejarán sobre las condiciones de integración
del sistema económico y del sistema político. Cada forma histórica de
dependencia produjo un acuerdo determinado entre las clases, no estático, sino
de carácter dinámico.
Si la nueva forma de dependencia tiene explicaciones exteriores a la nación,
tampoco es ajena a ella la relación interna entre las clases que la hacen posible y
le dan su fisonomía.

Perspectiva para un análisis integrado del desarrollo.


Es necesario redefinir el sentido y las funciones que, en el contexto estructural
de la situación de subdesarrollo, tienen las clases sociales y las alianzas que ellas
establecen para sustentar una estructura de poder y generar la dinámica social y
económica.
Las dos dimensiones (internas y externas) del sistema económico en los países
en proceso de desarrollo se expresan en el plano social, donde adoptan una
estructura que se organiza en términos de una doble conexión:
(1) Según las presiones y vinculaciones externas.
(2) Según el condicionamiento de los factores internos que inciden sobre la
estratificación social.
La determinación de las posibilidades concretas de éxito depende de un análisis
que no puede ser solo estructural, sino que ha de comprender también el
proceso en el que actúen las fuerzas sociales en juego, tanto las que tienden a
mantener el status quo como aquellas que presionan para que se produzca el
cambio social.

Las situaciones fundamentales en el periodo de expansión hacia fuera.


Las formas asumidas por las relaciones entre el sistema económico y el sistema
de poder a partir del periodo de implantación de los estados nacionales
independientes dieron origen a posibilidades distintas de desarrollo y autonomía
para los países latinoamericanos, conforme a sus situaciones peculiares.
Tres áreas de relación de las áreas coloniales con las metrópolis:
(1) Colonias de población.
(2) Colonias de explotación.
(3) Reservas territoriales prácticamente inexplotadas.
Con la ruptura del pacto colonial, la formación de las naciones en América Latina
se hizo posible a través de grupos sociales locales cuya capacidad para
estructurar un sistema local de control político y económico varió en función del
proceso histórico de su constitución en el periodo colonial. En todos los casos el
problema de la organización nacional consistía en:
(1) Mantener bajo control local el sistema productivo exportador heredado
del sistema colonial (vinculo con el exterior y actividad económica
fundamental).
(2) Disponer de un sistema de alianzas políticas entre los varios sectores
sociales y económicos de las antiguas colonias que permitiera un mínimo
de poder interno para que la nación adquiera estabilidad.
La ruptura del pacto colonial permitía el fortalecimiento de los grupos
productores nacionales. Las probabilidades de éxito para imponer un orden
nacional estuvieron condicionadas tanto por la situación de mercado regida por
el grupo que controlaba las exportaciones, como por la capacidad de algunos
sectores de las clases dominantes de consolidar un sistema político de dominio.
La organización de una administración y de un ejercito nacional fue decisiva para
estructurar el aparato estatal.
El éxito de las economías nacionales dependía entonces de:
(1) Disponibilidad de un producto primario capaz de desarrollar el sector
exportador heredado de la colonia.
(2) Abundante oferta de mano de obra.
(3) Disponibilidad de tierras apropiables.
Los grupos económicos locales no siempre pudieron mantener su control o su
predominio sobre el sector productivo. El caso de formación de enclaves en las
economías latinoamericanas expresa un proceso en el cual los sectores
económicos controlados nacionalmente fueron paulatinamente desplazados.
Aunque también hay casos en los cuales el proceso de formación de enclaves
estuvo directamente en función de la expansión de las economías centrales. En
ambos casos, el desarrollo económico basado en enclaves expresa el dinamismo
de las economías centrales y el carácter que el capitalismo asume en ellas con
independencia de la iniciativa de los grupos locales. Así, los productores locales
pierden en gran parte la posibilidad de organizar dentro de sus fronteras un
sistema autónomo de autoridad y de distribución de recursos.
Existen dos situaciones polares en que se da el proceso de enclave:
(1) La existencia previa de un grupo exportador nacional que perdió el
control del sector y se incorporó al mercado mundial a través del enclave.
(2) El desarrollo de la producción para la exportación en gran escala fue
resultado directo de la formación de enclaves.
En síntesis, en las economías integradas al mercado a través de enclaves, los
sistemas económico y político se interrelacionan de la siguiente manera:
(1) La producción es una prolongación directa de la economía central en un
doble sentido: puesto que el control de las decisiones de inversión
depende directamente del exterior, y porque los beneficios generados por
el capital apenas pasan en su flujo de circulación por la nación
dependiente.
(2) No existen realmente conexiones con la economía local pero si con la
sociedad dependiente.
(3) Desde el punto de vista del mercado mundial, las relaciones económicas
se establecen en el ámbito de los mercados centrales.
3- Las economías de exportación y su impacto sobre las sociedades
latinoamericanas (1870-1930) – Gaggero

A partir de 1870 se produjo en América Latina la consolidación de un proceso


económico y político (pacto neocolonial), definiendo un cambio en la relación
con las economías metropolitanas. Este cambio permitió la reactivación de las
economías de la región como centros de consumo.
El pacto consistía en que América Latina producía y exportaba materias primas e
importaba y consumía producción industrial de las metrópolis. Esta expansión
económica se caracterizo por crecimientos rápidos y explosivos.
Donghi señala tres episodios expansivos relacionados con:
(1) La división intercontinental del trabajo en cuanto a la producción de
alimentos.
(2) Los avances industriales y técnicos.
(3) Difusión del motor de explosión y el transporte automotor.

El móvil de la expansión fue la puesta en marcha de los denominados booms


productivos agrícolas y mineros diferenciados por lugar y región.
La expansión de la frontera productiva y el aumento en la provisión de tierras
fue uno de los móviles principales para el desarrollo de las economías de
exportación de productos agrícolas y minerales. Este aumento tuvo diferentes
orígenes:
(1) La apropiación del dominio publico por parte de los particulares
mediante el desplazamiento de producción o por la colonización de
nuevas tierras por el aumento de la demanda para la exportación.
(2) La comercialización de la propiedad rural tradicional creo un mercado de
tierras mas activo para la proliferación de pequeños propietarios.
(3) El arrendamiento de propiedades de la Iglesia para su gestión comercial.

Las inversiones de capital extranjero aceleraron y profundizaron el proceso de la


dinámica de la economía. El capital se bifurcó en prestamos a los gobiernos de
devolución en el largo plazo y en inversiones relacionadas por las tareas que los
sectores extranjeros y los locales realizaban en cada país.
La transferencia del capital internacional también permitió la formación de
capital local y el aprendizaje comercial y financiero de la gestión capitalista. Los
inversores extranjeros fundaron casas mercantiles desde donde controlaban el
comercio de exportación e importación y bancos para promover redes de
créditos y otros tipos de empresas.
Entre 1914 y 1930 se registro una desaceleración en el ritmo del crecimiento. A
la edad de oro le sucedía la edad de la demora. La economía mundial capitalista
experimentó ciertas transformaciones a causa de un comportamiento irregular
del mercado de productos básicos. La Primer Guerra Mundial acentuó este
proceso.
Entre las causas que pusieron fin a la edad de oro se pueden mencionar:
(1) El derrumbe de la demanda.
(2) La limitación de los recursos.
(3) El desequilibrio provocado por los desfavorables términos de
intercambio de los productos primarios.
(4) Los conflictos generados por la utilización y la distribución de los
recursos.

Proyectos para la transición de la economía tradicional a la economía industrial.

A partir de 1870 la Hispanoamérica rural experimento un cambio, constituido


por el crecimiento incontenible del mercado y de la población. Ambas fuerzas
conformaron el contexto general dentro del cual se formó la sociedad agraria.
Este cambio se realizó a través de las ciudades, quienes fueron puntos para la
distribución y la extracción de mercancías y productos, y residencia de la elite
rural.
Estos procesos fueron acompañados por un cambio profundo en la forma de
trabajo. Las nuevas empresas agrarias servían para el mercado pero requerían
una clase muy diferente de disciplinas y constancia por parte de los trabajadores.
Comenzó un proceso de selección caracterizado por un gran contraste entre los
centros incorporados al cambio y las regiones periféricas.
Entonces la transición desde la sociedad rural tradicional a la sociedad moderna
tuvo ciertas características fundamentales. Hubo un marcado contraste entre los
centros productores y una periferia cada vez menos pauperizada; los
terratenientes vivían en las ciudades formando parte de la elite urbana,
ejerciendo una influencia dominante en la política, para garantizar que el campo,
desprovisto de organización y poder, soportara la carga principal del desarrollo
capitalista.
La industrialización en América Latina no fue posible hasta la crisis del siglo 30,
que arrastró a las economías capitalistas industrializadas, manifestándose en el
cierre del comercio exterior. Algunas explicaciones al respecto son:
(1) Se sostuvo que la dislocación adversa e inducida externamente facilitaba
la industrialización en América Latina.
(2) Para los estructuralistas, la industrialización significa la decadencia de la
agricultura, la urbanización rápida y la aparición del sector industrial con
apoyo directo del Estado..

El debate en torno a los efectos de las perturbaciones externas del ritmo de


crecimiento industrial en América Latina, en la actualidad, no se limita a
considerar la depresión de la posguerra, sino que también abarca los efectos de
la Primera Guerra Mundial y, específicamente, rupturas anteriores.

Se pueden identificar tres periodos en la elaboración de una estructura


industrial:
(1) Los años de reajuste para los productos de la fabricación colonial tras el
proceso de la independencia: la industria se hallaba dominada por capital
nacional, colocado en empresas pequeñas y medianas, que empleaban
tecnología tradicional.
(2) Periodo clásico de expansión inducida por las exportaciones (1870-
1914): la combinación de la demanda mundial de exportaciones
latinoamericanas y la aceleración de los cambios tecnológicos tuvo
consecuencias en las plantas exportadoras, intensivas en capital, que a
principios del siglo XX ya producían para el mercado nacional.
(3) Periodo de 1914 a 1930: caracterizado por los cambios habidos tanto en
la escala de la fabricación como en la composición de la producción
industrial. Al crecer el sector exportador, los industriales bien
relacionados con el Estado o integrados en las elites nacionales pudieron
incidir para que se tomaran medidas para sostener y promover la
fabricación nacional.

Crecimiento urbano y estructura social: desarrollo de los sectores medios y


populares. Conflictos sociales y cambios ideológicos.

Los rasgos sobresalientes de la población latinoamericana fue su importante


crecimiento, mayor que el de otras partes del mundo. A partir de 1875 hubo un
gran impacto de inmigrantes que no solo incrementaron numéricamente la
población, sino que produjeron una redistribución poblacional que supero las
fronteras conocidas. Así, se repoblaron tierras despobladas y se privilegiaron las
zonas mejor conectadas con el comercio internacional.
Este gran movimiento poblacional facilitó el crecimiento económico y permitió
un cierto equilibrio demográfico. Los trabajadores ligados al sector de la
exportaciones fueron los que mas rápidamente organizaron sus sindicatos,
protagonizando la protesta en chile, Argentina y Brasil.
Los oficios urbanos adquirieron proporciones significativas en casi toda América
Latina a fines del siglo XIX, pero no estaba tan desarrollado como en la mayoría
de las ciudades europeas de tamaño comparable. Estos oficios ocupaban un lugar
poco decisivo en la economía, lo cual limitaba el poder político y económico de
los trabajadores. A principios del siglo XX apareció el proletariado industrial,
trabajadores empleados en fabricas grandes y mecanizadas.

Los trabajadores se enfrentaban a una burguesía muy intransigente. Si bien la


burguesía industrial no era hegemónica en ningún país de América, ya que el
Estado liberal permanecía en su mayoría vinculado con grupos exportadores, en
general se las arreglaban para alcanzar sus objetivos principales, entre ellos la
represión de los trabajadores.
Las condiciones de vida de los trabajadores no eran buenas. Hacinamiento, falta
de agua potable y saneamiento insuficiente, agravados por los problemas de
salud pública, aumentaron el índice de mortalidad y las enfermedades
epidémicas. En muchas fabricas predominaban el clima de autoridad arbitraria,
con salarios bajos y poca estabilidad en los empleos.
Hubo diferentes manifestaciones de las organizaciones de protesta. Se pueden
identificar tres situaciones:
(1) El movimiento obrero hasta la Primer Guerra Mundial: la primera forma
de organización de los trabajadores para protegerse de los efectos de las
condiciones de vida y trabajo consistió en la fundación de mutualidades.
Eran organizaciones que a cambio de unos pagos módicos se trataba de
proporcionar subsidios en casos de accidentes, enfermedad o defunción.
Así amparaban tanto a los trabajadores como a los propietarios de los
talleres.
(2) El sindicato controlado por el Estado (México): durante la guerra civil que
estalló en 1910, los trabajadores urbanos se convirtieron en una fuerza
política de gran importancia.
(3) El período posterior a la Primer Guerra Mundial: la depresión de
posguerra contribuyó a poner fin a la expansión del movimiento obrero.
Se reforzó el aparato represivo y el Estado incluyó algunas reformas
sociales con el proyecto de crear nuevos modos de dominación de las
clases trabajadoras. Se produjo una amplia difusión del comunismo.

La consolidación de los Estados Nacionales, los ensayos oligárquicos, liberales y


democráticos.

En las naciones recién independizadas el liberalismo formó la base de programas


y teorías para la instauración de los gobiernos y la reorganización de las
sociedades. En comparación con el primer medio siglo que siguió a la
independencia, los años posteriores a 1870 fueron años de consenso político.
Este era defendido por una serie de ideas filosóficas y sociales que marcaban el
triunfo de la ciencia en América Latina, a lo que se le da el nombre de
positivismo. La política científica marcaba a los dirigentes que debían guiarse
por la observación, la investigación y la experiencia. La relación de la política con
el liberalismo clásico dio paso a una nueva política de tono autoritario y
tecnocrático.

Estudios de casos: Argentina

La batalla de Pavón (1861) acabó con la etapa de las guerras civiles e inauguró
un nuevo período caracterizado por la nacionalización de algunas instituciones
de la provincia de Buenos Aires al transformarse el ejército porteño en el núcleo
del Ejército Nacional, y la Aduana de la ciudad en Aduana Nacional, que fueron
los fundamentos con los cuales Mitre y sus sucesores construyeron el Estado
Nacional Argentino.
La constitución del Estado Nacional fue indispensable para insertar a la
Argentina en el mercado internacional. Esto permitió atraer los capitales
necesarios para desarrollar su infraestructura ferroviaria y realizar la llamada
conquista del desierto. A partir de ese momento millares de inmigrantes se
incorporaron anualmente a la población nacional, acabando con la escasez de
mano de obra.
Así se inauguraba una etapa en la cual la economía argentina, basada en la
exportación de cereales y carne, desarrollaron el sistema de transporte, el
sistema bancario y el comercio exterior.
La mayoría de los inmigrantes permanecieron en las ciudades como Buenos aires
y Rosario para desempeñar tareas urbanas.
En cuanto al desarrollo de las actividades industriales, se puede mencionar el
temprano surgimiento de empresas de la rama alimenticia como lácteos y
molinos barineros. En la década de 1920 se integrarían al país subsidiarias de
empresas extranjeras en las ramas farmacéuticas, de maquinarias y de
electricidad.
Esta estructura económica particular originó una sociedad caracterizada por la
urbanización y la presencia de población extranjera. Se fue conformando una
estructura social caracterizada de la siguiente manera:
Ganaderos con granes
extensiones de tierras (1)

Comerciantes, empleados
públivos y profesionales (2)

Pequeños y medianos
arrendatarios (3)

Peones (4)

Inmigrantes (5)

(1) Ganaderos: descendían de familias criollas tradicionales y detentaban el


poder político del país. Grupo muy limitado de familias relacionadas entre
sí que desarrollaban otras actividades muy lucrativas como el comercio
de exportación-importación. Constituían la oligarquía porque reunían en
sus manos el poder político y económico.
(2) Comerciantes: aspiraban al ascenso social a través de la educación y a las
carreras profesionales. Sus posibilidades de hacer carrera en la
administración publica o como profesionales independientes dependía
del Estado.
(3) Pequeños arrendatarios: carentes de capital para establecerse como
propietarios, pagaban por el uso del suelo con parte del producto.
(4) Peones: se conchababan en las explotaciones agrícolas por breves
temporadas y complementaban sus ingresos trabajando en los
ferrocarriles y otras actividades.
(5) Inmigrantes: imposibilitados de adquirir la propiedad de la tierra, se
establecieron en ciudades del litoral pampeano trabajando en obras
publicas, ferrocarriles y puertos.
La particularidad de la estructura agraria argentina, que la diferencia de los otros
países Latinoamericanos, es la ausencia de campesinado.

Hacia 1880 faltaba establecer una forma legitima de designación de autoridades


y las reglas de sucesión para la elección de los gobernantes. Se creo un régimen
cuyo funcionamiento garantizaba solo a los gobernantes salientes elegir a sus
sucesores. Esto se logró a través de la manipulación de candidaturas y un
complejo mecanismo para controlar las elecciones.
En 1890 un grupo de jóvenes creó la Unión Cívica de la Juventud, que levantó las
banderas de la limpieza electoral. A ellos se les unieron las diversas oposiciones,
quienes recurrieron a la conspiración y a la revolución. Esto obligó al presidente
a renunciar. A partir de entonces la política del régimen consistió en combatir a
la oposición dividiéndola: integró en el gobierno a los elementos mas moderados
y excluyó a los más radicalizados, dando origen al surgimiento de la Unión Cívica
Radical (UCR).
Desde 1900, un combativo movimiento anarquista consiguió adeptos entre los
obreros, organizó los primeros sindicatos y declaró una serie de huelgas
generales y otros actos de violencia. Así se creo en 1901 la Federación Obrera
Argentina (FOA), que en 1904 se transformó en la Federación Obrera Regional
Argentina (FORA).
Esto desencadenó medidas represivas por parte del gobierno, quien en 1902
dictó la Ley de Residencia, que permitía deportar a los extranjeros indeseables.
En 1909 los sindicalistas organizaron la Confederación Obrera Regional
Argentina (CORA) que más adelante se transformaría en la Unión Sindical
Argentina (USA), con lo que el movimiento obrero quedó dividido en dos
centrales rivales.
Finalmente los reformistas ganaron la aceptación del presidente Figueroa
Alcorta quien pudo imponer a su candidato, Roque Sáenz Peña, para 1910. Éste
era partidario de ampliar la participación política y de construir un partido
conservador, unido, capaz de concitar apoyo popular y de triunfar en elecciones
democráticas.
La reforma comprendió una serie de leyes conocidas como Ley Sáenz Peña, con
un padrón militar, voto secreto y obligatorio y la lista incompleta, para permitir
la representación de las fuerzas minoritarias. En las primeras elecciones resultó
triunfante la UCR con Hipólito Yrigoyen como su líder, electo presidente en 1916.
4- Caudillos y campesinos en el México revolucionario 1910-1917 – Knight.

En su texto, Knight plantea dos hipótesis centrales:


(1) La Revolución Mexicana como una pausa y reorganización dentro del
proceso de desarrollo económico y la centralización política.
(2) Si la Revolución constituyó un regreso al caudillaje clásico.

Para eso introduce el tema contextualizando los años previos a la Revolución de


1910. El régimen de Porfirio Díaz tenía como características claves el modelo de
desarrollo económico y una nueva forma de centralización política. Cuando
hablamos de desarrollo económico nos referimos al proceso de despojo de
tierras que se llevó a cabo, pasando las tierras en manos de las aldeas a manos de
las haciendas. Para las masas dela población rural esto significó aumentar la
mano de obra disponible y que disminuyeran los salarios, en una época en que
subieron los precios de los artículos básicos. Esto generó mucho descontento en
el pueblo, motivo por el cual se levantaron en protesta.
Por otra parte, la centralización política planteaba que el gobierno central tenga
influencia sobre todas las regiones del país. Era un requisito necesario e
inminente para el despojo agrario y la concentración de tierras. Esto a su vez
también trajo mucho descontento social y fomentó las protestas y las rebeliones,
especialmente en las comunidades que hasta entonces no estaban familiarizadas
con la opresión del gobierno centralizado. Estos dos factores son los que Knight
plantea como el principal motivo de la Revolución Mexicana que se llevó a cabo
entre 1910 y 1917.
La respuesta popular a estos cambios logró su expresión más vigorosa y
colectiva en la Revolución que representó una protesta básicamente rural contra
el doble proceso de desarrollo económico y centralización política. El
movimiento popular que se derivó del campo, impulsado por el resentimiento
agrario, era el corazón de la rebelión.
Primero los campesinos se apoderaron del escenario, después los caudillos se
encargaron del poder.

El movimiento popular de la Revolución Mexicana fue un fenómeno


esencialmente rural. El proletariado industrial no solo no pudo ocupar la
vanguardia revolucionaria, sino que apenas participó en la retaguardia. Los
obreros industriales siguieron las tácticas clásicas economicistas,
sindicalizándose y haciendo huelgas para obtener beneficios industriales
limitados. En el frente político, los obreros industriales tendieron a seguir el
liderazgo de la clase media y prefirieron a los maderistas liberales antes que a
los anarcosindicalistas.
Los artesanos de las ciudades, mucho más numerosos, ofrecieron una buena
cantidad de jefes revolucionarios. Pero el populacho de las ciudades no pudo
generar un movimiento político persistente con una finalidad.
El peso de la Revolución cayó sobre los hombros de los grupos rurales. Dos
grupos principales pueden distinguirse:
(1) El campesino medio.
(2) El campesino periférico.
Campesino medio: aquellos que, a pesar de su posición subordinada en la
sociedad rural, conservaron un grado significativo de control, hasta de
propiedad, sobre la tierra que labraban. Su rebelión tenia un claro motivo
agrario, su meta era recuperar las tierras que habían pasado de manos de los
campesinos a los grandes terratenientes, a menudo comerciantes. Es la
transferencia de la tierra de la aldea a los hacendados y caciques, estimulada por
la legislación porfiriana y el desarrollo económico, la que se encuentra en el
corazón de la revolución rural. Por lo general los campesinos medios tomaron la
jefatura, tenían cierta fuerza política y económica, un profundo conocimiento de
los problemas y quizá una posición social más elevada. En poco tiempo pudieron
movilizar a otros grupos rurales. Antes de que pasara mucho tiempo, la demanda
del reparto de tierras se extendió más allá de los grupos originales de
campesinos que iniciaron la rebelión.
Los movimientos agrarios como el de Zapata, empezaron con demandas de
cambios políticos locales, como un requisito necesario para la restitución de
tierras, y la expulsión violenta de los funcionarios locales era la expresión mas
común y extendida de la voluntad popular. Por consiguiente, el lema de Madero
“Sufragio efectivo, no reelección” tocó una cuerda sensible de la mente de los
campesinos y de los proletarios, no era un placebo liberal.

Campesinos periféricos: campesinos localizados en un área periférica, no solo


fuera de los dominios del control de los terratenientes, sino también poco
familiarizados con el poder de la autoridad política, ya fuera estatal o federal. A
las rebeliones de este tipo se las denomina “movimientos serranos” ya que se
originaban en regiones montañosas y remotas, y representaban la represalia
popular de las comunidades autónomas que reaccionaban contra las
intromisiones del gobierno central, aunque también pudieron desarrollarse en
las regiones bajas, donde las comunidades también estaban fuera de la esfera de
la política nacional.
La clave de los movimientos serranos se encontraba en la política de Díaz de
procurar la centralización política. El liberalismo maderista, el vehículo político
del levantamiento de las clases urbanas, era igualmente una protesta contra la
centralización política. Los aldeanos deseaban verse libres del agobio del
gobierno, les disgustaba el jefe político, el cobrador de impuestos, el juez, el
ejercito y la policía.
Los rebeldes serranos estaban a favor de las elecciones locales en beneficio de la
autonomía local. Su ideal era no tener ningún gobierno excepto el de los viejos y
sabios de la aldea. No buscaban una nueva democracia liberal, sino un retorno a
los antiguos tiempos, y a un restablecimiento de la utopía campesina.
Los movimientos serranos eran más vigorosos en aquellas regiones del país
donde la centralización era un suceso reciente, rápido, y donde la oposición local
era general e intensa, y no individual y silenciosa.
A fines de la década de 1890 se termino de construir el Ferrocarril del Noroeste.
La sierra ya no pudo continuar siendo una tierra incógnita política. Pero la
extensión del gobierno central, a través de los caciques impuestos y de los
protegidos por los gobiernos estatales, fue un asunto lento y penoso. La lejanía
de las regiones serranas les dio una ventaja inmediata para hacer la guerra de
guerrillas.
Pero los movimiento serranos tenían los defectos de sus virtudes. Su carácter era
tal que las divisiones (geográficas) verticales tenían prioridad sobre las
divisiones (de clase) horizontales. Pero las fragmentaciones económica,
geográfica y étnica del México porfiriano aún eran fuertes y muy marcadas.
Pero cualquiera que haya sido la combinación de dominio político y económico,
continua existiendo el hecho de que este se ejercía desde lejos, y no creaba una
división social básica dentro de la comunidad serrana.
El logro de la autonomía política era un fin en si mismo, sin importancia agraria.
Una vez que se expulsaba al jefe político y a sus protegidos, la rebelión lograba su
meta y podía dedicarse a vivir en una sociedad espléndida. Esto tuvo
importantes consecuencias para el curso y la composición social de estas
rebeliones serranas.
En 1914 la rebelión de Chihuahua revivió y aumentó, convirtiéndose en villismo.
En estos años el movimiento serrano pareció degenerar se en una existencia sin
metas. En contraste con los zapatistas y su firme adhesión al Plan de Ayala, los
villistas solo deseaban “ir de bola”. La relativa ausencia de jefes villistas
claramente campesino no debe excluir la participación de los mismos. El villismo
buscó el apoyo de los campesinos para intentar el triunfo. El orozquismo y el
villismo tuvieron una importante parte campesina, pero no fueron movimientos
agrarios comprometidos. El régimen villista de 1913-1915 fue el bandolerismo
social legal en grande.
Los terratenientes regresaron o fueron reemplazados, y nuevos funcionarios más
fuertes surgieron en el inicio de la Revolución. Impulsados por el resentimiento
popular contra la centralización porfiriana, los movimientos serranos del norte
(villismo y orozquismo) no tuvieron la voluntad ni la capacidad para aprovechar
las ganancias que obtuvo la Revolución, y pronto desaparecieron.

El movimiento popular que fortaleció a la Revolución Mexicana provenía a


menudo de una oposición colectiva al modelo de desarrollo político y económico
que había prevalecido bajo el gobierno de Díaz. En sus dos principales
encarnaciones, la del movimiento agrario clásico y la rebelión serrana
autonomista, fue esencialmente rural y básicamente campesina ya que
encarnaba la creencia antigua, profunda en los derechos y en los valores de las
comunidades campesinas.
El análisis de este periodo se comprende mejor haciendo una división
cuádruple:
(1) El viejo régimen (Díaz y Huerta).
(2) Los civiles liberales (Madero).
(3) El movimiento popular (Villa y Zapata).
(4) La síntesis nacional (Carranza, Obregón y Calles).

Según Wolf y Hansen, el caudillaje implica la busca y la conquista violenta, pero


esencialmente inestable, del poder y la riqueza que establece el binomio
protector-protegido en una sociedad que carece de canales institucionales para
esta competencia.
Buve hace una distinción entre el caudillaje clásico (obvio en el México
independiente hasta 1870), que tiene todos los requisitos de la definición de
Wolf, y el caudillaje modernizado (del porfiriato), que se caracteriza por una
relación de poder mas estable, institucionalizada, que se basaba en el
paternalismo y que se nutría en la nueva riqueza generada por el desarrollo
económico.
Pero en 1910 se invirtieron los procesos. En el contexto de la guerra civil y de la
inestabilidad renovadas, los campesinos recuperaron su poder para negociar y el
caudillaje mexicano reincidió en el tipo clásico antiguo, al surgir de nuevo las
relaciones variables entre los militares y sus protegidos.

Hipótesis 2: Es importante y necesario considerar si la Revolución de 1910-


1920, si la jefatura revolucionaria que creó, y si las relaciones de la jefatura con
los campesinos constituyeron un regreso al caudillaje clásico.

Una investigación de la naturaleza de las relaciones entre la autoridad y el poder


dentro de la Revolución puede ofrecer conocimientos útiles para el análisis
general de la materia. Gran parte del análisis se ha expresado en términos
marxistas: según un enfoque común, Madero dirigió y representó a un
movimiento burgués que reunió a las clases bajas que se aliaron para oponerse a
un régimen cuya base de clases ha provocado buscas profundas y restricciones.
Pero cualquier interpretación de la Revolución expresada en términos marxistas
es difícil de sostener. A pesar de que el sector mercantil del México porfiriano era
amplio y creciente, las relaciones de producción a menudo no eran capitalistas.
México estaba muy lejos de estar polarizado en una clase propietaria capitalista
y en una masa proletaria que vendía su mano de obra: los grupos intermedios de
la pequeña burguesía eran amplios e importantes.

Si bien el conflicto social que dependía de la distribución de los recursos


económicos fue importante para la Revolución, éste no se analiza mejor en
términos marxistas; en especial al intentar comprender las importantes
coaliciones revolucionarias, podría ser mejor descartar estos términos y adoptar
algunos tomados de una sociología política alterna, como la de Weber. Esto se
aprecia mejor tomando la ultima fase de la revolución armada, la guerra de los
vencedores, entre el carrancismo y el villismo.
Vistas en su totalidad, la coalición carrancista y villista de 1914-1915 son mas
notables por sus similitudes que por sus diferencias. Tomando al país en su
totalidad, una tosca contabilidad individual de los jefes militares locales
carrancistas y villistas no revela una correlación clara por sus clases y
ocupaciones. La redefinición de partidarismos políticos no siguió una clara
división de clases entre la burguesía y los campesinos, sino que se determinó
principalmente por consideraciones locales, de cercanía y hasta tácticas. Había
una considerable heterogeneidad social dentro de las dos coaliciones
revolucionarias, no se podían distinguir fácilmente de acuerdo con un criterio de
las clases sociales.
Las diferencias entre el villismo y el carrancismo se relacionaban menos con las
clases sociales que con los puntos de vista opuestos, con las culturas políticas y
con los objetivos y los medios diferentes para lograrlos. Además se puede
distinguir el tipo de autoridad que ejercían los jefes de cada coalición sobre sus
seguidores.
El movimiento villista era un caudillaje de tipo clásico, ya que se dedicaban a la
conquista violenta y estableció el binomio protector-protegido. En términos
weberianos, se puede hablar de una autoridad tradicional, diferente a la
autoridad racional-legal. Intentaban defender los intereses tradicionales, y no se
guiaban por las reglas formales sino por la tradición y la confianza en el jefe.
Además, la autoridad tradicional se combinaba con elementos del carisma, la
cual no reconoce ninguna limitación de las reglas y se basa en una devoción
extraordinaria al carácter ejemplar de una persona. La gente seguía a sus jefes
por cariño, por una estima personal y afecto. A pesar de su impresionante
extensión geográfica, el villismo conservó un carácter localista, antinacional, de
acuerdo con su esencia popular, tradicional. La jefatura villista se resistió a
asumir el peso de la administración nacional. Villa, como Zapata, encontró
demasiado pesadas las responsabilidades y los problemas que había creado la
ocupación de la ciudad de México.
Por otra parte, el movimiento de Carranza dependía de la evolución de un poder
racional-legal. Los carrancistas provenían generalmente de regiones muy
comercializadas, tenían horizontes políticos y económicos amplios y creían en el
progreso. Además contaban con fuerzas militares propias, por lo que no
dependían de los revolucionarios populares. Los integrantes del grupo
carrancista eran, en general, cultos y contaban con una buena educación. Fue
esta ultima la que les permitió tener un punto de vista nacional, gran diferencia
con el movimiento villista que no pudo traspasar las barreras del enfoque
localista. Estaban decididos a aprender de los ejemplos extranjeros y a abrirse a
la economía extranjera.
El caudillaje carrancista rompió el molde individualista y creó una política con
atractivo nacional, especialmente para los trabajadores. Fue la autoridad
racional-legal del régimen carrancista la que culminó en la burocracia del
moderno Estado mexicano. Este caudillaje no tenia ningún tipo de afiliación
espontanea o adhesión a un líder carismático, estaba construido artificialmente.
Con la síntesis nacional se puede ver una nueva forma de caudillaje, el cual tuvo
una base impersonal, nacional y confederada y fue esta base la que permitió
lograr una nueva forma de autoridad más civil y burocrática. A su vez, fue esta
innovación la que le dio la posibilidad al régimen revolucionario de seguir con la
obra del desarrollo económico y la centralización política de una forma mucho
más eficaz que la de Porfirio Díaz.
Así llegamos a la conclusión de que la Revolución mexicana si constituyó un
regreso al caudillaje clásico, pero solo por un pequeño período de tiempo. Una
vez que los movimientos revolucionarios terminaron y se estableció el régimen
carrancista, se tomó una nueva forma de autoridad con estructuras modernas y
carácter permanente.
5- El agotamiento de las economías de exportación y la búsqueda de un
nuevo modelo (1930-1950) – Gaggero

Transformaciones en la economía mundial:


La llamada crisis de 1930 es un momento de inflexión en la tendencia económica,
que inicia un periodo de deflación en el cual los precios y beneficios capitalistas
tienden a disminuir. A partir de la primera posguerra, el sistema tradicional de
división internacional del trabajo desempeña un papel de importancia
declinante.
La depresión económica se inicio con la quiebra de la Bolsa de Valores de Nueva
York, en 1929, y desató un proceso acumulativo que produjo la ruptura de
muchos de los factores que hacían posible el funcionamiento del sistema
económico mundial. El descenso de la actividad en las economías
industrializadas produjo elevados niveles de desempleo, y llevó a una acentuada
política proteccionista y a la suspensión de sus inversiones externas.
La contracción de la actividad económica en los países centrales conllevó a la
paralela retracción de su demanda de productos primarios y una reducción
drástica de las importaciones, acelerando el proceso de deterioro de los precios
de las materias primas. Al coincidir la baja de los precios con la caída de los
volúmenes de exportación, el valor de las exportaciones de los países
productores de materias primas se contrajo con violencia.
El aumento de los servicios financieros de la deuda externa y la contracción de
los ingresos de divisas produjeron la reducción en la capacidad de importar. Esta
contracción se tradujo en un incremento de los precisos de las manufacturas en
general y de las importadas en particular.

La crisis en América Latina:


La crisis alcanzó dimensiones catastróficas ya que todo el sector monetario de
las economías latinoamericanas estaba ligado al comercio externo. La principal
consecuencia fue que, durante toda la década, la capacidad para importar estuvo
muy reducida.
El impacto principal de la depresión se concentró en el sector publico, debido a la
dependencia de los sistemas impositivos respecto de la recaudación aduanera.
Las consecuencias de la crisis fueron diversas según el país:
(1) Los países mineros fueron los más afectados y hubo una gran reducción
del empleo.
(2) Los países dedicados a la producción de productos tropicales también
sufrieron caídas catastróficas de los precios.
(3) Los exportadores de alimentos en zonas templadas sufrieron
relativamente menos, debido a la elasticidad baja respecto de los
ingresos.
La consecuencia de la crisis en todo el mundo fue un incremento de la
participación del Estado en la economía, lo cual motivó un cambio significativo
respecto de las condiciones imperantes durante los cincuenta años anteriores.
El proceso de industrialización por sustitución de importaciones

Nueva etapa de la economía latinoamericana:


Las nuevas condiciones de la economía mundial iniciaron una etapa nueva en la
vida económica sudamericana.
La crisis generaba un problema en el sector externo. Con la caía de las divisas
que entraban y la disminución de las exportaciones obligó a producir localmente
los productos que antes de importaban. Se desarrollaron entonces las industrias
livianas, que requerían una tecnología simple, y capitales que los sectores
tradicionales no sabían donde colocar. Tenían además la ventaja de ser
extensivas en el uso de la mano de obra, en un momento donde había mucha
desocupación.
Este proceso tuvo diferentes consecuencias sociales:
(1) Aceleró la urbanización: radicación de industrias en donde ya existía un
mercado de consumo y la infraestructura necesaria (transporte, energía,
etc.), y migración interna del campo a las ciudades.
(2) Fortaleció la posición de los empresarios del sector y de los trabajadores
urbanos que se desarrollaron al compas de la industrialización.
El estallido de la Segunda Guerra Mundial también tuvo consecuencias:
(1) Desarrollo de todas las ramas de la industria como consecuencia de la
dificultad de los intercambios internacionales.
(2) Dificultades del desarrollo, debido a la imposibilidad de reemplazar la
maquinaria instalada estas tenían que ser reparadas, lo que lesiono la
productividad del conjunto de la economía.

Políticas desarrollistas:
Consistieron en fomentar la radicación de subsidiarias de las empresas
multinacionales, que aportarían capitales y tecnologías inexistentes en otros
países.
Estos capitales fueron creando establecimientos con capacidad que excedía las
posibilidades de consumo del mercado local, y como además se trataba de
industrias intensivas en el uso de capital, crearon una demanda de mano de obra
inferior a la oferta. Sus intereses demandaron la apertura económica, que les
permitiera colocar sus superávits en terceros mercados.

Algunas diferencias en las estructuras sociales de los países latinoamericanos

No todas las naciones del continente profundizaron la diversificación de la


economía y desarrollaron su industria liviana. Algunos países como Paraguay no
produjeron cambios en su estructura económica, retrocediendo hacia una
economía de autosubsistencia campesina.

Desarrollo del complejo industrial:


El tamaño del complejo industrial varió de un país a otro. Muchas naciones
(Brasil), si bien desarrollaron un complejo industrial variado y amplio, siguieron
conservando la mitad de su población dependiente de la producción rural. Solo
Argentina, Uruguay y Chile tenían un alto indicie de urbanización. Sobre todo la
Argentina se caracterizó por su carencia de campesinado.
Los Estados Nacionales. Un nuevo modelo: el populismo

La etapa de industrialización por sustitución de importaciones se corresponde


con una nuevo forma política y un nuevo tipo de Estado: el populismo. Este fue el
canal por el cual los nuevos sectores surgidos al calor de la industrialización se
integraron en la vida política y social latinoamericana.

Explicaciones del populismo:


• Los funcionalistas centran el cambio en el proceso de modernización, el
populismo aparece en los países subdesarrollados cuando se pasa de una
sociedad tradicional a una sociedad moderna. Germani analizó dos
conceptos clave, el de movilización, grupos antes pasivos que comienzan a
intervenir en la vida nacional, y el de integración, movilización a través de
canales político-institucionales.
• La línea de interpretación histórico-cultural vinculó al populismo con
la fase del desarrollo latinoamericano que corresponde a la crisis del
modelo agroexportador y del Estado oligárquico.
• La línea que se enmarca en el análisis coyuntural, donde se analizan
las oportunidades y las restricciones de las clases sociales en
determinadas coyunturas históricas.
• El populismo como discurso ideologico.
En todos los casos se trata de una alianza social, de carácter urbano, entre la
creciente burguesía industrial nativa y la clase obrera, necesaria en esa etapa
económica para garantizar in determinado crecimiento que implique desarrollo,
que intenta hacer pagar sus consecuencias a los sectores terratenientes
tradicionales. En la mayoría de los casos existió un sector de las Fuerzas
Armadas que apadrinó este tipo de coaliciones, que tienen un carácter
ciertamente autoritario y antiliberal.

La Segunda Guerra Mundial y sus efectos sobre América Latina

Roosevelt inicio una nueva política, conocida como la del Buen Vecino, tratando
de mejorar la imagen estadounidense desprestigiada por su constante injerencia
en los asuntos de la región.

Política del Buen Vecino:


Tras la invasión alemana de Polonia, se reunieron los 21 Estados americanos y
llegaron a un acuerdo para mantener una actitud neutral común y la declaración
de una zona de neutralidad alrededor del continente.

La contención del comunismo:


La contención del comunismo se convirtió en la preocupación fundamental de las
administraciones estadounidenses, que definieron como su principal misión en
la región la contención de la amenaza revolucionaria y el apoyo de los gobiernos
anticomunistas. Para lograr esto se firmaron una serie de acuerdos:
• En 1947 se firmo el Tratado Interamericano de Asistencia Reciproca,
que establecía una alianza militar permanente entre ellas. Si algún
miembro era atacado se adoptarían medidas colectivas para proteger el
hemisferio.
• En 1948 se creó la Organización de los Estados Americanos (OEA),
cimentando una mayor solidaridad en el marco de la Guerra Fría.
• En 1959 se creó el Banco Interamericano de Desarrollo (BDI), como
instrumento para otorgar prestamos a bajo interés, para financiar los
proyectos de modernización Latinoamericana.

Estado y economía. Nuevo modelo: el desarrollismo

La convicción de que las políticas de importaciones llegaban a su fin, llevo a la


Comisión Económica para América Latina (CEPAI) a plantear un nuevo tipo de
pensamiento económico conocido como desarrollismo.

Características del desarrollismo:


Consideraba que el capital era un recurso escaso en América Latina, pero se
generaría con el empleo de factores ociosos. Además, existía un sector
exportador con una importante capacidad para acumular excedentes. Convenía
captar esos recursos mediante la intervención estatal, pero impulsar
simultáneamente un amplio programa de inversiones.
Para superar el atraso nacional a través del desarrollo, se necesitaba una
estartegia de transformación económico técnica que permitiera resolver los
problemas sociales. Los medios económicos propuestos para esta estrategia
eran:
(1) La protección de la producción nacional.
(2) La libre empresa.
(3) Recurrir a capitales extranjeros.
Se trataba de cerrar las puertas a productos extranjeros, para abrirla en grande a
la fábrica que los producía en el país.
La condición para el desarrollo era la iniciativa privada protegida de la
competencia externa. La política desarrollista coincidió con un proceso de
expansión de la inversión de las grandes empresas de capital estadounidenses
que estuvieron dispuestas a establecer filiales en el interior de las economías,
para ganar mercados y beneficiarse de la protección arancelaria.
La diversificación industrial es esta etapa asumió un carácter de una
industrialización subsidiaria. Si bien logró ampliar el sector industrial y
modernizar parte del sector agrícola,no logró completar el proceso de desarrollo
ni el objetivo de diversificar, dinamizar y estabilizar las exportaciones

Estudio de caso: Argentina (1930-1955)

La crisis de 1930 golpeó a la Argentina. Ante las dificultades para exportar, el


país comenzó a sufrir restricción de divisas que lo limitó en su capacidad
importadora. Esto se manifestó en la acumulación de stock exportables y
capitales sobrantes, desempleo, descenso de la actividad agropecuaria y la
existencia de un mercado insatisfecho.

Industrialización por sustitución de importaciones:


Durante el gobierno del General Justo, se firmó en 1933 con Gran Bretaña el
pacto Roca-Runciman, y se creó el Banco Central para controlar la circulación
monetaria. Todas estas medidas permitieron el crecimiento y el desarrollo de
una industria nacional. Hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial, el
modelo se insertaba en el marco del sistema agroexportador, complementando
la producción agropecuaria con la oferta de bienes industriales.
El proceso de industrialización por sustitución de importaciones permitió un
nuevo crecimiento económico del país, que se basaba sobre el incremento de la
demanda interna.
La caída de los precios agrícolas provocó una lenta transformación de la
producción, que se verificó como el traspaso a la ganadería de tierras antes
destinadas a la agricultura. Esto demandó menor utilización de mano de obra.
Así se formó una población rural desocupada, que pronto se trasladó a las
ciudades, provocando el crecimiento del Gran Buenos AIRES.

Demanda de mano de obra industrial:


Esta transformación coincidió con el incremento de la demanda de mano de obra
por parte de las industrias en crecimiento, en un momento en que la migración
masiva internacional se había secado.

El proyecto de Perón:
El único que estaba encaminado a superar el conflicto del aislamiento de los
militares respecto de la sociedad argentina en que habían caído fue el coronel
Juan Domingo Perón. En 1946, tras haber estado preso en la isla Martin García y
después de la manifestación popular protagonizada por el partido obrero para su
liberación, fue proclamada su candidatura para las elecciones del mes de febrero
y, contra todos los pronósticos, triunfo derrotando a los partidos políticos
preexistentes.
Una nueva victoria electoral en 1948 alentó la Reforma de la Constitución
Nacional y, en 1949, redactó la Constitución Peronista, permitiendo la reelección
presidencial y proclamando la función social de la propiedad y el monopolio
estatal de los servicios públicos.

El rol de la industria:
Las principales características de las medidas económicas que se tomaron
fueron:
• Barreras arancelarias para proteger la industria nacional.
• Política redistributiva de los ingresos que permitió ampliar el mercado
interno incorporando a los trabajadores como consumidores de la
producción.
• Política de incentivos a la industria (créditos baratos y a largo plazo).
• Nacionalización de los transportes y los servicios públicos.
• Movilización del ahorro nacional a través de la nacionalización del Banco
Central.
• Creación del IAPI, por el cual el Estado era el único comprador de los
productos exportables e importables, y el único vendedor de ellos en el
exterior y el interior.
Los instrumentos para realizar estas transformaciones fueron las clásicas
medidas proteccionistas de la política de sustitución de importaciones. Los
Planes Quinquenales (1947-1951 y 1953-1957) establecieron las metas que
debían cumplirse en áreas económicas y sociales.
Nuevas funciones del Estado Argentino:
• Promover el bienestar social de la población.
• Ser arbitro en los conflictos entre el capital y el trabajo.
El gobierno mantuvo una cuidada relación con las Fuerzas Armadas en un
intento de neutralizarlas políticamente a cambio de una serie de concesiones,
pero los grupos de oficiales descontentos se ampliaron a partir de la crisis
económica y el recrudecimiento de la propaganda oficial. Perón intentó medidas
de control y la peronización de las Fuerzas Armadas, lo cual ensanchó la brecha
abierta entre el presidente y el cuerpo de oficiales.

Alianza de las FF.AA con los lideres políticos opositores:


La proclamada intrusión del poder político no resultó fácil y fue
contraproducente. A principios de los años 50, la relación entre el gobierno y la
oposición se deterioró aun más.
La reelección de Perón a fines de 1951 convenció a los opositores que solo
podría ser desalojado del gobierno por un golpe militar.
Durante 1953 se desató un conflicto entre el gobierno y la Iglesia católica, y en
1954 la situación se agravó y unió a la oposición en las iglesias. Esta situación fue
aprovechada por la oposición que, valiéndose del descontento y la militancia de
las clases medias, produjo la caída de Perón, en septiembre de 1955.
6- Populismo y Neopopulismo en América Latina – Mackinnon y Petrone

Es casi un lugar común en la literatura acerca del populismo comenzar


señalando la vaguedad e imprecisión del término y la multitud heterogénea de
fenómenos que abarca. Pero parece haber cierta dificultad para construir el
concepto, explicar su contenido, establecer las relaciones entre los elementos
componentes del mismo, la jerarquía, los vínculos.
Al estudiar al populismo es necesario ser conscientes de la relación entre el
fenómeno y sus intérpretes, revisar los contenidos ideológicos adyacentes que
influyeron e influyen sobre los estudios y las evaluaciones del populismo.

Rasgo de ambigüedad:
(1) Relación entre el concepto y aquellos que lo construyen: los estudios
sobre el pasado revelan mas sobre los autores y su presente que sobre ese
pasado investigado. Las interpretaciones del populismo han estado
fuertemente influenciadas por los resquemores de algunos intelectuales
hacia lo popular y toda su progenie repulsiva.
(2) El populismo no es parte de una tradición compartida más amplia a lo
cual se relaciona el uso del termino (como el comunismo y socialismo), su
status tipológico es solo analítico. Al no haber nadie que autodefina el
termino, lo definen los de afuera.
(3) La heterogénea realidad histórica a la que se refiere.

El texto se interesa en recorrer los populismos originarios y la emergencia del


termino, presentar un panorama de los enfoques de la literatura sobre el
populismo latinoamericano, y examinar algunas cuestiones epistemológicas y
plantear al menos los perímetros y los ejes del problema. La pregunta que se
plantea el autor es si el populismo es un fenómeno histórico, una categoría
analítica, o ambos a la vez.

El populismo en la historia

Los primeros populismos:


Los referentes históricos del populismo en un primer momento fueron, por un
lado, los movimientos del Medio Oeste americano de fines del siglo pasado, y por
el otro, el temprano movimiento socialista utópico de intelectuales rusos del
mismo período.
En un sentido mas amplio, el populismo según los rusos se utiliza para referirse a
todo el movimiento revolucionario ruso no marxista desde los escritores
pioneros hasta la década de 1890, y denota un socialismo agrario de la segunda
mirad del signo diecinueve .
A fines del siglo diecinueve una elite instruida en Rusia postuló la posibilidad de
construir una nueva sociedad socialista sin pasar por las mismas etapas
europeas de capitalismo y expropiación. Se creía que el desarrollo de la
civilización para unos pocos privilegiados se había logrado gracias al trabajo y al
sufrimiento de las masas del pueblo y que las clases cultas debían reconocer que
tenían una enorme deuda moral con el pueblo.
El ideal de los populistas rusos era una Rusia socialista, despojada del estado
autocrático y sus iniquidades sociales y económicas, en la cual reinaran la
hermandad y la armonía.

Por la misma época en Estados Unidos, los agricultores del Middle West unieron
sus voces para protestar contra los políticos y los banqueros de la Costa Este. El
apoyo del movimiento populista estaba integrado en su mayoría por farmers que
demandaban intervenciones socializantes más amplias por parte del gobierno.
El endeudamiento y la experiencia de sometimiento y humillación que implicaba
el endeudamiento constituía una vivencia frecuente para los farmers, quienes
formaron la espina dorsal del movimiento populista.
El intento de obligar al gobierno a hacer por ellos lo que no podían hacer por si
mismos, los forzó a entrar en la política a la ve que convirtió a su movimiento en
populista.

Ambos populismos (ruso y americano) se enfrentaron al desafino del


industrialismo, el urbanismo, la grandiosidad, la centralización, la jerarquía, y se
opusieron al avance del capitalismo y a uno de sus resultados principales: la
destrucción o el severo agotamiento de la pequeña propiedad y la producción en
pequeña escala. Ambos idealizaron al pueblo y aspiraron a un control de la
sociedad desde abajo.
Aunque los dos son “populismos agrarios” los populistas rusos, con su desprecio
a la reforma constitucional liberal y la adopción del terrorismo como opción
ética, ofrecen un fuerte contraste con el compromiso de los populistas
estadounidenses con los procesos políticos y la búsqueda de las leyes e
instituciones para proteger sus intereses.

El termino populismo entró a la literatura desde Rusia y EEUU para hacer


referencia a movimientos de base rural y con un fuerte contenido anti-elite.

La literatura sobre el populismo en América Latina

Drake sugiere considerar las nociones de populismo temprano, clásico y tardío, y


afirma que se podría argumentar que el timing de las condiciones apropiadas
para estos tipos de populismo variaron de país a país.

• Populistas tempranos o liberales: primeras décadas del siglo XX. Atraían


algunas simpatías del sector obrero, se apoyaban en las elites no
comprometidas con el ejercicio de poder y la emergencia de las clases
medias. Limitaron sus promesas reformistas a la democratización
legalista destinada a las minorías alfabetizadas (Yrigoyen en Argentina y
Alessandri en Chile).
• Populistas clásicos: aparecieron durante los años treinta y cuarenta.
Estos lideres movilizaron amplias franjas de las masas urbanas tras
programas animados por ciertos slogans e ideas socialistas. Estos
movimientos se autopercibían como cohesionados por el fin de la reforma
social a favor de los trabajadores, la democracia electoral y el
nacionalismo continental contra el imperialismo y el fascismo. El
populismo constituyó una respuesta coherente a los procesos de
aceleración de la industrialización, la diferenciación social y la
urbanización. Ellos prometieron medidas de bienestar y crecimiento
industrial protegido. Se enfrentaron a graves problemas económicos: el
proceso de industrialización por sustitución de importaciones comenzó a
encontrar obstáculos y se produjo un relativo estancamiento industrial y
una inflación aguda (Gaítan y Bentancourt).
• Populistas tardíos: años setenta. A medida que la red de intereses se
multiplicó, el espacio de maniobra en la arena política se redujo. Las elites
percibían que el precio que se debía pagar por la inclusión de las masas
ahora parecía ser mayor que los riesgos de una exclusión forzada. En
consecuencia, a mediados de 1970, bajo severas presiones económicas y
sociales, las fuerzas armadas proscribieron al populismo en la mayoría de
los países de América Latina (Perón en Argentina y Echeverría en
México).

Existen distintas formas de clasificar los enfoques con los que se ha abordado al
populismo:

Interpretaciones sobre la emergencia y la dinámica del populismo clásico

1. Línea de interpretación en clave del proceso de modernización: piensa al


populismo como fenómeno que aparece en los países subdesarrollados en
la transición desde la sociedad tradicional a la moderna.
2. Línea de interpretación bistórico-estructural: vincula al populismo con el
estadio de desarrollo del capitalismo latinoamericano que surge con la
crisis del modelo agroexportador y del estado oligárquico.
3. Coyunturalistas: hacen hincapié en las oportunidades y las restricciones
que rodean a las distintas clases o sectores sociales, en particular a los
trabajadores, en determinadas coyunturas históricas y cuestionan las
explicaciones que remiten los orígenes del populismo al pasado pre-
populista de América Latina.
4. La cuarta línea interpretativa, se define mejor desde su método de análisis,
que ubica la especificidad del populismo en el plano del discurso ideológico.

Se producen distintos tipos de asincronía de los procesos de transformación:

• Geográfica: el desarrollo no se produce al mismo tiempo, creando países


centrales y periféricos.
• Institucional: normas contradictorias en distintas etapas pueden regir la
mima institución.
• De grupos sociales: las características de ciertos grupos corresponden a
etapas avanzadas y los otros a una etapa retrasada.
• Motivacional: coexisten ideas correspondientes a sucesivas épocas
diversas lo que puede originar ideologías peculiares.

Caracterizan la asincronía dos fenómenos:

1. Efecto de demostración: el conocimiento de la exist4encia de determinado


nivel de consumo produce aspiraciones similares y determina la conducta
política tanto de las clases populares como de los grupos medios y
superiores.
2. Efecto de fusión: fusión de expresiones ideológicas o actitudes de in
contexto avanzado con las actitudes o creencias y otros contenidos
psíquicos de grupos atrasados.

Otros conceptos claves de la asincronía:

1. Movilización: proceso por el cual grupos anteriormente pasivos


comienzan a intervenir en la vida nacional.
2. Integración: tipo de movilización que se lleva a cabo a través de canales
político-institucionales vigentes.

A diferencia de Europa, donde se produce una consolidación de la democracia


representativa en dos etapas en la que las masas son incorporadas sin traumas al
aparato político a través de reformas y participación en partidos liberales u
obreros, en América Latina la rápida industrialización, la urbanización y la
masiva migración interna que se acelera desde la década del 30 en adelante, lleva
a la temprana intervención de las masas en la política.

Según Di Tella el populismo es: un movimiento político con fuerte apoyo popular,
con la participación de sectores de clases no obreras con importante influencia
en el partido.
Las transiciones son momentos de tensión estructural que llevan a la emergencia
de fenómenos como el populismo. Estas tensiones generan dos actores
importantes: las masas y las elites.

Cardoso y Faletto identifican tres formas de populismo:

1. Populismo y economía de libre empresa (Argentina).


2. Populismo y desarrollo nacional (Brasil).
3. Estado desarrollista (Chile).

Ianni no tiene dudas de que las experiencias nacionales son diferentes unas de
otras pues en cada caso las masas revelaron madurez política especial, pero
afirma que las experiencias populistas también tienen elementos en común. Así,
el populismo latinoamericano corresponde a una etapa determinada en la
evolución de las contradicciones entre la sociedad nacional y la economía
dependiente. El gobierno populista es entonces el reflejo de una nueva economía
entre las tendencias del sistema social y las imposiciones de la dependencia
económica.
Además, según este autor, el populismo corresponde a la etapa final del proceso
de disociación entre los trabajadores y los medios de producción. Las masas
trabajadoras abandonan los esquemas sociales y culturales creados durante el
estado oligárquico y adoptan valores creados en el ámbito urbano industrial.

La metamorfosis de los movimientos de masas en lucha de clases se da en


momentos críticos donde el populismo de las elites burguesas y de la clase
media, y el populismo de las propias masas no logran existir en armonía.
Vilas desarrolla la tesis de que el nivel de desarrollo alcanzado por la economía
en una sociedad y el tipo dominante de relaciones de producción ofrecen la
matriz de significado que explica la posibilidad y modalidades del populismo.
Sostiene que lo que permite caracterizar a un régimen como populista es el
conjunto de rasgos determinados susceptibles de articulación. En este sentido, el
populismo, tipo de régimen o movimiento político, enmarca el proceso de
incorporación de las clases populares a la vida política institucional, como
resultado de un intenso y masivo proceso de movilización social que se expresa
en una acelerada urbanización, en el impulso a un desarrollo económico de tipo
extensivo, en la consolidación del Estado nacional y en la ampliación de su
gravitación política y económica.

Para Weffort el populismo fue la expresión de la irrupción de las clases


populares en el proceso de desarrollo urbano e industrial, única fuente social
posible de poder personal autónomo para el gobernante y la única fuente de
legitimidad posible para el propio Estado.

¿Populismo, un concepto Cenicienta?

Algunos problemas epistemológicos

Los historiadores se puede agrupar en:

• Lumpers o agrupadores: buscan ordenar los casos particulares dentro de


categorías más amplias.
• Splitters o singularizadores: tienen a detectar las diferencias, los atributos
singulares entre fenómenos aparentemente similares.

Podemos ilustrar estas diferencias de perspectiva epistemológica con el debate


entre aquellos que sostienen que el concepto populismo como tipo ideal no sirve
para pensar ciertos fenómenos y procesos históricos de América Latina, y
aquellos que consideran que es posible conformar un modelo teórico general y
contrastarlo con los casos concretos.

En torno al alcance y la aplicación del concepto populismo, uno podría pensar en


principio que aquellos que tienden hacia los lumpers estarían de acuerdo con la
construcción de tipos ideales o con la búsqueda de configuraciones o
regularidades causales que den cuenta de ciertos procesos históricos
importantes, evitando los extremos de la particularización versus la
universalización que limitan la utilidad y el atractivo de otros abordajes. Este
grupo podría estar de acuerdo con la necesidad de construir conceptos que
tengan una aplicación amplia en el tiempo y el espacio.

Por otro lado, aquellos cuyos enfoque se acercan en mayor medida al de


los splitters, que valoran y realzan el valor de los contrastes, de los atributos
singulares, y defienden la necesidad de la deconstrucción de los conceptos y la
profundización de las investigaciones empíricas ante el peligro de la
simplificación de la realidad, tenderán a argumentar a favor del populismo como
fenómeno histórico espacial y temporalmente delimitado.
¿Una Cenicienta sin complejos?

El principal problema que tienen la mayoría de las interpretaciones sobre el


populismo, según los autores, es que en su gran mayoría se parte desde un lugar
que lleva a destacar las características negativas del fenómeno y a definirlo por la
carencia. Los fenómenos de populismo se definen por la falta de conciencia de
clase y de autonomía política de los sectores trabajadores.
De los análisis del populismo clásico emergen sociedades de masas
precariamente cohesionados, meros regímenes de sustitución para sobrevivir la
crisis. De los trabajos sobre neopopulismo emergen sociedades anómicas a la
merced de gobiernos autoritarios e instituciones social y políticamente
fragmentadas a la deriva, sin capacidad de representarse políticamente.

En cambio los autores prefieren pensar al populismo en primer lugar de manera


afirmativa y, en segundo, pensar en dirección de una articulación de rasgos (de
forma de no simplificar y reducir un fenómeno tan rico y complejo). Si se quiere
utilizar el término populismo y neopopulismo para abarcar los dos momentos
históricos, es necesario proceder como los lumpers y proponer una unidad
analítica mínima que trascienda los distintos periodos históricos y los diversos
espacios nacionales y sustente el concepto populismo.

Los atributos que conforman esta unidad analítica mínima son:

1. La crisis como condición de emergencia: las coyunturas de crisis, los


momentos de rupturas y grandes transformaciones parecen ser campo
propicio para los populismos. Cuando todo salta por los aires, aparecen
los grandes articuladores integrando a las masas e introduciendo cambios
que rearticulen el sistema político y el funcionamiento del Estado.
2. La experiencia de participación como sustento de la movilización popular:
son experiencias que tienen que ver con una idea de participación, de
democracia directa y con un énfasis en el heterogéneo conjunto de
sectores sociales, en la unidad del pueblo como valor ultimo. Los
populismos son formas inmediatas de participación, con consecuencias
concretas en la vida personal del individuo.
3. El carácter ambiguo de los movimientos populistas: el populismo fue un
modo determinado y concreto de manipulación de las clases populares
que no participaron en forma autónoma pero fue también un modo de
expresión de sus insatisfacciones. Fue un mecanismo de ejercicio de
dominio pero también una manera a través de la cual ese dominio se
encontraba potencialmente amenazado.

Existen importantes diferencias entre ambos periodos y entre los casos


nacionales en cada uno de estos periodos. Procediendo como los splitters, se
señalan algunas de las diferencia que se podrían organizar en torno de los
siguientes ejes:
1. La base social: en la discusión de los casos se deberá prestar atención a la
presencia o ausencia de las distintas clases, el papel que juegan en las
alianzas y como se articulan en cada país.
2. Incorporación-exclusión: la dimensión fundamental del populismo clásico
es la capacidad de incorporación no solamente en el nivel social
(derechos sociales), sino también en el nivel político (institucionalización
de la participación política por parte del Estado) y en el plan simbólico
(noción de pueblo y nacionalismo) de una amplia franja de sectores
sociales excluidos en los regímenes anteriores. El neopopulismo, en
cambio, llevaría adelante una incorporación selectiva que fragmenta a los
sectores subalternos.
El Estado, la economía y los actores sociales durante el gobierno peronista
(Argentina, 1946-1955) – Gaggero.

Introducción

La respuesta del peronismo a los conflictos de la sociedad de masas fue la


realización de un nuevo contrato social, caracterizado por el paso de la
democracia política a la social, que modificaba tres supuestos básicos del
liberalismo económico decionónico:

1. De la sociedad considerada como una asociación de intereses conflictivos


se pasaba a una idea de sociedad como trabazón interdependiente de
matriz comunitaria.
2. De la representación política ciudadana se pasaba aun sistema que
incluía partidos y organizaciones de intereses económicos.
3. Se adoptaba una concepción en la cual el Estado garantizaba el interés
general mediante la regulación del mercado.

La propuesta peronista se apoyó en el concepto clásico de la justicia como valor


primordial del Estado. El peronismo puso énfasis en los derechos sociales mas
que en los individuales, en los resultados mas que en los procedimientos,
visualizando el problema principal en la modificación de la estructura de poder
real en la sociedad.
Un rasgo del modelo fueron las modificaciones introducidas en el sistema
representativo, con la incorporación de las organizaciones intermedias, que
significó la concentración de las decisiones en el ejecutivo y la disminución de la
importancia en la actividad parlamentaria.
El Estado dejaba de concebirse como “gendarme” protector de los derechos
individuales, para pasar a ser “garante” de los derecho sociales. Pero mientras
que en los países centrales el Estado social tendió a debilitar las confrontaciones
ideológicas, aumentando el pragmatismo de las transacciones, en los países
periféricos se produjo una fuerte polarización.

Los primeros años de gobierno

Desde el punto de vista político, Perón se proponía cambiar la localización y la


función social del sistema a través de la utilización del Estado, para colocarlo al
servicio de sectores más amplios de la población. Se trataba de transformar el
aparato estatal en el eje del arbitraje del cuerpo social.
La coalición que lo llevó ala presidencia a través de las elecciones de febrero de
1946 era frágil. Incluía al Partido Laborista, a la Unión Cívica Radical y a los
comités independientes nucleados en el Partido Independiente.
Uno de los primeros objetivos de Perón fue el de organizar su apoyo, desarrollar
su partido y profundizar su relación con los sindicatos y sus afiliados.
Otro de los objetivos fue proteger el empleo urbano a través de la defensa de la
industria nacional. Así, su programa de gobierno sostenía la nacionalización de
los servicios públicos, la reducción de la deuda externa y la independencia de su
política exterior.
La política mercadointernista impulsada por el gobierno peronista no fue
consecuencia solamente de razones de política interna, factores externos
también ayudaron a implantarla. Desde la guerra algunas importaciones
estratégicas le fueron dificultadas a la Argentina por presión norteamericana
(como insumos industriales y combustibles). Por otro lado, desde la perspectiva
de las exportaciones, el país se vio obligado a especializarse en la ganadería para
abastecer de carne a Gran Bretaña, lo que impedía la expansión de sus
exportaciones.
Desde el punto de vista de la situación interna, la opción mercadointernista fue
producto de una política de pleno empleo y mejoramiento de los salarios reales.
Al proteger la industria nacional se evitaba el desempleo, y la política
redistributiva implementada desde el gobierno permitía ampliar el mercado de
consumo.
El pensamiento económico preveía una próxima confrontación entre Estados
Unidos y la URSS. Así, cuatro o cinco años de desarrollo económico serian
seguidos por una nueva depresión mundial. En este marco la Argentina
necesitaba acumular bienes de capital, que se pagarían con la venta de cereales
para alimentar a Europa, acudiendo al mercado estadounidense.
Miranda creía que la industrialización auto sostenida podía lograrse en solo
cinco años. La política de expansión industrial cargó sobre los hombros de los
terratenientes el peso de la diversificación económica, protegió a los
arrendatarios, elevó los salarios rurales para evitar un mayor éxodo a las
ciudades y obligó a los propietarios a enfrentar el dilema de reorganizar la
producción para aumentar la productividad o enfrentar la bancarrota.
Evidentemente, ninguno de estos supuestos se cumplió.

En 1946 fue creado el Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio


(IAPI), al cual se le otorgó el monopolio sobre las ventas externas de carne y
cereales. Se esperaba que el IPAI obtuviera las mayores ganancias posibles de las
exportaciones y los términos más favorables para las importaciones, al tiempo
que se transformaba en el comprador único de la producción agraria nacional,
por la cual pagó precios inferiores a los del mercado mundial. Las ganancias
obtenidas servirían para financiar el desarrollo industrial.

Los objetivos y medios económicos fueron determinados en el Primer Plan


Quinquenal para el período 1947-1951. Este establecía:

• Las pautas para el crecimiento de la industria,


• La repartición de la deuda externa.
• La nacionalización de los servicios públicos.
• La redistribución del ingreso.

En sus dos primeros años de ejecución los resultados obtenidos fueron


sorprendentes y la economía creció a tasas muy altas. La expansión económica se
verificó en el sector privado, con preferencia al sector publico, expresión del
énfasis puesto en el desarrollo de la industria liviana.

Desde el punto de vista político, en esta primer etapa el gobierno ejerció presión
sobre los sectores opositores con el objetivo de subordinarlos a sus intenciones.
Así, inició el juicio político a los miembros de la Corte Suprema que redujo la
autonomía del Poder Judicial y el sometimiento del Poder Legislativo, el que fue
perdiendo independencia respecto al Poder Ejecutivo. En efecto, desde 1949 los
debates parlamentarios van adquiriendo un neto corte partidita, y el “cierre del
debate” fue un recurso usual para silenciar a la oposición o alas disidencias
internas.

Los actores sociales frente al peronismo

El peronismo mantuvo una cuidada relación con las Fuerzas Armadas en un


intento por neutralizarlas políticamente a cambio de una serie de concesiones.

El principal problema fueron las relaciones con los sindicatos. El objetivo


principal de Perón había sido subordinarlos y hacerlos instrumentos dóciles
para implementar su política. Sin embargo, el papel que desempeñaron en la
crisis de octubre del 45 había obligado a considerarlos como aliados. Es así como
el Partido Laborista incluyó a Perón como su primer afiliado y no como su
dirigente.

Perón ordenó disolver todos los partidos y crear con sus dirigentes una única
organización política. El único partido preexistente que presentó oposiciones fue
el Laborista.
Para someterlos fue dictada la Ley orgánica de los Partidos Políticos, que
prohibía expresamente las coaliciones como las que lo habían ungido presidente,
y obligaba a sus partidarios a fusionarse en un partido único.
Pero los problemas no terminaron con la creación del Partido Peronista. Al
provenir sus dirigentes de orígenes tan diversos, los conflictos entre los distintos
grupos se multiplicaron debido a las viejas rivalidades y a la carencia de una
solida estructura política capaz de disciplinarla.

El modelo sindical peronista continúa y amplía el desarrollado por los grandes


sindicatos de servicios de los años 20 y 30: el sindicato único por rama de la
industria. Casi todos los gremios se fueron sometiendo pacíficamente, sin
necesidad de que el gobierno los obligue.
Hubo efectivo crecimiento del salario real entre 1943 y 1950, que fue la base de
sustentación del apoyo popular al régimen.
Las mejoras obtenidas fueron producto de la acción del gobierno, pero en el
proceso los sindicatos no fueron actores pasivos, tuvieron un importante papel
en asegurarse la implantación completa de dichas reformas.
Con todo el gobierno logró la unidad del sindicalismo argentino que no había
existido nunca en el país, permitiendo la centralización y el control que
necesitaba para lograr sus objetivos de planificación económica desde el Estado
y la satisfacción de aquellas aspiraciones congruentes con el desarrollo
capitalista, y para enfrentar a la oposición con un solido bloque de apoyo.
El movimiento obrero resultó así organizado piramidalmente, con una poderosa
CGT que, a partir de los nuevos estatutos establecidos en 1950, controlaba las
organizaciones que la componían, que a su vez sometían a sus seccionales a
través del control de los fondos y la posibilidad de intervenirlas.
Desde 1951 el Estado estableció un control sobre el movimiento obrero, y lo
logró mediante la destrucción de aquellos sindicatos que se oponían a su línea
económica y política.
Un legado crucial que el movimiento obrero recibiría de la era peronista
consistió en la integración a una comunidad política nacional y un
correspondiente reconocimiento de su status cívico y político dentro de dicha
comunidad. Otra novedad aportada fueron las comisiones internas, que
representaban a los obreros en el lugar de trabajo y se integraban a la estructura
del sindicato. Estas comisiones permitieron al sindicato un mayor control sobre
la aplicación de la legislación. Pero además significaron una transferencia de
poder en el interior de la fabrica, de la empresa a los empleados.

La persona que desempeñó un papel importante en el control del movimiento


sindical fue Eva Perón. Además, introdujo el voto femenino y creó la Fundación
Eva Perón, la cual se encargaba de la salud, atención a niños, mujeres y ancianos,
construyó escuelas y hogares, y cuando la crisis golpeó enfrentó nuevos rubros
como los almacene, para hacer frente al deterioro salarial.

La burguesía nacional constituyó por primera vez una organización propia, la


CGE, a través de la cual podían hacer llegar al gobierno sus ideas. Fue resultado
de dos procesos complementarios:

1. Los deseos de Perón de la organización de todas las fuerzas industriales.


2. Los esfuerzos de los empresarios del interior de defender sus intereses.

La CGE exigía la derogación de los precios máximos, un aumento de la


importación de petróleo, materias primas y bienes de capital.

La renovación de la Cámara de Diputados en las elecciones de 1948 acrecentó el


respaldo electoral del peronismo, siendo la única otra fuerza política
representada en la Cámara la UCR. Esto alentó las expectativas para impulsar la
reforma de la Constitución.
La Constitución Peronista de 1949 incluyó en su seno los derechos de los
trabajadores y de la ancianidad, estableció la función social de la propiedad, la
elección directa de presidente, vicepresidente y senadores, la unificación de los
mandatos en seis años y la reelección presidencial.

La crisis económica

El incremento de las importaciones desde los Estados Unidos agotó las reservas
de divisas al tiempo que el país encontraba dificultades para ubicar sus
exportaciones en los mercados europeos. La situación propició la caída de la
participación argentina en el comercio internacional, agravando el déficit del
Plan Quinquenal en la materia.
El aumento del salario real produjo un incremento del consumo local de carne,
que unido a un descenso internacional de los precios de la misma, redujo los
saldos exportables, tanto como para que el país no pudiera cumplir con las
cuotas ofrecidas a Inglaterra.
El auge industrial produjo una crisis de combustibles. Esta situación redundó en
una crisis de la balanza de pagos que provocó la contracción industrial e inició el
eclipse de la sustitución de importaciones.

Todo ello obligó a tomar medidas que significaron un cambio en la política oficial
que consistió básicamente en priorizar las importaciones indispensables como el
petróleo y los repuestos de maquinarias, y destinar más fondos a la agricultura.
El IAPI desempeñó un papel importante: para alentar la producción
agropecuaria, empezó a pagar precios superiores a los internacionales.

La crisis obligó al endurecimiento político respecto a la oposición. El gobierno


acentuó el control sobre los actores sociales y recurrió a la represión de las
actividades opositoras.
Se recurre a los métodos de propaganda para dividir el sistema político en dos
bloques: el peronista y el antiperonista. Cobra importancia el Partido Peronista
que se convirtió en dominante dentro del movimiento.
Los grupos minoritarios descontentos en el seno del Ejercito se amplían como
consecuencia de la crisis económica y la propaganda oficial, que van alejando al
gobierno del modelo de consolidación de clases que había sido el objetivo
original del régimen.
El 1951 el gobierno se enfrenta por primera vez con disidentes en el seno del
cuerpo de oficiales, por lo que planteará medidas de control y la peronización de
las Fuerzas Armadas. Esto agrava la brecha abierta entre el presidente y los
militares.
La decisión de aplicar en el ejercito las consignas de pureza y fidelidad ideológica
que se exigía a los funcionarios civiles no hicieron mas que favorecer la
propaganda de los sectores antiperonistas dentro de las Fuerzas Armadas.

La crisis económica inicia la progresiva desmoralización de las propias fuerzas


peronistas.

Segundo Plan Quinquenal y la Crisis Política

Tras superar los momentos más críticos después del plan de estabilidad de 1952,
el gobierno lanza el Segundo Plan Quinquenal para el periodo 1953-1957, cuyos
objetivos fueron:

• Lograr el equilibrio económico.


• Lograr un pacto social entre los trabajadores y sus empleadores.
• Posibilitar un incremento en el desarrollo industrial acorde con el
equilibrio económico.

El Plan favorecía al sector energético, al desarrollo agrícola, al capital sobre el


trabajo, a la industria pesada, promovía las exportaciones y pretendía producir
un mejoramiento de la productividad.
El Plan por primera vez tenia en cuenta el tema de la productividad. Tuvo un
éxito relativo, y la economía se recuperó pero no creció.
La conflictividad política del periodo se agravó por el enfrentamiento con la
Iglesia Católica.
La Iglesia se sentía lesionada por los intentos realizados por parte del Estado de
invadir esferas y actividades que hasta ese momento habían estado reservadas a
aquella, como las mujeres y la caridad.
Además, se fue originando una tendencia a presentar al justicialismo como el
“verdadero cristianismo”, el “cristianismo de los pobres”, frente a una Iglesia
demasiado comprometida con los poderosos.
El conflicto, que significó un ataque contra el ultimo bastón de la sociedad no
alcanzado por el régimen, produjo deserciones en las filas peronistas y nucleó a
la oposición en la Iglesia.

Tras algunos actos de violencia, el Ejercito obligó a Perón a iniciar la conciliación.


A principios de julio Perón hizo un llamado a la unidad nacional. Pero la
intransigencia por parte de ambos bandos produjo el fracaso de la conciliación y
desató el levantamiento del 16 de septiembre, que tres días después lo obligó a
renuncias y a exiliarse en Paraguay.

Conclusiones

Muchas de las decisiones tomadas por el gobierno peronista durante los más de
9 años de gobierno tuvieron origen en la necesidad de mantener el apoyo de los
sectores obreros. la necesidad de mantener este apoyo puso un limite a la
reversión de la política económica iniciada en 1951, que estuvo condicionada por
la necesidad de mantener las políticas sociales.
El gobierno peronista logró cumplir con uno de sus objetivos: integrar a los
obreros al sistema capitalista y hacer posible una política de conciliación de
clases.
La caída del peronismo no es obra de la situación económica, sino de la
profundización de la crisis política que fue incapaz de evitar.
8- El impacto de la Guerra Fría en América Latina (1950-1970) – Gaggero

La Guerra Fría y la Doctrina de Seguridad Nacional

La Guerra Fría fue un estado de tensión permanente, primero entre Estados


Unidos y la Unión Soviética, y luego entre los dos bloques controlados por ellas.
No provocó un conflicto directo debido al peligro de la destrucción mutua por la
utilización de armas nucleares.
Se caracteriza por seis aspectos:

1. Elevada concentración militar.


2. Intensa campaña propagandística en contra del otro bloque.
3. Rechazo del compromiso y la negociación.
4. Conflicto entre el capitalismo y socialismo, que llevo a revoluciones en el
Tercer Mundo.
5. Política de represión y persecución.
6. Confrontación Este-Oeste que se impulsó sobre cualquier otro aspecto de
las relaciones internacionales.

El nuevo equilibrio de poder (dos superpotencias enfrentadas) originó un


sistema internacional bipolar y flexible, en donde se hallaban las dos
superpotencias, sus bloques de influencia, los países no alineados y la ONU (actor
universal que intenta atenuar la tensión).
El conflicto se fue tornando mundial a partir de problemas iniciales ocurridos en
Europa. En enfrentamiento ideológico se amplió, transformándose en un
conflicto global.

La tensión creada impulsó la elaboración de una política de riesgos calculados,


cuyos principios fueron:

• La contención del enemigo y su expansión.


• La disuasión de cualquier acto hostil.
• La persuasión en tanto factores ideológicos y psicológicos.
• El espionaje.

El desarrollo de la Guerra Fría estuvo condicionado por tres factores:

1. Los cambios en la cúpula de poder de las superpotencias.


2. El control de los actores políticos sobre los militares.
3. La percepción que se tuviera de la potencia enemiga y de su expansión
regional o mundial.

Este sistema se conoce como un Sistema Bipolar, en el que se mantuvo un


equilibrio entre ambas superpotencias, que gozaban de poder y capacidad de
destrucción equivalentes y superiores a la de cualquier otro Estado.
Quedaron establecidos dos subsistemas: el Sistema Atlántico (liderado por USA)
y el Sistema Socialista Mundial (liderado por la URSS).
Para evitar la transformación al comunismo de las naciones europeas devastadas
por la guerra, USA lanzó el Plan Marshall de reconstrucción económica y la
Doctrina Truman de contención del avance soviético.
Tras la guerra, Alemania quedo dividida y Berlín también.

En los años siguientes, el esquema se repitió: el estallido de un conflicto puntual,


que recalentaba las relaciones entre los bloques, era seguido de una etapa de
deshielo, en la que los actores tenían mayor predisposición hacia los reclamos de
sus rivales, hasta que un nuevo acontecimiento volvía a endurecer las posiciones.

La Revolución Cubana introdujo la Guerra Fría en el hemisferio. Entonces, el


gobierno de los Estados Unidos creó una serie de establecimientos militares en
Panamá con el objetivo de entrenar a los ejércitos continentales en la guerra
antiguerrillera.
En este marco se elaboró la Doctrina de Seguridad Nacional, que influyó en la
formación de los militares de los países sudamericanos.
Esta guerra seria una guerra contra el comunismo internacional, y se libraría en
todos los frentes: político, militar, económico e ideológico.

La Revolución Cubana

En 1956 empezó la crisis cuando un grupo de 81 exiliados, liderados por Fidel y


Raúl Castro, trataron de llegar a la isla. Muchos sucumbieron ante las unidades
militares, pero otros lograron instalarse en la Sierra Maestra desde donde harían
la guerra de guerrillas. Batista intentó impedir la revolución, pero al ver que no
podía se exilió en la Republica Dominicana en 1958. Era el triunfo de la
Revolución.

El gobierno revolucionario comenzó como un triunvirato, con Castro como jefe.


En abril de 1959 realizó su primer viaje a USA donde consiguió proyectar la
imagen de un reformista nacionalista que se oponía con fuerza a la intervención
extranjera, pero que no era comunista. Recalcó la necesidad de una especie de
reforma agraria en Cuba.
Al volver, se expropiaron las haciendas de mas de 400 hectáreas, pagándoles una
indemnización deliberadamente inferior al valor real. Las tierras expropiadas se
repartirían entre los pequeños propietarios privados y las cooperativas.

La polarización política se agudizó, por lo que Fidel renunció en medio de una


crisis política. Las multitudes pidieron su regreso, lo que fortaleció su posición.

Durante 1960 se afirmaron cuatro tendencias:

1. La nacionalización de la economía.
2. El giro hacia el bloque soviético.
3. El establecimiento de un régimen autoritario.
4. El lanzamiento de una política socioeconómica igualitaria.

El giro hacia la URSS fue parte del mismo proceso de enfrentamiento con USA. El
acuerdo con los soviéticos ofreció a Fidel una fuente alternativa de tecnología y
equipamiento. Los soviéticos añadieron armas y llegaron misiones técnicas. A
fines del año 60 el giro era decisivo.

La CIA consideraba a Fidel como un títere soviético, por lo que comenzó a


organizar una serie de conspiraciones. En 1961 estuvo lista la operación Bahía
de Cochinos, pero Kennedy no quiso involucrarse por lo que negó el apoyo aéreo.
La operación resulto un fiasco. Los exiliados estaban muy mal organizados, no
tuvieron apoyo en Cuba y las defensas de la isla resultaron más que adecuadas.
Después de esto, los soviéticos decidieron armar la isla para hacer imposible una
nueva invasión y convirtieron al ejercito cubano en uno de los más poderosos del
hemisferio.

Tras encontrar emplazamientos misilísticos en la isla, Kennedy ordeno un


bloqueo estricto para impedir que nuevas armas fueran desembarcadas. La OEA
(Organización de los Estados Americanos) solicitó la rápida retirada del
armamento atómico del continente y recomendó apoyar el bloqueo. Krushev
decidió retirar los misiles a cambio de la promesa de USA de no invadir Cuba.
Esto deterioró la imagen de Fidel, quien no tuvo participación alguna en la
negociación, presentándolo como una marioneta soviética.

Luego del intento de invasión de 1961, Cuba se concentro en las tareas


económicas. El Che presentó un plan de cuatro años de diversificación de la
producción agrícola, restando importancia al azúcar, e industrializar la isla a
través del desarrollo de bienes de consumo ligero. Los resultados fueron
desalentadores: se agotaron los bienes de consumo, no había reserva de divisas y
la producción azucarera se había hundido. La industrialización tampoco
producía resultados debido a que el país carecía de materias primas.

Guevara sostenía una postura que eliminaba el mercado y los incentivos


materiales. La construcción del socialismo interno requería la promoción
agresiva e la revolución en el exterior, quería probar que la estrategia guerrillera
podía triunfar en toda Latinoamérica.
Cuba volvió al azúcar y en 1966 Fidel apoyó a Guevara. Cuba haría un esfuerzo
acompañado por incentivos morales, lo que significaba un incremento del
compromiso con la revolución exterior. En 1968, tras la muerte del Che, Fidel
volvió a la línea de Moscú, restando respaldo a la exportación de la revolución.

La política estadounidense para América Latina

La Revolución Cubana planteó la necesidad a USA de encarar reformas


modernizadoras en América Latina si quería licuar las posibilidades de la
revolución socialista en la región.
La Alianza para el Progreso planteaba la ayuda masiva para la región con el
fortalecimiento de reformas democráticas, creando una relación de trabajo
conjunto que permitiera enfrentar los problemas del desarrollo.

El Estado Burocrático Autoritario


Los años sesenta presagiaron una era de crisis para América Latina. Las políticas
de industrialización empezaron a tropezar con problemas económicos y
políticos.

1) La estructura de esta industrialización era incompleta, ya que para producir


las empresas necesitaban bienes de producción importados. Los términos de
desigualdad del intercambio empeoraron esta dificultad. Por la misma cantidad
de exportaciones, los países latinoamericanos podían comprar cada vez menores
cantidades de bienes de producción.

2) La demanda interna de productos manufacturados era limitada.

3) el grado relativamente elevado de la tecnología de la industria presente en


Latinoamérica solo podía crear un numero limitado de trabajo.

A medida que aumentaba la presión los países imponían regímenes más


represivos mediante golpes militares. Las elites pensaron que tenían que
estimular la inversión, por lo que había que desmantelar el poder colectivo de la
clase obrera.
Estos regímenes presentan características comunes:

• Nombramiento para cargos políticos de gente con carreras altamente


burocráticas.
• Exclusión política y económica de la clase trabajadora.
• Control de los sectores populares.
• Reducción de la actividad política.
• Procuraron reavivar el crecimiento económico mediante la consolidación
de los vínculos con las fuerzas económicas internacionales.

O`Donnell acuño el concepto e Estado Burocrático Autoritario que se caracteriza


por:

• Su base social esta compuesta por las facciones superiores de una


burguesía oligopólica.
• Industrialmente adquieren peso decisivo las organizaciones
especializadas en la coacción.
• Es un sistema de exclusión política de un sector social previamente
activado.
• Supresión de la ciudadanía y la democracia política (eliminando partidos
políticos).
• Promueve una mayor transnacionalización de la economía.
• Intenta despolitizar el tratamiento de las cuestiones sociales.
• Implica la clausura de los canales democráticos de acceso al gobierno.
• La emergencia esta precedida por una crisis económica (insatisfactoria
distribución de los beneficios) y otra política (producida por un sector
urbano organizado).
9- La década de las decisiones (1960-1970) – Donghi

Las dos razones principales para que la década de 1960 se anunciase como una
de decisiones radicales para América Latina fueron:

1. Ese hecho nuevo que era el giro socialista de la Revolución Cubana.


2. Las consecuencias del vigor inesperado del crecimiento económico, tanto
en el primer mundo como en el bloque socialista, que acentuaba en
América Latina la desazón al descubrir que en medio de esa ola expansiva
cada vez más impetuosa su propio ritmo de avance estaba lejos de
acelerarse.

En 1960 se creó la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio y la del


Mercado Común Centroamericano. A la vez, se hacia cada vez más claro que
luego del agotamiento del desarrollismo las uniones económicas estaban
destinadas a ser instrumentadas por las empresas multinacionales.
Pero el problema ni estaba en el avance tan denunciado de las multinacionales,
sino en que ese avance era demasiado lento y parcial para incorporar más
sólidamente a Latinoamérica en ese orden capitalista en vertiginoso ascenso.

A lo largo de la década que se abría iba a parecer cada vez más claro a muchos
que sería imposible superar la amenaza de estancamiento sin quebrar el marco
del sistema político y económico internacional.
Esa convicción vino a dar popularidad a las distintas versiones de la llamad
teoría de la dependencia, que aseguraba que lo que impedía a Latinoamérica
superar el subdesarrollo era su integración subordinada en el orden capitalista
mundial.

La reacción latinoamericana frente al estancamiento en que amenazaba hundirse


el subcontinente venía a reforzar las que la Revolución cubana estaban
suscitando entre quienes desde fuera aspiraban a orientar el rumbo de éste.

El teatro principal del combate contra la amenaza revolucionaria se trasladaba al


continente, y a él estaban orientadas las innovaciones propuestas por la
administración de Kennedy.
El riesgo de revolución cesaría cuando el subcontinente alcanzara por fin el
desarrollo autosostenido, que era por lo tanto urgente impulsarlo en este
sentido.

Las experiencias acumuladas internacionalmente sugerían como tarea crear


sólidos encuadramientos políticos y sociales para las masas de las cuales
dependía el desenlace del conflicto con las fuerzas revolucionarias.
Expresión de esta nueva política fue la Alianza para el Progreso. Ella
promulgaba:

• El recurso de la reforma agraria y una industrialización más rápida y


menos limitada.
• La expansión de las funciones y los recursos del Estado para la
consolidación acelerada de estructuras políticas y sociales capaces de
encuadrar sólidamente a las masas.

Para esa tarea de encuadramiento y canalización de las masas latinoamericanas


el gobierno de Kennedy confiaba en las corrientes de reforma moderada, que
preferían las soluciones políticas encuadradas en el marco de la democracia
representativa, frente a las dictatoriales.
USA no renunciaba a poner a los ejércitos latinoamericanos al servicio de ese
ambicioso programa de transformación con propósitos de conservación. Los
ejércitos eran incitados a tomar a su cargo funciones de desarrollo económico-
social.

Todo esto resultó en la implantación de una presencia norteamericana más


compleja y diferenciada, más capaz de gravitar eficazmente en una
Latinoamérica que está entrando tumultuosamente en la era de masas. Esa
presencia debe servir a un doble propósito de transformación y conservación, o
de seguridad y desarrollo.
Pero luego del asesinato de Kennedy, Johnson decidió que la primacía del
objetivo de conservación y seguridad quedara resignada por el abandono de la
opción política a favor de la democracia representativa. Estados Unidos volvió a
ser simplemente amigos de sus amigos.

La doctrina de seguridad nacional hacía del ejercito el protagonista de la vida


nacional, al ponerlo al frente de una empresa que unificaba la guerra
convencional y la política convencional.

Se produce una reestructuración de los ejércitos en LA bajo los auspicios


norteamericanos:
• Inclusión de la tortura y otros ejercicios del terror contra civiles
• Ejércitos cada vez más conscientes de su identidad e intereses
corporativos (en el plano nacional e internacional)
En lo NACIONAL, esta identidad corporativa los hacía querer burocratizar la
institución para insertarse más en la vida política:
• Ya no serían sostén de alguien (actor político). Por lo tanto, el dirigente
ahora tendría poca AUTONOMÍA frente a las FFAA. Además era necesario
controlar al dirigente por el miedo a una revolución.
La sociedad también está amenazada, aunque no todos ven el futuro
SOMBRÍO/NEGATIVO que proponen las FFAA.
De hecho, había un clima de OPTIMISMO x las innovaciones (teléfono a larga
distancia, píldora anticonceptiva, progresos en comunicación, moto-scooter a
avión), tanto de los privilegiados por el régimen militar como por los que se
oponían a éste (clases bajas). Para estos últimos, las innovaciones anticipaban la
revolución. Por esto podría decirse que era “raro” que también los privilegiados
se sientan optimistas, porque apoyaban innovaciones que “podrían llevar a su
ruina” (rev).

Se produce una TRANSICIÓN DE LA ECONOMÍA A UNA NUEVA ETAPA: (causas)


• Inconvertibilidad del dólar en oro (Nixon 1971. Buscaba transferir las
consecuencias negativas de la pérdida del predominio norteamericano a
sus rivales europeos que se expandían)
• Crisis del petróleo
• La demanda de productos primarios de las periferias le dieron a estas un
arma (porque los proveía). No parece ya algo fatal la cuestión de los
deterioros del intercambio.

Así, se ve que viene un nuevo clima económico, tan cortante como el de 1960.
El marco para seguir las transformaciones de la época en LA es NACIONAL.
Excepto Cuba, que pasó a lo INTERNACIONAL, a pesar de los intentos de JFK de
la Bahía de los Cochinos y de no regresar a Cuba al dominio norteamericano.

En esta etapa hay una excepción para ello, que es Cuba, cuya revolución sigue
siendo un hecho que excede resueltamente el marco nacional, gracias a sus
vastas repercusiones.

CASO CUBANO

En abril de 1961 los exiliados apoyados por USA alcanzaron establecer una
cabecera de puente en Playa Girón, aunque se encontraron con una
impresionante movilización política y militar de los vastos apoyos con que seguía
contando la revolución. Los incursores fueron derrotados en los combates que
llamaron de Bahía de Cochinos.
El fracaso del ataque militar contra Cuba no impidió a Washington desquitarse
en enero del año siguiente en el territorio diplomático, imponiendo en la reunión
de la OEA la separación de Cuba del organismo y la creación de un Comité
Consultivo de Seguridad destinado a afrontar a la Revolución cubana y sus
eventuales ecos continentales.

En octubre de 1962 Washington denunció que la URSS estaba instalando bases


para cohetes nucleares y proclamó un bloqueo marítimo a Cuba, a cesar solo
cuando la URSS se comprometiese a desmantelar esas bases. Para esto, USA se
comprometió a no invadir la isla.

La implacable hostilidad norteamericana seguía incidiendo de modo fuertemente


negativo sobre la isla revolucionaria. Tanto el bloque económico como la
cuarentena diplomática (aisló a Cuba del resto de Latinoamérica), seguían
limitando duramente las opciones abiertas a la dirigencia revolucionaria.

Pero el esforzado aislamiento no impedía a la Cuba revolucionara gravitar en el


continente. El mostrar que lo que todos habían creído imposible era posible,
daba nuevo aliento a las tendencias contestatarias y revolucionarias.

El foquismo (cree que el secreto de éxito de la revolución cubana esta en su


enquistamiento inicial en un foco militar periférico) fue la formula a través de la
cual esa revolución se ofreció como modelo para la continental. Esos focos
contaban con el auspicio de la isla revolucionaria, que solo excepcionalmente ese
auspicio iba a incluir aportes significativos de armas y otros recursos.
Sin duda el influjo cubano se hizo sentir todavía de otros modos en el continente:
• Estaba obsesivamente presente en él a través de la imaginación colectiva.
• Gravitó decisivamente en la renovación cultural e ideológica tan intensa
en esos años.

1962 fue un año de penuria. A más de las dificultades creadas por la ruptura del
vinculo con USA, y todavía las causadas por la vertiginosa integración en otro
bloque económico, pesaba la herencia de las efímeras políticas económicas
introducidas por la Cuba revolucionaria durante su brevísima transición al
socialismo. Estas se habían orientado hacia la diversificación económica con
acento en la industria y apoyo en la expansión del mercado interno, asegurada
por la ampliación y redistribución del ingreso impulsada por el Estado.
La enorme concentración del poder político creada por la revolución hizo posible
a Cuba llegar más lejos que ninguna otra nación latinoamericana en la aplicación
de esas políticas, pero que en un año agotaron las reservas de divisas y en dos
desembocaron en una crisis en la producción azucarera.

La primera respuesta a las dificultades económicas fue la radicalización del


proceso revolucionario (demolición de las fortalezas sociales de las clases
privilegiadas), la implantación gradual de la segunda reforma agraria y la
nacionalización de todo el sector industrial.
Esos avances debían en parte su urgencia a la de las amenazas externas e
internas que pesaban sobre la revolución.

En un marco socioeconómico así definido, la prioridad reconocida a la industria


iba a ser revisada. El énfasis se puso en los rubros el sector primario poco
explotado (pesca, avicultura). Pero en 1963 debió admitirse que los recursos
necesarios para la impulsar la economía debían provenir del viejo sector
dominante, el azucarero.
Castro anunció que la rehabilitación del sector azucarero debía terminar en 1970
(el año del esfuerzo decisivo), en el cual se recolectarían casi 10 millones de
toneladas (solo llegaron a aproximadamente 8 millones).

Pero el deterioro era demasiado intenso para no requerir alivios mas inmediatos.
Esto trajo a primer plano los dilemas básicos de la implantación del socialismo,
que iban a dar tema a mediado de la década a un debate decisivo:

1. El Che Guevara se identificó apasionadamente con la alternativa que


proponía quemar etapas e implantar un socialismo duro y puro,
eliminando los residuos de la economía de mercado como el uso de
incentivos económicos para estimular la productividad de la fuerza de
trabajo.
2. Carlos Rafael Rodríguez proponía en cambio una marcha más cauta y
gradual.

Castro apoyó a Guevara, pero los resultados no fueron halagüeños. Los esfuerzos
por aumentar la productividad fueron perdiendo intensidad, y pronto fue preciso
recurrir a una disciplina más estricta para frenar la propagación del ausentismo.
El fracaso fue un veredicto que imponía renunciar al camino alternativo al
socialismo que Cuba se había prometido inaugurar. La URSS y el bloque del Este
se transformarían en el modelo económico e institucional que Cuba se resigna a
aplicar disciplinariamente. Los resultados son:

• Mayor eficacia de la gestión económica.


• Mejor clima de convivencia, menos tenso y enardecido.

La revolución no debió enfrentarse a desafíos peores al desanimo popular ya


que, pese a esas decepciones la mayoría de los cubanos que permanecían en
Cuba seguían hallando motivos para sentirse identificados con ella.
La revolución había dado beneficios reflejados en:

• Los avances impresionantes de la salud publica y en la vivienda.


• Imposición de un orden social más igualitario.
• Creación de un sistema educativo que abría posiciones de elite a los hijos
de las clases populares.

Cuba se esforzó en encontrar otros canales con el continente latinoamericano,


reconciliándose con cuantos gobiernos estaban dispuestos a abandonar el cerco
diplomático. Esto también fue tentados para los gobiernos continentales, en
cuanto desdibujaba el perfil de la Revolución cubana como polo alternativo al
orden vigente, y la privaba así de parte de la eficacia con que se había venido
estimulando la polarización en una Latinoamérica en difícil transición.

CASO CHILENO

El proceso en Chile retiene su tradicional capacidad de encarnar las alternativas


políticas que afronta Latinoamérica con precisión y claridad mayores que ningún
otro. Desde 1958 la alternativa socialista va a ser ofrecida al electorado chileno
en cada ocasión electoral.

En 1958, Alessandri había obtenido una leve ventaja sobre el candidato del
frente de izquierda (FRAP), Salvador Allende.
Con una base ampliada, el presidente buscó romper el estancamiento de la
economía chilena mediante una apertura que no podía ir muy lejos sin herir los
intereses de los vastos sectores de las clases propietarias rurales y urbanas, y
que no logró atraer las esperadas inversiones extranjeras.
La segunda etapa de su presidencia estuvo marcada por un retorno ya ineludible
a la austeridad y el estancamiento.

El 1963 el control del voto campesino por los partidos identificados con las
clases terratenientes, que ha sido la base del equilibrio sociopolítico chileno, se
desvanece muy rápidamente. Los partidos de derecha retiran su apoyo a Durán
(continuador de Alessandri) y lo transfieren a Frei, abanderado de la Democracia
Cristiana.
Era preciso que los organizadores sindicales demócrata-cristianos reemplazasen
a los terratenientes en la orientación política de las masas rurales.
La Democracia Cristiana debía pintar el dilema planteado al electorado chileno
en los tonos del anticomunismo mas tosco y primario. La campaña cavó una fosa
de hostilidad entre su partido y los de izquierda, pero le aseguró la mayoría del
electorado.

La derecha vio con alarma la victoria democristiana, a la que había contribuido


decisivamente, pero que no había esperado tan amplia, y buscó contrarrestarla
practicando la obstrucción parlamentaria en acuerdo con la izquierda. Pero las
elecciones de renovación del Congreso restó eficacia a esa táctica.

La revolución designaba a la vez un programa de cambio socioeconómico y uno


de reestructuración de la vida política. El primero incluía una reforma agraria
destinada a crear una nueva clase de agricultores independientes, y eliminar la
rémora que para la economía chilena significaba una agricultura de
productividad escandalosamente baja.

Los avances realizados en la implementación de ese ambicioso programa,


además de la política de chilenización del cobre, fueron en verdad notables, pero
no suficientes para completar la metamorfosis a la vez socioeconómica y política
postulada por el partido de Frei.
Ya hacia 1967 se hacia evidente que la tan innovadora experiencia democristiana
chocaba con los limites impuestos a la expansión económica por obstáculos
estructurales.

Tanto en las ciudades como en el campo, los nuevos sectores sociales eran
disputados a la democracia cristiana por la izquierda, y dentro de ésta, más bien
por el comunismo, demasiado ligado a su base sindical, por la izquierda socialista
y sus prolongaciones guevaristas.
Esa reacción encontraba eco considerable entre las clases medias, cuyos
intereses, tradicionalmente protegidos, habían sido más bien tutelados en
cambio por una Democracia Cristiana que prefirió cultivar la adhesión de otros
sectores sociales hasta entonces más equivocados a su prédica.

La tentativa de la democracia cristiana de transformarse en partido de todo el


pueblo, en un Chile renovado bajo su guía, aguzaba la hostilidad de todas las
restantes formaciones políticas.

El Partido Nacional pudo asegurar la necesaria mayoría para la candidatura de


Salvador Allende a la presidencia del senado, sin renunciar por ello a ofrecerse
como la alternativa sólidamente conservadora de la irresponsable demagogia de
la que acusaba al gobierno de Frei. El socialismo se estaba transformando por
primera vez en una alternativa inmediatamente relevante.

Con algo más del 36% de los votos, el margen de Allende era en verdad exiguo,
pero suficiente para darle oportunidad de introducir a su país en la que se dio a
llamar la vía chilena al socialismo, que prometía llevar adelante la transición a
éste sin abandonar el cauce constitucional.
Los tres años durante los cuales le tocó guiar a Chile en esa áspera navegación
iban a marcar la etapa resolutiva de la crisis que la década de las decisiones no
había alcanzado a decidir.
10- Integración y Desarrollo (1955-1966) - Fernández y Rossi

Fin de la democracia populista - Actores Sociales

El Ejército
El frente opositor que terminó con la presidencia de Perón era demasiado amplio
y heterogéneo. A los tres meses del golpe, Leonardi (nacionalista católico) fue
desplazado por Aramburu (representaba a los sectores más liberales y
antiperonistas dentro del arma).
Entre 1955 y 1958 fueron separados de las fuerzas todos los oficiales y
suboficiales sospechosos de oposición a la línea libreempreista y antiperonista.
Debía evitarse una medida que favoreciera el retorno del peronismo.

El golpe que depuso a Frondizi (1962) precipitó una serie de luchas internas en
el Ejército que amenazó con hundir el país en una guerra civil.
La clave del problema político residía en las diferencias entre distintos sectores
de las FFAA, donde se perfilaron dos grupos:

1. Uno proponía el retorno a una vida cívica normalizada donde el


peronismo pudiera expresarse de alguna manera.
2. Otra proponía una larga dictadura militar de neto contenido antiperonista
y anticomunista.

Estos roces internos en las FFAA dieron el giro hacia el golpismo, instalándose la
llamada “Revolución Argentina” en 1966.

Los Sindicatos
El movimiento sindical emergió del período peronista imbuido de un profundo
espíritu reformista. A partir de la caída del gobierno de Perón, los militantes de
base ofrecieron resistencia a los regímenes posteriores.
Con el decreto 7107 adquirieron importancia los activistas que se destacaron en
la acción diaria en fábricas y talleres, generando tensiones entre los viejos y
nuevos líderes sindicales.

En 1957 la CGT se dividió en oficialistas “32 Gremios Democráticos” y “62


Organizaciones”, agrupación liderada por Vandor. Este sector pasó a ser la
columna vertebral del peronismo.
Durante el gobierno de Frondizi (1959) se produjo la división del sindicalismo
peronista en combativos (Alonso) y vandoristas (Vandor).

La Iglesia
Para Frondizi era fundamental restablecer los vínculos con la Institución (rotos
durante el peronismo), lo que hizo que se eliminase el monopolio Estatal sobre la
enseñanza superior. De aquí surgió la necesidad de abrir nuevas instituciones
educativas privadas, lo que llevó a discusiones conocidas como la lucha por la
enseñanza “libre o laica”.
La Iglesia Católica se “aggiornaría” al incluir una revalorización de la ciencia y la
democracia. El clero asumía el compromiso social, que se sintetizaba en la
“teología de la liberación”, como fiel reflejo del clima latinoamericano.

Los Empresarios
En el seno de la UIA había diferencias:

1. Un sector era partidario del ingreso de capitales extranjeros.


2. Otro defendía la industria nacional.

El Gobierno Militar
En 1955, después del golpe militar al gobierno de Perón, los militares se
presentaban como un gobierno provisional y se autoproclamaban Revolución
Libertadora, cuyo objetivo era reinstaurar las instituciones democráticas y
devolver el gobierno a los civiles.

Lonardi, presidente provisional de la Nación y perteneciente a los sectores


nacionalistas y católicos, estaba dispuesto a desarrollar una política conciliatoria
con lo vecinos en el plano militar y civil. Es obligado a renunciar y es suplantado
por Aramburu, quien estaba decidido a eliminar todo vestigio del régimen
derrocado.

Pocos días transcurrieron para poner al descubierto los cambios que había
dejado el gobierno saliente. En primer lugar, un Estado mucho más importante y
activo que el de 1946, que había tomado a su cargo, casi monopolicamente,
servicios de transportes, medios de comunicación y la intermediación comercial.
Este peso del Estado se fundaba en una compleja red de subsidios, permisos de
importación y actividades especialmente fomentadas, que otorgaban al Estado
una vigorosa intromisión en la vida económica. Además dejaba “las masas
populares” que habían crecido en experiencia política y como grupo social fuerte.
El peronismo había traído cambios demasiado vastos. Los vencedores no sabían
demasiado bien cómo harían compatible la perdurabilidad de esos rasgos nuevos
con la eliminación del movimiento político que los había creado. Ello explicaría
las dificultades que debieron afrontar.

Los partidarios de la Libertadora se dividieron en:

1. Gorilas: enemigos de todo lo relacionado con el peronismo.


2. Los grupos más moderados: creían haber dado un paso hacia la
democracia.

Entre los partidos políticos que asistieron en el derrocamiento de Perón se


destacaba el radicalismo, representado por un lado por Frondizi (fomentaba el
entendimiento con el peronismo) y por otro lado por Balbín (apoyaba el
programa de los jefes del movimiento del ´55). Si bien coincidían en poner fin al
gobierno peronista, no había consenso en el programa socio-económico que se
aplicaría y que se haría con el peronismo.

Las diferencias se consignaron de la siguiente manera:


• Liberales: cuestionaban el modelo económico y social basado en la
sustitución de importaciones y querían erradicar el peronismo.
• Reformistas populares: aceptaban el modelo y la alianza social implícita,
pero cuestionaban las prácticas políticas de Perón.
• Desarrollistas: querían integrar al peronismo y profundizar la sustitución.

Se iniciaba así la “semidemocracia”: manteniendo el funcionamiento de las


instituciones republicanas, el régimen de partidos políticos, pero proscribiendo
el peronismo, dejando sin representación política a los obreros.
El gobierno militar comenzó el proceso de la “desperonización”. Favoreció a los
empresarios sin beneficiar al país, lo que repercutió en la política laboral. Los
empresarios aprovecharon el debilitamiento de las organizaciones sindicales.
El Estado intervino la CGT provocando conflictos obreros, reprimidos con
energía desde el gobierno. La respuesta fue un reagrupamiento de la clase obrera
alrededor de la bandera de Perón.

El repudio popular al gobierno militar y a sus políticas recurrió a canales de


expresión que estaban al margen de la esfera específicamente sindical. Se formó
“la Resistencia” y en los lugares donde estaban los trabajadores se intensificó el
empleo de bombas caseras contra objetivos militares y edificios públicos.
Comenzó en esa época a circular la consigna “Perón Vuelve”.

En 1956 Valle encabezó la rebelión armada, pero no tardó en ser aplastado y el


gobierno implantó la ley marcial. Procedimiento sumario a los sospechosos
condenándolos al fusilamiento.

A comienzos de 1957 se creó la Comisión Intersindical para promover el


restablecimiento completo de todos los sindicatos. La creciente influencia de la
Comisión avivó el antagonismo entre los viejos lideres gremiales peronistas y los
nuevos. Aquí empezaron a llegar regularmente las ordenes de Perón a los lideres
gremiales.
El movimiento obrero organizado se fracturó según la oposición que se adoptó
frente al peronismo. La CGT se dividió en:

• Sindicalistas oficialistas denominados “32 Gremios Democráticos”.


• Las “62 Organizaciones” liderada por Vandor e integrada por los
sindicatos peronistas que tomaron el control de la organización obrera.
Estos pasaron a ser realmente la columna vertebral del movimiento.

Ese mismo año el gobierno convocó a una Convención Constituyente como paso
previo a las elecciones nacionales. La elección presidencial de 1958 quedó
reducida en la práctica a una confrontación entre los dos sectores en que se
había dividido el radicalismo.

Política económica de la “Revolución Libertadora”


El gobierno no contaba con un plan definido y recurrió al economista Prebish
para elaborar un informe que revelara la gravedad de la situación.
El plan económico aconsejaba estimular la iniciativa privada, y que el Estado
adoptara una política que pusiera en sus manos los resortes superiores de la
intervención en la vida económica. Incluía la devaluación de la moneda, la
desnacionalización de los depósitos bancarios y el fin de los controles sobre el
comercio para alentar la producción y las exportaciones del sector agropecuario.

Las medidas no lograron obtener los fines buscados y se produjo un fuerte


aumento de los precios y un incremento de las importaciones. A esto se sumó
una declinación de los precios internacionales que hizo fracasar el plan de
estabilización.
Esto sumado a los fracasos del gobierno empeñado en crear un sindicalismo no
peronista y a la resistencia de los trabajadores derivaron en el fracaso de
estabilización auspiciado por los blandos.

Hubo un cambio en el gabinete en 1957, del cual surgió un equipo más


restrictivo y antidemocrático en lo político que intentó maximizar la racionalidad
de la economía argentina a través de la libre fluctuación en los precios (menos
los salarios). La Argentina ingresó al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al
Banco Mundial.

Entre los trabajadores se profundizaron las medidas de ajuste sufriendo los


efectos de la nueva política económica y social: se congelaron los salarios y se
suspendieron las Convenciones Colectivas de Trabajo. Los sindicatos
respondieron con acciones violentas, huelgas y movilizaciones.
En 1959 se reabrió la negociación de los Convenios Colectivos de Trabajo y se
produjo la división del sindicalismo peronista en combativos y vandoristas.

Con el peronismo los sindicatos aprendieron a negociar para sobrevivir,


apareciendo ante las empresas y los militares como el sector capaz de movilizar
controladamente a los obreros y hacer cumplir la negociación que se alcanzara.
Tres aspectos constituían su fuerza:

1. Carácter de sindicato único.


2. Adhesión de los obreros al peronismo.
3. Organización burocrática que permitía que las decisiones fueran
apoyadas por el voto de los afiliados.

La identidad peronista de la mayoría de la clase obrera, sumada a la fuerte


verticalización de las organizaciones sindicales, daba por resultado esa
homogeneidad ideológica.
Esto facilitó la estrategia vandorista que aprovechaba la fragmentación del
campo opositor para aliarse con los distintos sectores, evitando el aislamiento. El
sindicalismo actuó como grupo de presión, por lo que les fue muy difícil a la
patronal recuperar su autoridad absoluta dentro de las fabricas.

La llegada de Frondizi al poder


El problema que representaba e peronismo repercutió en la vida interna de los
partidos políticos, a tal punto que todos sufrieron divisiones.
Los radicales tenían sus propios problemas a resolver. Dentro de la UCR se
desarrolló la lucha entre los Unionistas pro conservadores y la izquierda
intransigente. En 1956 Frondizi anuncia que él sería candidato a presidente de la
UCR, lo cual causó gran conmoción. En 1957 hubo fricciones entre los distintos
sectores del radicalismo que llevaron a la ruptura y gran discusiones en torno al
nombre de los grupos del partido.
Frondizi agregó la palabra intransigente, creando así a la Unión Cívica Radical
Intransigente (UCRI).
Por otro lado se encuentra la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP) liderada
por Balbín, quien contaba con el apoyo del gobierno.

Frondizi, cabeza del Comité Nacional de la UCR, condenó la política económica de


Prebisch, pero el aspecto económico pasaba a segundo plano, ya que se debía
decidir el futuro político del país.

Frondizi, junto a Frigeiro, decidió captar el electorado peronista, y elaboraron un


plan económico. Para ponerlo en marcha debían llegar al gobierno.
En 1957 el gobierno militar llamó a una Convención Constituyente, pero la UCRI
se retiró, por lo que la Asamblea quedó sin quórum y sin legitimidad. Con esto,
Frondizi demostraba un guiño al peronismo, sobre la base de ciertos
compromisos.

Unos días antes de los comicios había llegado la orden de Perón de votar a la
UCRI, quien en 1958 triunfaría por sobre la UCRP.

El desarrollismo
El proyecto político del gobierno de Frondizi (1958-1962) se resume con los
conceptos integración (haciendo referencia a su estrategia política) y
desarrollo (haciendo referencia a su proyecto económico).

El plan Frondizi-Frigerio trataba de una coexistencia competitiva. Las naciones


subdesarrolladas sufrirían un proceso e empobrecimiento progresivo a menos
que emprendieran una política de industrialización. Según el desarrollismo, solo
un desarrollo integral de la economía puede aumentar la capacidad exportadora,
ya que “no puede haber desarrollo y expansión del agro sin base industrial, sin
capitalización global de la economía”.

Algunos de los principales postulados del desarrollismo son:

• Acuerdo de todos los sectores para lograr el desarrollo.


• Tecnología e inversión para impulsar el desarrollo.
• Política de sustitución de importaciones.
• Carácter dinámico de la industria.
• Capitales extranjeros positivos si los nacionales resultas escasos.

El plan de prioridades para el desarrollo incluía:

• Aumento de la producción del petróleo, siderurgia y energía.


• Aumento de la productividad agrícola.
• Modernización del sistema de transportes.
• Estimulación de las inversiones privadas.
• Estimulación de los planes de estabilización y de redistribución del
ingreso.
• El Estado debe orientar la actividad económica pero sin sustituir la
actividad privada.

Frigerio: “Cerrar las puertas al producto foráneo, para abrir de par en par la
puerta a la fabrica que lo producirá aquí”.

Las circunstancias por las que atravesaba el país cuando asumió Frondizi eran
criticas:

• Las reservas internacionales eras escasas.


• Déficit económico crónico del Estado.
• Aumento del costo de vida.
• Aumento de la tasa anual de inflación.

Para llevar a cabo el plan de prioridades se recurrió a los capitales extranjeros.


Para eso se dictaron la ley de promoción industrial y la ley de inversiones
extranjera, que ofrecían un trato más favorable a las empresas extranjeras que a
las nacionales. La concreción de estas leyes solo ocurrió en algunas áreas.

La batalla del petróleo


Ante la realidad deficitaria, el presidente electo renegoció los contratos
petroleros con empresas extranjeras debido a la necesidad de ahorrar divisas en
la importación de combustible.
Las empresas podían introducir sin pagar impuestos todo el material que
consideraran necesario. La carga impositiva sería abandonada por YPF y el
reintegro de las inversiones y las ganancias de las empresas podrían ser giradas
al exterior con absoluta libertad. YPF se comprometía a comprar todo el petróleo
que extrajeran.
Si bien se triplicó la producción petrolera, no se logró equiparar la balanza de
pagos y hubo una fuerte inflación a fines de 1958. Esto generó un fuerte debate
social que a su vez, junto con los otros frentes de conflicto, generaron un clima de
profundo malestar.

El gobierno desarrollista propuso la reforma de la estructura del transporte,


privilegiando el transporte automotor por sobre el ferroviario. El 1961 se libró la
“batalla del transporte” que consistió en:

• La reducción del personal ferroviario.


• Privatización de servicios no esenciales.
• Reestructuración administrativa.
• Reequipamiento por inversión extranjera.
• Levantamiento de ramales.

La oposición generalizada ocasionó la parcial suspensión del reordenamiento


ferroviario.
El gobierno encaró el crecimiento de la industria automotriz porque prefería la
instalación en el país de las empresas. Así alentó la instalación de empresas
extranjeras.

El presidente también propició cambios en el área rural. Propuso la transferencia


tecnológica y de inversión de capitales para aumentar la productividad. No alteró
la distribución de la propiedad de la tierra sino que actuó sobre los precios y la
tecnificación agropecuaria.

Planteos militares
Continuas negociaciones implicaron la renuncia de importantes y fieles
colaboradores ante las presiones golpistas que denunciaban la filiación
comunista o pro-imperialista del presidente, especialmente el blanco de todos
los ataques era Frigerio.

Frondizi comenzó pagando sus deudas con los peronistas: el Congreso sancionó
la Ley de Asociaciones Profesionales, que restablecía el sindicato único por rama
de actividad, aumentó los salarios un 60% y congeló los precios.

La política pendular de Frondizi lo llevó a adoptar medidas controvertidas: el


nombramiento de Alsogaray como ministro de Economía disgustó a muchos.
Este anunció el plan de estabilización y el descontento social respondió con
huelgas. El lema del ministro “hay que pasar el invierno” significó el descenso del
salario real. Los gremios se movilizaron y todo esto fue deteriorando el gobierno
de Frondizi, quien puse en vigor el Plan Conintes que ponía en mano de los
militares la represión de todo tipo de manifestación obrera o levantamiento
interno.

A fines de 1958, el déficit de la balanza de pagos llevó al gobierno a endeudarse


con el FMI que lo obligó a tomar medidas de ajuste del gasto fiscal, dejando de
lado la alianza con Perón y los sindicatos.

Política Internacional
El gobierno desarrollista prestó especial atención y dedicó sus esfuerzos a
mantener la unidad de Latinoamérica, a respetar la autodeterminación de los
pueblos, a defender el principio de no intervención.

Durante su gestión Frondizi apoyó el plan lanzado por el presidente


norteamericano Kennedy (Alianza para el Progreso), pero rechazó todo intento
de la potencia del Norte de intervenir en los asuntos internos de otras naciones.
Argentina no quiso excluir a Cuba de la OEA, aunque finalmente el gobierno
argentino rompió relaciones diplomáticas con la isla.

Fin del gobierno desarrollista


Frondizi aceptó la participación del peronismo, con el nombre de la Unión
Popular, en las elecciones de 1962 para elegir gobernadores y legisladores
nacionales y provinciales. El peronismo se impulsó en varias provincias.
El gobierno mandó a intervenir las provincias en las que había triunfado el
peronismo, pero nada detendría el proceso comenzado. A fines de marzo de ese
año Frondizi partió hacia Martin García con el beneplácito de todo el espectro
opositor.

Gobierno de Guido
Tras el derrocamiento de Frondizi, se vieron nuevamente las diferentes
posiciones existentes dentro de la coalición antiperonista:

1. Sectores autoritarios: intentaron imponer un gobierno militar.


2. Grupos democráticos: proponían la continuidad de gobiernos civiles, bajo
tutela militar, con un rápido llamado a elecciones sin la participación del
peronismo.

El sector democrático llevó a la presidencia al Presidente Provisional del Senado


Guido, pero el poder presidencial estaba muy debilitado por los conflictos
existentes en el seno de las FFAA. También se presentaban como un problema el
poder de los sectores peronistas, que seguían siendo dueños de un protagonismo
en el ámbito sindical.

El gobierno decidió introducir una modificación en el sistema electoral. Se


adoptó el Sistema de Representación Proporcional para las elecciones de
Senadores en la Capital Federal, de Diputados Nacionales y de electores de
Presidente y Vicepresidente.

El conflicto más grave era el potencial enfrentamiento entre las dos facciones del
ejercito:

1. Los colorados: postura antiperonista extrema y abogaban por la


instauración de un gobierno fuerte que asegure el orden social.
2. Los azules: comandado por Onganía, Alsogaray y Lanusse, tenían una
línea profesionalista para fortalecer la capacidad de acción del Ejercito en
términos militares.

Pese a que el estado de tensión fue permanente, el enfrentamiento militar fue


limitado, con la victoria del grupo azul y el nombramiento del general Onganía
como jefe del Ejército.
En 1963 se consolidó la corriente profesionalista en el seno de las FFAA y quedó
abierto el camino para la realización de los comicios.

El gobierno de Guido estuvo esencialmente caracterizado por las presiones de


los sectores militares. A la conflictividad militar y a la continua movilización
sindical se sumaba la creciente presencia de grupos civiles que reclamaban la
acción armada como mecanismo para el logro de sus reivindicaciones.

Toda esta radicalización de posiciones en la Argentina se debió no solo a los


cambios que se venían produciendo en el plano interno después de la caída de
Perón en 1955, sino también a las transformaciones existentes en el plano
internacional. En el año 1959 se produjo la Revolución Cubana en el marco de la
Guerra Fría.
A pesar de todos estos problemas, el gobierno de Guido pudo llegar a las
elecciones en julio de 1963, asegurando la imposibilidad del peronismo para
acceder al poder por medios legales.

Política económica de Guido


El Primer Ministro de Economía fue Pinedo, quien debió quitar el sostén del
Banco Central a la paridad cambiaria, lo que provocó una brusca devaluación del
peso. Las complicaciones políticas obligaron a Pinedo a renunciar y fue
reemplazado por Alsogaray. Este, junto a Puente y Constantini, conformó el
Comité Interministerial de Trabajo, Economía y Servicios con el objetivo de
coordinar la políticas necesarias para salir de la crisis.

Se instauró una amplia liberación de las variables económicas, empezando con


la eliminación de interferencias en el mercado de cambios. Esto era importante
para el proyecto de Alsogaray de rechazar la intervención del Estado en la
economía.
Con el mismo objetivo, se completó la privatización de los colectivos en la Capital
Federal.

Con el fin de consolidar las variables económicas y financieras en el largo plazo,


se buscó introducir un ajuste en materia presupuestaria. Pero la dureza de
algunas medidas que intentó introducir Alsogaray llevó a que algunos sectores
del Ejército presionaran para que se produjera cierto relajamiento en los ajustes.
Esta situación llevó a la renuncia de Alsogaray en 1963.

El nuevo ministro fue Méndez Delfino. Si bien no hubo alteraciones importantes


en el rumbo encarado, la debilidad que estaba sufriendo la administración de
Guido frenó cualquier intento de profundizar las reformas introducidas por
Alsogaray.

Gobierno de Illia
Frente a las elecciones de 1963, Perón apoyó como candidato a Solano Lima
buscando generar condiciones para una participación del justicialismo en la
arena electoral. Sin embargo se decidió mantener la proscripción del peronismo,
generando incertidumbre acerca de cuál era la posición que el líder en el exilio
iba a tomar ante el proceso electoral.

Perón auspició el voto en blanco, pero muchos justicialistas prefirieron votar al


candidato de la Unión Cívica Radical del Pueblo, Illia.
Triunfó la formula Illia-Perette, con casi un 20% de voto en blanco, lo que
significaba un importante déficit de legitimidad. Además, Illia no era el líder del
partido sino que respondía a Balbín.
Por otra parte, los sectores militares afines con la UCRP “los colorados” habían
sido desplazados de la conducción del Ejército, situación que también
complicaba la estrategia gubernamental.

Un inconveniente central para el gobierno radical fue su dificultad para


establecer alianzas políticas solidas. Cuando Illia decidió anular los contratos
petroleros firmados por Frondizi y adoptar una política que confrontaba con las
empresas farmacéuticas internacionales, perdió cualquier posibilidad de
concertación con la derecha (Aramburu). Las opciones de pactar con la izquierda
(Alende) o con el peronismo también se mostraron inviables.
La UCRP gobernó en soledad y encontró rápidamente los primeros escenarios de
confrontación.

En 1964 se organizó el Operativo Retorno, con el objetivo del regreso de Perón.


El 1º de diciembre voló desde Madrid a Brasil donde fue demorado y obligado a
regresar a la capital española. Esto causó la fuerte reacción de sus seguidores
contra el gobierno.
En este momento se empieza a pensar la opción de un peronismo sin Perón,
sostenida por un tiempo, aunque la opción se vio debilitada por la capacidad de
Perón de seguir influyendo sobre el voto de una masa importante de la
población. Perón apoyó al dirigente del gremio del vestido Alonso, contrincante
de Vandor, dividiendo así a la CGT, que se estaba convirtiendo en una
herramienta central en la estrategia vandorista. Los enfrentamientos entre
ambos grupos marcaron un freno en la escalada de poder de Vandor.

Si bien el gobierno de Illia respetó las formas democráticas de gobierno, frente a


determinadas convulsiones políticas debió recurrir a la intervención federal.
La administración radical adoptó una serie de medidas que golpeaban a las
organizaciones sindicales, para debilitar el peronismo. Así, en 1966 se modificó
la Ley de Asociaciones Profesionales, debilitando el poder financiero de las
centrales obreras y restringiendo la posibilidad de utilizar para fines
abiertamente políticos los medios financieros y las instalaciones de los
sindicatos.

Otro desafío fue su difícil relación con el sector militar. Desde el inicio, la
intención de desplazar a Onganía fue un factor de permanentes fricciones. La
politización de los uniformados planteaba crecientes peligros.
Las FFAA atravesaban dificultades financieras impuestas por la restricción
presupuestaria, por lo que en 1964 firmaron un tratado de asistencia militar con
USA.
En 1965 se retiró al general Onganía, y el gobierno creyó que ganaba un mayor
nivel de autonomía. Pero se retiraba el único militar que había podido frenar a
los grupos mas proclives a un golpe de Estado.

El papel de la prensa para deslegitimar el gobierno de Illia fue adquiriendo


creciente importancia con el paso del tiempo. Ponían un fuerte énfasis en la
ineptitud e ineficacia del gobierno. Esa visión contrastaba con la que se daba de
las FFAA, a las que se les adjudicaba eficiencia, carácter modernizador y una
capacidad superior para resolver los problemas.

Sobre la base de todas estas situaciones conflictivas, la supervivencia del


gobierno e Illia se volvía cada vez más difícil. En 1966 cayó el gobierno, y dio
lugar a la auto determinada Revolución Argentina, cuyo primer presidente fue
Onganía.

Política económica de Illia


Su Primer Ministro de economía fue Blanco, quien provenía del socialismo. Ponía
un fuerte énfasis en el mercado interno, ciertas políticas de distribución y
protección del capital nacional. Además, abogaban por una creciente
intervención del Estado en la economía.

El gobierno decidió implantar el control de cambios, lo que originó la parición de


un mercado negro.
Tomó una serie de medidas relacionadas con el capital extranjero que le
presentaron problemas. Illia anuló los contratos petroleros de Frondizi, lo que le
ganó muchas criticas.
Impulsó una ley de medicamentos que quitaba gran parte de los beneficios que
venían gozando las empresas farmacéuticas extranjeras, a favor de los
laboratorios capitales nacionales.
A partir de 1964 se inició la implementación de la promoción industrial con el fin
de paliar las desigualdades regionales. Los principales instrumentos fueron las
franquicias impositivas y los créditos preferenciales.

Los conflictos políticos, producto de las presiones por el retorno de Perón,


significaron un importante freno en el plano productivo.

Conclusiones

• El periodo 1955-1966 estuvo caracterizado por la inestabilidad política,


tanto por la irrupción de los distintos gobiernos democráticos como por
la frecuente intervención de los militares para impedir la llegada de
ciertos sectores al poder.
• No existía unanimidad en los grupos que propiciaron el golpe contra
Perón en 1955.
• Debe resaltarse el papel del sindicalismo, quien actuó como la cara visible
del justicialismo. Existió una tensión en el accionar sindical entre la
defensa de los intereses materiales de los trabajadores que los obligaba a
negociar con las autoridades, y las maniobras para dificultar la
consolidación de los sucesivos gobiernos y forzar la legalización del
peronismo.
• La estrategia del veto adoptada por los militares provocó conflictos en el
interior de las FFAA, enfrentando a los Azules contra los Colorados que
conspiraban contra la unidad de las organizaciones militares.
• El sistema político en su conjunto estuvo signado a un “juego imposible”,
donde todo actor que quisiera ganar necesitaba el apoyo peronista, pero
las FFAA intervenían cada vez que se otorgaban ciertas concesiones al
partido justicialista.
11- Historia de la Argentina Contemporánea – Novaro

Capitulo 3: El disciplinamiento a través del terror y los planes refundacionales

Los militares llegaron al poder una vez más en 1976 contando con la simpatía de
muchos civiles que creían que ellos solucionarían los problemas económicos y
políticos.
Pero los militares planeaban cambiar de raíz al país, pretendían la “reeducación”
de los argentinos, y no tenían miedo a acudir al terrorismo de Estado para
lograrlo.

1. Un diseño institucional para militarizar y desconcentrar el país.

En marzo de 1976 una Junta Militar integrada por los comandantes de las tres
fuerzas, Videla (Ejercito), Massera (Armada) y Agosti (F. Aérea) asumió el poder.
Videla fue designado al frente del Ejecutivo, y en cuestión de días puso en
marcha su gabinete. Todo esto dejó en claro el grado de planificación y el perfil
institucional que se buscaba darle al régimen.
Esto se reflejó también en la llamada “guerra antisubversiva”, la instrumentación
del terrorismo de Estado y las reformas económicas.

Los lideres se esforzaron por mostrarse absolutamente cohesionados e


inflexibles. Pero, si bien estaban de acuerdo en el terreno represivo, la economía
seria un terreno de disputa desde muy temprano.
Se sostiene que la política del Proceso y en particular la represión estuvieron
orientadas a garantizar los planes económicos del régimen.

Características del “monolitismo institucional” con que los golpistas se hicieron


del control del Estado:

• Firme convicción de que las FFAA tenían un papel central en la resolución


de las disyuntivas que afrontaba el país.
• Esa modalidad disimulaba mal las tensiones en el seno de las fuerzas y no
terminaba de resolver la relación entre los distintos órganos de poder.

• El diseño institucional implicó limitar al máximo la personalización del


poder, con mandatos trianuales entre los integrantes de los tres órganos
superiores.
• Supuso acotar el poder presidencial. La Junta designaría al presidente y a
los miembros de la Comisión de Asesoramiento Legislativo (CAL), y
además absorbería varias funciones del Ejecutivo.
• El presidente no podía ser parte de la Junta, y cada comandante designaba
a los oficiales superiores de si fuerza y sus sucesores, con lo que se
aseguraba la autonomía política de las mismas.

La principal diferencia con el caso chileno es que en Argentina cada fuerza actuó
en forma cohesionada, y en conjunto preservaron la cohesión de la
administración y colaboración en la gestión del gobierno.
Como resultado de los mecanismos establecidos, las diferencias penetraron toda
la gestión de gobierno. La presidencia quedó en manos del Ejército, pero las
carteras del gabinete se repartieron igualitariamente (dos para cada fuerza). Lo
mismo pasó en la intervención de los canales de televisión y radio, sindicatos y
directorios de empresas publicas. En cuanto a las gobernaciones, la mitad quedó
en manos del ejercito y la otra mitad se dividió entre la Armada y la Aeronáutica.

La sorda disputa entre la Armada y el Ejército también agravó la situación. Videla


estaba muy lejos de tener el arrastre de un líder político y militar. Se
caracterizaba por ser neutral en los conflictos políticos e internos del Ejército,
tratando de no correr riesgos. Si bien Videla no decepcionaría a sus colegas,
nunca podría ir más allá y la falta de cohesión en el Ejército seguiría siendo una
fuente crónica de problemas.
Massera no lo consideró un adversario que temer, y no se preocupó por ocultar
su aspiración de ocupar todos los espacios de poder que dejaba libres Videla.
La Junta se volvió escenario de permanentes choques que se trasladaban al
gabinete, la CAL y toda la administración.
A poco de ponerse en marcha el Proceso se haría ostensible que a los mandos
militares les resultaba muy difícil llegar a acuerdos y sostenerlos y que, más allá
de la guerra antisubversiva, era muy poco lo que abroquelaba a los uniformados.

En suma, el Proceso se organizó como un régimen despótico que a la vez que


concentraba en las FFAA el poder del Estado, para disciplinar a la sociedad
ejerciendo la violencia, desconcentraba internamente el poder de decidir y
ejecutar políticas publicas, difuminando las jerarquías del aparato estatal. El
resultado seria un monstruo de muchas cabezas, sin articulaciones definidas,
propenso tanto a actuar sin control como a quedar inmovilizado por múltiples
bloqueos internos.

2. El terrorismo de Estado.

El golpe halló justificación en el clima de guerra civil instalado en el país desde


principios de 1975.
El ejercicio ilegal de la violencia permitía la rápida eliminación de los
subversivos, evitando el costo interno y externo de tener que justificar los
secuestros y muertes sumarias a través del ocultamiento de esos actos. Esto
podía parecer brutal pero necesario a una mentalidad militar obsesionada con la
amenaza revolucionaria , y a la vez viable, dado el acostumbramiento de la
sociedad a la ausencia de control legal del uso del poder.

El plan represivo tuvo dos rostros, uno ajustado a la legalidad del régimen
(visible) y otro ilegal, aunque no del todo invisible.
El primero correspondió a la administración de castigos a opositores potenciales,
corregibles o poco peligrosos. La pena de muerte nunca se aplicó.
Estas numerosas detenciones, acompañados por la intervención y prohibición de
diferentes agrupaciones, mostraron en los hechos los alcances que las proclamas
golpistas le atribuyeron al nuevo régimen: la sociedad sería puesta en vereda, la
vida publica permanecería congelada hasta ser depurada de sus elementos
populistas y demagógicos, y los dirigentes del viejo orden serían excluidos de
modo definitivo de la vida publica.

Pero lo esencial de la represión correspondió al otro aspecto de la estrategia: los


secuestros, tortura y asesinato de miles de militantes y dirigentes involucrados
en la subversión. En 1975, mediante decretos dictados por el gobierno de Isabel
Perón, las FFAA recibieron la autorización de aniquilar la guerrilla. Esto significó
la autorización de los primeros centros clandestinos de detención dependientes
en principio del Ejército, luego replicados por las otras dos fuerzas.

Ese clima de guerrilla se consolidó al tiempo que se frustraban los intentos de la


guerrilla y de las organizaciones revolucionarias en general por mantener la
polarización y la movilización de masas.

Al cumplirse el primer aniversario del golpe, el ERP prácticamente había


desaparecido. Sus sobrevivientes decidieron desactivar y disolver su
organización. En cambio, los jefes Montoneros no tuvieron ese gesto de sensatez.
Pretendían aun “suceder al peronismo en la conducción de las luchas populares”
entendiendo que el Peronismo Montonero era mayoría dentro del peronismo. El
colmo de este delirio llegaría con la “contra ofensiva” en 1979, que terminó con
el secuestro de buena parte de los militantes restantes.

A través de estos métodos, las FFAA habían logrado desarticular no solo a los
grupos armados y sus periferias, sino también a los partidos de izquierda
revolucionaria, la izquierda peronista y los sindicatos combativos.
Fue entonces cuando se decidió vaciar los campos y desactivar progresivamente
el aparato de represión clandestino. Esto fue debido a:

1. Que consideraban concluida la faena.


2. Las crecientes denuncias externas que generaban problemas en la imagen
de moderación que el régimen pretendía dar a nivel internacional.
3. Que era un paso necesario para iniciar la etapa de planificación y
participación activa de la sociedad en las metas del Proceso.

La Iglesia:
Los militares la consideraban puntal fundamental del orden social y aliada
imprescindible en su regeneración, por lo que su infiltración por la subversión
fue especialmente alarmante.
El colaborativo silencio de la jerarquía fue alterado momentáneamente por una
sucesión de hechos de sangre que involucionaron a sacerdotes y monjas. El
Episcopado solicitó moderar el afán represivo, y tras una ronda de reuniones
entre la Confederación Episcopal Argentina (CEA) y Videla en 1978, la Iglesia
aclaró públicamente que las relaciones con el régimen seguían siendo cordiales.
A partir de entonces volverían a ignorar la cuestión, refiriéndose a ella en
términos de pacificación, reconciliación, perdón y olvido.

Los Sindicatos:
La dirigencia y las estructuras de los gremios fueron en un comienzo víctimas de
la represión legal. A las redadas simultaneas al golpe les siguió la sistemática
persecución de los delegados de base y de las comisiones internas. La
colaboración patronal en esta terea llegó a ser muy activa: muchos empresarios
dieron información para que fueran secuestrados sus empleados subversivos.
Las empresas encontraron en esto una forma simple de resolver sus problemas
gremiales.
La dirigencia nacional de los sindicatos tendió a dividirse en dos grandes
campos:

1. El grupo de “los 25”: adoptó una postura critica hacia el programa


económico.
2. La Comisión Nacional de Trabajo: reunió a los sindicatos más grandes y
buscó establecer un dialogo con el gobierno.

Ámbito educativo y cultural:


El régimen actuó en principio con un más extendido rigor, pero fue
evolucionando hacia mecanismos selectivos y ambiguas complicidades. Debía ser
erradicado a sangre y fuego ya que era desde allí que se difundía el virus
subversivo y penetraba en las mentes de los jóvenes.
En 1977 se lanzó el plan claridad: se inhabilitaron a muchos docentes primarios,
secundarios y universitarios y muchos de ellos, junto a muchos estudiantes,
también desaparecieron.
La represión en la educación contó con un significativo respaldo civil.
La represión ilegal golpeó también a periodistas, intelectuales y artistas. La
calidad del cine y tv bajo a niveles paupérrimos. Ni los diarios ni otros medios de
comunicación hicieron eco de las denuncias internacionales por violación a los
derechos humanos ni de los reclamos familiares de las victimas y se refirieron al
gobierno como si no fuera una dictadura.
La autocensura en algunos casos consistió en una estrategia prudente para
sobrevivir. Los medios llegarían a reflejar bastante fielmente el mensaje de
orden y paz.

Esta recuperación de la “tranquilidad cotidiana” impactó en toda la sociedad de


forma muy variada según los niveles y grupos. Las clases altas fueron las más
entusiastas, retomando el mando de las empresas. En el resto, la “normalización”
tuvo menos significación clasista e ideológica. La mejor forma de escapar del
terror fue la despolitización.
El régimen permitió que esta despolitización fuera acompañada de ciertos
premios. Mientras no se ingresara en el terreno prohibido de la política, pudo
disfrutarse de un grado relativo de libertad.

Mundial de Futbol de 1978:


Fue para el Proceso un acontecimiento decisivo, en que se demostró interna y
externamente el consenso de que gozaba, y se construyó la imagen de un país
unido.
La obtención de la copa por parte de la selección nacional fortaleció
notablemente al régimen: muchos intelectuales y políticos se sumaron a los
festejos, y algunos fueron más allá de lo deportivo, reconociéndole a los jefes
militares el mérito por haber hecho posible la fiesta de todos.
12- Transiciones de un gobierno autoritario: América Latina – O´Donnell

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