Niemojewski, Venecia o La Habana Una Polémica
Niemojewski, Venecia o La Habana Una Polémica
Niemojewski, Venecia o La Habana Una Polémica
, Criterios, La Habana,
V
nº 47, 1º octubre 2013
enecia o La Habana:
Una polémica sobre la génesis
de la bienal contemporánea*
Rafal Niemojewski
1
Tomado del texto de Robert Storr publicado en el programa del simposio «Donde se
encuentran los mundos del arte: Modernidades múltiples y el Salón global», diciembre
9-12, 2005, Venecia, Instituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti.
2
La centralidad de la Bienal de Venecia en las discusiones en torno a la actual prolifera-
ción de bienales es, en verdad, un lugar común entre muchos historiadores de arte,
críticos y curadores (incluyendo a Caroline A. Jones, Tim Griffin, Daniel Birnbaum,
Charlotte Bydler y Carlos Basualdo, para mencionar algunos). Notoriamente, aquellos
que representan o suscriben perspectivas no occidentales tienden a ser mucho más
escépticos acerca de su supuesta relevancia (por ejemplo, Geeta Kapur, Thomas
McEvilley y Gerardo Mosquera). Otros comentaristas que cuestionaron la posición de
Venecia con respecto a bienales «más jóvenes” incluyen a René Block y Carolyn
Christov-Bakargiev. La general prominencia de la exposición veneciana se debe al hecho
de que es uno de los más populares, publicitados y discutidos eventos que marcan el
calendario del mundo del arte, y la relativa carencia de conocimientos de primera mano
sobre las bienales que tienen lugar fuera de Occidente no ayuda a las debates. Incluso
hoy día, relativamente pocos críticos y curadores (y apenas algunos historiadores del
arte) viajan a ver exposiciones fuera de la Unión Europea y los Estados Unidos, mientras
que la Bienal de Venecia continúa siendo visitada y mencionada por miles.
* N. del T. Se trata de The Biennial Reader: Anthology of essays on the global
phenomena of biennials, Ostfildern, Hatje Cantz Verlag, 2010.
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El empleo del concepto de capital simbólico de Bourdieu (véase su Distinction; A
Social Critique of the Judgement of Taste, Londres, 1984) en este contexto está
destinado a señalar fuentes alternativas de riqueza que no son el capital económico
(financiero e industrial) cuyo valor pueda, no obstante, ser recuperable y reconvertible
en valor económico a través de toda una serie de rutas directas e indirectas, un hecho
que explica la favorable disposición de los administradores de ciudades a alentar y
procurar la inversión en bienales contemporáneas y su sensibilidad a la importancia de
realzar la imagen de su ciudad en las condiciones de una competencia intensificada.
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4
Rafal Niemojewski, The Rise of the Contemporary Biennial 1984-2009, tesis doc-
toral, Royal College of Art, Londres, 2009.
5
Martin Glaser, «Interview with René Block”, en Das Leid von der Erde / Songs of the
Earth, ed.Barbara Heinrich, catálogo de exposición, Kassel, Documenta and Museum
Fridericianum Veranstaltungs-GmbH, 200, p. 5.
6
Ibid., p. 5; Okwui Enwezor, «Mega-Exhibitions and the Antinomies of a Transnational
Global Form”, en: Marieke van Hal, Viktor Misiano e Igor Zabel, eds., «Biennials”,
número especial, MJ – Manifesta Journal, 2, invierno 2003-primavera 2004, p. 8;
Tim Griffin, «Global Tendencies: Globalism and Large-Scale Exhibition”, Artforum, nº
42, noviembre 2003, pp. 153-207.
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De acuerdo con mis hallazgos, de 1984 a 2009 se introdujeron alrededor de cincuenta
nuevos ejemplares de bienal contemporánea. Menos de la mitad de esas exposiciones
pueden mostrar un registro perfecto de recurrencia, mientras que otras en alguno(s)
punto(s) se tropezaron con circunstancias que condujeron a la postposición o cancela-
ción de una o más ediciones, o, en los casos más severos, a su discontinuación. Algu-
nas de las más emblemáticas «bienales», incluyendo las de La Habana y Berlín, debe-
rían llamarse, en realidad, trienales, ya que los intervalos de tres años entre ediciones
consecutivas han sido más frecuentes que los intervalos de dos años.
De manera similar, el intervalo de tiempo entre la primera y la segunda edición de la
Trienal de Yokohama (2001,2005) fue de cuatro años, convirtiéndola así técnicamente
en una cuatrienal. La frecuencia de tales irregularidades sugiere que clasificar exposi-
ciones perennes de acuerdo al ritmo de recurrencia puede ser arbitrario.
8
Un comité oficial de selección integrado por prominentes artistas y ciudadanos nacidos
o residentes en Venecia expuso esas regulaciones en el primer catálogo publicado en
1895. El comité tenía la autoridad de invitar artistas a participar y de decidir sobre la
inclusión de obras después de realizada una convocatoria abierta para la presentación
de éstas. En su estudio de la Bienal de Venecia de los primeros tiempos, Lawrence
Alloway aseveró que las regulaciones venecianas estaban redactadas en gran medida
tomando como modelo las de los salones del siglo XIX, en particular las de los que
tuvieron lugar en Munich en 1886 y 1888. Esa conexión, junto con la visible inclinación
del comité hacía el arte del Salón lo condujo a describir las ediciones iniciales de la
Bienal de Venecia como un «Super-Salón». Véase Lawrence Alloway, The Venice
Biennale, 1895-1968: From Salon to Goldfish Bowl (Londres, 1968), pp. 33-35.
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9
Riccardo Selvatico, Síndico de Venecia y miembro de la Comisión de la Bienal de Venecia
original, citado en ibídem, p. 32.
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Hasta su quinta edición en 1972, Documenta se volvió a celebrar con intervalos de
cuatro años (excepto el intervalo de cinco años entre la segunda y la tercera edición de
1959 y 1964), pero de entonces en adelante lo ha hecho con intervalos de cinco años.
El período considerablemente más largo de preparación (acompañado por un presu-
puesto considerablemente mayor) reforzó la reputación de Documenta como uno de
los principales panoramas del arte contemporáneo. A pesar de su específico ritmo de
recurrencia, muchas otras características de las ediciones de Documenta posteriores a
1972 (la dirección artística, la selección de los curadores, las estrategias curatoriales,
el léxico compartido y los marcos discursivos, así como la selección de obras) sugieren
que no se debería examinar a Documenta separadamente de otras exposiciones recu-
rrentes.
12
Harald Szeemann citado en Gabriele Mackert, «At Home in Contradictions: Harald
Szeemann’s Documenta», en: Michael Glasmeier y Karin Stengel, eds., Archive in
Motion: 50 Years of Documenta 1955-2005 (Gotinga, 2005), pp. 253-261.
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Uno de los primeros comentaristas de las bienales contemporáneas, Carlos Basualdo,
ha afirmado que el modo en que ellas adquirían capital simbólico estaba ligado para-
dójicamente a su supuesta independencia de la lógica del mercado. Aunque Basualdo
sostiene que menudo se exageran las conexiones actuales de la industria de las bienales
con el mercado del arte, la Bienal de Venecia, hasta 1988, era un mercado en el que
casi todas las obras tenían una etiqueta con el precio. Quizás no es por pura coinciden-
cia que 1970 marcó tanto el fin de la venta de arte en la Bienal de Venecia como la
apertura de la feria de arte en Basilea, la que fue fundada por los negociantes de arte y
galeristas Trudl Bruckner, Balz Hilt y Ernst Beyeler. El rápido ascenso de Art Basel al
rango de uno de los más importantes acontecimientos artísticos del mundo, se debió
probablemente al hecho de que la feria de arte, celebrada en junio, coincidía cada dos
años con la apertura de la Bienal de Venecia. Por lo tanto, podía complacer a la comu-
nidad de coleccionistas, en particular a aquellos que venían del otro lado del Atlántico
en busca de nuevos mercados en Europa después del fin de las actividades comercia-
les en Venecia.
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Se realizaron esfuerzos similares durante la Bienal de Arquitectura en 1970 en el Pabe-
llón Francés, donde los arquitectos Calude Parent y Paul Virilio instalaron el primer
environment experimental y específico para un sitio.
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Gerhard Richter exhibió su serie de 48 pinturas en escala de gris de idéntico tamaño
basadas en retratos fotográficos sacados de una enciclopedia.
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Aperto continuó presentando obras de artistas emergentes a todo lo largo de los 80.
Sin embargo, sin una dirección curatorial lo suficientemente fuerte para respetar la
visión inicial de Szeemann, su relevancia y visibilidad disminuyeron gradualmente. A la
sección se le dio una atención particularmente importante durante la cuadragésimo
cuarta edición de la Bienal bajo la dirección artística de Achille Bonito Oliva, pero
después desapareció de la vista una vez más. Como director artístico de la cuadragé-
simo octava edición en 1999, Szeemann revivió el concepto de Aperto en una escala
mucho mayor con dAPERTutto (APERTO por doquier), que destacaba obras de
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O sea, por lo menos en términos de cantidad, aunque, como han notado algunos críti-
cos, «distaba de ser una selección exquisita». Como la primera edición de Documenta,
la primera edición de la Bienal de La Habana puso de relieve muchas obras históricas
antes de desplazar el foco de su atención enteramente a la producción artística recien-
te. Véase Luis Camnitzer, «Report from Havana: The First Biennial of Latin American
Art», Art in America, diciembre 1984, p. 43.
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Como se mencionó antes, la efímera sección Aperto de la Bienal de Venecia introduci-
da en 1980 estaba dedicada a los artistas emergentes y no necesariamente a las obras
nuevas (aunque estos dos a menudo venían de la mano). Las obras exhibidas en esa
sección representaban solamente un pequeño por ciento del número total de obras
presentadas en la Bienal, aunque la presentación más sistemática de la producción
artística reciente comenzó solamente en Venecia en los 90 (especialmente en 1993 y
1999).
19
Ésa fue la más alta proporción de artistas involucrados durante el proceso de instala-
ción hasta la fecha. Véase Luis Camnitzer, «The V Havana Biennial», Art Nexus, nº
14, octubre-diciembre 1994, pp. 48-55.
20
Véase Valerie Casset, «The Havana Biennale», NKA Journal of Contemporary African
Art, nº 15, otoño-invierno 2001, pp. 14-17.
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Los 80 en Cuba fueron un período marcado por políticas culturales más liberales y un
enfoque mucho más abierto del intercambio cultural e internacional por parte del go-
bierno cubano.
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Por ejemplo, la cuarta edición de la Bienal de La Habana (1991) ofreció un amplio
programa de eventos paralelos, incluida la conferencia internacional «Dominación cul-
tural y alternativas a la colonización», en cuya lista de oradores figuraban los editores
de Third Text Rasheed Araeen y Guy Brett, el artista y crítico Luis Camnitzer, el
historiador Iván de la Nuez, la teórica cultural Nelly Richard, el filósofo Eduardo Subirats
y el crítico y estudioso Jorge Glusberg, entre muchos otros.
23
Entre las áreas del pensamiento incorporadas al léxico general de las bienales contem-
poráneas a través de las teorías de la globalización y el poscolonialismo están la socio-
logía, la teoría arquitectónica, la antropología, la filosofía, la teoría feminista, la teoría
queer, los estudios cubanos, los estudios culturales, los estudios fílmicos y la crítica
literaria. Aunque a la Bienal de La Habana (o a cualquier otra bienal contemporánea)
en ninguna circunstancia se le puede dar el crédito exclusivo por la entrada de los
discursos extraartísticos en la esfera del arte contemporáneo, es importante, de todos
modos, que sus ediciones iniciales y el comienzo de la proliferación del nuevo modelo
coincidieron con ese desplazamiento. La contribución de una nueva progenie de bie-
nales globalizadas a la hibridación del discurso en torno al arte y las exposiciones
contemporáneos debiera ser considerada importante, en particular en lo que respecta
a la absorción y diseminación progresiva del pensamiento poscolonial (o, más amplia-
mente, de los discursos que ponen de relieve el concepto de alteridad) y a las nuevas
voces y teorías (re)articuladas fuera de la academia occidental.
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24
Rachel Weiss, «The Sixth Havana Biennial», Art Nexus, nº 26, octubre-diciembre
1997, p.77.
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25
En el momento de escribir estas líneas, el arte contemporáneo de los países africanos y
de la diáspora africana todavía no han hallado una plataforma satisfactoria de presen-
tación en Venecia.
26
Como se mencionó antes, los cambios anunciados por Aperto en 1980 y después
aplicados en 1993 y 199 pueden ser vistos como hitos en la historia de la Bienal de de
Venecia. Sin embargo, el arcaico y cuestionable sistema de representaciones naciona-
les sigue siendo la característica definitoria de esa bienal.
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Este caso temprano de una bienal sirviendo como plataforma discursiva puede ser
discutido en relación con cambios más amplios en la práctica y el discurso curatoriales
y en procesos de desarrollo en la práctica artística, que requirieron el establecimiento
de nuevos marcos para la producción, mediación y diseminación del arte. Para detalles
sobre esto, véase Paul O’Neill, «The Curatorial Turn: From Practice to Discourse»,
en: Judith Rugg y Michele Sedgwick, eds., Issues in Curating Contemporary Art
and Performance, Bristol, 2008, pp. 13-28. Este ensayo también ha sido reimpreso
en el presente volumen [N. del T. Véase nota al pie del título].
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28
Sin embargo, me gustaría reconocer que la periodización que propongo en este traba-
jo, del mismo modo que la genealogía de Robert Storr, o, de hecho, cualquier otro
procedimiento similar, es, en alguna medida, un constructo teleológico y, como tal,
puede ser criticado y cuestionado. Para evaluarlo más, sugiero compararlo a otras dos
periodizaciones presentadas en la literatura disponible: las de René Block y Charlotte
Bydler. El panorama de las bienales de Block excluye visiblemente la Bienal de Venecia.
Explicando esa omisión deliberada en el catálogo, Block dijo que veía la Bienal de
Venecia en ese momento, con su estructura impermeable de representaciones nacio-
nales provistas de fondos y curadas individualmente, como la antítesis de las bienales
más jóvenes que le interesaban. Véanse las observaciones de Block en Glaser 2000
(v. nota 5), p. 4; véase también Charlotte Bydler, The Global Art World , Inc.: On the
Globalization of Contemporary Art, Uppsala, 2004, p. 151. Una versión resumida
de este último texto aparece en el presente volumen [N. del T. Véase nota al pie del
título].
29
Michael Hardt y Antonio Negri, Empire, Cambridge, MA, 2000.
30
Cuando escribo estas líneas, la proliferación de la bienal contemporánea ya ha adquiri-
do un nicho fijado temporalmente en la historia reciente de las exposiciones. El análisis
de la dinámica de la proliferación (con un cambio importante que ocurrió alrededor de
1995) nos permite poner de relieve la asociación de la bienal contemporánea y los
procesos de globalización de modo que resulta verdad y, finalmente, algo obvio. La
etapa temprana de la proliferación de la bienal contemporánea (1984-1995) estuvo
marcada por la aparición de nuevos ejemplares en territorios muy periféricos respecto
al mundo del arte contemporáneo y desconectados del núcleo de éste, que en ese
entonces todavía estaba centralizado y giraba en torno a las pocas capitales artísticas
occidentales que habían sido empoderadas a todo lo largo de la era moderna. Las
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31
Fredric Jameson, «Postmodernism, or the Cultural Logic of Late Capitalism», New
Left Review, nº 146, julio-agosto 1984, pp. 59-92. Este controversial artículo, que
más tarde sería ampliado hasta convertirlo en un libro de extensión normal en 1991,
era parte de una serie de análisis del postmodernismo desde el punto de vista dialécti-
co que Jameson había desarrollado en su obra anterior sobre narrativa. Otras fechas
—asociadas quizás con obras fecundantes de Baudrillard, Foucault, Derrida, Perry
Anderson, Richard Rorty u otros— se podrían citar aquí como marcadores de la
crítica postmoderna de la modernidad, pero el pronunciamiento de Jameson me pare-
ce tan útil como cualquiera con respecto a la bienal contemporánea.
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