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Sartre y Nagel: Muerte, Absurdo y Compromiso
Sartre y Nagel: Muerte, Absurdo y Compromiso
Sartre y Nagel: Muerte, Absurdo y Compromiso
Resumen
El presente artículo tiene por objetivo comparar las relaciones entre las no-
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vés de dicha comparación se pretende mostrar la actualidad del pensamiento
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contingencia y libertad humanas, así como las consecuencias éticas que ello
conlleva. A partir de un análisis descriptivo y hermenéutico de la obra de Na-
gel, nos aproximaremos también a una nueva visión del compromiso sartreano,
como camino válido para superar el absurdo de la muerte.
Abstract
This article intends to compare the relationships between the notions of death,
freedom, contingency, and commitement in the philosophy of Jean-Paul Sartre
and the american philosopher Thomas Nagel. This comparison tries to show
how current the thought of the french philosopher was in this topic, especially
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gency and freedom, and also the ethical consequences that imply. From a des-
criptive and hermeneutic analysis of the Nagel work, it also approaches a new
view of the Sartre commitement, as a valid path to overcome the absurd of death.
Key Words: Jean-Paul Sartre, Thomas Nagel, death, contingency, freedom, com-
mitment.
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como aquel ser para el cual siempre existe un porvenir, siendo siempre
proyecto de ser. De esta manera, la libertad no debe ser entendida como
una característica más, sino como una propiedad esencial del ser huma-
no: la libertad no es algo adquirido o a lo que uno pueda sustraerse, sino
que el ser-para-sí es libertad. Ésta le otorga además un tipo particular de
existencia: “estoy condenado a existir para siempre allende mi esencia,
allende los móviles y motivos de mi acto: estoy condenado a ser libre”
(Sartre 2005, p. 599). De tal modo que un ser humano no es sino aquello
que él ha elegido ser. No existen motivos ni caminos trazados, ni pro-
yectos determinados a seguir, simplemente el elegirse a cada instante y
con cada acto, pues en el ser humano “la existencia precede a la esencia”
(Sartre 1984, p. 57), lo que quiere decir que el ser humano nace, existe, y
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dar es fundamental para comprender la idea de muerte en Sartre, así
como sus relaciones con la libertad y la contingencia del ser humano.
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tológica) nos lleva a tener la necesidad de elegirnos constantemente, sin
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ya que esto requiere una plenitud que nos está negada: ser un en-sí-pa-
no fuera más que un modo de ser del Dasein estaríamos resueltos fren-
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la naturaleza humana, sino que “por este ser que le es dado, la libertad
participa de la contingencia universal del ser y, por eso mismo, de lo que
llamábamos absurdidad” (Sartre 2005, p. 651). El ser humano, tal como
el Ser general del cual forma parte, es contingente y no necesario y, así
también, lo es su libertad de elección; entonces no hay razones que justi-
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humano de constatar el absurdo: son muros puesto que nos topamos con
ellos de golpe. Así coincide con Sartre al considerar que la muerte es una
instancia de constatación del sinsentido. Además, el suicidio no es la op-
ción propuesta para escapar del absurdo, puesto que en su intento de es-
capar choca de golpe con él: la muerte misma no tiene sentido. Con todo,
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para siempre. Incluso podemos ir más allá y señalar que una vida mera-
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ésta (cf., p. 738), por lo que asegura, aún si fuésemos inmortales seguiría-
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la cual yo soy el centro del mundo que, por tanto, es mi mundo. Enton-
ces, como el yo objetivo y el yo subjetivo son dimensiones esenciales de
nosotros mismos, ambas perspectivas colisionan en nosotros con el des-
cubrimiento tanto de nuestro nacimiento contingente como de nuestra
muerte futura. En el caso de la muerte esta perturbación no puede elimi-
narse (cf., p. 329), a diferencia de lo que ocurre con nuestro “nacimiento
innecesario”; la contingencia de la vida a causa de la muerte acarrea algo
más que un simple sentimiento de perturbación (cf., p. 327).
Teniendo presente este último punto y continuando con la aproxi-
mación hacia el pensamiento de Sartre, podemos señalar que, efectiva-
mente, la muerte -a diferencia de la contingencia del nacimiento- nos
revela algo que el yo subjetivo no podía concebir: “resulta que no soy el
tipo de cosa que inconscientemente estaba tentado de creer que era (…)
la visión subjetiva proyecta hacia el futuro su sentimiento de que hay
posibilidades incondicionales, y el mundo las niega. No se trata sola-
mente de que no se harán efectivas; se desvanecerán” (Nagel 1996, p. 326).
Las ideas de Sartre concuerdan en este punto, pues señala que nues-
tros proyectos revisten tanta importancia para nosotros que creemos
que nuestro lugar y propósito en el mundo es igualmente importante.
Al involucrarnos en ellos pensamos haber eliminado la contingencia de
nuestra esencia, pero este pensamiento no es más que un producto de
la mala fe. Sin embargo, la llegada de la muerte nos confronta directa-
mente con nuestra contingencia esencial. Además, Nagel comparte con
el existencialista la idea de que el absurdo se advierte principalmente
en el hecho de la muerte toda vez que, por ella, en nosotros existe una
“discrepancia clara entre las pretensiones o aspiraciones y la realidad”
(Nagel 2000, p. 36): entre el yo subjetivo que se proyecta ilimitadamente
en el futuro y el yo objetivo que, al mostrarnos la ineluctable condición
mortal, muestra también que no puede haber un propósito último de la
existencia. De manera que “en la mayor parte de los casos no hay razón
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tereses del yo subjetivo y de ese modo, al momento de una elección, dejar
de lado el punto de vista externo del yo objetivo (cf. Nagel 1996, p. 310).
Según Nagel señala, existen diversos intentos de sobreponerse o
responder al problema del absurdo, como por ejemplo la religión, pues
el sentimiento de participación en un grupo religioso -lo mismo que
en un movimiento social o en empresas similares- puede llevar a forjar
un sentido para nuestras vidas, lo que es legítimo y explica la satisfac-
ción que nos produce la participación en tales instituciones (cf. Nagel
2000, p. 43). Sin embargo, esto nos muestra que la búsqueda de justi-
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ello señalando que no existe un mundo que pueda colmar esa búsque-
da, pues el absurdo no reside en el mundo sino más bien en nosotros
mismos al producirse la colisión entre nuestras perspectivas objetiva y
subjetiva. Pero la discrepancia de Nagel con Camus va más allá de este
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empresas (cf., p. 330). Tal actitud explica la idea de Nagel según la cual
el sentido -a pesar del absurdo y de la contingencia- que pueda tener la
vida debe hallarse en la vida misma, no fuera de ella, en un propósito
mayor a cualquier esfuerzo humano que sea trascendente a ella (cf., p.
307). En esta idea de Nagel, de cultivar intereses altruistas con los cuales
disminuir la pérdida que representa nuestra muerte, creemos ver una
aproximación al concepto de compromiso de Sartre.
Sartre llevó su concepción del compromiso al extremo, llegando
a señalar de manera imperativa que el hombre “debe comprometerse”
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obra donde se muestra que la vida sin compromiso es una vida desa-
rraigada y que la libertad está por encima de todo, incluso del poder
externo. Puede decirse que el compromiso bajo la ocupación alemana
era tal que “la lucha clandestina (…) debía abolir la identidad, el reco-
nocimiento del hombre consigo mismo. La muerte anónima era impe-
rativa” (Wacquez 1979, p. 80). Sartre al respecto escribió en La república
del silencio: “el exilio, el cautiverio, la muerte que el hombre enmasca-
ra hábilmente en épocas felices, eran los objetos perpetuos de nues-
tra preocupación y sabíamos entonces que no son accidentes que uno
pueda evitar, ni siquiera amenazas constantes pero exteriores, sino que
debíamos ver en ellos nuestra suerte, nuestro destino, la fuente pro-
funda de nuestra realidad de hombres. Segundo a segundo vivíamos la
frase trivial: ‘Todos los hombres son mortales’ ” (Sartre 1968, p. 11), sin
embargo, para Sartre la libertad del sujeto comprometido es insoslaya-
ble y, por lo tanto, a pesar de fundirse también con otros mediante el
compromiso, la identidad libre del hombre y el reconocimiento que él
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