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Literatura y Sociología

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Literatura y sociología

Fátima Ivanna Preciado Ramírez (215538279)


29 de agosto, 2022

El ser humano ha podido conceptualizar, catalogar y nombrar las impresiones que el


complejo mundo le suscita gracias a la gran herramienta del lenguaje. Así, para configurar
sus percepciones, intenta insertar todas “las cosas del mundo” en categorías estables que
funcionan como moldes cognitivos. Por supuesto, existen realidades que son más sencillas
o evidentes de categorizar, mientras que otras resultan más difíciles o ambiguas por ser de
naturaleza abstracta, tal como es la idea de literatura. En efecto, no es pan comido definir
estrictamente lo que se entiende por literacidad, puesto que, de ese modo, se intentaría
rescatar una “verdadera” esencia o naturaleza de lo literario. Sin embargo, los criterios que
justifican que una obra sea o no un hecho literario no se rastrean a cualidades inherentes de
un texto, sino que tal valoración es otorgada por el individuo o sociedad lectora. Es en esta
arista de la literatura donde la axiología e ideologías de las sociedades interceden y nace la
Sociología de la literatura, que le interesa develar las fuertes conexiones entre literatura y
sociedad y que es objeto de estudio de este trabajo. Así, a través de tres autores: Terry
Eagleton en Una introducción a la teoría literaria (1998), Miguel Huamán en el Revés de
la Trama (1999) y Mercedes Ortega en La Sociología de la Literatura: Estudio de las
letras desde la perspectiva de la Cultura (2005), se pretende sintetizar la trayectoria de
esta disciplina mediante sus más grandes exponentes.

Terry Eagleton, en Una introducción a la teoría literaria, emprende la misión de


delimitar lo que se entiende por literatura, literario y literacidad, tratando de rastrear sus
leyes, estructuras o recursos propios y esenciales. Para ello, primero descarta algunos
falsos principios: como el de definir la literatura a partir de un empleo característico de la
lengua (en su forma), distinguiendo tajantemente un lenguaje “literario” de uno
“cotidiano”, pues al seguir tal lógica se reduce por mucho la potencialidad creativa de la
lengua y se infravalora a sus hablantes; tampoco se debe delimitar por su contenido (su
fondo), pues es erroneo afirmar que la literatura solamente relata ficciones y no hechos.
Entonces, ¿cuáles criterios sí utilizar? Eagleton concluye que, en realidad, no existe
particularmente nada que constituya la "esencia" misma de la literatura 1, pues no se puede

1A tal grado que Eagleton aclara que “Cuando en el resto del libro use las palabras `literario´ y 'literatura´
llevarán una especie de invisible tachadura para indicar que realmente no son las apropiadas pero que de
considerar la literatura como categoría descriptiva “objetiva” (Eagleton, 1998: 13). En todo
caso, el común denominador de aquello que consideramos literatura no se encuentra en el
texto per se, sino en el criterio del lector que es él quien configura, actualiza y asigna el
valor literario a un texto. De esta manera se deja a un lado la lucha por definir la literatura
a partir de un conjunto de cualidades inherentes que deberían manifestar cierto tipo de
obras, y mejor se define por la forma en que alguien decide leerlas, puesto que la literatura
puede referirse “tanto a lo que la gente hace con lo escrito como a lo que el escrito hace
con la gente” (Eagleton: 9), es decir, por las diferentes formas en que la gente se relaciona
con lo escrito, otorgándole un papel activo al lector.

Es aquí donde entran en juego los juicios de valor, de la estética e incluso de la ética
de cada cultura, puesto que estas estructuras son visibles en sus literaturas, tanto de manera
explícita como implícita. El valor es un término transitorio y mutable que significa “lo que
algunas personas aprecian en circunstancias específicas, basándose en determinados
criterios y a la luz de fines preestablecidos” (Eagleton: 11). Así, en última instancia, no
refiere exclusivamente a gustos personales, sino también a lo que dan por hecho ciertos
grupos sociales y mediante el cual tienen poder sobre otros y lo conservan (ibid: 14).
Siguiendo a Eagleton, las estructuras de valores constituyen parte de lo que se quiere decir
con el término “ideología”, que Eagleton la entiende como

las formas en que lo que decimos y creemos se conecta con la estructura de poder o con las
relaciones de poder en la sociedad en la cual vivimos[…] Me refiero muy particularmente
a modos, de sentir, evaluar, percibir y creer que tienen alguna relación con el
sostenimiento y la reproducción del poder social (Eagleton, 1998: 13)

Es importante recordar que la literatura no es un mero reflejo de la sociedad, pero a su vez


sí se relaciona con la vida del hombre, su conexión “no es de contenido sino de
correspondencias y semejanzas de estructuras mentales” (Ortega, 2005). Por consiguiente,
en los textos de una cultura dada se pueden evidenciar ciertas estructuras mentales
comunes que se generan al interior de un grupo de individuos que se encuentra en una
situación análoga. Estas estructuras están conformadas por conocimientos tanto comunes
como científicos, y por valoraciones del mundo, éticas y estéticas, que se encuentran
categorizadas de forma particular en cada grupo. Un ejemplo de estas estructuras es lo que
Goldman nombró como la concepción del mundo que es un “conjunto de aspiraciones, de

momento no cuento con nada mejor” (Eagleton, 1998: 11).


sentimientos y de ideas que reúne a los miembros de un grupo (o lo que es más frecuente,
de una clase social) y los opone a los demás grupos” (Ortega, 2005).

Es en este laberíntico terreno donde la Sociología de la literatura propone un método


de estudio, analítico, desideologizado e inmanentista, que analiza las obras más allá de la
configuración lingüística del texto, pues se ocupa en ver cómo la literatura incide en la
colectividad humana a partir del “presupuesto de qué la vida del hombre es fundamental
para la comprensión explicación de la obra literaria” (ibid). Desde esta perspectiva, el
contexto en el que surge un texto literario es de suma importancia para comprender una
obra. Ahora, desde la formalización de los estudios literarios con el formalismo ruso 2,
nuevas corrientes surgieron proponiendo cada una sus respectivos modelos de lectura y de
análisis. Pero será a partir de la crisis del estructuralismo que la lectura sociológica
inaugura, a fines del siglo XX, un nuevo horizonte en el conocimiento de la relación
literatura/sociedad. Según Miguel Huamán (1999), son tres las corrientes que le parecen
ejemplificadoras de este retorno del énfasis social en los estudios literarios: la Escuela de
Tartu, la línea bajtiniana y la pragmática literaria.

1. La Escuela de Tartu:
Hacen referencia a la indispensable extensión histórico-cultural para la correcta
explicitación de lo que es literatura, que entienden no sólo como código lingüístico sino
también el extralingüístico. Destacan en esta Escuela Iuri Lotman y Boris Uspenki,
quienes resaltan que la literatura no se puede aislar o separar del proceso de su producción
y recepción social.
Respecto a Lotman, él ve la cultura como un mecanismo de estructuración del mundo,
generador de visiones o modelos, es decir, un conjunto de códigos o textos que configuran
una semiosfera, en cuyo núcleo se ubica la lengua natural o sistema primario. También
define el arte como lenguaje y al texto artístico como un sistema organizado de lenguaje
que califica de “modelizador secundario”, y es además doblemente codificado, pues es un
lenguaje hecho de lenguajes.
Otra de las contribuciones de la Escuela de Tartu en la reflexión en torno a la
relación literatura y sociedad ha sido su Semiótica de la Cultura entendida como una teoría
de los contextos y los modos de inserción del texto.

2 Entre quienes figuraban Viktor Shklovsky, Roman Jakobson, Osip Brik, Yury Tynyanov, Boris Eichenbaum y Boris
Tomashevsky.
2. La línea bajtiniana:
Las propuestas de Mijail Bajtín marcan un cambio de punto de vista sobre la relación entre
literatura y sociedad. Para él, comprender un texto es ser capaz de captar la pluralidad de
voces que contiene (la polifonía que permite el dialogismo) para después poder ubicarlos
en su momento histórico con el fin de entender qué significado tenía en esa época. Cree
además que en la literatura se produce una evaluación crítica y sistemática sobre las
concepciones del mundo de la cultura, la cual sería la esencia de la literatura. Además,
gracias a sus trabajos se pasa de la consideración de la literatura como producto a su
investigación como producción, “de manera que el carácter social de la literatura se
manifiesta en los materiales y en el proceso que la constituyen, considerando la actividad
literaria integrada a las prácticas sociales” (Huamán, 1999). Es por ello que a Bajtín le
interesa el estilo del texto y trata de ver reflejada en él la riqueza lingüística de la sociedad.

3. La pragmática literaria:
El origen de la pragmática se remonta a los trabajos precursores de Charles S. Peirce.
Según Huamán, esta se entiende en general como una semiótica destinada a esclarecer y
definir las características de la comunicación de la creación verbal, entendida como un tipo
específico de relación entre emisor y receptor. La pragmática literaria define, por lo
mismo, “la literatura como una configuración de un código y un estatuto comunicativo
supraindividual, precedente y preexistente al texto mismo, que delimita o prefigura los
efectos en el receptor” (ibid). Es heredera de la lingüística pragmática, y en la actualidad
abarca dos tendencias: una, orientada hacia la teoría de los contextos y otra, hacia una
teoría de la acción.

Resumamos las ideas aquí expuestas a manera de conclusión. Primero, siguiendo el


método de descarte, se puede afirmar que no hay nada en el texto literario que pueda
otorgarle su rasgo específico, “pues sólo es posible definir la literatura sobre la base de los
condicionamientos socioculturales en los que está instalado” (Huamán, 1999). Lo literario
implica mucho más que la simple suma de enunciados y por tal puede ser considerado,
acorde a Huamán como un “hipersigno”, y que será activado por las competencias
textuales del lector que hacen pragmáticamente posible la comunicación literaria.
Segundo, aquello que se considera como literatura resulta altamente estimado por una
sociedad, puesto que se cree que contiene en sí valores importantes para dicha cultura. Es
por ello que la Sociología de la literatura, con su enfoque sociológico, resulta pertinente,
puesto que esta busca ubicar en las obras su axiología, su ética particular, en relación con
una cultura dada. Este análisis de la obra no acaba solamente en su comprensión, sino que
también exige su explicación, pues se debe relacionar la visión del mundo presentado en la
obra con una estructura englobante. Este método de análisis me parece sumamente valioso
debido a los distintos niveles de análisis que puede alcanzar, pues la obra literaria, en
relación con su cultura, no solo serviría para conocer la cultura en donde surgió, sino que
ayudaría a comprender otros textos de otros tiempos y lugares, siempre y cuando se lleven
a cabo comparaciones lógicas, no forzadas ni generalizadoras. Esta última advertencia me
parece clave, porque hay que siempre recordar que la literatura no es una reproducción
exacta de los rasgos de una sociedad dada, y que incluso no todos los sujetos de una misma
comunidad social o geográfica comparten siempre los mismos rasgos culturales. Pero,
siendo conscientes de esto, y mediante un estudio formal y pertinente, se logra
ejemplificar, a través del hecho literario, conceptos tan complejos y polémicos como lo son
el arte, la ideología y el valor para las sociedades.

Referencias
Eagleton, T. (1998). ¿Qué es la literatura? En Una introducción a la teoría literaria
(Primera reimpresión ed., pp. 5–14). Fondo de Cultura Económica.
https://estudiosliterariosunrn.files.wordpress.com/2010/08/eagleton-terry-una-
introduccion-a-la-teoria-literaria.pdf

Ortega, M. (2005). La Sociología de la Literatura: Estudio de las letras desde la


perspectiva de la Cultura. Espéculo. Revista de estudios literarios. Recuperado 24 de
agosto de 2022, de http://www.ucm.es/info/especulo/numero29/sociolit.html

Huamán, M. (1999). Literatura y Sociedad: El Revés de la Trama. Revista de Sociología,


11(12). https://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtual/publicaciones/sociologia/1999_n12/
art093.htm

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