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Resumen Rudolf Carnap U1

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Resumen: Rudolf Carnap La superación de la metafísica mediante el análisis lógico del

lenguaje

Desde los escépticos griegos hasta los empiristas del siglo xix han habido muchos opositores a
la metafísica. Algunos han declarado que la teoría metafísica ei errónea en razón de oponerse
a nuestro conocimiento empírico. Otros la han considerado únicamente incierta en base al
hecho de que sus problemas trascienden el límite del conocimiento humano.

El desarrollo de la lógica moderna ha hecho posible dar una respuesta nueva y más precisa al
problema de la validez y justificación de la metafísica. Las investigaciones de la lógica aplicada
o de la teoría del conocimiento, cuyo propósito es esclarecer por medio del análisis lógico el
contenido cognoscitivo de las proposiciones científicas y, a través de ello, el significado de las
palabras que aparecen en dichas proposiciones, conducen a "un resultado positivo y a uno
negativo. El resultado positivo es elaborado en el campo de la ciencia empírica: se esclarecen
los conceptos particulares de distintas ramas de la ciencia, se explicitan tanto sus conexiones
lógico-formales como epistemológicas.

En el campo de la metafísica (incluyendo la filosofía de los valores y la ciencia normativa), el


análisis lógico ha conducido al resultado negativo de que tas pretendidas proposiciones de
dicho campo son totalmente carentes de sentido. Con esto se ha obtenido una eliminación tan
radical de la metafísica como no fue posible lograrla a partir de los antiguos puntos de vista
antimetafísicos.

Al decir que las llamadas proposiciones de la metafísica carecen de sentido, hemos usado estos
términos en su acepción más estricta. Dando a ia expresión un sentido lato, una proposición o
un problema Ison caracterizados en ocasiones como carentes de sentido cuando su planteo es
totalmente estéril.

Sin embargo, strictu sensu una secuencia de palabras carece de sentido cuando, dentro de un
lenguaje específico, no constituye una proposición. Puede suceder que a prim era vista esta
secuencia de palabras parezca una proposición; en este caso la llamaremos
pseudoproposición. Nuestra tesis es que el análisis lógico ha revelado que las pretendidas
proposiciones de la metafísica son en realidad pseudoproposiciones.

Un lenguaje consta de un vocabulario y de una sintaxis, es decir, de un conjunto de palabras


que poseen significado y de reglas para la formación de las proposiciones. Estas reglas indican
cómo se pueden constituir proposiciones a partir de diversas especies de palabras.

De acuerdo con esto hay dos géneros de pseudoproposiciones: aquellas que contienen una
palabra a la que erróneamente se supuso un significado o aquellas cuyas palabras constitutivas
poseen significado, pero que por haber sido reunidas de un modo antisintáclico no
constituyeron una proposición con sentido.

2. El significado de una palabra

Cuando (dentro de un lenguaje determinado) una palabra posee un significado, se dice


usualmente que designa un concepto; si esta significación es sólo aparente y en realidad no la
posee, hablamos de un pseudoconcepto.

Es seguro que originalmente cada palabra (exceptuando casos singulares que más tarde
mostraremos) poseyó un significado. En el curso de la evolución histórica, una palabra
frecuentemente cambia su significado.
¿En qué consiste entonces el significado de una palabra?

En primer lugar debe fijarse la sintaxis de la palabra, es decir, la manera como se presenta en
la forma proposicional más simple en la que puede aparecer; llamaremos a esta forma
proposicional su proposición elemental

1) ¿De qué proposiciones es derivable P y qué proposiciones pueden derivarse de P? –

2) ¿Bajo qué condiciones P debe ser verdadera y bajo qué condiciones falsa?

3) ¿Cómo puede ser verificada P?

4) ¿Cuál es el sentido de P?

La formulación correcta es (1); (2) es la formulación de acuerdo con la terminología de la


lógica; (3) la formulación de acuerdo con la terminología de la teoría del conocimiento; (4) de
acuerdo con la filosofía. Wittgenstein ha afirmado que (2) expresa lo que los filósofos han
querido decir por (4): el sentido de una proposición radica en sus condiciones (criterio) de
verdad.

[(1) es la formulación metalógica; más tarde daremos, en otro lugar, una exposición detallada
de la metalógica como teoría de la sintaxis y del sentido, es decir, de las relaciones de
derivación.]

Similarmente, una palabra sólo tiene significado cuando las proposiciones* en las que puede
aparecer son susceptibles de retrotraerse a proposiciones protocolares.

Teniendo en cuenta que el significado de una palabra se define mediante su criterio de


aplicación (en otras palabras: mediante sus relaciones de derivación de su proposición
elemental, mediante sus condiciones de verdad y mediante el método de su verificación), la
estipulación de este criterio elimina cualquier posible libertinaje respecto a lo que nos gustaría
que "significara" una palabra.

Resumamos brevemente el resultado de nuestro análisis. Sea "a" una palabra cualquiera y " P
(a )” la proposición elemental en la que aparece. La condición necesaria y suficiente para que
"a" tenga un significado puede darse en cada una de las formulaciones siguientes, que dicen
fundamentalmente lo mismo:

1. Que las notas empíricas de "a" sean conocidas.

2. Que haya sido estipulado de qué proposiciones protocolares es derivable " P (a )”.

3. Que las condiciones de verdad para "P (a)" hayan sido establecidas.

4. Que el método de verificación de "P (a )" sea conocido.

3. Palabras metafísicas carentes de significado

Vamos a tomar como ejemplo el término metafísico "principio" (Areté).

A efecto de descubrir el significado que tiene la palabra "principio" en este problema


metafísico, debemos preguntar a los metafísicos bajo qué condiciones una proposición de la
forma "X es el principio de Y" es verdadera y bajo qué condiciones es falsa. En otros términos:
inquiriremos por el criterio de aplicación o por la definición de la palabra "principio”.
El metafísico nos responderá aproximadamente como sigue: "X es el principio de Y" quiere
decir que "Y surge de X", "el ser de Y reside en el ser de X ", "Y existe por virtud de X", y así
sucesivamente.

Si reflexionamos sobre el significado original de la palabra “principium" encontramos esta


misma evolución. La palabra es expresamente desposeída de su significado original de
"comienzo".; no se supone que signifique prioridad temporal ninguna, sino una prioridad
diferente, específicamente metafísica. Sin embargo, faltan los criterios para esta
"especificación metafísica".

En ambos casos la palabra ha sido desprovista de su significado original sin que se le haya
otorgado alguno nuevo; lo que resta de todo ello es una especie de cáscara vacía.

La palabra "Dios" es otro ejemplo. En su aiso mitológico la palabra tiene un significado claro.
En ocasiones ella misma es utilizada para designar a seres corpóreos que están entronizados
en el Olimpo, en el Ciclo o en los Infiernos y que se hallan dotados en mayor o menor grado de
poder, sabiduría, bondad y felicidad.

Por el contrario, en su uso lingüístico metafísico la palabra "Dios" designa algo que está más
allá de la experiencia.

El uso teológico de la palabra "Dios” se sitúa entre el uso mitológico y el metafísico. No hay
aquí un empleo propio, sino una oscilación del uno al otro de los usos mencionados.

Tal y como los ejemplos ya examinados de "principio” y de "Dios”, la mayor parte de los otros
términos específicamente metafísicas se halla desposeída de significado, por ejemplo, "la
Idea”, "el Absoluto”, "lo Incondicionado”, "lo Infinito”, "el Scr-que-estáSiendo”, "el No-Ser", "la
Cosa-cn-Sí”, "el Espíritu Absoluto”, "el Espíritu Objetivo”, "la Esencia”, "el Ser-cn-Sí”, "el Ser-en-
y-paraSí”, "la Emanación”, "la Manifestación”, "la Articulación”, "el Ego", "el No-Ego”, etc. Con
estas expresiones sucede Jo mismo que con la palabra "tago”, nuestro ejemplo anteriormente
fabricado. El metafísico nos dice que no pueden especificarse condiciones empíricas de verdad;
si a ello agrega que a pesar de todo quiere "significar” algo con ellas, sabremos entonces que
no se trata en ese caso sino de una mera alusión a imágenes y sentimientos asociados a las
mismas, lo que sin embargo no les otorga significado. Las pretendidas proposiciones de la
metafísica que contienen estas palabras no tienen sentido, no declaran nada, son meras
pseudoproposiciones. Más tarde inquiriremos acerca de su origen histórico.

4. El sentido de una proposición

La sintaxis de un lenguaje especifica qué combinaciones de palabras son admisibles y cuáles


inadmisibles. Sin embargo, la sintaxis gramatical de un lenguaje natural no es capaz de realizar
la tarea de eliminar todos Ies casos de combinaciones de palabras que resulten sin sentido.
Tomemos como ejemplo las dos secuencias de palabras siguientes:

1) "César es y." ANTISINTACTICAMENTE

2) "César es un número primo." SINTACTICAMENTE CORRECTA

Sin embargo (2) carece de sentido. "Número primo" es un predicado de los números. Por ello
llamaremos a esta secuencia de palabras PSEUDOPROPOSICIÓN.
El hecho de que los lenguajes cotidianos permitan la formación de secuencias verbales
carentes de sentido sin violar las reglas de la gramática indica que la sintaxis gramatical resulta
insuficiente desde un punto de vista lógico.

En consecuencia, si se justifica nuestra tesis de que las proposiciones de la metafísica son


pseudoproposiciones, en un lenguaje construido de un modo lógicamente correcto la
metafísica no podría expresarse. Aquí se revela la importancia filosófica de la tarea de elaborar
una sintaxis lógica que ocupa a los lógicos en la actualidad.

5. Pseudoproposiciones metafísicas

CUADRO COMPARATIVO DE PROPOSICIONES Y PSEUDPROPOSICIONES CARENTES DE SENTIDO.

6. Carencia de sentido de toda metafísica

Probablemente la mayoría de los errores lógicos cometidos cuando se confeccionan


pseudoproposiciones se base en las deficiencias lógicas que infectan, en nuestro lenguaje, el
uso de la palabra ser. La primera deficiencia reside en la ambivalencia de la palabra "ser".

Un ejemplo ilustrativo de este error puede hallarse en el cogito, ergo sum de Descartes. El
verbo sum está pensado aquí sin ningún lugar a duda en el sentido de existencia, y en este
sentido ha sido interpretado siempre, porque una cópula no puede ser utilizada sin un
predicado. Pero en este caso la proposición viola la regla lógica antes mencionada de que
existencia sólo puede ser enunciada en conexión con un predicado, no en conexión con
nombres.

Una proposición existencia! no tiene la forma "a existe" (com o en "yo soy", es decir, "yo
existo") sino "algo existe de tal y tal clase". El segundo error reside en la transición de "yo
pienso” a "yo existo". Si de la proposición "P(a)” (“a ’a’ se le asigna la propiedad P”) se va a
derivar una proposición existencia!, entonces esta última puede aseverar existencia solamente
con respecto al predicado "P" y no con respecto al sujeto "a" de la premisa. Lo que se sigue de
"yo soy un europeo” no es “yo existo", sino "existe un europeo". Lo que se sigue de "yo
pienso” no es "yo existo” sino "existe algo que piensa”.

Otra violación muy frecuente de la sintaxis lógica es la llamada "confusión de tipo” de los
conceptos. En tanto que el error mencionado con anterioridad consiste en el uso predicativo
de un símbolo que no posee significado predicativo, en el presente caso un predicado es usado
como tal, pero como predicado perteneciente a un "tipo” diferente. Aquí tenemos una
violación de las reglas de la llamada Teoría de los Tipos.

Habiendo hallado que muchas proposiciones metafísicas son sinsentidos, se plantea el


problema de si no subsiste en la metafísica un núcleo de proposiciones con sentido que deba
persistir después de la eliminación de todas las que carecen de él. A través de los resultados
que hemos obtenido podría llegarse a la concepción de que la metafísica encierra muchos
peligros de caer en stnsentido y que, por ello, si uno quiere hacer metafísica debería esforzarse
por evitarlos cuidadosamente. Pero en realidad la situación es tal que no puede haber
proposiciones metafísicas plenas de sentido. Ello se sigue de la tarea que la metafísica se
plantea: el descubrimiento y la formulación de un género de conocimiento que no es accesible
a la ciencia empírica.
Hemos establecido con anterioridad que el sentido de una proposición descansa en el método
de su verificación. Una proposición afirma solamente todo lo que resulta verificable con
respecto a ella. Por éso una proposición, cuando dice algo, sólo puede enunciar un hecho
empírico. Algo que estuviera en principio más allá de lo expcrimcntable no podría ser dicho, ni
pensado, ni planteado. Las proposiciones (con sentido) se dividen en las siguientes clases:

La interrogante acerca del carácter lógico de las proposiciones que obtenemos como resultado
de un análisis lógico, por ejemplo, del de las proposiciones de este u otros estudios lógicos,
sólo puede ser respondida aquí de manera sucinta indicando que estas proposiciones son
parcialmente analíticas y parcialmente empíricas. Las proposiciones sobre proposiciones y
sobre partes de proposiciones pertenecen bien a la metalógica pura bien a la metalógica
descriptiva. En estudios posteriores se mostrará cómo la metalógica, que trata acerca de las
proposiciones de un lenguaje dado, puede formularse en ese mismo lenguaje.

7. La metafísica como expresión de una actitud emotiva ante la vida

Las (pseudo)proposiciones de la metafísica no sirven para la descripción de relaciones


objetivas, ni existentes (caso en el cual serían proposiciones verdaderas), ni inexistentes (caso
en el cual —por lo menos— serian proposiciones falsas); ellas sirven para la expresión de una
actitud emotiva ante la vida.

Es posible apuntar presuntivamente que la metafísica surgió del mito. El niño se enoja con la
“malvada mesa" que le causó daño. El primitivo se esfuerza por congraciarse con el
amenazador demonio de los terremotos o adora agradecido a la divinidad de las lluvias
fertilizadoras.

¿Cuál es entonces el papel histórico de la metafísica? Tal vez debamos considerarla como un
sucedáneo de la teología en el nivel del pensamiento sistemático y conceptual.

Hallamos que la metafísica surge de la necesidad de dar expresión a una actitud emotiva ante
la vida; a la postura emocional y volitiva del hombre ante el medio circundante, ante el
prójimo, ante las tareas a las que se dedica, ante los infortunios que le aquejan. Normalmente,
esta actitud emotiva ante la vida se manifiesta de modo inconsciente en cada una de las cosas
que el hombre hace o dice, y aun podemos considerar posible que en alguno esta situación se
llegue a reflejar en sus rasgos faciales o en su deambular; sin embargo, ciertos hombres tienen
necesidad de dar una forma especial a la expresión de su actitud emotiva ante la vida, forma
en la que ésta sea perceptible de un modo más concentrado y penetrante.

No sólo el lector, sino también el metafísico mismo sufre la ilusión de que por medio de las
proposiciones metafísicas se declara algo, se describe una situación objetiva. El metafísico cree
moverse en el terreno de lo verdadero y lo falso cuando en realidad no ha afirmado nada, sino
solamente expresado algo, como un artista.

En verdad los metafísicos son músicos sin capacidad musical, en sustitución de la cual tienen
una marcada inclinación a trabajar en el campo de lo teorético, a conectar conceptos y
pensamientos. Ahora bien, en lugar de utilizar esta inclinación por una parte en el campo de la
ciencia y por la' otra satisfacer su necesidad de expresión en el arte, el metafísico confunde
ambas y crea una estructura que no logra nada en lo que toca al conocimiento y que es
insuficiente como expresión de una actitud emotiva ante la vida.

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