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Como Somos Anexo Dones

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¿Cómo Somos?

ANEXO 1
Sobre los dones espirituales
I. ¿Cómo llegan a nosotros los dones?

Son el «botín» de un guerrero triunfante (Cristo). Cuando en la antigüedad un rey o militar salía
de campaña y conseguía la victoria, regresaba a su ciudad capital a la cabeza de una procesión triunfal,
seguido por el ejército, los prisioneros y los carros repletos con el botín. Era recibido gloriosamente con la
aclamación del pueblo. Después de su entrada triunfal, repartía parte del botín entre los oficiales y
soldados de su ejército. Precisamente esa es la imagen de Efeisos 4:8.
La victoria del Señor en la cruz, demostrada por su exaltación en el cielo (Hch. 2:32-33), le dio el
derecho de repartir dones: dio el Espíritu Santo en Pentecostés (Hch. 2:33) y dones individuales, que son
administrados por el Espíritu Santo (1 Co. 12:4-11).
Por lo tanto, los dones dados por el Señor son el resultado de Su trabajo, el fruto de Su sacrificio, la
demostración de Su victoria. No son cualquier cosa ni un agregado a las peculiaridades de una Iglesia
cristiana. Son el brazo activo de su vida espiritual.

II. ¿Qué son los dones y para qué se usan?

Son habilidades sobrenaturales delegadas a seres humanos. Son herramientas divinas que nos
ayudan a desempeñar aquello para lo que fuimos llamados. No les pertenecen a los hombres, pero pueden
caracterizar de tal manera a la persona que lo administra bien, que llega a ser conocida por ese don (por
ejemplo, alguien que ejerce bien la enseñanza es conocido como maestro). En esos casos hablamos de un
ministerio y hasta de un oficio.
Mientras en 1 Corintios 12 y Romanos 12 se mencionan dones y ministerios individuales, en
Efesios 4 se enfatiza que hay personas con dones que son “donadas” a la Iglesia (es decir, oficios). Los
dones pueden haber estado presente, en alguna medida, antes de la conversión como talentos naturales y
ser reorientados, pero generalmente son totalmente nuevos.
Por lo tanto, vemos el ministerio de liderazgo cristiano, particularmente el oficio pastoral, no
como una persona que guarda celosamente su ministerio y anula toda iniciativa de los que no son
“profesionales” como él, sino uno que ayuda y estimula al pueblo de Dios a descubrir, desarrollar y
ejercitar sus dones. Su enseñanza y preparación deben estar orientadas a ese objetivo de capacitar a la
congregación para la obra y multiplicar así los ministerios y el alcance de la Iglesia. Además, es uno que
discipula de manera cercana a los que han sido especialmente dotados por Dios para el liderazgo, sin
cegarse por amistades o simpatías personales, sino tratando de discernir cuidadosamente quiénes serán
aquellos escogidos por Dios para que el liderazgo se reproduzca en ellos. Pero recuerde, aun esa
reproducción no quiere decir imitación o molde exacto, sino reproducir la vida de Cristo y enseñarle a usar
sus talentos para la obra a la que ha sido llamado, a ser fieles a Dios y a reproducirse también. Nos
atreveríamos a decir que esto se enseña muy poco en los Seminarios e Institutos Cristianos, pero urge la
formación líderes capacitados y generosos, hombres y mujeres capaces de compartir vida.
El modelo piramidal de Iglesia, con el pastor en la cúspide como un pequeño papa de su
congregación, mientras el laicado se encuentra ubicado por debajo en diversos rangos de inferioridad, es
totalmente antibíblico. No es mejor que el “modelo del autobús”, donde el pastor maneja todo el tiempo
mientras la congregación dormita en la parte de atrás.
El modelo bíblico es totalmente distinto. En él cada miembro tiene una función distintiva y
esencial.
Los dones por sí solos no pueden hacer la obra del ministerio, de modo que es necesario enseñar a
las personas a usarlos. En otras palabras, el liderazgo de la Iglesia debe enfocar su mayor esfuerzo en la
obra de discipulado de mediano y largo plazo. Pero esto es costoso, porque requiere compartir la vida con

1
otras personas, para transmitirles las características de vida de Cristo que los líderes ya viven, y mostrarse
totalmente auténticos. Que sepan que estamos juntos en el camino de crecimiento. Pablo lo dijo de la
siguiente manera refiriéndose a lo que quedaba por delante: No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea
perfecto; sino que... prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús (Fil.
3:12-14).
Por eso vemos al apóstol predicando en todo lugar donde podía, pero viviendo con las personas
más cercanas, compartiendo el trabajo, el pan y las enseñanzas, porque ellos quedarían a cargo cuando él
se fuera. Se ha preguntado alguna vez ¿cómo hacía Pablo para preparar personas en tan solo semanas para
la dirección de una Iglesia? Debió ser tan impactante vivir ese poco tiempo con él, escuchar sus
enseñanzas, captar su pasión por Cristo, verlo reaccionar en las situaciones cotidianas, etc., que quedaba
plasmado el carácter de ese hombre en sus discípulos indeleblemente, y él mismo no trepidaba en pedirles
que lo imitaran, así como él imitaba a Cristo (1 Co. 11:1).

III. Definiciones de dones espirituales

(Nota: Las definiciones a continuación fueron adaptadas del manual sobre dones
espirituales del Pastor Roger Cunningham, citado con permiso)

A. 1 Corintios 12

Palabra de Sabiduría:
En primer lugar, Pablo va hacia atrás, al problema mencionado en 1 Co.1:17-2:16, donde los
corintios, en nombre de su «sabiduría» estaban rechazando tanto a Pablo como a su Evangelio. En
consecuencia Pablo les responde que no irá a ellos con «sabiduría caracterizada por retórica» (1:17 lit.) o
con «excelencia de palabra de sabiduría» (2:1,5). La frase significa «un mensaje lleno de sabiduría» o «un
mensaje caracterizado por sabiduría».
En contraste, el don de palabra de sabiduría es la capacidad de hacer una declaración inspirada por
Dios mismo. Revela parte de la total sabiduría de Dios. Es ver lo que Dios ve en una situación, y decirlo.
Es aplicar la sabiduría de Dios a una situación específica.

Palabra de Ciencia (Lit. «palabra de conocimiento»):


Pablo toca ahora el conocimiento, tema que también fascinaba a los corintios, y el orgullo que lo
acompaña (8:1-3,7). Es tomada también del vocabulario de los corintios, igual que la anterior. Debió ser
algún mensaje espiritual de carácter revelatorio, ya que se coloca entre «revelación» y «profecía» en 14:6,
y porque cesará junto a las profecías y las lenguas cuando venga “lo perfecto”(13:8). No se puede saber
con exactitud cuál era la diferencia para Pablo entre este don y el anterior, pero debe destacarse que no es
la sabiduría o el conocimiento como tales lo que Pablo califica como un don, sino el mensaje que revela a
otros sabiduría o conocimiento directamente proveniente de Dios.
Una Palabra de Conocimiento es una declaración inspirada por Dios, y hablada por un individuo.
Es captar las cosas que “nos son dadas libremente por Dios» (1 Co. 2:12). Generalmente comparte la
verdad de los hechos que el Espíritu desea declarar concerniente a una ocasión específica, con una
aplicación práctica del derramamiento del amor de Dios.

Fe:
Una medida inusual de confianza en Dios. Tal vez se relaciona en el contexto con la capacidad de
hacer milagros.
Con esta palabra Pablo incluye varias manifestaciones claras del Espíritu. El apóstol ve la fe como
lo que guía a la salvación, pero aquí habla de un don especial de fe en el creyente que podría «mover
montañas» (1Co.13:2). Tal vez se conecta con los dos dones anteriores en el sentido de percibir de manera
clara cuándo Dios efectuará una obra poderosa de misericordia en una situación de necesidad. Por eso, los
dos dones siguientes serían la expresión directa, inmediata y visible de esta fe sobreabundante. Elías en el
Carmelo podría ser el ejemplo del AT de este don en operación.

2
Es una confianza que le da a una persona certeza y seguridad más allá de la razón de que Dios está
por actuar a través de una palabra o acción. Es tanto la confianza en la intervención divina como la
apropiación de la autoridad para efectuar dicha intervención mediante el poder del Espíritu Santo.

Dones de sanidades:
Ambas palabras están en plural, lo que tal vez sugiere que unos tenían el don de sanar unas
enfermedades y otros otras. El plural también podría sugerir que el don de sanidad no era de carácter
permanente en una persona, sino que venía y se iba de acuerdo a la necesidad.
Pablo, así como la Iglesia temprana, vivía con la expectación regular de que Dios sanaría el
cuerpo físico de las personas, ya que parte de la manifestación de la presencia del Reino era que Dios
sanaría a su pueblo (comp. Is.53:4). En el NT la sanidad física muchas veces se usa como metáfora de la
salvación (comp. Mt. 8:17; 1 P. 2:24), especialmente porque en el contexto del AT la salvación es vista en
los términos amplios de la presencia del Reino Mesiánico en plenitud, es decir, salvación de todo peligro o
condenación, sea espiritual o físico. Según Hechos, estas sanidades acompañaron los ministerios de Pedro
y Pablo, y Pablo probablemente se refiere a esto al hablar de las credenciales de un apóstol (2 Co.12:12;
comp. 1 Ts.1:5 y Ro.15:19).
Los dones de sanidades son, entonces, una de las características de la presencia del Reino en la
actualidad. Proveen sanidad real a una persona enferma física, emocional o espiritualmente, ya sea en
forma instantánea o gradual, según sea el propósito de Dios. Cabe mencionar que, aunque el Señor quiere
siempre dar cosas buenas a Su pueblo, el dolor y la enfermedad tienen parte en los planes de Dios para las
personas, a veces en forma temporal y otras de manera permanente. La Iglesia nunca puede ejercer
sanidad independiente de la voluntad de Dios pero, salvo excepciones, el Señor quiere sanar, es
compasivo, usa las sanidades como demostración de su amor hacia el ser humano y le fascina bendecir a
su pueblo.

Hacer milagros:
La capacidad de hacer milagros, además de las sanidades anteriores.
Posiblemente se incluye aquí los milagros como los que se observan en el AT, los Evangelios y
Hechos, y probablemente también la liberación de demonios (comp. Hch.19:10-20). La palabra «milagro»
(gr. dúnamis) es usada por Pablo en 2:4-5 y en 2 Co.12:12, donde dice que las señales de un apóstol
fueron efectuadas (por él) entre ellos en forma de «señales» (semeia), «maravillas» o «prodigios» (terata)
y «milagros» u «obras de poder» (dunámeis). Al usar en 1 Corintios 12 esta última palabra, probablemente
está resumiendo en un solo término toda actividad portentosa, sobrenatural, claramente basada en el poder
de Dios y con el objetivo de señalar algo en particular.

Profecía:
Fundamentalmente es la capacidad de recibir revelación de Dios de manera directa y comunicarla
a la congregación.
Con esto Pablo regresa a las manifestaciones verbales. Lo contrasta fuertemente en el capítulo 14
con lenguas, lo que ayuda a entender lo que tenía en mente: (1) La profecía era algo común en las
religiones de la antigüedad, pero Pablo lo entiende en su sentido judío. El profeta era una persona que
hablaba al pueblo un mensaje de Dios bajo la inspiración del Espíritu Santo. En el AT, el mensaje venía
por revelación, y anunciaba juicio (generalmente) o salvación. Frecuentemente la palabra hablada tenía un
elemento futurista, pero no siempre. (2) Con el derramamiento del Espíritu Santo (Hch.2), la Iglesia
temprana entendió como cumplida (al menos en su primera etapa) la profecía de Jl.2:28-30. La profecía
era ahora un fenómeno renovado y potencialmente disponible para todos (Hch.2:17-18). Parece haber sido
en verdad un fenómeno extendido en la Iglesia primitiva (1 Ts.5:19-22; Ro.12:6). La evidencia del
capítulo 14 de 1 Cotintios indica que eran mensajes espontáneos (no la exposición de sermones
previamente preparados), inspirados por el Espíritu Santo, plenamente inteligibles, orales, durante la
reunión de la asamblea y con el propósito de exhortar y edificar a la gente. Los que profetizaban
claramente estaban «en control» de la situación (14:29-33). Algunos son llamados profetas en el NT,
probablemente porque con frecuencia eran usados por el Espíritu para hablar de esta manera (comp.

3
Hch.13:1 y Ef.2:20), pero la implicación del capítulo 14 es que era un don potencialmente disponible para
todos.
Por lo tanto, entendemos que es declarar los “latidos del corazón de Dios” a Su Iglesia, con el
propósito de exhortar, edificar y consolar. No es una habilidad o un talento «paranormal». Es dar a
conocer palabras dadas por el Espíritu en una situación particular y cesa cuando la palabra cesa.

Discernimiento de espíritus:
Probablemente se refiere a dos cosas, según el contexto inmediato y mediato: (1) El fenómeno
notado en 1 Corintios 14:29 de discernir o juzgar correctamente lo que otros dicen y (2) Discernir lo que
verdaderamente viene del Espíritu Santo y lo que viene de otros espíritus (demonios) (comp. 12:3; 14:29;
Hch.16:16-18; 1 Ts.5:21; 1 Jn.4:1).
El Discernimiento de espíritus es la capacidad sobrenatural de juzgar, a partir de un
discernimiento espiritual, si el espíritu que está operando procede de una fuente humana, demoniaca o
divina. Es una percepción sobrenatural hacia el reino espiritual, con el propósito de determinar la fuente
espiritual de la actividad.

Diferentes tipos de lenguas:


Es la capacidad de hablar un mensaje de comunión personal con Dios inspirado por el Espíritu
Santo en una lengua no aprendida antes. De la evidencia de Hch.2, estas lenguas parecen ser idiomas
existentes, aunque las analogías de 1 Co.13-14 dan a entender que hay también otro tipo de “glosolalia”.
Por lo tanto, es la capacidad de hablar una lengua no aprendida antes, lo cual implica que uno no entiende
lo que dice. Esa lengua puede ser humana (Hch. 2) o “no humana” (“angélica” 1 Co. 13:1; Hch. 8,10,19).

Luego de hablar de otras manifestaciones visibles y extraordinarias del Espíritu Santo, Pablo se
refiere a la favorita de los corintios, junto a su compañero (interpretaciones). Pablo entendía por esto: (a)
Un mensaje inspirado por el Espíritu Santo (12:7,11 y 14:2); (b) Regula su uso (14:27-28), lo que deja
claro que no ocurrían en estado de éxtasis por lo general, ni eran manifestaciones fuera de control. Por el
contrario, se debía hablar por turnos y callar en caso de no haber interpretación. (c) Lo que se hablaba era
ininteligible tanto para el que hablaba (14:4) (a menos que recibiera simultáneamente el don de
interpretación) como para la congregación (14:16). (d) Es un mensaje dirigido a Dios (14:2,14-15,28).
Luego, lo interpretado se vuelve inteligible, pero no necesariamente pertinente para la congregación, sino
que permite entender lo que se dijo a Dios y edifica al poder participar de una alabanza inspirada por el
Espíritu (14:1-5,13-19). (e) Algunos han visto en el patrón de Hch.2 una indicación de que este don tenía
que ver principalmente con evangelización. Es posible que en el caso de Pablo y otros fuera aprovechado
de esta manera también, pero el contexto de 1Co.12-14 claramente habla de un don para la edificación
personal. Vea más adelante otras observaciones que agregamos sobre el don de lenguas.

Interpretación de lenguas:
El término puede significar simplemente “traducir”, pero también podría significar “poner en
palabras”. En este contexto probablemente significa articular para beneficio de la congregación, dándole el
equivalente dinámico a lo que se ha dicho en lenguas.
La necesidad de este don radica precisamente en la ininteligibilidad del anterior. La evidencia de 1
Corintios 14:5,13 y 27-28 indica que: (a) Es algo inspirado por el Espíritu Santo, al igual que las lenguas.
(b) Es dado ya sea al que habla en lenguas o a otro, potencialmente a cualquiera.

B. Efesios 4

Apóstol:
Un Apóstol es uno que es enviado por Dios para introducir el Evangelio a nuevas áreas. Esta
introducción es acompañada por señales y maravillas que confirman el Evangelio. El trabajo de un apóstol
incluye poner el fundamento para la plantación de nuevas iglesias, edificar al cuerpo discipulando y
pastorear pastores, particularmente a aquellos dejados a cargo de las comunidades establecidas.

4
Profeta:
Un profeta es alguien a través del cual el don de profecía se manifiesta permanentemente. Es un
portavoz del Espíritu para la comunidad de creyentes principalmente, pero también para la sociedad en
general.

Evangelista:
Un evangelista es uno que proclama el mensaje del Evangelio en el poder de Dios, con el
resultado de que las personas reciben convicción espiritual de su necesidad de salvación y vienen a ser
discípulos de Jesús.

Pastor Maestro:
Es aquel que provee para las necesidades espirituales del rebaño, a través de liderar, alimentar y
proteger a las ovejas puestas a su cuidado.

C. Romanos 12 (vea también 1 Co. 12:28)

Profecía:
Visto

Servicio:
Es una unción divina que resulta en la sensibilidad y reconocimiento de las necesidades en la
comunidad, con la consecuente disposición y acción de servir. Se caracteriza por el anonimato y el gozo
del que sirve.

Enseñanza:
Es la capacidad de explicar la revelación ya dada (la Biblia) o la elaboración de ideas
concernientes a dicha revelación (teologizar). Se caracteriza por el fruto en los oyentes, como si un velo
cayera de sus ojos ante la explicación de uno con el don de enseñanza.

Dar – Ayudar (presidir) – Misericordia:


Estos dones están estrechamente vinculados entre sí. “Dar” es el don de compartir las posesiones
con quienes tienen necesidad, y hacerlo con generosidad y alegría, sin esperar nada a cambio. “Ayudar
(presidir)” es el don que presta cuidado a los más vulnerables dentro de la comunidad. Finalmente,
“misericordia” es el don que se expresa en un sentir y un actuar que refleja la misericordia divina hacia
nosotros, vale decir, un amor leal, inmerecido, fiel, generoso y perdonador.

IV. Pautas para el uso de los dones (1 Co. 12-14)

Cuando hablamos de dones, hablamos de capacitación (poder) para participar en la edificación de


la Iglesia. Pero, ¿qué es la edificación de la Iglesia? Se traduce en dos cosas:
1) Edificación individual, hasta llegar a la estatura de Cristo. Para eso será necesario sanar el alma y el
cuerpo de la persona, enseñar, discipular, etc.
2) Extensión del Reino: Esto, a su vez, involucra dos cosas a saber: (a) Proclamación del Evangelio,
haciendo discípulos y (b) Conflicto con el enemigo.

Por lo tanto, intentar la tarea de la edificación de la Iglesia sin contar con los dones espirituales, es
decir, con el poder de Dios, es una tarea imposible.

1) Todas las manifestaciones del Espíritu son para provecho (12:7)


 El objetivo es la edificación (personal y del cuerpo). Recuerde: No hay edificación del cuerpo sin
edificación personal, así como no se puede amar al prójimo sin amarse uno mismo.

5
 El contexto de funcionamiento es el amor (1 Co. 13). Esto requiere una lucha constante contra mi
egoísmo natural que me llevará a buscar lo mío sobre cualquier cosa, imponer mis ideas y lograr
mi agrado, incluso ofendiendo al hermano débil.
 Hay dones, ministerios y oficios.

2) Los dones son dados por el Espíritu Santo según Su voluntad (1 Co. 12:11)
 No se le da a todos lo mismo, sino según:
El Propósito de Dios.
La Personalidad del receptor.
La Humildad en el uso.
La Perseverancia en la búsqueda

En consecuencia, hay que agradecer por lo que venga. Las verdaderas manifestaciones del
Espíritu son para provecho y siempre se originan en la Gracia de Dios.

 Dios es siempre el dueño de los dones: Algunos son más o menos permanentes, otros vienen y se
van.
 Al parecer, cada creyente tiene al menos uno, pero se puede aspirar a todos (como los apóstoles).

3) Se nos manda anhelar las manifestaciones del Espíritu Santo y no impedirlas.


 Procurad (lit. anhelad) los dones mejores (1:Co.12:31).
 Procurad (lit. anhelad) los dones espirituales (14:1).
 «Los que anhelan (presente imperativo de zetéo = buscar con celo, con entusiasmo) los dones
espirituales, procuren abundar (presente subjuntivo de perisseuóo = incrementar o abundar en
cantidad y/o calidad) en ellos para edificación de la Iglesia» (14:12).
 No impidáis el hablar lenguas (14:39).
 No menospreciar la profecía ni apagar el Espíritu (1 Ts. 5:19-20).

Si este tema de los dones espirituales era algo tan importante para la edificación de la Iglesia, uno
esperaría encontrarlo no sólo en la Iglesia de Corinto, sino a través de todo el ministerio de los apóstoles y
demás iglesias mencionadas en la Biblia. En efecto, eso es lo que ocurrió, como se aprecia en el tema
siguiente.

V. Los dones del Espíritu en el siglo I

1) El testimonio de las epístolas


Al menos cinco epístolas dedican explícita atención a los dones (Ro. 12:3-8; 1 Co. 12:14; Ef. 4:1-
16; 1 Ts. 5:19-22; 1 P. 4:10-11). En estos pasajes están siempre entretejidos los dones “espectaculares”
con los de “servicio”, lo que implica que los apóstoles los consideraban todos necesarios y probablemente
complementarios (El Reino y el Poder, p. 217).

2) El ministerio de Pablo
Se caracterizó por la proclamación del Evangelio con demostración del Poder de Dios (1 Co. 2:3-
5; 1 Tes 1:5). La operación del poder del Espíritu Santo fue entendida como característica de la presencia
del Reino en la Iglesia (1 Co. 4:20), tanto como la justicia, la paz y el gozo (Ro. 14:17) (El Reino y el
Poder, p. 219).

3) Iglesias (o localidades) donde la Biblia señala la presencia de dones milagrosos


Se ha citado textualmente aquellos pasajes donde son otros creyentes, aparte de los apóstoles,
quienes ejercen dones espirituales. Como sugerencia, procure establecer la relación de las manifestación
del Espíritu Santo con la proclamación del Evangelio.

6
1. Corinto (1 Co. 12-14)
2. Roma (Ro. 12:3-8; 1 P. 4:11; He. 2:3-4; 6:5)
3. Efeso (Ef: 4:7-8,11; Hch. 19:1-6,10-11; 20:23 [salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me
da testimonio, diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones]).
4. Galacia (Gá. 3:5 Milagros)
5. Tesalónica (1 Ts. 1:5; 5:19-22 Profecía)
6. Samaria (Hch. 8:4-17 Lenguas).
7. Jerusalén (Hch. 2-8, Todos)
8. Damasco (Hch .9:15-18, Visiones y sanidades [17Fue entonces Ananías y entró en la casa, y
poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por
donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. 18Y al momento
le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado]).
9. Lida (Hch. 9:32-35, Sanidad [32Aconteció que Pedro, visitando a todos, vino también a los santos que
habitaban en Lida. 33Y halló allí a uno que se llamaba Eneas, que hacía ocho años que estaba en
cama, pues era paralítico. 34Y le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te sana; levántate, y haz tu cama. Y
en seguida se levantó. 35Y le vieron todos los que habitaban en Lida y en Sarón, los cuales se
convirtieron al Señor.]).
10. Jope (Hch. 9:36-41, Sanidad).
11. Cesarea Hch. 10:44-46, Profecía; 21:8-9 [8Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos,
fuimos a Cesarea; y entrando en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, posamos con
él. 9Este tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban.]; 21:10-11 [10Y permaneciendo nosotros
allí algunos días, descendió de Judea un profeta llamado Agabo, 11quien viniendo a vernos, tomó el
cinto de Pablo, y atándose los pies y las manos, dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos
en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles]).
12. Listra (Hch. 14:8-10, Pablo)
13. Filipos (Hch. 16:16-18, 25-26, Pablo).

Además, en cada localidad donde Pedro y Pablo predicaron, se registraron milagros. En el listado
anterior se incluyeron preferentemente los dones ejercidos por otras personas, aparte de los apóstoles, o
los efectos del ministerio milagroso de los apóstoles.

VI. Notas extras sobre el don de lenguas

Cuando hablamos de lenguas, hablamos de oración, particularmente oración del corazón o, como
aparece en la Biblia, “oración en el Espíritu” (1 Co. 14:14-15; Ro. 8:26-27; Ef 6:18) u “oración Abba”
(Gá. 4:6).
Esta es la oración de intimidad. A través de ella dejamos que Dios nos acerque hacia Él para
cargarnos, mimarnos y amarnos (R. Foster, La Oración, p. 161).
En el AT vemos algunas expresiones del gran amor de Dios hacia Su pueblo, como en Salmo
103:13; Oseas 11:1-4 e Isaías 66:13. Pero en ninguna parte se aprecia la intimidad con la que Jesús oraba a
Su Padre. Lo extraordinario es que Pablo nos dice que nos fue dado el Espíritu de Jesús, el cual clama
desde nosotros Abba Padre (Gá. 4:6), tal como lo haría Jesús mismo.

1) La oración del corazón


En la oración del corazón llegamos al final de nuestra “soga”. Tratamos de usar palabras, pero
estas faltan, entonces, el Espíritu toma el control y habla en lugar de nosotros en un lenguaje inexpresable.
Uno de estos lenguajes posibles es lo que conocemos como lenguas. En la Escritura encontramos cinco
contextos en que la oración del corazón llega al punto de un lenguaje más allá de lo humano:
1) Acción de gracias a Dios y bendición, es decir, adoración profunda (1 Co. 14:15,
17).

7
2) Intercesión (Ro. 8:26-27; Gá. 4:6).
3) Combate espiritual (Ef. 6:18).
4) Cantos espirtuales, es decir, alabanza (Ef. 5:19; Col. 3:16).
5) Profecía: Cuando las lenguas llevan un mensaje profético pertinente para la congregación, el cual es
revelado por vía de la interpretación de lenguas (1 Co. 14: 5).

Hemos de saber que las lenguas (u otras manifestaciones espirituales similares), no son la única
expresión de la oración del corazón. Fundamentalmente, esta oración se aprecia en que nos sentimos más
enamorados de Dios, nuestro corazón palpita más rápido por Su presencia o por ir a buscarlo; nuestro
pecho se “pone caliente” por Dios. El resultado inmediato de esto es mayor entusiasmo para vivir,
optimismo en el trabajo, relaciones más armoniosas y afectuosas. Por lo tanto, el tema en cuestión no es
cómo lograr el don de lenguas, sino ¿cómo desarrollar más pasión por Dios?
En la búsqueda, de pronto nos toparemos con Dios mismo y eso será sobrecogedor y muy superior a
nuestras expectativas. Por eso, es necesario mantenernos abiertos porque: “El amor del Padre es como una
lluvia repentina que se deja sentir cuando menos lo esperamos, y nos mueve de la sorpresa a la alabanza y
a lo indecible. Cuando esto suceda, no abras el paraguas para protegerte de la lluvia, al contrario, quédate
parado empapándote de la lluvia del Padre”. (R. Foster, La Oración, p. 174).

2) Características
 Hay diversos géneros (1 Co. 12:10).
 Habla a Dios; nadie entiende; por el Espíritu habla misterios (14:2).
 Es un don de autoedificación (14:4).
 Es muy deseable; Pablo lo practicaba. Es menor al de profecía, a menos que haya interpretación
(14:5). La medida final es la edificación de la Iglesia (14:12). Por lo tanto, hay que anhelarlo igual
que a los otros dones, pero no todos lo tendrán, así como no todos tendrán el don de continencia (1
Co. 7:7-9 se usa la misma palabra para don que en los anteriores). Luego, no puede ser señal del
Bautismo en el Espíritu Santo, ni es requisito para el liderazgo. Es un don dado para provecho, para
una tarea en un contexto específico (fundamentalmente la oración).
 A veces puede venir en éxtasis (especialmente la primera vez, como en el caso de Hch 8,10 y Hch
19). Generalmente se puede mantener bajo control por parte del hablante y usarlo con propósito (1
Co. 14:18-19 + regulaciones).
 Como otros dones, se puede desarrollar: (1) Géneros (12:10); (2) se puede orar pidiendo poder
interpretar (hína diermeneúo = presente subjuntivo de propósito, lo que indica que “poder
interpretar” es el propósito de la petición).
 El hablar en lenguas se caracteriza por: (1) es oración en el Espíritu (14:14); (2) bendice con el
espíritu (14:15); (3) bien da gracias (14:17); (4) no es para el entendimiento propio ni de los demás
si no hay interpretación; (5) al parecer se usa también en la intercesión profunda (Ro. 8:26-27) y en
el canto espiritual (Ef. 5:18-19).

3) Propósito
Al preguntarnos el porqué de este don, descubrimos que evidentemente no es dado por Dios para
la edificación congregacional en su uso corriente, sino para la edificación personal. Algunos ven egoísmo
en esto y lo rechazan sin más, olvidando que la edificación colectiva parte por la individual y que buscar a
Dios sincera y profundamente no puede resultar en otra cosa sino en edificación individual. De hecho eso
es lo que recomendamos cada vez que instruimos a los hermanos a hacer su devocional privado
diariamente.
Sin embargo, el tema de las lenguas se relaciona directamente con el de la oración. En otras
palabras, si hablamos de edificación personal en este don, estamos diciendo que el creyente logra gran
edificación al orar de esta manera y, como consecuencia, deseará orar más tiempo y con mucha más
frecuencia. De mi experiencia pastoral puedo afirmar que lo más difícil en el discipulado es llevar a la
gente a desarrollar una vida de oración. En cambio, he visto que los hermanos que tienen el don de

8
lenguas, aunque en ocasiones lo usen inapropiadamente por su entusiasmo, son proporcionalmente mucho
más proclives a la oración. Entonces, diría que este don proporciona:
1) Capacitación para una oración más íntima y profunda, algo muy deseable para la intercesión y la
lucha espiritual (Ro. 8:26-26; Ef. 5:18).
2) Da mayor libertad para la adoración (1 Co. 14:15,17; Ef. 5:18; Col. 3:16).
3) Edifica tremendamente al individuo y da una sensación de gran intimidad con Dios (Gá. 4:6), lo
que motiva para seguir orando sin esfuerzo, sino por placer y con certidumbre. Es más, se ve en
estos creyentes una disciplina y fervor mucho mayor en relación con el tema de la oración. ¡A eso
llamamos fruto!

4) Regulaciones
El problema de las regulaciones es el literalismo legalista con que frecuentemente se aplican: Por
ejemplo, (1) marido de una sola mujer en 1 Ti. 3; (2) calle la mujer en la congregación en 1 Corintios
14:34-35; son pasajes que cuesta entender y más aún aplicar sin legalismo. Algo similar se observa con la
estipulación paulina de que 2 o 3 hablen en lenguas y uno interprete en 1 Corintios 14. ¿Es que no pueden
hablar menos de 2 ni jamás más de 3, y siempre debe haber uno y sólo uno que interprete?
Por otro lado, no queremos apagar el Espíritu, pero es claro que existen regulaciones bíblicas para el uso
ordenado y provechoso de los dones. En relación con las lenguas, el apóstol Pablo enseñó:

 Da absoluta libertad al don de lenguas e incluso lo anima en el uso privado (1 Co. 14:2-5).
 En el culto público lo restringe (no elimina), por tres razones:
La posibilidad de imitación y blasfemia satánica (1 Co. 12:1-3)
(a) Por eso exige que sea acompañada de interpretación para evitar blasfemar el nombre de
Cristo. El fenómeno lenguas se observa también en la magia negra, el Vudú y otras
prácticas paganas y satánicas. De hecho, son comunes en los conjuros mágicos.
(b) Regula a las mujeres por (1) el contexto de sacerdotisas paganas, (2) por el rol femenino en
general (1 Co. 14: 34-35; 1 Ti. 2:11-14) y, posiblemente, por otras razones culturales más
oscuras.
La necesidad de priorizar la edificación congregacional (1 Co. 14:5; 14:13; 14:18-20; 14:26)
El efecto nocivo sobre los inconversos de presenciar casos de éxtasis descontrolado.
(a) Para judíos fue señal de juicio (1 Co. 14:21): Babel, Is. 28:11-12, Jer. 5:15; Hch. 2. Es
posible, a nuestro entender, que por eso en el día de Pentecostés las lenguas fueran idiomas
existentes, mientras en el resto del libro de Hechos y en Corinto da la impresión de ser otra
clase de lenguas. Probablemente el contexto de 1 Co. 14:20-22 sea un ejemplo de la
experiencia de Israel en el AT.
Sin embargo, hay testimonios de reuniones cristianas hoy, donde extranjeros han oído el
Evangelio en su propio idioma cuando alguien habló en lenguas que eran desconocidas
para el que hablaba.
(b) Para inconversos gentiles será señal de no pertenencia, o de locura, en gran contraste con
la profecía (y seguramente lenguas interpretadas u otras manifestaciones milagrosas
demostrativas de la presencia de Dios), según 14:23-25.

 La pauta es la edificación de la congregación (1 Co. 14:26) y orden (1 Co. 14:33, 40). Por eso
Pablo dijo que hablen dos o tres y uno interprete, de lo contrario, calle y hable para sí mismo y para
Dios (14:27-28). Pablo buscaba orden para edificación, pero no a costa de apagar el Espíritu.

VII. Sobre los dones de revelación

1) Diferencia entre profetas del AT y del NT


 En el AT había pocos y bastante aislados; separados para Dios y no se mezclaban mucho con la vida
religiosa o social. Ejemplos son Elías o Juan Bautista. Estos profetas hablaban un claro e inconfundible
“¡así dice el Señor!” (comp. Ex. 4:12; Jer. 1:9; Nm 22:38). Era impensable que proclamaran un oráculo

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que fuese una mezcla de información correcta e incorrecta. Hablaban la mismísima Palabra de Dios o
eran falsos profetas y tenían que morir. Es decir, recibían revelación directa y 100% exacta.
 En tiempos del NT no hay sólo uno o dos profetas en la nación, sino el don de profecía y el ministerio
profético. De manera que la Palabra de Dios viene a todo el cuerpo de Cristo. En todas partes del
mundo hay personas con esos dones, aunque sean inmaduros.
Existe el oficio profético, así como hay evangelistas y pastores. Pero eso no quiere decir que el
resto de los cristianos no pueda recibir revelación profética, así como todos pueden evangelizar y
pastorear. Por eso, aunque el oficio de profeta en el AT existía en una esfera superior en muchos
aspectos, el don de profecía del NT es un mejor don, basado en un mejor pacto, porque todos tienen el
potencial de profetizar (1 Co. 14:31). El “llanero solitario” es raro en estos tiempos, porque el Espíritu
Santo le da a todo el cuerpo la capacidad de dar y recibir la palabra profética.
Mientras en el AT los profetas hablaban primordialmente para advertir acerca del juicio de Dios, en el
NT hablan principalmente para edificación, exhortación y consolación (1 Co. 14:3).
Aunque en tiempos del NT la profecía viene a veces en forma de sueños, visiones y hasta la voz
audible de Dios, mucha revelación profética puede ser más sutil, es decir, en forma de impresiones del
Espíritu.

2) Administración del ministerio profético


 En tiempos del AT, muy pocas personas eran llamadas para el ministerio profético así como para el
ministerio sacerdotal. Para ellos, había reglas muy claras y severas (Dt. 18:8-22; Lv. 10:1-3), de
manera que nadie habría buscado usurpar esos puestos sin saber que arriesgaba la vida en ello.
 En el NT, en lugar de apedrear a los profetas cuando se equivocan, se instruye a los líderes a que
“hablen dos o tres y los demás juzguen” (1 Co. 14:29), y a no menospreciar las profecías, sino retener
lo bueno (1 Ts. 5:19-21). Es decir, no apedreamos a la gente si se equivoca una vez; tampoco creemos
todo lo que dicen, aunque estén acertados el 51% o el 99% de las veces. De igual manera, en relación
con el ministerio sacerdotal hay que recordar que en tiempos del NT todos somos sacerdotes (1 P.
2:5,9; Ap. 1:6; 5:10). Todos podemos acceder al trono de la gracia (He. 4:16). Cristo es nuestro único y
suficiente mediador (1 Ti. 2:5).
 Mike Bickle da las siguientes sugerencias para la práctica de este ministerio en la actualidad:
No usar hoy las fórmulas del AT, es decir, evitar el drama y el misticismo innecesario. Muchos
llevan adelante las revelaciones proféticas haciendo sugerencias o preguntas a las personas
mientras las ministran. El don del Espíritu puede operar en medio de un diálogo natural. “No
tenemos que poner los ojos en blanco, ni hablar con el lenguaje de la Reina Valera, terminando con
„dijo el Señor‟. Baje el tono. Igual funciona”.
Dios da el don no para hacer famoso al profeta sino para ayudar a la gente. Evidentemente hay
menos gloria para un profeta que usa un estilo suave en lugar del que vemos en el AT, pero
tampoco apedreamos al profeta que se equivoca. Es decir, ¡no se trata de reconocimiento personal
ni de gloria, sino de edificación del Cuerpo!
 De vez en cuando Dios levanta a uno que otro profeta hoy al estilo del AT. Sin embargo, siguen
siendo profetas del NT, sujetos a error, a corrección y al Cuerpo de Cristo. No son voces aisladas que
claman en el desierto, sino dones para el cuerpo, sirviendo para que continúe y se extienda el ministerio
global de la Iglesia (el punto VII fue resumido de M. Bickle y M. Sullivant en Creciendo en el Ministerio
Profético, Ed. Casa Creación 1998 (original inglés 1996), Capítulo 7: Piedras para los falsos profetas).

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