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Material Primer Parcial
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LA VIDA”
LA SAGRADA ESCRITURA
Credo Niceno-Constantinopolitano
LOS SÍMBOLOS DE LA FE
185-188 199.197 Los símbolos de la fe, también llamados «profesiones de
fe» o «Credos», son fórmulas articuladas con las que la Iglesia, desde sus
orígenes, ha expresado sintéticamente la propia fe, y la ha transmitido con
un lenguaje común y normativo para todos los fieles.
189-191 Los símbolos de la fe más antiguos son los bautismales. Puesto
que el Bautismo se administra «en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo» (Mt 28, 19), las verdades de fe allí profesadas son
articuladas según su referencia a las tres Personas de la Santísima Trinidad.
193-195 Los símbolos de la fe más importantes son: el Símbolo de los
Apóstoles, que es el antiguo símbolo bautismal de la Iglesia de Roma, y el
Símbolo niceno-constantinopolitano, que es fruto de los dos Catecismo de
la Iglesia Católica - Compendio 19 primeros Concilios Ecuménicos de
Nicea (325) y de Constantinopla (381), y que sigue siendo aún hoy el
símbolo común a todas las grandes Iglesias de Oriente y Occidente.
El cielo y la tierra
El hombre
La caída
751-752 777. 804 Con el término «Iglesia» se designa al pueblo que Dios
convoca y reúne desde todos los confines de la tierra, para constituir la
asamblea de todos aquellos que, por la fe y el Bautismo, han sido hechos
hijos de Dios, miembros de Cristo y templo del Espíritu Santo.
753-757 En la Sagrada Escritura encontramos muchas imágenes que ponen
de relieve aspectos complementarios del misterio de la Iglesia. El Antiguo
Testamento prefiere imágenes ligadas al Pueblo de Dios; el Nuevo
Testamento aquellas vinculadas a Cristo como Cabeza de este pueblo, que
es su Cuerpo, y las imágenes sacadas de la vida pastoril (redil, grey,
ovejas), agrícola (campo, olivo, viña), de la construcción (morada, piedra,
templo) y familiar (esposa, madre, familia).
758-766 778 La Iglesia tiene su origen y realización en el designio eterno
de Dios. Fue preparada en la Antigua Alianza con la elección de Israel,
signo de la reunión futura de todas las naciones. Fundada por las palabras y
las acciones de Jesucristo, fue realizada, sobre todo, mediante su muerte
redentora y su Resurrección. Más tarde, se manifestó como misterio de
salvación mediante la efusión del Espíritu Santo en Pentecostés. Al final de
los tiempos, alcanzará su consumación como asamblea celestial de todos
los redimidos.
767-769 La misión de la Iglesia es la de anunciar e instaurar entre todos los
pueblos el Reino de Dios inaugurado por Jesucristo. La Iglesia es el germen
e inicio sobre la tierra de este Reino de salvación.
«AMÉN»
Los dones del Espíritu Santo son una prueba clara de que Dios se comporta
como un Padre que nos quiere y nos ayuda a seguirlo, aunque para
experimentar su amor es necesario que nosotros también nos comportemos
como sus hijos, explicó el sacerdote y doctor en teología, Pedro Fernández
Rodríguez.
En entrevista, el presbítero dijo que los dones vienen con el Sacramento del
Bautismo y se refuerzan en la Confirmación, pero debemos desarrollarlos
durante toda nuestra vida cristiana.
Leer: ¿Por qué es importante el Espíritu Santo en la vida cristiana?
1. Consejo
2. Entendimiento
Está estrechamente relacionado con la fe. Cuando el Espíritu Santo habita
en nuestro corazón e ilumina nuestra mente, nos hace crecer día a día en la
comprensión de lo que el Señor ha dicho y ha realizado. Comprender las
enseñanzas de Jesús, comprender el Evangelio, comprender la Palabra
de Dios.
Leer: ¿Qué es el Espíritu Santo y cómo entenderlo?
Si leemos el Evangelio con este don podemos comprender la profundidad
de las palabras de Dios.
3. Sabiduría
4. Fortaleza
6. Piedad
Este don no significa tener compasión de alguien, es decir, tener piedad por
el prójimo, sino que indica nuestra pertenencia a Dios y nuestro vínculo
profundo con Él, un vínculo que da sentido a toda nuestra vida y que nos
mantiene firmes, en comunión con Él, incluso en los momentos más
difíciles y tormentosos.
Se trata de una relación vivida con el corazón: es nuestra amistad con Dios,
que nos dona Jesús, una amistad que cambia nuestra vida y nos llena de
entusiasmo, de alegría.
7. Temor de Dios
El temor de Dios, en cambio, es el don del Espíritu que nos recuerda cuán
pequeños somos ante Dios y su amor, y que nuestro bien está en
abandonarnos con humildad, con respeto y confianza en sus manos. Esto es
el temor de Dios: el abandono en la bondad de nuestro Padre que nos
quiere mucho.
Los pecados capitales son enumerados por Santo Tomás (I-II:84:4) como
siete:
Orgullo
Avaricia
Gula
Lujuria
Pereza
Envidia
Ira.
San Buenaventura (Brevil., III,ix) enumera los mismos. El número siete fue
dado por San Gregorio el Grande (Lib. mor. in Job. XXXI, xvii), y se
mantuvo por la mayoría de los teólogos de la Edad Media. Escritores
anteriores enumeraban 8 pecados capitales: San Cipriano (De mort., iv);
Cassian (De instit. cænob., v, coll. 5, de octo principalibus vitiis);
Columbanus ("Instr. de octo vitiis princip." in "Bibl. max. vet. patr.", XII,
23); Alcuin (De virtut. et vitiis, xxvii y sgtes.)
1. Soberbia u Orgullo
Consiste en una estima de sí mismo, o amor propio indebido, que busca la
atención y el honor y se pone uno en antagonismo con Dios (Catecismo
Iglesia Católica 1866)
Virtud a vencer: Humildad
La virtud moral por la que el hombre reconoce que de si mismo solo tiene
la nada y el pecado. Todo es un don de Dios de quien todos dependemos y
a quien se debe toda la gloria. El hombre humilde no aspira a la grandeza
personal que el mundo admira porque ha descubierto que ser hijo de Dios
es un valor muy superior. Va tras otros tesoros. No está en competencia. Se
ve a sí mismo y al prójimo ante Dios. Es así libre para estimar y dedicarse
al amor y al servicio.
2. La Avaricia
Inclinación o deseo desordenado de placeres o de posesiones. Es uno de los
pecados capitales, está prohibido por el noveno y décimo mandamiento.
(CIC 2514, 2534)
Virtud a vencer: Generosidad
Dar con gusto de lo propio a los pobres y los que necesiten.
3. La Lujuria
El deseo desordenado por el placer sexual. Los deseos y actos son
desordenados cuando no se conforman al propósito divino, el cual es
propiciar el amor mutuo de entre los esposos y favorecer la procreación.
Virtud a vencer: Castidad
Es la virtud que gobierna y modera el deseo del placer sexual según los
principios de la fe y la razón. Por la castidad la persona adquiere dominio
de su sexualidad y es capaz de integrarla en una sana personalidad, en la
que el amor de Dios reina sobre todo.
4. La Ira
El sentido emocional de desagrado y, generalmente, antagonismo,
suscitado por un daño real o aparente. La ira puede llegar a ser pasional
cuando las emociones se excitan fuertemente.
Virtud a vencer: Paciencia
Sufrir con paz y serenidad todas las adversidades.
Virtud a vencer: Templanza
Moderación en el comer y en el beber. Es una de las virtudes. Vence al
pecado capital de gula.
6. La Envidia
Rencor o tristeza por la buena fortuna de alguien, junto con el deseo
desordenado de poseerla. Es uno de los siete pecados capitales. Se opone al
décimo mandamiento. (CIC 2539)
Virtud a vencer: Caridad
La tercera y principal de las Virtudes Teologales. La caridad es el amor de
Dios habitando en el corazón.
7. La Pereza
Falta culpable de esfuerzo fisico o espiritual; acedia, ociosidad. Es uno de
los pecados capitales. (CIC 1866, 2094, 2733)
Virtud a vencer: Diligencia
Prontitud de ánimo para obrar el bien.