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Rivera-Novoa Inconmensurabilidad Intraducibilidad e Intensionalidad

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Artículos

Cuadernos de Filosofía Nº 37 (99-117), 2020 ISSN 0716-9884


https://doi.org/10.29393/CF38-4ARII10004

INCONMENSURABILIDAD, INTRADUCIBILIDAD E
INTENSIONALIDAD: UNA DISCUSIÓN ENTRE THOMAS
KUHN Y DONALD DAVIDSON

INCOMMENSURABILITY, UNTRANSLATABILITY, AND


INTENSIONALITY: A DISCUSSION BETWEEN THOMAS KUHN
AND DONALD DAVIDSON

Ángel Rivera-Novoa*

Resumen
En este artículo se analizan dos de las estrategias de Kuhn para defender la
inconmensurabilidad. Estas estrategias son la separación tajante entre inter-
pretación y traducción y el reclamo de Kuhn de tener en cuenta los aspectos
intensionales en los procesos de traducción. Se argumenta que ambas estrate-
gias descansan en errores metodológicos. Por tanto, el argumento de Davidson
contra la inconmensurabilidad puede defenderse aún.
Palabras clave: Inconmensurabilidad, intraducibilidad, intensionalidad, inter-
pretación, Thomas Kuhn, Donald Davidson.

Abstract
In this paper, Kuhn’s two argumentative strategies for defending incommen-
surability are analyzed. These strategies are, on one hand, the strong separa-
tion between interpretation and translation, and, on the other hand, the Kuhn’s
claim for taking into account the intensional aspects of translation. It is argued
that both strategies rest on methodological mistakes in the process of radical in-
terpretation. Hence, Davison’s argument against incommensurability still could
be defended.
Keywords: Incommensurability, Untranslatability, Intensionality, Interpretation,
Thomas Kuhn, Donald Davidson.

Recibido: 2020-04-11 Aceptado: 2020-06-22

* Universidad de San Buenaventura - Bogotá. E-mail: angelrivera32@gmail.com


Cuadernos de Filosofía Nº 38 | 2020

Tanto los defensores más fieles de las ideas de Thomas Kuhn como
sus detractores más acérrimos están de acuerdo en que la introducción
de la noción de “inconmensurabilidad” marcó un hito en la historia de
la filosofía de la ciencia. Si bien antes de la publicación de La estructura
de las revoluciones científicas (1962) se habían dado indicios importantes
en torno a ciertas dificultades en la contrastación teórica, es sólo hasta
el estudio de las revoluciones científicas de Kuhn que parece surgir un
análisis sistemático al respecto. Sin duda, uno de los elementos impor-
tantes para que esto fuera posible es la perspectiva histórica de Kuhn.
Ian Hacking describe las consecuencias de introducir la perspectiva his-
tórica con las siguientes palabras:

Durante mucho tiempo los filósofos hicieron de la ciencia una momia.


Cuando finalmente desenvolvieron el cadáver y vieron los restos de un
proceso histórico de devenir y descubrimiento, crearon para sí la crisis de
la racionalidad. Esto sucedió alrededor de 1960. [...] Fue una crisis porque
sacudió nuestra antigua costumbre de pensar que el conocimiento cientí-
fico es el pináculo de la razón humana. (Hacking 1983, p. 19)

En efecto, si se acepta que hay áreas de la empresa científica que


son inconmensurables entre sí, pareciese entonces que tendríamos que
redefinir el carácter ‘racional’ de la ciencia o, según algunos, abando-
narlo, pues pareciera que los criterios clásicos de elección teórica serían
incapaces de lograr su cometido1.
La crisis de la racionalidad generada por la publicación de La estruc-
tura (1962) y de algunos otros escritos de Paul Feyerabend, desató un sin
número de críticas que intentaban echar abajo las tesis que daban cabida
a cualquier rasgo irracional en la empresa científica. En este artículo me
interesa resaltar una de esas críticas: la de Donald Davidson (1974). Una
de las virtudes de la crítica de Davidson fue la asociación entre la noción
de esquema conceptual y la de intraducibilidad (o inconmensurabilidad).
Habría esquemas conceptuales sólo en la medida en que hubiese intra-
ducibilidad entre los lenguajes asociados a dos esquemas conceptuales.

1 En sus artículos “Objetividad, juicios de valor y elección teórica” (1973) y “Ra-


cionalidad y elección de teorías” (1983b), Kuhn intenta mostrar que a pesar de que él
rechaza que los criterios clásicos de selección teórica sean suficientes para explicar la
racionalidad científica, él mismo no defiende tesis irracionalistas; más bien, la raciona-
lidad de la elección simplemente atendería, según Kuhn, a otros criterios diferentes a
los que clásicamente se habían postulado. No es el objetivo de este artículo examinar si
Kuhn tiene o no implicaciones irracionalistas. Un interesante análisis que defiende la te-
sis de la inconmensurabilidad y simultáneamente la racionalidad en la elección teórica
desde el pensamiento de Howard Sankey se encuentra en Melogno (2014).

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Inconmensurabilidad, intraducibilidad e intensionalidad... | A. Rivera-Novoa

La clave de la crítica de Davidson es mostrar, por medio de su método


de la interpretación radical, que no hay posibilidad de intraducibilidad
entre lenguajes (ni total ni parcial) y, así, se van al piso las condiciones
de individuación de esquemas conceptuales. El modo en que Davidson
plantea su crítica depende de una combinación de dos elementos im-
portantes: el principio de caridad en conjunción con la noción de verdad
tarskiana, la cual vincula conceptualmente las nociones de verdad y de
traducción. El principio de caridad garantizaría que, en todo intento de
interpretación de otro lenguaje, sea éste científico o no, el asumir que el
otro está mayoritariamente de acuerdo con el intérprete es una condición
de posibilidad de la interpretación misma. De esta manera, un defensor
de la inconmensurabilidad debería, o bien aceptar que la interpretación
entre lenguajes es imposible, lo cual parece problemático, o bien renun-
ciar a que haya lenguajes inconmensurables entre sí. Por otra parte, el
uso de la noción tarskiana de la verdad mostraría, según Davidson, que
todo intento de interpretación, al pretender dar cuenta de las condicio-
nes de verdad de los enunciados, necesariamente implicaría traducción.
En esa medida al no haber lenguajes intraducibles o inconmensurables
se tiene como resultado que “una forma de actividad que no pueda ser
interpretada como lenguaje en nuestro lenguaje no es una conducta lin-
güística” (Davidson 1974, p. 185-186)2.
Algunos relativistas defendieron posteriormente un tipo de relati-
vismo parcial justamente argumentando que los casos de intraducibi-
lidad parcial eran posibles. Dos grandes líneas de argumentación, que
tuvieron su origen en Thomas Kuhn, fueron tomadas por los relativistas:
la separación entre interpretación y traducción y la exigencia de que la
intensionalidad fuera dejada de lado en métodos de interpretación de
corte davisoniano. Con ello, Thomas Kuhn y los relativistas parciales
creen poder rescatar la idea de una intraducibilidad parcial. Mi objetivo
en este texto es mostrar que ninguna de estas dos líneas obtiene el éxito
que se propone.

1. Interpretación y traducción

Desde la “Introducción” de La estructura de las revoluciones científicas


(1962), Kuhn ya anunciaba la inconmensurabilidad como la imposibili-
dad de acuerdo entre comunidades científicas en disputa. En particular,

2 A menos que en la bibliografía se indique lo contrario, las traducciones de las


citas son mías.

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Cuadernos de Filosofía Nº 38 | 2020

Kuhn habla de la inconmensurabilidad en términos de un desacuerdo


en la forma de ver el mundo y de la manera de practicar la ciencia (cf.
Kuhn 1962, p. 25). Desde esta primera aparición del término, se revelan
dos de los tres usos que adquiere el término “inconmensurabilidad” en
el contexto de La estructura (1962), a saber, la inconmensurabilidad como
desacuerdo irresoluble en las normas y problemas que debe asumir un
paradigma (cf. Kuhn 1962, p. 230) y la inconmensurabilidad en la visión
misma que se tiene del mundo, de tal modo que representantes de pa-
radigmas diferentes habitan mundos diferentes (cf. Kuhn 1962, p. 176).
Este tipo de inconmensurabilidad según el cual la visión del mun-
do o el mundo mismo resulta ser inconmensurable entre uno u otro pa-
radigma fue en parte lo que generó una reacción crítica. Sin embargo, el
tercer uso que se hace del término “inconmensurabilidad” en La estruc-
tura tiene que ver con la intraducibilidad que existe entre los lenguajes
de las teorías en disputa (cf. Kuhn 1962, p. 231). Es este uso del término el
que Kuhn posteriormente defendió y profundizó. En la “Posdata” (1970)
a La estructura, Kuhn limita el uso del término exclusivamente a su con-
cepción semántica de tal suerte que la inconmensurabilidad se define
exclusivamente en términos de intraducibilidad. Esta restricción del uso
de la inconmensurabilidad será acompañada con un aspecto “local” de
la inconmensurabilidad. En efecto, el modo en que Kuhn contesta a sus
diferentes críticos es reduciendo la inconmensurabilidad a casos muy
específicos de términos teóricos que se definen entre sí y esta representa
su posición final (cf. Kuhn 1999, p. 34).
Para defender la intraducibilidad o inconmensurabilidad parcial,
Kuhn, en su artículo “Conmensurabilidad, comparabilidad y comuni-
cabilidad” (1983a) afirma que la crítica de Davidson a este tipo de incon-
mensurabilidad depende esencialmente de su método de interpretación
radical, afirmando que si bien es cierto que una teoría B interprete lo
dicho por una teoría A, eso no implica que se elimine la posibilidad de
una intraducibilidad parcial. El error de Davidson estriba en confundir,
señala Kuhn, el proceso de interpretación con el proceso de traducción
o, mejor, en comprometerse con la afirmación según la cual un proceso
interpretativo implica necesariamente un proceso de traducción.
Kuhn intentará acudir a esta diferencia, pensando en que con esto
puede escapar a las críticas en su contra que utilizan la noción o el mé-
todo de ‘interpretación’. Feyerabend acude a la misma estrategia. Según
Feyerabend, las críticas que se han hecho hacia los relativistas suponen
una premisa que no es clara: que el entendimiento de conceptos extra-
ños supone necesariamente traducción (cf. Feyerabend 1987, p. 76).

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Inconmensurabilidad, intraducibilidad e intensionalidad... | A. Rivera-Novoa

Barnes y Bloor (1982) creen que todos aquellos argumentos en con-


tra del relativismo que acudan a alguna noción de traducción están erra-
dos. Según ellos, así como una lengua materna es aprendida sin nece-
sidad de traducción, lo mismo puede ocurrir con otras lenguas. De esta
forma, el entendimiento de una lengua y la noción de traducción están
conceptualmente separados (cf. Barnes & Bloor 1982, pp. 39-40).
Si hay una separación entre interpretación (o entendimiento) y tra-
ducción, entonces puede ser el caso que haya una falla parcial de traduc-
ción —con lo que habría condiciones para individuar esquemas con-
ceptuales—, sin que esto niegue la posibilidad de una comprensión de
teorías inconmensurables. En lo que sigue, me centraré en la argumen-
tación de Kuhn (1983a) y Sankey (1999), sólo con el objetivo de señalar el
problema fundamental de esta aparente separación3.
Davidson, Putnam y Kitcher describen el resultado de una interpre-
tación como una traducción, concluyendo así que el éxito de la traduc-
ción es incompatible con cualquier versión de la inconmensurabilidad,
incluso la local. El argumento descansa en la dependencia, o no, que hay
entre interpretación y traducción. Para Kuhn, interpretación y traduc-
ción son cosas muy diferentes. Kuhn afirma que la confusión es común,
dado que los procesos de traducción incluyen a menudo un componen-
te interpretativo.
La traducción es, según Kuhn, un proceso efectuado por una per-
sona que sabe dos lenguajes. El traductor tiene un texto en un lenguaje
y hace un texto equivalente en otro idioma, empresa que presupone dar
cuenta de la igualdad de significados y de referencias de los términos y
sentencias de los lenguajes involucrados4. En tal proceso, hay dos carac-
terísticas importantes: por un lado, el lenguaje al que se traduce debe
existir previamente al proceso de traducción mismo, es decir, el proceso
de traducción debe dar cuenta del “hecho de que la traducción no ha

3 Lynch (1998), Hales (2006), Hacking (1982) y Carrier (2001) acuden igualmente a
esta diferencia con el objetivo de defender su postura. Pero las diferencias argumentati-
vas entre todos estos autores no son relevantes para los propósitos del presente artículo.
4 Esta noción de ‘traducción’ empleada por Kuhn hace pensar de inmediato en
una noción pre-quineana de traducción. En efecto, para Quine, hay traducción incluso
en el caso en el que el traductor sólo tiene dominio de un idioma (traducción radical).
Además, la exigencia de Kuhn parece ser que el lenguaje traducido y el lenguaje al que
se traduce, deben tener un conjunto de oraciones sinónimas y con exacta referencia de
los términos y predicados involucrados. Sin embargo, para Davidson y para Quine, los
procesos de traducción son posibles sin sinonimia y con inescrutabilidad de la referen-
cia; además, la sinonimia es una noción oscura a la hora de dar cuenta de fenómenos
como la interpretación. Sin embargo, mi crítica a este argumento depende de señalar un
error metodológico anterior a los acá mencionados.

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Cuadernos de Filosofía Nº 38 | 2020

cambiado los significados de las palabras o frases” (Kuhn 1983a, p. 53).


Esta característica es importante, pues, de no darse, en realidad no se es-
taría traduciendo de un lenguaje a otro, según Kuhn y Feyerabend, sino
que lo que se haría sería una ampliación del vocabulario de alguno de
los dos lenguajes —el lenguaje en donde se efectúa la traducción— (cf.
Feyerabend 1987, p. 76). La otra característica importante puede ser des-
crita así: la traducción sólo consiste en palabras y oraciones que se reem-
plazan —no siempre una a una— por palabras y oraciones del lenguaje
original. En otras palabras, las paráfrasis a las que acuden muchas veces
ciertos traductores no hacen parte del proceso mismo de la traducción
(cf. Kuhn 1983a, p. 53).
Otra cosa sería la interpretación. Puede ser el caso que quien efec-
túe una interpretación sólo conozca uno de los dos lenguajes involucra-
dos. En una situación de interpretación radical, el lingüista sólo tiene a
su disposición una serie de ruidos ininteligibles. A través de las conduc-
tas de los hablantes y las condiciones del entorno, el lingüista plantea
ciertas hipótesis para darle sentido a los enunciados del hablante. Así,
si el intérprete tiene éxito, lo que ha hecho no sería más que aprender
un nuevo lenguaje. De esta manera, tener éxito en la interpretación no
implica necesariamente tener éxito en la traducción.
Según Kuhn, los ejemplos de Quine y Davidson confunden ambos
procesos. Para interpretar la expresión ‘gavagai’ no es necesario encon-
trar un término correferencial o al menos similar en el propio lengua-
je del intérprete. En vez de descubrir ese término, el lingüista puede
aprender la expresión ‘gavagai’, del mismo modo en que se aprenden
los términos del propio lenguaje como ‘rojo’, ‘carro’ o ‘mamá’ y esto no
supone un proceso de traducción. Para estos casos, Kuhn reserva el tér-
mino ‘inconmensurabilidad’, lo que daría como resultado una falla al
menos parcial de la traducción, a pesar de que, en estos mismos casos, el
proceso de interpretación sea exitoso (cf. Kuhn 1983a, pp. 53-55).
Deseo argumentar que la distinción entre interpretar y traducir
falla a la hora de ignorar ciertas cuestiones metodológicas del proce-
so de interpretación radical que se intenta atacar. En particular, quiero
mostrar que este argumento, al ignorar lo que denominaré ‘requisito de
traducibilidad’, no puede concluir, como lo pretende, que haya una se-
paración tajante entre traducción e interpretación.
Lo primero que hay que advertir es que Davidson sí reconoce una
diferencia entre traducción e interpretación. En su artículo “Radical In-
terpretation” (1973), Davidson señala que el uso del término “interpreta-
ción radical” en vez de “traducción radical” pone un énfasis sobre cier-

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Inconmensurabilidad, intraducibilidad e intensionalidad... | A. Rivera-Novoa

tos aspectos semánticos (cf. Davidson 1973, nota 1) y, en “A Coherence


Theory of Truth and Knowledge” (1983), Davidson dice que la diferencia
más importante entre la traducción radical de Quine y su interpretación
radical está en la elección de las causas relevantes para la interpretación
o para la traducción: mientras Quine le da relevancia a la estimulación
sensorial, Davidson sólo le da una importancia causal, pues, según él,
las causas relevantes para la individuación del contenido son los acaeci-
mientos y objetos del mundo mismo (cf. Davidson 1983, p. 151).
Ahora bien, aunque es cierto que hay una diferencia entre traduc-
ción e interpretación, sea cual sea, el análisis de Kuhn parece ignorar el
hecho de que ambas nociones están estrechamente relacionadas, pues
para que haya una interpretación correcta, se debe suponer a su vez la
traducción, de tal modo que no sería inteligible hablar de la primera
ignorando la última. Davidson impone como requisito de un método
adecuado de interpretación lo siguiente:

[T]oda la teoría que se necesita [para un método de interpretación] es un


método de traducción del lenguaje que se va a interpretar al lenguaje del
intérprete. Tal teoría consistiría en el enunciado de un método efectivo
para pasar de una oración arbitraria de la lengua ajena a una oración de
un lenguaje familiar. (Davidson 1973, p. 129)

Para la ejecución de una interpretación radical, se requiere de una


teoría de la verdad tipo Tarski aplicada a lenguajes naturales. El proceso
consiste en reunir la mayor cantidad de evidencia posible acerca de los
asentimientos que un intérprete provoca en un hablante en situaciones
muy particulares —esto es, en la emisión de oraciones ocasionales—. A
partir de la evidencia reunida, se formulan hipótesis y axiomas (de base
y recursivos) que finalmente generan oraciones como la siguiente: “‘Es
regnet’ es verdadera en alemán si y sólo si está lloviendo”, de forma tal
que la oración en cuestión resulta verdadera.
¿Qué sucede si la teoría entraña oraciones del tipo “‘La nieve es
blanca’ es verdadera en L si y sólo si el pasto es verde”? Tal oración
es verdadera, pero no interpretativa. La equivalencia material de los
teoremas, esto es, el hecho de que las V-oraciones de la teoría sean
verdaderas, no es una condición suficiente para que una interpretación
sea exitosa. En el esquema “’o’ es verdadera en L si y sólo si p”, si el
lenguaje-objeto está contenido en el metalenguaje, p sería la oración
designada por o; si no, se debe realizar una traducción de la oración en
el metalenguaje. De este modo, a partir de los axiomas, además de la
evidencia reunida, las V-oraciones derivadas no sólo serán equivalentes

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materialmente, sino que, para que haya una interpretación correcta, p


debe ser una traducción de o. No es suficiente la equivalencia material,
sino que también es necesario lo que quiero denominar “requisito de
traducibilidad”. Sólo por medio de tal requisito podemos, por un lado,
evitar la derivación de V-oraciones anómalas y, por otro, hacer que una
teoría de la verdad funcione como una teoría de la interpretación.
Se puede objetar que si Davidson de hecho utiliza la noción de
‘traducción’ para dar cuenta de un proceso de interpretación, entonces
estaría cayendo en una petición de principio. Al ser la ‘traducción’ una
noción intensional, se estaría presuponiendo aquello sobre lo que se
quiere dar luz, a saber, el significado de las emisiones de un hablante.
No obstante, creo que el análisis de Davidson conduce a decir que inter-
pretación implica traducción, aun sin presuponer, de entrada, la traduc-
ción, lo cual generaría la petición de principio.
Davidson invierte el análisis tarskiano acerca de la verdad, pues
mientras Tarski parte de la noción de ‘traducción’ (i.e., parte del signi-
ficado) para dar luces sobre el concepto de verdad, Davidson toma la
noción de ‘verdad’ como básica para arrojar luz acerca de la naturaleza
del significado. Dice Davidson:

Dado que Tarski estaba interesado en definir la verdad […] podía dar por
sentado el concepto de traducción. Pero en la interpretación radical, esto es
precisamente lo que no puede ser asumido. Así, en vez de esto, he propues-
to algunos constreñimientos empíricos para la aceptación de una teoría de
la verdad que pueda ser establecida sin apelar a conceptos tales como sig-
nificado, traducción o sinonimia, aunque no sin un cierto entendimiento
de la noción de verdad. Mediante cierta forma de razonamiento, he inten-
tado mostrar que si los constreñimientos son satisfechos por una teoría, en-
tonces las V-oraciones que surgen de la teoría de hecho tendrán traducciones
de s reemplazando a ‘p’. (Davidson 1976, pp. 172-173, énfasis añadido).

De esta manera, incluso cuando no supongamos de entrada la no-


ción de traducción, el ‘requisito de traducibilidad’ aún se debe mante-
ner si queremos una interpretación adecuada, de tal modo que interpre-
tación en efecto implica traducción si se cumplen los constreñimientos
empíricos de la teoría5. Así pues, no es posible separar la noción de ‘ver-

5 Entre los constreñimientos empíricos, Davidson señala algunos tales como la


legaliformidad de las V-oraciones que les permitirían resistir contra-fácticos (cf. David-
son 1976) o la estructura composicional de los lenguajes (cf. Davidson 1967) así como las
mismas condiciones de verdad que posibilitan las diversas interpretaciones (cf. David-
son 1973). Todos estos constreñimientos deben ser verificables empíricamente y, si lo son,
entonces la interpretación implica traducción. Para ver tres análisis y réplicas a estos

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Inconmensurabilidad, intraducibilidad e intensionalidad... | A. Rivera-Novoa

dad’ de la noción de ‘traducción’ y, como el método de interpretación


radical, para que sea considerado exitoso, necesita de la noción tarskia-
na de la verdad, es imposible concebir una interpretación sin acudir a
la noción de traducción. La defensa de Kuhn descansa entonces en un
error metodológico, ya que es a través del método de interpretación radi-
cal que Davidson critica la posibilidad de una intraducibilidad parcial.
La defensa resultaría entonces una defensa ad hoc, pues no se ataca el
principio mismo, sino que se declara y se da por sentada la separación
conceptual entre traducir e interpretar.
En su artículo “Incommensurability, Translation and Understan-
ding” (1991), Sankey quiere defender la idea de que la falla parcial de tra-
ducción no es incompatible con el entendimiento o la comprensión de
lo que él denomina “sub-lenguajes” inconmensurables (cf. Sankey 1991,
p. 416), para de esta manera poder reforzar la intuición de Kuhn según la
cual hay una separación entre los procesos de traducción y los procesos
de interpretación. Para culminar esta sección, revisaré la estrategia de
Sankey con el fin de resaltar algunos puntos problemáticos de la misma.
Según Sankey, una condición para que haya traducción es que haya
condiciones semánticas tales que el lenguaje al que se traduce tenga
oraciones con el “mismo significado” del lenguaje traducido (cf. Sankey
1991, pp. 416-417). Además, la inconmensurabilidad no niega, dice el au-
tor, la posibilidad de una traducción aproximada, sino la posibilidad de
una traducción exacta. Ante esto vale la pena resaltar dos cosas: por un
lado, Quine muestra que esta noción de “mismidad de significado” es
oscura e irrelevante para las cuestiones de traducción radical como lo
señalé en una nota al pie anterior. Por otro lado, si la inconmensurabili-
dad propuesta admite que haya traducciones aproximadas, aunque no
exactas, entonces sería una noción de inconmensurabilidad superflua
que no sería más que la propia indeterminación que Quine y Davidson
aceptan. No obstante, mis objeciones más centrales son de otra índole.
Teniendo en cuenta esta noción de traducción, Sankey pasa inme-
diatamente a hacer la separación entre traducción y entendimiento. Al
igual que Kuhn (1983a) y Barnes & Bloor (1982), Sankey acude al hecho
de que el aprendizaje de la primera lengua no requiere de la tarea de
equiparar significados iguales. Del mismo modo, un lingüista podría
entender el lenguaje de una cultura extraña sin acudir a métodos de tra-
ducción, o un científico podría entender el lenguaje de una teoría rival
sin tener que traducirlo (cf. Sankey 1991, pp. 417-418).

constreñimientos cf. Fodor & Lepore (1992) y Lepore & Loewer (1989) y Ludwig (1999).

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Ahora bien, se podría decir que no es lo mismo el aprendizaje de la


primera lengua al aprendizaje de una segunda lengua. Así, aunque en
el aprendizaje de la primera lengua no es necesaria la traducción, puede
que en el de la segunda sí lo sea (cf. Achinstein 1968, p. 97). Pues bien,
Sankey acepta que el aprendizaje de una y otra cosa son diferentes, pero
señala que la inconmensurabilidad se da entre sub-lenguajes teóricos
intraducibles que pueden pertenecer a un mismo lenguaje natural y no
entre lenguajes naturales (cf. Sankey 1991, p. 419).
Pero este punto es problemático y parece surgir una paradoja: si
existen dos sub-lenguajes, es obvio que son sub-lenguajes de un mismo
lenguaje natural. Así, las oraciones que pertenecen a ambos sub-lengua-
jes, hacen parte de un mismo lenguaje. Pero si esto es así, ¿en qué senti-
do podemos decir que hay fallas de traducción entre oraciones que per-
tenecen a un mismo lenguaje? El problema con la propuesta de Sankey
estriba en que se llega a una paradoja: para que haya intraducibilidad
se requieren al menos dos lenguajes, pero la intraducibilidad propuesta
por Sankey es una intraducibilidad entre oraciones de un mismo len-
guaje, lo cual resulta contradictorio.
Se podría afirmar que esta respuesta es demasiado simplista y que
es adjudicarle a Sankey una visión muy ingenua de la idea que en reali-
dad está detrás. No importa que los sub-lenguajes hagan parte de un solo
lenguaje natural más amplio. El punto es que, en definitiva, los recursos
semánticos del lenguaje de una teoría T1 son insuficientes para expresar
las proposiciones de una teoría T2 y viceversa. Es en ese sentido en el que
son intraducibles —aunque ambos lenguajes pertenezcan, por ejemplo,
al español—. El mismo Kuhn parece estar pensando en ello cuando in-
tenta limitar el sentido del término “inconmensurabilidad”: “alguna pro-
posición que puede ser verdadera (o falsa) en un lenguaje podría incluso
no ser formulada en otro” (Kuhn 1999, p. 35). Si bien en este pasaje no
se hace alusión a alguna clase de “sublenguajes” como los que propone
Sankey, sí se muestra que lo que parece ser fundamental en la tesis de la
inconmensurabilidad es la insuficiencia de los recursos semánticos de un
lenguaje para dar cuenta de los significados de otro lenguaje.
A pesar de lo anterior, se puede seguir sosteniendo que no tie-
ne sentido pensar en intraducibilidad de sub-lenguajes. Sea que un
sub-lenguaje 1 no capture en principio lo dicho por un sub-lenguaje 2, al
compartir ambos un lenguaje natural, sería legítimo simplemente am-
pliar el vocabulario y los recursos semánticos de 1 para poder introducir
proposiciones de 2. Así, como es posible ampliar los sub-lenguajes, no
hay posibilidades de intraducibilidad. Otra opción es utilizar una pará-

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Inconmensurabilidad, intraducibilidad e intensionalidad... | A. Rivera-Novoa

frasis en el sub-lenguaje para dar cuenta de lo dicho en el otro sub-len-


guaje. Un caso de ampliación de vocabulario se da cuando se introduce
un nuevo término para capturar un concepto que antes no se podía cap-
turar. La paráfrasis, en cambio, no introduce un nuevo término, sino que
presenta una descripción del concepto de la otra teoría.
Por supuesto, Kuhn, Feyerabend y Sankey argumentarían, como ya
lo he señalado, que ampliar un lenguaje, o utilizar paráfrasis, no es lo
mismo que traducir y que ambos recursos en realidad son un indicio
de la imposibilidad de traducción. Ante esto, sólo puedo decir que es
cierto sólo si se acepta una premisa que estos autores comparten —a la
cual también ya me referí—, a saber, que los lenguajes, si amplían su
vocabulario, dejan de ser lo que eran y pasan a ser un lenguaje diferen-
te (cf. Kuhn 1983a, p. 52); por tanto, ampliar un lenguaje no es garantía
de traducción. Ésa es, sin embargo, una visión muy estática de los len-
guajes (tal visión implica que los lenguajes nunca pueden cambiar). Por
el contrario, los lenguajes son cambiantes: ampliamos constantemente
nuestro vocabulario y en algunas cosas excluimos palabras obsoletas.
Las palabras mismas son cambiantes. En palabras de Wittgenstein:

[P]regúntate si nuestro lenguaje es completo — si lo era antes de incor-


porarle el simbolismo químico y la notación infinitesimal, pues éstos son,
por así decirlo, suburbios de nuestro lenguaje. (¿Y con cuántas casas o
calles comienza una ciudad a ser ciudad?). Nuestro lenguaje puede verse
como una vieja ciudad: una maraña de callejas y plazas, de viejas y nuevas
casas, y de casas con anexos de diversos períodos; y esto rodeado de un
conjunto de barrios nuevos con calles rectas y regulares y con casas uni-
formes. (Wittgenstein 1953, §18).

El argumento para salvar la separación radical entre interpretación


y traducción dependería, por tanto, de asumir una noción de lenguaje
estática que parece no corresponderse con nuestra imagen intuitiva de lo
que constituye un lenguaje, a saber, que es algo esencialmente mutable.
Se podría insistir en lo siguiente: sea que los lenguajes sean cam-
biantes o no, al ampliar el vocabulario definitivamente no hay traducción.
Pues bien, puedo estar de acuerdo en que es bastante dudoso que ampliar
el vocabulario (o utilizar paráfrasis) sea un proceso de traducción, pero
al efectuar estos procesos, eliminamos la posibilidad de intraducibilidad.
Esto último es, no obstante lo más importante. Si se elimina la posibilidad
de intraducibilidad (sea traduciendo, ampliando el lenguaje o por pará-
frasis), se pierden las condiciones de individuación de esquemas concep-
tuales y, con ello, la posibilidad misma de la inconmensurabilidad.

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Cuadernos de Filosofía Nº 38 | 2020

Una segunda crítica estudiada por Sankey es aquella que depende


del ‘principio de efabilidad’. Según tal principio, todo lo que puede ser
pensado es expresable en cualquier lenguaje6. Sean L1 y L2 dos lengua-
jes intraducibles entre sí. Si el principio de efabilidad es cierto, entonces
cualquier cosa que sea pensada por un hablante de L2, puede ser dicha
en L1. Pero si eso es así, no hay una intraducibilidad entre ambos len-
guajes.
Sankey afirma que el principio contrario no es falso de una manera
obvia. Un lenguaje puede carecer de los recursos semánticos suficientes
para expresar algún pensamiento. El principio de efabilidad tendría que
ser debilitado así: cualquier cosa que pueda ser pensada, debe poderse
expresar en algún lenguaje (Sankey 1991, pp. 420-421). Sin embargo, tal
argumento presenta el siguiente problema: no se ha argumentado que
los lenguajes carezcan de los recursos semánticos suficientes para decir
lo que puede ser pensado. Para argumentar esto, sin embargo, sería ne-
cesario romper la estrecha relación que hay entre creencia y significado
y, así mismo, la relación que hay entre interpretación de oraciones y atri-
bución de creencias. No obstante, en un proceso de interpretación radi-
cal, la evidencia primaria de interpretación, esto es, el hecho de que el
hablante sostenga como verdaderas ciertas oraciones, es evidencia jus-
tamente para decir que la mencionada relación existe: el hablante cree
lo que dice —aunque, en principio, el intérprete no sepa qué creencia
tiene el hablante, ni cuál es el significado de su emisión—.
Un último intento para mostrar que es posible la intraducibilidad
entre sub-lenguajes teóricos la brinda el propio Kuhn. Kuhn comienza
su argumentación en este punto analizando los dos siguientes supuestos
de la crítica de Davidson:

Davidson reconoce, como yo, que el traductor radical de Quine es de


hecho un aprendiz del lenguaje y que lo que él ha aprendido no puede
integramente ser traducido en el lenguaje que él trae desde casa. Pero
Davidson supone, y yo no, que una vez se han comprendido los términos
del lenguaje recientemente adquirido, el aprendiz del lenguaje puede
enriquecer su lenguaje nativo añadiendo las palabras faltantes. El enri-

6 Un principio similar es postulado por John Searle en Actos de habla (2009). Sear-
le lo denomina ‘principio de expresabilidad’ y lo define de la siguiente manera: para
todo lo que un hablante quiera decir existe una expresión en el lenguaje para decirlo (cf.
Searle 2009, p. 29). Un hablante puede, o bien carecer de recursos efectivos para expresar
lo que quiere o bien desconocer el vocabulario que tiene a su disposición. De acuerdo
con Searle, lo primero se soluciona ampliando el vocabulario del lenguaje y lo segundo
con una ampliación del conocimiento de los recursos lingüísticos disponibles.

110
Inconmensurabilidad, intraducibilidad e intensionalidad... | A. Rivera-Novoa

quecimiento habría entonces eliminado la inconmensurabilidad. (Kuhn


1999, p. 35).

Lo primero que vale la pena resaltar es que estos dos supuestos


que se atribuyen a Davidson parecen ser explícitamente rechazados
por él. Parte de las razones ya han sido expuestas: el requisito de tradu-
cibilidad presente en la interpretación radical de Davidson así lo mues-
tra. Una falla en la traducción significaría para Davidson una evidencia
de que lo que se intentaba traducir no era en realidad una conducta
lingüística. Quizás Kuhn está pensando en los casos de indetermina-
ción quineana. Pero estos casos, aceptados por Davidson, no constitu-
yen ellos mismos casos de intraducibilidad. Sin embargo, lo que me
interesa es la última parte del argumento de Kuhn. Según él, cuando se
intenta ampliar o enriquecer el vocabulario del metalenguaje en el que
se realiza la interpretación o la traducción, habría un conjunto de pro-
posiciones que no pueden ser sostenidas consistentemente: “enrique-
cer el vocabulario conceptual newtoniano con términos aristotélicos (o
viceversa) causaría contradicciones acerca de fenómenos observables
en el lenguaje mismo. Los usuarios de un lenguaje que contuviera tales
contradicciones no tratarían con la naturaleza exitosamente” (Kuhn
1999, p. 36).
En este punto, sin embargo, Kuhn parece tener un supuesto adi-
cional que no es del todo claro. El supuesto consiste en afirmar que si
enriquezco el vocabulario para traducir o dar cuenta de un sublengua-
je alternativo, entonces el metalenguaje debe comprometerse con las
verdades expresadas en ese otro lenguaje y, sólo así, es que surgiría la
contradicción. Sin embargo, la convención tarskiana implica que lo que
debe asumirse como verdadera es la V-oración y no sus partes indivi-
duales. En efecto, en la V-oración “ “o” es verdad en L si y sólo si p” po-
demos suponer que la oración “p” tiene términos nuevos con los cuales
se efectúa la traducción. El bicondicional entero puede ser verdadero,
pero eso no quiere decir que el usuario del lenguaje en el que se tra-
duzca la oración deba comprometerse con la verdad de la oración “o”
ni con su correspondiente traducción “p”. Kuhn debió recordar que un
bicondicional puede ser verdadero en el caso en que sus proposiciones
componentes sean ambas falsas.

2. Intensionalidad e inconmensurabilidad

En esta segunda y más breve sección, analizaré otro tipo de argumenta-


ción de Kuhn, según el cual, los métodos davidsonianos, al ser extensio-

111
Cuadernos de Filosofía Nº 38 | 2020

nales, dejan de lado la intensionalidad, donde justamente tiene campo


la intraducibilidad al menos parcial y, por tanto, la inconmensurabili-
dad entre teorías7.
Los métodos de traducción, según Kuhn, no pueden verse sólo desde
el punto de vista referencial de los términos, sino además desde un punto
de vista intensional o semántico, que es, en últimas, lo que conduce a la
inconmensurabilidad. Un intérprete radical puede relacionar términos
coextensivos entre la lengua del hablante y la propia; sin embargo, señala
Kuhn, debido a los diversos contextos interpretativos, la interpretación
no daría cuenta de la intensionalidad de los términos (cf. Kuhn 1983a, p.
64). El error en la crítica a la inconmensurabilidad consistiría en buscar
algo como lo siguiente: “una teoría de la traducción basada en una se-
mántica extensional y, por tanto, restringida a la preservación del valor
veritativo o a la equivalencia como criterio de adecuación” (Kuhn 1983a,
p. 65). Si la mirada se posa exclusivamente sobre el aspecto extensional
del lenguaje, la inconmensurabilidad, en efecto, parece no tener lugar.
El problema es que un método de interpretación o traducción no puede
dejar de lado los significados ni las intensiones, pues su objetivo central
será capturarlas. Una vez el traductor enfoca la mirada en las intensiones
y los significados el fenómeno de la intraducibilidad se hace patente.
De esta manera, se cree entonces salvar una clase de inconmensu-
rabilidad local criticando el hecho de que filósofos como Quine o Da-
vidson hablen de una teoría de la traducción —o interpretación— res-
tringida exclusivamente a un plano extensional, dejando al margen el
intensional, que es el relevante para la inconmensurabilidad. Los fenó-
menos de intraducibilidad no se darían en un plano extensional, pero sí
en uno intensional.
En “Truth and Meaning” (1967) y en “Radical Interpretation” (1973),
Davidson defiende la relación entre la interpretación radical con una
concepción holista del significado en donde el significado de una ora-
ción depende del significado del conjunto de oraciones de un lenguaje.
Este holismo, cree Davidson, cumple con la condición de derivar todas
las oraciones de la forma “o significa que p”. Surge, sin embargo, una
dificultad con este tipo de oraciones, a saber, el uso de la expresión “sig-
nifica que p” abre la puerta a los problemas que trae consigo la intensio-
nalidad, esto es, al haber contextos opacos referencialmente, la substi-
tución de términos coextensivos podría no conservar el valor de verdad

7 Este tipo de argumentación puede también encontrarse en Sankey (1994), Hales


(1997) y en Carrier (2001).

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Inconmensurabilidad, intraducibilidad e intensionalidad... | A. Rivera-Novoa

de las oraciones. Por tal motivo, Davidson reemplaza este esquema de


oración introduciendo la estructura de V-oraciones, las cuales por defi-
nición operan en un plano estrictamente extensional. La relación entre
la teoría de la verdad de Tarski y el concepto de significado radica en
que la definición ofrece las condiciones suficientes y necesarias para la
verdad de toda oración; pero dar tales condiciones es precisamente dar
el significado de una oración.
Además, si la interpretación radical es un método para determinar
el significado de las emisiones de los hablantes, siendo el significado
una noción intensional, una teoría adecuada que pretenda dar cuenta
del significado no puede presuponer nociones intensionales, pues cae-
ría en una petición de principio. Davidson señala esto en varios pasajes:
Lo que exigimos de una teoría del significado para un lenguaje L es que
sin apelar a ninguna noción semántica (adicional) coloque restricciones sufi-
cientes sobre el predicado ‘es V’ para entrañar todas las oraciones obteni-
das a partir del esquema (V) cuando ‘o’ se reemplaza por una descripción
estructural de una oración de L y ‘p’ por esa oración. (Davidson 1967, p. 23,
énfasis añadido).

Así, al formular una teoría del significado se debe evitar presupo-


ner nociones intensionales para no caer en una petición de principio. En
“Radical Interpretation”, Davidson afirma:
En la interpretación radical, sin embargo, se supone que la teoría propor-
ciona una comprensión de emisiones particulares que no se da de antema-
no, de modo que la última evidencia para la teoría no puede consistir en
interpretaciones correctas de muestras. Para habérselas con el caso gene-
ral, la evidencia tiene que ser de una clase que tendría que estar disponi-
ble a cualquiera que no sepa previamente cómo interpretar las emisiones
para tratar con las cuales está diseñada la teoría: tiene que ser evidencia
que pueda ser enunciada sin uso esencial de conceptos lingüísticos tales como
significado, interpretación, sinonimia y cosas parecidas. (Davidson 1973, p. 128,
énfasis añadido).

Otra razón por la cual es erróneo presuponer en la interpretación


radical nociones intensionales es que, dado que la interpretación radical
es un método con pretensiones de verificación empírica, la evidencia
aludida no debe ser enunciada por medio de ninguna noción intensio-
nal, pues, de tal modo, se presupondría en la evidencia aquello de lo
cual se quiere dar cuenta8.

8 Algo adicional, que da cuenta de lo anterior, es lo dicho por Davidson en una


nota al pie agregada en 1982 a “Truth and Meaning” (1967) y en “Reply to Foster” (1976).

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Cuadernos de Filosofía Nº 38 | 2020

Es entonces un error metodológico acusar a Davidson por el hecho


de construir una teoría del significado puramente extensional, ya que al
involucrar nociones como las de ‘significa que’, ‘sinonimia’, ‘significado’,
etc., se presupondría, en diversos puntos, aquello sobre lo que se quiere
dar luz. Por otra parte, no sólo los referentes de los términos y las ora-
ciones de un hablante son capturados por la teoría de la traducción de
Davidson. Gracias a la teoría causal del contenido en conjunción con el
holismo semántico se puede determinar el significado de los términos y
las oraciones en un proceso de interpretación radical, sin que la teoría
deje de ser extensional. Por tanto, si acudiendo a una interpretación ra-
dical, que tiene una naturaleza extensional, garantizamos la traducción
enre lenguajes, entonces la inconmensurabildiad no tendrá lugar, inclu-
so cuando la metodología interpretativa no sea intensional9.

3. Conclusiones

He expuesto las dos principales líneas argumentativas para rescatar la


intraducibilidad parcial planteadas por Kuhn y he mostrado que ambas
caen en errores metodológicos. No podemos separar interpretación de
traducción, porque ello supone ignorar el requisito de traducibilidad de
la metodología davidsoniana de la interpretación radical. Por otra parte,
los métodos de interpretación no deben ser formulados en un lenguaje
intensional que le dé un supuesto campo a la intraducibilidad parcial,
ya que se caería en una petición de principio. Esto no supone que del
hecho de que los métodos de interpretación sean extensionales se siga
que no se dé cuenta del significado.
Creo que la estrategia más adecuada para poder salvar una noción
de inconmensurabilidad es tratar de hacerlo sin apelar a los fenómenos
de intraducibilidad. En últimas, a Kuhn le interesa garantizar que 1) exis-
tan conceptos teóricos que están íntimamente relacionados entre sí y
que 2) debido a la existencia de dichos conceptos no sea posible decidir
neutralmente entre redes de conceptos que sean rivales. Esto además
garantizaría un elemento que es muy importante en los últimos escritos

Allí, Davidson introduce la idea de las V-oraciones deben tener una estructura legalifor-
me capaz de resistir contra-fácticos (cf. Davidson 1967, nota 11). Ahora bien, si las V-ora-
ciones son leyes, entonces tales oraciones dan cuenta de lo intensional.
9 Un debate interesante, pero que desborda los propósitos del presente artículo,
tiene que ver con si en efecto una teoría extensional del significado es enteramente inter-
pretativa. Para ver una defensa de las teorías extensionales del significado tipo Davidson
frente a críticas intensionalistas, cf. Rivera-Novoa & González (2017).

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Inconmensurabilidad, intraducibilidad e intensionalidad... | A. Rivera-Novoa

de Kuhn, a saber, la existencia de taxonomías teóricas que no se pue-


den trasponer. Si es posible defender la existencia de estas redes de con-
ceptos y taxonomías sin acudir a la intraducibilidad (ni tampoco a la
intensionalidad), tendríamos una noción de inconmensurabilidad que
escaparía a la crítica de Davidson y que, por tanto, no se compromete-
ría con el espinoso asunto de la intraducibilidad ni con la problemática
existencia de esquemas conceptuales. Ésa es una alternativa que valdría
la pena considerar10.

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10 Un intento de esta posibilidad se expone en Rivera-Novoa (2020), donde se in-


tenta articular una clase de relativismo parcial que no se comprometa con la existencia
de esquemas conceptuales. La inconmensurabilidad sin intraducibilidad tendría lugar
cuando dos lenguajes sólo se pueden traducir por paráfrasis o por ampliación del voca-
bulario.

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Cuadernos de Filosofía Nº 38 | 2020

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