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Veleia 2-3 35-56

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LA GRAMÁTICA DE LOS PLOMOS IBÉRICOS*

INTRODUCCIÓN

O. l. No hay ninguna otra clase de textos que haga resaltar de manera tan impresionante el
aumento del corpus de las inscripciones ibéricas como lo hacen los plomos que nos transmite esta
lengua: Hübner conocía sólo dos de ellos, el de Castellón, que con 151 letras era el texto más
largo de sus Monumenta Linguae Ibencae y el de la Sierra de Gádor. Gómez-Moreno, en su
Suplemento del año 1949, publicó dos plomos más procedentes de Ampurias y de Liria, y en su
obra La Escritura Bástulo-Turdetana, de 1962, añadió otros cinco, redactados en alfabeto griego y
en la escritura ibérica meridional. En 1968, la Epigrafia pre/atina de la Península Ibérica de
Juan Maluquer de Motes incluía 15 documentos de este tipo con una totalidad de l. 700 letras
aproxi• madamente. En la actualidad están publicados 55 objetos que llevan cerca de 6.500
grafemas, incluyendo dos plaquitas de bronce que pertenecen al mismo tipo de inscripciones (
catálogo pp.
53-54). Dentro de poco se publicarán cinco plomos más, de los que tengo noticias y me consta
que no conozco todos los que hay en este momento en manos de investigadores y de comer•
ciantes.

0.2. Dentro de este corpus de inscripciones ibéricas sobre plomo, distinguimos varios tipos
con muchas formas intermedias: el grupo más espectacular son los textos grandes, con más de
150 letras, algunos de ellos sobre bandas largas y estrechas como los plomos de Castellón o de
Ullastret, otros sobre láminas más o menos rectangulares, por ejemplo el de Palamós o los
plomos de Yátova I, II y III; los tres primeros plomos de Pech Maho destacan por estar escritos
en líneas que corren en sentido transversal sobre la banda de metal; el plomo de El Cigarralejo
tiene for• ma casi circular, ordenando sus líneas en sentido espiral. En todos los plomos de esta
clase, las letras suelen cubrir la superficie del metal, y a veces los dos lados de la lámina. El
tipo opuesto al mencionado son plaquitas de plomo pequeñas que llevan pocas palabras
dejando libre la ma• yor parte del espacio disponible: hay placas redondas como la 'Sagunto I'
o rectangulares como varias procedentes de Alcoy o la de Enguera recientemente hallada.

0.3. Al abordar la cuestión de qué se desprende de ellas para conocer mejor la lengua
ibéri• ca, su léxico, su morfología, sus reglas de sintaxis, ante todo hay que hacer constar que
abundan los indicios de. que todos los textos reunidos en nuestro catálogo atestiguan una sola
lengua; y es-

' Debo valiosos informes a la amabilidad de Domin• de la conferencia y del texto entregado a los editores.
go Fletcher, Aurora Martín, María Soler, Yves Solier y Michael Guzik ha escrito en limpio el manuscrito defini•
leandre Villaronga. Agradezco, además, a Jaime Siles y tivo .con singular diligencia por lo que le doy mis
Javier de Hoz, quienes han corregido la versión castellana sinceras gracias.

VELEIA, 2-3, 35-56, 1985-1986


'l
36 JÜRGEN UNTERMANN

ta lengua es la misma que encontramos escrita sobre cerámica y sobre estelas sepulcrales de la
misma zona. El punto de partida metodológico y la base teórica de nuestro ensayo son la consta•
tación de que la lengua ibérica sigue siendo desconocida en cuanto al contenido semántico de
sus textos, salvo pocos casos aislados: ( 1) podemos traducir las palabras aretake y ebanen, te•
banen a base de inscripciones bilingües por 'hic situs est' y 'curauir', (2) la partícula -iiú
parece estar vinculada a indicaciones de propiedad y (3 ), hay la clase de palabras que podemos
identifi• car como antropónimos, basándonos en inscripciones latinas, sobre todo, en el famoso
conjunto de nombres ibéricos conservado por el Bronce de. Ascoli 1

0.4. Estamos, pues, frente a una tarea verdaderamente Bloomfieldiana: tenemos que anali•
zar una lengua desconocida partiendo casi sólo de su forma exterior, guiados, primero, por consi•
deraciones generales sobre la naturaleza y el funcionamiento de la lengua humana, segundo, por
ciertas ideas preconcebidas en cuanto a la función textual de nuestros monumentos -es decir,
hay ciertos límites semánticos dentro de los cuales se mueve una inscripción sepulcral o un texto
jurídico- y tercero, aprovechando varias señales más o menos marginales como lo son los antro•
pónimos ya mencionados y los símbolos numerales. Hay que añadir que los grabadores mismos
nos brindan indicios preciosos por las marcas de interpunción que han utilizado en casi todos los
textos de los cuales vamos a ocuparnos. Aunque no sabemos de antemano si nuestro concepto de
'palabra' o de 'sintagma' coincide con el que tenían los grabadores ibéricos, no cabe duda de
que los puntos separadores que encontramos en las inscripciones corresponden a cortes
sintácticos de la lengua ibérica.

0.5. Desde luego, el espacio disponible no permite proseguir todos los caminos que se
abren al buscar segmentos, sintagmas y constelaciones lexicales en los plomos ibéricos, y todavía
estamos muy lejos del momento en que podamos escribir una gramática ibérica 2 . Me ciño a ex•
poner unos ejemplos que me parecen idóneos para ilustrar las posibilidades metodológicas más
prometedoras; las presentaré en tres capítulos:
1. elementos morfológicos que aparecen combinados con antropónimos;
2. palabras apelativas que se atestiguan en distintos contextos;
3. palabras pequeñas que tienen el aspecto de ser unidades de poco contenido semántico 3.

1. ANTROPÓNIMOS CON SUFIJOS

1.0. En los ejemplos que vamos a citar, los antropónimos indudables van en negrita; la cur•
siva espaciada significa que es más o menos verosímil que la palabra en cuestión sea un nombre
1
El análisis lingüístico de los textos ibéricos con la
ayuda de antropónimos fue inaugurado por Górnez-Mo•
2
cr.. entre otros, Bahr 1948, Vallejo 1950, 1954,
Caro Baroja 1954, Tovar 1960, 1962.1, P. Beltrán 1942,
reno 1925, continuado sobre todo por Vallejo en varias
1962, Michelena 1961, 1976, 1979, Mariner 1979,
contribuciones en la revista Emerita, con una inclinación
Siles
excesiva a reconocer antropónimos en todas las palabras 1979, Pattison 1981, y sobre todo los comentarios
de alguna extensión; un procedimiento mucho más pru• que Fletcher presentó para todos los grandes textos sobre
dente se acusa en el 'Léxico' de Tovar (Tovar 1951), y plo• mos de la región valenciana.
M. a L. Albertos, Onomástica, pp. 259-270, ha reunido J He omitido todos los textos escritos en escritura
un excelente catálogo de los elementos que funcionan en meridional (con la única excepción de [89] y [66] en §
la formación de los antropónimos ibéricos; algunas refle• 2.1.2 y § 1.8.2) porque todavía no confío en ningún en•
xiones metodológicas adicionales en Untermann 1979. sayo de transcripción propuesto para ciertos grafemas de
esta escritura.
LA GRAMÁTICA DE LOS PLOMOS IBERJCOS 37

personal pero no se integra tan claramente en nuestro repertorio de elementos antroponímicos


como los que destacamos con negrita 4 La cruz doble señala el límite de renglón; los dos puntos
.
corresponden a interpunciones atestiguadas en los monumentos mismos mientras que el guión
indica una segmentación que resulta de nuestras reflexiones al analizar los textos y al cotejarlos
con otras inscripciones ibéricas; es decir, el guión siempre representa una decisión subjetiva del
lingüista sin apoyo directo en el documento respectivo. La flecha que indica el número de un
ejemplo quiere decir que la frase indicada sigue inmediatamente a la frase anterior.

1.1. -ka
(1) : balkelakof-ka:bitetui: El Solaig
(2) : afkisosin-ka # kisin-ka:balkenius-ka: # kakutiaitetu (cifras) Yátova III
(3) #baiseltun-ka - kukuaitekun # a:safunki: (cifras) Yátova I
(4) -falir:tiaiteku:selkisosin-ka-s # tesan: (cifras) Yátova II
(5) #kofasiren: (cifras) # nefseoftin-ika: (cifras) #
��{suranaf-ika # prov. T. 1
(6) # baisenios-ka (cifras) # prov. T. 11
(7) #sakalaku-ka:aba: (cifras) # sikebonef-ka: (cifras) #
#sakalaku-ka:e:kibaskitar: (cifras)# ( = 36) Alcoy VI 5

1.1.1. El afijo más corriente que se encuentra junto con nombres de personas es -ka6 viene
:
delimitado inequívocamente por medio de puntos en (1), (2), (6), (7), a los cuales podemos aña•
dir ( 5) suponiendo que -ika sea una variante de -ka. ( 2) muestra tres palabras que llevan este
sufijo formando un sintagma de miembros congruentes que se compone de dos antropónimos,
afkisosin y balkenius, y una palabra de otra clase, kisin. En (4) sigue unas sin interpunción an•
terior: no sabemos si se trata de un aumento del mismo sufijo -ka o si la s pertenece a la palabra
que sigue (véase abajo§ 1.6.1). (2), (3) y (4) dan el complejo tiaiteku o tiaitetu, dos veces con
kaku o kuku, que tienen el aspecto de prefijos, una vez ( 4) siguiendo a la palabra fa/ir cuyo sig•
nificado puede buscarse en el campo de 'dinero', 'moneda', etc. 7; y tal vez no sea casualidad el
que a menudo se encuentren cifras cerca de antropónimos aumentados por -ka.
1.1.2. En (8) y (9), ka y te forman grupos de morfos:
(8) : bilosbaf-ka-te-// #, belefbof-ka-te #
: bolsko-ka-te #, bonko-ka #
: bel[ e ]fbeti(n)-batir-ka-mi-ka-te # Palamós
(9) : laufiskef-ka-te: Orleyl V
En (9) el antropónimo y kate están inequívocamente entre interpunciones, mientras que (8)
hace ver unas secuencias más complicadas en las que intervienen, además, el morfo mi que pare•
ce indicar una relación posesiva y la palabra batir: esta palabra aunque de sentido desconocido

4
Sobre los criterios de la identificación: Untermann 6 Fletcher 1978, p. 206.
1979, pp. 64 s., y en un trabajo que aparecerá en APL. 7
Cf. Bahr 1948, pp, 408-410, Fletcher 1978, p.
5 Transcripción a base de autopsia; cf. Untermann 206, Michelena 1979, p. 36 y sobre todo Tovar 1979, pp.
1985.1, pp. 41 s.; para una interpretación muy distinta 475-482.
véase Oroz 1980, pp. 566-570.
3 JÜRGEN

siempre viene añadida a nombres de personas 8 no es imposible que bolsko y bonko también
;
sean antropónimos ('Kurznamen') 9.

1.1.3. Pasando revista a las inscripciones ibéricas en total, se observa que el morfo -ka se da
exclusivamente en sintagmas que incluyen nombres de personas, lo que admite la conclusión de
que su valor tiene que ver algo con la clase semántica de seres humanos, o sea, en otros térmi•
nos, que -ka no se combina con palabras que no denominan conceptos inanimados.

1.1.4. Partiendo de esta observación, me parece aconsejable echar una ojeada sobre un mo•
numento de índole diferente: la estela sepulcral de Santa Perpetua de la Moguda ( GM. 15):
( 10) ].ftanef-f
]intane.f
ebanen.au
funin-ki-ka
oftinse
iki-ka:siba
itin:
Empieza por la denominación bimembre de la persona enterrada ]ftanef ( tal vez baftanef),
hijo de ]intanef,· sigue ebanen, variante de tebanen conocido por la estela Saguntina bilingüe
donde parece corresponder al verbo latín coerauit 'se ha encargado' 10 nuestro texto continúa con
;
otros dos antropónimos, aufunin -nombre de mujer- y oftinsezki que llevan los sufijos
11
-ka, y -ki junto con -ka y con mucha certeza podemos presumir que esta mujer, aufunin, hija
,
de oftinseiki, ha procurado el enterramiento del baftaneí: eso significa que aufunin es el sujeto
( en el sentido de la sintaxis latina) y que el sufijo -ka tiene la función de señalar el caso del
agente, es decir, que es una señal de ergativo 12 En cambio, los nombres en las primeras dos lí•
.
neas no llevan sufijos -por lo menos no el sufijo -ka: ellos corresponden al participante pasivo
de la frase en cuestión-.

1.1.5. Volviendo sobre los plomos, no me parece imposible transferir esta hipótesis a las
frases citadas: las personas cuyos nombres llevan el sufijo -ka tienen que hacer algo, por ejemplo
un pago o un crédito, mientras que las obras reciben algo 13 , -kofasiren (5 ), kibaskitar (7). Y tal
vez -a título de hipótesis- sea lícito de buscar en tiaitetu y tiaiteku formas de verbos transiti•
vos ( en el sentido latino) cuyo objeto directo en ( 4) viene representado por íalir -sin
sufijo-, en (2) y (3) por kaku y kuku, que se explicarían, entonces, como formas 'pronominales'
que se refieren a un concepto conocido al lector o a una palabra ya mencionada en la parte
anterior del texto.
8
Sobre el plomo de Palamós véase Untermann me atrevo a suponer que la ki detrás de aufunin se deba
1985.2, pp. 433-437, y los comentarios de Flctcher (en a un error del grabador que anticipó la secuencia ki-ka de
prensa) y de De Hoz 1985 .. la final del nombre siguiente.
9 Cf. el antropónimo Austinco del Bronce de Asco• 12
Cf. las sugerencias de Michelena 1979. p. 35,
li, saliuko y bartasko en el plomo Ullastret I. con respecto a la terminación -k en el plomo Alcoy I
1
º GM. 46, reunido con un fragmento recién halla• (véase abajo n. 18) donde, por lo demás, el contexto no
do: Roca 1974. da nin• guna comprobación de que este morfo exprese el
11
Curioso y todavía sin aclarar el paralelismo de las
terminaciones -kzka, tal vez casual porque aufunin y oi• caso er• gauvo.
tinseiki se integran bien en el repertorio de componentes tJ Cf. el ensayo sobre Alcoy VI en Untermann
onornásticos; dado que un sufijo -ki no es muy corriente, 1985.1, p. 43.
LA GRAMÁTICA DE LOS PLOMOS IBÉRJCOS 39

1.2. -te
1.2.1. Considerablemente más reducido es el número de nombres personales combinados
con el morfo -te 14.
(11) #sakafatin-te: iuftir: bafbin-ke: Villares II
(12) #betukine-te: iuftir:atuf-te # Villares II
(13) :selkinius-t-ai: iunstir:bafbin # Orleyl VII
(14) #kulefbelauf-te: satifa # - (15) Yátova II
(15) #laufberton-te -bitars-te:e-satifa-n # Yátova II
(16) -bitars-te-ti # laufberton-ar: (cifras) Yátova III
(17) -lasiia: laufberton-ar # Yátova II
(18) # laufberton-te: afs[ Yátova I
(19) -kul # efbelauf-te:boranku: ( = 139) Yátova II
Parece que la función de te no excluye la de ka lo que se desprende de la combinación -kate
mencionada (8, 9). En cambio, se destaca claramente por sus contextos: en (11) y (12) viene se•
guido por la palabra iu(n)stir sobre la cual volveremos más tarde(§ 2.1): para la cuestión presen•
te hay que notar que iunstir no aparece en textos que se refieren a asuntos financieros: es decir,
que con la excepción única del gran plomo de Alcoy, nunca se da en textos que contienen nu•
merales o la palabra salir. Suponiendo que tales textos, sin salir y sin cifras, tienen un contenido
jurídico más general, por ejemplo al de contratos, podríamos asumir que iunstir expresa de una
manera muy general lo que en textos latinos viene expresado por verbos impersonales como licet
u oportet, es decir, un derecho o una obligación. Al aceptar una tal hipótesis -muy arriesgada y
muy provisional- podríamos atribuir al morfo -te un significado no lejos del que tiene el dativo
personal en las lenguas indoeuropeas.
1.2.2. Es notable, por lo demás, que entre los pocos topónimos sufijados que vienen atesti•
guados en monedas de la región ibérica se encuentra
(20) iftuko-ite MLH. A.20
que se descompone en el topónimo ]fugo y el sufijo -ite: podría tratarse de una variante de -te
( como -ika al lado de -ka: véase arriba § l. l. l.), y no me parece desviado recordar la
vecindad entre dativo y locativo bien conocida por otras lenguas.
1.2.3. El contexto de (13) es tan parecido al de (11) que no cabe duda de que -tai es una
variante de -te, o sea, una variación puramente ortográfia, o sea -lo que me parece más
verosímil- la combinación de -te con un morfo adicional, -ai (véase abajo § 1.6). En (15)
a laufberton-te 15 sigue el sintagma congruente bitars-te: sorprende que esta congruencia no
se mantenga cuando el orden de las palabras viene invertido: en (16) tenemos primero bitars
con
14 Fletcher 1980, pp. 19, 36, Pattison 1981, p. que discutiremos a propósito de keltibelef (§ l. 5. 2): apa•
499. No se puede descartar la posibilidad -de que -te sea
rece 5 veces en los textos de Yátova, 2 veces con -te, 3
la re• presentación gráfica de -t (o -d) sin vocal: cf. la
secuencia veces son -ar, siempre en contextos muy distintos de
-t-ai (13) y § 1.2.3, y tebind, gaibigait, boistingisdid en aquéllos que se ven bajo los números (21) a (24); lauf
letra griega (Alcoy I) que desgraciadamente no admiten reaparece en el 'léxico onomástico' (laufisker [9]),
una segmentación convincente; sin embargo, iride, tam• pero berton queda aislado; por eso, laufberton -igual que
bién en letra griega, sobre Aleoy JI ( cf. p. 5 2) keltibelef- despierta la sospecha de que sea un apelati•
parece garantizar la existencia de un sufijo -de al lado vo, p.e. un título, formado en parte por componentes
de -d Cf., además, la n. 18. que también se emplean en la formación de antropóni•
15
laufberton plantea un problema semejante al mos compuestos.
4 JÜRGEN

te y con un segundo sufijo -ti, y luego laufberton con -ar, igual que en (17) donde
laufbertonar sigue a -lasifa que por su estructura recuerda satiia en las frases (14) y (15).
Aunque es verdad que los demás testimonios del sufijo -te junto con antropónimos, no admiten
un perspicuo análi• sis, ninguno de ellos se opone a la conclusión de que el uso de -te, igual que
el de -ka, está re• ducido a palabras con sentido animado, lo que viene confirmado por el
paralelismo evidente entre -te y -ar en (16): conocemos el morfo -ar por inscripciones de
Ensérune y Pech Maho que
indican el propietario 16 ; p. e.:
(21) alosoftin-ar-mi B.1.254
(22) untikofif-ar-mi B.1.333
(23) leistiker-ar-mi B.7.17
a las cuales podemos añadir
(24) sakarisker # -ar-nai
en letra griega: es la nota marginal escrita a través del texto principal de la cara A del gran plo•
mo de Alcoy, donde -nai puede ser la representación gráfica del morfo -mi17. Parece que -ar-mi
forma una expresión redundante compuesta por la partícula -mi y el sufijo de un caso nominal,
-ar, que se acerca al dativo posesivo indoeuropeo.

1.3. -(z)ke

1.3.1. Sólo en los textos de Pech Maho hay testimonios indudables del morfo -(z)ke 18 com-
binado con antropónimos:
(25) -eftinke:kulefkefe-ke-kulefir-i # ke-lekar-ke- ( = 100) Pech Maho II
(26) belefbaf # afsbin: kanbulo-ike # Pech Maho I
El ejemplo (25) muestra una serie de palabras congruentes entre las cuales kulefkefe y kulefir
están bien integradas en nuestro repertorio antroponímico; en (26) vemos· dos antropónimos sin
sufijo, al parecer un belefbaf, hijo de afsbin, y si no es errónea la hipótesis de que kanbulo es el
nombre gálico Camulo 19 , otra vez más tenemos la oposición entre antropónimos sufijados y no
sufijados: tal vez sea lícito suponer que este -(z)ke sea una forma dialectal que tiene la misma
función ergativa que -ka en las inscripciones ibéricas al sur de los Pirineos.

1.3.2. Es totalmente distinto y muy curioso el papel que juega el morfo ke sobre el plomo
de Enguera, publicado recientemente por D. Fletcher. El plomo da una lista de antropónimos
ibéricos entre los cuales aparece otozltir. Este nombre se repite, dos líneas más abajo, intercalan•
do un segmento ke entre los dos miembros del compuesto 20 , e igualmente el complejo tueitiketf•
tun se descompone en dos elementos onomásticos, tueiti e z!tun, entre los cuales aparece el ke
rrustenoso.

1.3.3. Por lo demás, los segmentos -ke e -zke no son raros en otros contextos, pero hasta
ahora no he logrado determinar ni su distribución ni mucho menos su función morfosintáctica.

1
6 Sobre este -ar véase Michelena 1976, p. 358, To• 495), pero en la misma inscripción tenemos ifike (cf. p.
var 1979, pp. 483 s., Pattison 1981, pp. 497, 499 s. 52) y na/tinge que parecen mostrar un sufijo -ke, -ge.
17
Siles 1981, pp. 76- 78, 89 s. 19
Solier 1979, p. 81.
° Fletcher 1984.1, p. 410, sobre otros segmentos en
18
Igual que en el caso de -te (n. 14), -ke puede ser 2
la 'solución ibérica' para escribir -k ( o -g): sa!irg (Alcoy tal posición véase Unterrnann 1987, pp. 295 s.
1) atestigua indudablemente tal sufijo (cf. Pattison 1981,
p.
LA GRAMÁTICA DE LOS PLOMOS IBÉRICOS 41

1.4. -U

Se reconoce un morfo u 21 que viene añadido a nombres de personas integrándolos


1.4.1.
en cadenas de palabras congruentes sin que el contexto más amplio permita identificar el campo
funcional de este sufijo, ni tampoco el marco semántico dentro del que hay que buscar el senti•
do de las palabras en -iu en (27) y (28):
(27) : ekusu:sosinbiuf-u: bofbefoniu: (=91,92) Castellón
(28) kofoiu: Orleyl V
(29) : sekenius-u:attlebeiu: ( = 45) Yátova II
: anbofiltun-u # baiseltun-u:te:
1.4.2. En (29) hay una secuencia de dos antropónimos, que parecen designar una persona
por su nombre individual propio y el de su padre mostrando un componente común, -zltun, fe•
nómeno frecuente en tales pares de nombres 22 : si la -u indica la posición de estos nombres
dentro de la frase, es muy notable que se repita en ambos nombres aunque el segundo de ellos
se diferencie del primero dentro de la jerarquía semántica: en una lengua indoeuropea sería o
atributo en genitivo o adjetivo patronímico. Para la relación entre -u y -te, véase abajo § l. 7. l.

1.5. -e-
1.5.1.Queda algo difuso el comportamiento del morfo -e-. No cabe duda de que funciona
como sufijo con valor distintivo (¿flexiona!?): en el plomo de Castellón tenemos aikas-e al lado
de aikas (§ 1.6.1) y beikeai-e al lado de bezkeai (véanse abajo § 1.6.2 y l. 7 .1); compárese, ade•
más, la serie 23 :
(30) : atun: Villares II
: atune: ( = 70) Orleyl VII
: atuniu Castellón
en la que -e aparece en una relación 'paradigmática' sustituible por 0 e -iu. En cambio, hay
buenos indicios de que e- puede figurar como prefijo: remito a (14) (15) con las secuencias
(31) : satifa # ( = 14)
: e-satifa-n # ( = 15)

1.5.2. Junto con antropónimos, el morfo e sólo se da en contextos poco perspicuos. El caso de
(32) : be!efakin-e-ai: ( = 39, 88) Orleyl VII
está aislado (véase abajo § 1.6.2). Otros nombres de personas con el sufijo -e podrían verse en
el plomo Yátova 1, pero las dos frases en cuestión,
(33) # ultitar-e-bafir-en- Yátova I
( 34) : baise!tun-e-bafir-en (cifras) # bafur-bisisa # Yátova
I
admiten varias interpretaciones: o la -e es sufijo que se une al antropónimo en (33) y (34),
mientras que viene sustituido por la palabra afesa en
(35) : bekonkine:afesa:bafir,:afeka # Yátova II
o la relación entre bafir (35) y ebafiren (33) (34) coincide con la que se reconoce entre satifa y
esatifan mencionada arriba ( 31).

21
Michelena 1979, p. 36. 23
Sobre atun véase Fletcher 1980, p. 24.
22
Untermann 1987, p. 290.
4 JÜRGEN

1.5.3. La e prefijada parece estar atestiguada en el segundo renglón del plomo Alcoy VI, ya
menionado en § 1. 1. 1, en el que se opone al sufijo -ka:
(36) #sakalaku-ka:e:kibaskitar: ( = 7)
1.5.4. Un problema de otra clase se plantea con
(37) : sinebetin:ufkekefefe: ( = 50) Castellón
sinebetin y ufkekefe parecen formar una perfecta denominación bimembre; el componente ono•
mástico kefe se conoce por varios otros nombres compuestos, p.ej. afskefe en Enserune, atinkefe

!
en Pech Maho24, y por eso, parece inevitable separar un morfo -fe al final del nombre del padre.
in embargo, no hay otro testimonio seguro de un tal sufijo: es verdad que hay palabras en -fe
S
(véase abajo§ 2.3.1 y p. 48), ife, eratiafe, tazfinife en Orleyl V, aieie y zakinufe en Orleyl VII,
pero en ningún caso tenemos criterios suficientes que garanticen tal segmentación. Por eso, hay
que contar con la posibilidad de que el antropónimo sea urkekefef con un aumento -f al final a

l
del segundo elemento que sirve a menudo para variar componentes onomásticos 25: balkar al lado 1

ed balke, baiser al lado de baise, arkef al lado de afki y otros más: no es, pues, imposible supo- l
ner que no sea -fe sino -e el segmento morfológico que se añade a la denominación citada (véa-
se, además, abajo § l. 7. 2).
1.6. -az-
1.6.1. Sobre el plomo de Castellón encontramos una serie de tres nombres personales,
(38) : ultitekef-ai-kas-e: # aí-kitiker:ai-kas:balkebiuf-ai-es:
a los cuales se añaden los complejos -azkase, -azkas y -aies, el segundo de ellos con puntos separa•
dores detrás del antropónimo. Parece que el paralelismo sintáctico viene establecido por el morfo
ai26 el cual, por su parte, es capaz de llevar otros morfos para expresar una distinción adicional,
kas y es, y kas puede recibir un tercer morfo, -e, que destaca al primer sintagma del segundo.
No hay otros testimonios del sufijo -es; kas vuelve a aparecer sólo en selkisosinkas (4), ya mencio•
nado al discutir el sufijo -ka (§ 1.1.1 ). Por lo demás, no podemos excluir la posibilidad
-sugerida por la interpunción detrás de afkúiker- de que azkas no sea un grupo de sufijos
sino
un lexema autónomo que puede ser agregado, tal vez como segmento enclítico, a otras palabras,
y que tiene su propio paradigma flexiona!.
1.6.2. Otra combinación se atestigua por el antropónimo sufijado, ya citado(§ 1.5.2),
(39) : beleíakin-eai:kafestar-eai # ( = 32, 88) Orleyl VII
pero es el único antropónimo con este sufijo, mientras que hay largas cadenas de palabras de
otra clase cuya congruencia se hace visible por -eai y -keai,· al antropónimo citado sigue una pala•
bra cuyo primer segmento, kafes, vuelve a aparecer varias veces, siempre rodeado por elementos
seguramente no onomástios 27.
1.6.3. En Orleyl V y VII se dan dos frases casi iguales:
( 40) : bototaf-e-�i:selke-ai-barton-e-ai:fani-ke-ai: Orleyl VII
( 41) : bototaf-e-ai: selke-ai-bartun-e-ai:uni-bei-ke-ai: (=85) Orleyl V

24
Untermann 1987, p. 304, no. 61. 27
Sobre cerámica pintada de Liria (Fl.9, 2 veces
25
Untermann 1987, pp. 293 s. Fl.40), siempre acompañado por la palabra ekiar.
26
Fletcher 1981.1, pp. 81-84, M. Beltrán 1974, p.
5 6 ( con interpretación distinta).
LA GRAMÁTICA DE LOS PLOMOS IBÉRICOS 43

D. Fletcher28 supone que batatas sea un antropónimo; pero no se incluye bien en nuestro
re- pertorio de elementos antroponímicos 29 y los demás testimonios
(42) #zfe:batatas:bitebakzffbane: Orleyl V
(43) batatas-ei-ke:uskei-ke: Orleyl VI
(44) batatas-te: bantakzkza[ Orleyl VII
no muestran nada que pueda hablar en favor de tal interpretación.
1.6.4.Tal vez no es casual que ai a menudo se una a otros sufijos, -e-, -es, -kas, -te y
que casi siempre parezca funcionar como signo de congruencia en cadenas de palabras: me
atrevo a contar con la posibilidad de que -ai- no sea un morfo flexiona! sino que sirva para
establecer ta• les cadenas, es decir, que sea algo como una conjunción enclítica cotejable con -
kue o -ue en la• tín (o en celtibérico).

l. 7. ¿ 'FLEXIÓN DE GRUPO'?
1.7.1. Volviendo sobre el ejemplo (29) -denominación bimembre de una persona- se re-
vela un paralelismo sugestivo al cotejarlo con otras cuatro frases, todas sin antropónimos:
(45) : anbosiltun-u # baiseltun-u:te: ( = 29) Yátova II
( 46) : labeis-if:kebelka-zf-a: Yátova II
( 47) : barar-zku:esas-iku-a: Yátova II
(48) : bafke-zke:kalir-ike:tunt-ike:n # inédito
(49) : aufuni-beike-ai # aste-bezke-ai-e: ( = 51) Castellón
Los sintagmas ( 45) a ( 49) dan la impresión de que en la gramática ibérica ciertos sufijos se apli•
can en dos niveles: en un nivel para expresar la congruencia entre miembros paralelos de la frase
--u en (45), -zku en (47), -ike en (48), -ai- o -bezke-ai- en (49) e -if en (46)-, y en otro nivel de
'flexión de grupo', es decir, afijando un solo morfo al final de una serie de palabras congruentes,
--te (45), -a (46, 47), -e (49), -(e)n (48)-, que domina el sintagma en su totalidad.
l. 7 .2. Otro ejemplo, más sencillo pero menos perspicuo, parece atestiguado por las dos pa•
labras que preceden a la frase (32) en el plomo de Castellón,
(50) : sinebetin:ufkekefefe: ( = 3 7)
Hemos discutido la segmentación en § l. 5 .4; cotejando el sintagma ( 49), se impone la
inter• pretación de que tenemos, aquí también, un grupo flexionado por la -e al final de su
segundo miembro, sin que intervenga, en este caso, otro sufijo 'congruente' que se repite en
todos los miembros de la cadena sintáctica.

1.8. NOTA MARGINAL SOBRE ANTROPÓNIMOS DUDOSOS

1.8.0. En los párrafos 1.1 a 1.6 hemos intentado exponer el valor de los antroporumos,
identificables dentro de nuestros textos, para la segmentación de elementos morfológicos: antes
de terminar este capítulo, me parece conveniente llamar la atención sobre situaciones en las que
no es fácil decidir si una palabra es un antropónimo o más bien un lexema de otra índole. Para
28
Fletcher 1981.1, pp. 67 s., De Hoz 1983, p. 49. no parcial y dado que estos antropónimos sólo aparecen
2
9Fletcher aduce botilkos, Boddcos, nombre de un en la Bética, no son argumentos muy fuertes en favor de
magistrado de Obulco (MLH. A.100-10., 11.) y Bodon que bototaf sea un nombre de persona.
CIL II 2114 (Andújar). Dado que la coincidencia no es si-
4 JÜRGEN

ilustrar tales casos he escogido dos palabras, aufuni y ke!tibe!ef, las dos bien atestiguadas en los
plomos ibéricos.

l. 8. l. aufuni
(51) : aufuni-bezkeai # aste-bezkeai-e: ( = 49) Castellón
(52) : aufun[ ibez]keai:anefai: fani-bezfai:! Orleyl VII
(53) eitaf.eai: Orleyl V
: uni-bezkeai:anefai:uni-bezkeai:
(51) y (52) empiezan por aufuni que vuelve a aparecer sobre la estela de Santa Perpetua, ya
citada en § 1.1.4. Allí, aufunin sin ninguna duda es un antropónimo, cuyos componentes auf y
uni(n) están bien atestiguados en otros nombres compuestos. Pero hay un obstáculo de mucho
peso que impide equiparar el aufuni de Castellón con la palabra homófona de Santa Perpetua
de la Moguda: en (51), aufunz· viene acompañada por el complejo beikeai que se repite al final
de la palabra siguiente, essebeikeai, y la misma combinación parece repetirse en (52) donde si•
gue aneiai, y esta frase es muy parecida a otra que se encuentra en Orleyl V (53) en la que
falta el componente auf, y unibezkeai se repite detrás de anefai. Eso contradice fuertemente la
posibi• lidad de que uni y aufuni sean elementos onomásticos. Nótese, además la frase
(54) : itsstir.anei.iastir: ( = 78) Orleyl VI
Reaparece la palabra anef, y se repite la palabra iu(n)stzr que sin ninguna duda pertenece a
la clase de apelativos (véase § :r 1.4. ). A pesar de la coincidencia formal perfecta, los contextos
revelan que hay que contar con dos lexemas homófonos de funciones distintas: un antropónimo
aufuni y una palabra de otra índole, uni, que se emplea o sola o agregada a un segmento auf 30.

1.8.2. ke!tzhe!ef
(55) !aufberton-ar:LI # ke!tibelef-ka-kutituku # !u:n:bafir: Yátova III
(56) -uneri # berter-keltibe!ef-ka-s # Yatova III
(57) -narar:ke!tzhe!ef # Yátova I
(58) kel]tibe!ef: afkisosin: tautintarban # Yátova I
(59) -afate: ke!tibe!ef-te: bafuf: Yátova I
(60) #ke-ke!tibe!ef-te # Yátova I
(61) ]ur:ke!tibe!ef-te[ Yátova I
(62) kel]tibe!ef-te-!okzf: bafur: Yátova I
(63) : ke!tzhe!ef-ite # Yátova I
(64) : ke!tzhe!ef-!a-a!ate- Yátova I
ke!tzhe!ef aparece 10 veces sobre los plomos Yátova I y III, llevando 2 veces el sufijo -ka, 4
veces -te, una vez -ite (tal vez variante de -te), es decir, lleva sufijos que suelen acompañar a
nombres de persona, y no cabe duda de que su estructura en total y su segmento beles en parti•
cular hablan en favor de una clasificación como antropónimo 31 . Sin embargo, hay argumentos
que no recomiendan una tal conclusión:

30 Pattison 1981, pp. 516 s., con sugerencias antropónimo aparece en la zona ibérica de la Península
algo atrevidas. (Untermann, Elementos, mapa 34): véase Unterrnann ,
3l No me convence la hipótesis de Fletcher 1980, p. loe. cit., Tovar 1977, p. 177 y Albertos, «Onom. Celtibe•
23, de que keltibelef podría ser una versión ibérica de ria», p. 152, sobre los motivos de la distribución geográfi•
Celtiberes, aunque es verdad que Celtiber en función de ca del Celtiber.
LA GRAMÁTICA DE LOS PLOMOS IBÉRICOS 45

1. el segmento ke!ti carece de buenos testimonios en la antroponimia ibérica 32: el segmento


kelte 33, sobre un vaso de Liria
(65) : unskeltekzar:ban[
seguramente no forma parte de un antropónimo; y se lee keltun sobre el plomo del Llano de la
Consolación en el complejo
(66) #aitikeltun-ki:
cuyo primer elemenro azti queda aislado en el léxico ibérico, aunque la situación contextual no
sería ajena a un nombre de persona;
2. asombra la gran frecuenia de keltzbele.f en los dos monumentos que lo atestiguan: no co•
nocemos otro caso en que un nombre personal aparezca con tanta frecuencia dentro de contextos
tan limitados;
3. en (58), keltzbelef viene seguido por la denominación bimembre de una persona,
afkisosin tautintarban ,· keltibelef, por su parte, nunca aparece junto a otro antropónimo que
podría indicar el padre o el hijo de un tal keltibelef. Ahora bien, no me parece imposible que
keltibelef denomi• ne una función política o jurídica, es decir, que sea un título formado por
medios morfológicos se•
mejantes a los que forman los antropónimos compuestos 34 : compárense títulos gálicos como ver•
gobretus, germánicos como berizogo, griegos como polémarchos, etc., los cuales pertenecen al
mismo tipo de composición nominal y se sirven a veces de los mismos elementos lexicales que se
encuentran en las antroponimias respectivas.

2. PALABRAS FRECUENTES QUE NO SON ANTROPÓNIMOS

2.1. iunstir
2.1.1.Primero iunstir35 -palabra conocida desde 1921 cuando apareció el gran plomo de
la Serreta de Alcoy-. Actualmente está atestiguada 21 veces 36, contando 13 ejemplos de iunstir,
2 con una m en lugar de la n, 6 sin la nasal, es decir, iustir, escrito con sigma en Orleyl, con
fan en Los Villares. Tres veces, (75), (76), (83), se lee sobre cerámica, todos los demás
testimonios fi• guran en textos escritos sobre plomo.
(67) #iunstir:belefaif:kafkofkar: El Solaig
( 68) #iunstir:e kiarton e:beleftar: El Solaig
( 69) #iunstir:falirg:basiftir: (AB.gr.) Alcoy I
(70) #iunstir:atune:bafbinkeai: - (80) Orleyl VII
(71) iu ]stir:atune:nisofbafai: Orleyl VI
32
Celtius se reduce a la Hispania indoeuropea: Un· nidad' (véanse entre otros, Menéndez Pida!, TPRH, pp.
termann, Elementos, mapa 34, y muy alejado queda el 246 s., Untermann 1976, p. 122).
étnico Celtitanus (CIL II 2326, Peñaflor) que parece ates• 35 Escojo algunos títulos de la bibliografía abundan•
tiguar una palabra homófona de la lengua indígena de su te que puedan hacer ver la envergadura de las hipótesis
región (seguramente no sirve para probar la presencia de propuestas: Bahr 1948, pp. 408 s., Pericay-Maluquer
Celtas en la Bética como supone Tovar 1962, p. 360, 1963, pp. 135-137, M. Beltrán 1974, Michelena 1979,
1977, pp. 177 s.). pp. 29, 36, Tovar 1979, p. 484, Fletcher 1981.2, pp. 468
33
O unskel,tekiar1 Cf. tekiar en Fl.22 (vaso de Li• s., Pattison 1981, pp. 515 s.
ria) y en la inscripción de la Peña de la Majada (Sarrión 36 No contando dos pasajes muy mal legibles:
1978). iunstir-abate- Liria, cara B, línea 1 b, ziu]nstir-aketa•
34
Se sabe, p.ej., que iltif -muy corriente en la an• Pech Maho IV, línea 6.
troponimia ibérica- significa algo como 'ciudad, comu-
46 JÜRGEN ÜNTERMANN

(72) : selkinius-t(e)-ai:iunstir:bafbin # - (81), ( = 13) Orleyl VII


(73) #sakafatin-te:iuftir:bafbinke: ( = 11) Villares II
(74) #betukine-te:iuftir:atuf-te # ( = 12) Villares II
(75) : saltutibai-te:iumstir: vaso Liria Fl. 9
(76) : benebetaner:iums[tir vaso Liria Fl. 35
(77) ius ]tir: bototafeike :uskeike: iustir:afe[ Orleyl
VI (78) : uskezke:iustir:anef:iustir: # ( = 54) Orleyl
VI (79) : uskezke:iunstir # Orleyl
VII (80) : uskezke:iunstz{r Orleyl
VII (81) #uskezkeai:iunstir: Orleyl
VII
(82) : eteszlif:iunstir:etetu[ El Solaig
(83) # neitin-iunstir # rhyton Ullastret Maluquer 107
(84) : ifika: # iunstir-ika: - (72) Orleyl VII
(85) # iunstir-la-ku: bototaf-eai:selkeai- ( = 4) Orleyl V
(86) : iu#nstir-la-ku:uskezke: bototiki: Orleyl V
(87) ]kenti:iustir:afebin[ Orleyl VIII

2.1.2. Tal vez hay que añadir dos casos más:

r
(88) : iunsir-mi: belefakin-eai: (=32,39) Orleyl VII
(89) #aitikeltunki:iunftz tekor: saltutas: Llano de la C.
En (88) se lee iunsir, con i en lugar de ti,· no sabemos si se trata de un error ortográfico, de
una variante morfológica o más bien de un lexema sustancialmente distinto; y en el plomo del
Llano de la Consolación escrito en letras meridionales, vemos iunsti �. (89) con el famoso gra•
fema que Pío Beltrán lee ba y Gómez-Moreno y la mayor parte de los investigadores interpretan
como be sin que dispongamos, hasta la fecha, de una confirmación incontestable 37. Yo rengo
que confesar que este nuevo testimonio me hace contar con la idea herética de que el grafema en
cuestión representa la r fuerte en el alfabeto ibérico meridional.
2.1.3. Bajo los números (67), (69), (73), (74), (83) y (89) se citan frases que forman el
inicio de sus textos respectivos. Varias veces, iunstir sigue a un complejo que parece ser un an•
tropónimo: indudablemente en (72), (73), (74) y (82), menos seguro en (75), (76)
y (83 ); tres veces los antropónimos llevan el morfo te, una vez el morfo te variado por un
morfo adicional, ai (72) (véase § 1.2.3.). En (67) y (68) parece que las palabras que siguen a
iunstir son denominaciones bimembres de personas aunque sólo belefazf y beleftar admiten la
inclu• sión perfecta en el repertorio antroponímico ibérico; igualmente, belefakin que sigue a
iunsirmi (88) claramente es un nombre personal. En los demás ejemplos -más de la mitad del
número total- iunstir se da junto con palabras que no son antropónimos: fa/ir (véase § l. l. l.)
y baszf (véase § 3.2.2.) en (69), atune en (70) y (71), afebin en (87) y tal vez en (77), bafbin
en (72) con el cual hay que cotejar bafbinke (73) y bafbinkeai (70); y sobre todo uskezke,
uskezkeai
que 5 veces aparece delante de iunstir, una vez (86) detrás 38 . Hay dos sufijos que se agregan a
iunstir: la combinado con ku en los ejemplos (85) y (66) e zka en (84) que sigue a una palabra
37 P. Beltrán 1962, p. 30, Gómez-Moreno 1962, p. is Fletcher 1981.1, pp. 86 s.
17, De Hoz 1976, pp. 236 s., 1983 cuadro 4, Oroz 1982,
p. 123, Fletcher 1982, pp. 18 s., Fletcher-Martínez
1983, pp. 78, 81.
LA GRAMÁTICA DE LOS PLOMOS IBÉRICOS 47

congruente, ifika. Es notable, además, la repetición de iunstir en (81) que sigue a (72), tal vez
en (77), y de manera particular en (78), ya citado en § 1.8.1.
2.1.4. En cuanto a un posible significado de iunstir, repito lo que he anticipado en §
l. 2 .1.: dado que sólo en el plomo de Alcoy iunstir aparece junto con la palabra fa/ir y con sím•
bolos numerales, mientras que en todos los demás testimonios no tiene que ver nada con tran•
sacciones financieras, hay que buscar la función contextual de iunstir en un campo más amplio
de procedimientos legales. Ya he aludido a la posibilidad de que se trate de una expresión que
corresponda a oportet o a licet en la lengua latina, lo que, por lo demás, no implica que
iunstir pertenezca a la clase de verbos: es muy posible que sea una expresión puramente
nominal cuya función se avecine a la que tienen los verbos impersonales del latín o de otras
lenguas indoeuro• peas. Aceptando tal hipótesis, los nombres personales denominarían las partes
contratantes o los recipiendarios de un legado, mientras que uskeike podría completar tales
reglamentos por una cláusula de generalización, correspondiendo a pronombres latinos como
quicumque o quis volet. El obstáculo más grave para una tal suposición es la frase (84) donde
iunstir lleva el sufijo -ka, al parecer reducido al uso con palabras que denominan seres humanos:
tal vez podemos escapar de este dilema suponiendo que ifika iunstirika es algo como una frase
relativa que funciona de suje• to en la frase superior, es decir, algo como cui licet o cui
oportet en textos latinos.
2.2. baites
(90) : balkebiuf-aies:baites-ban-iekafse # (cp. 38) Castellón
(91) : ekafiu:atuniu:botuei:baites-ki:ekusu:sosinbiuf-u: (92) (cp. 27) Castellón
(92) #bofbefoniu:kofoiu:baites-ki: befikafsense:ultitekef-aikase ( cp. Castellón
(93) 38) Pech Maho I
(94) : ufestinif: baites-ki: ke: norobor: atinbuf#ikei: Pech Maho I
(95) -tateiankane:baites-ki-ke:kulefkefe-iltiffar#[ Orleyl III
(96) : belefbif-etofosair:baites-ir#[ Ullastret I
: anbeiku:baites-ir:saltuko:
(97) ]baides-ir:bilosg[ e]fe:bi(l)osildun 39: (AB.gr.) Alcoy III
(98) : tef#ttfs:baites-bi:neúekefu: Ullastret I
(99) -loi.suf-a-bettka-baites -bi- tiskeis: banfor#iltiftikef: Pech Maho II
(100) -lofsuf-se-betika-baites-eftinke:kulefkefe-ke-kulefir-ike- ( = 25) Pech Maho II
(101) -mfefumf: baites-eftinke :kulefir: Pech Maho III
(102) #baites-i:umltun # prov. T. II
(103) ]abaftzrtes-ke-baites:naufa-1 e is kafsa Yátova I
(104) # Cigarralejo
#ik-baide(s)-suise bartaf- (AB.gr.)
2.2.1. baites40 viene atestiguado 15 veces sobre plomo. Al cotejar este segmento con iuns•
tir, se observan las siguientes diferencias:
1) nunca es ni la primera ni la segunda palabra de un texto;
2) siempre viene integrado en un complejo más largo de morfos, y sólo contadas veces se
ponen señales de interpunción inmediatamente al lado de baites, sólo un vez detrás (103), 9 ve•
ces delante de él;
39
Para la rectificación del segundo amroporumo, °
4 Cf., entre otros, Bahr 1948, p. 420, M. Beltrán
véase Umermann 1987, p. 311, nota 32-54. 1974, pp. 52 s., Fletcher 1980, p. 44, Pattison 1981, p.
517.
4 JÜRGEN

3) siguen morfos --ban, ki, -ki-ke, ir, bi, i- que no se combinan ni con iunsiir ni con
nombres personales; en dos casos parece que se agregan morfos prefijados: ke ( 103) e ik en letra
griega (104), que aparecería en escritura ibérica bajo la forma ike;
4) nunca se combina con la palabra uskezke, muy corriente al lado de iunstlr;
5) siempre hay un antropónimo en la vecindad de baites, y estos antropónimos nunca lle•
van los sufijos -ka y -te, sino que se combinan con otros morfos -aies, -u, -ke o no llevan ningún
morfo adicional.
Lo único común en el comportamiento de iunstir y baites es que no aparecen en la vecindad
ni de la palabra fa/ir ni de cifras.
2.2.2. La riqueza de morfos agregados a baites hace pensar en que se trate de una forma
con flexión, y dado que los sufijos atestiguados no se usan junto con antropónimos, me parece
lícito contar con la posibilidad de que baites pertenezca a la clase de verbos. Y en tal caso, me
atrevo a añadir la hipótesis de que los nombres personales no expresan ni el agente de la frase
( que exige el sufijo -ka) ni el interactor que debe algo o que tiene un cierto derecho ( cuyo sufijo
sería -te). Es decir, en el caso de que baites fuese un verbo, no sería un verbo transitivo en el
sentido de la sintaxis indoeuropea.

2.3. kutur y biteroke


2.3.0. Concluimos el capítulo 2 aduciendo unos ejemplos más -desde luego no los úni•
cos- de 'afinidad léxica', fenómeno bien conocido por todas las lenguas, que abarca, entre
otras muchas, la relación llamada por Coseriu 'solidaridad semántica'.
2.3.1. La palabra kutur viene atestiguada 5 veces sobre plomo41 ,
(105) n:is-kutur:itefoke-ih[ ( = 125) inédito
(106) -ban-kutur-bitefokan # inédito
( 107) #taz!imfe:kutur:bitefoke-te-tZne: - (108) Orleyl V
(108) # kutuf-a}í inédito
( 109) #afefe:kutu-bozke: bas-bitefoke-tlne: Orleyl VII
En (106) y (107) la secuencia bitefoka!-ke sigue inmediatamente, en (109) separada por
otros dos segmentos; en (108), la línea que precede muestra la palabra :bitekzan: que tiene en
común las primeras dos sílabas con bitefoka,· en itefoke ( 105) falta el primer fonema; es muy
atractivo suponer que sea una variante morfológica de bitefoke aunque hasta la fecha no
disponemos de otros testimonios 42
En ( 107) y ( 109). las palabras que preceden kutur, kutu terminan en -fe. Igualmente, se inte-
gran dos de los tres testimonios que encontramos sobre cerámica pintada de Liria:
(110) #ban-kutur-zfaker # vaso Liria Fl. 40
( 111) ifzpafe. kutur vaso Liria Fl. 3 2
( 112) # ku tzsr: oisor # 43 vaso Liria Fl.
12
muestran ban como en (106) y la terminación -ie como en (107) y (109).
41
En (108) viene escrito con f en lugar de r; en ción es kutua teistea (gudua deisdea); pero, en lugar de
( 109) falta la 1; tal vez por error del grabador. te, indudablemente hay que leer o, y ya Fletcher 1981.1,
42
Cf. t- como fonema prefijado -seguramente en p. 76, propuso ver una r invertida en las últimas letras de
función morfológica- en eban - teban y ekiar - teeiar: las dos palabras. oisor vuelve a aparecer en otra inscrip•
Siles 1977, p. 12. ción pintada de Liria (Fl.85, publicada en Fletcher,
43 La transcripción tradicional de la famosa inscrip- 1985 ).
LA GRAMÁTICA DE LOS PLOMOS IBÉRICOS 49

2.3.2.1. La palabra biteroke- y sus variantes vienen atestiguadas -a veces por restituciones
hipotéticas pero bastante verosímiles- en otras 6 frases:
( 113) -falir-bitifokan-anabe[ inédito
(114) -falir-bitei # [oketa]n-anabe[ - (115) Orleyl I
]te Orleyl I
(115) bitef # [oke]tan-ba!e- Orleyl I
( 116) [ bite ]foketan #[ Orleyl V
(117) # !u:bitifoke-beten-se: Penya del Moro
(118) # tortonba!af-bitefoka[ #
Aparece junto con anabe[ en (113) y (114), junto con bale en (115) que sigue inmediatamen•
te a (114). En (113) y (114), fa/ir llena la plaza que tiene kutur en las frases (105) y (107).
2.3.2.2. En (118) parece combinado con una palabra, tortonba/af, que admite, en rigor, la
interpretación como antropónimo44 , pero tal vez no es lícito omitir los testimonios siguientes:
(119) : toretin: VL:ba!e:!e!aure. V. n. VLITI fa!i - Yátova I
(120) -fali:ba!e: V-:oftine# Yátova II
(121) : bafir:kufu#r:ba!e:LITI[Il# ( = 138) Yátova III
(122) #ka. V-:ba!e:eteitor#
(123) #anaterter:ba!e-!au#if-
Nótese, primero, que bale aparece junto con bitefoketan, en (115); en las frases (119) a (122)
viene acompañado por cifras lo que aproxima bale a fa/ir que, a su vez, acompaña a bitefoka!-
ke en (113) y (114), y tal vez hay que ver en fali (119) y (120) una variante morfológica del
mismo fa/ir. Ahora bien, parece que los textos del grupo (119) a (123) pertenecen a un campo
funcional que no está muy lejos del de los textos (113) a (115), y -volviendo sobre la frase
(118)- no de• bemos cerrar los ojos frente a la posibilidad de que balar en ( 118) tenga que ver
algo con bale y de que torton tenga una cierta semejanza con toretin en (119) y oftine en
(120).

2.4. Por cierto, tales reflexiones todavía no rinden la base para resultados aceptables: sólo
sirven para ver la complejidad del material conocido y para prepararnos mejor para la integración
de nuevos textos que los arqueólogos extraerán del suelo en los años venideros.

3. SEGMENTOS DE EXTENSIÓN REDUCIDA

3.0. Siguen algunas observaciones provisionales que se refieren a segmentos muy cortos que
parecen combinados con los morfos que acabamos de tratar, es decir, a segmentos que dan la
impresión de ser cotejables con los pronombres de otras lenguas mejor conocidas.
3. l. l. El cuadro sinóptico, p. 5 2, muestra en cada línea horizontal y vertical por lo menos
un segmento que los grabadores de nuestros plomos han puesto entre marcas de interpunción, y
las demás secuencias incluidas en el cuadro admiten la segmentación respectiva a base de otros
indicios menos objetivos. En la dimensión horizontal aparecen palabras que tienen en común sus
primeros elementos, en las columnas verticales se dan sufijos iguales, a veces aumentados por
morfos adicionales. Sólo en el caso de afe y afikaf, he ordenado los testimonios en dos líneas dis-
44
torton podría ser una variante de turtun que es el (Bronce de Ascoli) y balar recuerda bala en balakertar
primer componente de Turtumelis < •turtun-belef GM. 38 e (Azaila).
5 JÜRGEN

tintas para demostrar que aparentemente una forma ya provista de un sufijo puede servir como
base de una flexión más compleja. Parece que podemos contar con los temas monosílabos baf-,
baí-, ai-, is-, if- y fan-, que son capaces de formar paradigma con ciertos sufijos, -e, -ei, -ai,
-bin, -ka, -ke y -te y otros más de los cuales menciono algunos en la última columna a la dere•
cha. Varias de tales formas aparecen en las frases ya citadas a las cuales remito con los números
respectivos.

3.1.2. Hay que anotar que sólo is parece estar empleado sin sufijo. Encontramos tres testi-
monios bastante claros en los que is está delante de palabras más largas:
(124) :is-faletar: vaso Villares Fl. 1978
(125) :is-kutur: ( = 105) inédito
( 126) # balkeatin:is-beta#ftiker:ebanen # piedra Sagunco
En (124), la secuencia de las dos s45 exige una segmentación, en (125), ya aducido en §
2. 3. l., se ve claramente la palabra kutur; en ( 126) tenemos un antropónimo indudable, balkea•
tin, y, al final, el componente bien conocido del formulario sepulcral, ebanen; es muy verosímil
que el segundo complejo también sea un antropónimo (el nombre del padre de balkeatin), pero
no se integra en el sistema normal por estar compuesto de cinco sílabas: dado que tiker induda•
blemente es un elemento onomástico y que betaf también admite una tal interpretación 46 , que•
da is- como segmento autónomo que no pertenece al antropónimo 47
.

3.2.1. Los sintagmas siguientes de Orleyl V tienen en común las letras mli48 :
(127) : bafen-mli-ki: - (128)
( 128) : antin-mli-tu-tufane :afikaf:
(129) :aftkaf-bin-mli-ki-se:
(130) : ban-mli-f-bai-tufane: - (131)
(131) : kaisan-mli-f-bai-tufa:nei #
Delante de ellas siempre se ve unan, detrás hay los elementos ki, f y tu -este último, según
Fletcher, falta del grabador en lugar de f-; a tu sigue tuiar:«, a f siguen los elementos bai y
tu• fane; delante de mli vemos las secuencias ya conocidas por el cuadro p. 52, bafe y
afikafbin y el morfo bien atestiguado ban.
3.2.2. Hay que añadir dos frases del plomo Orleyl VII
(132) -ike:basef-n-ml-be[ ]# aieie:
(133) :aftkaf-bin-isai:borar-n-ml[ ]# afebin-ise:
(133) fragmentada después de la/, (132) con la secuencia mi omitiendo la i, tal vez por des•
cuido del grabador. Los dos contextos muestran formas del 'paradigma' de ai-: aieie, afebinise,
aftkaf-bin-isai; y las palabras basef y borar vuelven a aparecer sobre plomos de procedencia dis•
tinta:

45 Igual en :basfumitatinife# GM. 54 (Liria) del objeto, aunque es muy probable que sea un antropó•
donde se reconoce el morfo bas- en función de prefijo, nimo (Siles 1977, p. 177).
como en (109). 48
Cf. Fletcher 1981.1, pp. 69 s., Siles 1981, p. 91,
46 Untermann 1987, pp. 300, 308, núms. 28 y 114.
47
Untermann 1984, p. 383 (con cuatro errores de im•
isbatan's[ sobre otra piedra de Sagunto (MLI. prenta).
XXVII) no admite un análisis por la mala conservación
LA GRAMÁTICA DE LOS PLOMOS IBÉRICOS 51
(134) -ik: basef-oke- (AB.gr.)Alcoy
(135) :iftke: basef#okaf: I Alcoy
(136) -g:basif-tif: I Alcoy
(137) #basif-iu-ta: I
(138) #fu:n:bafir:kufu#r:bale: (cifras) Pech Maho III
(=121) YátovalII
el último ejemplo con f y r como los ejemplos (33) a (35) de Yátova I y II, discutidos en §
1.5.2.;
(139) -kul# efbelaufte: borar-iku: ( = 19) Yátova II
(140) #a/ofbefr-borar-eukef-fhi # fusayolo Palamós
(141) : kais#bora:bitekian: inédito

3.2.3. En suma, el segmento mli parece pertenecer a cadenas compuestas de otros segmen•
tos pequeños, incluidas en su totalidad entre interpunciones. No tengo ninguna idea de qué
elemento gramatical podría ser este mli: ¿un pronombre? ¿una conjunción? ¿un elemento sin
significado propio que se intercala en ciertas secuencias de morfemas? Es verdad que tenemos
dos frases sobre el plomo Orleyl VII donde el mli-f-(bai)- de (128), (130) y (131) parece
sustituido por bakaf y a;
(142) :kala-ise-bakaf-a-tufane:
(143) ]e-bakaf-a-tufane:
pero bakaf no es menos enigmático aunque vuelve a estar atestiguado dos veces en otros con•
textos,
(144) # buiítiner: bagaf-ok: (cifras) (AB.gr.) Alcoy I
(145) # bafuikan:bakar-fhi: Villares 11
El resultado único que se desprende de estas consideraciones puede ser la confirmación de
que en las lenguas ibéricas existen complejos bastante extensos, que se constituyen
exclusivamen• te de pequeños morfos por lo demás autónomos pero tal vez de poca substancia
semántica.

4. EPÍLOGO

Ruego a los lectores que olviden lo antes posible todas las hipótesis mías que entran en cam•
po del significado de palabras o de morfemas ibéricos. Estas sugerencias son completamente sub•
jetivas y provisionales, y no deben bloquear la sagacidad y la imaginación de los investigadores al
continuar el afán de penetrar en los secretos que guardan los plomos ibéricos; y también el autor
de estas líneas está siempre dispuesto a abandonar sus propias hipótesis en el momento en que
nuevas interpretaciones o nuevos hallazgos les quiten los fundamentos. En cambio, a mi modo
de ver, la base imprescindible de todos los estudios de esta clase es la segmentación minuciosa de
los textos, y era mi intención el hacer visibles algunos caminos por los cuales podemos avanzar
para realizar esta tarea que todavía está muy lejos de haber llegado a resultados satisfactorios.

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LA GRAMÁTICA DE LOS PLOMOS IBÉRICOS 53

APÉNDICE 2. CATÁLOGO DE INSCRIPCIONES IBÉRICAS SOBRE PLOMO

Lugar Referencia AB clf Letras Cifras

1 Pech Maho I Solier 1979 no. c 269


2 II » no. c 148
3 III » no. f 245
4 IV » no. f 106
5 prov. Tarr. I Untermann 1985.1 no. c 30 6
6 II » no. c 54 8

i•
7 Ampurias I GM. 118 no. c 38
8 II Maluquer 222 no. c 79
9 Ullastret I Oliva 1967 no. c 179
10 II Maluquer 1965 no. f 41
"'
1
11 III Oliva 1953 no. f 25
12 IV Museo Ullastret no. f 13
1 13 Palamós Riuró 1982 no. c 175
, 14 Penya del Moro Barberá-Sanrnartí 1982 no. c 35
15 Castellón GM. 73 no. c 151
16 El Solaig Fletcher-Mesado 1967 no. c 116
17 San Antonio Fletcher 1968 no. f 38 - bronce
18 Orleyl I Fletcher 1972 no. f 66
19 II » m. f 41
20 III Fletcher 1967 · no. f 42
21 IV Fletcher 1972 no. c? 3
22 V Fletcher 1981.1 no. c 270
23 VI » no. f 79
24 VII » no. c 394
25 VIII N.N. 1984 no. f 53 - vid. p. 55
26 Sagunto I Fletcher 1983 no. c 16
27 II Fletcher 1984.2 no. f 8 - bronce

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28 Liria GM. 74 no. c 203
29 Los Villares I Fletcher 1978 no. c 175 28
30 II Fletcher 1979 no. c 121 51

1

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31
32
Yátova I
III
IV
Fletcher 1981. 2
Fletcher 1978
Fletcher 1980
no.
no.
no.
f

c
c
27

603
13
24
3
34 II » no. c 376 4
35 III » no. c? 230 44

1 36 IV Fletcher 1982. 2 no. c 14


37 Enguera Fletcher 1984 no. c 85
38 La Mazorra Fletcher 1982. 2 no. f 12
39 Aliaguilla » no. f 8

1
Í
1 40
41
desconocido
Alcoy I
GM. XLVIII
GM. LXII
m.
gr.
f
c
24
328/243
30
5
42 II Llogregat p. 124 gr. f 62/57
43 III Llobregat no. 7 gr. c? 26/21
44 IV 9 no. f 25
45 V 10 no. e 6 1
1 46
47
VI
VII
11
8
no.
gr.
c
c
25
6/5
35

48 VIII 12 gr. f 35/29 ?


49 La Mariola Llobregat no. 13 m. f 6 4
50 Albaida GM. XLIX m. c? 35 3
5 JÜRGEN

Lugar Referencia AB clf Letras Cifras

51 Mogente I GM. XLVI/VII m. c 241


52 II Museo Valencia m.? c 3
53 El Cigarralejo GM. LXI gr. f 199/149
54 Llano de la Consolación Fletcher-Martínez 1983 m. c 43
55 Gador GM.XXXI m. e 64 22

no. = escritura nord-oriental, m. = escritura meridional, gr. = escritura griega, c = completo o casi com-
pleto, f = fragmentado.
número de letras: para los textos escritos en alfabeto griego, el primer número cuenta los grafemas griegos, el
segundo hace ver cuántas letras hubieran sido necesarias para escribir el mismo texto según el sistema
ibérico.

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