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Discurso de La Paz

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Cuando me preguntaron sobre algún arma capaz de contrarrestar el poder de la bomba atómica,

yo sugerí la mejor de todas, la paz.

-Albert Einstein.

(Presentación )

Desde tiempos inmemorables, la paz siempre ha jugado una dura batalla contra el caos, la
destrucción y la guerra.

Y a todo esto ¿Qué es la paz?

La paz es un valor fundamental en la vida de las personas, de las familias y de las naciones del
mundo, es el fruto de saber escuchar, de entender las necesidades ajenas, antes de las propias, es
lograr la armonía de las personas consigo mismas, con la sociedad y la naturaleza.

Tenemos grandes ejemplos que nos motivan, nos enaltecen, son ideales a seguir Benito Juárez
dijo: “Entre los hombres como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. Palabras
que quedaron escritas en la memoria de los hombres de todo América y el mundo. También esta
La Madre Teresa de Calcuta, Mahatma Gandhi, Eleonor Roosevelt, Juan Pablo II por decir algunos.

Nuestra comunidad humana lleva, en la memoria y en la carne, los signos de las guerras y de los
conflictos que se han producido, con una capacidad destructiva creciente, y que no dejan de
afectar especialmente a los más pobres y a los más débiles. Naciones enteras se afanan también
por liberarse de las cadenas de la explotación y de la corrupción, que alimentan el odio y la
violencia. Todavía hoy, a tantos hombres y mujeres, niños y ancianos se les niega la dignidad, la
integridad física, la libertad, incluida la libertad religiosa, la solidaridad comunitaria, la esperanza
en el futuro. Muchas víctimas inocentes cargan sobre sí el tormento de la humillación y la
exclusión, del duelo y la injusticia, por no decir los traumas resultantes del ensañamiento
sistemático contra su pueblo y sus seres queridos.

Las terribles pruebas de los conflictos civiles e internacionales, a menudo agravados por la
violencia sin piedad, marcan durante mucho tiempo el cuerpo y el alma de la humanidad. En
realidad, toda guerra se revela como un fratricidio que destruye el mismo proyecto de fraternidad,
inscrito en la vocación de la familia humana. La única manera duradera de superar la lógica de la
violencia y sus manifestaciones es trabajar con fervor para desguazar las herramientas utilizadas
para librar la guerra y reemplazar la lógica del "yo" y el "mío" con la del "nosotros" y el "nuestro".
Ello significa ser plenamente conscientes de nuestra interconexión con la vida de los demás y con
nuestro planeta y sus recursos.

¿Quién está a favor de que la guerra y el caos continúe?, después de una guerra todo queda
devastado, las casas, las escuelas, los centros de trabajo y lo que es peor las familias.

Abrir y trazar un camino de paz es un desafío muy complejo, en cuanto los intereses que están en
juego en las relaciones entre personas, comunidades y naciones son múltiples y contradictorios.
En primer lugar, es necesario apelar a la conciencia moral y a la voluntad personal y política. La
paz, en efecto, brota de las profundidades del corazón humano y la voluntad política siempre
necesita revitalización, para abrir nuevos procesos que reconcilien y unan a las personas y las
comunidades.

El mundo no necesita palabras vacías, sino testigos convencidos, artesanos de la paz abiertos al
diálogo sin exclusión ni manipulación. De hecho, no se puede realmente alcanzar la paz a menos
que haya un diálogo convencido de hombres y mujeres que busquen la verdad más allá de las
ideologías y de las opiniones diferentes. La paz «debe edificarse continuamente», un camino que
hacemos juntos buscando siempre el bien común y comprometiéndonos a cumplir nuestra palabra
y respetar las leyes. El conocimiento y la estima por los demás también pueden crecer en la
escucha mutua, hasta el punto de reconocer en el enemigo el rostro de un hermano.

Por tanto, el proceso de paz es un compromiso constante en el tiempo. Es un trabajo paciente que
busca la verdad y la justicia, abre, paso a paso, a una esperanza común. En un Estado de derecho,
la democracia puede ser un paradigma significativo de este proceso, si se basa en la justicia y en el
compromiso de salvaguardar los derechos de cada uno, especialmente si es débil o marginado, en
la búsqueda continua de la verdad. Es una construcción social y una tarea en progreso, en la que
cada uno contribuye responsablemente a todos los niveles de la comunidad local, nacional y
mundial.

Si todos pusiéramos en práctica el respeto, la tolerancia y sobre todo el amor, no haría falta
abastecernos de armas de destrucción, solo bastaría con hacer uso de un arma que todos gozamos
el privilegio de tener: La palabra, y a dicha arma anexarle cargas de valores, como la esperanza
que es la virtud que nos pone en camino, nos da alas para avanzar, incluso cuando los obstáculos
parecen insuperables.
Reflexionemos sobre el ámbito que nos rodea, ¿qué es lo que pasa? ¿Qué es lo que hay a nuestro
alrededor? ¿Qué es lo que podemos hacer para cambiarlo? Los invito a pensar y a meditar esta
pregunta ¿Qué tan necesaria es la paz en nuestras vidas? Piénsenlo, y en base a eso comencemos
a emprender acciones, a aportar cada quien su granito de arena, porque al final del día son las
pequeñas acciones las que construyen los más grandes actos.

Si todos deseamos la paz, hay que empezar por nosotros, por respetarnos y respetar a los demás,
quitarnos los prejuicios sobre el color de piel, de las creencias religiosas, del sexo, del lugar de
origen, porque todos compartimos hogar llamado planeta tierra.

La sociedad lo necesita, pero nuestra conciencia no los reclama. Transformemos nuestra realidad,
hagamos realidad la paz.

Nosotros, los jóvenes, tenemos la oportunidad de utilizar las tecnologías modernas para promover
la paz mundial y crear conciencia al respecto. 

Gracias.

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