Cómo Era La Gente Poblamiento Nativo
Cómo Era La Gente Poblamiento Nativo
Cómo Era La Gente Poblamiento Nativo
De esa época datan las obras de infraestructura hidráulica emprendidas por los
indígenas de la depresión momposina con el objeto de regular las inundaciones de
la zona; los canales de drenaje y los camellones para cultivo llegaron a cubrir una
gran extensión de los cursos bajos de los ríos Nechi, San Jorge, Sinú y Cauca.
Por razones de muy variada índole, este acervo tecnológico se perdió para sus
sucesores, los Malibú, quienes procedentes del bajo Magdalena llegaron a la zona
hacia el siglo XIV y se asentaron cerca a los caños, ignorando por completo el
sistema hidráulico que con el tiempo fue quedando sepultado por los sedimentos.
Unos cuatro siglos antes de la llegada de los españoles, los grupos de agricultores
avanzados venían sufriendo trasformaciones importantes inducidas por factores
tanto de tipo interno como externo. En efecto, alrededor del siglo XII de nuestra
era en varias porciones del territorio que hoy conocemos como Colombia y
coincidiendo con un descenso en los niveles de humedad y temperatura, ciertas
actitudes y prácticas sociales que las comunidades traían de tiempo atrás
comenzaron a ser lentamente sustituidas por otras.
Hay evidencias que indican que las pequeñas unidades cacicales que tenían una
estratificación muy marcada -representada por la mayor o menor posesión de
objetos suntuarios-, se fueron transformando en comunidades con una mayor
densidad de población, en las que las diferencias sociales existentes no se
materializaron en la posesión de objetos. La calidad de la orfebrería fue
decayendo poco a poco hasta ser reemplazada por piezas de fabricación masiva
con alto contenido de cobre; cesó la importación de aquellos productos que tenían
un carácter exótico por su lejana procedencia y la producción de objetos de
cuidadosa factura fue reemplazada por artefactos rudimentarios.
Estos cambios, cuyos efectos son visibles entre los grupos tardíos del valle medio
del río Cauca, de la región del río Calima, del altiplano nariñense, del alto
Magdalena y del bajo San Jorge, no implicaron una transformación a fondo de la
sociedad, sino más bien una mejora sustancial en las condiciones de vida de la
población en general en detrimento de los privilegios cacicales. Prueba de ello son
las adecuaciones topográficas emprendidas por las diferentes unidades cacicales
con el objeto de mejorar condiciones de producción de los alimentos para poder
sostener a la creciente población y la disminución de bienes suntuarios de uso
exclusivo de la élite cacical.
Un poco más hacia el sur, en el valle del Patía, estuvieron asentados pequeños
cacicazgos correspondientes a la fase Guachicono, cuya cultura material tenía
semejanzas con la de los Pastos del altiplano nariñense, quienes, según los
primeros cronistas españoles, eran el grupo más numeroso de la gobernación de
Popayán. Los pastos vivían en aldeas hasta de cien bohíos, tenían rebaños de
llamas, se alimentaban de tubérculos andinos, quinua y maíz y comían cuy. El
intercambio a larga distancia con la costa lo realizaban los mindalaes, unos
mercaderes especializados en trasladar productos desde sus comunidades de
origen hasta zonas distantes, de tal forma que podían proveer a los caciques de
bienes de lejana procedencia como los caracoles de mar y las cuentas de concha.
Este poblamiento fragmentado en etnias disímiles estaba articulado por medio del
intercambio y de la guerra. Del primero de ellos existen numerosos vestigios
excavados de las tumbas y de los basureros; al parecer tenía un radio de acción
variable, pues abarcaba desde el trueque sencillo de productos de estricta
supervivencia para las unidades domésticas, hasta el intercambio a larga distancia
de productos exóticos que hacían mercaderes especializados.
Desafortunadamente, de la guerra intertribal de ataque y repliegue con dardos y
macanas no quedaron evidencias materiales; sin embargo, la insistencia con que
los cronistas la mencionan en sus relatos hace pensar que ésta fue constante
entre las comunidades prehispánicas.
En la región andina los grupos agrícolas habían logrado una adaptación óptima al
medio cordillerano, asentándose en un piso térmico y colonizando los pisos
contiguos con el objeto de procurarse el acceso a productos de otros climas; esta
microverticalidad se practicó en los fríos altiplanos cundiboyacense y nariñense,
en la montaña santandereana, en las cordilleras occidental y central y en la Sierra
Nevada de Santa Marta; en las mencionadas regiones los cacicazgos tenían una
compleja organización social y económica que contrastaba con aquella de sus
vecinos de las vertientes cordilleranas y los valles cálidos, menos cohesionados y
de mayor nomadismo.
Los anteriores rasgos son perceptibles en la región del río Calima, donde los habitantes tardíos del
período Sonso emprendieron numerosas obras de carácter cívico como los aterrazamientos
artificiales en las laderas, o "tambos", que servían de base para las viviendas y estaban
diseminados entre los campos de cultivo. También adecuaron las pendientes para las labores
agrícolas, haciendo unas zanjas profundas en el sentido de la pendiente, cuyo objetivo era drenar
los suelos anegadizos saturados de cenizas volcánicas; así mismo, la región quedó interconectada
por una extensa red de caminos rectos trazados sobre las cuchillas de los cerros que articulaban la
zona con el valle del Cauca y la llanura del Pacífico. La construcción de tambos sobre las laderas de
las vertientes cordilleranas fue costumbre muy arraigada en la zona suroccidental del país.
Las evidencias parecen indicar que los muiscas, guanes, laches, tunebos y
chitareros, de filiación Chibcha, llegaron al altiplano cundiboyacense en sucesivas
oleadas migratorias procedentes del norte del país y que, una vez asentados en el
altiplano, lograron una integración regional no exenta de tensiones. Hacia el valle
del Magdalena colindaban con grupos Karib como los panches, pijaos, muzos y
colimas, quienes por su naturaleza belicosa mantenían tensiones continuas en las
zonas fronterizas. La imposición del régimen colonial se hizo de manera muy
desigual aprovechando aquellas zonas densamente pobladas y cohesionadas,
como el altiplano central, para establecer un dominio efectivo del Estado español y
de la Iglesia, descuidando la integración de aquellas poblaciones menos
cohesionadas que habitaban las vertientes templadas y los valles cálidos.
Bibliografía