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APRENDIZAJE

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APRENDIZAJE

DOCENTE: MARÍA DEL CARMEN BARCIA

El vocablo “aprender” (del latín apprehendere), según el Diccionario de la Real


Academia Española, 22ª Edición, 2001, significa adquirir el conocimiento de algo
por medio del estudio o de la experiencia, concebir algo por meras apariencias,
o con poco fundamento, tomar algo en la memoria.
La Psicología Social en la Argentina, tuvo su impronta en los desarrollos teóricos del
Dr. Enrique Pichon-Rivière, quien diseñara el esquema del “cono invertido”,
atravesado por vectores, como un instrumento para evaluar los procesos grupales.
Uno de los vectores es el aprendizaje, al cual Pichon relaciona con la salud.
Esto amerita una diferenciación entre los términos aprendizaje e instrucción.

A través de nuestra vida, los seres humanos vamos conformando nuestro psiquismo
(tarea inacabada) a través de procesos de socialización, Vimos ya que los objetivos
de cada etapa de socialización (primaria, secundaria y terciaria) son diferentes.

Jean Piaget desarrolló una teoría del aprendizaje, alrededor de los `30, distinguiendo
ambos términos.
Cuando nos referimos a la instrucción, lo hacemos desde la incorporación de datos a
través de una mecánica, un entrenamiento donde la memoria cumple un rol de
importancia. Al hablar de aprendizaje, lo hacemos desde una visión totalizadora, de
estructuración de formas de pensamiento nos que permita comprender el mundo que
nos rodea y poder realizar acciones concretas. Esto supone mecanismos diferentes;
al extremo que Maslow, en su obra “La personalidad creadora”, denominó
“experiencias cumbre” a aquellos aprendizajes que –a través de la vida- resultan
tan significativos que producen un enriquecimiento personal o una transformación en
la vida de las personas. Estas experiencias cumbre se refieren a hechos vividos, en
los cuales se comprometen el pensamiento, el afecto y la acción.
En esta escuela, como en otras de aprendizaje de Psicología Social, el aprendizaje
presupone un proceso que necesita de una cierta tolerancia a la espera.

A través de la ciencia, se han elaborado distintas conceptualizaciones en torno al


tema del aprendizaje.

 Ensayo y error forma parte del aprendizaje propio del bebé, que en sucesivas
aproximaciones a los objetos del mundo externo, tantea la mejor manera de lograr
sus propósitos. Esa misma forma es utilizada por científicos, animales, y el
hombre en general, cuando debe abordar una tarea desconocida.

 La teoría asociacionista corresponde al modo tradicional de aprendizaje, más


ligado a la instrucción y a la capacidad de la memoria: el trasvasamiento de
conocimientos e información desde alguien que sabe a alguien que no sabe. En
este tipo de acción, hay un sujeto activo (el docente) quien ejerce el poder del
saber, y un alumno –cuyo rol es pasivo- que acopia conocimientos, los asocia y
los retiene. El alumno pone en juego su inteligencia, su voluntad y su memoria
(escucha, lee y repite). Esto puede producir una gran frustración.

 La teoría constructivista, producto de las investigaciones de Jean Piaget,


contempla al sujeto como un ser que aprende a partir de lo que construye con sus

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manos, su cuerpo, sus pensamientos. La experiencia es realizada por los niños,
que adquieren un rol activo, y es función del docente desectructurarlos,
provocarles conflictos, guiarlos y acompañarlos evitando dar respuestas a sus
requerimientos, dándoles pistas para que ellos mismos encuentren las
soluciones. Esta teoría supone una persona capaz de reconstruir y redescubrir el
desarrollo de la cultura humana.

Intelecto y afecto entran en juego en el proceso de aprender. Cuando hablamos de


los procesos de socialización, vimos que la familia, como institución primaria, era el
ámbito donde el niño incorporaba saberes; esto se refiere al costado deseante.
Freud, con su teoría de lo inconsciente, abrió el camino para los desarrollos acerca
del aprendizaje, al abocarse a lo reprimido, lo olvidado, que reaparece generando
síntomas y operan sobre la conducta humana. Piaget toma el costado cognoscente,
o sea que aborda el conocer: los procesos simbólicos, las edades que corresponden
a cada proceso, etc.
Freud (el psicoanálisis) y Piaget (la psicología genética) abordan, entonces las dos
dimensiones del psiquismo: la faz afectiva y la faz intelectual.

En la actualidad, el aprendizaje supone procesos intelectuales y afectivos


vinculados a acciones concretas en el mundo real.

¿Cómo se traduce esto? La coherencia entre el sentir, el pensar y el hacer es un


objetivo a lograr respecto de la persona humana, tal como lo postula nuestra
disciplina. A veces, pese a un desarrollo intelectual adecuado, hay sujetos que no
aprenden: presentan obstáculos de orden afectivo. Por tal motivo, pueden
desempeñarse deficitariamente en algún aspecto de su vida, y ser habilísimos en
otros.

Esta escuela, al tomar al sujeto holísticamente, hace de la unidad psico-bio-social un


todo a ser construido. Hay una tendencia, producto de la cultura, mediante la cual se
pone de manifiesto la tendencia a ocultar los sentimientos: de ese modo, se aprende
a disociar. La vergüenza, las inhibiciones, el miedo al “qué dirán”; entran en la vida
tempranamente. La disolución de los obstáculos en el marco de los grupos operativos
de aprendizaje de psicología social, es uno de los objetivos de la Escuela.

LAS MATRICES DE APRENDIZAJE

Cuando abordamos cómo se construye la subjetividad, hablamos de un sujeto bio-


psico-social. El cuerpo (sustrato biológico) le viene dado por vía genética, El
psiquismo es una construcción que se va conformando desde el nacimiento, a través
de los vínculos. De más está decir, que los primeros aprendizajes del bebé se
corresponden con los vínculos establecidos con su mamá (o quien cumpla esa
función), primero, y los otros, después.
El sujeto es un ser de necesidades que se satisfacen (o se frustran) socialmente. En
los inicios de la vida (protoaprendizaje), a las necesidades vitales más elementales
(comida, sueño, abrigo) se le suman otras, también básicas para la persona: cariño,
contención, reconocimiento, etc.
Es así que el aprendizaje está desde el mismo momento en que el niño nace. Sin
olvidar –tampoco- que la situación del recién nacido es tan experimental como la de
una madre primeriza.

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Del monto de ternura, contención y límites que el niño reciba, dependerá el modo de
aprender del niño, que se concreta en ese entramado de vínculos que conforma la
familia. El clima afectivo será el que determine la conducta en el futuro. Si esto no se
cumple adecuadamente, es decir: si el niño ha vivido situaciones de frustración o
violencia, las experiencias de aprendizaje serán pobres, estereotipadas.

Ahora: ¿es esto inalterable? No, el ser humano tiene la posibilidad de instrumentarse
en la reparación, en el reaprendizaje, en la exploración de nuevas modalidades de
vinculación.

A este aprender a aprender, lo llamamos deuteroaprendizaje.

El grupo operativo es el dispositivo regio que permite –a través de la elaboración


grupal- abordar distintos modelos de aprendizaje.
Si en la escuela tradicional, la respuesta, la certeza están jerarquizadas; acá es la
pregunta la que adquiere relevancia: al instalar la duda, apela a la reflexión y abre
caminos creativos que enriquecen el aprendizaje.
Cuando frente a una pregunta, viene en forma instantánea la respuesta, esto puede
constituirse en una obturación: el que sabe, responde y el que desconoce se sacia.
A esta altura del año, más de uno se habrá encontrado confundido frente a la avidez
de conocimientos y el mecanismo dilatorio que propone este tipo de aprendizaje.
Elaborar las respuestas por medio propio, nos convierte en protagonistas, seres
activos que deben apelar no sólo a su esfuerzo psíquico, sino también a los vínculos
y a la tolerancia.

Hasta no hace mucho tiempo, la educación se producía a pesar de los obstáculos.


Si bien es cierto que estamos en un período de caída de los grandes relatos, de las
certidumbres (la posmodernidad), el aprendizaje transcurría a pesar, como dije, de
los obstáculos.
En nuestra disciplina se trabaja con el obstáculo como parte constitutiva de lo
cotidiano, como una realidad dentro del contexto en que vive el sujeto.

Dentro de las peculiaridades del aprendizaje de esta disciplina, están:

 Una teoría desconocida


 Un modo diferente de aprender
 Un dispositivo: el grupo operativo
 Los miembros del grupo son desconocidos entre sí
 Se desconoce las funciones del coordinador y los observadores.

Pichon, siguiendo a Bachelard, habla de dos tipos de obstáculos:

 EL OBSTÁCULO EPISTEMOLÓGICO
 EL OBSTÁCULO EPISTEMOFÍLICO.

Etimológicamente, episteme significa conocimiento; logos tratado y filia amor.

Se llamará obstáculo epistemológico a aquél del orden científico (no se podrá resolver
cálculos algebraicos sin saber los números, por ejemplo).

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Serán obstáculos epistemofílicos a aquellos ligados al orden del afecto del sujeto y al
modo en que se inició tempranamente el aprendizaje.

Como en nuestra disciplina nos convertimos nosotros mismos en objeto a estudiar, va


de suyo las resistencias que eso provoca, dado que nuestras formas relacionales
reproducen transferencialmente aquellos vínculos que conformaron nuestra familia.

Cada familia tiene sus mitos, sus mandatos; movilizar esas estructuras aprendidas
con el objeto de trabajar conductas estereotipadas, propone una tolerancia a la
ansiedad que nos provoca trabajar estas instancias.

Paulatinamente irán incorporando teorías. Respecto de estas ansiedades, Pichon


dirá que hay dos ansiedades básicas: el miedo a la pérdida y el miedo al ataque.

¿A qué le tendríamos miedo en un grupo operativo de aprendizaje?


Tememos la confrontación con lo nuevo y la pérdida de lo que sabemos.

Existe la posibilidad de que una nueva teoría irrumpa en nuestro horizonte, viniendo a
tirar por la borda los saberes que obtuvimos dentro del núcleo familiar, las primeras
formas de aprendizaje. Mandatos, mitos, relatos familiares (que Freud denominara “la
novela familiar”) son dados por cierto y constituyen nuestra propia historia.

Cuando esto se constituye en un elemento nocivo, que obliga a conductas


estereotipadas y provoca resistencia, se impone disolver esos obstáculos, a fin de
elaborar lo nuevo.

Según Freud, hay ciertos mecanismos inconscientes que se ponen en juego frente
a estas situaciones; son los mecanismos de defensa. Uno de ellos es la negación.
El sujeto tiende a negar lo perturbador, y aún así, continúa aprendiendo.

Nosotros vimos - al hablar de socialización primaria- cómo la familia instituye el deseo


en el niño. Jacques Lacan diferencia el deseo (estructural) de las ganas o el interés
(transitorio).
Si bien el ser humano tiende al equilibrio (homeostasis), nuestra estructura deseante
nos impulsa justamente, al desequilibrio, a la acción.

El deseo es inconsciente, cuando accede a la consciencia, lo hace provisto de un


disfraz, aflora por vía del pensamiento, de conductas adaptativas, de acciones que
dan cuenta de ese deseo. Tal es el caso de la envidia, existente en todo ser humano.
Como la cultura la valora negativamente, a veces decimos “te envidio en el buen
sentido”, no nos permitimos que el deseo emerja en estado de pureza.

INSTANCIAS DEL PROCESO DE APRENDIZAJE

Enrique Pichon-Rivière distingue tres instancias en el proceso de aprendizaje, que se


dan en los grupos operativos:

 PRE- TAREA
 TAREA
 PROYECTO

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En los grupos, la pre-tarea corresponde al momento resistencial: el grupo, frente a
un nuevo objeto a aprehender, apela a los mecanismos de defensa: elusión,
negación, rodeos. Aparecen los miedos básicos descriptos por Pichon, hay
obstáculos epistemofílicos. Podría pensarse que esta situación se da en los inicios de
las reuniones grupales. No siempre es así, no necesariamente hay pre-tarea en el
momento inicial. Puede aparecer en cualquier momento, incluso luego de que el
grupo entrara en la producción grupal (tarea).

La educación tradicional no toma en cuenta el momento de pre-tarea, sino como una


pérdida de tiempo. Acá, se plantea -en cambio- el momento de pre-tarea como la
instancia que nos permitirá tratar nuestros miedos, ajustar la comunicación, trabajar
los obstáculos. Mal podría el grupo llegar a la producción, apuntar a la tarea, si se
deja de lado todo aquello que puede perturbar el aprendizaje.

De esto se desprende que en los grupos operativos se trabaja con lo manifiesto (lo
dicho, la expresión digital o analógica y los respectivos códigos) y lo latente (lo
vincular).
Cuando los grupos están en etapa de formación, hay mayores temores a exponerse,
a ser coherentes con lo que se piensa, se dice o se hace; hay temor a la censura.
Paulatinamente, se va construyendo un código propio, común a todos los integrantes.
Tolerancia, cooperación, comunicación eficaz no surgen de la noche a la mañana;
requieren un sentido de pertenencia. El otro comienza a ser importante, surge la
mutua representación interna; se habilita el diálogo constructivo, se dialectizan los
opuestos. Es por ello que nuestro aprendizaje se representa con una espiral: en él
hay idas y vueltas, intercambios cruzados, saltos cíclicos; momentos de construcción
y de desestructuración.

Sin ese trabajo doble, mal se podría abordar un proyecto, como instancia prospectiva.

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