La Remolienda
La Remolienda
La Remolienda
PERSONAJES
DOÑA NICOLASA
NICOLAS
GILBERTO
GRACIANO
ISAURA
YOLA
CHEPA
DOÑA REBECA
RENATO SEPÚLVEDA
BAUDILIO
TELMO
MAURO
MIRTA
PRIMER ACTO
PRIMER CUADRO
Una loma en el campo, al sur de Villarrica. Doña Nicolasa, una mujer de campo
vestida con sus mejores ropas, está inclinada entre sus bultos y canastos
preparando cuatro vasos de ulpo. Doña Nicolasa es una mujer pequeña, morena y
dinámica. Viste completamente de negro. Grita, sin dejar de trabajar.
Nicolasa: ¡Nicolás, peazo´e mugre! ¿Dónde te juiste a quear, bestia? ¡Guaso
descosío! ¡Graciano! ¡Gilberto! … ¡Los hijos que uno se gasta! … ¡Nicolás! ¡Peazo´e
mugre! ¿Querís que te rompa la jeta a patás? (Entra Nicolás, un muchacho de
veinte años con sombrero y manta, trae un bulto en la mano) ¡Ah, menos mal que
llegaste! ¿Qué no te mandé a buscar a tus hermanos badulaque?
Nicolás: ¡Mé! ¿Y cómo no van a querer mirarlo, si nunca se había visto algo así,
poh?
Nicolasa: Entonces cuando lleguen al pueulo, se van a tener que quearse un año pa
ver toos los adelantos que se han hecho, entonce.
Nicolás: ¡No!, ¿por qué voy a tener? Pero, ¡pucha!, si no habíamos salío nunca del
rancho y de un repente se le ocurre salir pa el pueulo. ¿Qué no estábamo bien como
estábamo?
Nicolasa: ¡Veinte años allá arriba, sin moverse, y ahora dan un paso p´abajo y se
austan, los tontos guailones! ¡Claro que no estábamo bien como estábamo! Ustees
necesitas un paíre (al público) y yo necesito un marío. Cinco años que enterramos
al finao el Abelino. ¡Bien llorao que está, no se me puee quejar! Le puse un atao´e
flores, en la tumba, con una cinta morá. ¡y a ver gente se ha dicho! Y güeno es que
de pasá conozcan un poco´e mundo, también, poh. (Entran Gilberto y Graciano. Los
dos son menores que Nicolás y están vestido como éste, manta y sombrero, cada
uno trae un atado con ropa) ¿Y? ¿Ya vieron el camino pavimentao?
Nicolasa: ¡Hay que ver que son bien… ¡Se me van a tener que andar con cuidao, que
no van a poer meterle mano y cuchilla a too lo que vean en el pueulo, ¿entendío? Y
éi si que hay cosas bonitas. Si parece que estoy viendo la calle principar, toa
iluminá con su luh eléctrica. Faroles prendíos que da un gusto.
Nicolás: ¡Ya, poh, añora, córtela con eso´e la luh eléctrica. Si hasta que no veamo, no
creímo!
Graciano: Claro, y la tierra no puee dejarse sola que sin cariño no rinde.
Nicolasa: ¡Más que cariñote hei dao a ese pelaero! ¿Qué fue tu paire, acaso, el que lo
convirtió en lo qu´es ahora? Un campo plantao y sembrao hasta el último peazo.
¿No fui yo la que los endilgué por ese lao? (Le entrega un vaso a cada uno de sus
hijos y se sienta en un tronco a comer) Si son dos días, no más, los que vamo a
estar ajuera… y no too ha de ser trabajar como bestia la vida entera y estarse él,
encerrao, esperando que pasen las lluvias, tampoco. Hay que ver cómo están las
cosas en las tierras bajas, conocer gente, tamién, ver los adelantos del mundo.
¿Acaso tu paire no bajaba toos los años al pueulo? Pero él ya no está pa contarnos y
güeno es que veamos las cosas mientras se puea que´el tiempo lo tenimos contao. Y
yo tan vieja no estoy pa quearme sola too lo que me quea, tampoco, sentá él, sin ver
la eléctrica y tanta cosa nuea que hay.
Nicolás: Si el taita le metió toas esas historias de la ciudá en la caeza, jue por que
era güeno pa contar cuentos, no más. Cuando golvia´el pueulo losotro también lo
oíamos con la boca abierta, pero ya crecimos, poh añora ya no creímos en esas
cuestiones. ¿Se acuerdan que contaba que andaban carretas solas, sin gueyes?
(Nicolás y Graciano se ríen a gritos) ¿Y subían y bajaban y las luces que se prendían
y se apagaban! Y las casas amontonás una encima de otra, sin querse. (Ríen) ¡Y las
niñas niñas con las polleras hasta la rodilla!
Nicolás: ¿Y eso´e las sirenas? Que le cantaban a la pasá y él se queaba como pegao
al suelo y no podía dirse hasta que se callaban, que era el otro día… Eran cuentos,
no más. ¿Cómo va a ser así? Si a poco más nos sale con que la gente anda volando,
también.
Nicolás: ¡Cállate vos! Este se lo tragaba too. Vai a ver cuando lleguemos al pueulo
acaso encontrai algo´e lo que contó.
Nicolasa: ¡Callarse toos los lesos! (Mirando hacia delante) Allá se divisa un caserío
que ha de ser el pueulo. (Se adelanta a mirar. Los tres hijos se reúnen con ella.
Pausa)
Graciano: Aguaita, hay dos caminos ei, ¿cuál será el del pueulo?
Nicolasa: Lejos va, pa´al Norte. Hasta la capital es que me decía el Abelino.
Nicolasa: En el pueulo le han de haber dicho. Los del pueulo too lo saben. Si hasta
colegio tienen. Asi que portarse como les hei enseñao, pa no pasar por guasos. Y ya
saben, a las niñas mujeres hay que saluarlas con una inclinación, sacándose el
sombrero. ¡Que no se les olvíe! A ver… Salúenmea mí. (Pasa frente a ellos,
inclinando la cabeza. Los tres le hacen reverencias muy tiesas, sacándose el
sombrero. Nicolasa los mira con orgullo) Güeno, nadie poirá decirme que no los hei
educao como a gente civiliza… Y ahora, en nombre sea de Dios. ¡Los juimos p´al
pueulo! (Sale seguida por sus tres hijos, que se van silbando alegremente)
SEGUNDO CUADRO
En la más absoluta oscuridad aparece una mujer con una vela encendida y una
silla. Deja la silla y sale. Entran dos mujeres con velas encendidas y examinan un
montón de sillas y mesas que hay en el centro del escenario. La primera mujer
vuelve con otra silla. Colocan las mesas con sus respectivas sillas y enciendes velas
hasta que el escenario quede completamente iluminado. Es la pista de baile en el
patio de la más afamada casa de remolienda de Curanilape. De las ramas de los
árboles cuelgan guirnaldas de ampolletas de colores, apagadas. La primera mujer
es Yola, la segunda es Isaura y la tercera, Chepa. Son tres prostitutas jóvenes muy
pintadas y vestidas con colores fuertes.
Yola: ¡Hay que ver la desgracia grande, Isaura, por Dios! ¡Irsenos a cortar la luz en
día sábado, que es cuando vienen más cauques!
Isaura: Si no se cortó, oh. La cortaron. ¿No vís que la vieja no ha pagado la luz ende
el mes pasao?
Yola: ¿Y amo a tener que estar a pura vela? Si los mariposones vienen con luz, no
más.
Isaura: ¿De aonde sacaste? Lo que es yo, a toos los que conozco les gusta estar
escurito. (Las tres ríen. Entra doña Rebeca. Una mujer madura, muy pintada y
arreglada, con una palmatoria en la mano)
Rebeca: ¿Qué hacen ahí, parás, las flojas? ¿Qué nos les dije que sacaran las mesas y
prendieran todas las velas? Si no hago más que volver la caeza y ya están las tontas
riéndose ahí.
Rebeca: Güeno, yo quiero menos conversa y más trabajo aquí. Too me lo tienen que
tener listo ligerito, ¿me oyeron? Que vamos a tener visitas importante.
Isaura: ¿Qué va a venir el arministraor de la Compañía Eléctrica? (Isaura y Yola
ríen, felices con el chiste)
Rebeca: A mí no me hacís lesa con tu cara e pantruca. Ya, lárgala, ¿De eso se
estaban riendo, eh?
Rebeca: Güeno, ¿y qué tiene que hayamos sío amigos? ¿Qué ustees no han tenío ni
uno?
Rebeca: (Sonríe coquetamente) Más que amigos jue. (Al público) Jue requetecontra
amigo.
Rebeca: Si no jue a mí, no má. Jue a too el pueulo. El jefe e máquinas que se le
enfiestó y le dejó la pelería. Y él viene llegando´e Villarrica, ni sabía que yo estaba
aquí. ¡Y llamo yo, desde el Retén de carabineros, pa pedir que me den luz… y me
sale al teléfono! ¡Sentí como me hubiera dao la corriente! De ingrata me trató. Yo lo
traté de aturdío de puro nerviosa que estaba. .. ¡Es que miren que le iba a creer la
historia´e que me había buscasdo por cielo y tierra, después que me mandé a
cambiar! “Ni un día t´hei olvidao”, me dijo. Yom´hice la desmemoria y le dije: “Si
tanto tiempo no hace, pa que me olvide”, le dije. Y me dijo: “Son veinte años que no
la veo” – me dijo – “Voy a ir al tiro p´alla”. Y yo le dije que viniera, le dije. Y me dijo:
“Hasta más rato”, - me dijo – y yo le dije: “Hasta más rato”. Y no colgaba nunca y ahí
estábamos los dos lesos con el teléfono en la mano. Hasta que al fin colgó y yo me
hubiera puesto a saltar de gusto. Por eso le pedí que ordenaran y prendieran las
velas, pa esto se vea como la gente. Y se ponen a reírse de una.
Chepa: Si no sabíamos na, Oña Rebeca, los estábamo riendo de otra custión.
Rebeca: Güeno… Les iba a pedir que se vistieran como pa la misa y que se quitaran
un poco´e pintura, pa cuando venga el Renato. Güeno, les voy a decir… Es que le
dije al Renato que tenía tres hijas, le dije que era viuda… Cosas que dice una pa no
quearse callá.
Rebeca: ¿Y por qué no? Una madre hei sío pa ustees…. Ah, ei, Renato me decía
“Ñatita”, por si pregunta por mí, ¿ah? No se les vaya a olvidar.
Rebeca: Sí, “Ñatita”. Es que hei cambiao mucho. Con los años se achican los ojos y
se agranda la nariz. (Suspira y se pasea, muy nerviosa) Hay que ver que es bien
lesa una! Harto nerviosa que estoy con esta historia. Y total, ¿pa qué? Pa que llegue
aquí y se ría de una, como se han reído toos…. ¡Que soy lesa! ¿Pa que afligirse por lo
pasaos, cuando ya no hay caso, no es cierto? Pero la esperanza es lo último que se
pierde – como decía mi tía Erminia, que murió soltera – Too tiene arreglo, menos la
muerte.
Yola: No hay que tirarse al suelo, que la vida tiene más güeltas que un tornillo.
Rebeca: ¡Sí, pues! ¡Ay! ¡quién sabe con qué me sale el Renato ahora! Lo único que
faltaría es que estuviera casao éste. ¡Ahí si que estaríamos bien! No haberle
preguntao, ¡miren si seré bruta! Los nervios fueron que me tupieron la lengua…
(Suspira) ¡Ay! Güeno, me voy a ir a arreglar. Y ustees prendan las velas, se cambian,
y apenas lo oigan llegar, me avisan.
Rebeca: Los atienden, pues. Si ésta es una quinta´e recreo. Pero na de curarse,
ahora. Tú sabes too, Isaura. Como´e las monjas se me van a portar.
Isaura: ¡Pero si yo me crié en las monjas! (Yola se ríe) ¡Si es cierto, oh!
Entonce, ¿cómo no voy a creer que la vieja agarre novio? (Arreglan las mesas)
Isaura: Pero dicen que después el marío le abrió la guata de un solo tajo.
Yola: ¡Cosas de la vida, no más!
Isaura: Oye, Chepa, tú que estai recién llega, ¿qué haríai si uno te ofrece casorio?
Isaura: Esos no se casan ni amarraos. ¿Pa qué, cuando así, no más, tienen más
mujeres que un turco?
Chepa: Dicen que si se casan se los lleva la sirena. Que la sirena no perdona que la
traicionen. Así dicen.
Yola: ¿Qué sirena mujer? Losotras somos lo más parecio a las sirenas que hay en
este mundo, ¿y cuál es que nos importa que nos dejen botás? Yo ya estoy
acostumbrá.
Chepa: Ni uno.
Isaura: ¡Chitas!
Chepa: Se jue embarcao, no sé pa´ onde. Más de un año hace. (Se aleja de Isaura y
Yola, triste)
Yola: Pura mala suerte que nos tocó. Y al mal tiempo, güena cara, chiquillas… ¿No
te apení, Chepita! (Yola toma una guitarra y canta)
Prefiero el vino
Quiero un marino.
Quiero un marino, sí
Marinerito,
en mi pecho te tengo,
retratadito.
Ándate pensamiento,
Isaura: ¿Cómo es eso, Chepa, por el amor de Dios y de la Virgen? Jue pa pior la
canción.
Chepa: (Llorando) Es que el Segundo no va a volver más.
Yola: ¿Creís que alguien se va a querer casar con losotras, sabiendo que estamos
más recorrías que el camino real? Ni un ánima el Purgatorio poh niña. Si era puro
chiste… Claro que una, también… ¿Qué no le oíste a Oña Rebeca? La esperanza es lo
último que se pierde, aunque na resulte como uno quiere. Yo de chica que estoy
diciendo: Este si que es el hombre que estaba esperando yo. Me va agarrar de un
ala y me va a pegar un apretón de esos que la dejan gorda de un viaje a una. Y me
va a decir: “ Uste se viene a vivir conmigo o aquí va a correr la sangre como chicha”
… Pero me agarran de toos laos, menos del ala. Y dicen cosas, pero ninguna en
serio. ¿Y qué querís que le haga, si no hay hombre güeno? ¿Ponerme a la altura,
poh! No nací pa monja, así que… Y cuando una es pobre, o se hace monja o se larga
a lo que resulte.
Isaura: Si tampoco resulta, oh. Yo nací pa monja, pero ei señor cura tantas cosas me
dijo, que aquí, que allá, que, al final, pa no condenarme, no más, le dije que güeno.
Después estaba de lo más arrepentío, y no sé con quien se confesaría, pero lo que
es yo, no me arrepentí na, y ahí estuvo lo malo, es que dicen.
Yola: ¡Otra que se me puso llorona! ¡A levantar la caeza, las dos, que si Oña Rebeca
tiene esperanza, losotras deberíamos estar hechas unas Pascuas! (A Chepa) Mire,
vámolo a arreglarnos y ahí se le va a quitar too el sentimiento, va a ver. Yo no me
voy a dejar ni rastro´e pintura. Me la voy a sacar toitita.
Isaura: Yo igual. Vamo a quedar como poto´e guagua. (Isaura y Yola salen, riendo.
Chepa se queda sola y canta suavemente)
En un buque navegando
Gilberto: ¿Sintieron?
Gilberto: ¡Achuata! ¡La de mesas! (Cada uno se sienta en una mesa distinta)
Nicolás: Han de ser bien ricos éstos. ¿ah? una mesa pa caa uno.
Nicolasa: ¡Cállate, baulaque! En la ciudá no se llama. Una espera sentao hasta que le
haulan.
Nicolás: ¿Y ésta es la ciudá? ¿Y aónde están las casas amontonas una encima de
otra y toas esas patillas?
Nicolasa: Yo te dije que éste era el camino, que nos habíamos perdío. Pero el lindo
se las da de entendío y diece: “por el camino ancho tiene que ser” ¿Veis lo que pasa
por hacerte caso a vos? Y ahora quien sabe aónde vinimos a parar.
Graciano: ¿No será un velorio este? Miren que poner tanta mesa y tanta vela.
Gilberto: El taita decía que a veces las brujas se juntan en las noches sin luna y
aparece la viuda con una vela en la mano, y el Trelquehuecuve sale de un hoyo
aentro´e un remolino´e viento, con sus veinte patas con uñas grandes como un
arao. Y el Chueiquehueco y el Huecú, que vienen dentro de una burbuja de agua. Y
toos se juntan y llaman al Malino, que es su dueño. Y salen en la noche a pescar
gente pa engullirles el alma. Y después los llevan a los despeñaderos, donde les
sacan la contumelia.
Nicolás: (Asustado, a Graciano) ¡Las patillas que contaba el viejo! ¿ah? (los dos se
ríen con gran esfuerzo)
Graciano: ¿Pa que los queamos aquí? Si no hay nadie.
Chepa: ¡Güenas noches! (Los tres hermanos se levantan, asustados, se quitan los
sombreros atolondradamente y se inclinan a destiempo)
Nicolás, Graciano y Gilberto: ¡Güenas noches! (Miran a Nicolasa. Nicolasa les hace
un gesto, de aprobación)
Chepa: (A Gilberto, que es el que tiene más cerca) ¿Se quiere servir algo?
Chepa: Si ni es molestia.
Gilberto: Si va a volver, parece… Paré que va a volver. (Entran Isaura y Yola casi sin
pintura y con chalecos cerrados)
Isaura: Tenimos una chicha´el nort que es famosa. Llega a dar hambre de olerla.
Yola: (Adelantándose rápidamente con Isaura a primer plano) Güen dar que somos
fatales. Primeros clientes encachaos que vienen en un año y losotras con la cara
lavá.
Nicolasa: Ya sabía yo que esto les iba a pasar con la primera que se les atravesara
en el camino.
Nicolasa: Bien gualinos que están, ya deberían de haberse enterao que es lo que
tienen que hacerle a una señorita.
Nicolasa: ¡Güen dar, los tontos quedaos! ¡Tení que pololearla, leso!
Nicolasa: Diciéndole lindezas. Que es güena moza, que tiene una mirá que corta el
resuello, que se mueve como una reina´e cuento, que tiene güen olor, como
manzana madura. Todo lo que se te ocurra, poh.
Nicolás: ¿Y después?
Nicolasa: Eso se lo dejai a ella. Si te hace caso, le hablai de tu tierra, que allá la vida
es güena y el trabajo es duro. Si no le pone mala cara al trabajo, le miraí los dientes,
las manos y la cuerpá. Y si lo que veis te gusta, le ofrecís matrimoniarte y asunto
arreglao (Los hermanos ríen, nerviosamente; mirándose entre ellos) Eso es lo que
hizo tu paire conmigo y nunca se me le ha olvidao.
Nicolás: ¿Así se hace, ah?
Gilberto: La primera.
Nicolasa: (A Isaura) Oiga, m´hijita, nosotros paré que los anduvimos perdiendo un
poco ¿Pa qué lao quea el pueulo?
Nicolasa: Curanilape.
Nicolasa: ¿Este?
Isaura: Claro que la calle principal está más pá allá, ésta es la entrá, no más.
Nicolasa: ¿Oíste eso? Cuando veái la calle principar podrís decir que eran historias,
entonce. Que el Abelino sería como sería, pero mentiroso no jue nunca.
Nicolás: Es güena moza usté. Cuando mira se me corta el resuello. Se mueve como
reina´e cuento y tiene un olor´e manzana madura.
Graciano: ¡Chis! ¡Pero éste se lo dijo too, añora, no nos dejó ni una cosa pa decir
losotros!
Nicolás: Ah, de vera. (Va hacia Isaura. La toma del brazo y la lleva al mismo lugar
en que estaban antes) Tenimo una tierra losotros, allá arriba. La vida es güena y el
trabajo es duro. ¿Le gustaría dirse pa allá y trabajar conmigo?
Isaura: Más rato le digo. (A Yola) Agarra, Aguirre, que aquí la están dando.
Yola: (Ofreciendo los vasos con chicha que ha servido Chepa, con gran entusiasmo)
¿Y no se van a servir?
Nicolás: No sé.
Nicolás: (A Isaura) ¿Por qué cierra los ojos el gallo, cuando canta?
Isaura: Porque se lo sabe de memoria. Ahora me toca a mí… beso, beso y el palo
tieso.
Isaura: (Dándole un codazo) ¡El mal pensao! Es la bombilla (Ríen) A usté le toca.
Gilberto: Blanco es
La gallina lo pone
En la sartén se fríe,
Yola: La sandía. (Silencio. Los hermanos se miran entre sí y se largan a reír a gritos,
coreados por las mujeres)
Chepa: La pulga.
Pasó un caallero
Y se queo parao
de verle el vestío
de siete bordaos.
No estaba cosío
ni estaba cortao
Tronco de higuera
Flor de zapallo
Tonto baboso
Cara ´e caballo.
Nicolás: Esa la sé. La tuna (A Isaura) ¿Qué se le alarga a la mujer cuando se casa?
Isaura: No sé.
Nicolás: El apellío.
Isaura: (Dándole un codazo) Güena, oh… A ver, a ver, ¿Cuál le voy a decir? Ya…
no pueden,
Yola: … Marcás con hilo de plata. El caracol (A Graciano) Chaucha que pierde.
Graciano: Perdí.
Gordo lo tengo,
más lo quisiera,
no me cupiera.
Isaura: ¿Lejos?
Yola: ¡Uy! y losotras que recién los venimos a animar a esta hora.
Isaura: (Dándole unas palmadas en la pierna a Nicolás) ¿Y por qué no vamo a dar
una güelta a la orilla ´el río?
Isaura: Pero nos volvimos al tiro, ¿ah? Mire que mi mamá es re seca pa el garabato.
Graciano: (Saliendo con Yola) Vamo y volvimo. (Salen junto con Isaura y Nicolás)
Chepa: Es que…
Chepa: Claro.
Gilberto: Ah.
Chepa: Y el compromiso es compromiso.
Nicolasa: (Se levanta y mira como se alejan) ¡Mis colaros! Bien güeno sería que
éstos se casaran, a ver si se despercudían, que no hay ná como el casorio pa
despabilarse… (se sienta) No te podís quejar, Abelino, como hei criao a los cabros
ende que te juiste. Güenos maríos serán, no como otros que yo se me. Bien lesa que
jui en irme contigo, aunque estís enterrao te lo digo. Y justo jui a caer contigo, la
tonta bruta, cuando otros pretendientes tuve. Gente trabajadora y platúa. Y me
embelecaste con toas esas historias y esa cuerpá que te gastabai. Veinte años allá
arriba, como burra´e carga me tuviste. Hasta el día´el juicio hai de esperar pa
arreglar cuentas contigo, verís… Así que si me caso, no vengai a quejarte después,
que culpa tuya es. (Al público) Alguien encontraré que me de un poco e´amistá.
Vieja no estoy toavía … (Por atrás entra Renato Sepúlveda, un hombre de cincuenta
años, correctamente vestido, de rostro ancho y sonrosado. Ve a Nicolasa y se
acerca en puntas de pies, apareciendo frente a ella sorpresivamente)
Nicolasa: ¿Ah?
Nicolasa: ¿Veinte años! Lo que es el tiempo, como pasa, ¿no? Pa que le voy a decir,
yo ya ni me acordaba ´e su cara, fíjese.
Nicolasa: Fíjese. Es que hei estao tan dedicá al trabajo. Y con tre hijo…
Nicolasa: ¿El teléfono? Estoy enterá de toos esos adelantos yo. El Abelino me
contaba. El Abelino era mi marío. Abelino Morales.
Renato: ¿Abelino Morales, Abelino Morales? Parece que yo no lo conocía, ¿no? ¿Con
él te fuiste?
Nicolasa: ¡Y yo! Me quede sin decirle unas cuantas cosas y las tengo toas atragantás
aquí.
Renato: ¡Hay que ver como son las cosas de la vida! ¿no? ¿Cuándo me iba a
imaginar yo que se me iba a ir así, tan de repente, si avisar siquiera? ¡Con lo bien
que lo pasábamos juntos! ¿Se acuerda? (La pellizca, doña Nicolasa da un gritito) Y
no quiere que la trate de ingrata. ¡Ingrata, eso es lo que es! Porque todas esas
historias de que tenía otra mujer no eran ciertas. Que me parta un rayo, si miento.
La prueba es que no me casé y que la ha estado esperando, solo, solito,
acordándome de usté día tras noche (le da un codazo) Las noches sobre todo. En
cambio usté, si hasta parece recién me viniera conociendo. ¿Y la pulsera?
Renato: ¿Ve como es conmigo? “Nunca más me la voy a sacar”, me dijo cuando se la
regalé. Y ahora no la tiene.
Nicolasa: Eso ha de ser. Tanta rabia que pasa una con el marío, que too se olvía.
Renato: Pero te acordarás de ese día que fuimos a bailar a escondidas de tu mamá
y después nos encontramos con ella en el baile. ¿Te acuerdas? ¡La cara que puso!
(ríe)
Renato: ¿Y no te acuerdas de… de… de qué, por ejemplo? ¿Del primer día que me
convidaste a tu casa y a tu mamá se le cortó el collar que tenía?
Nicolasa: (Feliz) ¡de eso me acuerdo! Se le cayeron toas las cuentas aentro´e la
olla´e porotos! (ríen)
Nicolasa: Tan re alocá que era. Con un fulano se mandó cambiar. Nunca más
supimos de ella.
Renato: Sí, pues (Suspira) Y yo, tan ilusionado que venía. Ahora que estamos solos
los dos, me dije, podríamos juntarnos, otra vez.
Renato: Es que tan re cambiá que está usté conmigo.me mira como del otro lao ´el
rio. Y ni se acuerda que una vez me miró con güena cara.
Nicolasa: ¿Qué me encuentra mala cara ahora, por si acaso? (le sonríe
coquetamente)
Renato: ¿Por qué me hace eso? ¿No ve que me da esperanzas? Y yo, usté sabe,
siempre listo. Tengo mi sueldo y ya estoy pa jubilar y dedicarme a usté too el día.
¿O es que me encuentra muy viejo?
Nicolasa: No, si usté, está güeno toavía. Yo, aquí onde me ve, tengo casi toos mis
dientes y trabajo como chiquilla joven, éi tan mis hijos pa decirle, y le sé hacer
desde el pan amasao hasta el asao´e cordero… Y si me apuran hasta sidra ´e
manzana le hago.
Nicolasa: ¡Ay, que güeno! ¡Pa que estos guasos descreídos de mis hijos vean que no
era burla! En cuando que nos traigan la luh eléctrica les avisamo a toos que nos
casamos. (Entra doña Rebeca, que mira atentamente a Nicolasa y, en seguida, se
lanza a sus brazos)
Rebeca: ¡Nicolasa!
Nicolasa: ¡Rebeca!
Rebeca: Esta es mi casa (Ve a Renato y se lanza a sus brazos, con entusiasmo)
¡Ñatito!
Renato: ¡Ah! (Sorprendido) ¡Ñatita! (A doña Rebeca) Así que usté no es la Rebeca.
Nicolasa: ¡Bah! (Al público) Paré que la embarré. (Se prenden las luces
repentinamente y doña Nicolasa, con la impresión, cae lanzando un grito)
¡Ahhhhhhhhhhh!
SEGUNDO ACTO
PRIMER CUADRO
Las cortinas se corren con la luz apagada. Las guirnaldas de luces se encienden
repentinamente y doña Nicolasa, con la impresión, cae lanzando un grito.
Nicolasa: ¡Iiiiiiiiiiiiiiiiiii!
Nicolasa: (Renato la ayuda y la lleva hasta una silla) Si no es ná. Jue el primer
momento, no más ¿No ve que la luh llegó´e repente. (Vuelve doña Rebeca,
corriendo, con un frasco cuyo contenido hace oler a doña Nicolasa) ¡Ay! Ya me
estoy acostumbrando. ¡Qué bonita es! Si paré que fuera de día, ¿No es cierto? ¡Hay
que ver! Tan clarito, mire, si se ve hasta la última hoja´e los árboles… Parece cosa´e
cuento. Con razón se acuestan tarde aquí, si hacen la noche día… ¿No se podrá
poner en el campo esto?
Renato: Como había tan poca luz, la confundí… Creí que usté era la Rebequita.
Nicolasa: Raro me había parecío tanto amor a la primera… Y a usté lo veo mucho
mejor que endenante. ¡Tan clarito! La eléctrica lo favorece mucho (Lo mira muy de
cerca)
Nicolasa: Favor que me hace, por que la Rebeca bien güena moza que está.
Rebeca: El favor me lo hace a mí. (Se toman del brazo) Paré que el teimpo no
hubiera pasao por tu ho, Nicolasa.
Nicolasa: (Empuja a Renato hacia Rebeca) ¿Cómo te voy a quitar lo tuyo, poh, niña?
Rebeca: Quédate con él, no más. Tanto no habría sio el amor que me tenía que no
se dio cuenta. ¿no?
Renato: (Tratando de coquetear a Rebeca) No digas esas cosas, Rebequita, que Dios
la puede castigar.
Rebeca: (Sin hacerle caso) Y no hubierai oído, endenante, por el teléfono, cuando le
hablé: “Nunca la hei olvidao!, me dijo, y yo le dije que no le creía, le dije. Y muy
perdía no andaba, por lo que veo.
Nicolasa: (Interrumpiéndolo) Con toa la pintura que tiene encima, ¡hasta quien,
poh! Mírele la boca, si paré que hubiera estao comiendo maqui.
Rebeca: Con la cara lavá mejor me veo, pa que sepai. Y güeno sería que te pintarai
un poco, que así paré que estuvierai enferma.
Rebeca: (renato quiere hablar, pero ellas no le dejan tiempo) ¿Y le creíste? Si éste,
cuando nació, en vez de llorar, dijo una mentira.
Nicolasa: Ni una palabra le creí. Pero no le iba a estar poniendo mala cara en casa
ajena.
Rebeca: (Las dos se sientan juntas, muy amigas) ¡Los hombres son toos iguales!
Nicolasa:¡Iguales, mira! ¿No lo voy a saber yo? Toos cortaos de la misma laya. Así
que no te aflijai, que a mí no me interesa.
Rebeca: ¡Qué ocurriencia, niña! ¡Qué me voy a afligir por éste! ¿Y con el gusto ´e
tenerte aqui? Meno.
Rebeca: ¿Y tu marío?
Nicolasa: Hubierai conocío al Abelino. Roto divertío jue. Hasta que lo enterramos
tuvo cara´ e risa: Sano, sin vicio era. Poco aficionao al trabajo, pero es cosa de
hombre, digo yo. ¿Y esta casa te la dejó tu marío?
Rebeca: Claro.
Nicolasa: Vamo. (Se levantan y se dirigen hacia la casa) Tan lindo que tenís esto
(Salen, Renato las sigue, tratando de ser oído)
Chepa: ¿Cómo?
Chepa: ¿A qué?
Gilberto: A la luh.
Chepa: Igualita.
Gilberto: ¿Y usté?
Chepa: ¿Yo?
Chepa: Sí.
Gilberto: Ah (Pausa. Los dos vagan un momento entre las mesas, como evitando
darse la cara) Mi taita siempre me contaba´el pueulo.
Chepa: ¿Sí?
Gilberto: Sí. Decía: “No le digan na a la añora que me voy pa el pueulo a echar una
cana al aire”. Y era re cierto, llegaba más guaina, con meno cana. Y yo pensaba:
“¿Por qué no llevará a la añora? ¿Por qué ira solo?” Y era que la añora no tenía
mucha cana, entonce. Y yo digo: Qué lástima no haber venío ante, que a lo mejor la
habría encontrao sin compromiso y los habríamos podío casar.
Gilberto: Pa too.
Chepa: Sí sé.
Chepa: Sí me gustan.
Gilberto: (Se aleja de ella, sujetándose el sombrero con las dos manos y riendo de
nervios y de vergüenza) ¡Claro!... un poco… No sé… No creo (Corre hacia ella) ¿Por
qué no veímos?
Chepa: Güeno.
Gilberto: La mala pata, ¿ah? Yo pensaba que cuando uno se entusiasmaba too era
re fácil. Llegar y casarse. Cosas que piensa uno allá arriba, de puro inorante. ¡Too es
tan distinto aquí!
Chepa: ¿Sí?
Gilberto: ¿Y cómo?
Chepa: (Chepa la hace cosquillas, él escapa, juegan entre las mesas y finalmente,
ella lo agarra de la manta y caen los dos al suelo, riendo) ¿Ve que se río?
Chepa: Se me ocurre que donde usté vive too ha de ser tan güeno que uno estará
tranquilo.
Chepa: Oiga, Gilberto, ¿Y usté se casaría conmigo, aunque supiera que…? (Se
escuchan los gritos de Graciano y Nicolás, cerca. Luego entran los dos, corriendo y
dan vueltas por el patio, examinando las luces, entre asustados y curiosos. Detrás
de ellos entran Isaura y Yola.)
Yola: Si uno mete los deos en el enchufe, eí si que hace mal (Isaura ríe)
Graciano: ¿Cómo?
Yola: Si uno saca la ampolleta y mete el deo aentro, se cae fulminado como por un
rayo.
Yola: De vera, así que no haga la prueba, m´hijito. Que no quiero quear viuda ante
´e casarme.
Graciano: ¿Y tienen calamorros? Que esos zapatos no les van a servir pa el barro.
Nicolás: Los chanchos, no más, los sentimos. Cinco eran y gordos de partirlos con
l´uña. Pero estaban a la pasá ´el barro. Ni rastro queo´el chiqueo. Lisito como la
palma ´e la mano.
Isaura: ¡Chitas!
Isaura: Es que yo soy alaza pa los temblores. Salgo corriendo pa aónde esté güelta.
Isaura: Ay, m´hijito, pídame lo que quiera, meno que me cambie´e zapatos, que
estos me han costao casi un mes de trabajo… ¿le gustan? De Osorno me llegaron,
encargos especiales pa mí. Y, sin mis zapatos ´e taco alto, estoy perdía. Ende que
me los trajeron que no me los hei sacao.
Nicolás: Poco le van a durar por allá arriba. Y medio desabrigados se ven pa el
Invierno.
Isaura: Si otros voy a llevar pa esos menesteres, pero es que éstos son tan bonitos,
¿ah?
Isaura: ¡Ñiquito! ´e mi alma, tú que ere güeno conmigo. Cualquier otro habría
hecho su voluntá, pero tú ere güeno. A juerza ´e cariño te voy a pagar.
Graciano: ¡Oye, Yola! ¡Pero tú te irás a sacar esas chalas, que no te han de servir
pan ná!
Graciano: (Dándole una brazo que la levanta del suelo) ¿Tanto me querís, Yola?
Yola: Yo, por usté soy capaz de … ¿qué decirle pa que se haga una idea?... ¿De
subirme al volcán a pata pelá?
Isaura: (A Nicolás) Yo más que eso. Yo lo voy a seguir hasta la otra vida.
Graciano: Yo no digo ná. Cuando haga falta verá lo que pueo hacer por usté.
Nicolás: Lo mismo digo. (Los dos muchachos están tan entusiasmados y contentos
que toman en brazos a Isaura y Yola y juegan a topear, en medio de risas y
silbidos)
Isaura: Ni un suspiro los demoramos. (Saliendo) Ven, Chepita (Chepa sale detrás de
Isaura y Yola)
Graciano: No, sí de puro tenerla al lao jue que me acalambré. No sé que me pasaba.
Andaba tropezando con too. Y cuando me pasó la mano pa que me asujetara me
dieron como unas tercianas. Llegue a sudar frío. Ya ni me acuerdo é lo que le hablé,
pero no paraba ´e reírse la Yola. Cuando ´e repente se me puso re seria y se me
acercó me estiró la trompa y yo como que me caí en un hoyo, me juí a punta
encima y tenía la boca aromá y suavecita. Ya está, me dije yo, me embrujó y me va a
llevar al despeñaero. Pero ni ganas de arrancarme me dieron… Recién éi me di
cuenta que la Yola andaba con las pechugas medio pelás y le dije que se podía
arrromaizar y ¡Güelta a reírse! ¡Y yo también! ¡Los reímos como caballos!
Nicolás: Es que son más re diablas. Yo, con la Isaura, hasta el borde ´el agua llegué y
la luna iluminaba tanto que me dijo: “Vámolo pa debajo ´e los árboles que hay
muchaza luh aquí! (Ríen) Yo no veía ná, pero allá juimos. Y le dio por sentarse. Y yo
me senté. Y se tendió y yo me tendí. Y como estaba callá le hice cosquillas pa que
me dijiera algo y se largó a abrazarme como mala ´e la cabeza (Ríen) “T ´asustá?”,
le dije yo. “Es que sentí una cosa helá y creide que era una culeura, me dijo. Y yo
busqué por toos laos y no había ni rastro ´e culeura. Tan requete fantasiosa que se
puso. ¡A cada rato estaba sintiendo la culeura! (Ríen a gritos) Total que al final nos
quedamos bien juntitos y éi no se asustó más. Y en eso estábamo cuando
prendieron la eléutrica y vinimos a mirar.
Gilberto: ¡Hagámole un parao, poh hermano! Bien derechas que tiene las dos patas
la Chepa, y sin embetunar me gusta a mí. Y callá no es lo mismo que pasmá.
Gilberto: Aunque viera a toas las mujeres del mundo siempre la Chepa sería la
mejor pa mí. ¡Qué mejor que no quererla y quearme tranquilo! Pero estoy como
embrujao. Y mañana me voy a tener que ir pa arriba, no más, aunque me tenga que
tapar la caeza con la manta pa no verla ni oirla.
Nicolasa: Vayan cambiando ´e rumbo que con estas cabras no se van a poder casar
(Empiezan a recoger sus bultos)
Nicolasa: Por que estas niñas son hijas de mi hermana Rebeca, y no les aguanto
casorio entre primos, que después les salen los chiquillos toos torcíos.
Nicolasa: La Rebeca, poh, esa hrmana zafá que tuve yo. Es la dueña de esto y la
maire ´e las tres cabras.
Nicolasa: ¿Qué van a decir, si la Rebeca no las ha dejao ni abrir la boca? Pero
espérate que le pregunte y vai a ver.
Graciano: ¿Y qué vamo a hacer?
Nicolás: ¡Güen dar que somos quemaos! Tan re bien que estábamo.
Graciano: Es que, ¿cómo va a ser tanta la mala pata? Si estoy malo ´e la caeza por la
Yola yo.
Nicolasa: Son muy fruncías, no sirven pa trabajo e campo. Y si salen a la maire poco
durarían al lado ´e ustees.
Nicolás: ¿Y que va a decir este jetón, tamién, poh? Cuando nació parao. Le fue mal
con la cabra ´e partía.
Graciano: No se comprometió con nadie. ¡Es la suerte ´el tonto esa!
Nicolasa: ¡Lo que digo yo sa hace! ¿Me oyeron? Y nos volvimos al tiro pa la casa,
tamién, si siguen alegando los baulaques.
Nicolasa: (le pega con uno de los bultos) La cara se te ha de caer, mal hijo,
discutiéndole a tu maire, que se ha sacao los ojos pa que vivan como la gente y no
como bestias que son. ¿Quíen te enseño el A, B, C y a agarrar el lápiz? Si no juera
por mí, nadie sabría distinguirte ´e un caballo. Pero no hacen más que ver una falda
´e lejo y ya quieren pasar por encima de una. ¡Hasta que no me saquen con las
patas pa ´ilante se hará lo que yo mando! Que pa eso me hei mortificao como mula
por los tra, y bien casaos los hei de ver, aunque no quieran… Güeno sería que ahora
que estoy vieja y sin juerzas, tuviera que cuidar cabros amarillos y chuecos. Que es
ley de la vida, que, el que se casa con una prima, tenga chiquillos torcíos.
Nicolás: ¿Y cómo el Gumersindo Albornoz se casó con una prima y el cabro les salió
re entaquillao?
Nicolasa: Gente dispuesta hay en toos laos. (Se escuchan voces que se acercan) Ei
viene la Rebeca, se las voy a presentar (Los tres hermanos se ponen en fila. Entra
doña Rebeca con Renato, seguidos por Isaura, Yola y Chepa) Estos son los
chiquillos, poh, Rebeca. Ei Nicolás, el Graciano y el Gilberto. Esta es la tía Rebeca,
cabros. (Doña Rebeca le da la mano a Graciano)
Nicolasa: Bien alimentaos y enseñaos que están. Y son forzudos como yunda ´e
güeyces. Este caballero es Ol Renato Sepúrvea, aministrador de la luh eléctrica (Los
hermanos, muy impresionados, se quitan rápidamente el sombrero y le dan la
mano a Renato)
Nicolasa: Ya se conocieron, hasta se querían casar con ellas. Lástima grande que no
van a poder.
Rebeca: Acomódense, no más, que losotras tenimo que cambiar unas palabritas.
Con permiso, atiéndalos, Chepita. (Se aparta con Isaura y Yola) ¿Qué no te dije que
al Renato le juré que eran hijas mías? Entusiasmaazo está conmigo, paré que
quiere casorio. Así que hijas mías son.
Yola: Mire, Oña Rebeca, no por que usté se quiera casarse losotras los vamo a
quear tirando la pera. Lo vamo a casar, no más, con los chiquillos. Así que mejor
que usté solita se confiese con su caballero, por que al tiro vamos a decir que no
somos primos.
Isaura: ¿Chis? ¿Qué cree que se los va a presentar la ocasión, otra vez? Sin contar
que harto entusiasmá que estamos con ellos ¡Son más re lindos!
Rebeca: ¿Creen que voy a dejar que me dejen como mentiroso? Ustees son jóvenes
y pueden esperar, en cambio yo, si no me apuro, pierdo el tren pa sécula. (A
público) Y en edá estoy de ser una señora respetable ´e su casa (A Isaura y Yola)
Ustees que me dejan en vergüenza y yo que les digo a los cabros que ustees son
unas perdías ¡Así que elijan!
Yola: Usté que le dice a los cabros que somos unas perdías y losotros que le decimo
a su Renato que usté los perdió.
Rebeca: ¿Así que ustees prefieren que nos quedemos toas mirando?
Yola: Somos dos contra una, Oña Rebeca, y estamos decididas a casarlos. Y usté que
los echa al agua y losotras que le armamos la casa de alto.
Rebeca: Ustees que me arman boche, y yo que las despido.
Isaura: Ay, pues, la media cosa que los va a hacer. Mejor, así los vamos con los
chiquillos pa el fundo.
Rebeca: Más que fijo que se van con ustees si saben la laya é mujer que son.
Rebeca: Güeno, digan no más que soy una mentirosa y él van a ver lo que voy a
decir yo (Se aparta de ellas y va hacia el grupo, que se ha instalado en dos mesas
juntas. Isaura y Yola salen casi corriendo detrás de ella) Ya, pues, Chepa, tócate una
cosita pa festejar a las visitas, niña.
Renato: ¿Cómo va a ser eso? (le entrega la guitarra a Yola) Las penas se pasan
cantando, pues.
Rebeca: Si yo no soy na e de rogá, como éstas. Si tus hijos bailan, Nicolasa, yo les
canto.
Nicolasa: No bailan na de mal. De toos les hei enseñao. ¡Ya, saliendo a bailar! ¡No
me vengan a dejar en vergüenza aquí! (Gilberto, Nicolás y Graciano se levantan,
amurrados)
Se oye el rugir
de un vendava
nadie se atreva a salir de aquí
Yola: (Decidida) Oiga, mamá, acérquese pa este lao, que tenimos que aclarar una
custión.
Yola: Oiga, Oña Rebequita, no sea malita, pues, ¿qué no hay manera ´e que los
casemos las tres?
Rebeca: Claro, las tres lindas encantás de la vida y una, la lesa, fondía, aquí, sola,
como deo.
Yola: No, digo, usté y losotras dos. La Chepa no se casa, por la guagua.
Yola: Esta vieja no ha de salir con la suya. Entre perder al Graciano así, con la boca
cerrá, prefiero perderlo peliando.
Isaura: (Sujetándola de un brazo) Oye, espérate ¿Y si los cabros nos dejan plantas a
toas, qué vamos a hacer? Más que seguro que la vieja nos echa a patás de aquí.
Yola: Prefiero pedir limosna a quedarme con ella, viéndola regodearse con su
Renato.
Yola: Too lo que tengo se lo doy. Además que ella no está metía en el boche, no
tiene por que echarla. Pero yo callá no me queo.
Yola: (Acercándose a Graciano desafiante) Si es por que creís que somos primos
que no los podimos casar, podis estar tranquilo, Graciano. No somos ni parientes.
Renato: Un gesto muy noble de su parte. Ñatita, adoptar a estas niñas, realmente
has cambiado mucho, como decías endenantes. Estoy orgulloso de usté.
Nicolás: (A Isaura) ¿Así que no tenimo ningún impedimento? (Isaura lo abraza)
Yola: Chepita quería, nunca te vamo a poder pagar lo que había hecho por
lossotras.
Yola: ¡Güen día éste, en que hei encontrao paire, maire, hermanas… y un novio!
Renato: (Se levanta. Doña Rebeca hace callar a todos, frenéticamente, Renato tose)
En estos momentos en que me embarga la emoción, digamos, quiero exprsar mi
sincero sentimiento de alegría, digamos, al ver reunida en esta mesa, a los pies del
majestuoso volcán Villarrica, digamos, a esta feliz familia. (Aplausos) Tomo la
palabra – el vino me lo voy a tomar más rato – (Ríe con su chiste) para brindar por
que vuestra y nuestra felicidad sea tan eterna, como eternas son las glorias de
nuestro querido Chile. (Aplausos) Por eso es que, digamos… ¡Digamos salú,
entonces!
Gilberto: Güen dar que es bien porfiá, ¿no? ¿Y se va quear solita, esperando?
Chepa: Sí.
Yola: Es mejor.
Chepa: Gilberto… (Se escucha una risa estridente y entran tres hombres con una
mujer desgreñada; muerta de la risa, todos están medio borrachos, especialmente
Mauro, un hombre corpulento con casaca de cuero, sus compañeros son: Baudilio,
un campesino gordo; Telmo, un muchacho joven y flaco y Mirta, la mujer, que tiene
el traje manchado con vino y el pelo revuelto)
Mauro: Güenas noches, misia Rebequita, aquí venimos a regolverla, otra vez.
Mauro: Ah, entonce no importa, por que losotros somos como de la casa ya, poh.
(Se sientan, juntando dos mesas)
Baudilio: (A Mirta, que se ha sentado entre Mauro y Telmo) ¡Chitas que ´erei mala,
flaquita! ¡Siéntese aquí, con su gordiso monono!
Mirta: (A gritos) ¿Ah? ¿Qué querís, oh? ¡Hay que ver que está triste esto! ¿Qué se le
murió alguien, Oña Rebeca? (Mira se ríe fuerte)
Mauro: ¡Güeno que son poco amables con los afuerinos por estos laos! (A Chepa)
Oiga, m´hijita rica, tráiganme dos metros cuadraos de pirse, pa empezar. (A sus
amigos) ¿Ustees han tomao marta compuesta?
Mauro: Se corpone de una botella´e juerte y una marta. Se reguerve too eso y se
sirve.
Mirta: ¡Chitas! Eso ha de ser como pa parar las chalas di un viaje, ¿ah?
Rebeca: (Se levanta) No te movái de aquí tú. Solos se tendrán que ir estos rotos
(Las dos se sientan)
Rebeca: (Levantándose) ¡Ya les dije que no atendíamos más ya! (Se sienta)
Telmo: Ya, poh, Yolita, venga a hacerle un cariñito a su pior es naque, que la noche
está muy fría.
Yola: (Levantándose furiosa) ¡Ta soñando parao usté, oiga! (Se sienta)
Rebeca: ¿Se van a retirar o no? Que si no quieren dirse voy a llamar a los
carabineros.
Mirta: (Al público) Tan curaos como piojos, eso ha de ser (A Rebeca) Ya, poh, no se
haga de rogar. Tráiganse la chupeta.
Mauro: (Han conseguido ponerlo de pie) Al medio picaero que me fueron a traer.
¡Pucha la fiesta fulera!.... No hay pirse.
Mauro: Oiga, iñor, ¿cree que va a venir a gritarlos, aquí, por que anda con la terná
entera?... ¿Quiere pelea?
Baudilio: Vaya a sentarse, mejor, iñor, ¿quiere? (Trata de pegarle un puñetazo, sin
éxito y cae al suelo, mientras sus amigos lo recogen, con gran dificultad cayendo
ellos, a su vez, Renato y Rebeca se retiran dignamente. Telmo se lanza sobre ellos.
Gilberto lo detiene y lo empuja hacia el fondo. Telmo toma a Isaura de la cintura)
Mauro: ¿Tu novio? (Ríe) ¡Que yo sepa, es el primer casorio que se hace en casa ´e
puta! (Ríen a gritos. Nicolás, sorprendido mira a Isaura)
Baudilio: (Mirando a Doña Nicolasa) ¿Y esto que es? ¿Qué se trajo una niña nuea,
misia Rebeca? Ta güena la cabra. Medio porfiaita ´e cara no más… ¿Por qué está
amurrá, m´hijita? ¿Qué ha visto una mala cara?
Baudilio: Güeno, ya que no hay trago, bailoteo no te ha de faltar, Mauro. Saca a una
niña a bailar, que yo pongo la música (Toca la guitarra)
Mauro: (A Chepa) ¿Tai apená por que estoy tan lejo? Me acerco, entonce… (Saca a
bailar a Chepa y Telmo saca a bailar a Yola. Los hermanos tratan de impedirlo, pero
ellas para evitar una pelea los tranquilizan y bailan)
Mirta: ¡Chitas que está güena la payasá! ¡Y a mí me dejan botá! Pero yo sentá no me
queo. (Agarra de un brazo a Renato y lo arrastra a la pista del baile. Rebeca se le va
encima y ruedan por el suelo, peleando. Se forma una gritería espantosa. Los tres
hermanos y Renato pelean con los tres hombres mientras Mirta se revuelca con
doña Rebeca y las demás mujeres gritan y tratan de ayudar. Telmo le va a pegar a
un puñetazo a Renato)
Renato: (Asustado) ¡aro, aro, aro! (La pelea se detiene. Todos toman un vaso de
vino)
Renato: ¡No hay primera sin segunda! (Recibe el puñetazo de Telmo. La confusión
es inmensa. Las mesas caen y la pelea va en aumento. Al final salen los borrachos,
en retirada, perseguidos por Graciano, Gilberto y Nicolás. Vuelven y Gilberto cae
desmayado al suelo)
Nicolasa: Con la tranca le pegó el degenerao. Bótenle toitos los dientes a ese
baulaque.
Nicolás y Graciano: ¡Ya! (Salen corriendo)
Nicolasa: (Va hacia Rebeca y golpea en la mesa. Rebeca que está semidesmayada,
se despierta, asustada) ¡Qué otra cosa ibai a tener vos, sino una chingana! Poco me
importa lo que hayai hecho, pero si algo le pasa al Gilberto, de destripo como a una
gallina.
Yola: (Llorando) ¡Justo los jue a pasar esto hoy día, delante´e los chiquillos!
Chepa: ¡Trae aguia´e la casa, Yola! (Yola sale corriendo. Chepa acaricia la frente de
Gilberto, que está inconsciente) Sana, sana potito ´e rana, si no sana hoy, sanará
mañana y si no la otra semana. ¡Te llevo un atao ´e velas, virgencita linda, si no le
pasa na!
Nicolasa: No se preocupe por éste, que tiene la cabeza más dura que piedra ´e
molino.
Chepa: ¡Yola, apúrate con el agua! (Vuelve Yola con un vaso de agua que entrega a
Chepa. Chepa le da de beber a Gilberto)
Isaura: (Al público) Si el Ñico me deja botá, aquí mismito meto los deo en un
enchufe.
Gilberto: (Volviéndose en sí) ¿Qué pasó? ¡por la flauta! ¿Qué entró en erupción el
volcán, de nuevo?
Gilberto: Con usté al lado, ¿de qué otro modo hei de estar?
Chepa: ¿Qué no oyó too lo que dijieron? ¿No entendió en lo que trabajo yo?
Gilberto: Distinto sería, entonces. Porque los casaríamos y los iríamos de aquí.
Chepa: ¿De veras?
Gilberto: ¡Claro!
Chepa: Es que la cosa es mucho más complicá toavía. Yo tengo una guagua.
Gilberto: ¿Si?… ¿Ve que es facilito? Los vamos con guagua y too pa arriba.
Chepa: Cuando usté diga, no más (Se abrazan. Entra Nicolás seguido por Graciano)
Graciano: (A doña Nicolasa) Oiga añora, mañana tempranito las emplumamos para
la casa, que mucho adelanto habrá aquí, mucha luh eléctrica, pero la gente es tan
torcía que toos parecen hijos de primo hermano.
Yola: (Poniéndose a llorar otra vez) ¿Qué te dije yo? ¡Ya no me quiere más!
Nicolás: Entretenía estuvo la rosca, pero a la ciudá no vuelvo ni amarrao yo.
Graciano: Ya, poh, Yola, déjate de llorar, que no es pa tanto. Anda a hacer tus
bultos, que vamos a salir de alba.
Graciano: ¡Que querís que te deje aquí, después de esta tremenda gresca! Ni que
estuviera malo´e la cabeza.
Isaura: Sí, mi amorcito. Acompáñenlos, será mejor, que andamos espirituás. (Isaura
y Yola salen riendo y empujándose con Nicolás y Graciano)
Gilberto: Yo la ayudo. (La pareja sale con doña Nicolasa. Rebeca queda sola
gimoteando, empieza a ordenar las sillas)
Rebeca: (Le acerca una silla) Siéntate aquí, Latito (Renato se sienta, quejándose)
¿Me podrís perdonar algún día, Renato? (Renato se arregla la ropa) ¿Por qué no me
hablai? Tai enojao conmigo… Tenís toa la razón. En libertá estái de irte, Renato,
como si no hubiera pasao ná. (Mirada furiosa de Renato) Ahora sabís como son las
cosas y no te puedo engañar.
Renato: ¿Y pa esto me dejaste botao, hace veinte años? ¿Pa venirte a este
pueublucho y dedicarte a esto?
Renato: ¡Claro que sí! ¿Y pa qué? Pa terminar en esto, peor que basura.
Rebeca: (Exaltándose poco a poco) Paré que tenís mala memoria o que no quierís
acordarte. Me jui por que te queríai csar con otra. Claro, yo estaba güena como
amiga, no más, no pa mujer. Tener su casa, sus chiquillos, y yo fondía en otro lao,
esperando que al caballero se le frunciera irme a ver, una vez a la semana. ¡Seguro
que te iba a estar aguantando! Malo ratos hei pasao, rascándomelas con mis uñas,
por culpa tuya, así que no tenís ná que echarme en cara.
Renato: ¿Y preferiste esto a estar conmigo? ¿Qué no te daba too lo que me pedíai?
Cualquiera otra se habría dao con una piedra en el pecho.
Rebeca: Más que tú me querían, por si querís saberlo. Y más de una vez a la semana
venían a verme. Gente alegre y de una cara.
Rebeca: ¡Peores y mejores! Pero toos: pan, pan, vino, vino. Ni uno pechoño y
colijuno como vos.
Rebeca: Claro, por que siempre juiste doble, como güen beato.
Renato: A ver, a ver, eso si que no se la aguanto, ¿Cuándo te dije algo que no fuera
cierto?
Renato: (Se turba, silencio) Era cierto. Hasta una casa te había comprao. Mejor que
ésta.
Rebeca: No te creo.
Rebeca: Pero muerto´e vergüenza de estar en una casa ´e mala fama, y tratandome
pior que a un perro. Y una, la güena lesa, ¡hay que ver! Acordándose de él a cada
rato.
Renato: ¿Sí? (Le toma la mano y le mira la muñeca en la que doña Rebeca tiene una
pulsera)… Tenís la pulsera toavía.
Renato: No, si es verdá. Pero no sacamos ná con pelear. Ahora no nos vamos a
separar.
Rebeca: Así es. Tenimos que olvidarnos de too y empezar de nuevo. Como que nos
juéramos conociendo.
SEGUNDO CUADRO
El mismo decorado del primer cuadro del primer acto. Entra Graciano, cargado de
canastos y seguido por Yola.
Graciano: (Deteniéndose y mirando hacia atrás) Chitas, esta añora ya se nos queó
atrás de nuevo (Grita) ¡Apúrenle, añora!
Yola: ¡No seai irreverente con tu maire! ¡Que no veís que viene cargá?
Graciano: Si no es la carga lo que la sujeta, son las ganas de volverse al pueulo pa
encontrar marío. Capacito que le dé la india y se los degüelva, ¡Iñoraaaa, apúrele!
Yola: (Se decide a dejar su maleta en el suelo) Ni se divisa. Mejor que se devolviera,
digo yo.
Graciano: ¿Tú creís? (Entra Gilberto, que trae varios canastos, detrás de él entra
Chepa con un niño de meses en brazos)
Yola: ¿Y la Isaura?
Yola: ¡La lesa´e la Isaura, como viene al trote! ¡Que no le dije! Pero no hizo caso.
Isaura: Espérate que se me salió un zapato. ¿Vis? Es que dai los trancos muy largos.
Por cada uno que dai, yo tengo que dar dos. ¡Oye, aguaita el volcán! Medio colorao
lo veo.
Isaura: ¡Se le ocurre, m´hijito! ¡Los iríamos los dos corriendo pa abajo, pa
salvarnos!
Isaura: ¡Ay, mis deítos! ¿Ve, m´hijito? Pa qué me acoro´e los zapatos. Ayayay,
sentémolo un ratito, que ya no siento los pieses.
Isaura: ¡Hay que ver que me aprietan! (Se saca el otro zapato y se sienta,
suspirando de alivio) Aaaaaahhhhh.
Isaura: Eso lo dijo la Yola. Yo dije que lo iba a seguir hasta la otra vida, no más.
Isaura: (Se mira los pies) A pata pelá, como cuando era chica (Sonríe) Güeno, si
usté lo hizo es que es pa mejor. Ahora vamos a alcanzarlos y a pasarlos. Vamo a ser
los primeros en llegar arriba, vai a ver. (Entra doña Nicolasa con un enorme atado
de calas) ¿Quiere que le ayude con las flores, suegra?
Nicolasa: Eso sí. Y después me podrís decir agüela, que eso es lo que quiero ser de
ahora en aelante, la agüela Nicolasa, ¿entendío?
Isaura: Sí mamá.
Nicolasa: ¡Y en qu´estan?
Nicolás: Ya nos vamos yendo. (Isaura se sube al apa de Nicolás y salen. Desde fuera
grita Nicolás) ¡Con almuerzo hecho la esperaremos en elaserraero, añora.
Nicolasa: Añora… añora (De repente se ríe sola suavemente) Como te ´staris riendo
de mí, Abelino, que en esta zalagarda ´e casorios me hei quedao mirando. Será que
a caa chancho le toca su San Martín, y yo ya te tuve a vos. Pior es mascar lauchas…
Orgulloso ´e tus hijos tenís que estar, Abelino, que se han portao como te habríai
portao vos… ¿Qué las niñas han tenío sus amores? … (Se encoge de hombros) Yo
también los tuve, y aperraos. Pero cuando te encontré… ¿Te acordai, Abelino? Too
se golvio pura risa…. Es bueno volverse pa´arriba otra vez, aunque sea sola (Mira
hacia el pueblo) Triste ha ´e ser la vida en los pueblos, cuando la gente es tan re
complicá y enreosa. Cosa que se dice la toman pal otro lao. Lo qu´es losotros
siempre jue pan, pan, vino, vino. Por eso será que no te hei orvidao… pa que veai,
yo ni me acuerdo quien jue el paire ´el Nicolás, pero de vos me acuerdo, Abelino,
que aunque nunca los casamos por las leyes, tamos tan requetecontra casaos, ¡que
ni abajo ´e la tierra te hei de dejar tranquilo, veris! (Suspira) ¡Te llevo el atao ´e
calas más grande que se ha visto por estos laos! No te podís quejar, Abelino, tu
vieja se acuerda ´e vos, ¡no te podís quejar! (Sale)
FIN