Buenaventura, Enrique - La Corista
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La Corista
I
(Al fondo una “pared” transparente de modo que lo que ocurra “detrás” se ve un poco
borroso, un poco en silueta. En la parte delantera están Ana Petrovna y su marido, Nikolai
Petrovich. En la trasera Aglae, la hija del matrimonio, midiéndose vestidos)
OLGA: ¡Mucho despilfarro! ¡Quieren vivir como príncipes sin pagar los
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gastos! Esas dos copas valen por lo menos cien kopecs y a mí, María
Ivánovna, me debe tres meses de sueldo. ¡Pero es una gran artista! A
veces me da boletas para ir a verla en el teatro o en el cabaret. La
gente se engaña mucho sobre las vidas de los artistas. Se cree que
ganan rublos a montones y no es que no ganen, ganan, pero lo que
ganan lo tiran. No tienen sentido de la economía. Mis amigas me
dicen: debes ser muy feliz trabajando para María Ivánovna. Allí se
debe vivir en fiesta todos los días y no faltan las fiestas pero no son
alegres. A veces salen a relucir cuchillos y pistolas. Y hasta muertos.
Pero se dice: Murió del corazón, fue solamente un infarto.
MARÍA: (En la puerta del fondo) Olenka...
OLGA: Sí señora.
MARÍA: Estás representando otra vez. (A Nikolai) Es como si tuviera siempre
un público frente a ella.
NIKOLAI: Vístete. Vamos a pasear.
MARÍA: Hace demasiado calor. Hacía años no teníamos un verano así. (Se ve
a Ana Petrovna a un costado. Toca la campanilla)
OLGA: ¿Quién puede ser? (Limpia, arregla todo) No me explico quién
puede venir hoy, a esta hora.
MARÍA: ¿Quién es?
OLGA: No sé, voy a ver.
ANA: Vas a tener una sorpresa, María Ivánovna... (Toca otra vez la
campanilla)
OLGA: Un poco de paciencia, por favor. Ya voy. (Arregla rápido)
MARÍA: Quién diablos puede ser. No me gusta nada una visita así.
NIKOLAI: (Que ha comenzado a vestirse) Alguna amiga tuya, o el cartero... o
qué sé yo.
MARÍA: Me da mala espina. (Suena otra vez la campanilla) ¡Por Dios, Olga,
mira quién es!
OLGA: Ya voy, ya voy... (Llega al lado de escena y se encuentra con Ana
Petrovna) Bue... buenas tardes, señora.
ANA: Soy una amiga de María Ivánovna.
OLGA: Una amiga... sí, sí, claro... ¿Tiene la bondad de esperar un minuto?
Voy a ver si está. (Va a la puerta del fondo donde María le dice que
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MARÍA: Es que... No está. No hay aquí ningún marido. No está aquí el marido
de nadie. ¿Entiende?
ANA: No. No entiendo. Yo soy una señora decente que viene aquí con toda
la cortesía y los buenos modales de su clase a preguntar por alguien
que viene aquí, que mantiene una relación con usted y usted me
recibe con una piedra en los dientes.
ANA: Qué siente, qué siente usted. Qué puede sentir una persona como
usted...
ANA: Sí, por usted y por él. Por ambos. Por la relación que mantienen.
¡Relación! ¿Cómo se puede llamar eso? ¿Mantiene usted relación
con alguien?
explicárselo?
MARÍA: ¿Y por qué tengo que explicármelo yo?
ANA: Porque es aquí, con usted, donde ha dilapidado mi dinero.
MARÍA: ¿Aquí? ¿Conmigo? ¿Qué me ha dado a mí Nikolai Petróvich
Kolpákov?
ANA: Joyas.
MARÍA: ¿Joyas? ¿Joyas Nikolai a mí? ¿Cuándo?
ANA: Mire. María Ivánovna, si yo logro reunir mil rublos lo dejarán
tranquilo.
MARÍA: ¡Mil rublos!
ANA: Sí. Deposito mil rublos y no sale a flote el desfalco. Es como si no
hubiera pasado nada.
MARÍA: ¿Y yo qué tengo que ver...?
ANA: Necesitamos reunir mil rublos, María Ivánovna.
MARÍA: ¿Necesitamos?
ANA: Sí, para que él se salve. Tiene una mujer, tiene una hija, tiene un
nombre, una reputación, su hija está comprometida con el hijo de
Estepán Estepánovich...
MARÍA: Y... ¿qué me pide usted?
ANA: Las joyas que él le dio.
MARÍA: El no me dio jamás joya ninguna.
ANA: Píenselo bien, María Ivánovna. Suponga que se llevan a Nikolai a la
cárcel... Yo quedo en la ruina, mi hija en la picota pero usted queda
en el fango... Nadie podrá comprobarle nada. La justicia no podrá
señalarla con la espada, pero todo el mundo sabrá que la ruina
material y sobre todo la ruina moral de Nikolai Petró-vich Kolpákov
nació aquí y quizá la de otros próceres de la casta bancaria... He oído
rumores sobre Iván Ni-kolaiévich Pulkrov.
MARÍA: ¿Iván Nikolaiévich?
ANA: Sí, sí... Lo tienen entre ceja y ceja... Caerá pronto. ¿A dónde irá a
parar usted, María Ivánovna?
MARÍA: ¿Qué es lo que usted quiere?
ANA: Salvar a mi marido. Iván Nikolaiévich se salva solo. Está podrido en
plata pero Nikolai... Nikolai no tiene sobre qué caerse muerto.
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