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Resumen Cine

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Caracas, 5 de mayo del 2022

Resumen Libro “Cine análisis y estética”

En la historia del cine hay dos hechos importantes, el primero esta


relacionado con el cine como resultado un Desarrollo tecnico, cientifico de finales
del siglo XX, consecuencia de una invención en el dominio de la técnica y no la
prolongación de un arte preexistente. El Segundo, es primero metafórico y
después estético. Estos dos comienzos se necesitan y complementan.

El más antiguo antecedente se situa en la caverna de Platón. Esta es una


fábula o una metáfora de la vida.
Los primeros años del cine: el 27 de diciembre de 1895, fu eel dia en el que nació
el cine. Convertir en exhibición pública un invento que era únicamente de carácter
técnico, pero curiosamente presentado en el ámbito de la sociedad artística
francesa.
Los hermanos Lumière no eran artistas; eran inventores científicos y
técnicos que habían heredado el trabajo sobre la película de celuloide impregnada
con nitrato de plata, era sólo una parte del proceso; La otra estaba constituida por
el aparato de tomar imágenes y reproducirlas. Un aparato que en su época
primera integraba, dentro de un mismo mecanismo, la cámara toma vistas y el
proyector de luz. Este era un experimento técnico y científico privado, pero muy
pronto fue llevado a la categoría de espectáculo.
En el origen del cine se trata de la presencia, en aquella sesión inaugural de
los hermanos Lumière, de un hombre del espectáculo, él si un artista, que iba a
marcar un nuevo rumbo para el desarrollo del reciente invento. Allí entre la curiosa
y asombrada concurrencia estaba Georges Méliès.
Lumière y méliès
son breves películas que muestran imágenes en movimiento, con ellas inicia la
historia del cine, estas corresponden a hechos cotidianos absolutamente
ordinarios. Las películas fueron registradas por la cámara primitiva de los
hermanos Lumière. Cuentan con menos de veinte segundos de duración. Sus
títulos eran: La salida de los obreros de la fábrica y Llegada del tren a la estación
de la Citat. Pródigos han sido los historiadores y cronistas al describir esta noche,
que ya es parte de la leyenda del cine: Allí se relata cómo el público reaccionó
ante el portento que significaba ver lo cotidiano, cómo discurría la realidad misma
con su movimiento peculiar sobre una superficie de tela. Eran las imágenes
mismas de la realidad, pero convertidas en un extraño mundo gris, semejante el
mundo real pero bañado por irreales luces crepusculares.
En una de aquellas, narran la conmoción sufrida por el público cuando el
tren se acerca hacia y parece no detener su marcha; Confundidos y atónitos, estos
espectadores, sobre todo los de primera fila, se echaron de lado para no ser
arrollados por la furiosa locomotora. Con ello se quiere decir que la novedad del
realismo nunca había llegado tan lejos.
En esa época, Thomas Alba Edison, en los estados unidos registraba
imágenes en movimiento, como un experimento de laboratorio. La semejanza con
la imágenes de los franceses, es que Edison fotografió episodios breves de
espectáculos públicos popularees en ferias, como peleas e boxeo. En un análisis
comparativo entre las caracteristicas de las imágenes de los franceses y el
norteamericano, se hace evidente la semejanza del aparato técnico y las
diferencias en la cultura, gusto, educación. Las imágenes nosteamericanas son
toscas, primarias, inmediatas, descuidadas y ordinarias, la de los hermanos
Lumiere parecen meditadas, están compuestas según principios pictóricos y son
equilibradas, hay un juego de luces y sombras, armonía en el movimiento, trazos
en líneas diagonales ordenadas.
Esto es a consecuencia del origen de los hermanos Lumiere, que son de
una burguesía acomodada, vistan museos y galerias de arte; tienen conocimiento
y formación en la lectura de la grnades novelas europeas. Edison por otro lado
pertenece a una sociedad naciente, mercantil y rudimentaria en sus expresiones.
Georges Méliès dará al nuevo invento, lo que será, un giro prodigioso, al sacarlo
de la calle y llevarlo dentro del teatro y convertirlo en espectáculo: Introduce la
cámara en un espacio interior, el teatro, sustituyendo con ella la mirada del
espectador y organiza la representación escénica, para la cámara. Sus primeras
puestas en escena están trabajadas con principios básicos y elementales, pero
luego introduce en el cine una suma de procedimientos, técnicos y artísticos, por
medio de los cuales las películas, en un futuro, se van a articular en función de
una narración, que estará dotada de signi- ficados. La siguiente reseña es un
fragmento publicado por mí en el catálogo impreso por la Embajada de Francia en
Colombia con motivo de la presentación de la muestra de películas de Georges
Méliès presentada en Bogotá en 2005.
Méliès da comienzo a un procedimiento desconocido en arte
cinematográfico: lo que hoy se llama“efectos especiales”. Del exterior de los
Lumière –de la calle, de la plaza pública– se ha pasado al interior, al teatro. La
cámara ahora ocupa el lugar del especta- dor situado frente a la escena teatral.
Así con Méliès aparece en el cine la noción de personaje y con ella la del actor.
También es el quien hace necesaria la presencia de la escenografía en el cine que
da vida al estudio cinematográfico en donde se encuentran el taller fotográfico con
la escena tea- tral. Con Méliès surge la figura del director de cine como replica del
director escénico y reintroduce en el argumento los principios básicos de la
dramaturgia aristotélica.
Crea la noción de género cinematográfico con la realización en 190, de El
viaje a la Luna, basada en la novela de Julio Verne, y así introduce el método de la
adaptación de la literatura al cine. Y aunque no inventa una serie de nuevos
procedimientos propios del lenguaje cinematográfico, los intuye y enuncia sus
conceptos. Advierte la necesidad de los distintos planos, por ejemplo, la necesidad
del primer plano, cuando al magnificar por“arte de magia”objetos pequeños nos los
muestra con una dimensión que puede llegar a ocupar el 80% del tamaño de la
pantalla.

Ilusionista, prestidigitador, mago y actor; hombre de teatro y hombre de mundo;


artista del espectáculo, productor, guionista y director; experto en trucos y efectos
visuales; camarógrafo, luminotécnico y protagonista de todas sus películas;
maquillador, arquitecto, escenógrafo y editor; distribuidor de las cintas que
produce y el mismo exporta, Georges Méliès fue en la historia del cine, como
ningún otro artista lo fue, el que lo sabia todo acerca de su oficio. Ese saber, y en
esto reside su especial talento, lo expresaba en la mas encantadora de las formas.
Pero aún así, si en cada una de sus películas lleva al espectador a un buen
momento de diversión y asombro, no por ello puede ignorarse el otro sentido, el
segundo sentido de sus breves relatos. Siempre habrá en cada episodio narrado
un subtexto, una preocupación de fondo, una segunda lectura, más social, mas
profunda, si se quiere. Podemos quedarnos con la primera, con la simple
anécdota, con la deliciosa ingenuidad aparente de sus ficciones. Y aunque esto
baste para que nos gusten las películas de Méliès, es la segunda lectura lo que
hace que su cine nos guste para siempre.
Ilusionista, prestidigitador, mago y actor; hombre de teatro y hombre de mundo;
artista del espectáculo, productor, guionista y director; experto en trucos y efectos
visuales; camarógrafo, luminotécnico y protagonista de todas sus películas;
maquillador, arquitecto, escenógrafo y editor; distribuidor de las cintas que
produce y el mismo exporta, Georges Méliès fue en la historia del cine, como
ningún otro artista lo fue, el que lo sabia todo acerca de su oficio. Ese saber, y en
esto reside su especial talento, lo expresaba en la mas encantadora de las formas.
Pero aún así, si en cada una de sus películas lleva al espectador a un buen
momento de diversión y asombro, no por ello puede ignorarse el otro sentido, el
segundo sentido de sus breves relatos. Siempre habrá en cada episodio narrado
un subtexto, una preocupación de fondo, una segunda lectura, más social, mas
profunda, si se quiere. Podemos quedarnos con la primera, con la simple
anécdota, con la deliciosa ingenuidad aparente de sus ficciones. Y aunque esto
baste para que nos gusten las películas de Méliès, es la segunda lectura lo que
hace que su cine nos guste para siempre.
Ilusionista, prestidigitador, mago y actor; hombre de teatro y hombre de mundo;
artista del espectáculo, productor, guionista y director; experto en trucos y efectos
visuales; camarógrafo, luminotécnico y protagonista de todas sus películas;
maquillador, arquitecto, escenógrafo y editor; distribuidor de las cintas que
produce y el mismo exporta, Georges Méliès fue en la historia del cine, como
ningún otro artista lo fue, el que lo sabia todo acerca de su oficio. Ese saber, y en
esto reside su especial talento, lo expresaba en la mas encantadora de las formas.
Pero aún así, si en cada una de sus películas lleva al espectador a un buen
momento de diversión y asombro, no por ello puede ignorarse el otro sentido, el
segundo sentido de sus breves relatos. Siempre habrá en cada episodio narrado
un subtexto, una preocupación de fondo, una segunda lectura, más social, mas
profunda, si se quiere. Podemos quedarnos con la primera, con la simple
anécdota, con la deliciosa ingenuidad aparente de sus ficciones. Y aunque esto
baste para que nos gusten las películas de Méliès, es la segunda lectura lo que
hace que su cine nos guste para siempre.
Ilusionista, prestidigitador, mago y actor; hombre de teatro y hombre de mundo;
artista del espectáculo, productor, guionista y director; experto en trucos y efectos
visuales; camarógrafo, luminotécnico y protagonista de todas sus películas;
maquillador, arquitecto, escenógrafo y editor; distribuidor de las cintas que
produce y el mismo exporta, Georges Méliès fue en la historia del cine, como
ningún otro artista lo fue, el que lo sabia todo acerca de su oficio. Ese saber, y en
esto reside su especial talento, lo expresaba en la mas encantadora de las formas.
Pero aún así, si en cada una de sus películas lleva al espectador a un buen
momento de diversión y asombro, no por ello puede ignorarse el otro sentido, el
segundo sentido de sus breves relatos. Siempre habrá en cada episodio narrado
un subtexto, una preocupación de fondo, una segunda lectura, más social, mas
profunda, si se quiere. Podemos quedarnos con la primera, con la simple
anécdota, con la deliciosa ingenuidad aparente de sus ficciones. Y aunque esto
baste para que nos gusten las películas de Méliès, es la segunda lectura lo que
hace que su cine nos guste para siempre.

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