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C Michel Maffesoli Anomia y Tragedia en

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compendio de subversión posmoderna

- - - - - -- - - -
4 Biblioteca
la E".2

~I I~ I ~ 111111111
LA TAJADA DEL DIABLO
Compendio de subversión posmoderna

por

MICHEL MAFFESOLI

siglo
veintiuno
editores
siglo xxi editol'es, s.a. de c.v.
CERRO DEL AGUA 248, DELEGACiÓN COYOACÁN, 04310, MÉXICO, D.F.

siglo xxi editores argentina, s.a.


TUCUMÁN 1621,7 N, Cl0S0AAG, BUENOS AIRES, ARGENTINA

061492

ponada de ¡\,onne murillo

primera edición en español, 2005


© siglo xxi edilores, s.a. de c.\'.
isbll 968-23-2584-6

pri mera edición en francés, 2002


© Oallllllarion, parís
tílulo original: La parl du diabLeo précis de subversion poslrnoderne

derechos re en'ados conforme a la ley


impreso}' hecho en méxico/primed and lIlade in mex.ico
Para Raphaelle que sabe bien,
que lo que no mata fortalece.
ANOMlA YTRAGEDlA EN EL MUNDO HISPANO
Prefacio a la presente edición

Yera el demonio de mi sueño, el ángel


más hermoso. Brillaban
como aceros los ojos victoriosos,
y las sangrientas llamas
de su antorcha alumbraron
la honda cripta del alma.
ANTONIO MACHADO

Desde mis ojos insomnes


mi muerte me esLá acechando,
me acecha, sí, me enamora
con su ojo lánguido.
¡Anda, putilla del rubor helado,
anda, vámonos al diablo!
JOSÉ GOROSTIZA

IMAGINARlO, DANZAS Y DIABLOS

En la Costa Chica, en el municipio montañoso de Chichihualco,


Guerrero, en México, los diablos no caminan ni se desplazan confor-
me a los modos establecidos, ellos brincan, corren)' caminan en
forma particular, balanceando el cuerpo para ambos lados dejando
que sus brazos se muevan con cierto rilmo señorial. Durante la céle-
bre danza son adornados con crines de caballo, colmillos de cerdo,
ojos de espejo)' puntiagudos cuernos de loro, transformándolos así
en figuras imponentes y respetables. En Oaxaca, en la zona chilene-
ra, en la región de María Chicometepec, municipio de Santa María
HuazololÍLlán, conformada por un 85% de raza negra, los jóvenes y
niños también bailan la llamada Danza de los Diablos. En Jalisco,
durante las ferias de máscaras, las más representativas de la zona son
las de los Diablos de CajititIán, utilizadas anlai10 en las danzas de la
Conquista o en la de los Marqueses por Hernán Corlés, mismas que
ahora son evocadas duranle la danza del Águila Real en las peregri-

[9]
la ANOrvllA YTRACEDlA EN EL MUNDO HISPANO

naciones de Zapopan, así como en las de la danza de los Mecos o


Apaches en los Altos de Jalisco, la de los Tatachines (danza prehispá-
nica bélica y ritual del norte deJalisco) y las más conocidas utilizadas
en la danza de los Tastoanes (Santa Cruz de las Huertas, donde se
represen ta a San tiago apóstol defendiendo a Tonalá). Estas danzas
-formas trágicas antiguas de culto-, aún practicadas en la actuali-
dad no son más que indicios de la resistencia del imaginario arcaico
(en el sentido de primero y fundamental) que ha existido a lo largo
de la historia moderna de México. El carnaval de los nahuas de
Chicontepec, cuya figura central es Tlacatecólotl, "el hombre-búho",
pervive en la actualidad como parte de este imaginario colectivo que
a pesar de los avatares históricos no deja de transmitirse. Más aún, no
falta cada sábado de gloria la celebración de la fiesta de san Judas,
quemando diablitos por doquier a lo largo de las regiones rurales y
urbanas. Se trata de festividades rituales que se identifican con el dia-
blo del catolicismo y con asociaciones y reinterpretaciones de anti-
guas deidades autóctonas. Todo ello no muestra más que la perenne
existencia del conflicto y la tensión que yacen de manera permanen-
te en la conformación de las culturas.
Esta dinámica no es privativa de una sola región, pues en todo el
sur del continente americano la existencia de imágenes relacionadas
con el diablo y la festividad son frecuentes. En Perú el Son de los
Diablos reivindica y difunde cada año la ancestral cultura popular
negra del país. Se trata de una danza que existe desde la antigüedad,
tanto en el teatro litúrgico medieval, en las celebraciones del Corpus
Christi en Europa, como en antiquísimos ritos africanos. El Son de los
Diablos tiene su equivalente en los lambayecanos diabólicos de
Túcume, en los liberteños diablos de Huamachuco, en los diablos
cusqueños, en los "saqra" de Paucartambo, en la diablada de Puno y
en otras danzas tanto en Perú como en casi toda Latinoamérica;
todas ellas presentan figuras deformes engendrando genios del mal.
Ha sido paradójico que precisamente a través de imaginerías malé-
volas transfiguradas los colonizadores españoles encontraron inspi-
ración para catequizar a las poblaciones negras e indias de América,
hoy símbolos de reivindicación cultural.
En el centro-norte de Venezuela y en diversas comunidades de la
región central se celebra la festividad del Corpus Christi con danzas
en las que participan personajes enmascarados conocidos como los
Diablos Danzantes. Esta celebración popular es conocida a través del
ritual mágico-religioso que se celebra desde el siglo XVIII en San
ANOMIA YTRAGEOIA EN EL IU DO HISPANO 11

Francisco de Vare, estado de Miranda, representando la lucha del


bien y del mal; el bien por el pájaro llamado cucamba y el mal por el
diablo. Todos estos diablos danzantes conforman una hermandad,
cimentada en el sentimiento de pertenencia a una imagen común y
en una comunalización social. La manifestación de los Diablos
Danzantes de Corpus Christi es un indicio de la integración histórica
que siempre ha existido en América Latina a u-avés de las configura-
ciones culturales, pues en ellas los diferentes grupos contribuyen a la
con titución de un núcleo cultural que generalmente vincula lo
popular tradicional al imaginario histórico. Indígenas, morenos
libres y esclavos, los bárbaros, como se solía decir, han podido preci-
samente conformar un estarjuntos anu-opológico en las fiestas, en
los rituales, en el ritmo de la vida que representan las danzas religio-
sas. Asimi mo, por lo general las fie tas de diablos conllevan un sím-
bolo OJiginal y auténtico de la u-adición oral en América Latina. na
vez más enconu-amos formas de transmisión alternas a las estableci-
das y solamente permitidas durante la conquista o reservadas a una
élite, como era la cultura escrita. Las danzas precisamente han per-
mitido hacer el enlace enU-e comunicación y símbolos colectivos de
representación social. Son el reflejo de la realidad histórica de cada
una de las comunidades donde se manifiestan.] Frente a la cultura
escrita, concreta y abstracta deljudeocristianismo las danzas reivindi-
can la cultura oral, la expresión ideográfica, el formismo pictural de
las antiguas formas de socialización.
En Panamá y Bolivia, por ejemplo, entre las principales danzas que
se practican tenemos la del Gran Diablo, que manifiesta la lucha de
ultratumba entre el bien y el mal, representados en las figuras del
arcángel san Miguel y el Diablo. Diablos sucios y Diablos de espejos,
entre otros, conforman la variedad de danzas en este país que sur-
gieron como una forma de burla de los esclavos negros hacia u
amos los blancos españoles. El diablo simboliza por lo tanto a su ver-
dugo occidental. En Bolivia la Diablada refleja el sincretismo religio-
so a través de formas suntuosas, coloridas y exuberantes que han ido
ganando popularidad a lo largo del tiempo y hasta hoy la bailan en
muchas ciudades bolivianas, como en el barrio de Chijini de la ciu-
dad de La Paz.

I Diablos dam.anles de Venezuela, Caracas, I AF, Fundación La Salle, ca AC, 1982.


12 ANOMlA YTRAGEDlA EN EL MUNDO HISPANO

La existencia de estos diablos es una reminiscencia de los sacra-


mentos y otras antiguas representaciones alegóricas de los misterios
de la religión católica. Estos diablos también tienen presencia en
Chile y acompañan a grupos de danzantes en los sant.uarios del ext.re-
010 norte del país. A decir de Orest.e Plat.h, la exist.encia del diablo
está en el leyendario chileno en forma copiosa y sus fechorías son
bien conocidas, pues se sabe que es un caballero que vist.e siempre de
negro y que se destaca por su chist.era y su dient.e de oro. Cuando
monta a caballo, no calza más que una espuela, por lo que se cree
que es él quien conforma los remolinos de viento, a los que suele lIa-
márseles diablitos. Así, en Chile, el pueblo está identificado con el dia-
blo, es un amigo cordial con quien depart.e y que hace diabluras, pero
de quien hay que cuidarse para no dejarse engañar con sus astucias.
Todo est.e panorama de ejemplos culturales no pretende sola-
mente realizar una estatografía de las manifestaciones culturales en
América Latina vinculadas a la imagen del diablo, sino también acen-
tuar el hecho de que si bien dicha imagen no existía en tiempos pre-
colombinos ha sido reapropiada en su mayoría por la población local
imprimiéndole características duales, haciendo ambivalente la ima-
gen del bien y del mal y presentándola como parle integral de la vida.
El diablo ha sido efectivamente el refugio en las danzas tradicionales
para represen lar la percepción trágica de la vida. A t.ravés de dichas
manifest.aciones han convivido y pervivido dos percepciones antagó-
nicas de la exist.encia que en la actualidad conforman la complejidad
posmoderna de la dinámica social en Latinoamérica.
o es coincidencia que en toda la región se practiquen aún bailes
que de manera clandest.ina se llevaban a cabo en la época de la con-
quista, pues ellos fungen en cierto sentido como anamnesis de una
historia colectiva vivida, de un enraizamiento con lo arcaico que se
empecina en no desaparecer. Precisamente en estas danzas es donde
se puede obsen'ar la otra parte identitaría de América Latina, y que
como doble no es más que complemento de lo que es y está. En las
danzas, principalmente en la de los Diablos es perceptible precisa-
mente la parte oscura, la parte prohibida que de una manera ríuni-
ca, estética o festiva homeopatiza la dualidad de la vida. Ellas nos
muesu-an que desde siempre ha habido formas de expresión antagó-
nicas a las establecidas, y que constantement.e ha habido una mane-
ra de arreglárselas para hacer resurgir otras formas de percibir e
interpretar el mundo, alterno al que de manera forzada o implícita
se ha instaurado.
ANOMIA YTRAGEDIA EN EL MUNDO HISPANO 13
Los rituales dancísticos tienen la virtud o la virtualidad de hacer
visible lo invisible o lo que de manera instituida está prohibido mos-
trar. En ellos se percibe por lo tanto la diversidad de aportes cultura-
les que se van integrando a lo largo de un proceso histórico y que
muestran la capacidad de transfiguración y creación de las comuni-
dades que van reinterpretando, reactualizando y adaptando su entor-
no a la existencia presente en las condiciones actuales de sus pobla-
ciones. 2 Anamnesis se ha dicho, pero de igual manera catarsis y
terapia colectiva para los momentos más críticos de la historia, pues
todo festejo contiene en su dinámica sus fugas, sus escapes, sus implo-
siones. Se trata pues de una dinámica de consumo, pero no en el sen-
tido economicista del término, sino en el sentido químico de consu-
mación-combustión. Es por consiguiente el motor y desgaste del
proceso histórico de las identidades colectivas. Este proceso de con-
sumación esta ligado a la búsqueda de fuerzas mágicas, a la realiza-
ción de sue1'íos grupales o individuales, a la comunicación con fuer-
zas ocultas (propiciar lluvia, la buena caza, el triunfo en la guerra, la
fertilidad, dar la bienvenida a los recién nacidos y despedir a los
muertos), así como a la elaboración de una interpretación de la
memoria colectiva vinculada con lógicas premonitorias; todo ello se
encuentra de manera importante en la efervescencia colectiva pro-
vocada por la danza. Lo anterior no es anodino en absoluto si se
recuerda la deslegitimación de las lógicas mágicas autóctonas impul-
sadas por las instituciones cristianas durante la colonia y en ou-os
sitios de la modernidad, es decir, no se trata más que de un desdén
de otros saberes y formas de socialización y producción de sociedad.
De esta manera observar los bailes y danzas rituales, principalmente
los asociados con el diablo, nos ayuda a en tender las lógicas de resis-
tencia informales que se han llevado a cabo a lo largo del imperialis-
mo, sea éste colonial, industrial o neoliberal.
El diablo en el mundo hispano tiene tantas acepciones como
herencias culturales: Luzbel, Chamuco, Catrino, Satán, Diábolon,
Abraxas, Belcebú ... En los pueblos de América, el diablo es conoci-
do con diversos nombres: en Venezuela es el Sucio, en Puerto Rico lo
llaman Juan Calulú y la gente de color Cachica. En Perú, Cachano,
Carrampempe, Cornudo, Maldito, Maligno, Patón, Rabudo, Uñas

2 Bárbara Brandli y Guillermo Dávila, .. .Así con las monos, Caracas, Fundación

Neumann, 1979.
14 aMIA YTRAGEDIA EN EL MU. 00 HISPANO

Largas, Tunante. En Bolivia entre los muchos nombres que tiene en


español figura el de Hombre de Fuego, y en aymará y quechua, el de
Supay o Supaya. En Uruguay es Mandinga (diablo negro) descen-
diente de africanos. En Argentina es conocido por el Malo, Sachoyoj
y. Pequeño Supay. Los indios del Chaco lo llaman Ayacuá; en
Paraguay es Aña o Añanga, Mbá é Poch)' (ser furioso, maligno). En
Bra il, Bicho Preto, Bode, Cafeta, Cao, Capa Verde, Capinha,
Capirote, Coxa, Debo, Droga, Ele, Figura, Fute, Fulrico, Gato Preto,
Maioral, Moleque, Pé-de Pato, Preto, Parco Sujo, Rapaz, Sapucaio,
Tinhoso. Pereira da Costa, ha registrado los nombres de Arrenegado,
Cafure, Cafutinho, Capataz, Demo, Excomulgado, Ferrabrás, Furia,
Inimigo, Maldito, Mofino, Nao-sei-que diga, Tisnado, Sujo y Diacho.
Todas estas diferentes acepciones, tanto como la diversidad de las
danzas y ceremonias dedicadas al diablo, demuestran que la conside-
ración flagrante al mal en América Latina no es una coincidencia, y
más que expresar la parte maldita que hay que superar lejos de la
interpretación culto satánico o atracción por el mal, manifiesta la inte-
gración de éste en las sociedades latinoamericanas como una forma
homeopática de relacionarse con él. El mal no es pues una erradica-
ción sino un complemento de la vida. A este respecto, en el estupen-
do libro de J. Galinier3 observamos cómo los grupos otomíes de
México representan la vida a través de un cuerpo dicotomizado entre
la parte alta, la de Dios, y la parte baja, la del diablo. Es la mitad del
mundo donde se privilegia el aspecto inferior de éste, mismo que es
perceptible en un pensamiento cosmológico que ha sido forjado en
el diálogo tenebroso entre el sexo y la muerte. ¿Podríamos acaso
pensar que e ta cosmología, considerada como barbarie durante
mucho tiempo, hoy toma fuerza en las tribu posmodernas ejercien-
do una atracción inusitada? Y no se trata únicamente de una atrac-
ción a lo étnico-indígena, sino a formas arcaicas (en el sentido pri-
mero y fundamental) de socialización existentes en todas las culturas
y sociedades.
Ya desde la época de la Colonia, la célebre Ciudad de Dios de san
gustín regía la política cri Liana en el uevo Mundo y servía de
parámeu·o para condenar, aniquilar y sojuzgar a las culturas paganas,
demonizadas en u haber y hacer, en su manera de percibir e inter-

g Jacques Galinier, La milad del mundo, cuerpo y cosmos en los ?iluaies olomíes, presen-

lación de López Auslin, México. U MI, CEMCA, INI, 1990.


ANOMIA YTRAGEDIA EN EL MUNDO HlSPANO 15
pretar el mundo, en suma, en su forma de vivir cotidianamente el
mundo social. Todo ello con el fin de justificar el establecimiento del
bien a través de la violencia totalitmia. Este proceso ha sido recurren-
te, desde la satanización de las deidades mesoamericanas4 hasta la
condenación de formas alternativas de supervivencia. En este senti-
do, podemos decir que si las danzas de diablos representaban antaño
una ritualidad informal de resistencia, sobrevivencia y modos de vivir
hoy existen también bajo la misma imposición secular estrategias
informales de supervivencia en la cotidianidad de la vida social. Tal
como las danzas son la piel de donde se extrae la muestra de las pro-
teínas o inmundicias que contrae el animal, las estrategias informales
denotan el diagnóstico de la organicidad social.

ANOMIA y SOCIEDADES TRÁGICAS EN AMtRICA LATINA

Desde un punto de vista sociológico, la existencia del diablo en los


ritos, las expresiones culturales, populares y musicales en América
Latina nos remiten específicamente a dos procesos siempre existen-
tes y a los que hoyes necesario prestar suma atención: la resistencia
informal que presentan los grupos humanos frente a la imposición
de la forma y la homeopatización del mal en la dinámica cotidiana
tanto de la colectividad como de los individuos. Dicho en palabras
metafóricas, el comportamiento anómico y la sensibilidad trágica que
encontramos de manera constante en los grupos humanos.
El uso de la metáfora como herramienta heurística nos permite
comprender el espíritu de nuestro tiempo, de manera que se podría
decir que lo que el diablo representa para el cristianismo lo es la ano-
mia para las formas de socialización. Si bien el diablo se puede ana-
lizar en el cristianismo como la parte oscura, rebelde, fuera de la
forma, provocador, seductor, movible, multiforme, variable, del
dominio de lo esotérico, de lo mágico, de la bnuería y la hechicería,
en suma, de lo pagano, la anomia es la dinámica societal, la parte

'1 Cf. los siempre eruditos y estupendos trabajos sobre la conceptualización del dia-
blo en las sociedades indígenas de Félix Báez. Véase también del mismo autor, "La
satanización de las deidades mesoamericanas (perversiones y fantasías en el imagina-
rio colonial) ", en Rilas y C11!lmcias del nuevo milenio, Una pcrs/Jecliva lra1lScullumL Revista
Académica para el esludio de las 11!ligiones, t. 11I, México, ALER, 2000.
16 ANOMIA YTRAGEDlA EN EL MUNDO f·iI ~ O

informal, el imponderable que se estructura en la maña, el arreglo,


la aSlUcia, en la negociación que empuja al cambio social en los espa-
cios de incertidumbre al producir una diseminación en la estructura
formal, en lo instituido. Como el diablo, el aspecto informal del
comportamiento anómico se localiza de modo general al margen
de una estructura formal yen el intercambio constante entre acto-
res en una diversidad de factores. Estos fenómenos representan en
efecto una porción mayor del funcionamiento de la riqueza social y
política, siendo parte de los procesos de interacción individual sub-
yacentes donde se juegan las relaciones de fuerza y de lucha por el
Poder; es la potencia contra el poder. Lo fenómenos informales, sus-
trato del comportamiento anómico, no son más que la imagen espe-
jo de la estructuras formales que permite a los actores accionar los
amortiguadore o los mecanismos de compensación intrínsecos en
cada sociedad o grupo humano.
De esta manera podemos decir que así como el diablo es el sostén
para Dios la anomia es el fenómeno que permite, justifica y legitima
el establecimiento de reglas y normas, instaura la presencia de las
fuerzas del bien: lIáme eles el Estado y el control que e quiere impo-
ner a través de las instituciones, 'ean éstas políticas, económicas
(socialistas o liberales), de justicia del derecho o de la democracia
occidental, en suma, todo aquello que está vinculado a lo instituido
por la modernidad. Por lo tanto, vale la pena insistir en que lo anó-
mico se respira en el aire del tiempo, aunque no siempre se conoz-
can las raíces de su aroma.
En la sociología clá ica moderna, de Durkheim a Parsons y los con-
temporáneos, con el concepto de anomia se ha pretendido abarcar
toda las desviaciones comportamentales de los individuos y engen-
dradas en la sociedad por grupos y colectividades; es el nombre dado
a todo aquello que tiende a ir a contracorriente con lo conforme-
mente establecido,5 los desvíos de la norma, de la regla, de las supues-
ta "buenas" bases de la sociedad para los seres humanos que son
concomitantes con las llamadas "crisis" sacie tales.
En este sentido los estudios clá icos de Durkheim (La división del
trabajo social y El suicidio), o más aún los postulados parsonianos

5 cr.
las interesantes reflexiones en torno a la anomia en América Latina de Lidia
Girola, Anomia e individualismo. Del diagnóstico de la mademidad de Du,.kheim al pensa-
miento contemporáneo, tesis de doctorado, U AM, l\léxico, Facultad de Ciencia Politicas
y Sociales, 2001.
ANOMIA YTRACEDIA E EL MU DO HISPANO 17
(Eslructum de la acción social) -que planteaban la anomia como un
desajuste respecto del orden social y económico, resultado de una
sensación de confusión y pérdida de orientación respecto de los
medios y fines-, tienen una fuerte relación, desde el punto de vi ta
sociológico, con la concepción moderna del bien y del mal, del
mejor comporlamiento para llevar al mundo al paraíso del progreso,
a la felicidad, y por lo tanto acusan de comportamiento maligno a
todos aquellos que están fuera de la norma, que merecen ser erradi-
cados por el bien de la humanidad. Sin duda esta concepción anó-
mica de los desajustes en los grupos o individuos ha sido la concep-
ción o interpretación negativa de la anomia, que ha justificado los
más impactan tes colonialismos modernos, sean económicos, políti-
cos o culturales. Más aún, no ha faltado quien haya calificado estas for-
mas de comportamiento de "primitivas", bárbaras, análogas a la de
los pueblos originarios y la poblaciones llamadas "autóctonas", y
finalmente al mal que la modernidad debe erradicar.
En América Latina, el advenimiento del pensamiento de la moder-
nidad junto con la interpretación de la sociología clásica llevaron a
desaprobar los comportamientos anómicos, más aún, el ideal del
hombre universal ha llevado a desdeñar la potencia de formas de
actuar diferentes del orden establecido provenientes de una tradi-
ción cultural autóctona, del terruño, de lo popular, al punto de adje-
tivar la torpeza, la falta de "finura", con el vocablo de indio.
Sin embargo es evidente que la actualidad y la historia de la vida
cotidiana se han encargado de mostrar que la percepción y la con-
cepción de un comportamiento anómico no siempre están ligadas al
logro del bien y del progreso. Para dar una imagen ilustrativa habría
que mencionar la situación vivida desde mediados de los años noven-
ta por los países llamados desarrollados (Suecia, Francia, Japón, por
nombrar algunos) con sus elevados índices de suicidios y comparar-
la con la de los países en vías de desarrollo, incluidos los de América
Latina. Si comparamos estos altos índices con los altos niveles de
modernización (elecu-ificación, agua potable, grado de alfabetiza-
ción, autopistas, etc.) encontramos sin duda que existe un lazo e tre-
cho entre los dos fenómenos. Esta concomitancia entre los modos
modernos de vida productiva y los índices de uicidio es fuertemen-
te dependiente de lo que podríamos denominar el "índice de socia-
lidad", definido como el grado de asociación, complicidad, solidari-
dad colectiva, compromisos acordados en un grupo o colectividad
(simbólicos, virtuales o concretos) de manera informal. Para decirlo
18 ANOMlA YTRAGEDlA EN EL MUNDO HISPANO

con términos entrañables a la sociología de lo cotidiano, estamos


hablando de medir el grado del estar-juntos y del sentido de pertenencia
cotidianos que pueda existir. Observamos así que este índice es pre-
cisamente más elevado en los países latinoamericanos o en los países
en vías de desarrollo que en los países que están completamente per-
meados por una lógica de privatización de los sentimientos. En otras
palabras, a mayor índice de suicidio menor el índice de socialidad.
En este sentido podríamos decir que se trata de una socialidad del Sur
que parece precisamente fragmentar los sentimientos de aislamien-
to, el racionalismo a ultranza, el confinamiento pasional o la indivi-
duación -que en ciertas teorías sociológicas se mencionaban para
explicar los comportamientos anómicos (como el suicidio) de los
europeos- generados por los procesos de modernización y raciona-
lización exacerbados. En palabras de Weber, se trata del desencanta-
miento del mundo tan característico en las sociedades modernas
europeas de inicios del siglo xx, y del cual la socialidad del Sur no se
ha preñado del todo.
Esta socialidad que siempre ha pervivido, a veces de manera infor-
mal, subterránea, otras de manera explícita, va siempre a contraco-
rriente con las normas establecidas que pretenden decir y mandar lo
que es universalmente correcto para el conjunto de la sociedad. 6 Es
una forma de convivencia que en la medida de lo posible rodea las
reglas oficiales -impuestas o acordadas- del buen comportamiento y
de las formas de vida. A este respecto siempre serán elocuentes los
comentarios de un Norbert Elias, quien mostró, en su ya clásico libro
sobre las costumbres: la manera en que los estratos aristocráticos de
la sociedad francesa impusieron formas cada vez más complejas en
las buenas maneras de comportarse en sociedad y en la civilización,
esto con el fin de diferenciarse no del pueblo sino de los burgueses
en boga.
Ahora bien, junto con los aspectos "potenciales" de la socialidad
del Sur en los denominados comportamientos anómicos, existe una
actitud temeraria frente a los riesgos de la vida común y corriente,
como la no utilización de cinturones de seguridad, atravesar en
medio de la autopista o la calle, mientras que a cien metros hay puen-

6A este respecto véase mi libro La transfiguración de lo político, la tribalización de la


sociedad, versión de Daniel Gutiérrez MartÍnez, México, Herder editores, 2005.
* La sociedad cortesana, México, FCE, 1982.
ANO~fl y TRAGEDIA EN EL MU DO HISPA O 19
tes para hacerlo, endebles medidas de seguridad en las construccio-
nes, hasta pocas medidas sanitarias en la venta pública de alimentos,
en suma, se trata de una actitud que se resume bien con el adagio
popular de estar siempre al filo de la navaja. Situaciones y dinámicas
que por cierto no dejan de sazonar los capítulos trágicos de las tvno-
velas mexicanas, venezolanas o brasileñas, desplegando subliminal-
mente el principio de que la vida y la muerte están intrínsecamente
ligadas, todo ello perceptible en la cotidianidad de las ciudades de
los países de América Latina. Se trata de riesgos y no de peligros,
pues se presupone que existen mecanismos de prevención y "con-
u·ol" para evitarlos.
Este comportamiento temerario contiene efectos similares a aque-
llos anteriormente enunciados con respecto a los suicidios, puesto
que las muertes por "negligencia o descuido" son tan comunes en las
sociedades latinoamericanas como los suicidios en los "países desa-
rrollados". De esta manera, las muertes por la caída de edilicios en
los terremotos en razón de una mala construcción o por corrupción
en la utilización de los materiales (no siempre adecuados o confor-
mes con las normas de seguridad establecidas), o aun el otorgar auto-
rizaciones de construcción en un suelo poco adecuado, son conco-
mitantes a los suicidios desde las alturas de los edificios. Los
incendios de discotecas por no respetar las consignas de seguridad
en los edificios públicos o privados, son tan comune como el consu-
mo mortal de psicotrópicos en las sociedades "avanzadas". En otras
palabras, en una cotidianidad moderna, por no decir dramática, hay
una búsqueda obsesiva de prever y controlar los riesgos, dando como
contraparte una sociedad aséptica, plena de fastidio, que resulta en
algunos casos en una elevada tasa de suicidios. Por otro lado, en socie-
dades arcaicas, posmodernas o trágicas, la despreocupación de los
riesgos de la vida provoca muertes absurdas, repentinas, sin cohe-
rencia. En todo caso, una y otra dinámicas encuentran una homeos-
tasis entre la vida y la muerte.
Sernejantes actitudes trágicas no dejan de recordarnos la lógica
que prevalece entre las "mafias" de toda calaña, que durante mucho
tiempo han sido la imagen emblemática de los llamados comporta-
mientos anómicos, es decir, el hecho de no respetar las leyes y las
reglas de base de un mundo que se pretende "civilizado, democráti-
co y moderno". La lógica de la mafia vista aquí en su sentido meta-
fórico da cuenta de que bajo estos comportamientos anómicos no
deja de existir un sen tido de pertenencia, pactos solidarios y de
20 ANO~1 YTRACEDIA EN EL MUNDO HISPANO

honor, compromisos sentimentales, estrategias grupales y lealtades


racionalizadas, todo ello superando la racionalidad supuestamente
neutral de los sistemas políticos establecidos. Se podría decir que, tal
y como en las danzas sectarias, rituales o de los diablos, la sociedad se
ha vuelto "un asunto de familias". Y la "mafia en tanto que forma de
organización social" puede ser considerada como el paradigma de tal
apropiación. Paradigma que por ser tan poderoso no se reconoce su
impacto en la vida de todos los días. Todo esto constituye lo que se
ha denominado las "fuerzas imaginales" de la vida en sociedad, es
decir, las fuerzas o realidades inmateriales que obran en lo más pro-
fundo de la vida social y que se emplean de diversas maneras para
modelar los contornos establecidos alrededor de lo instituido.7
En suma, en los ejemplos esbozados podemos identificar dos
esquemas de comportamientos societales bastante evidentes que
cabe calificar metafóricamente como la anomia de las sociedades
dramáticas, para el primer caso, y la anomia de las sociedades trági-
cas para el segundo. De esta manera nos confrontamos con una ecua-
ción esquemáticamente interesante, a saber:
a] alto índice de suicidios+modernización elevada+bajo nivel de
socialidad=anomia dramática
b] alto índice de accidentes por negligencia y falta de previsión+
nivel bajo o medio de modernización+alto nivel de socialidad= ano-
mia trágica.
Estos dos caminos pueden alcanzar un grado importante de com-
plejidad sin que forzosamente se tengan que polarizar de manera
radical entre países latinoamericanos por un lado y países europeos
por el 00-0. Lo que es importante señalar aquí es que se trata de for-
mas de asociación que se encuentran de manera más pronunciada
en un lugar que en otro, es decir, sin que sea menos recurrente un
tipo de lógica en una región que en otra. Todo ello no deja por lo
tanto de contener formas de sociabilidad efímeras, móviles y transi-
torias cono-arias a las predominantes.
Para el caso de América Latina, se trata de una forma de rebelión
intrínseca que siempre ha estado presente en los países del Sur, como
manera de contrarrestar los efectos de la violencia totalitaria, cuyo
principal estandarte fue la colonización del continente. ¿Acaso debe

7 Cf. M. Maffesoli, "La mafia comme métapbore de la socialilé", Cahiers


fnlerrfalionaux de Sociologie, París, PUF, vol. LXXJlJ, 1982.

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ANOMLo\ YTRAGEDIA E EL MUNDO HISPANO 21
la sociología latinoamericana continuar marchando en términos
dualistas, cuyo concepto de anomia fue su punta de lanza para desig-
nar el bien y el mal, el deber ser y los contrastes de la existencia
misma? ¿Qué decir aun de la asociación anomia-sociedad-trágica y
sociedades latinoamericanas?
Efectivamente, el término de anomia se puede analizar desde otro
punto de vista, incluso dentro de la misma sociología europea. Una
referencia precisa de ello es la propuesta de J.-M. Guyau, quien ve en
la anomia, más allá de la desestructuración del cuerpo social, un
medio para reafirmarlo, entendiendo bien que este cuerpo social no
es una entidad abstracta, universal, sino lo contrario, es el pequeño
cuerpo particular que se crea y se vuelve a crear sin cesar a través de
una duplicidad compartida. Es este secreto el que crea, de manera
más cercana, la sociedad. Sociedad concreta que difunde o bien
detiene (de una manera mucho más eficaz que las fuentes oficiales
de información) las maneras de ser, los modos y costumbres de con-
sumo, sin olvidar, por supuesto, las diversas visiones del mundo,
características todas ellas de una época dada. En este sentido se in is-
te en que para comprender bien una época no está de más enfocar
la mirada sobre lo informal y el innegable elhos que éste ecreta. Jean-
Marie Guyau fue un sociólogo que tuvo la mala o buena fortuna de
morir muy joven, pero incluso Durkheim no tuvo problemas en reco-
nocer que de él tomó prestado el término en cuestión. Ahora bien,
dentro de la perspectiva de Guyau, la anomia nunca contuvo un
punto de vista peyorativo y es dentro de esta perspectiva dentro de la
que hay que situar la reflexión, es decir, mirar todo aquello que está
del oU'O lado de la ley, la norma o la moral. Anomia, desde la pers-
pectiva de u etimología, contiene la a privativa, es decir, más allá o a
pesar de la ley. Por lo tanto, es innegable que el término esboza el
hecho de que en todas las sociedades existe siempre una necesidad
de desorden fecundo; es ésta la idea de la violencia fundadora.
Otro sociólogo francés que ha hecho un interesante texto al res-
pecto (1972) esJean Duvignaud, quien mueSlTa que el orden funda-
cional de las diferentes épocas históricas, por ejemplo el Rena-
cimiento, descansa en primera instancia en un desorden. Y es
precisamente esta lógica y dinámica la que es importante subrayar, en
la medida en que muestra claramente, en los diferentes ejemplos
esbozados, que la sociedad europea y occidental es una sociedad obs-
tinada en la búsqueda de la securización, sea ésta social, política, cul-
tural, económica o existencial. En Francia, esta obstinación se ha
f r F~elfOTECA 061~92
~&f. tRNANoO ~ 5 0 R
22 ANOMLA YTRAGEDLA EN EL MUNDO HISPANO

denominado la búsqueda del riesgo cero, y precisamente lo que nos


muestra la imagen de los diablos en todas sus modalidades es que la
securlzación a ultranza, el control exacerbado van siempre a encontrar
su contrario; cuando se quiere securizar en demasía se llega exacta-
mente a lo opuesto. Se trata, pues, de una perspectiva occidentalista
de la existencia humana, es decir, etnocentrista. Nos referimos una
vez más al gran universalismo de la Europa sanagustiniana, que cree
que sus valores pueden ser exportables a todos lados -incluyendo la
dinámica de Estados Unidos-, que en cierto sentido no son más que
la agregación regresiva de los viejos valores europeos.
Se puede hablar así de dos tipos de anomia, sin una connotación
moralista: la trágica y la dramática. Nuestro asunto en este ensayo es
poner énfasis en la primera y en la fuerza que representa en las socie-
dades latinoamericanas. Así, el término socialidad del Sur puede refle-
jar precisamente lo que llamamos la revancha de los valores del Sur,
que no son más que valores, principios y gustos que no están forzo-
samente conformados o formateados a los valores de un I arte indus-
trioso, progresista, iluminado por las fuerzas dictatoriales de la razón.
La anomia desde esta perspectiva sociológica selia una de estas mar-
cas de la socialidad del Sur, algo grosso modo difícilmente perceptible
en el modelo anglosajón imperante, y que no deja en cada oportuni-
dad de justificar y legitimar la imposición de la forma arguyendo el
bien para los demás.

ANOMIA, POBREZA Y MODOS DE SUPERVIVENCIA


ALTERNATIVA

Efectivamente, no hay nada peor que aquellos que quieren hacer el


bien, en particular el bien para los demás. Se U"ata de una sabiduría
tan trivial como verdadera, tan común como conocida, pero sin duda
no menos real para designar lo que ha sido a lo largo del imperialis-
mo unitario el fundamento de la violencia totalitaria, denotando cla-
ramente no nada más una lógica común a todos en la historia y el
mundo, sobre todo a partir del advenimiento del monoteísmo judeo-
cristiano, sino también la lógica que ha preñado todo el proceso de
colonización desde el Puerto de Palos, de donde salió Colón, hasta
nuestros días con el llamado colonialismo económico. Se trata de dis-
cursos que pretenden legitimar el deber ser para imponer como úni-
ANO fIA YTRAGEDlA E EL M DO IIISPANO 23
cas, verdaderas y universales ciertas maneras de pensar, de vivir y de
percibir el mundo.
unca será suficiente hablar al respecto, sobre todo cuando
durante los aJ'ios ochenta, en la llamada década perdida, en las socie-
dades latinoamericanas e cuchábamos argumentos juzgando el mal
comportamiento económico de los países latinoamericanos respecto
a las indicaciones y consejos de las instituciones económicas interna-
cionales (BM, BID, FMI, etc.). Dichas instituciones tiempo después vol-
vían a pregonar para el continente un modelo de desarrollo que iba
precisamente a resolver la crisis, la pobreza y el mal del mundo. Los
modelos han cam biado de técnicas pero no de sustancia ni de prin-
cipios. En la actualidad la crisis económica, el mal de la actualidad,
continúa sirviendo para atemorizar poblaciones y crear incertidum-
bres, ju tificar una violencia totalitaria muy apegada a la estructura
unificadora basada en una sola forma de comerciar e intercambiar.
La distancia entre los llamados países ricos y pobres (en términos del
producto interno bruto, es decir, en términos de "plusvalía prome-
teica agregada") es más grande aún, tanto como la distancia que
separa la vida cotidiana de los actores sociales que encuentran sus
riquezas más allá de la producción a ultranza. Y tal como en milenios
anteriores se pregonaba el alcance del bien y el paraíso al tiempo que
se anunciaban los pecados malditos, en la actualidad se siguen pre-
gonando las mismas recetas de las teorías de la emancipación y del
universalismo moderno proveniente de la economía de mercado;
todo ello no es más que el reflejo del bien prometido por el mesia-
nismo judeocristiano.
Uno de estos discursos mesiánicos es el de la pobreza, que no
representa solamente el mal que hay que erradicar en los tiempos
modernos, sino que constituye uno de los primeros discursos de legi-
timación de las políticas monoteístas, de las teodiceas judeocristia-
nas, de la imperfección del mundo que encuentra desde antaño su
salvación en el paraíso, y que en la actualidad se confiere a la buena
aplicación de las formas de producción y desarrollo reivindicada por
el Occidente modernista. Todo esto es más que evidente en América
Latina, que desde la llegada de los pobladores del llamado Viejo
Mundo ha visto la imposición de modos de desarrollo provenientes
de otros lados: primero la economía colonial se impuso en nombre
de la gracia de Dios, después el sistema industrialista se estableció
para la gloria de la república y del e tado-nación; finalmente, en
nombre de la emancipación de la economía de empresa y del siste-
24 ANOMIA YTRAGEDIA EN EL MUNDO HISPANO

ma democrático se instituyó la economía especulativa del neolibera-


lismo. En la actualidad se habla de desarrollo sustentable, endógeno
y otras modalidades del mismo género, haciendo el llamado a formas
antiguas y originarias de organización económica, pero continuando
bajo el yugo de la unificación y la concepción de un individuo calcu-
lador, racional, que busca a todo precio el más alto beneficio, ya no
desde la perspectiva de la economía del placer de in tercambio, del
codeo cotidiano (potlach) y del desgaste, sino desde la acumulación y
la inversión. Con frecuencia se escucha decir que aquellos que son
pobres representan la parte maldita del proyecto produccionista y
prometeico de Occidente, pues ante todo no tienen el espíritu del
trabajo y vocación (beruj) que se necesita para progresar. Se les res-
triega su preferencia por el ocio más que por el trabajo arduo, por la
fiesta más que por la disciplina laboral, por el gasto más que por el
ahorro e inversión. ¡Se es pobre porque se gasta en bebida, comida y
fiesta, y no se tiene una actitud ahorrativa y previsora!
En el extremo opuesLO de esta lógica prometeica, donde se habla
en nombre de la perfección y el paraíso, existen teorías económicas
que han empezado a tomar más en serio la llamada dinámica de la
economía informal, es decir, esta dinámica que hace el llamado al
"arreglárselas como sea", a la economía familiar, a la solidaridad eco-
nómica, a todos esos sistemas de intercambio que rompen y rodean
las leyes económicas. Nos encontramos así con la acentuación de una
infinidad de "trabajilIos" que hacen que "el gasto vaya saliendo": lim-
piaparabrisas, limpiador de autos y lavacoches, lanzafuegos y mala-
baristas, cuidadores de autos que se apoderan de las calles obtenien-
do altas percepciones económicas, así como otros nuevos trabajillos
extras inventados y creados, sin olvidar la venta de productos de imi-
tación de toda índole, que por supuesto no entran en la lógica y el
esquema de la cámara de comercio y en aquellos empleos llamados
de alto valor agregado.
Esta racionalidad económica ha llegado al punto de que los acto-
res económicos prefieran, incluso en los momentos de pleno em-
pleo, trabajar en la economía informal, más que establecerse en un
empleo permanente, remunerado a medias, y estar sujetos a un pa-
trón. Los grupos o individuos prefieren sentirse su propio patrón, o
ser servidores momentáneos del cliente que llega. Aunado a esto, en
América Latina es conocida la manera en la cual la pequeña econo-
mía se implica en la dinámica social juzgada corrupta, como dar una
suma de dinero al policía para burlar la multa, sacar papeles oficiales
'O~lIA
AN
YTRAGE:DIA E EL MU DO HISPANO 25
por medio de .Ia "mordida", obtener los permisos de salubr!da.d )'
otrOS tejemanejes. Es claro que frente a estas estructuras economlcas
impuestas de desarrollo los actores sociales en la vida cotidiana tra-
ten de ejercer su propia lógica económica, su propio intercambio;
dinámica sin duda consideradas malignas para la salud de la econo-
mía progresi tao
Como se ha mencionado en otro trabajo,8 los historiadores del
siglo XIX mostraron que desde "el e tablecimiento del trab<tio" en la
población por parte del productivismo burgués se dio de manera
correlativa la elaboración de un verdadero "código" obrero de prác-
ticas alternativas. Mucho antes de la organización del movimiento sin-
dical o político, existió de manera endémica una multiplicidad de
astucias, que permitieron simple y sencillamente sobrevivir a una
explotación un poco más brutal. De esta manera encontramos actitu-
des como el "sublimismo", que se burlaba de la seriedad del trabajo,
la práctica del "san lunes" )' otras formas de ausentismo, así como el
derroche, el pago en abonos, las tandas)' otras formas de ahorro alter-
nativo. En fin, a lo largo de la historia del capitalismo moderno la lista
de actitudes con ideradas las gloria del mundo obrero y proletario es
larga, constitu endo la parte legendaria de su propio vivir, )' que la
tradición oral, en particular las canciones, no han dejado de celebrar.
Hay que ver en esto, más que un enfrentamiento directo a las formas
económicas establecida, que cada una de estas actitudes descansa
sobre la astucia, sobre la manera de eludir las órdenes o de sabotear
el trabajo. Y esto, no tanlo por la acción misma -que la mayoría de
las vece sólo fue teorizada- sino má bien como re ultado de la
expresión, casi instintiva, de conservación de uno mismo llevada a
cabo a través del cuerpo social y la solidaridad de la colectividad. Al
respecto, en el continente americano la celebre frase "brazos caídos"
representa las esu"ategias utilizadas por los indígenas como protesta al
exceso de trabajo en las haciendas. Al hacer lo menos posible duran-
te lo día de u"abajo y prolongando las tareas encomendada logra-
ban oportar las largas jornadas. Dicha actitud no ha dejado de tener
su influencia en formas contemporáneas de trabajo.
Encontramos la misma situación en las monografias contemporá-
neas que acentúan lo que se ha llamado el "no-trabajo" en el trabajo.
Una vez más, se trata del rol importante que juega la astucia tan
característica en las sociedades del hemisferio americano: desde las

M. laJTesoli, La transfiguración... , op. cil.


26 ANOMlA YTRAGEDIA EN EL MUNDO HISPANO

prácticas lúdicas (rayuela, barajas, dados etc.) hasta las conocidas


"pausa-café", pasando por las celebraciones de compañerismo, oca-
siones para beber o comer juntos el pastel llevado por uno o por
otro, todo esto sin que se enteren los marcos de vigilancia, y que
constituyen otros tantos momentos de "respiración" necesarios para
un equilibrio global. Todas las ocasiones son buenas para escapar
precisamen te a la vigilancia de los jefecillos y responsables que, más
que refunfuñar por estar convencidos de la necesidad de rentabilizar
el tiempo, evocan implícitamente sus deseos frustrados de acompa-
ñar al resto del grupo en dichas actividades. Incluso, tal como lo
hacen resaltar las encuestas recientes, se puede llegar a prácticas
sexuales que encuentran, en el marco del escritorio o de la fábrica,
un terreno de elección, ya no digamos las relaciones extra-parejas
que encuentran su caldo de cultivo en las oficinas y despachos. En la
actualidad se sabe la importancia del "trabajo por abajo del agua", o
de la economía informal, con respecto a la economía establecida. Se
sabe que para ciertos países (se pueden citar a Italia o a Brasil, pero
también a tantos otros países del Sur), esta economía informal es
causa y efecto de un dinamismo innegable, que sería inexplicable
únicamente con los parámetros de una contabilidad racional. A lo
mejor de igual manera habría que hablar de una "socialidad por
abajo del agua" en el seno del trabajo oficial, que juega el mismo rol
que la economía informal para la economía oficial, es decir, a través
de un ritmo específico permite humanizar el tiempo inhumano de
cadencias impuestas y del hastío programado, reapropiarse, sin que
se entere la mirada vertical en vigía, de los momentos de su existen-
cia y con ello salvaguardar un equilibrio físico y psicológico, que sin
todo esto estaría gravemente amenazado. Nos limitamos a señalar
esto como una pista de investigación que mereceJia ser desarrollada
por propio derecho, particularmente en la región que nos compete.
Lo que es necesario tener presente es que estas actitudes son colecti-
vas la maYOlia de las veces, no pueden desarrollarse más que en el
momento y conciernen a las personas y grupos presentes.
En este sentido, se puede decir que el doble juego que existe entre
la anomia y lo instituido encuentTa formas de expresión en el marco
de lo lúdico y del goce. Se trata de una categoría general que cubre
los juegos stricto sensu, cuyo desarrollo contemporáneo es conocido,
pero igualmente las diversas fiestas, públicas o privadas, que dan
pauta específica a la vida social, el "tiempo libre" y el ocio. Todo esto
se convierte en una realidad innegable, y la importancia acrecentada
ANOMlA I'TRAGEDl" EN EL MUNDO HISPANO 27
del ocio se sitúa precisamente en el centro mismo de las "sociedades
avanzadas". Esto nos impide hablar por lo tanto únicamente en tér-
minos de sociedad de consumo, y tomar en cuenta la ociedad de
consumación en el sentido que expresamos anteriormente.
En fin, es importante ver cómo en función de un imperialismo
intelectual, Ydespués económico y político, la perspectiva occidental
universalista quiso imponer una visión del mundo y un modelo de
desarrollo. Incluso la idea misma de desarrollo o desarrollista está
bien inscrita en esta tradición judeocristiana, occidental y moderna.
Mientras tanto, en América Latina -y es ahí donde la reflexión
pudiera ser útil para nuestro planteamiento- se aJiade a todo esto la
pequeJia economía, la economía informal, de la astucia y el arreglo.
Efectivamente, y vale la pena insistir, es interesante observar que al
lado del de arrollo progresista hay una economía alternativa en cons-
tante renacimiento. Es interesante observar cómo los pensadores lati-
noamericanos en el ámbito de la economía siguen reflexionando a
partir de otro modelo, siguen obstinados en adaptar un modelo pro-
veniente de otra cultura, de una infraestructura mental -que tiene
como dominante el cristianismo prote tante, que e po ible rasu-ear
desde la llamada mano invisible de Adam Smüh- diferente de la
existente en la cotidianidad de sus propios países. Encontramos una
violencia que se ejerce de manera extensa, fundadora y totalitaria a
la vez pero que no puede penetrar de manera incisiva en la centrali-
dad cotidiana de la dinámica popular. Es importante ver en e LOS
modelos de desalToLlo la mirada progresista que llega desde arriba, y
no progresiva desde abajo, de manera más vertical y patriarcal que
horizontal y mau-icia1. Existe sin duda una tensión en la atmósfera
que confronta constantemente modos alternativos con maneras ins-
tituidas, formas de resistencia y esu-ategia subterráneas con e quemas
predominantes y tácticas para uniformar.
Vemos en este sentido, de manera un poco irónica, o sensata, que
es lo mismo, que la llamada cultura "retardataria tercermundista" es
también una e pecie de concepción ambivalente de solidaridad que
se manifiesta día con día y que es necesario potenciar y pre en tal'
de de otras miradas analíticas, pues no hay una sola solidaridad, tal
como se pretende conceptualizar ahora a las llamadas sociedades
civiles, sino que existen solidaridades en todos los ámbitos de la vida
común y corriente, que pueden llegar a tribalizarse, oponerse y
entrar en conflicto, pero que no dejan de tener un impacto impor-
tante en la vida social de los grupos humanos.
28 ANOMIA YTRAGEDIA EN EL ~IUNDO HlSPANO

Para verlo de manera más contemporánea, la lógica de hacer el


bien por los demás a partir de un modelo establecido desde arriba, o
de de los propietarios del "deber ser", se asemeja al mismo discurso
de una política al estilo Bush, que no sólo impone formas políticas en
otras entidades del planeta (con los resultados perceptibles para
todos), sino que establece formas de hacer la democracia del bien.
Sin duda la historia nos ha mostrado, sea a través del discurso de la
pobreza y la promesa del paraíso terrestre, sea a partir de otros pro-
cesos utilitarios del discurso, que querer luchar contra el mal es tam-
bién una manera de monopolizar una realidad de la vida. Esto no es
más que la esu"ategia que la postura hegemónica ha llevado a cabo
desde hace varios miles de años, pero que no ha dejado de encontrar
de nuevo y constantemente lógicas de respuesta y de resistencia, que
se viven de manera trágica o lúdica en la vida y el presente de todos
nosotros.

ANOMIA y PIRATERÍA

Precisamente junto con esta pobreza encontramos en América


Latina, como en tantos otros lugares en el planeta, [armas de econo-
mía calificadas de demoniacas, por el hecho de no re petar las reglas
de intercambio establecidas a lo largo de varias centurias y milenios,
formas de intercambio que conu"arrestan los principios de lealtad
establecidos en la economía de mercado. Se les adjudica el apelativo
de piratas, hecho que no deja de ilusu"ar la sabiduría del sentido
común, pues en su sentido primero un pirata es aquel que roba y
saquea a los demás para sí mismo. En el extremo opuesto tenemos a
los llamados bucaneros, que en sentido estricto fueron los que,
durante los siglos XVI! y XVlII, al servicio de la corona inglesa, saquea-
ron los barcos españoles. Así, se podría extrapolar la metáfora pre-
guntándonos: ¿acaso no nos encontramos en la actualidad en una
tensión entre economía pirata y economía bucanera?
En otro espacio ya hemos hablado de la importancia del mercadeo
y la plaza pública como medios de intercambio y socialidad;9 no hay

9 Michel MaIfesoli y Daniel GutiéJ-rez M., "Prefacio a la edición castellana" de El


tiempo de las tribus, el ocaso del individualismo en las sociedades posmodemas. México, Siglo
XXI,2004.
.\NOMIA yTRAGEDIA E EL MU DO HISPANO 29
duda de que es en estos espacios donde la legitimidad del comercio
informal, al ajustarse a las fuerzas presentes, al presentar diversas cen-
tralidades de negociación y heterogeneidad de beneficiarios,
encuentra un lugar de predilección. lO se trata más que de formas
arcaicas y siempre existentes del intercambio societal.
Por lo tanto no solamente hay que analizar una economía informal
juzgada por unos potenciadora, y por otros destructora, sino observar
cómo se ha encajonado esta forma de comercio al ámbito de lo ilíci-
to y lo clandestino. Sin duda no se niegan los perjuicios a la estructu-
ra [ormal económica que pudiesen surgir, pero ante todo es impor-
tante no desdeñar la capacidad de proposición y astucia con que se
realizan en todos los campos los falsos-portarretratos, los "hechizos",
como les llaman en TepilO en la ciudad de México. En el ámbito de
la música, las empresas reclaman la pérdida de beneficios exu-aordi-
narios y el perjuicio a los derechos de autor. Las empresas multina-
cionales de renta de videos denuncian cómo las cintas y DVD cinema-
tográficas son transfiguradas en evo -provenientes muchos sin duda
de España- visibles en cualquier reproductor de discos compactos y
vendidos al por mayor en todos los espacio públicos, incluyendo los
sistemas de tran porte colectivos "subten-áneos". Asimismo, son cono-
cidas de de hace tiempo las imitaciones en la perfumería, no nada
más de manera local, sino provenientes de países asiáticos, que clo-
nan el seudoprestigio de marcas francesas y europeas y comercian en
trasatlántico entre Asia, Europa y América, al punto de pensar meta-
fóricamente en términos posmodernos de comercio transa-alwnlico,
sin desdeñar por supuesto las marcas de calzado deportivo que cons-
tituyen el cenit de la moda juvenil.
y qué decir de los electrodomésticos y aparatos de sonido, pro-
ductos informáticos (programas, computadoras, ordenadores), etc.,
que además de ser tecnología copiada sin ningún escrúpulo, siendo
la China de todo esto un gran proveedor, se ven alimentados (para el
caso de México) por electricidad robada y que el sentido del humor
popular no dudó en rebautizar como "diablitos". Los libros y best
sellers no e capan a emejante dinámica y todo ello no deja de tener
desde un punto de vista sociológico la misma lógica que las famosas
maquiladoras y armadoras de autopartes, quienes por su lado juegan
mal10samente con los empleos bien remunerados, pero sin dejar de
estar al servicio de la corona economista. ¿Serán pues bucaneros pos-
modernos del trabajo? En e ta larga lista cabe no olvidar los produc-
tos farmacéuticos imilares e incluso las bebidas gaseosas, cuyas imi-
30 ANOMIA YTRAGEDIA EN EL MUNDO HISPANO

taciones se vuelven la punta de lanza para protestas alternativas en


ciertas regiones del mundo. Se trata, en realidad, de formas de recu-
peración lógicas y consecuentes, que no están forzosamente en el
registro del robo o la piratería, sino de la supervivencia y la astucia.
Estas lógicas no escaparon a un tal La Fontaine en sus elocuentes
fábulas, quién a través de la moraleja bien conocida del Pastor y la
cabra ilustró que así como el primero pretendió engañar a la segun-
da para atraparla lo mismo haría la cabra con el pastor en cuanto
tuviera la oportunidad. De esta manera, se podría extrapolar esta
fábula al decir que, así como se ha querido imponer un modo de pro-
ducción, sobreproducción, consumo, sobreconsumo a la humanidad
entera en un momento preciso, las personas que se sintiesen enga-
ñadas responderán frente a este modelo con rodeos y regodeos. Lo
interesante en todo esto es seguir indagando en este camino para
descubrir las situaciones de lo cotidiano que realmente están cam-
biando las historias económicas de los grupos e individuos.
Todo esto, no hay que negarlo, transgrede evidentemente las leyes
"internacionales" del comercio, de las patentes, de los derechos de
autor y del fisco, creando pérdidas asombrosas y, por qué no decirlo,
peljuicios a las economías nacionales. Sin embargo, esto no significa
que sea necesario ejercer el imperio de la ley, arguyendo que dichas
lógicas son la causa del malestar de la sociedad o de la civilización, y
que se deba ser implacable contra la plaga que irrumpe en los nego-
cios y las economías del Bien. Se trata sin duda de discursos que bus-
can pasar el mal por el bien, pues las políticas económicas adaptadas
con bajos precios a las economías más débiles no existen, y los már-
genes ele beneficios no dejan de aumentar para las graneles empre-
sas, que por el contrario no dejan ele monopolizar caela vez más el
mercaelo, las proelucciones artísticas, textiles y sus modos ele fabrica-
ción. ¿No se tratará por lo tanto, más que de causas, ele consecuen-
cias ineluctables en razón de las asfixias vaticinadas a las economías
internas y a las formas de intercambio solidarias?
Encontramos aquí una vez más el doble lenguaje tanto político
como económico, el lenguaje de doble cara de los organismos inter-
nacionales financieros y económicos que no dejan ele elogiar los
bajos ínelices de piratería en los países europeos occidentales y en
América elel Norte, en razón ele la eficacia de su elevado grado de
reglamentación para detener dichas lógicas informales. Pero ¿acaso
advierten que la mayor parte de las casas matrices de las empresas
que denuncian la piratería Uunto con sus grandes beneficios) se
ANO~ 1
" YTRAGEDIJ\ EN EL MUNDO HISPANO 31
ncuentran ancladas precisamente en estos suelos del hemisferio
e . ,
norte, industrioso y progresista.
Las estadísticas en materia de comercio exterior no dejan de mos-
trarnos que dichos beneficios provienen la mayor parte del tiempo
de los intercambios comerciales realizados con los países en "vías de
desarrollo", cuya compra y adquisición de tecnología occidental es
inversamente proporcional a los beneficios obtenidos con sus expor-
taciones a las mismas regiones de materia prima, mano de obra y
manufactura. Así, es notable observar que la plusvalía presupuestal
obtenida de estos intercambios desiguales permite que se mantengan
(principalmente en los países europeos) los sistemas de seguridad
social, de jubilaciones tempranas, de seguros para el desempleo, de
remuneración monetaria para la inserción de losjóvenes sin oficio ni
beneficio al mundo laboral, etcétera.
En este sentido, no hay de qué sorprendernos cuando observamos
las múltiples condenas y críticas que se le hacen a China, C)ue, al no
respetar gran parte de las normas establecidas bajo una lógica más
bien occidental, y por lo contrario utilizar formas aparentemente
desleales de comercio, ha logrado penetrar en todos los mercados y
copiar todas las tecnologías y formas de u-abajo, sin respetar derechos
de producción de patentes y semejantes. Pero ¿acaso esto ha servido
para sacarlos de lajugada económica y política? Los economistas más
advertidos saben que dicho modelo económico -inscrito más bien
en la lógica de lo informal-formal- es y será necesario para el man-
tenimiento, en los decenios por venir, del sistema moderno capitalis-
ta mundial. De ahí que China, en vez de ser de cartada de la econo-
mía planetaria, tienda a alraer cada vez más alianzas y concesiones,
principalmente con los países desarrollados, que están en primera
fila al momento de condenar la prácticas de comercio informal, lla-
madas peyorativamente anómicas.
Una vez más encontramos que existe una lazo metafórico entre
sociedad trágica e incremento del comercio ilícito. La tarea consiste
ahora en saber cómo se debe presentar esta dinámica en el mundo
contemporáneo: ¿es acaso una forma de rebelión de los diablos del
desarrollo, o una moralina proveniente del "sistema de emancipa-
ción" C)ue promete el paraíso terrestre? ¿No se está tratando de hacer
pasar el mal por bien? Vale la pena insistir, por lo tanto, en que la
socialidad del Sur, con todo y su revancha de valores, se confronta
constantemente al progresismo prometeico anglosajón y universalis-
ta, dando como resultado en la actualidad -tal y como sucede con
32 ANOMlA YTRACEOIA EN EL ~IU DO HISPANO

la cabra en la moraleja de La Fontaine- el resurgimiento del paga-


nismo, aun en sociedades tan aseptizadas como las escandinavas. La
costra, aunque aparentemente sólida, tiende a resquebrajarse y a vol-
verse más maleable. Como lo mencionó Octavio Paz en diversas refle-
xiones, lo que causa un impacto no desdeñable en estas sociedades
aseptizadas es que esta especie de estructura pagana -tal como suce-
día con los sacrificios en tiempos precolombinos- silve también
para homeopatizar el sufrimiento, la crueldad y la muerte, sin que
forzosamente se bu que u enadicación.

ANüt>IlA y RESISTENCIA

Sin duda, la lógica informal no escapa a las leyes de imitación (men-


cionadas por G. Tarde) ,junto con las cuales se encuentran formas de
resistencia que pueden ir desde las guerrillas y los movimientos alma-
dos hasta las lógicas vinculadas al narcotráfico, todo ello teniendo un
amplio sustrato en la historia de América Latina. Diversos observa-
dores sociales no han dejado de destacar la participación en estos
procesos de resistencia a lo largo de la historia por parte de la pobla-
ción civil que, de manera implícita o no, a partir de derrelinquir, abs-
tenerse, encubrir, transfigurar o apoyar los actore y sus movimientos,
logran que lo instituyente tenga efectos importantes en lo instituido,
en otras palabras, cambien la hi taria. Desde las luchas de indepen-
dencia en el siglo XIX, ha ta los llamados últimos movimientos de rei-
vindicación émica, pasando por las revoluciones civile , muchos han
sido los casos en que la población, en su vida cotidiana (los persona-
jes de las historias anónimas), ha contribuido al éxito de semejantes
empresas.
Sin desdeñar las consecuencias sociales y los costas de vida que
todo esto pueda acarrear, es interesante destacar que, junto con la
parte mortífera de estas circunstancias históricas, no deja de existir
una Tedinamización de la cultura y de sus valores, pues iempre e con-
juntan en todo esto modos de expresión musical, novelística, teleno-
velesca, etc. Así, los narcocorridos, tanto como antes los corridos de
la Revolución mexicana y otras formas ele musicalización de la trage-
dia en tiempos ele violencia, esbozan que la muerte y la tragedia son
también formas ele inspiración creativa. A la par de dicha' lógicas
encontramos la siempre existente parte lúelica ele la dinámica social,
ANO IIA YTRAGillL-\ E EL MU DO HISPA O 33
que nueva Y constantemente impregna la vida en su cOI~unto, tal y
como sucede con ese infante eterno que dentro de la crueldad que
le caracteriza tiene sus espasmos de creatividad.
Ahora bien, dichos movimientos virulentos o virtuales son el ne-
gocio de los medios de comunicación masivos (sin excluir las pro-
ducciones cinematográficas recientes), cuya publicidad nacional e
internacional no deja de difundir imágenes siempre exacerbadas que
ponen en duda la seguridad en estas regiones del mundo para el
occidental que las visita. Todo esto va acompañado de manera para-
dójica de la promoción de bellas playas y lugares paradisiacos exis-
tentes en los países latinoamericanos, en revistas femeninas de la vida
cotidiana, en publicaciones en torno al cuidado del cuerpo, cómo
sentirse mejor consigo mismo y con el entorno y todas aquellas que
tienen como eje de vanguardia el hedonismo andante. De esta mane-
ra, se nos presentan, junto con la crítica malh umorada de artículos
incisivos sobre la extrema violencia que se vive en todas estas regio-
nes del Sur, la amabilidad, el buen recibimiento, la gentileza de sus
pobladores. Los fenómenos de secuestros, de violencia armada, de
agresión contra el turista dibujándolo como el símbolo del poderío
moderno, el salvajismo, la barbarie siguen siendo el arma de fuego
de los medios de comunicación, siempre acompañados de bellas ar-
tesanías y rú ticas formas de producción, exóticos alimentos y plus-
valía étnicamente agregada.
La doble cara del continente: criminalidad y belleza turística, ama-
bilidad y violencia individual, parece ser la paradoja que iempre ha
acompai1ado la relación con el otro mundo, que estableció desde u
inicios la imagen moderna de la bondad. Hay por lo tanto una con-
u-adicción que no deja de tener su corolario en el proceso de educ-
ción tanto en el turismo como en ou-os aspectos de América Latina:
hay construcción del miedo al tiempo que seducción por sus paraísos
terrestres. Se trata entonces de una lógica dramática que busca sepa-
rar los dos aspectos de la vida, por un lado el gozo y el entreteni-
miento, por el otro la parte mortífera que debería ser eliminada, con-
denada y aislada.
Del otro lado del análisis, tenemos una dinámica trágica que ve la
violencia presente en todos lados, algo con lo que se debe lidiar, pero
que no impide que los momentos de fiesta sean objetos de predilec-
ción. De tal manera que la violencia tan enunciada en los medios de
comunicación masiva pierde su encanto en la realidad cotidiana.
Ciertamente no deja de haber consecuencias de envergadura, pero
34 ANO~1L'\ YTR<\CEDlA EN EL MUNDO HISPANO

también no deja de coexistir una homeopatización de la muerte y el


peligro, del mal y del riesgo, que hace que frente a la tensión previa-
mente creada por los medios de comunicación siga existiendo una
enorme seducción.
Al respecto es interesante observar cómo estas dos formas paradó-
jicas de convivencia se ven entrelazadas en las procesiones, las mani-
festaciones populares y las creencias esotéricas. Los días de muertos
en México son sin duda momentos de inmensa atracción turística
-sobre todo del norte occidental-, el festejo de la relación de los
muertos con los vivos. Un ejemplo emblemático más reciente es el
que encontramos en México, donde de manera cada vez más pro-
nunciada crece la adoración a la conocida Santa Muerte. Se trata en
cierta medida de una santidad que lo mismo incluye a los narcotrafi-
cantes que a los policías, a los bomberos que a los criminales, en
suma, a todos aquellos cuya labor está vinculada al riesgo y al peligro.
Estamos hablando por lo tanto de una figura posmoderna de tradi-
ción milenaria de homeopatización del mal en la vida cotidiana. Una
hermandad auspiciada por una cripta santa que no distingue entre
los buenos y los malos categorizados en una lógica dramática, sino
que a todos los relaciona con los avatares innegables de los peligros
de la vida.
Ahora bien, este tipo de símbolismo ya se ha presentado de mane-
ra importante en otros momentos de la historia, pues en su ya clási-
co libro Vigilar y castiga:r Foucault había mostrado que una de las
grandes revoluciones en los sistemas de castigo fue pasar del sufri-
miento y el dolor públicos a la intimación y eufemización de los mis-
mos. En otras palabras, se pasó de una forma de castigo trágico a uno
dramático, con todas las repercusiones para la modernidad que no
hemos dejado de nombrar a lo largo de nuestras diferentes reflexio-
nes. En el caso que nos compete, más que tratarse de adoración al
dolor se trataría, desde una perspectiva posmoderna, de una adora-
ción al riesgo.
Así, es interesante ver que junto con la perspectiva aséptica inscri-
ta en las políticas públicas, aquella de la sociedad de riesgo cero, an te-
riormente señalada, se ha ido acrecentando el culto al riesgo, sea en
la forma de la llamada Santa Muerte (como en las sociedades de pre-
dominancia trágica), o en la práctica de deportes y actividades de
alto riesgo agregado, como la escalada en roca, el rafting, el ciclismo
de alta montaña, j'llmping, motocicletas, automovilismo, patinetas y
toda clase de suif. Todo ello no sería, entre otras cosas, más que una
O~IA YTRAGEDlA EN EL lU DO HISPANO 35
forma de veneración al riesgo, que por lejanas que parezcan unas
prácticas de olras. compar~en el com?n denominador del goce del
riesgo de manera Iguahtana, pues no Importa la clase social a la que
se pertenezca, la profesión que se ejerza, el lugar de procedencia, en
palabras populares la muerte a todos complace y se lleva. Así, buenos
y malos son encomendados por la misma patrona y ajusticiados por
el mismo mercenario: el riesgo, aprestan la dinámica inscrita en la
vida en su conjunto. Por un lado lo masculino que ojuzga, por el
otro lo femenino que acoge.
En efecto, el aspecto femenino de la muerte no deja de tener
reminiscencias de una cotidianidad del vientre, una socialidad malli-
cinl, tan predominante en nuestras sociedades latinoamericanas
como en la posmodernidad. Se lrata sin duda de una metáfora que
vale la pena recalcar, frente al progresismo y verticalismo del mundo
desarroUista, en una palabra, fren te a la lógica de la patria y el patriar-
cado universalista -que no carece de tintesjudeocristianos-, la lógi-
ca cotidiana de la Mal1'ia toma su revancha. Frente a la lógica machis-
ta estereotipada de la cultura latina se erige como mandato una
lógica más flexible, más acogedora, más tolerante, pero a la vez más
violenta: la lógica del vientre. o por nada las imágenes rituales y
espirituales más solicitadas tienen características femeninas y deno-
tan la identidad de los hi panas: Guadalupe de Extremadura y su
heredera Guadalupe del Tepeyac, la Inmaculada Concepción y tantas
marías que anteceden la santidad, así como tantos segundos nombres
vinculados con los héroe revolucionarios que forjaron las identida-
de nacionales (Guadalupe Victoria, José María Morelos y Pavón,
ete.). Sin duda en nueslra época posmoderna el reto de los pensado-
res latinoamericanos es pensar en la manera de encontrar un medio
para volver a annonizar e tos do aspectos que no han dejado de
estar en tensión a lo largo de la historia. Es esta lógica, en realidad,
la que define la posmodernidad, y tanto más la posmodernidad vivi-
da en Latinoamérica. Éste será sin duda el desafío por venir en el
pensamiento social latinoamericano.
Esta forma de comportamiento que se puede calificar de anómi-
ca ha sido también mencionada en el ámbito de la literatura. Tras la
lectura de Octavio Paz y su conocido ensayo sobre Sor Juana Inés de
la Cruz, enconU-amos que si bien la palabra anomia, tal y como aquí
es preconizada, no es enunciada por el pensador, la lógica que con-
tiene dentro del análisis sociológico está bien ilustrada con el adagio
mencionado por Sor Juana de que "detrás de cada cruz se encuen-
36 Al ~ONA YTRAGEDlA EN EL M NDO HISPANO

tra el diablo". Esto muestra claramente que en el fondo de la refle-


xión los aspectos de la vida también se conforman de riesgos, y que
más que negarlos hay que torearlos. Lo que nos lleva sin duda a
plantear que toda forma de veneración del riesgo es una manera
inconsciente de hacer funcionar la socialidad que mueve al mundo
en muchos aspectos.
El libro que presentamos muestra que hay siempre necesidad de
una forma de homeopatización del riesgo, del desorden, de la ano-
mia: en suma, un comportamiento trágico. Al respecto, América
Latina constituye uno de los laboratorios de observación más promi-
nentes. Bien dice el dicho: "más sabe el diablo por viejo que por dia-
blo", lo cual no deja de mostrar la importancia que tiene, en los
momentos clave de la conformación social, la contraparte cristiana
del bien, aunque éste sea primero por la expel-iencia de vida y des-
pués por la astucia del momento.
Todas estas ilustraciones, metáforas, parábolas, descripciones musi-
cales, esbozos culturales y experiencias rituales nos muestran que
finalmente lo que está a la orden del día es un regreso legítimo del
policulturalismo de valores, es decir, una manera diferente de com-
prender la vida que i bien no es nueva, no corresponde únicamente
a la manera universalistajudeocristiana de percibir el mundo, aque-
lla de negar la muerte, sino a la diversidad de formas culturales loca-
les de convivir con el mundo y su entorno, integrando el dolor y la
muerLe en la vida, al tiempo que se elogia el goce en el presente yel
momento.

m.llA y MESTIZAJE

Contra esta especie de monocultura, de ámbito monovalente, hay


algo que subsiste de manera evidente y que en el fondo tiende a pre-
dominar en nuestras sociedades contemporáneas en diversos países
de América Latina, formas de expresión recurrentes cada vez más
ligadas a un enraizamiento bastante lejano, profundo y perenne; es
lo que hemos nombrado el enraizamiento dinámico.
La reapropiación que suele hacerse de la cultura popular, de la
"canallada", de la parle maldita de la sociedad progresista y moderna
por parte de la cultura oficialista, nacionalista, estatal, y después redi-
fundida a la misma población de donde proviene, es un vivo ejemplo
ANOMIA YTRAGEDLO\ EN EL fU DO HISP O 37
de esta subsistencia. Se trata de una dinámica del mestizaje que
encuentra formas de expresión en todos los ámbitos, sea artística,
económica o política. Así, siguiendo el hilo de Ariadna, podríamos
citar el aspecto dancíslico, donde el tango, el son cubano, el pericón,
los trío, el vallenato, la música ranchera, pero también otras formas
de popularidad como la lucha libre (otra forma de danza) son
baluartes posmodernos de esta mezcla entre lo arcaico y lo contem-
poráneo. Sin olvidar el rescate y la restauración, que ha resurgido en
la actualidad de los barrios populares en las grandes ciudades, como
el Zócalo en México, Le Panier en Marsella, el Abasto en Buenos
Aires, Val Paraíso en Santiago de Chile, el Perlourihno en Salvador
de Bahía, etc. Todos reapropiado por los nuevos empresario y las
instituciones culturales oficiales, así como por lo medios de comu-
nicación masivos. Lo que es más, podemo mencionar cómo las for-
mas de lengu<tie y de vestir provenientes de culturas populares antes
denigradas (por sus maneras de hablar, sus aretes en todo el cuerpo,
sus tatuajes, etc.) , consideradas en su tiempo formas de expresión de
la canallada, de los de abajo, incluso de los criminales, son tiempo
después no solamente reapropiadas por los medios de comunica-
ción, por las clases pudjenles, ino por la población en general (al
menos en su percepción y tolerancia), y sobre todo por las nuevas
generaciones (que como niños terribles escapan de lajaula de hierro
de juicios y prejuicios de la moralina). Todo ello es anunciado como
maneras de ser cooly estar en onda en la actualidad. Sin duda se trata
de un efecto de seducción, pero también de imitación. De la mime-
is, como la llamalia Girard, de aquella conu-aparte de lo establecido,
que termjna por contaminar el conjunto ocial. Huelga decir que no
siempre la contaminación es maléfica para el organismo social.
Sin duda se podría clasificar esta formas como de dominación, de
sometimiento, de reapropiación y reproducción de la dominación,
pero lejos de estos análi is que describen poco la parle creadora y
seductora de lo instituyente, es interesante ob ervar que el mal que
permea innegablemente a las sociedades, a los grupo, a los indivi-
duos, e generador de cultura, de renovaciones sociale y de sociali-
dad, pues de lo que habría que estar conscienle para entender la con-
temporaneidad en que se vive, es de que existe siempre algún
fenómeno de recuperación, de reciclaje cultural, que bien puede lle-
gar hasta la hibridez, pero no lo hace menos original, aunque se trate
de una recuperación mercantil, de una mercantilización de la exis-
tencia, pues no son las consecuencias las que se deben explicar para
38 ANOMIA YTRAGEDJA EN EL MUNDO HISPANO

presentar la ontogénesis de la tensión y la manufacturación societa!.


Ciertamente estas reapropiaciones son más perceptibles en la cultu-
ra, pero lo esencial (vale la pena insistir al respecto) es que hay aquí
una expresión de la vida en constante realización en e[ fondo del sus-
trato social, en e[ crisol mismo de la canallada, de [o popular, de la
parte maldita de la sociedad progresista. Ya no se trata de una simple
fascinación de la cultura burguesa por lo popular, sino de la existen-
cia cada vez m,ás legítima de culturas locales, particularismos cu[tura-
[es que se expresan, día con día, siempre y de nuevo. Tendemos por
[o tanto a ir de una monopolización de [a producción simbólica de la
cultura a una po[iteización de la producción cultural, que cada día
difunde más, de manera lenta pero segura, el poder vinculado con lo
simbólico. 10
Así, podemos decir que lo que se calificaba anteriormente de cul-
tura inferior, producto de la raza del infierno, en la actualidad repre-
senta los colores de [a seducción, no solamente para e[ maravilloso
mundo de Benetton y [a moda, sino también para la revivificación
cultural y social. La mezcla entre razas (producto de la migración y
otros fenómenos por e[ estilo) que se da en las sociedades del norte
occiden tal en tre blancos y negros, morenos y pálidos es notable, pues
no nada más nos hace recordar [as tantas mezclas que existen yexis-
tieron en los continentes del Sur durante el colonialismo como for-
mas grotescas de procrear, sino que nos evocan las consecuencias cu[-
turales de semejante mezcolanza en la contemporaneidad.
Más aún, la atracción actual por e[ color de piel oscuro (antes aso-
ciado a [a parte del diablo) es un hecho evidente, a[ punto que una
de las grandes industrias en el mercado del cuidado del cuerpo es la
que se relaciona con todo aquello que tiene que ver con el bronceo,
las cremas, todo [o que nos permita transfigurarnos de color, en la
asepsia más puntual y tecno[ogizada. Extendiendo e[ tema, cabe agre-
gar que [o que antes se consideraba los ritos provenientes del mal,
existentes en tantos lugares del mundo y en [as culturas llamadas ori-
ginarias, como son las emulaciones, [as marcas de [a piel y del cuer-
po, [as perforaciones, [os ritos que invocan a la Madre Tierra, [os ritos
de iniciación, las danzas esotéricas, la medicina étnica practicada por
brujos, chamanes y herbolarios (todos ellos an teriormente en tidades

10 Cf. para el caso de México el atinado libro de Lourdes Arizpe, Los ,.e/os culturales
de México, México, CRlM /Manuel Porrúa/Cámara de Diputados, 2004.
ANO~IL>\ y TRAGEDIA EN EL MUNDO HISPA O 39
condenables, primero por la inquisición, luego por la medicina ofi-
cial republicana) representan en la actualidad una de las atracciones
más emblemáticas del mundo posmoderno, no nada más para los
turistas, sino para las empresas de la farmacéutica, de la alimentación
y la bioquímica. Sin mencionar la voluminosa publicación de revistas,
los programas de cable, los productos y ventas por televisión de tipo
homeopático, productos con una plusvalía étnica que no dejan de ser
una muestra palpable de que en la cotidianeidad siempre se llega a
superar, a rodear, a contornear, a evadir y a esquivar las reglas for-
males que pretenden sentar las bases del deber ser y del deber hacer.
Es notoria igualmente, para el caso concreto del turismo en
América Latina, la enorme frecuencia con que los turistas europeos
tienen como destino estos países con plusvalía étnicamente agregada
(Perú, BoLivia, Ecuador, Guatemala, México, yen este último el sures-
te: Chiapas, Oaxaca, la península de Yucatán), todos ellos sin duda en
busca de lo étnico, lo exótico, digámoslo en palabras llanas: en busca
de lo bárbaro y lo salvaje que revista de encanto la saturación de un
racionalismo poco prometedor. En este sentido, las múltiples mono-
grafías referentes a Dionisos (al extranjero) en la cultura de la Grecia
clásica es un dato que no hay que desdeñar. Sin duda sería anodino
y ocioso para algunos sociólogos integrantes de la inteliguentsia inte-
resarse por estos aspectos y preguntarse acerca de la proveniencia de
dicha atracción por la mezcla. Cabe decir que, en todo caso, todo
esto no nada más tiene que ver con una etnografía de los destinos
turÍ ticos de moda, sino con una visión posmoderna del mundo que
va permeando sistemáticamente las sociedades y las poblaciones en la
actualidad. ¿ 10 vemos aquÍ algo que se relaciona con el pa o del anti-
guo colonialismo territorial al coloniali mo turístico posmoderno de
las imágenes exóticas, que va a la par asimismo con la superación del
miedo al Otro y el arribo de la atracción por los Otros?
Esta dinámica procedente de la saturación del mundo ilustrado y
racionalista ha logrado dar una nueva significación a las culturas étni-
cas y a sus reivindicaciones, incluso en el seno mismo de las culturas,
pues si bien dichas reivindicaciones siempre han existido pocos han
sido los momentos de gloria en un mundo industrioso y proyectista.
¿ o será acaso que esta saturación racionalista en el mundo occi-
dental, bien conocida por todos, permite ahora que exi ta un auge y
una legitimación de dichas reivindicaciones originaria? Ciertamente
esto no significa que el racismo desaparezca, pue se trata más bien
de una constante antropológica que la intención moralista de la polí-
ANO (lA YTRAGEDlA EN EL MUNDO HISI'ANO 39
condenables, primero por la inqui ición, luego por la medicina ofi-
cial republicana) representan en la actualidad una de las atracciones
más emblemáticas del mundo posmoderno, no nada más para los
turistas, ino para las empresas de la farmacéutica, de la alimentación
y la bioquímica. Sin mencionar la voluminosa publicación de revistas,
los programas de cable, los productos y ventas por televisión de tipo
homeopático, productos con una plusvalía étnica que no dejan de ser
una muestra palpable de que en la cotidianeidad siempre se llega a
superar, a rodear, a contornear, a evadir y a esquivar las reglas for-
males que pretenden sentar las bases del deber ser y del deber hacer.
Es notoria igualmente, para el caso concreto del turismo en
Amélica Latina, la enorme frecuencia con que los turistas europeos
tienen como destino estos países con plusvalía étnicamente agregada
(Perú, Bolivia, Ecuador, Guatemala, México, yen este último el sures-
te: Chiapas, Oaxaca, la península de Yucatán), todos ellos sin duda en
busca de lo étnico, lo exótico, digámoslo en palabras llanas: en busca
de lo bárbaro y lo salvaje que revista de encanto la saturación de un
racionalismo poco prometedor. En este sentido, las múltiples mono-
grafías referentes a Dionisos (al extranjero) en la cultura de la Grecia
clásica es un dato que no hay que desdeñar. Sin duda sería anodino
y ocioso para algunos sociólogos integrantes de la inteliguentsia inte-
resarse por estos aspectos y preguntarse acerca de la proveniencia de
dicha atracción por la mezcla. Cabe decir que, en todo caso, todo
esto no nada más tiene que ver con una etnografía de los destinos
turísticos de moda, sino con una visión posmoderna del mundo que
va permeando sistemáticamente las sociedade la poblaciones en la
actualidad. ¿No vemos aquí algo que se relaciona con el paso del anti-
guo colonialismo territorial al colonialismo turístico posmoderno de
las imágenes exóticas, que va a la par asimismo con la uperación del
miedo al Otro y el arribo de la atracción por los Otros?
Esta dinámica procedente de la saturación del mundo ilustrado y
racionalista ha logrado dar una nueva significación a las culturas étni-
cas y a sus reivindicaciones, incluso en el seno mismo de las culturas,
pues si bien dichas reivindicaciones siempre han exi tido pocos han
sido los momentos de gloria en un mundo industrioso y proyectista.
¿ o será acaso que esta saturación racionalista en el mundo occi-
dental, bien conocida por todos, permite ahora que exista un auge y
una legitimación de dichas reivindicaciones originarias? Ciertamente
esto no significa que el racismo desaparezca, pues se trata más bien
de una constante antropológica que la intención moralista de la polí-
40 ANOMlA YTRAGEDlA EN EL M DO HISPANO

tica quiere tomar como punta de lanza. Sin duda en América Latina
todavía existen los fenómenos de clases (descritos tan acuciosamen-
te por los servidores del marxismo), provenientes de un mundo colo-
nial y modernista, y una fuerte impregnación imaginaria de un pa-
raíso blanco (particularmente en las poblaciones mestizas del
continente), pero eso no ha borrado, sin embargo, la intensa creati-
vidad que va más allá de todas estas muletillas históricas. El imagina-
rio también tiene su campo de fuerza que se expresa sin duda con
mayor claridad en las instancias de la creatividad; sean éstas econó-
micas, políticas, visuales, estéticas, etc. He aquí el meollo del asunto
que queremos invitar a tomar en cuenta.

Pocas han sido las veces que se ha de arrollado una presentación de


la historia moderna de América Latina desde el punto de vista de su
unión orgánica entre el bien y el mal. Porque es claramente de esto
de lo que se trata, de una mirada que despliegue el cotidiano para-
dójico de la sociedad latinoamericana que día con día vivimos.
Ciertamente habrá quienes invoquen el peligro de la reemergencia
del mal en las manifestaciones políticas, culturales, sociales y econó-
micas que evocan más bien el riesgo de no concluir con el proceso
de estandarización y homogeneización de un solo tipo de bien. Pero
como hemos visto en las manifestaciones de la danza y su evocación
del mal en América Latina, más que preocuparse por el riesgo
habría que ocuparse de lo que el peligro en su vastedad genera de
creatividad en nuestras sociedades. Sin duda, para analizar los fenó-
menos que no se ven pero que existen, hay que tener visión noctur-
na; el de afio para los pensadores de América Latina será precisa-
mente el encontrar la visión nocturna a partir de nueslra propia
técnica de observación.
Lo que es importante ver en las páginas que a continuación se pre-
sentan a los lectores hispanos es el hecho de que siempre han existi-
do dos lógicas de acción complementarias: en primera instancia
tenemos el espíritu de la modernidad característica de una actitud de
negación de la muerte con todos los símbolos que ésta conlleva. Una
negación que es primeramente judeocristiana, después moderna, y
finalmente anglosajona. A partir de este enfoque se puede decir que
la negación de la muerte puede llevarnos a efectos perversos de
manera incontrolada, que provoquen lo contrario de lo que se que-
lia evitar. Por el otro lado, existe olra actitud, un poco más pagana y
ANOMIA YTRACEDIA EN EL MUNDO HISPANO 41
que está regresando a nuestro parecer, en el espíritu posmoderno que
se puede vincular a la socialidad del Sur que mencionamos y que no
es más que la integración de esta muerte. Es la integración homeo-
pática, propia de la socialidad del Sur inserta en la lógica trágica,
donde se pueden modular los diver os aspectos de la vida.
Por lo tanto, se trata de dos actitudes diferentes; una en donde la
modernidad ha sido la representante de la negación de la muerte,
que ha desembocado en la securización de la sociedad y el riesgo
cero, y otra exi tente legítimamente en otros tiempos y que está
regresando en la llamada po 'modernidad, representada por la cul-
tura pagana. Esto no es más que lo contrario de la negación de la
muerte y el corolario de la integración del mal con el resto que le
acampana.
He aquí pues una especificidad que es necesario tomar en cuenta
y ob ervar en nuestras sociedades, en particular en América Latina.

MICHEL MAFFESOLI
DA! IEL GUTIÉRREZ M.
Ciudad de México-Paris
abril de 2004
compendio de subversión posmodema

P
ara OO"ltIlUar su anafisis de la sociedad contemporánea,
pomendo atenaóo al presente, a sus diversas tribus, al
desarrolo del nomadismo, a la enslS de la poiilica, como lo
VIene haciendo desde hace lretnla años, M'1CheI Maffesoi
acomete, en esta 00", el delicado problema de la parte de
sombra de nuestro mundo: el tugar del mal.
Silenoosa o ruidosa, la revuelta gruñe. Pasividad con
relación al trabajo, abstención polltica. contracción de la vida
social en general, o también rodeos automovillsticos. aglorne--
raciones festivas y musicales y otras formas de efervecencia
son síntomas de ello.
Pero la parte destructiva, la del exceso, ¿no es la Que
precede una nueva armonia?
Como no fallan abogados de un Dios bienhechor con dis-
tinlos nombres -Estado, Contrato, Instituciones, Individuo-,
ni siquiera de representantes de los distintos conformismos
de pensamiento. ¿no es tiempo de observar serenamente, y
quizá de integrar, esta extraña "tajada del diablo"?

Michel Maffesoli es profeso< en la Sortx>na Ydirige


el Centro de Estudios sobre lo Adual Ylo Cotidiano (Parls V)
y el Centro de Invesligaoon sobre lo lmagmano (MSR). Es
¡efe de redacción de ia revlSla Soaélés. Siglo XXI publicó en
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sociedades posmademas

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