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Etica y Moral

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 EVOLUCION DE LA ETICA

La evolución de la ética se remonta a los orígenes mismos de la filosofía en la


antigua Grecia, y su desarrollo histórico ha sido amplio y variado.

 Ética en el pasado

Remontarse al pasado implica una remembranza de ideas, enseñanzas, consejos


o máximas de las personas a las que en nuestro trayecto por la vida hemos
conocido. La familia, célula fundamental de la sociedad, ha jugado un papel
trascendental en la ética del hombre en general. Desde sus primeros años, va
abrevando conocimientos, vivencias y enseñanzas de sus progenitores y familia
cercana con quien convive; de ellos depende gran parte de la formación de sus
valores; el que pueda determinar sobre el bien y el mal a sus semejantes; el
respeto a los demás, en su persona, en sus bienes o derechos.
Desafortunadamente, muchas personas aveces han influenciado conductas
deshonestas, irrespetuosas, con falta de valores; por ejemplo los programas
televisivos en los cuales, se pueden apreciar ciertas faltas de respeto que,
paradójicamente, lejos de reprobarse esas actitudes, causan hilaridad.
Esta desviación “moral o ética” del individuo, tiene corrección y podrá erigirse al
inicio de sus estudios profesionales, con el contacto de sus profesores.

 Ética en el presente

Advertimos una ligera descomposición social, debido a la gran transformación


mundial, donde día con día, se van perdiendo, poco a poco, los valores entre los
seres humanos.
Es deber de los actores del mundo social y político, el que se corrija tal
descomposición humana, esto es, inculcando a sus hijos o familia aquellos valores
básicos de respeto hacia las personas, derivado de sus ideas, grupo social,
ideología política, raza, sexo o cualquier otra característica que hace
diferenciarnos de los demás.
Para el logro de tal cometido, estamos inmersos los actores del mundo
académico, jurisdiccional, investigadores y personal administrativo de la
burocracia, quienes debemos poseer principios éticos básicos, para el mejor
desarrollo de nuestras actividades.

 Ética en el futuro

Si hacemos caso omiso al establecimiento de los valores éticos a los que nos
hemos referido, vislumbramos un caos político, social y económico, que no
conducirá a nada, más que a la propia autodestrucción e imperio de la ley del más
fuerte o más poderoso, falta de valores o principios, pero vacío e intranquilo en
cuanto a su seguridad humana. (Torres Z. , 2014)
En efecto, mezclados aspectos del Derecho, la moral y aún, la arbitrariedad,
temas destacados magistralmente el profesor Juan Manuel Terán en su obra,
conducirían a un caos social.
Siendo optimistas y desde otro punto de vista, está en la juventud de abogados
que actualmente se forjan en nuestras aulas de clase, el que tomen conciencia del
resquebrajamiento social, falta de valores y principios; una vez que perciban a
conciencia el problema, estará en sus manos el resolver la problemática que se
les presente, en aras de una vida tranquila y con recato. Aún está a tiempo el
estudiante de leyes, por recobrar o reforzar esos valores derivados de la virtud
ética, que lo conducirá a una vida profesional más armoniosa, con mínimos
problemas sociales y con una mejor calidad de vida y desarrollo personal.

Las características de la ética medieval

La principal característica de la ética medieval es estar basada en la cosmovisión


cristiana.

Por lo tanto, se distingue de la ética griega antigua en los siguientes aspectos:

 Distanciamiento de las cosas del mundo: en la ética cristiana medieval,


el fin último del hombre deja de estar en este mundo. Los filósofos
medievales sostenían que el amor a Dios era la principal condición para
que el hombre alcanzara la perfección moral;
 Valoración de la subjetividad: la ética medieval da énfasis al aspecto
subjetivo humano, por eso, conceptos como libertad e intención serán
fundamentales para ella. A diferencia de la ética antigua en la que el
hombre griego estaba estrictamente relacionado con la polis, la ética
cristiana valorará la relación entre los individuos y Dios.

Las influencias de la ética medieval

La ética filosófica cristiana no surgió de la nada. Los filósofos medievales


recibieron una gran influencia de los grandes filósofos griegos paganos y de
escuelas filosóficas como el estoicismo, el aristotelismo y el platonismo.

Los filósofos cristianos acogieron las antiguas teorías éticas que podían
armonizarse con la fe cristiana. Por tanto, podemos decir que la ética cristiana es
una síntesis del pensamiento filosófico griego con el pensamiento cristiano.

Los filósofos cristianos medievales adoptaron los conceptos éticos clásicos de los
griegos, como:

 felicidad;
 alma;
 el bien y el mal;
 virtud;
 libertad;
Estos conceptos griegos y muchos otros se adaptaron con los conceptos éticos y
religiosos del cristianismo como el pecado, la gracia, la salvación, la caridad, etc.

HISTORIA DE LA ÉTICA EN LA EDAD ANTIGUA Y MEDIEVAL

Los postulados de la ética en la edad antigua a partir del mundo homérico conlleva
revisar la ética desde sus orígenes a fin de consolidar los planteamientos que han
perdurado a lo largo del tiempo y otros que han quedado solo en la cultura de
origen y también que se han proyectado a otras épocas y culturas.

Generalidades de historia de la ética antigua y medieval

Después de analizados los elementos fundantes de la ética en los subtemas del


tema uno, nos corresponde estudiar cómo muchos problemas cobraron expresión
en las diversas doctrinas o teorías éticas que los filósofos y pensadores fueron
desarrollando a lo largo de la historia. Como criterio sencillo para estudiar las
doctrinas éticas, es la clasificación histórica, dividida en cuatro grandes épocas:
antigua, medieval, moderna y contemporánea.

A lo largo de la historia, se han propuesto diversos modelos éticos que han


intentado dar respuesta a la pregunta ¿cómo ser feliz? Pues la felicidad siempre
ha sido entendida como el bien último al que está llamada la existencia humana.
Esta respuesta se ha intentado dar desde varias perspectivas fundamentales, sin
que ellas agoten el extenso campo que puede estudiar la ética.

El estudio de la ética en las diversas épocas de la historia permite evidenciar la


consolidación del pasado, presente y futuro de la aplicación de la ética. También
se ha tomado el término “ética” para designar los aspectos relativos al buen obrar
de las personas dentro de su profesión. El estudio de la historia de la ética permite
comprender su desarrollo histórico desde los planteamientos, postulados y
autores, al igual que ser estudiada dentro de cada carrera, dado que cada
profesión tiene una ética particular y cada profesional debe responder y
comportarse como una persona ética dentro de su campo laboral.

En el desarrollo histórico de la humanidad, se resalta la división por épocas:


antigua, me-dieval, moderna y contemporánea; ahora se estudia y reflexiona en la
primera cuando se resalta la preocupación por el comportamiento humano; no
brota de la reflexión, del pensamiento que interpreta la experiencia, sino que se
solidifica en las obras y en la actividad de los hombres. En la edad antigua, se
vislumbra la ética desde varias perspectivas: el mundo homérico, los sofistas y
Sócrates, Platón, Aristóteles y la ética de la polis, los estoicos, Epicuro y su jardín.

En la perspectiva del mundo homérico, se proyecta el ethos en relación con somos


lo que hacemos como resultado de obras sancionadas por un cierto valor, una
cierta utilidad para facilitar la convivencia: armonía de tensiones opuesta, en busca
de conjuntamente destensar su oposición. La escritura se convierte en una aliada
de la ética, como sucede en la Ilíada y la Odisea como riqueza de comprensión del
ethos.

En la relación con los sofistas como hombres cultos y propagadores de la cultura,


“en la vida práctica y en el cultivo del arte, conscientes de que las cosas sensibles
son modificadas y transformadas por la actividad humana, así también el
contenido del espíritu, lo mentado, lo conocido, es removido de un lado para otro y
se toma objeto de la atención, y esta atención se torna interesante por sí” (Camps,
2002, p. 35). Entre los sofistas más destacados, están Protágoras, Gorgias,
Pródico, Hipias, Trasímaco, Antifonte y Critias, quienes con su perspectiva
filosófica han consolidado principios y planteamientos en relación con la ética.

La historia de la ética griega se da, en primer lugar, con los sofistas o sabios y,
luego, con Sócrates, periodo conocido como antropología de la filosofía griega, y
su pensamiento se caracteriza por su rechazo a la tradición cosmológica y su
interés por el hombre. En los presocráticos, la ética es todavía incipiente, ya que
se interesan preferentemente por investigar la realidad física o natural.

La ética en la edad antigua, permite confrontar el inicio de la preocupación del


hombre por preguntarse por el hombre. Sócrates indica en una de sus frases
célebres “conócete a ti mismo”. La frase permite que se haga un análisis del
hombre a sí mismo, que se puede considerar como punto de inicio de la ética en
relación con el hombre como ser racional y diferente de los demás seres de la
naturaleza, que no necesitan comportarse de manera ética o moral ante los
demás, sino que su existencia está demarcada por su instinto de supervivencia.

Historia de la ética en la Edad Media

En el recorrido de la historia como un elemento de retrospección de varias


generaciones, se destaca en la cultura occidental el cristianismo y la filosofía
moral cristiana, la cumbre de la Edad Media, la ética protestante, el humanismo y
la ética y la filosofía en el Renacimiento: Maquiavelo y las utopías.

El cristianismo representa una etapa decisiva en la historia del pensamiento


humano. Su importancia radica en que trae consigo una nueva concepción del
hombre y del mundo. En sus orígenes, el cristianismo no es una filosofía, es solo
una religión distinta de todas las anteriores procedente del judaísmo; una religión
revelada por Dios y, por consiguiente, la única que pretende

encerrar la verdad absoluta; una religión frente a la cual las demás no son sino
manifestaciones espurias. Lo que pude llamarse ética cristiana es bastante
complejo, el cristianismo comprende una diversidad de interpretaciones […], lo
imprescindible de la ética cristiana es la creencia en un ser divino (Dios), que es el
garante de la virtud y la perfección. (Escobar, 2000, p. 155)

En la patrística, y como principal representante de los padres de la Iglesia, san


Agustín, cuya ética está inspirada como todo su pensamiento en la filosofía
platónica; su imperativo ético fundamental es “ama y haz lo que quieras”. La ética
de santo Tomás se encuentra especialmente en las dos divisiones de la segunda
parte de la Suma teológica y en el libro tercero de la Suma contra los gentiles en la
que toca problemas éticos relativos al fin y los valores morales, a la obligación y a
la conciencia. Todos los seres tienen un fin prefijado: el objeto propio de la
voluntad es el fin y el bien; por consiguiente, todas las acciones humanas,
necesariamente, se ordenan a su fin y el ser se perfecciona en busca de su fin
natural, lo que acarrea la felicidad, y como bien o fin último del hombre es Dios.

Principales modelos de la ética en la edad antigua y medieval

Son innumerables los sistemas y modelos éticos elaborados a lo largo de la


historia. Al estudiar diferentes modelos éticos, se amplía en el estudio de diversos
filósofos, pensadores, se encontrarán planteamientos diferentes, algunos
enfrentados y quizá se terminará por comprender la ética como un polifacético
abanico de teorías sobre la moralidad.

La ética se asimila a obrar con honestidad, con rectitud y con compromiso, o a


obrar con y en justicia, o lo que es lo mismo de acuerdo con las leyes. Santo
Tomás desarrolla la teoría de las virtudes dentro de la teología cristiana. En este
contexto, él habla de las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Según este
planteamiento, por medio de estas virtudes, las personas logran superar sus
apetitos sensibles y comienzan un camino de perfección que las conducirá a su fin
último que es Dios, fuente de toda felicidad.

Los modelos éticos permiten impulsar los procesos educativos formales e


informales, de los niños y jóvenes de manera particular, nos llevan a tener fe en la
construcción de las ciudades y de la vida comunitaria en las áreas rurales y
urbanas, desde una perspectiva ética; ganar en confianza en las actividades
formativas de los ciudadanos es ganar personas de bien para el progreso personal
y social, en pro de una sana y correcta convivencia entre los seres humanos.

Los modelos éticos, no solo son doctrinas o corrientes de pensamiento, sino que
han de trascender en la ética ciudadana al reconstruir el saber práctico que
permite afinidad a un sentido común para todos los ciudadanos; nos permiten
reconocer que nuestras acciones son parecidas a las de los otros y que en la
pluralidad puede haber un verdadero encuentro. El reconocimiento de un
pluralismo razonable, en lugar de los absolutismos tradicionales, de la información,
de la tecnología, de la identidad cultural, del contrato según las mayorías, de
acuerdos mínimos, permite crear ciudad, fortalecer el sentido de la participación y
enriquecer la interacción social.

El ser humano, y más en la condición de estudiante universitario, está llamado a


estudiar los modelos éticos pero aplicarlos en la corresponsabilidad en los
proyectos comunes y la responsabilidad social que nos compete. Reconocer la
posibilidad de ejercer todas las ciudadanías es un primer paso; de hoy en
adelante, la acción diaria, la unidad de vida, que es en realidad la unidad debida,
el compromiso real con nosotros, y con los demás, la posibilidad de aplicar la regla
de oro: “No hagas a otro lo que no deseas para ti”.

HISTORIA DE LA ÉTICA EN LA EDAD MODERNA Y CONTEMPORÁNEA

A lo largo de la historia, y en las diferentes culturas, las personas siempre han


buscado una forma específica de orientar su vida, de realizar la misión a la que se
sienten llamados en el mundo o desarrollar lo que consideran que es su vocación.
En este sentido, se han presentado diversas propuestas que permiten orientar las
acciones humanas, por lo que se puede establecer con claridad que una es mejor
que la otra, pues esto depende de los contextos y de las situaciones particulares
de la vida. Así, cada persona debe ponderar las diferentes formas de vida y las
distintas teorías al respecto, y luego apropiarse de aquello que cree
convenientemente para su realización.

Historia de la ética en la Edad Moderna

Una nueva y fructífera etapa de la historia de la ética adviene con la modernidad,


que inicia en el Renacimiento (siglo XV) y se prolonga hasta finales del siglo XVIII
y principios del siglo XIX. A diferencia de la ética medieval, esencialmente
teocéntrica y teológica, la ética moderna se caracteriza por su antropocentrismo: la
tendencia a considerar al hombre como centro de todas las manifestaciones
culturales: política, arte, ciencia, moral, etc. En el Renacimiento, surge el
humanismo que trata de reivindicar al hombre, concibiéndolo como ser autónomo
y radical. La época moderna presenta rasgos tan decisivos.

En relación con éticas autónomas y heterónomas de Occidente, conlleva realizar


un análisis de la autonomía y heteronomía. La heteronomía se define como el
comportamiento de una persona que siempre se ha de regir por
condicionamientos externos a sí misma y a su razón. Kant fue el primer filósofo en
determinar el comportamiento moral según la autonomía, en total oposición a la
heteronomía; se trata de fundamentar el comportamiento de las personas según
una norma no impuesta desde fuera, cuyo comportamiento moral obedeciera a
sus propios criterios y al buen uso de la razón.

Para Kant, la ley moral debía ser de tipo formal, “que se prestaba como un
imperativo categórico, que consiste en una ley cuya validez universal se da
gracias a su racionalidad. Para dicho imperativo categórico (Suárez, 2003, p. 62),
Kant establece tres formulaciones:

Obra (actúa) de modo que la máxima que tu voluntad tenga siempre validez, al
mismo tiempo, como principio de una legislación universal.

Obra (actúa) de modo que consideres a la humanidad, tanto en la persona de


todos los demás, siempre como fin y nunca como simple medio.

Obra (actúa) de modo que la voluntad, con su máxima, pueda considerarse como
legisladora universal con respecto a sí misma.

Es claro que, cuando las personas actúan por puro deber, se vuelven dignas de
felicidad, lo que implica una consecuencia de la actuación y no solo la finalidad en
sí misma.

Desde las últimas décadas del siglo XX y hasta hoy, se ha mantenido un nuevo
modelo de interpretación y de fundamentación de la moral, denominado ética
dialógica. Este tipo de ética se basa en la búsqueda de consensos que permitan
asumir acuerdos morales dentro de una comunidad. El planteamiento pretende ser
capaz de universalizar normas para uno o más grupos humanos a través de la
argumentación. Del mismo modo, propone un modelo que sirva para determinar
las acciones morales válidas para los diversos pueblos y que tenga una aplicación
concreta en las diferentes formas de ser de la moral.

Principales modelos de la ética moderna y contemporánea

Son innumerables los sistemas y modelos éticos elaborados a lo largo de la


historia. Al estudiar diferentes modelos éticos, se amplía en el estudio de diversos
filósofos, pensadores, se encontrarán planteamientos diferentes, algunos
enfrentados y, quizá, se terminará por comprender la ética como un polifacético
abanico de teorías sobre la moralidad en la Edad Moderna y en la Edad
Contemporánea.

Dentro de las corrientes éticas de la Edad Contemporánea, cobra un gran interés


para nuestro momento histórico la denominada ética de la liberación, que está
inserta en el marco general de una filosofía de la liberación, dada en los países
que han sufrido la dominación y la dependencia; es una cuestión ceñida a América
que abarca donde haya opresión del hombre por el hombre.
El aspecto ético de esta corriente filosófico-ética plantea una relación de igualdad,
fraternidad, solidaridad, pero rechaza los populismos, considerando que la política
de liberación es aquella hegemonizada por el bloque social de los oprimidos (clase
obrera, campesinos, etnias, marginales, etc.). La ética de la liberación se opone al
machismo, al sometimiento de la mujer, a la concepción de la mujer como mero
objeto sexual. Se trata de una revolución cultural por lo ancestral, lo propio debe
rescatarse y desarrollarse dentro del marco de una cultura moderna. La ética de la
liberación busca el bien ético del si-al-Otro y, por tanto, es justicia; es cumplir la
justicia y respetar al Otro como otro, dejarlo ser.

Se escucha con frecuencia hablar de que vivimos una época crítica que conlleva
un derrumbe o deterioro de valores y actitudes; con frecuencia se escucha de
padres de familia, docentes y adultos la frase: “Los tiempos pasados fueron
mejores”, que hubo un tiempo dorado como el que han soñado o recreado muchos
filósofos de la historia en el que todo parecía mejor porque el ser humano no
estaba contaminado por tanta maldad.

Es necesario partir del hecho de reconocer que vivimos, en efecto, una época
marcada por la crisis, considerando crisis un trastorno físico que da durante una
enfermedad, el cual trasladado al campo de la ética se estaría hablando de un
trastorno o malestar moral en que los valores tienen nuevas valoraciones y nuevas
formas de entender perdiendo la vigencia y tradición de interpretación; este
cambio produce una crisis y un malestar por su nueva comprensión y las nuevas
formas de vida.

Los tiempos actuales requieren su interpretación, comprensión y reacomodación


sin perder la esencia del ser humano. Ahora es necesario iniciar un proceso de
intuición e interlocución con actores poco frecuentes: el papel de los jóvenes como
actores sociales de trascendencia, las protestas juveniles, el complejo mundo de
las drogas, la protesta contra la política y su participación en ella con grandes
síntomas de inconformismo social, el amor y la sexualidad han traspasado las
fronteras de esta humanidad y sus valores, el enorme problema de la sociedad de
consumo-light: ser, poder, tener y placer, la violencia encarnada en el ser humano,
entre otros problemas acentuados en la sociedad del siglo XXI en el cual nos
corresponde vivir.
La moral y la ética, cuna de cambios

A lo largo de la historia, han caído grandes imperios, culturas, civilizaciones y


formas enteras de organización social y de pensamiento. Aunque la moral y la
ética nos han acompañado a lo largo de la historia… ¿Sabemos qué es la ética y
la moral? ¿Cuál es la diferencia? o ¿cómo han ido cambiando con el paso
del tiempo?

La moral, explicada de forma sencilla, sería lo que nosotros usamos para saber
si una acción es buena o mala. Es como una herramienta o una guía que
construye nuestra sociedad para que aprendamos cómo tenemos y cómo no
tenemos que tratar con los demás. Por ejemplo: si yo miento a una persona, estoy
siendo inmoral porque traiciono con mi mentira la confianza que esa persona tiene
en mí.

La ética, sin embargo, es la rama de la filosofía que estudia los comportamientos


morales, inmorales y amorales. Toda moral esta construida bajo el paraguas de
una teoría ética, así pues si nosotros siguiéramos una ética cristiana
podríamos ver el aborto como algo inmoral porque atenta contra la vida que
se esta gestando en el vientre. Por otro lado, si nosotros seguimos una teoría
ética laica, podríamos considerar el aborto como una acción moral al pensar que
la libertad de la mujer a la hora de decidir no ser madre es lo importante. Por lo
tanto y hasta cierto punto, la moral la podemos considerar como algo relativo, es
decir, depende de la teoría ética sobre la que se nos ha educado.

La moral ha evolucionado conforme cambiaban nuestras sociedades y sus


pensamientos. Los griegos clásicos establecían un vínculo entre moral y felicidad.
Los atenienses, por ejemplo, creían que había una forma objetiva de alcanzar la
felicidad: ser morales. ¿Qué era ser moral para un ateniense? Desarrollar y
potenciar aquello en lo que eras bueno. Si eras bueno en la enseñanza debías ser
profesor, si eras bueno en la construcción, debías ser albañil. Los atenienses
además creían que los seres humanos como especie tenían una cualidad
innata en la que eran buenos per se y era en política. Aristóteles decía que el
hombre es un animal político, por lo tanto para ser felices y estar en el camino
moral debías -aparte de potenciar aquello en lo que eras bueno- participar en
política y en la vida pública de la polis. Un griego solo podía saber si había sido
feliz o no al final de su vida porque las desgracias estaban al acecho.
Pensaban que si decían que eran felices antes de llegar a su final, la desgracia se
cebaría con ellos.

La introducción del cristianismo a través del Imperio romano en Europa, cambió el


concepto de moralidad, que dejó de estar vinculado a la felicidad y se ligó a la
salvación del alma. En la Edad media ser moral se convertía así en seguir la
doctrina de Dios y los mandamientos de la Biblia. El cielo como recompensa o
el infierno como castigo servía para motivar a la gente a ser moral.
ORÍGENES Y EVOLUCIÓN DE LA MORAL
 a) Moral de las sociedades primitivas

La moral surge cuando el hombre deja atrás su naturaleza puramente instintiva y


forma parte de una colectividad. La moral requiere forzosamente que el hombre se
halle en relación con los demás y una conciencia de esa relación, con el fin
de poder conducirse de acuerdo con las normas o prescripciones que lo rigen.
Pero esta relación hombre – hombre, no puede desvincularse de la relación
hombre – medio.

Dicha vinculación se expresa, ante todo en el uso y la fabricación de instrumentos,


es decir, en el trabajo humano, mediante el cual el hombre crea un puente entre el
y la naturaleza, a la que trata de poner a su servicio.

Ante esta nueva situación (el hombre pasa de ser un individuo a ser un ser social),
se hace necesario ajustar la conducta de cada miembro a la comunidad,
determinándose de esta manera que se considere como bueno o beneficioso todo
aquello que contribuye a reforzar la unión o actividad común, y se ve como malo lo
que contribuye a debilitar dicha unión. Se establece pues una división entre lo
bueno y lo malo, así como una tabla de "deberes" basada en lo que se considera
bueno y beneficioso para la comunidad, perfilándose una moral colectivista.

Esta moral colectivista, propia de sociedades primitivas que no conocen


la propiedad privada ni la división de clases, es una moral única y válida para
todos los miembros de la comunidad, al mismo tiempo que limitada a los límites de
la gens o tribu. Todo lo que estuviera fuera de esa gens o tribu, era considerado
extraño.

Con todo lo dicho anteriormente, podemos concluir en que la moral de las


sociedades primitivas, no existen cualidades morales personales, ya que la
moralidad del individuo era propiedad de la tribu, es decir, que la colectividad
absorbe la moralidad individual del hombre.

LA MORAL EN EL ESCLAVISMO
La sociedad esclavista fue típica de la Edad Antigua, aunque no desapareció en
las legislaciones de occidente, sino luego de la prédica de libertad de los
revolucionarios franceses.

La esclavitud era la condición de cosa a que se rebajaba a las personas, ya sea


como consecuencia de su nacimiento (porque su madre era esclava); porque
había cometido el hombre libre ciertos delitos graves; por no haber podido abonar
sus deudas; y sobre todo, como consecuencia de las guerras, pues los capturados
en virtud de ellas, como había derecho a matarlos, y se les perdonaba la vida,
quedaban reducidos a una existencia como hombres pero no como personas,
pues podían ser maltratados, sometidos a trabajos forzados, vendidos, y hasta
asesinados sin motivo, al menos en las primeras épocas de su vigencia, y en
algunos pueblos más que en otros.
Entre las sociedades esclavistas del mundo antiguo podemos citar a Egipto, los
pueblos de la Mesopotamia Asiática, Grecia, y sobre todo Roma, que por sus
extensas conquistas sometió a casi todo lo que hoy conocemos como Europa y el
norte africano. Sabios de la talla de Platón o de Aristóteles, que nos sorprenden
por su grandeza moral, aceptaron sin embargo la existencia de esclavos.

Entre las sociedades esclavistas del mundo antiguo podemos citar a Egipto, los
pueblos de la Mesopotamia Asiática, Grecia, y sobre todo Roma, que por sus
extensas conquistas sometió a casi todo lo que hoy conocemos como Europa y el
norte africano. Sabios de la talla de Platón o de Aristóteles, que nos sorprenden
por su grandeza moral, aceptaron sin embargo la existencia de esclavos.

La moral moderna
Todo el pensamiento filosófico occidental de la antigüedad acerca de la forma de
vivir se limitó a centrarse en la cuestión del supremo bien.

El cristianismo enseñó que se podía llegar al bien a través de la salvación,


insistiendo en total obediencia en los mandamientos de Dios. Dado que
actualmente son muchísimas las personas que no creen enana única existencia
de forma de vida favorable para todos, y que además de esto mucha gente piensa
que no se puede resolver nuestros problemas prácticos sobre una base religiosa,
las cuestiones de la ética occidental moderna son todavía nuestras cuestiones.

Si nos paramos a reflexionar en que si no hubiera un supremo bien determinado


por la naturaleza o incluso por Dios, ¿cómo podemos saber si nuestros deseos
son “buenos o malos”?

La filosofía moral moderna partió del planteamiento de problemas como este


anterior. Debemos considerar 3 etapas en ella:

1ª) La primera etapa consistió en la separación ideológica de que la moralidad


debe proceder de alguna fuente de autoridad fuera de la naturaleza humana, hacia
la creencia de que la moralidad puede surgir de recursos internos a la propia
naturaleza humana.

Esta etapa comienza con losb Ensayos de Michael Montaigne (1595) y culmina en
la obra de Kant (1785), Reid (1788) y Bentham (1789).

2ª) Dentro de la segunda etapa, la filosofía moral se dedicó a crear y defender la


concepción de la autonomía individual. Esta etapa comprende le período que va
desde las obras de Kant, Reid y Bentham hasta el último tercio de este siglo.

3ª) Desde entonces, los filósofos morales se han interesado más por las nuevas
cuestiones relacionadas con la moralidad pública que por el problema del individuo
autónomo.

1. Hacia la autonomía.
Montaigne (1533-1592) insistió en demostrar que las ideas de una vida buena
propuestas en la antigüedad clásica no sirven correctas porque la mayor parte de
la gente no puede vivir de acuerdo con ellas. Propuso que las personas no podían
vivir de acuerdo con las normas cristianas, aún siendo él de fe católica.

La crítica radical de Montaigne revela la condición de una población europea cada


vez más diversa, confiada en sí misma y lectora. Las larguísimas guerras
demostraban la necesidad de formas pacíficas para resolver las disputas políticas.
El cristianismo se veía casi desplazado ante la notable división de Europa por la
aparición del protestantismo, no podía existir acuerdo sobre las exigencias de la
religión histórica. Aunque las universidades seguían enseñando versiones diluidas
de la ética aristotélica, los innovadores se inspiraron en otras fuentes.

La tradición más duradera: el derecho natural clásico. Esta doctrina exponía que
las leyes de Dios nos obligan a actuar de determinadas maneras que, lo queramos
o no, van en beneficio de todos.

El derecho natural clásico describía al ser humano como un ser creado para
realizar un papel en una comunidad ordenada por Dios; la moralidad enseñaba
cuál era ese papel que desempeñaba el ser humano. El derecho natural moderno
partió de la afirmación de que el hombre tiene derecho a determinar sus propios
fines y que la moralidad nos facilita las condiciones en las que mejor pueden
conseguirse estos fines. Unos de los primeros que reconocieron esta ideología fue
Hugo Grocio (1583-1645), que además en su obra “El derecho de guerra y paz”
admitía que somos seres sociables por naturaleza.

La obra de Thomas Hobbes, “Leviatán” (1651), negaba la sociabilidad natural y


destacaba como nuestra universal motivación el interés. Para Hobbes no existe un
bien último: lo que buscamos es <<poder y más poder>>.

Surgió una teoría que se oponía a la tesis de Hobbes y era apoyada por los
iunaturalistas, donde exponían que los seres humanos somos rebeldes y
precisamos un fuerte control por parte del gobierno.

John Locke (1632-1704) se oponía tanto a Grocio como a Hobbes al afirmar que
algunos de nuestros derechos son inalienables, y que por lo tanto la acción de
gobierno tiene límites morales.

A finales del s. XVII empezó a difundirse la crítica de esta concepción; y durante el


s. XVIII diversos pensadores postularon concepciones en las cuales la moralidad
no se entendía ya como algo impuesto a nuestra naturaleza, sino como expresión
de ésta.

Pierre Bayle en 1681 avanzó la tesis de que un grupo de ateos podía formar una
sociedad perfectamente decente. La moralidad se convirtió así en algo derivado
de los sentimientos humanos. Durante el s. XVIII hubo una larga discusión sobre si
nuestras condiciones morales derivan del sentimiento, como había sugerido
Shaftesbury, o de la razón, como había creído los iusnaturalistas.

Algunos afirmaban que esto se revela en nuestros sentimientos morales de


aprobación y desaprobación, y otros decían que se aprende por intuición o por
aprehensión moral directa.

Después de todos los debates que se dieron lugar nadie parecía dispuesto a decir
más sobre el bien que el bien es aquello que reporta felicidad o placer: una acción
solo puede ser correcta porque produce el bien. David Hume Kant criticaron esta
fuerte idea.

Hume pensaba que una teoría centrada en la virtud era la que mejor explicaba
nuestras convicciones morales. Él decía que nosotros aprobábamos aquellos que
nos incitan a hacer algo beneficioso, y desaprobamos los que causan daño.

La cuestión más problemática para Hume era la justicia. Según Hume podemos
ver como la virtud de obedecer las leyes puede derivarse de por completo de
nuestros propios sentimientos y deseos.

Kant defendió que la moralidad nos impone obligaciones absolutas, y nos muestra
lo que tenemos que hacer en cualesquiera circunstancias. La clave de la
concepción de Kant es la libertad. Para Kant la única forma de ser libres es que
nuestras acciones estén determinadas por algo que proviene de nuestra propia
naturaleza, ya que según él si estuviéramos determinados por algo externo a
nosotros mismos como por ejemplo las leyes divinas no estaríamos actuando
libremente. Kant defendió una forma muy notable que la moralidad es una
expresión de la naturaleza humana.

2. La autonomía y la teoría: los pros y los contras.

En su segundo período, tras Kant, Reid y Bentham, la filosofía moral se diferenció


más aún que antes por nacionalidades, y se fue convirtiendo cada vez más en
materia técnica de estudio.

Labores realizadas durante el período:

mología de la moral.

1) La teoría utilitaria de Bentham arrojó unas conclusiones morales muy en


discrepancia con las convicciones del sentido común. John Stuart Mill (1806-1873)
decía que la moralidad del sentido común, que todos aprendemos en la infancia,
representa la sabiduría acumulada de la humanidad acerca de las consecuencias
deseables o no deseables de las acciones.

Según los intuicionistas los principios de la acción correcta no podían derivarse a


partir de la consideración de lo que la gente desea realmente, además hay que
añadir la premisa <<lo que la gente desea es bueno>>. Aunque también según los
intuicionistas no todo lo que la gente desea es bueno, como por ejemplo afirmaba
Reid.

Los intuicionistas ingleses del s. XIX, como William Whewell (1794-1866)


intentaban defender una ética cristiana contra la tesis utilitaria.

E. Moore afirmaba que el conocimiento de los valores no podía derivarse del


conocimiento de los hechos. Los actos correctos son aquellos que producen más
bien.

2) En el pensamiento occidental del s. XIX y comienzos del s. XX participó Hegel


(1770-1831), que señaló y afirmó que la personalidad moral se forma y debe
formarse por la comunidad en que vive la persona.

El pragmatismo americano poco menos que decir de la moralidad que sobre otros
temas. John Dewey (1859-1952) intentó mostrar que una sociedad liberal no tiene
que presuponer ni un punto de vista fuera de la historia ni un único principio
abstracto. Aunque los individuos son moldeados por su comunidad pueden
colaborar conscientemente para reformarla.

3) Montaigne y otros autores de los siglos XVII y XVIII presentaron dudas


escépticas y relativistas sobre la existencia de una moralidad universalmente
vinculante, a partir de la conciencia de la diversidad de códigos y prácticas
existentes en el mundo. Ésta cuestión fue retomada fuertemente por Friedich
Neitzsche (1844-1900) quien no intentó rechazar las teorías kantiana y utilitaria, en
cambio propuso que las raíces de la moralidad moderna eran la voluntad de
poder, la envidia y el resentimiento de quienes la defendían.

El auge de la antropología moderna alentó a filósofos como Edward Westermarck


(1862-1939) y Moritz Schlick (1881-1936), entre otros, donde se llegó a la
conclusión de que, según los positivistas, las creencias morales no pueden
comprobarse empíricamente de la manera en que se comprueban las creencias
científicas. Por ello las creencias morales en realidad no son más que expresiones
de sentimientos, y no enunciados cognitivos. Así que el debate comenzó en los
años treinta y duró varias décadas sobre el significado del lenguaje moral y la
posibilidad del razonamiento moral.

Pero todo el debate se centró a partir del supuesto de que lo que importa sobre la
moralidad es que los individuos debían ser capaces de tomar sus propias
decisiones morales y vivir en consonancia.
3. Nuevas orientaciones.

La obra de John Rawls (“Una teoría de la justicia”. 1971) ha tenido un importante


papel ya que intenta demostrar cómo se pueden justificar principios de acción
correcta, por supuesto en el ámbito de la justicia, independientemente de la
cantidad de bien que emana de la acción correcta.

Los trabajos recientes en la filosofía moral se caracterizan por:

aborto, la ética ambiental la guerra justa, el tratamiento médico…

la moralidad como algo


vinculado a la virtud en vez de a principios abstractos.

plantea la necesidad de coordinar la conducta de muchas personas para


emprender acciones eficaces. Si demasiadas personas acuden a un mismo lago
como fin de descanso rural, ninguna de ellas conseguirá la soledad que desea:
¿cómo decidir qué hacer?

Cuestiones como esta, que incumben a grupos de personas o comunidades de


individuos autónomos, están teniendo más importancia últimamente para la
filosofía moral moderna que el problema históricamente de explicar al individuo
moralmente autónomo como tal.

Índice de autores

*Michael de Montaigne. Como pensador, Montaigne destaca por su análisis de


las instituciones, opiniones y costumbres, así como por su oposición a cualquier
forma de dogmatismo carente de una base racional. Observaba la vida con
escepticismo filosófico y puso de relieve las contradicciones e incoherencias
inherentes a la naturaleza y la conducta humana. Sin embargo, su moral tendía
básicamente hacia el epicureísmo, revelando las actitudes propias de un
humanista que rechazaba la esclavitud de las pasiones y los deseos. El más
extenso de sus ensayos, Apología de Raimundo de Sabunde, es un estudio de la
capacidad racional y las aspiraciones religiosas del ser humano.

*Reid, Thomas (1710-1796), pensador escocés, fundador de la escuela de


filosofía escocesa también llamada del sentido común. Nacido en Strachan,
Kincardine, y educado en el Marischal College, en Aberdeen, Reid llegó a ser
profesor de filosofía en el King's College de Aberdeen, en 1752, y profesor de
filosofía moral en la Universidad de Glasgow en 1764. En el campo de la
epistemología, o teoría del conocimiento, intentó contrarrestar el escepticismo de
su colega escocés David Hume, quien negaba el valor objetivo de los
razonamientos basados en las impresiones. Reid defendió que el mundo externo
existe con independencia del acto a través del cual se percibe, y mantenía que los
juicios de la mente en cuanto a la causalidad de los fenómenos son verdaderos y
fidedignos. En 1764 Reid publicó su Investigación sobre la mente humana según
los principios del sentido común. Entre otras obras suyas están Ensayos sobre la
capacidad intelectual del hombre (1785) y Ensayos sobre la capacidad activa del
hombre (1788).

*Bentham, Jeremy (1748-1832), filósofo, economista y jurista británico, creador


de la doctrina del utilitarismo. Nacido en Londres el 15 de febrero de 1748, fue un
niño prodigio que ya leía tratados a la edad de tres años, tocaba el violín con cinco
y estudiaba latín y francés con seis. Ingresó en la Universidad de Oxford con 12
años, estudió derecho y fue admitido en el Colegio de abogados, aunque nunca
llegó a ejercer. En vez de eso, trabajó en una profunda reforma del sistema
jurídico y en una teoría general sobre ley y moral, y publicó breves ensayos
escritos sobre aspectos de su propio pensamiento. En 1789 se hizo famoso por
su Introducción a los principios de la moral y la legislación.

*Kant, Emmanuel. Nacido en Königsberg (ahora, Kaliningrado, Rusia) el 22 de


abril de 1724, Kant se educó en el Collegium Fredericianum y en la Universidad de
Königsberg. En la escuela estudió sobre todo a los clásicos y en la universidad,
física y matemáticas. Tras la muerte de su padre, tuvo que abandonar sus
estudios universitarios y ganarse la vida como tutor privado. En 1755, ayudado por
un amigo, reanudó sus estudios y obtuvo el doctorado. Después, enseñó en la
universidad durante 15 años, y dio conferencias primero de ciencia y matemáticas,
para llegar de forma paulatina a disertar sobre casi todas las ramas de la filosofía.

Aunque las conferencias y escritos de Kant durante este periodo le dieron


reputación como filósofo original, no se le concedió una cátedra en la universidad
hasta 1770, cuando se le designó profesor de lógica y metafísica. Durante los 27
años siguientes continuó dedicado a su labor profesoral y atrayendo a un gran
número de estudiantes a Königsberg. Las enseñanzas religiosas nada ortodoxas
de Kant, que se basaban más en el racionalismo que en la revelación divina, le
crearon problemas con el gobierno de Prusia y en 1792 Federico Guillermo II, rey
de esa nación, le prohibió impartir clases o escribir sobre asuntos religiosos. Kant
obedeció esta orden durante cinco años, hasta la muerte del rey, y entonces se
sintió liberado de su obligación. En 1798, ya retirado de la docencia universitaria,
publicó un epítome donde se contenía una expresión de sus ideas de materia
religiosa. Murió el 12 de febrero de 1804.

*Grocio, Hugo, jurista, estadista, matemático, erudito y humanista holandés. Sus


escritos jurídicos sentaron las bases del Derecho internacional moderno, pero
también fue autor de voluminosos trabajos teológicos, poéticos, históricos y tradujo
a los clásicos.

*Hobbes, Thomas (1588-1679), Nacido en Westport (ahora parte de


Malmesbury). Filósofo y teórico político inglés, cuyas teorías mecanicistas y
naturalistas provocaron desconfianzas y polémicas en círculos políticos y
eclesiásticos.

*Locke, John (1632-1704), filósofo inglés, fundador de la escuela del empirismo.


Locke nació en el pueblo de Wrington, Somerset, el 29 de agosto de 1632. Estudió
en la Universidad de Oxford e impartió clases de griego, retórica y filosofía moral
en Oxford desde 1661 hasta 1664. En 1667 inició su relación con el estadista
inglés Anthony Ashley Cooper, primer conde de Shaftesbury, de quien fue amigo,
consejero y médico. Shaftesbury consiguió para Locke algunos cargos menores
en el Gobierno. En 1669, en una de sus funciones oficiales, Locke escribió una
constitución para los propietarios de la colonia de Carolina, en Norteamérica, pero
nunca se aplicó. En 1675, después de que el liberal Shaftesbury hubiera perdido el
favor de la corona, Locke se estableció en Francia. Regresó a Inglaterra en 1679,
pero debido a su oposición a la Iglesia católica romana, que contaba con el apoyo
de la monarquía inglesa de esa época, pronto tuvo que regresar al continente.
Desde 1683 hasta 1688 vivió en Holanda, y tras la llamada Revolución gloriosa de
1688 y la restauración del protestantismo, Locke regresó una vez más a Inglaterra.
El nuevo rey Guillermo III de Orange nombró a Locke para que desempeñara el
ministerio de Comercio en 1696, cargo del que dimitió en 1700 debido a una
enfermedad. Murió en Oates el 28 de octubre de 1704.

*Hume, David (1711-1776), historiador y filósofo escocés, que influyó en el


desarrollo del escepticismo y el empirismo, dos escuelas de filosofía. Nacido en
Edimburgo, Lothian, el 7 de mayo de 1711, Hume fue educado en su casa y en la
Universidad de Edimburgo en la que se inscribió con doce años. Tenía mala salud,
y después de trabajar por un corto periodo empleado en una casa de negocios de
Bristol se instaló en Francia.

*Mill, John Stuart (1806-1873), filósofo y economista británico, hijo de James Mill;
su obra causó gran impacto en el pensamiento británico del siglo XIX, no sólo en
filosofía y economía sino también en las áreas de ciencia política, lógica y ética.
Nacido en Londres el 20 de mayo de 1806, Mill recibió de su padre una amplia y
temprana formación inhabitual. Empezó a estudiar griego a los 3 años. Con 17
años, había terminado cursos de estudios avanzados y profundos de literatura y
filosofía griega, química, botánica, psicología y derecho. En 1822 Mill empezó a
trabajar como empleado con su padre en la oficina de inspección de la Compañía
de las Indias, y fue ascendido seis años más tarde al cargo de inspector asistente.
Hasta 1856 tuvo la responsabilidad de las relaciones de la compañía con los
principescos estados de la India. En su último año en el cargo, Mill fue nombrado
jefe de la oficina de inspección, puesto que ocupó hasta la disolución de la
compañía en 1858, cuando se retiró. Mill vivió en Saint Véran, cerca de Aviñón, en
Francia, hasta 1865, cuando entró en el Parlamento como diputado por
Westminster. Al no salir reelegido en las elecciones generales de 1868, volvió a
Francia, donde estudió y escribió. Murió el 8 de mayo de 1873 en Aviñón.
*Hegel, Georg Wilhelm Friedrich (1770-1831), filósofo alemán, máximo
representante del idealismo y uno de los teóricos más influyentes en el
pensamiento universal desde el siglo XIX.

*Nietzsche, Friedrich (1844-1900), filósofo, poeta y filólogo alemán, cuyo


pensamiento es considerado como uno de los más radicales, ricos y sugerentes
del siglo XX.

*Rawls, John (1921- ), filósofo estadounidense, cuyo pensamiento ha supuesto


un profundo impacto en los campos de la ética y de la filosofía política y del
derecho.

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