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Clase Mio Cid (Texto de La Claseprofesora)
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BIBLIOGRAFÍA:
TEXTOS LITERARIOS:
BIBLIIOGRAFÍA CRÍTICA:
Funes, Leonardo (2007): “Introducción”, Poema de Mio Cid, Buenos Aires. Colihue.
En particular, se recomienda la lectura de los parágrafos 1. El Poema de Mio Cid
según el testimonio conservado y 7. El poema como espectáculo juglaresco.
LINK A LA CLASE
parte 1: https://drive.google.com/file/d/16jKjmB_3U-U42CTIamT73PbP167jveLH/
view?usp=sharing
parte 2 https://drive.google.com/file/d/13OnoHO6-1bbtnOKboF8hjQYFbYpuguqt/
view?usp=sharing
DESARROLLO DE LA CLASE
Como pueden observar es bastante ilegible… hay una leyenda negra sobre esas
manchas que las adjudica al mayor hispanista y –casi dueño de la interpretación
del Poema hasta la década del 70- que fue Ramón Menéndez Pidal. Parece ser que
para “aclarar” algunos pasajes utilizó un químico que luego se transformó en esas
manchas. Una leyenda un poco injusta con quien fue un gran investigador y sin
dudas dedicó su vida a estudiarlo, a posicionar la épica española en la crítica
internacional y sobre todo a defender su teoría de un origen oral del poema. Si les
interesa este tema pueden leer el apartado 9 de la introducción de Leonardo
Funes, donde reseña la gran contienda entre investigadores. Por ahora, vamos a
seguir avanzando en las distintas ediciones. La siguiente imagen corresponde a la
edición paleográfica –basada en la edición de Ramón Menéndez Pidal.
Una edición paleográfica es aquella que reproduce el manuscrito original de la
obra con absoluta fidelidad a sus características gráficas:
Las ediciones que se utilizan para el estudio del Poema, salvo que el interés esté
puesto en el manuscrito, son ediciones críticas. En la edición crítica se
modernizan y se unifican las marcas gráficas, los tipos de letras. La edición crítica
también realiza operaciones de interpretación sobre la división en cantares
(recuerden que en original no existe, como tampoco la división en tiradas ni la
enumeración de versos), corrige si es necesario algunos “errores” siempre
justificando por qué toma esa decisión. Sin embargo, conservan el estilo del texto
–no lo modernizan como la edición que ustedes leyeron en la primera clase. El
mismo Alberto Montaner Frutos tiene una edición crítica del texto, del que
reponemos también el primer folio:
Cantar I
1.
2.
3.
4.
¿Por qué nos interesa cotejar estas ediciones? En principio, para que ustedes vean
el trabajo de un investigador, lo que implica leer un manuscrito. Las ediciones
críticas les permiten a los investigadores hacer hipótesis sobre el Poema a partir
de la lengua, de la presencia o no de determinadas expresiones, del uso de
determinas letras, por ejemplo, que pueden ser datadas históricamente a partir de
los estudios del campo de la filología.
¿La gran pregunta entonces es: la composición del poema (es decir, su génesis)
fue oral o escrita?
El único manuscrito que contiene el Poema de Mio Cid corresponde al siglo XVI,
sin embargo, podemos decir que el texto es anterior. El manuscrito es una
copia (recuerden que no había imprenta y por lo tanto los libros se copiaban a
mano) de otro, perdido. O de otros. ¿cuántas copias se pudieron hacer en cuatro
siglos? No lo sabemos. En el explicit del poema, algo así como el colofón, se
menciona a un tal Per Abatt, Pedro Abad, y una fecha, 1245:
Este explicit dio motivo a una gran disputa. No vamos a verlas en profundidad, lo
que me interesa es, a grandes rasgos, plantear la discusión sobre la autoría del
poema:
Las posturas más actuales, que intentan superar esta contienda entre
investigadores, matizan los postulados más extremos de una y otra corriente.
La postura culturalista de Leonardo Funes sostiene que en el texto del Poema de
Mio Cid se puede ver una contienda de prácticas discursivas: oralidad y escritura.
Y esta contienda va más allá del personaje histórico que pudo haber puesto por
escrito o compuesto el poema, sino que se pregunta cómo oralidad y escritura
estaban conviviendo en una sociedad mayormente iletrada, donde la información
se transmitía en forma oral, y la escritura estaba restringida a una porción mínima
de la población.
Con el Poema de Mio Cid sucede –salvando las diferencias- algo parecido. El texto
conserva muchas marcas de oralidad, y en algunos pasajes, nos permite imaginar
cómo habría sido la actuación del juglar. Sin embargo, la escritura también está
presente y no solo como una simple puesta por escrito, un dictado al oído del
copista, sino que opera allí transformando la materia oral, ajustándola a otros
modos de organización y estilo. Cito a Leonardo Funes para completar la idea de
contienda de prácticas discursivas:
“La operación de puesta por escrito supone un cruce y una suerte de condensación
de lo oral y de lo escrito, es decir de las tradiciones y prácticas discursivas orales y
escritas, y también de los correspondientes horizontes culturales e ideológicos. En
consecuencia, esta operación no pueden entenderse como un simple pasaje de lo
oral a lo escrito a través de un canal neutro (que sería la escritura) de un texto ya
completo con todos sus detalles desde los inicios de su difusión oral: la puesta por
escrito supone una específica puesta en obra artística. Insisto con el adjetivo
´específica´ porque no se trata de pensar que la escritura está aportando calidad
artística a una materia legendaria oral que no la tiene; lo que la escritura aporta es
una dimensión diferente del arte verbal que potencia y transforma los valores
artísticos de un cantar o de varios cantares.”
Entre las marcas de oralidad que conserva el Poema de Mio Cid, podemos
identificar:
Los versos se dividen en dos hemistiquios (en general de entre 8 y 7 sílabas cada
uno, aunque no es constante esta cantidad), con una cesura en el medio. Este
principio, según Germán Orduna, tiene que ver con la respiración –con el ritmo de
respiración que necesita el juglar para recitar un poema de tres mil versos- y
también con la máxima extensión de una frase que, dicha oralmente, puede ser
comprendida fácilmente por el público.
Las tiradas, que repito no están marcadas en el poema, son grupos de versos que
tienen la misma asonancia. En el folio I, por ejemplo, tenemos cuatro tiradas: a-o,
e-a, o, y a-a. La organización en tiradas es una estrategia mnemotécnica, se puede
pensar que las unidades narrativas que comparten la misma asonancia le
permiten al juglar memorizarla más fácilmente.
Finalmente, para revivir la historia ante los ojos del público –actualizarla- el
juglar manipula el foco visual: piensen en esa primera escena del Poema, si fuera
filmada, sería un primerísimo primer plano del héroe con lágrimas en los ojos, y
después un barrido por cada uno de los objetos que nombra: las puertas sin
candados, las alcándaras vacías sin pieles y sin mantos, sin halcones ni azores
mudados… Pasar de esa focalización interna, a una panorámica como la de las
batallas, es un recurso del juglar para actualizar la historia ante el público.
Hasta aquí llegamos con el Poema de Mio Cid. En estas dos clases hemos
trabajado aspectos fundamentales que tienen que ver con la historia pero también
con el texto.
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