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Las Mujeres en La Formación de La República Peruana (Pag
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Asimismo, las mujeres, sobre todo de clase alta, se organizaron para resistir y
hostilizar la ocupación chilena. Doña Antonia Moreno de Cáceres dirigió el Comité
de Resistencia de Lima, el cual organizó un arsenal de armas en el Teatro Politeama
y envió víveres, armas y medicinas. Asimismo, fue intermediaria diplomática entre
su esposo y otros jefes militares. Al igual que ella, destacaron otras mujeres como
Rosita Elías, Clara Lizárraga, Laura Rodríguez de Corbacho, entre otras, quienes
también pudieron obtener salvoconductos y salvar a prisioneros peruanos.
Si bien en general, las rabonas no recibían un salario, a lo largo del tiempo parece
que se estableció que recibieron algo y se les consideró en una lista en que se
señalaba su nombre y a qué soldado “pertenecía”. Según el historiador Alberto
Tauro del Pino, tanto en el bando realista como en el patriota, las necesidades
logísticas de la infantería, al emprender largos recorridos en las campañas militares
de la independencia, creó la necesidad de concederle al soldado el derecho a una
rabona o mujer de compañía, capaz de atender sus necesidades. A veces, era más
de una. De esta manera, los servicios auxiliares eran menos costosos y solo se
destinaban a los oficiales (Tauro del Pino, 2001, p. 2201).
Hay que considerar que las rabonas marchaban no solo con la infantería de un
ejército regular, sino también y sobre todo con las guerrillas o montoneras, que
desarrollaban un tipo de guerra a través de la lucha de grupos pequeños de un
ejército regular o por partidas de civiles armados. Su objetivo era agotar a un
enemigo muy superior en hombres y armas, mediante ataques sorpresivos y
evitando confrontaciones decisivas. Para ello, debían conttar con el apoyo de la
población local y el conocimiento del territorio. La participación femenina era común
en ellas. La perspectiva de los jefes militares sobre las rabonas era ambigua y hasta
contradictoria. Por un lado, pensaban que eran necesarias para la tropa, no solo
para atender las necesidades básicas del soldado en campaña, sino también para
evitar la deserción y desmoralización. Incluso, hay visiones más románticas que las
presentan como el complemento necesario del soldado, sin el cual no tendría valor y
valentía para ir al combate. En esta misma línea, las rabonas aparecen descritas en
los textos de literatura costumbrista y de los viajeros de la época. Por otra parte,
eran vistas como un problema por los dirigentes militares debido a que era un grupo
numeroso, aumentaban el consumo de los movilizados y eran como una plaga de
langostas por los pueblos donde pasaban. La metáfora de la plaga de langostas fue
empleada en diversas descripciones de la época, así como la de leonas que se
baten con furia para conseguir lo necesario para Las mujeres indígenas hacían esto
por su propia voluntad porque acompañaban a sus esposo, pareja o parientes
hombres a la guerra, pero también las había que eran instadas a hacerlo por sus
parientes masculinos. alimentar a la tropa.