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LA CAJA DE VIENTO - Andrés Bastidas

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LA CAJA DE VIENTO (CHRISTIAN HAUVETTE)

El rectorado de Martinica,ubicado en la ciudad de Fort-de-Francce, ideado por


el arquitecto Christian Hauvette y construido en 1993, funciona como un gran
edificio administrativo.

En esta región que es climatizada electricamente, se buscó que este edificio


fuera climatizado enteramente por el viento.

Los vientos en la región de Martinica son alisios, por lo cual durante todo el año,
soplan desde el este hacia el oeste, constituyendose como el referente de la isla,
donde todo se rige según este, “barlovento” golpeado por los alisios, o
“sotavento”, protegido de los mismos.

La arquitectura tradicional, sabe aprovechar en gran medida los alisios,


mediante el uso de diferentes aberturas que permiten la circulación total del
viento, el cual refresca los espacios al pasar; simple y realmente eficaz.
Esta nueva propuesta se presentaba como una especie de apuesta, pero
Chirstian Hauvette lo supo ver como una oportunidad para la arquitectura.

El lugar donde se llevaría la obra en cuestión, los alisios soplan demasiado


fuertes, se debía manejar con extremo cuidado de no recibirlos totalmente de
frente, ya que la presión sería demasiado grande, al optar por una forma
oblicua se logro una mayor presión del lado expuesto al viento y un descenso de
presión del lado protegido del mismo.

La fachada principal del edificio, la cual es la expuesta al viento tiene forma de


barra, con una estructura de hormigón, esta dividida rigurosamente para que el
portico central cumpla el papel de succionar el aire, de igual manera se colocó
una barrera para romper el viento antes de que llegue al portico, que sirve como
deflector.

La fachada que está protegida del viento tiene forma de corona y esta
comformada por 6 modulos independientes; en esta fachada se utilizaron
estrategias para protegerla del Sol, que es el problema principal y no los vientos
Entre cada uno de los 6 modulos la utilización de vegetación le da un toque de
oposición, dividiendo la naturaleza de la cultura.
Entre la corona y la barra, se dispuso 5 pequeños patios cerrados, que tienen la
misión de ser pozos de luz y jardines tropicales; con la excepción del patio
central que sirve de puente entre la corona, la entrada del personal y la barra, la
entrada del publico y del viento.

Los alisios entran desde la barra por paredes las cuales desaparecen cada
mañana para dar paso a persianas dispuestas estrategicamente para dejar
entrar el viento al edificio de manera casi constante, que se encuentra con
paredes planas que la comprimen y propulsan para permitirle propagarse por la
totalidad de la corona, y de esta forma ventilar el edificio.

La finalidad de esta “Caja de Aire”, realmente no es conservar el viento en su


interior, sino por el contrario hacer que desemboquen en el otro costado y
refresquen las oficinas con su paso; para la regulación del paso del viento en el
interior de las oficinas cada una dispone de laminas moviles de vidrio.

Aunque en su totalidad parezca un esquema simpple, la ejecución del mismo es


verdaderamente complicado; principalmente porque el edificio tiene que
adaptarse al terreno, más bajo del lado de la corona y más alto del lado de la
entrada del viento, donde para suplir este desnivel se ubicó un piso subterraneo,
que no se beneficia de la entrada del viento, los cuales mediante pozos de aire
con rejillas que dan a pequeños patios interiores, crean una gran corriente de
aire para ventilar dicho piso subterraneo.

Debido al espesor del edificio es dificil poder distribuir el aire a través de toda la
construcción, y para esto los patios entran en vigor, funcionando como un tipo
de turbina adicional.

La arquitectura de este rectorado funciona por la superposición de tramas: la


trama vegetal, constructiva, ventilación natural; esta superposición produce
nuevos enfoques y perspectivas; todo estaría perfectamente planeado, sino
fuera por un problema, el cual es el mismo viento.

El viento y la administración siempre va a hacer una extraña pareja, desde su


planeación se dudaba si sería algo logico, puesto que la circulación de viento se
volvería tan fuerte como para transformarse en un huracán; se sobreentendía
tambien que el viento traería consigo, humedad y polvo, pero presuponieron
que el gran ahorro en electricidad debería cubrir un futuro mantenimiento.
El otro gran problema sería el ruido, ya que al contar con tantos espacios
abiertos, la proliferación del sonido sería amplia, pero gracias a unos pedazos
de madera para obstruir las persianas, ya no existía más ruido ni tampoco
viento; pero si a esto se le añadiera la despreocupación por la verificación del
buen funcionamiento del sistema, ya sea por tiempo, paciencia o desinterés, es
algo más que suficiente para desajustar toda la maquina; y por tanto volvemos
al antes rechazado ventilador.

Finalmente por obra y causa del nuevo rector que pedia una climatización
electrica, ya sea por cuestión de confort o estatus.

Resultó que hoy en día, lo que amenaza con hacer desaparecer este edificio es
la acción de uno de sus actores principales.

Por Andrés Bastidas.

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