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2023.12.21. - Transcripción

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clase del 21/12/2023

Santiago Castellanos

RECAPITULEMOS.

1.-La diferencia entre cuerpo y organismo, cuerpo hablante y cuerpo biológico. El

cuerpo desde la perspectiva del paradigma cuerpo-máquina y del cuerpo afectado

por el lenguaje y el goce.

2.-Freud se orienta por el modelo de integración de lo psíquico y lo somático. Es lo

que aprende del encuentro con la histeria.

El primer nombre el síntoma es el de conversión: "Al lugar del sufrimiento anímico

que la sujeto se había ahorrado, aparecen los dolores físicos"

Se trata de la concepción del síntoma en la vertiente de lo que quiere decir, del

sentido reprimido, que puede ser curado tras el desciframiento de la verdad

reprimida.

3.-La Pulsión y la erogeneidad del cuerpo. Las experiencias iniciales de la vida dejan

unas marcas en el psiquismo como huellas, experiencias de satisfacción, que

constituyen la génesis de la Pulsion freudiana. Estas experiencias están del lado del

placer y también del trauma.

Lo traumático en Freud es equivalente a lo real en Lacan.

Abordamos el texto de “Tres ensayos…” y la relevancia de la sexualidad en la

etiología de la neurosis. Rescatamos varias conceptos: La Pulsión, Pulsion parcial y

zonas erógenas.

1
La Pulsión no es el Instinto que se satisface de la necesidad del objeto, siempre el

mismo. La Pulsión será aquello que opera entre lo psíquico y lo somático y que

anima el deseo en el ser hablante . En Freud habría una primera experiencia de

satisfacción mítica y el objeto está perdido a partir de ahí. La Pulsión funcionará en la

vía de la recuperación de la satisfacción de ese objeto perdido.

Freud entiende la pulsión con la orientación de la conservación de la vida y también

de la reproducción de la especie (Comer y amar).

Freud se da cuenta de que en la primera infancia la Pulsión es auto-erótica. Freud

pensará un desarrollo casi natural de la Pulsión, como un proceso: oral, anal y

genital.

Hablará también de la plasticidad de la pulsión, puede variar de objeto.

En 1914 con Introducción al narcisismo establece claramente la distinción entre las

Pulsiones yoicas y las del objeto.

En más allá del Principio del Placer introduce el concepto de Pulsión de muerte.

Freud se da cuenta que hay algo que resiste y tiene que dar un paso más. En el

síntoma, también hay algo que se satisface e insiste, algo que es la fuerte de la

compulsión a la repetición, de la reacción terapéutica negativa Este planteamiento es

precursor del concepto de goce del cuerpo.

Tomamos el hilo conductor del factor cuantitativo de la Pulsión, el representante de

la Pulsión es reprimido pero hay una cantidad de energía que queda a la deriva y

puede desembocar en angustia o en otros síntomas.

2
Concepto de goce en Lacan, toma diferentes puntuaciones, pero podríamos

abreviarlo que es algo que está más allá del placer.

4.- Cuerpo imaginario en Lacan y el estadio del espejo. Subrayamos la experiencia

Inaugural del viviente, del cuerpo fragmentado y la importancia de la unidad de la

imagen en el espejo y del otro en la constitución del cuerpo. Toma las referencias de

la etología (Paloma), del biólogo Bolk y las teorías de la psicología del niño y de la

Gestalt.

La captación en el espejo de esta imagen unificada del cuerpo constituye la matriz

del yo, del sentimiento de identidad y unidad del cuerpo. Este primer Lacan

subrayará la importancia del registro imaginario a partir de la imagen de la unidad

del cuerpo, pero al mismo tiempo señalando que esa identificación imaginaria es a

partir de la alienación al Otro, a partir de aquí plantea la cuestión de la rivalidad y a

agresividad como constitutivas del yo. La génesis paranoica del yo. O yo o el otro.

La operación se articula en un segundo momento en Lacan gracias a la incorporación

del orden simbolizo que opera introduciendo un orden.

Es el discurso del Otro el que permite que la operación constitutiva se produzca.

El lenguaje está allí previamente al sujeto, es una estructura y el sujeto es el producto

del significante.

Esto falla en la psicosis. Lacan propondrá que al desorden imaginario se añade el

orden simbólico y propone la operación de la Metafora Paterna como operador

constitutivo.

Mecanismo de la Forclusión, hay algo en la inclusión del orden simbólico que falla.

3
Además de la incorporación del orden simbólico os hable de que Lacan toma la

referencia de las zonas erógenas de Freud como los lugares que también tienen la

función de agrapar lo imaginario y lo simbólico, a partir de la dimensión del goce.

El cuerpo de lo simbólico:

El descubrimiento freudiano del inconsciente va a infligir una herida a la idea

de progreso y conciencia de la humanidad porque va a mostrar que esa figura de la

voluntad y el progreso no es más que un espejismo, ya que la mayor parte de las

fuerzas que operan en los seres humanos escapan a su voluntad y no solo eso, sino

que buena parte de los impulsos que nos guían se oponen a lo que nos conviene.

Cuando Lacan inicia su trabajo, lo que está en boga en el mundo psicoanalítico

es la Ego Psychology. Esta fue la adaptación de las teorías freudianas llevada a cabo en

Estados Unidos por un grupo de analistas europeos que emigraron a este país:

Hartmann, Lowenstein, Kris, Erikson y Rapapport entre los más conocidos. Esta

corriente post-freudiana va a privilegiar el Yo en detrimento del inconsciente. Su

concepción pone el acento en una pragmática de la clínica influenciada por la idea de

la higiene mental que se extiende en los Estados Unidos a través de la psiquiatría y

de los consultorios en revistas femeninas que indican como criar a los hijos, como

mantener un matrimonio feliz, como alcanzar las propias metas en la vida etc..La

idea de integración y adaptación a la sociedad no está lejos. Lacan les criticaría su

imitación servil de los ideales del american way of life.

Será Lacan quien haga la crítica más contundente a este culto al yo desde sus

primeros textos. En el Estadio del Espejo, Lacan habla de cómo se constituye la

identidad partiendo de la experiencia del infans ante su imagen especular.

4
La hipótesis de Lacan es que un problema real -la prematuración del

nacimiento- encontraría una solución en lo imaginario, la imagen anunciando la

totalización del organismo fragmentado. Supone un malestar real primario y una

solución imaginaria.

Lacan subraya, también, la importancia del lugar del Otro en su estatuto

simbólico, no solamente imaginario.

Dicho de otra manera: lo que permite apropiarse de la extrañeza de la imagen

y que se constituya el yo es una instancia simbólica, pues este Otro que certifica la

imagen como siendo la propia, es un Otro que, no lo olvidemos, habla. Es decir,

somos hablados por el Otro que nos constituye en su dimensión simbólica, fuente de

las identificaciones imaginarias y simbólicas. Así se inscribe la matriz de lo

imaginario.

En esta época hay que tener en cuenta los desarrollos de los post-freudianos en

EEUU que toman la segunda tópica de 1920 como referencia central y piensan el yo

(moi) como instancia central de la personalidad dotada de una función de síntesis y

de ahí que el psicoanalista tiene que reforzar el yo para llevar al paciente a la

realidad.

Posteriormente Lacan propondrá la tesis del inconsciente estructurado como

un lenguaje y toda su enseñanza se desarrollará tratando de articular los tres

registros de lo imaginario, lo simbólico y lo real.

¿Por qué esta demanda creciente de autoayuda y su relación con el malestar en

la cultura?. Una primera respuesta es que en la medida en que la dimensión de lo

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simbólico está en declive, a su lugar vienen las soluciones imaginarias y la falta de

sentido de la vida.

Hasta tal punto que nos encontramos en la clínica con la demanda de muchos

sujetos desorientados y sin brújula alguna, en muchos casos con fallas en la

constitución del cuerpo desde el mismo estadio del espejo y se trata de discernir en

las entrevistas preliminares el diagnóstico diferencial para orientarnos en la clínica.

Dicho de otra manera, encontramos en la clínica sujetos donde ha habido

desde el principio un fracaso en la constitución del yo y del narcisismo. Una clínica

orientada tiene que responder a la necesidad de encontrar soluciones reparadoras a

este problema, obviamente en el caso por caso, porque no sirven las soluciones

universales. Es decir, son casos clínicos cuya cura no se orienta por la relación del

sujeto al inconsciente, como es el caso de las neurosis, sino de la pragmática según la

presentación y los síntomas del paciente.

¿cómo maniobrar desde el discurso analítico para que el trabajo pueda

prescindir de la utilidad directa, de la demanda de una satisfacción inmediata, del

rechazo a la relación al inconsciente?

Obviamente no hay una sola respuesta a esta pregunta.

En primer lugar, hay que subrayar la importancia de las entrevistas

preliminares, para tener en cuenta el diagnóstico y la dirección de la cura.

En segundo lugar, sabemos que de lo que se trata es de la relación del sujeto

con el inconsciente y esto en el mundo contemporáneo no se produce de entrada en

todos los casos, en algunos hay una dificultad. El sujeto tiene que consentir a

emprender el camino de un análisis.

6
En tercer lugar, no responder a la demanda. Añadiría aprender a callarse, a

escuchar, el analista tiene que estar lo suficientemente analizado para soportar el

silencio y la neurosis del mismo paciente, acoger su modalidad de goce para que en

lo que habla pueda aparecer la dimensión de lo que no se sabe, del inconsciente.

Desarrollemos esto un poco más.

El primer momento de la experiencia analítica tiene que ver con el

desciframiento de un enigma sobre el sufrimiento que lleva al sujeto al análisis.

Se trata en un primer momento de una experiencia con la verdad sobre su

sufrimiento y su causa. Pero sabemos que el desciframiento del sentido, teniendo

efectos terapéuticos, no es suficiente para desanudar el síntoma. Hay un goce en

juego en ese desciframiento del sentido, pero Lacan subraya, también, que lo real es

rebelde a la verdad, o que la verdad miente sobre lo real como imposible, como

insoportable, como aquellos que hace agujero en lo simbólico. Arribar a una

mutación subjetiva que toque de alguna manera el goce singular del sujeto requerirá

un largo camino en la experiencia de un análisis. Hay que pasar por la experiencia de

la palabra porque es, como dice Lacan, el único medio del psicoanálisis.

Lacan dice en “Función y Campo de la palabra y del lenguaje”:

“lo que me constituye como sujeto es una pregunta”

Es decir, el sujeto en psicoanálisis no surge a partir de la afirmación de yo soy,

sino a partir de una pregunta, de la posibilidad de producir una división subjetiva y

esto podemos considerarlo a partir de una pregunta.

7
La palabra vacía, como dirá Lacan, no introduce ninguna pregunta. Es la

manera en que uno habla de sí mismo preocupándose por la imagen que uno da de sí

mismo al otro en el momento en que habla. Se trata de la dimensión narcisística de la

palabra, que Lacan sitúa en el eje imaginario a….a´.

Lacan no condena el narcisismo, él le da un lugar central en la constitución del

sujeto sobre todo en el estadio del espejo. Él muestra el estadio del espejo como un

momento fundador para el niño porque le permite por primera vez aprehenderse

separado del cuerpo de la madre. Pero la tesis de Lacan en ese momento de

elaboración de su enseñanza es que la palabra en análisis debe permitir franquear esa

barrera narcisística.

Lacan habla de la experiencia de extrañeza o de sorpresa sobre sí mismo

cuando el sujeto descubre lo extraño de su propio ser (L’Unheimlich) a partir del

franqueamiento de esa barrera imaginaria de la relación del sujeto con la palabra.

Gracias a la transferencia, el analista está allí en el lugar de A, no para encarnar un

alter ego, sino un lugar de la palabra, un lugar que tiene un carácter simbólico.

El silencio del analista permite hacer callar el despliegue de la palabra vacía,

de franquear esa barrera imaginaria. Lacan pone el acento en la formación del

analista para que no haga obstáculo al inconsciente, porque considera que el

psicoanálisis ha perdido el hijo conductor, la relación al inconsciente.

El inconsciente está allí en la estructura del sujeto, pero no va de suyo, hay que

producirlo en la experiencia del análisis, a partir de las formaciones del inconsciente.

Gracias al abordaje de la estructura del sujeto a partir de los tres registros

Lacan va a formular la diferencia entre el yo y el inconsciente. Esta no es una cuestión

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solamente teórica, es también la experiencia del análisis que en su recorrido va de lo

imaginario a lo simbólico.

Esto permite a Lacan redefinir el inconsciente freudiano y llamar a un retorno

a Freud en el comienzo de su enseñanza. Para Lacan la dimensión del yo es

imaginaria y el inconsciente emerge de la palabra, en su relación simbólica. Lacan

entiende por imaginario el discurso corriente que podemos llamar “la realidad” del

yo y Lacan evacúa de la experiencia analítica la referencia a la realidad y define el

camino de un análisis como un camino que es del orden de una relación a la verdad.

Un segundo momento del análisis tiene que ver con la repetición y la

dimensión del goce, pero es otro tema que exigiría un desarrollo que va más allá de

los comienzos de un análisis, se trata de la dimensión de lo real, que no es la realidad,

ni sus exigencias, se trata del goce.

Simbolización del goce.

El lenguaje es un cuerpo incorporal que negativiza el goce original primario, el

cuerpo se desvitaliza, se paga" una libra de carne".

La incorporación del cuerpo simbólico introduce una pérdida de goce que se

recupera a través de las zonas erógenas. La Pulsión se localiza a partir de los objetos

de la pulsión parcial: oral y anal, mirada, voz, falo.

La introducción del orden simbólico desvitaliza el cuerpo, pero queda un

resto, que Lacan llamará objeto pequeño a y que localizará a través de las zonas

erógenas freudianas.

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La libido se implanta en las zonas erógenas y trata de recuperar el goce

perdido, evacuado del cuerpo.

Las operaciones de alienación y separación permiten a Lacan pensar la

constitución del sujeto a partir de las identificamos primordiales y del goce que se

recupera a través de la Pulsión parcial.

El fantasma cumple la función de articular el sujeto del significante y los

objetos de la pulsión.

El estatuto del objeto a es imaginario y luego es real. Lacan representa la

pulsión haciendo un recorrido de ida y vuelta en las zonas erógenas alrededor de un

vacio que es el objeto a, el objeto perdido freudiano.

¿QUE OCURRE EN LA PSICOSIS?

1.-Hay un fracaso de la función formadora del estadio del espejo, en tanto el orden

simbólico no opera adecuadamente.

En 1958 Lacan postula en “De una cuestión preliminar…” la causalidad

significante de la psicosis en términos de forclusión del Significante del Nombre del

Padre.

2.- Es necesario, por tanto, la intervención de una imagen corporal que viene a

adjuntarse al organismo viviente, una imagen significantizada que el niño encuentra

en el campo virtual del espejo cuando lo simbólico opera correctamente. De esta

forma se constituye el cuerpo imaginario, sede del yo, las identificaciones y el

narcisismo.

Además, es necesario que se incorpore el cuerpo de lo simbólico.

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Recomendación: lectura de las p.155-173 del seminario de Miller “Los signos del

goce”

Lacan ubica en la alienación y la separación los conceptos freudianos de

identificación y de pulsión.

De este modo, Lacan sitúa los conceptos freudianos de identificación y pulsión en

la alienación y la separación.

La operación de alienación se produce porque el sujeto se aferra a las

identificaciones primordiales (S1 ) y llama sentido a partir de ellas (S2 ). El sujeto se

encuentra con el Otro alienándose en el sentido. En esta operación siempre hay una

pérdida, que debe ser recuperada por la pulsión.

Lacan recurre a la teoría de conjuntos porque esto le permite representar el $, a

través del conjunto vacío. La identificación primordial o fundamental está sostenida

por el S1, sólo. Al mismo tiempo en el primer momento de esta pulsación crea al

sujeto y lo borra. De esta forma el sujeto está representado por un significante para

otro significante (S2).

$/S1/S1-S2

En esta operación siempre se produce una pérdida. El S1 tomará diferentes

declinaciones en la enseñanza de Lacan, el Ideal del yo, El Nombre del Padre…

11
Hay un primer momento en que el $ toma una posición mítica en su relación al

significante. Lo afirma o lo rechaza. Hay un enjambre de S1 pero es necesario que se

apropié de uno que haga la función de operación de ordenamiento de la relación del

sujeto con el lenguaje.

Si esto no se produce nos encontraremos con la psicosis. Lacan formulará la

Forclusión del Nombre del Padre como el mecanismo de la psicosis. La posición de

rechazo en la constitución del sujeto del S1 y eso tendrá efectos sobre la constitución

del cuerpo.

Se trata de la lingüística, y Lacan reconoce el aporte de Roman Jakobson en este

punto. Solo deja de ser lingüística y se vuelve psicoanálisis, esto es, se inscribe como

las formaciones del inconsciente, cuando se le agrega la represión.

Por eso el texto «La instancia de la letra... » intentará muy rápidamente adosar

conceptos freudianos a la metáfora y a la metonimia, otorgando al final a la represión

y al síntoma la estructura de la metáfora y localizando el deseo en la metonimia. De

hecho, hay que dar un paso previo que es agregar la represión a esta articulación.

Pero ¿qué significa aquí, en estos términos, la represión?

Significa que uno de los dos significantes está perdido, que no está a disposición

del sujeto, está ausente, falta, y que precisamente esta ausencia da lugar al

desciframiento. La lectura se fundaría en la ausencia de uno de estos dos

significantes.

12
En este sentido, leer el inconsciente, descifrarlo, interpretarlo, es simplemente

restituir el significante perdido, hacerlo volver. Y pienso que esta consideración

inspiró a Lacan su concepto de alienación significante -cuya presentación hace y cuyo

uso muestra en Los cuatro conceptos fundamentales ... -, con la que intentó poner en

forma la represión significante, el modo original de sustracción que permitiría asir el

inconsciente como lo que ante todo se lee.

Su razonamiento parte del lugar del Otro como lugar de los significantes, y desde

este punto de partida intenta elaborar el modo original de sustracción del significante

capaz de dar cuenta de la represión.

Recurre entonces a una reunión, que supone disponer de más de un conjunto, en

lugar de hacer funcionar una adición significante.

La articulación S1- S2 se ve complicada con la inserción de un conjunto

suplementario necesario para dar cuenta de la represión. La cosa ya está en marcha

con este segundo conjunto, que intercepta al primero

Recomendación: leer la p. 115 del Seminario de Miller “de la experiencia de lo

real…”

Esta construcción puede parecer compleja, aunque es de hecho elemental,

pero está animada por la siguiente orientación: dar cuenta de la represión, de la

pérdida de uno de los dos significantes. La sustracción del significante se presenta

aquí como una disyunción.

Pues bien, Lacan refiere la represión a partir de la segunda formación.

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No basta con la falta de significante, aún hay que introducir las propiedades

del cuerpo sexuado, en' particular su mortalidad, su relación con el otro sexo, su

individualidad, lo que Lacan traduce como una pérdida de vida que implica como tal

la existencia del cuerpo del sujeto. Por esta falta, siempre que se introduzca el cuerpo,

es posible incluir los objetos de la pulsión, que reparan, colman esta pérdida de vida.

Si se borra este significante, aparece el conjunto vacío equivalente al sujeto que

se presenta a nosotros. En otras palabras, cuando se escribió S1 y se dice que es un

conjunto con un elemento, se tiene la representación del sujeto, pero más

secretamente se tiene su ser de falta, que está allí por detrás y que surgiría si se

borrara S1.

El conjunto mismo solo existe y comienza a aparecer si un significante se

inscribe en él. De aquí que Lacan utilice esta presentación para señalar que el

significante hace surgir al sujeto, al mismo tiempo que lo fija en la representación que

le da, eludiendo así su vacío constitutivo.

Lacan insinúa la cuestión en «Posición del inconsciente»: el estatuto de esta

materia prima es un ser, ese que todavía no tiene la palabra. Antes del

establecimiento del aparato significante, tenemos la instancia aún misteriosa de un

ser previo -donde se inscribirá este aparato- del que el significante hará un sujeto

tachado.

Referencia: p. 248 del Seminario Miller “ la experiencia de lo real…”

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Dicho de otro modo, si suponemos que hay un estado inicial de goce de la vida,

que hay un estatuto primario del goce, este va a ser modificado por el hecho de que

la especie humana tiene la particularidad de ser hablante; y por este hecho su goce en

el encuentro con el lenguaje será modificado, fragmentado, localizado, condensado

en las zonas erógenas, en los lugares donde el cuerpo hace borde o agujero y que

Freud pudo denominar con sus respectivos tipos de objeto: oral, anal etc…

En esta respuesta se puede producir el mecanismo de la represión, que supone la

emergencia de la pulsión y el objeto a localizado, y también el mecanismo de la

forclusión, en el que el goce no queda localizado a través del fantasma y emerge en

lo real.

El tiempo de la alienación es la represión; la separación es la inserción de la

pulsión como respuesta a la represión.

La separación supone que el sujeto se separa del sentido dado por el Otro y

que el goce se recupera localizándose en las zonas erógenas, goce localizado y

humanizado, produciendo el objeto de satisfacción pulsional, el objeto pequeño a.

Alienación Separación

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5.-CUERPO DEL GOCE:

El tercer momento en Lacan es a partir del Seminario 20. El hombre tiene un cuerpo,

no es un cuerpo. (Conferencia Joyce el Síntoma).

El parlêtre (ser hablante) es el sujeto más el cuerpo.

Introduce el concepto del cuerpo del goce y una nueva topología: la del nudo

borroneo.

El Seminario XX marca el momento de cambio de perspectiva en la enseñanza de

Lacan.

La perspectiva borromea comporta un acento diferente, según el cual el cuerpo

funciona por su propia cuenta, como una entidad aislada.

En el mundo animal puede justificarse el hecho de identificar su ser y el cuerpo

pero no es así en el hombre, que también se hace sujeto a través del significante, es

decir, está hecho de falta-en-ser. Esta falta divide su ser y su cuerpo y reduce este

último al estatuto del tener.

Es el motivo por el cual Lacan dirá parlêtre (“hablanteser”). El parlêtre es el sujeto

más el cuerpo, es el sujeto más la sustancia gozante.

El “hablanteser” es un ser que no se sostiene en el cuerpo ni recibe su ser del

cuerpo sino de la palabra, es decir del registro de lo simbólico. El “hablanteser” tiene

un cuerpo, pero no lo es. Por esa razón puede dejarlo de lado y esto es lo que Lacan

irá a buscar en el ejemplo de Joyce. El registro de lo simbólico, una vez disyunto de lo

real y de lo imaginario, ya no es más un orden, ya no es más el orden simbólico.

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El espíritu de los nudos es esencialmente el modo según el cual Lacan señala la

disyunción entre lo simbólico, lo imaginario y lo real fundada en el nudo.

Hacer los dibujos de los nudos…

En el texto La experiencia de lo real en la cura analítica, Miller introduce el concepto de

“cuerpo viviente”, lo que implica la relación entre un concepto como “cuerpo” del

lado de lo imaginario y “viviente” del lado del organismo y de lo simbólico. Y dice

que

“no hay goce si no es a condición de que la vida se presente bajo la forma de un

cuerpo, de un cuerpo vivo… Eso dice que no se trata solamente de cuerpo imaginario,

no solamente del cuerpo bajo la forma de su forma. No se trata del cuerpo imagen, de

aquel que nosotros conocemos, al cual nos referimos, porque es operatorio en el

estadio del espejo, ese cuerpo especular que dobla el organismo. Cuando se habla de

cuerpo vivo tampoco se trata del cuerpo simbólico…, ni imaginario ni simbólico,

sino vivo, he aquí el cuerpo que está afectado del goce”.

Este cambio de perspectiva supone que para que haya goce es necesario el cuerpo,

el cuerpo vivo. Existen dos efectos del significante en el cuerpo, uno que es la

mortificación y el otro la producción del plus de goce. Si el significante mata el goce,

al mismo tiempo lo produce y esto es lo esencial. Es causa de goce y tiene una

incidencia de goce sobre el cuerpo.

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Tal y como señala Miller, en su texto El hueso de un análisis, el fantasma aparecía

como una mediación entre esos dos órdenes, en tanto que el síntoma, inscribe una

relación mucho más directa entre el significante y el goce. Esto supone que no se

puede ni siquiera definir el significante sin el goce y tampoco definir el goce sin el

significante y es ésta la nueva definición del significante lacaniano, que el significante

como tal se refiere al cuerpo y esa referencia se hace sobre la modalidad del síntoma.

Es por eso que se puede decir que allí donde en Freud existe la pulsión, en Lacan

está el síntoma. En Freud la pulsión está en la interface entre lo psíquico y lo

somático, mientras que en Lacan el síntoma es la conexión entre el significante y el

cuerpo.

El nudo borromeo es un tipo particular de nudo que, en ciertas circunstancias,

falla, sale mal o, como dirá Lacan en este Seminario, produce un deslizamiento en el

nudo.

En el caso de Joyce, esta brecha se produce entre lo simbólico y lo real, lo que

produce dos cosas: la interpenetración de la S y la R y el distanciamiento del yo, que

tendrá consecuencias en la relación de Joyce con su cuerpo, de la que hablaremos

más adelante.

En Retrato del artista cuando era joven, Joyce relata una serie de crisis que sufrió

durante su adolescencia, las teorías que le permitirían desarrollar la certeza de su

destino como artista correlativa, en un principio, a lo que él llamaría sus epifanías.

Tenemos el episodio a la salida del colegio, donde es atacado y golpeado por un

grupo de compañeros. Lo esencial aquí es que, después de ser golpeado, no siente

ningún resentimiento hacia sus agresores, sino que siente que la capa de odio se

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desprende "como la suave piel de una fruta madura". En esta frase, Joyce nos dice

algo sobre su relación con el cuerpo, según Lacan:

Después de la aventura, Joyce se pregunta por qué, cuando


terminó, no se enfadó con ella. Entonces se expresa de forma muy
pertinente, como cabría esperar de él, metaforizando su relación con
su cuerpo. Observa que todo se ha escurrido, como una cáscara, dice.
¿Qué nos dice esto? - Si no es algo que tiene que ver con la relación
de Joyce con el cuerpo, una relación que ya es tan imperfecta en
todos los seres humanos.1

La referencia de Lacan no se refiere a lo que no es conocido por el cuerpo en la

lógica inconsciente freudiana, un sentido reprimido que le llevó a definir el

inconsciente como un saber incognoscible.

¿Cuál es entonces el sentido del testimonio de Joyce? Lacan nos dice que en

Joyce no hay más que algo que sólo quiere irse, soltarse como una cáscara.

Relacionarse con el propio cuerpo como un extraño es ciertamente una


posibilidad, expresada por el uso del verbo avoir (tener). Tienes tu cuerpo,
no eres tu cuerpo en ningún grado. El cuerpo no es el cuerpo, sino el
cuerpo, lo que nos hace creer en el alma, después de lo cual no hay razón
para dejar de creer, y también pensamos que tenemos alma, lo que es el
colmo. Pero el abandono de Joyce de la relación con el propio cuerpo es
muy sospechoso para un analista, porque la idea de uno mismo como
cuerpo tiene peso. Es precisamente lo que llamamos el ego.2

1 Ibid, p.149.

2 Ibid, p.163.

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Lacan lee el aflojamiento del registro de lo imaginario porque la caducidad del

anudamiento entre lo real y lo simbólico lo deja desatado. En esta referencia, Lacan

llama afecto a la relación singular entre un sujeto y su cuerpo. En el ejemplo de Joyce,

lo que ocurre es que no experimenta afecto cuando es golpeado, lo que permite a

Lacan pensar el cuerpo como separado, no afectado.

Joyce era entonces un adolescente, y Lacan trabajó a lo largo del Seminario

sobre la solución de Joyce a tener un cuerpo, a vincularlo a los registros de lo real y lo

simbólico. Finalmente, podrá representarlo en la topología de los nudos como un

cuarto nudo que no es el Nombre del Padre, pero que viene en su lugar.

Conocemos el episodio de la paliza a la salida del colegio de los jesuitas y la

experimentación con el cuerpo en desuso, que nos da un indicio de la desvinculación

del registro de lo imaginario en el nudo.

Joyce tuvo su primera relación sexual a los catorce años. Conocemos los

efectos de este encuentro en el cuerpo: agitación corporal, cansancio, escalofríos, etc.

Había dejado atrás la educación y la moral que había recibido de los jesuitas y, sin

20
embargo, se sentía culpable de los pecados que había cometido. En respuesta, intenta

imponerse reglas, restablecer la santidad, poner un límite al caos que reina en su

interior y en su cuerpo. Pero fracasa y encuentra una solución artística a su tormenta

interior.

Así comenzó los experimentos que él llamaría epifanías. Anotaba todo lo que

oía, recogiendo palabras y frases sin sentido, todo lo que recibía mientras vagaba por

las calles y en el curso de encuentros contingentes e insignificantes. Este es el efecto

de la interpenetración de lo simbólico y lo real.

Lo interesante, para Lacan, es la forma en que lo aborda en su escritura,

anudando los registros y encontrando una solución a la ruptura del nudo. Este

anudamiento a través de la escritura iba a enmarcar su vocación y su misión de

artista. Joyce sería el artista que ocupaba el mundo entero, el que buscaba realzar su

propio nombre a costa de su padre.

No habrá homenaje al padre, como hace el neurótico incluso en toda su

ambigüedad, sino que buscará el homenaje a su propio nombre. Intentará hacer de su

nombre algo más que un S1, alcanzar el S2 del saber, de la universidad, del mundo,

de la posteridad que ocupará con sus enigmas.

Será el artífice, el que sabe qué hacer con el lenguaje, el que sabe cuál es su

misión. Para Lacan, el arte compensará la Verwerfung producida por la falta de padre:

"¿No hay algo así como una compensación de esta renuncia paterna, de esta

Verwerfung de hecho, en el hecho de que Joyce se sintiera imperiosamente llamado?

Es la palabra que resulta de una serie de cosas en lo que escribió [...] El nombre

21
propio es lo que Joyce valora en detrimento del padre. Es a este nombre al que quería

que se rindiera el homenaje que él mismo rechazaba a cualquier otro3 ".

Deshace así lo que Lacan llamaba su hipótesis -según la cual el individuo

afectado por el inconsciente es el mismo que el sujeto del significante- y opera una

disyunción entre el cuerpo y lo simbólico, de modo que la conjunción de la hipótesis

o el misterio se convierte en un problema. Por eso Lacan lo llama parlêtre.

El parlêtre es el sujeto más el cuerpo, el sujeto más la sustancia gozante. Es

exactamente un ser no aristotélico, un ser que no se sustenta en el cuerpo y que no

recibe su ser del cuerpo sino del habla, es decir, del registro de lo simbólico.

El hablante tiene un cuerpo, pero no es un cuerpo. Por eso puede dejarlo de

lado, y esto es lo que Lacan va a buscar en el ejemplo de Joyce. El registro de lo

simbólico, una vez disociado de lo real y de lo imaginario, ya no es un orden, ya no

es el orden simbólico.

3
Lacan J., Le Séminaire, livre XXIII, Le sinthome, Paris, Seuil, 2005, p. 89.

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