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Esteban Fernández de Castro y Fernán Díaz Escalho

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ISSN: 1138-9664

2000,3 13 19

ESTEBAN FERNÁNDEZ DE CASTRO


Y FERNÁN DÍAZ ESCALHO
VICEN§ BELTRÁN

no debe engañarnos: en este momento quebró el edi-

H
acia 1340, Ferrán Sánchez de Valladolid, ficio político y legal levantado durante los primeros
canciller de la poridad de Alfonso XI, veinte años y cuajó la alianza entre nobles, ciudades y
recibió el encargo de redactar la Crónica prelados que íe arrebataría el trono diez años después
de A/forno X a partir de la documenta- en beneficio del futuro Sancho IV
ción que conservaba la cancillería regia; desde el En esta revuelta resultaron involucrados los tres
punto de vista hisroriográfico, resulta soprendente estamentos del Reino. Cuando los nobles se des-
que dedicara dos tercios de esta obra a los sucesos naruraron en octubre de 1272, cl Rey, que a peti-
transcurridos a lo largo de poco más de dos años, del ción suya había reunido las cortes en Burgos, «qui-
verano de 1271 al otoño dc 1273. Seguramente síera ir en pos delIos porque non ficiesen mal ni
deseaba destacar la gran distancia recorrida desde que daño en la tierra; ca él cuidaba que los ricos omes
Alfonso X claudicara ante la nobleza hasta que, cin- é cahaleros que le avian á servir, ¿ los concejos de
cuenta años más tarde, ésta friera dominada por las Extremaduras, que estaban prestos, así comnao
Alfonso Xl a sangre y friego1. Sin embargo, la breve- lo él mandára, que irian con él. É porque esto non
dad de este episodio en cl conjunto de los más dc
lo falló tan cierto como él cuidaba,..»2. Previamen-
treinta años del reinado del Rey Sabio (1252-1284)
te había recibido un duro desaire de los prelados;
al pedirles ayuda contra los nobles, «ficiéronle
Así lo destaca, por ejemplo, 11 Gómez Redondo, histo- demandas é peticiones que non solian ser otorga-
ria de la prosa medieval castellana. 1? La creación del discurso das por los otros reyes’>, basta el punto de que
prosístico: el entramado cortesano, Madrid, Cátedra, 1998, p. «quisolos echar del reino: pero por guardar el albo-
971. De todos modos, la precisión administrativa del relato y rozo Lsic] de la tierra ~é por non ayer contra sí
la enumeración cuidadosa de los personajes que intervienen es
al Papa»3 nombró una comisión que estudiara sus
un factor que asocia estrechamente esta crónica con las res-
ranres atribuidas al mismo autor, las de Sancho IV, Fernando
IV y Alfonso Xl. Tampoco tiene nada de exrraño que la can-
cillería regia conservara un memorándum detallado de estos XI. Hallazgo, estilo, reconstrucción, La Laguna, Universidad,
sucesos: los conflictos con la aristocracia fueron eí factor 1955 y La tradición manuscrita de la Crónica de Alfonso XL,
común a todos estos reinados y, para sus sucesores, eí recuer- Madrid, Credos, 1974, así como la edición crítica de La Gran
do minucioso de los hechos que nos ocupan sería material Crónica deAijbnso XL, Madrid, Gredos, 1976.
inestimable para entender cuanto siguió después. Este relato, 2 Crónica de Alfonso X, cap. xxvii, p. 23. Véase el estudio
enriquecido con numerosos documentos, abarca desde e’ dc este episodio en A. Ballesteros Beretta, Alfonso X el Sabio,
capítulo XX hasta el LVIII inclusive, cuarenta y dos páginas que cito por la reimpresión de Barcelona, El Albin 1984, Pp.
de las sesenta y seis que ocupa esta crónica en la edición de C. 588-580. Ya E. 5. Procrer, «Marerials for rbe Reign of Alfon-
RoseN, Crónicas de los Reyes de Castilla, vol. 1, Biblioteca de so X of Castile, 1252-84», en Transactions of the Royal [listo-
Autores Españoles, Madrid, Rivadeneyra, 1875, PP. 1-66, por rical Socieiy, Fourrb Series, 14, 1931, pp. 39-63, especial-
la que cito cn ranro no aparece la edición que está preparan- mente Pp. 53-57 hizo hincapié en este relato y en el espacio
do M. Calderón. El estado de nuestros conocimientos sobre desproporcionado que le dedica la Crónica.
las llamadas Crónicas de tres reyes de Castilla, por él atribuidas Crónica, cap. xxvi, p. 23. Aparte de los trabajos especiEs-
a Ferrán Sánchez de Valladolid y destinadas a enlazar la Pri- cos st,bre este reinado, véase también 1. M. Nieto Soria, Igle-
mera crónica general alfonsí con la Crónica de Alfonso XL se siaypoder real en C%stilla. Elespiscopado. 1250-1350, Madrid,
debe casi íntegramente a las investigaciones realizadas por Universidad Complutense, 1988, pp. 76-79. Para la compli-
Diego Catalán Menéndez Pidal en una serie de trabajos suce- cidad de prelados y ciudades con los rebeldes, véase M. Gon-
sivos, de los que destaco Poema de Alfonso Xl. Fuentes, dialec- zález Jiménez, Alfonso X el Sabio. 1252-1284, Burgos, La
to, estilo, Madrid, Gredos, 1953, La Gran Crónica de A/fonso Olmeda, 1993, pp. 104-106.
VIGEN4? BEL TR4N ESTEBAN FERJV4NDEZ DE CASTRO Y FERNÁN DM7 ESCALIJO

que no se haya reparado en la amplitud y coheren-


peticiones. Sin embargo, aunque los Reinos anda-
cia de un ciclo satírico muy amplio del que, por
han también descontentos con el Rey y los nobles
razones de espacio, vamos a ocuparnos sólo de una
acogieron a veces algunas de sus protestas, como
las quejas contra los tributos excesivos, fueron pequeña muestra, especialmente interesante tanto
exclusivamente los nobles los que llevaron la voz por su interés historiográfico como por sus pecu-
liaridades de construcción literaria.
de la rebelión, quizá porque el Rey, escarmentado
La rebelión aristocrática bajaba a casos muy
por estos hechos, pudo neutralizar el descontento
particulares de descontento y el que mejor se
de los demás estamentos.
prestaba a ser ridiculizado era el de Esteban Fer-
Es sabido cómo los trovadores galaico-portu-
nández de Castro; así se expone en el documento
gueses ayudaron de ordinario al Rey Sabio en sus
en que nos basamos, expedido por Juan Núñez
luchas políticas; primero cuando socorrió al
de Lara a Enrique 1 de Navarra el 26 de enero de
depuesto Sancho 11 de Portugal contra su berma-
4, luego cuando hubo de 1273, cuando los sublevados castellanos le jura-
no, Alfonso de Boulogne
enfrentarse a la rebelión de su hermano Enrique5 ron homenaje8: <it que dé a don Estevano su
» por fin, con ocasión de la revuelta mudéjar de esposa quel tiene foryda, et quel dé so tierra que
12646, por no hablar de sus aspiraciones al Impe- solia tener dciii, er su adelantamiento er tres mil
río, en que recibió el apoyo literario de tantos tro- moravedis de la tierra que fue de [roto] Martin
vadores provenzales7. Por eso sorprende un tanto Alfonso». Veamos lo que alegaba ei Rey a la acu-
sacion de retener a su esposa; nada más ultimada
la conjura de Lerma (principios de 1272), «don
Este ciclo fue establecido por C. Michaélis, «Em volta de Esréban Fernandez, desque partió de allí, fué al
Sancho II>’, en Lastirania, 2, 1924-1925, pp. 7-25. Dediqué a
este tema mi «Rondel y refram intercalar en la lírica gallego-
portuguesa», en Studi Mcdiolamini e Valgan. 30, 1984, pp. 69-
89. Para el conocimiento del conjunto de los ciclos satíricos Alvar, La poesía trovadoresca en España y Portugal, Madrid,
de esta escuela véase M. R. Lapa, Lkóes de literatura poreugue- Cupsa, 1977 y ihxtos trovadorescos sobre España y Portugal,
Época medieval, que cito por la séptima edición, Coimbra, Madrid, Cupsa, 1978. Véase también su «Poesía y política en
1970, pp. 173-195, R. Menéndez Pidal, I’oesíajuglarescayoní- la corte alfonsi”, en Cuadernos Hispanoamericanos, 410, 1984,
genes de las literaturas románicas, Madrid, Instituto de Estu- PP. 5-20, aunque deba marizarse su afírosación deque los tro-
dios Políticos, 1957, que cito por la reimpresión titulada Poe- vadores en lengua gallega sólo sc ocupaban de vicios privados:
sía juglaresca y juglares. Orígenes de las literaturas románicas, como veremos, cuando afectaban a personas públicas tenian
Madrid, Espasa-Calpe, 1991, pp. 228-244, 1<. R.Scholberg, finalidad estrictamente política. Para mas aportaciones a la
Sátira e invectiva en la España Medieval, Madrid, Credos, nómina de los trovadores alfonsíes véanse los números II y XV
1971, pp. 50-134 y G. Lanciani y G. Tavani, As cant«vzs de de mi serie “Tipos y temas trovadorescos» y 5. Asperti, ‘Miei
escarnho, Vigo, Xerais, 1995, pp. 106-1 18. sirventes vueilh Lar deis reis ambdos (BdT 80,25)”, en Cultu-
Para este tema, A. Víflez, «Súplica y réplica: eí infante ra Neolatina, 58, 1998, pp. 165-323.
don Enrique en la lírica gaflego-porruguesa”, en Actas de/li “Estas son las cosas que don loE-sn Nuyonez disso al rey
Congreso de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval, de Navarra que don Felipe et don Nuynno es aquellos hom-
Salamanca, Universidad, 1994, PP. 1164-1170, R. P Kinkade, bres buenos de Casticilla demandan por merced al rey de Cas-
“A Royal Seandal and the Rebelion nf 1255», en Homage ¿o ticilla’, publicado por 1. Zabalo Zahalegui, Colección clip/o-
Bruno Damianí ¡Lo»> his Loving Students and Varion> Eriends. A mácica de los reyes dc Navarra de la dinastía de fihampaña. 3.
Eetschnmft, Lanbam-New York-London, University Press of Enrique Ide Navarra (1270-1274), en Fuentes Documentales
America, 1994, pp. 185-202 y las entregas 1,1V y VI de la serie Medievales del País Vasco, 62, Donostia, Eusko-lkaskuntza,
«lipos y temas trovadorescos”, enumeradas en la nora 1. 1995, ni’ 41. Véase la discusión de los problemas que mesen-
El estudio de este ciclo fue abierto por C. Michaélis, ra la daración tic este documento y los que preceden en la
>Randglossen zum altporrugiesischen tlederbuch. V. Fin 5ce- introducción, p. y. Es muy curiosa la historia de todos ellos:
mann mócht ch werden, ¡ ein Kaufmann mócbt’ ich sein», en dados ya a conocer por 1. Yanguas y Miranda, Diccionario de
Zeitschrffifrr romnanisebe Philologie, 25, 1901, pp. 278-285 y antiguedades del Reino de Navarra, vol. 3, Pamplona, 1840,
«VI. Kriegsliedet Generes. Non ven al mayo!”, en Zeirschn¡fifiir pp. 42-43, donde publicó noticia detallada del conjunto y el
romanmschePhilo/ogie, 25, 1901, pp. 285-321. Es este un ciclo documento íntegro de agravios que describimos a continua-
conocido desde antiguo, para eí que puede consultarse con pro- ción, fueron citados por E. 5. l>rocrer, «Mareríals for she
vecho el conjunto de los estudios enumerados más arriba. Reign tsfAlfonso X ofCasriie, 1252-84», especialmente p. 55.
Para este tema ha de partirse todavía del estudio clásico Luego desaparecen de los trabajos sobre el tema hasta ser
de M. Milá y Fonranals, De los trovadores en £»paña, en reim- recuperados por M. González Jiménez en su «Alfonso X y la
presión de C. Martínez y E. R. Manrique, Barcelona, Conse- revuelta nobiliaria de 1271-1273, Notas y comentarios a pro-
jo Superior de Investigaciones Científicas, 1966, pp. 179- pósito de unos documentos navarros», en Fundación (Argen-
218, cuya puesta al día ba de tener en cuenta sobre todo a (1 rina), 1, 1997-1998, pp. 9-20.

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VICENQ BELTRAN ESTEBAN FERNÁNDEZ DE CASTRO Y FERNÁN DIAZ LISC4LHO

Zamora, Asturias y Astorga’3 y adelantado de León;


Rey cuidando avenir con él que ie diese á doña
su poder en esta zona debía ser grande”. Martín
Aldonza Rodriguez, nieta del rey de Leon, con
quien decia que era desposado9. É eí Rey le res- Alfonso, parte de cuya soldada o ‘tierra’ pide don
pondió que como quiera que esta doña Aldonza Esteban, era río de doña Aldonza, como bastardo
Rodriguez avía con él debdo, porque gela dieran también de Alfonso IX; había confirmado conti-
sus hermanos e sus parientes en guarda, que si nuamenre los privilegios de Alfonso X15 y había
desposado era con ella, que la demandase por alcanzado notable patrimonio en Galicia, León
santa Iglesia, é si probase eí casamiento, que íe (especialmente Salamanca) y Andalucía. Debió
placia de gela dar»’1>. Menos displicienre fue su morir hacia 126916. En cuanto a nuestro personaje,
respuesta un poco más adelante, cuando envió Esteban Fernández de Castro’7 había sido Adelan-
mensajeros al noble, ya desnaturado, a fin de tado mayor de Galicia desde l
lograr su regreso: «á lo que decides de Aldonza 2GS~~ hasta su depo-
Rodriguez, que es vuestra esposa, é que el Rey la sición tras la revuelta, pues desaparece de la docu-
tiene amparada así commo por fuerza, vos sabe- mentación regia desde el 28 de diciembre de 1 272’~
des que el Rey vos envió decir que Aldonza (de ahí que pida, como todos los desnarurados, la
Rodriguez que la ¿aria á sus parientes que gela
dieron é que la levasen á su casa onde la tomaron,
é que la dejase y, é ella que estoviese atreguada, Como renenre de esta ciudad está documentado en
que vos non la romásedes por fuerza, é si vuestra fechas ya tardias de so vida administrativa, entre 1157 y 1267
según C. Cabero Domínguez, Astorga y su territorio en la Edad
es que la demandásedes por la iglesia comnio se Media, León, Universidad de León-Universidad de Oviedo,
deve demandar, é si el derecho es por vos, que le 1995, p. 268 y nora.
placía que la oviésedes por mujer» ~ Para este personaje, J. González, Reinado y diplomas de
Aldonza Rodríguez, con quien acabaría casando Fernando III, vol. 1, Córdoba, Monte de Piedad y Caja de
Ahorros, 1980, p. 95 (sin embargo, apenas contiene informa-
don Esteban y de cuya unión nacería Fernán Rodrí- ción, excepto de su madre, su Alfonso IX, vol. 1, Madrid, Con-
guez de Castro, era, efectivamente, nieta de Alfonso sejo Superior de Investigaciones Científicas, 1944, p. 315) y
IX de León en cuanto hija de su bastardo Rodrigo C. Jular Pérez-Alfaro, Los adelantados y merinos mayores de
Alfonso, muerto ya el 17 de Julio de 1270; de ahí León (siglos XJII-X y), León, Junta ele Castilla y león-Univer-
que mencione a sus parientes (no sus padres) que la sidad dc León, 1990, Pp. 185-186.
~ Véase también el índice onomástico del Diplo«natario
pusieron bajo su cusrodia, quizá con el objeto de andaluz de Al/huso X arriba citado.
que fuera criada en La casa del Rey y casada por él. VéaseJ. González, A/fonso IX, vol. 1, Pp. 318 y320ysu
Ella habría muerto ya en 1293. Su padre, Rodrigo Fernando 111, vol. 1, Pp. 96-97.
Alfonso, confirmó constantemente los privilegios Para Esteban Fernández de Castro, Ibáñez de Segovia,
de Alfonso X’2 y había hecho carrera política bajo Ob. cit., Pp. 280 y Ballesteros, Ob. cit., Pp. 522-523 y 610-
611 y para el futuro de la casa de Castro, y en particular de
su reinado y el de Fernando III como tenente de Fernán Rodríguez de Castro, J. García Oro, La nobleza galle-
ga en la Baja Edad Media. Las casas noblesy sus relaciones esta-
mentales, Biblirsteca Galicia, 10-1
xx, Santiago
1 y ss. de Compostela,
El desposorio era la firma del contrato nupcial, a dife- Bibliófilos
~> El documento
Gallegos, más
1981,antiguo
PP. en que le he encontrado con
rencia de las velaciones, que consistían en la bendición ecle- este cargo es de 22 de abril de 1266 (D¿vloma¿ario andaluz de
siástica y la consumación del matrimonio; eí primero podía Alfonso X n.” 312); también en la serie de documentos mur-
ser realizado a cualquier edad, incluso la niñez, y era concebi- cíanos se íe puede encontrar desde poco después, el 14 dc
do como un pacto entre familias. Pata estos aspectos, 1. Becei- mayo (3. Torres Fornes, Documentos de Alfonso X e/Sabio, en
ro l’ira y R. Córdoba de la Llave, Parentesco, podery enenea Ii- la Colección de Documentos para la Historia del Reino de
dad. La nobleza castellana siglos MJ-XIV Madrid, Consejo Murcia, 1, Murcia, Academia Alfonso X el Sabio, 1963, n.” xi;
Superior de Investigaciones Cientificas, 1990, pp. 197-211 y otro privilegio, de 15 de julio de 1266, puede verse ene1 volu-
R. M. Monterrs Tejada, Noblezay sociedad en Castilla. El lina- meo del mismo autor con los Fueros y privilegios de Alfonso X
je Manrique (siglos Xi V-XVJ,l, Madrid, Caja Madrid, 1996, al Reino dr Murcia, de la Colección de Documentos pata la
pp. 79-81. Historia del Reino de Murcia, 111, Murcia, Academia Alfonso
Crónica, cap. xx, p. 15. X eí Sabio, 1973). Es García Oro, Ob. cii., p. 405, quien lo
Crónica, cap. xxxv, p. 28. Son las “razones que los men- cita ya al frente del Adelantamiento el 17 de noviembre del
sajeros del Rey dijeron á don Estéban Ferrandez por su man- año anterior.
dado» cuando se desnatutó a Granada. >~ Torres Fonres, Fueros yprivilegios de Alfonso X e/Sabio al
2 Véase el índice onomástico del Diplornatario andaluz de Reino de Murcia, n.” cxxviii, citado ya por González Jiménez,
Alfonso X, publicado bajo la dirección de M. González Jimé- “Alfonso X y la revuelta nobiliaria , p. 20 y nora. En M.
nez, Sevilla, El Monte, 1991. Romaní Martínez, Colección diÁlomácica de Sea. María de

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devolución de sus ‘tierras’). Después de la revuelta, El motivo de la mujer guardada es tradicional


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desde 1276, sería Pertiguero de Santiago20, y Meri- en la cantiga de amigo por lo que el autor utili-
,
no mayor de Galicia desde za la parodia de otro género literario para escarne-
12782i Al final consi- cer a ‘<Don Estevam«’. No sólo coincide el nombre,
guó sus objetivos y él y su hijo (que casó aún mejor, sino también las circunstancias: una mujer guarda-
con una hija de Sancho IV) convirtieron esta rama da o vigilada para evitar el acceso de su preten-
de los Castro en el eje de la política gallega hasta su diente, que es de otra tierra, y que ha gastado para
caída con el fin de Pedro 122. verla, donde ella está, toda su fortuna. Nuevo caso
¿Exagero si pienso que Pedr’ Amigo de Sevilha de noble arruinado, como suele set la tónica de las
se mofaba de nuestro hombre en esta cantiga?: satíras contra los ricohombres rebeldes. Por otra
parte, el empobrecimiento por amor puede ser, me
Don [E]stevam, oi por vós dizer remo, una nueva parodia. Como hemos visto, don
dunha molher que queredes gran ben, Esteban Fernández de Castro pretendía parte de
que é guardada, que per nulha reo las soldadas que habían pertenecido a don Martín
non a podedes, amigo, veer; Alonso, tío de su desposada; es lógico imaginar
que pretendía acceder también a la herencia de
e al o» de que ey gram pesar,
Rodrigo Afonso, que hemos de suponer en tiertas
que quanr’ ouvestes, todo, no logar
leonesas, profundizando así la base territorial de su
hu cía é, fostes hy despender (...)
casa en Galicia y ampliándola a León. Veamos
per que sodes tornad’ en pan pedir
ahora estas composici(snes, todas sobre un perso-
e as guardas non se queren partir 23. naje del que nos ocuparemos a conrínuacion:
de vós, e guardan-ms, por én, melhor
Que muyto mi de [Fjernam [Dliaz praz,
Oseira (Ourense,) 1025-13.1 0, vol. II, Santiago de Composte- que fez el-Rey [D]on fA] fonso meyrinho,
la, Tórculo, 1989, n.’ 999, aparece en la datación de un docu-
e non cata patente neo vezinho
menro de 25 de enero d~ 1272. Resulta más fragmentaria en
este sentido la información de fi.. Pérez-Brísramanre, El coo sabor de teela terra en paz.
gobierno y la adnzinis¿racián territorial de Castilla (123W Se o pode por mal feytor saber,
1474), Madrid, Universidad Autónoma, 1976, vol. 1, Pp. vay sobrel e se o pode colher
25 0-25 1. na máo, logo del justi~a faz.
2<> Diplomatario andaluz de Alfonso X cí Sabio, no 429.
Garcia Oro, Ob. cii., p. 402, no lo docunienta hasta 1285. El
Pertiguero tealizaba las funciones políticas, judiciales y milita- E por que á [D}on [F]ernando gran prez
res del arzobispo en la jurisdicción de su rico señorío, la ile- das gentes todas de mui justiceyro,
rra de Santiago; véase A. López Ferreiro, Fueros municipales de o fez el Rey meyrinho des Viveyro
Santiagoy de su tierra, reimpresión facsi,nilar de la edición de ata [Ciarron, ond’ourro nunca fez ~2$
1895, Madrid, Castilla, 1975, pp. 188-195 y 400-406, asi
como Pérez-Bustamante, E/gobierno y la administración cern-
¿oria/de Castilla (1236-1474), pp. 277-288; ya en esta época El mismo autor, Pero Garcia Burgales, vuelve en
era considerado uno de los cargos más importantes del <ruso otra composición demasiado oscura contra un
de Galicia. «ojo» de Feman Diaz que nadie le supo engastar
21 La mención más antigua que encuentro está en la data- debidamente26, y en otra, sobre el ojo enfermo del
ción de un documento privado de Orense, 21 de febrero de
1278, M. Romaní Martínez, Ecl. cii., n.” 1122. Ene1 Dimo-
mata rio andaluz de Alfonso X eí Sabio, aparece ya en el docu-
mento o.” 447, de 28 de junio. García Oro, Ob. cii, p. 405, 10, 1968, Pp. 189-339, o.’ xxvi, así como M. R. Lapa, Qn-
dice que lo era en 1274, y no observa la interrupción del perí- tigas d’escarnbo e de mal clisar dos cancioneiros medievais gale-
odo que estudiamos. Noraré al paso que en la daración de un go-portuguoses 2;’ edición, Vigo, Galaxia, 1965, n.” 312.
documento de la (?olección diplomática de Sta. María de Osei- 24 Véase por ejemplo A. Juárez, “Madre y cantiga de
ra, o. 1133, dc 2 de marzo de 1279, aparece con el rirrílo de amigo”, en Estudios Románicos, 1,1978, pp. 131-1 52, luego
‘endeanrado mayor, don Esrevan Fernandez’. en su (Solectánea de estudiosfilológicos (Lingñísti ca, Léxico. Líri-
22 García Oro, Ob. cii., pp. 15-17, así como su Galicia en ca y Retórica,>... in me>norians, Granada, Universidad, 1994,
la Baja Edad Media. Iglesia. señorío y nobleza, col. Bibliófilos especialmente pp. 141-146.
gallegos. Biblioteca de Galicia, XVII, Santiago de Composte- 1=Blasco, Les chansons de “ero Garcia Burgalés, Paris,
la, 1977, cap. III. Fondation Calouste-Gulbenkian, 1984, o.” xlvi, y también en
23 G. Marroni, “Le poesie di Pedr’ Amigo de Sevilha”, en lapa, Escarobo, u.” 381.
Annalí dellIutiruto Universitario Orienta/e. Sezione Romanza, Ecl. cii., o.” xlii y lapa, Estarobo, 377.

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VICEN4? J3ELTRAN ESTEBAN PERNA NDEZ DE (ASTRO YFFRNANDLIZ ES(ALHO

mismo personaje27; aún insiste sobre que perdió la Nórese la insistencia de todos ellos en los
voz por exceso de actividad sexuaV8 y en su mala “ornes»; pata Pero Garcia Burgales, Feman Diaz
costumbre de cabalgar a deshoras29, llamándolo resulta un merino tan riguroso que «vay sobrel’>;
don Fernando, Fernand’ Escaiho o Feman Diaz. La para Estevan Faian, los vasallos de la mujer que
identidad de los defectos que le atribuye inducen a pretende, <‘com ‘ou~o dizer, ¡ non queren om
pensar que se trata del mismo personaje, objeto de estranho sobre si’. Para Perez Vtritoron, «don’ á
un extenso ciclo satírico en el que intervinieron no que á de Don Fernando rorro, ¡ ca por ourro casa-
pocos trovadores de la corte alfonsí; veamos ahora menro anda morto», un casamiento cuya naturale-
la que le dirigió Airas Perez Viuroron: za a la vista está, pues «por ayer casamento (...) 1
dome, nunca vós tan gran coira vistes»33. La acu-
Fenan Diaz é aqui, como vistes, sación de homosexualidad, más o menos velada, es
e anda en preito de se casar; el fondo común a las tres composiciones, y queda
mais non pod’ 6 casamenro chegar a menudo de manifiesto en el resto de las que
-dome o sei eu, que sabe com componen el ciclo. En una segunda cantiga sobre
e, por ayer casarnenf, a la fé, sus defectos, Airas Perea Vuitoron le dice que
dome nunca vós tan gran cofta vistes.
adeanrado sodes, eu o seí,
(...)Ca dEsrorga ará San Fagundo de San Fagundo e dEsturas dOvedo,
doná que á de Don Fernando torto, e pois vos Deus ora tanto ben fez,
ca por ourro casamento anda morro, punhade d’ ir adeant fla vez,
d’ome o sei eu, que o sabe já; ca, arta aqui, fostes sempr’ a derredo~4
e se este casament’ el non a,
dom aral cofta nunca foi no mundo3t1. Otro trovador alfonsí, Pero Garcia d’Arnbroa,
advierte a su colega Pero d’Armea, que había com-
Veamos por fin otra cantiga de Estevan Faian, puesto <‘o vosto cuu’> hasta dejarlo tan hermoso
un autor hasta hoy no identificado3t: «que o non possan en toda a rerra achar, ¡ de San
Efagundo atá Ssan Felizes», pues «sse ve-lo don Fer-
Feman Díaz, fazen-vos entender nand Escalho vir, ¡ ssodes solteiro e seredes casa-
que casariades desra dona ben; do’>35. No menos alfonsí es Roy Paez de Ribela, que
e nós reemos que vos é mal sen, pone al mismo individuo como testigo de no amar
per quanr est o que vos quero dizer: a una mujer36, ni Pero da Ponre, a quien hemos
por que a dona é de terra tal, visto ya desfilar por estas páginas, debelador ahora
Don Fernando, que, per ben nen per mal, de un Feman Diaz Estaruráo que «nunca amon
non poderedes i un om ayer

E sei, Don Fernando, per quanr’ aprendí, Nórese que la construcción comupleta del poema gira
non poderedes esta dona ayer, sobre el equivoco entre dos puntuaciones posibles, <‘por ayer
ca seus vassalos, com ouyo dizer, casamenro (...) ¡ dome, nunca vús tan grao coira vistes” y
‘por ayer casamenro, (...) 1 dome nunca vós tan gran coira
non queren orn esíranho sobre si (..)2• vistes”. La existencia de encabalgamiento no es obstáculo para
la primera interpretación: éste era considerado un refina-
miento estilístico muy estimado en la cantiga de amor (véase
27 ~ cii. o.” xliii y Lapa, Escarnho, n.’ 378. mi A cantiga de amor, Vigo, Xerais, 1995, pp. 171-174) y la
~ Ecl. cii., n.’ xliv y Lapa, Escarnho, n.” 379. cantiga de escarnho imitaba muy a menudo los recursos tecni-
2’) Ecl. cii., rt.” xlv y lapa, Escarnbo, n.” 380.
cos de los demás géneros líricos.
3» Lapa, Escarnho, o.’ 80. >~ lapa, Escarnho, o.’ 81. la composición que sigue, del
~> Véase Resende de Oliveira, Despois do Psp ¿‘ciéculo trova- mismo autor, va dedicada a otro adelantado de noníbre
doresco. A estrutura dos cancioneiros peninsulares e as rico/has Correola, al que atribuye los mismos defectos.
dos sic. XIII e XIy Lisboa, Colibrí, 1994, s. y. y M. L. lndini ~> C. Alvar, “Las poesías de Pero Garcia d’Ambroa’, en
en eí Dicionário da Literatura Medieval Galega e Portuguesa, Síudi Mediolatini e Volgari, 32, 1986, pp. 5-112, o.’ XIV,
Lisboa, Caminho, 1993, de Lanciani-Tavani, s. y. Su parrici- también en Lapa, E<carnho, o.’ 1340.
pación en este ciclo es ei únido dato positivo que tenemos M, Barbieri, “Le poesie di Roy Paca de Ribela”, es> Stndi
para so daración. Mediolaíinie Volgare, 27,1980, pp. 7-104, o.’ xiv, también en
.32 Texto de Lapa, Escarnho, o.” 127. Lapa, Escarnho, n.” 410.

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2000,3:13-19
VI (SEN(j BEL’I RÁN ESTEBAN EERNÁNL)LZ DE CASTRO Y JERNÁN DÍAZ EScALMo

molber nen seu solaz, 1 nen desamorí Fidalgo, nen al que hacen referencia explícita alguno de los poe-
viláo»37. La identidad de las impuraciones, la pose-
sión del cargo de merino o adelantado y la proxi- mas del ciclo. Debe tratarse, pues, de un seudóni-
midad de las referencias topográficas inducen a mo, buscado a sabiendas de que no podía provocar
pensar en un único personaje pero ¿quién era o equívocos con ningún personaje conocido por la
pudo ser Feman Diaz o Feman Diaz Escalho? corre. Por otro lado, dudo que haya existido nunca
un merino con jurisdicción desde Vivero, en el
O Fernán Díaz es un nombre falso o no fue ni extremo noroccidenral de Galicia, hasta Carrión,
adelantado ni merino. Ni siquiera pudo ser un en Castilla; su autoridad se ejercería sobre dos rei-
personaje de cierta dimensión social. No sólo no nos completos, Galicia y León, y parte de un ter-
aparece en ninguna de ías relaciones de estos car- cero, cttando, al parecer, ni siquiera eí merino
gos38, sino que nadie con este nombre y apellido, mayor de León alcanzó a tenerla sobre las zonas de
incítiso si prescindimos del malsonante <Escal— este Reino al sur del Duero, Extremadura y la
Ho’>39, puede ser rastreado en la documentación Transierraá2. Galicia, como vimos más arriba,
relativa a las cortes de Fernando 11140 y Alfonso t~, tenía su propio merino mayor, lo mismo que Cas-
tilia; existían merinos menores, subordinados a
5. Panunzio, Pero da Ponte. Poesie, Batí, Adrintica Edi- éstos, pero dudo que pudiera decirse de ellos que
trice, 1967, pp. 233-234 y Lapa, Escarnho, n.” 365. eran nombrados por eí Rey criado dependían de
~> Para los adelantados y merinos de León véase la relación los respectivos merinos mayores y. por otro lado,
de Mar Péívz-Alfaro, Ob. cíe, pp. 198-202, para los de Galicia su jurisdicción se limitaba a pequeñas regiones.
tenemos la relación más fragmentaria de R. Pérez-Bustamante, Nos hallamos ante una hipérbole paródica del
E/gobierno y la administración de los reinos de la Corona de (Zas-
ti/la (1230-1474), pp. 250 y 259 y pata los dc Castilla, ibis/cm, poder al que aspiraba un hombre tan pretencioso,
pp. 300-301 y 342-346. L)e todos modos, estas relaciones han un hombre que ‘<non pod’ 6 casamento chegar’> a
(le completarse cr,n l<,s índices ooomásticos (le las obras que pesar de qríe «por ayer casaínenr’, a la fé, ¡ dome
citamos a continuación, donde los personajes de la administra- nunca vos tan gran cuita vistes”, según la lengua
ción constan junto a la mención del cargrs que ocuparon.
viperina de Perea ‘V¡uroron o porque, «sem vassa-
Es curiosa Li proxitnidad entre Ferran “Lscalhc,’ y lope de
“Escaño”, sino de los personajes mencionados en el documento los, com’ ouyo dizer, 1 non queren orn’ estranho
qtíe presentó Juan Núñez de Lara l’niiquc IdeNavarra, como sobre si», según el no menos malicioso Estevan
puede verse más arriba. Nl. Gorizálc Jimenez que ha seguido Faian.
pisra de este personaje en su “Allonso Ss y h revuelta nobilia- Algo parecido se dice en la Crónica de Alfonso X
ría p. 17 nora, afirnsa: ‘Desconozco (
1titen pudiera ser esie sobre otro hombre que pretendía, también, un
noble a quien no citan la Crónica d5 Alfonso 1 ni Ballesrero.s en casamiento difícil, nuestro estimado Esteban Fer-
su monrimensal biografía del Rey 5 <tío a pesai de que conocía nández d.c Castro, según mensaje enviado por la
el documento navarro que analizamos Psrrec no ¿sbsranre, quc teína VioUnte y los infantes a los nobles desnatu-
debía ser un vasallo de don Lope Días de 1-Lío o de don Simón tados: <‘dijinios de parre de vos don Esréban
Ruiz de los Cameros, ya que íe veíntss en 1276 al lado de éstos.
junto con su pariente [>edroGómez de Escaño y otros nobles Ferrandez que demandábades vuestra esposa
castellanos exiliados, firmando un acuerdo con Eustace de Beau- Aldonza Rodrigez, é él otorgó de la dar á sus
marchais, gobernador del reino de Navarra”. La forma ‘Escalbo” parientes, é ellos que la heven á su casa, é que la
parece acreditada por sri repetición en distintos poemas y auto- aseguredes vos é ellos, que íe non fagades fuerza
íes; de cualquier manera, babria que localizar primero a un Ver- ntnguna, é 43.que Esta
en villa ni en castillo suyo nondesea
insistencia en la libertad la
nao D<az Escaño ocupando el cargo de adelanrado o merino
embargada’
mujer y sus posesiones está en las antípodas del
para qríe pudiera pensarse en su identificación.
En el conjunto del Reinado y dsp/ornas de Fernando IlE apremio de Feman Din contra ella y sus hipotéti-
donde 3. González publica la friolera de 852 documetos, si cos vasallos, igual que la insistencia en un poder
nos fiamos de su índice onomástico sólo salen dos Fernando que se extienda sobre los reinos de Castilla y León
Díaz; tino es tin caballerrs santiaguista que recibió en 1205
una doniciórí dc Alfonso VIII, cooflro,ada por Fernando III coincide con el que perseguía Feman Diaz, desde
a fines de 1217 (documentos o.” 5, 6 y 10), y un Fernando Vivero a Carrión, agobiando a su dama en Asturias
Día,. de Isla de Santander a quien se cita en tina pesquisa
datándolo “qísaodo el rey don Alfonso fríe en grao enferme-
dad en Boardo’ (y que deberá remontar como mínimo a murcianos publicados por Torres Fontes ni en los andaltices
Alfonso VIII, documento 478). Nadie por tanto, cronológi- alumbrados por ManLid González Jiménez.
cansenre coetáneo de Fernando III. Jular Pérez-Alfaro, Los merinos >nayores de León, p. 165.
No sólo no aparece ningún Fernán o Fernando Díaz en Ecl. rin, cap. xii, p. 32.
los indices de Ballesteros, sino tampoco en los documentos

1.8
2000,3: t3-i9
VíCENQ BELTRAN ESTEBAN FERNÁNDEZ DE (ASTRO YFERNAN DL~lZ ESCA LIJO

ticia el cargo de Adelantado y se entrega eí de


y desde Astorga hasta Sahagún, en el Reino de
Merino a un grupo nobiliar más bajo, de menor
León, o sea, en las tierras a las que vincularon su
categoría que eí de la minoría rebelde’>46. Una pro-
carrera el padre de doña Aldonza y también su tío,
puesta enteramente coherente con la diferencia-
parre de cuyo legado político don Esteban preten-
ción funcional, recientemente establecida por
día. No sé si tantas coincidencias resultan suficien-
González Jiménez: «mientras que los merinos tie-
res para postular la identidad de ambos personajes,
nen como cometido principal velar por el mante-
incluso conociendo otros precedentes de sátiras
nimiento del orden (...), hacer cumplir las leyes y
que cambian el nombre del destinarario4~: si he de
ser sincero me gustaría encontrar algún dato más perseguir y castigar a los delincuentes, el adelanta-
positivo (lo que no siempre es posible en esta do es, ante rodo, un juez de alzada y una especie de
escuela, man dada a alusiones y medias palabras), a/ter ego del monarca, dotado por eíío mismo de
pero no puedo dejar de anotar tantas coincidencias amplísimas facultades jurisdiccionales>’, entre las
entre ambos personajes, en boca siempre de los que se incluía, al menos en algunos casos, «amplias
mismos poetas en el círculo de Alfonso X. competencias militares>’47. Rebajar al entonces
Cabría aún otra consideración: la duda sobre si adelantado don Esteban al título menos honroso
era adelantado, lo que permite a Vuitoron jugar de merino no era más que un nuevo procedimien-
con el concepto «foses sempr a derredo’>, o meri- mo denigratorio, muy apropiado a quien prenten-
no, como dicen los demás. La diferencia entre ade- día incrementar imparablemenre su poder y su
lantados y merinos es aún tema controvertido por jurisdicción.
los historiadores, pues no aparece explicitada en Es posible, por tanto, que Feman Diaz sea un
los textos legales; por otra parre, funcionalmente a/ter ego de Esteban Fernández de Castro. En cual-
los dos cargos tenían atribuciones muy semejantes quier caso, la sátira que PedrAmigo de Sevilha le
e, incluso, no es rato encontrar al mismo persona- dirigió es un ejemplo de cómo los escarnios apa-
je. al frente de la misma demarcación pero con renremenre más inocentes podían estar al servicio
uno u otro título, como le sucedió al mismo Este- de la lucha política: para nuestra desdicha (y para
ban Fernández45. Quizá la respuesta idónea la da gozo del investigador afortunado) las cosas, en la
Jular Pérez-Alfaro: «se reserva a la nobleza magna- cantzka de escaenho no siempre son lo que parecen.

Recuérdese la sátira de Pero da Ponre contra Martin


Marcos, seudónimo del infante don Manuel según la rúbrica,
y según ha remachado la investigación de E. Gon~alves, ‘De
Roma ará Cidades, en Per via. Misce/lanea di studi in honore
di Giuseppe Tavani, a críma di E. Finazzi-Agró, Roma, Bulzo-
ni, 1997, pp. 33-49.
~ Recuérdese que, en eí segundo período de su privanza,
tras la revuelta nobiliaria, mientras la documentación regia íe
da el titulo oficial de “merino”, un notario gallego lo llamaba
adelantados, por ser éste su cargo tradicional y porque, para
eí administrado, al ser idénticas sus atribuciones, la diferen- Ob. cii., p. 187.
‘~>
~ AI/bnsoX, pp. 212 y 213 respectivamente.
ciación entre ambos títulos no era más que un tecnicismo.

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