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19 Fabris (2021) - Una Lectura de La Subjetividad Colectiva de La Argentina de Los Últimos Treinta Años
19 Fabris (2021) - Una Lectura de La Subjetividad Colectiva de La Argentina de Los Últimos Treinta Años
19 Fabris (2021) - Una Lectura de La Subjetividad Colectiva de La Argentina de Los Últimos Treinta Años
Fabris
Psicología social
Una lectura de la subjetividad colectiva
de la Argentina de los últimos treinta
años
Primera Parte
(de los noventa al 2007)
FABRIS, Fernando A. (2019) – Psicología social. Una lectura de la subjetividad…..
Introducción
Se expondrá aquí una lectura de los emergentes psicosociales y la subjetividad
colectiva de la Argentina de los últimos treinta años. Es un período colmado de
acontecimientos y, para quienes los vivimos, parte de una historia cuyos sentidos se
extienden, de un modo u otro, en el tiempo presente.
No puede ni debe aislarse consideración de la subjetividad, respecto de la vida social
y la vida histórica, lo que incluye también las dimensiones de la política, la geografía y la
economía. El fortísimo impacto de los fenómenos sucedidos desde los años noventa, no
habilita el tomarlos como acontecimientos aislados, ajenos a determinaciones espaciales y
temporales. Es necesario, por lo contrario, contextualizarlos con relación fenómenos que
tienen lugar en distintos lugares del planeta, tanto como a un tiempo histórico que se extiende,
por lo menos, hasta la época que se abre con el fin de la Segunda guerra mundial.
Todo lo que aquí se expone, en términos de estudio de la subjetividad colectiva, es
producto del trabajo de diversos equipos de investigación que presentaron sus hallazgos en
infinidad de talleres, jornadas, congresos y publicaciones, tanto en medios científicos como
de divulgación. 1
La grupalidad de la referencia no excluye la fuente inspiradora fundamental: un autor
argentino que realizó estudios de campo por medio de observaciones y entrevistas en los
conventillos de la Ciudad de Buenos Aires, cuando estos eran activos creadores de una
potente cultura popular. Quien logró darse cuenta -investigación mediante-, que Isidoro
Ducasse (Conde de Lautréamont) era un portavoz de su época y que por eso había logrado
crear una obra tan misteriosa como significativa; quien fundó el Instituto Argentino de
Estudios Sociales (IADES), para sumergirse en la lógica de una sociedad que había cambiado
aceleradamente y comenzaba a abandonar sus recuerdos de provincia. Obviamente, se hace
referencia a Pichon-Rivière, quien aportó a una Crítica de la Vida Cotidiana, a partir de
fuentes tan diversas como S. Freud, G. Mead, J. P. Sartre, H. Lefebvre y otros tantos autores
de similar importancia. Perspectivas desde la que se ausculta la dimensión subjetiva sin
desconocer el papel de la política, la economía, la historia, la geografía, la ecología.
Algunos de los muchos discípulos de Pichon-Rivière continuaron los caminos abiertos
por el maestro. Ana P. de Quiroga en artículos como “Contexto social y grupo” y “Procesos
sociales y subjetividad”. Alfredo Moffatt en Psicoterapia del Oprimido y en Estrategias para
sobrevivir en Buenos Aires, Hernán Kesselman desde abordajes clínicos y grupales que
ayudaron a entender la subjetividad de la época, Vicente Zito-Lema, desde el campo del arte
y la cultura, Fidel Moccio, creando dispositivos que permiten estudiar la vida social, desde
recursos expresivos que dan cuenta de las pistas que permiten entender de qué tipo de
comedia o tragedia se trata el tiempo que en se vive, en la Argentina, cotidianamente.
La década del noventa impuso un gran desafío, que no era nuevo: comprender las
relaciones entre lo inmediato de la experiencia cotidiana y lo mediato de la época histórica,
basado ambos aspectos en un tipo de relaciones sociales y fuerzas productivas, humanas y
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Particularmente distintas Jornadas de Psicología Social organizadas por la Primera Escuela Privada de
Psicología Social, en el Ministerio de Trabajo, en dos oportunidades, en un Congreso de Psicología organizado
por APBA, en la Asociación de Psicólogos Sociales (APSRA), AGMER (Paraná), en la Universidad Nacional
de Lomas de Zamora (UNLZ), en Congresos de Salud Mental y Derechos Humanos organizados por la
Universidad Popular de Madres de Plaza de Mayo (UPMPM), en el Foro Social del NEA.
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tecnológicas. Desde aquellos años se crearon modos de subjetividad distintas. Fue bastante
impactante para quienes lo vivimos. Descubrimos allí, en la práctica, la maleabilidad de la
subjetividad, tan singular e histórica y tan alejada de las eternas invariantes transhistóricas
que habían postulado la mayoría de las corrientes psicológicas y psiquiátricas de épocas
anteriores. Nuevos modos de subjetividad que ocurrían ante nuestros ojos, lo que obligaba a
reflexionar sobre las sutilezas de la historia y las particularidades de los contextos, que
incluían la intensa modificación de los modos de estructuración familiar, las relaciones de
género y los efectos de la ubicación de los sujetos en la estructura social, según referencias
y pertenencias de clase y sector.
El orden neoliberal, cuyo origen se remite a nivel mundial en el año 1973, según David
Harvey, se articuló sin demasiadas contradicciones con la filosofía y la cultura posmoderna,
tipificada por Lyotard, en 1979. Ocurría entonces una situación paradójica aunque, al mismo
tiempo, típica: el avance en las comunicaciones y también la maquinización en la producción
agraria y la industria, se correspondió con una declinación creciente de las perspectivas
humanistas y un empobrecimiento general de la vida social y cultural. Si los años cincuenta
y sesenta pudieron ser llamados la edad de oro del siglo XX (por Hobsbawn), puede
considerarse que las últimas décadas, tan distintas de aquellas, constituyen un período de
decadencia cultural y política.
En la Argentina este proceso se dio, con mayor claridad en los años noventa, cuando
logró imponerse la idea de muerte del sujeto, expresión de un estructuralismo que coexistió
sin dificultades con el poder instituido. En el terreno político, las figuras de Menem, Cavallo
y De La Rúa, sintetizan y expresan la práctica de una burguesía subordinada a las
corporaciones internaciones y los intereses del capital financiero internacional.
Pero la implementación de ajustes neoliberales que condujeron a la catástrofe de los
noventa y el cambio de siglo, no fueron implementados sin grandes resistencias colectivas.
La primera gran confrontación tuvo lugar en diciembre de 1993, cuando el pueblo
santiagueño, no carente de indignación, incendió la Casa de Gobierno de su provincia. El 1º
de enero de 1994 sorprendió al mundo el movimiento zapatista, que se daba a conocer a nivel
mundial. Esto fue el inicio, y solo el inicio, de una serie de acciones de resistencia que
reconfiguración las prácticas sociales y con ellos la subjetividad que, a partir de 2001 en
nuestro país, no tendría ya como rasgo distintivo la fragmentación subjetiva, mostrando, por
lo contrario signos cualitativamente diferenciados, en la dirección de la integración.
Perspectiva teórica
La psicología social como perspectiva y como disciplina
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FABRIS, Fernando A. (2019) – Psicología social. Una lectura de la subjetividad…..
Emergentes psicosociales
Los emergentes son, al decir de Pichon-Rivière, acontecimientos que aportan
diferenciación y originalidad a los procesos personales, vinculares, grupales y sociales. Por
eso los denominó como “acontecimientos sintéticos y creadores”. En última instancia,
imprevistos, no panificables, singulares. Son emergentes porque refieren a cierta cantidad de
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La construcción de la muestra. Apuntamos con ello a eludir el frecuente escotoma de clase que existe en
muchos estudios “psicológicos” que se refieren – sin consignarlo de modo manifiesto – a lo que ocurre en los
sectores medios, tirando a altos de la población, prestando entonces nosotros especial atención a la
consideración de las subjetividades de las clases medidas bajas y los sectores populares.
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FABRIS, Fernando A. (2019) – Psicología social. Una lectura de la subjetividad…..
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FABRIS, Fernando A. (2019) – Psicología social. Una lectura de la subjetividad…..
pequeña parte de la sociedad se sentía satisfecha, pero la mayoría sufría un deterioro laboral
y social enorme. Hacia 1998 “la brecha entre el 10% más rico y el 10% más pobre, que
alcanzaba a 8 veces en 1974, había subido en 1998 a 24 veces”. (Galasso, Historia Argentina.
p. 572).
En aquellos años se crearon las condiciones materiales y simbólicas que generaron la
fragmentación subjetiva y vincular, con sus concomitantes de vacío, vivencia de
vulnerabilidad, sobre-adaptación, encierro en sí mismo, apegos y adicciones a sustancias,
cosas y personas. Para un sector minoritario, fue la oportunidad de la actuación psicopática
y el perfeccionamiento de modos perversos de relación que probablemente ya conocían,
estimulados por el sistema dominante que siempre necesita de este tipo de sujetos para
ejecutar la acumulación por desposesión (D. Harvey, 2004).
La política neoliberal y posmoderna se fortaleció cuando se impuso el llamado Nuevo
Orden Mundial, la idea del Fin de la Historia, la Muerte del Sujeto que consideraba al
capitalismo como un sistema insuperable y definitivo. No había más que sentarse frente al
televisor y disfrutar de los beneficios de un desarrollo económico ilimitado y un avance
tecnológico que haría innecesario trabajar, dejando lugar a un creciente espacio de juego, la
libre recreación de la personalidad y un ocio creativo asegurado.
A poco de transitada la buena nueva se pudo constatar su falsedad absoluta. Al
contrario de lo anunciado aumentó vertiginosamente la explotación laboral para una parte de
la población y se incrementó la desocupación y subocupación para otra parte, llegándose
en la Argentina a grados de exclusión social de la que ya no se tenía memoria. Las
contradicciones entre clases sociales, negadas por los teóricos, mostraban desigualdades
incrementadas y antagonismos inocultables.
Algunos pensadores posmodernos dijeron que se trataba de una situación horrorosa
pero la juzgaron inevitable; se estaba ante una tendencia inherente al desarrollo económico-
social, la sociedad pos-industrial y posmoderna. Tan ineludible como la ley de la gravedad,
en el campo de la física. La derrota y/o el fracaso relativo de las experiencias socialistas y
los procesos de liberación nacional y social, habían creado un terreno fértil que permitía dar
rienda suelta al desenfrenado proceso de concentración.
a acumulación por desposesión, instrumentada desde los países imperialistas, mostró
una brutalidad similar a la que se dio en el inicio del capitalismo, cuando la nueva clase
dominante necesitó dominar dos tipos distintos de sujetos: los dueños de las condiciones de
producción y los trabajadores “libres” de medios de subsistencia (para lo que fue necesario
echar a los campesinos de sus tierras).
Realizando un enorme salto, del S. XV al tiempo presente, cabe consignar que se
crearon desde los años setenta, nuevos modos de incrementar el grado de explotación y
control, así como de robo directo de las riquezas de los países dependientes. La privatización
de las empresas nacionales, el aumento del carácter especulativo del capital financiero y la
manipulación de la crisis con redistribuciones estatales de la renta fueron algunas de las
características distintivas de la política neoliberal (Harvey, 2004).
A la violencia y magnitud del proceso político y económico globalizador, con su
impacto en los vínculos sociales y la subjetividad, se anexó la fragmentación del espacio
social y del tiempo, legitimado por un modo de comunicación de masas y un ideal de salud
congruente con los intereses de las clases dominantes.
Las fábricas, “racionalizadas” y tercerizadas, se transformaban en espacios que
preservaban un núcleo permanente pequeño y un resto de trabajadores flexibilizados y
periféricos, junto a un tercer grupo, de trabajadores directamente arrojados a la desocupación.
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FABRIS, Fernando A. (2019) – Psicología social. Una lectura de la subjetividad…..
Las ciudades empezaron dividirse con criterios nuevos. No sólo en un sector rico y
otro pobre, dividido por una distinción geográfica tradicional (una ruta, una calle o una vía)
sino en multiplicidad de islotes: torres de lujo con rejas perimetrales en zonas medias o
pobres; villas miserias en el entorno de las zonas más ricas de la ciudad. En el conurbano de
la Ciudad de Buenos Aires, junto con la escases más desesperante, se construían countries y
barrios cerrados donde habitaba el 0,1% más rico de la población.
La fragmentación psicológica se instaló también a través del reality show, el videoclip
y modos novedosos de presentar las noticias. Se introducía una estética de lo inmediato,
lejana de la riqueza del argumento y lo nutritivo de la ficción. El video clip nos confrontaba
a imágenes que se suceden vertiginosamente, impidiéndose construir algún tipo de sentido.
Los noticieros mostraban una noticia atrás de otra de modo que una situación de emocionante
ternura como el trato amigable entre un abuelo y su nieto, era seguida, sin solución de
continuidad, por otra de tipo trágica o macabra, como puede ser, por ejemplo, el brutal
asesinato de personas inocentes. De modo obsceno, se creaba la pulverización de la noticia,
al decir de Paulo Freire (1995), se buscaba no dar lugar a la reflexión y el esclarecimiento,
mantener al espectador atrapado en lo inmediato de la información, construyendo así una
subjetividad apegada al consumo, que pocos años después ya no implicaría ni siquiera el
consumo sino la mera acción de quedar atrapado por la información-ruido-impacto
televisivo.
En los noventa se creó una presión sobre-adaptativa a través de la instalación de un
modelo de trabajador flexible, versátil y polifuncional, involucrado masivamente en la
empresa y resignado a un destino determinado por las cambiantes exigencias de los mercados
y corporaciones multinacionales.
La fragmentación subjetiva era legitimada por el pensamiento posmoderno que
cuestionaba con indisimulable soberbia, lo que consideraba monolitismos ilusorios del Siglo
XX, rechazando toda filosofía que planteara algún tipo de humanismo y criterios de
integración subjetiva o social, por más situacional y complejos que fueran las referencias
desde las que eran planteadas.
La afirmación de estar viviendo un tiempo absolutamente nuevo, tal como lo
consideraron muchos autores, se correspondió con la rápida descalificación de miles de años
de la historia humana. Se habló de la “muerte del sujeto” y la disolución de los valores de
identidad personal, entre otras novedades. La disolución no resultaba trágica ya que se vivía
como un vacío sin tragedia ni Apocalipsis. (Lyotard, 1979). Se estaba comenzando a
disfrutar, según se decía, de una sociedad tolerante, flexible y no normativa.
Pero no era la primera vez que la fragmentación social irrumpía en la historia. Se
había dicho a mediados del siglo XIX:
“La gran industria […] fragmenta aún más los trabajos, y en función de la
continua revolución de la base técnica […] arroja incesantemente masas de capital y
obreros de un ramo a otro de la producción […]. La gran industria instituye: el cambio
de trabajo, la fluidez de la función, la movilidad global del obrero, la disponibilidad
total y la permanente amenaza de exclusión del obrero de su inserción laboral...”, decía
Marx en 1864.
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FABRIS, Fernando A. (2019) – Psicología social. Una lectura de la subjetividad…..
¿Qué es la fragmentación?
La fragmentación subjetiva es un tipo de subjetividad que emerge ante situaciones
fuertemente adversas. Ante angustias extremas la subjetividad tiende a dividírsenos en
pedacitos, como ocurre en las patologías más graves, según sostuvo la psicoanalista Melanie
Klein. Es un efecto de las condiciones sociales a la vez que un mecanismo de defensa.
Esa forma de dividir la subjetividad, emergió como un recurso desesperado de
supervivencia. Muchos argentinos sufrían trastornos de alimentación (anorexia, bulimia) o
estallidos de pánico y otras formas de padecimiento. La fragilidad y el sufrimiento no
lograban ponerse en palabras. Proliferaban depresiones (de atípica duración y características
no tradicionales) y enfermedades psicosomáticas, habiendo también quienes se
sobreadaptaban, sin lograr mitigar el sufrimiento.
Sin que se lo percibiera, la fragmentación subjetiva se iba instalando en la sociedad.
Más allá de las negaciones y el exitismo (“está todo bien”, “hay que ser positivo”) cada
ciudadano padecía, sin necesariamente estar enterado, algún tipo de vulnerabilidad. El drama
consistía en no poder saber quiénes éramos y si eso que éramos tenía algún valor. Se trataba
de una situación de amenaza de colapso subjetivo, transitado en un contexto social
extremadamente hostil.
Había quienes sacaron provecho de esta situación ya que actuaron como ejecutores de
la política neoliberal, aunque pagarían el precio, tiempo después, de haber aumentado lo
patológico de sus subjetividades: su falso self, sus psicopatías y otras formas de perversidad
narcisista (manipulación desaprensiva del otro, tomado como objeto) que son, no a corto pero
si a mediano plazo, destructivas de la propia subjetividad.
La fragmentación subjetiva fue el rasgo dominante de la subjetividad colectiva. Se trató
tanto de un efecto de las condiciones sociales imperantes como un recurso simbólico
desesperado para preservar, no sólo las condiciones materiales de vida, sino también las
condiciones psicológicas de supervivencia. La fragmentación fue también un recurso de
sobrevivencia de núcleos de identidad vinculados a la experiencia de autenticidad personal,
la sensación de coincidir consigo mismo. Ante la exigencia de sobreadaptarse a roles sociales,
el fragmentarse y conformar una identidad “como si”, se constituyó como una defensa y en
cierta medida en una técnica instrumental (operativa). Si situacionalmente un individuo se
niega en su condición de sujeto, obtiene el beneficio de no sufrir conscientemente la ansiedad
de aniquilación, porque aniquila cierta autonomía del yo que pueda registrar esa ansiedad. El
precio, si este proceso se prolonga, es la vivencia del vacío, de pulverización del yo, de
despersonalización y también de pérdida de realidad.
La destrucción súbita de las condiciones de vida, sobre todo referidas al trabajo como
organizador económico, pero también psíquico de la vida de cada persona, creó un “terror de
inexistencia” (Quiroga, 1998) que facilitó el sometimiento a las condiciones impuestas.
Diversos autores aludieron con distintos términos a la problemática de la fragmentación
subjetiva y vincular: “multifrenia”, “yo saturado”, “sujetos estallados”, entre otros. Esta
fragmentación subjetiva puede representarse del siguiente modo. Supongamos que un círculo
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Fragmentación
Figura 1
Disociación
Figura 2
Integración
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FABRIS, Fernando A. (2019) – Psicología social. Una lectura de la subjetividad…..
La ambigüedad
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Cabe aclarar que la fragmentación es una de las caras del trastorno narcisista y que la
otra cara es su presentación seudo-cohesiva. En la perversión narcisística (Marie-France
Hirigoyen, El Acoso moral en el trabajo) la psicopatía, el falso self y otras estructuraciones
patológicas, lo que aparece manifiesto es la defensa caracterológica ante la fragmentación
subyacente: un exceso de “coherencia” –y cohesión- que encubre una intensa fragmentación
y una identidad constituida como producto de la evitación de la contradicción inherente a
toda subjetividad más o menos sana y la capacidad básica de autenticidad y ternura.
Por último, cabe considerar que la fragmentación subjetiva (se manifieste en la
subjetividad colectiva relativamente sana o manifiestamente patológica), puede ser
relacionada con un tipo de objeto que J. McDougall (1994) denominó “objeto transitorio”.
Se trata de un tipo de objeto que por no poderse constituir como objeto interno lleva al sujeto
a buscar satisfacción en el “afuera”, configurándose una modalidad adictiva de relación con
sustancias tóxicas, alimentos o personas.
Fueron descriptas, en primer lugar, las condiciones sociales que se fueron configurando
a lo largo de la década del noventa y las características de los procesos subjetivos. Cabría
aclarar que no necesariamente todas y cada una de las personas sufrieron con la misma
intensidad esa fragmentación y que, obviamente, no todas tuvieron trastornos narcisistas.
Pero puede considerarse que la mayoría de la población sufrió la fragmentación subjetiva en
alguna de sus formas, en alguna medida. Es bastante evidente que las condiciones objetivas
no son iguales para todas las personas y que, además, las personas son no sólo lo que el
mundo hace con ellas sino también lo que logran hacer con lo que el mundo les hace.
Si nos detuvimos en las circunstancias de la década del noventa es porque se manifestó
allí un modo de subjetividad en cierto sentido desconocida, la cual constituye el punto de
partida de nuestra historia. Se relatará ahora el proceso de salida de la fragmentación. Pero
antes cabe recordar que la base económico-política de estos cambios se comenzó a imponer
a nivel mundial en los años setenta. De hecho, el geógrafo David Harvey (Breve historia del
neoliberalismo) señala el golpe militar de Chile (1973) y de Argentina (1976) como fechas
fundacionales que se articulan con los gobiernos de Thatcher en Inglaterra (1979), y de
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FABRIS, Fernando A. (2019) – Psicología social. Una lectura de la subjetividad…..
Reagan en Estados Unidos (1981), sin dejar de incluir a China, con los cambios que ocurren
luego de la muerte de Mao.
Con estos fenómenos se cerró la llamado Época de Oro del siglo XX, entre 1945 y
1973, tiempos del estado de Bienestar y de desarrollo económico, cultural y social sin
precedentes en la historia de la humanidad. La derrota de las experiencias socialistas y de los
procesos de liberación nacional y social, permitieron una contraofensiva apoyada en ideas
llamadas neoliberales que habían sido propuesta a mediados del Siglo XX por un pequeño
grupo de economistas considerados, por los propios economistas procapitalistas, como poco
menos que disparatadas. Se abre un período político-cultural que a pesar de acompañarse por
un gran desarrollo tecnológico, se corresponde con un tiempo que puede ser calificado, desde
el punto de vista humanista, como decadente.
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FABRIS, Fernando A. (2019) – Psicología social. Una lectura de la subjetividad…..
exigió la renuncia del ministro de economía y luego del presidente (Cavallo y De la Rúa,
respectivamente). La movilización popular con la consigna “que se vayan todos, que no
quede uno solo” se anticipó en el marco de un taller creativo en el que se representó la imagen
de un volcán a punto de estallar, cuestión que producía tantos temores como expectativas. En
el entorno de los acontecimientos de diciembre, el rechazo a la política neoliberal, se
extendió a toda la geografía del país, en un marco de las asambleas barriales, el trueque, las
multisectoriales, la ocupación de fábricas, las fábricas recuperadas, los movimientos sociales
y las organizaciones de trabajadores desocupados y piqueteros, que transformaron la escena
cotidiana. Por otro lado, el colapso económico conducía a cientos de miles de ciudadanos a
las bolsas de residuos a buscar comida, creando un fenómeno que no tenía antecedentes que
pudieran ser recordados. Fue a partir de aquella situación límite, que se produjo un proceso
de ruptura, con el neoliberalismo en lo político, con el posmodernismo en lo cultural, y con
la fragmentación subjetiva y el vacío, en lo psicológico.
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