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Casos Tarea

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CASO 1

El paciente es un camionero casado de treinta años. Motivo de consulta: El paciente ingresó a


una clínica psiquiátrica porque sentía que un grupo mafioso lo perseguía y quería matarlo. No
podía explicar por qué lo habrían de matar, pero había estado escuchando voces de gente que
él sospechada eran narcotraficantes y que discutían la manera de atraparlo y matarlo.
Anteriormente había tenido encuentros con traficantes porque durante años había consumido
metanfetamina. A los 25 años uno de sus compañeros lo convenció que probara esta droga.
Después de una inyección intravenosa de 20 mg. comenzó a sentirse bien, tuvo la sensación de
sentirse todopoderoso y su sueño y cansancio desaparecieron. Después de usar
metanfetamina unas cuantas veces, se dio cuenta de que no podía dejar de consumirla.
Constantemente pensaba cómo conseguirla y comenzó a aumentar las dosis. Cuando no podía
conseguir metanfetamina se sentía letárgico y somnoliento, y se volvía irritable y disfórico. Su
esposa se dió cuenta de que consumía drogas y trató de persuadirlo para que las dejara
porque la convivencia se hacía difícil y él se covertía en un estorbo para ella y sus hijos. Dos
meses antes de la internación había perdido el trabajo por haberse comportado agresivamente
con sus compañeros, alegando que ellos habían interferido con su trabajo y tratado de
perjudicarlo. Al no tener los medios, tuvo que reducir el consumo diario inyectable de
metanfetamina, sólo a algunas ocasiones y por fin la dejó totalmente después de que su
esposa lo amenazó con irse con sus hijos y divorciarse. Luego de dejar la droga comenzó a
sentirse muy cansado, lúgubre, y a menudo se sentaba en una silla sin hacer nada. Unas
semanas más tarde le dijo a su esposa que no se animaba a salir de la casa porque había oído a
traficantes hablar de él en la calle, les oía decir cómo se desharían de una persona tan
inservible. Al mismo tiempo se lo veía tenso y aprehensivo. Quería que cerraran todas las
puertas y ventanas, y se negaba a comer porque tenía miedo de que su comida estuviera
envenenada. Su esposa lo llevó a un médico clínico quien lo derivó a un hospital psiquiátrico.
Al ser examinado, el paciente se veía reticente y retraído y sólo daba respuestas cortas a las
preguntas. Parecía tener un estado de ánimo neutro, pero admitió que se sentía perseguido
por una banda de traficantes de drogas y que a veces los oía hablar de él, a quien se referían
en tercera persona.

CASO 2

La paciente es una mujer de 32 años que trabaja como bibliotecaria. Es casada y recién ha
dado a luz. Actualmente está con licencia por maternidad. Motivo de consulta: Fue internada
en un hospital psiquiátrico contra su voluntad, debido a que presentaba un estado de
excitación violento junto con comportamiento extraño e irresponsable que se desarrolló
después del parto, y que llevaba ya diez días. La paciente se había casado hacía cinco años y
finalmente pudo tener un muy deseado hijo. El embarazo y el parto habían sido sin
complicaciones. El hijo, era un bebé hermoso y saludable y durante los primeros días después
del alumbramiento todo era normal. Cuatro días después del parto, la paciente fue dada de
alta de la maternidad. Al llegar a su casa, se la notó excitada e irascible. Acusó a su marido de
mantener la casa a temperatura demasiado baja, aunque la casa estaba, en realidad, bastante
templada. Tenía discusiones con su madre sobre cómo usar los pañales, y por último perdió el
control y echó a su madre porque ella pretendió tomar al bebé en brazos. La paciente
comenzó a hablar y a regañar a todos incesantemente y, como resultado se puso casi afónica.
Continuó refiriendo detalles sin importancia sobre el parto, y habló de mal trato. Llamó a
amigos y parientes, así como también a la clínica maternal, quejándose por el trato que había
recibido. Estaba continuamente activa y no dejaba al bebé quieto, cambiándolo o lavándolo
frecuentemente. Sin embargo, en medio de una actividad se distraía fácilmente y lo dejaba sin
atención, aparentemente olvidando qué estaba haciendo, porque otra cosa había llamado su
atención. Por momentos trataba mal al bebé, regañándolo y aún pegándole cuando lloraba.
Dormía irregularmente y sólo algunas horas por vez. Comía muy poco porque estaba muy
ocupada para sentarse y terminar su comida. Eventualmente se mostró muy perturbada,
trataba de leer la hora en el termómetro, quemó el cubre-tetera sin razón alguna, y le gritó a
un conductor de televisión. No quería ni oir de enfermedad mental y se negó a ver al médico
general que había sido llamado por su esposo. El médico debió internarla en el hospital
psiquiátrico contra su voluntad. Al ser admitida la paciente estaba enojada y se negó a dar
datos al empleado del hospital. Hablaba sin cesar y con voz ronca. Su discurso era
circunstancial y saltatorio; perdió el hilo de su pensamiento varias veces. Por momentos se
distraía con ruidos y detalles sin importancia de su alrededor. No podía permanecer sentada y
caminaba incesantemente por la habitación. Trató de salir y se volvió agresiva y grosera
cuando se lo impidió. No había evidencia de percepciones anormales ni de ideas delirantes, y
estaba absolutamente orientada en lo referente al tiempo, lugar y a su persona.

CASO 3

El paciente es un joven de 23 años, soltero y que trabaja sin sueldo en la granja familiar.
Motivo de consulta: Este paciente fue derivado al servicio de siquiatría debido a su extrema
lentitud e indecisión. Su condición había empeorado los últimos cinco años. Durante este
tiempo había estado atormentado con ideas de que podría haber hecho algo malo sin pensar o
que podría haber perjudicado a otras personas. Sentía la necesidad de controlar su
comportamiento para estar seguro de que no había causado daño a nadie. La primera vez que
notó este problema fue cuando estaba estudiando en la universidad. Vivía allí y
permanentemente tenía el pensamiento, cuando lavaba la ropa, de que podría haber
mezclado la ropa suya con la de otros compañeros. También temía haber usado dinero que le
habían prestado o que le había sacado a otros estudiantes, aunque en realidad nunca pedía
prestado y siempre se aseguraba de pagar todo lo que debía. Se sentía con la obligación de
controlar permanentemente si había cerrado la canilla o apagado la luz y los artefactos
eléctricos. De lo contrario pensaba que alguien podría verse afectado o que podía causar algún
daño. Al final pasaba tanto tiempo controlando las cosas que tenía poco tiempo para estudiar
y dejó la universidad sin aprobar nada. Al año siguiente fue convocado al servicio militar donde
se le dio tanto para hacer que no tuvo oportunidad de controles . Al regresar a su casa la
necesidad de controlar todo volvió aún más fuerte que antes . Casi no podía conducir un auto
porque si pasaba personas o animales en la ruta, debía pararse para ver si no estaban
lastimadas. No podía salir a cazar con su padre porque después de cada tiro se tenía que
asegurar de que nadie a su derecha, izquierda o aún detrás hubiera sido herido. Lo hacía aún
sabiendo que esto no era posible. Su capacidad de trabajo disminuyó porque tenía que pensar
en cada tarea antes de poder hacerla . Y debía controlar cada una; después de terminarla. se lo
veía parado, inmóvil con ojos bajos , absorbido en sus pensamientos. Durante las
conversaciones comunes decía muy poco porque se trababa en el medio de las oraciones , o
en el medio de las palabras. Cuando decía algo debía reconsiderarlo y controlarlo antes de
continuar. Trató de sobreponerse a la necesidad de controlar todo pero no lo logró.
Gradualmente perdió la confianza en sí mismo, se sintió sin ganas y fatigado, perdió toda
iniciativa y pasaba mucho tiempo descansando o durmiendo. No sentía la sensación de que
estaba siendo controlado o influenciado desde afuera, y nunca tuvo alucinaciones.

CASO 4

El paciente es un chofer de 32 años que trabajó anteriormente en Kuwait. Motivo de consulta:


fue llevado a la clínica por consultorio externo en un estado agudo de pánico. El paciente había
trabajado en Kuwait durante cinco años para tener un sueldo permanente y poder mantener a
su familia y pagar la educación de sus hijos. Durante la invasión Iraquí a Kuwait el paciente
sufrió un trauma severo cuando su hermana fue violada delante suyo. Se lo envió a prisión y
fue objeto de torturas graves, en las cuales se le introducía palos de madera en el ano.
Después de su liberación al finalizar la guerra del Golfo fue devuelto a su país donde se le
practicaron varias operaciones para reconstituirle el ano. Desde entonces el paciente
experimenta pesadillas y recuerdos vívidos de su tortura y de la violación de su hermana,
también tenía crisis de ansiedad durante los que gritaba y se volvía agresivo. El estado de
pánico actual se desató después de mirar un documental sobre la Segunda Guerra Mundial.
Datos actuales: Durante la entrevista su estado de ánimo y su comportamiento fluctuaron. Por
momentos, estaba ansioso, con momentos de transpiración e hiperventilación, y con
irrupciones de hostilidad y agresión, manifestada con golpes en el escritorio o golpes de puño
en la pared. En otras secuencias su expresión facial se volvía vacía, se parecía indiferente y se
quejaba de pérdida de sentimientos. Claramente expresaba un estado de desesperación. Decía
que no podía olvidarse de recuerdos terribles y de las imágenes que le habían dejado en la
mente. Estos recuerdos parecían atormentarlo todo el tiempo y se sentía triste cada vez que
un sonido, una foto o una historia -le recordaban el trauma original. No quería hablar acerca
de sus experiencias en Kuwait y evitaba todo lo que le recordara estos hechos tan estresantes.
También se perturbaba porque no podía recordar algunos eventos de la tortura. “ No puedo
aclarar la historia completa en mi mente” se quejaba, “Y aún así hay sonidos e imágenes que
parecen no dejarme”. Se sentía culpable y avergonzado y no había podido mirar al resto de su
familia a los ojos cuando regresó a su casa, ya que había sido incapaz de defender el honor de
su hermana. Si no hubiera sido por sus tres hijos y su familia, que dependían de él, hubiera
tratado de quitarse la vida.

CASO 5

Se trata de una joven de 26 años. Trabaja como enfermera en un hospital de ciudad y vive sola.
Motivo de consulta: La paciente se levantaba por las noches, iba a la cocina y comía todo lo
que hubiera a su alcance. Se detenía sólo después de una o dos horas cuando no podía
encontrar nada más que comer. Los ataques de gula siguieron durante cinco años hasta que
consultó a su médico general, quien la derivó para tratamiento psiquiátrico, por una supuesta
depresión relacionada con sus ataques de ansiedad comer. Sus episodios de gula estaban
precedidos por sentimientos de tensión severa y obtenían una cierta relajación, aunque esto
iba acompañado por vergüenza y desesperación. Durante el año anterior a la derivación los
períodos de gula habían aumentado de dos a tres veces por semana. Por lo general ocurría a la
noche después de dormir algunas horas. Después de comer como desaforada se sentía
explotar pero no vomitaba. Trataba de deshacerse de la comida tomando grandes cantidades
de laxantes. Su peso era inestable pero había logrado mantenerlo dentro de los límites
normales simplemente ayunando entre sus crisis de gula. Odiaba la gordura pero en realidad,
nunca había sido delgada. Sus ataques de comer en exceso la hacían sentir culpable y
desesperanzada. Había pensado en el suicidio tomando una sobredosis de los somníferos que
su médico clínico le había prescripto para su insomnio. Podía hacer su trabajo adecuadamente
y sólo había tomado unos días de licencia por enfermedad. Datos actuales: Al examinarla, la
paciente se presentaba callada y reticente. Su estado de ánimo era moderadamente depresivo
y lloraba silenciosamente mientras describía sus dificultades. No se sospecharon elementos
psicóticos. Era saludable y su peso estaba en el promedio. Ella percibía su peso como un poco
más del de lo que deseaba. Dijo que tenía miedo de volverse obesa.

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