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Actualidad Financiera Analisis Economico 2

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ACTUALIDAD FINANCIERA ANALISIS ECONOMICO.

Venezuela no se arregló. La ligera recuperación que experimentó el país a partir de 2021 se


detuvo en seco durante los primeros meses de este año y existen temores de una nueva
recesión.

Entre 2014 y 2020, el país vivió una de las contracciones más agudas que ha afrontado una
economía en el mundo al perder 75,5% de su Producto Interno Bruto (PIB).
Hasta que en 2021 la economía registró un leve repunte, que obedeció a la recuperación de
la producción petrolera y al auge de consumo.
Tras siete años de números negativos, el país experimentó un crecimiento que
alcanzó13,3%, de acuerdo con el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF).
Y algunos venezolanos empezaron a ver luz.
"En diciembre pasado vimos escenas que teníamos tiempo sin presenciar", cuenta a BBC
Mundo Alexa Gómez, una abogada que vive en Caracas. "Mucha gente en las calles. Pero,
sobre todo, mucha gente comprando. Se sentía cierta tranquilidad. Había una falsa creencia
de mejoría".
Ese espejismo estaba alimentado por la apertura de grandes tiendas de ropa importada, de
carros de lujo, la reanudación de eventos culturales, la reactivación de conciertos de artistas
internacionales y por la desenfrenada inauguración de restaurantes de alta gama, como
aquel que vendía una experiencia suspendidos en una grúa.
Pero, a partir de este año, esa sensación de prosperidad se esfumó.
"Ahora ves poca afluencia en Las Mercedes", comenta Gómez, quien hace referencia a una
zona del este de la capital, caracterizada por la presencia de bares, restaurantes y discotecas.
"Bodegones y restaurantes vacíos. Comercios haciendo remates. Mucha gente angustiada y
comerciantes desesperados", acota.
Las cifras así lo confirman. El pasado febrero, el FMI (Fondo Monetario Internacional)
adelantó que el crecimiento real del PIB en Venezuela durante 2023 sería de 6,5%. Una
proyección que luego fue corregida a la baja a 5,0%.
Los datos del Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) ahora revelan que, durante el
primer trimestre de 2023, la actividad económica registró una caída de 8,3% en
comparación con el período anterior.
La inflación, según el FMI, apunta a cerrar a 400%.
El gobierno sigue culpando de los problemas económicos a las sanciones de Estados
Unidos, pero ¿qué hay detrás de este frenazo económico? Aquí te explicamos cuatro
factores.
Las transacciones en Venezuela se habían hecho siempre en bolívares. Pero la
hiperinflación que se instaló en 2017 y se mantuvo por cuatro años, diluyó tanto el valor de
la moneda oficial, que los billetes terminaron sirviendo más para decorar que para comprar.
En respuesta, los venezolanos comenzaron a utilizar el dólar para hacer sus pagos. Al
principio, de una manera informal, casi clandestina, por las consecuencias penales que
implicaba el uso de divisas desde los tiempos de Hugo Chávez.
Hasta que el gobierno de Nicolás Maduro en 2018 permitió que los comercios empezaran a
anunciar de forma abierta sus precios en dólares, lo cual abrió paso a una dolarización de
facto.
El uso de una moneda más estable inyectó un poco de certidumbre al mercado, impulsó la
actividad del sector privado y dio un respiro incluso hasta las clases más bajas. Sin
embargo, la ausencia de normas para su implementación impidió que la dolarización
resultara efectiva.
"La dolarización en Venezuela fue un proceso espontáneo. No se trató de una política
económica de Estado", explica el economista Giordio Cunto. "Se hizo de una manera
desordenada y al margen de las instituciones financieras. Lo que complicó aún más el
sistema de pagos en el país".
Los clientes pagan con dólares en efectivo, pero los comerciantes no tienen billetes de baja
denominación para dar cambio. Y se hacen transacciones a través de amigos o familiares en
Estados Unidos ante la imposibilidad de los venezolanos de mover dólares entre cuentas en
bancos locales.
En marzo de 2022, el gobierno aprobó una reforma a la Ley de las Grandes Transacciones
Financieras (IGTF), la cual implicó un impuesto de 3% a las operaciones en divisas
realizadas por personas naturales y jurídicas. Una medida que desestimuló el uso del dólar.
"Después de siete años de recesión, la economía del país no estaba preparada ni lo
suficientemente fuerte para esta carga tributaria", opina el economista José Manuel Puentes.
"Fue una decisión económica errada, que tuvo un impacto de enfriamiento", agrega.
En su opinión, el gobierno de Maduro implementó una dolarización de forma incorrecta y
luego quiso volver a imponer el uso del bolívar.
"Aplicó una técnica de stop y arranque, arranque y stop, lo cual generó impacto en las
transacciones. Al final, la falta de medidas de estabilización económica por parte del
gobierno hizo que la dolarización fuera menos efectiva".
El rebote que experimentó la economía venezolana resultó limitado, porque se apalancó en
un solo sector productivo: comercio y servicios.
Según cifras publicadas por Bloomberg, el año pasado se abrieron 200 restaurantes en la
capital, la mayor cifra en al menos una década. Casi la mitad estaba dirigida a un público de
alto poder adquisitivo, con capacidad de pagar más de US$50 por comida.
Pero el repunte de la inflación, aunado a la abrupta devaluación de 25% que ocurrió en
agosto de 2022, desestimuló el consumo y los comercios se fueron vaciando.
"La dinamización de la economía sobre la que se sostenía ese rebote era muy
desbalanceado", explica Cunto.
"No involucraba otros sectores más productivos y de mayor valor agregado como la
construcción, la minería, la industria manufacturera, que quedaron rezagadas. Eso no era
sostenible, porque estaba impulsada por el consumo. Al caer el consumo, el rebote se quedó
sin combustible".
La cifra que revela Iván Puerta, presidente de la Asociación de Restaurantes, en una
entrevista publicada por Bloomberg muestra la dimensión del descalabro: alrededor de 60%
de los nuevos locales de comida cerró tras un exceso de entusiasmo inicial.
En consecuencia, la contracción de las ventas comerciales respecto a enero del año pasado
fue de 17%, de acuerdo con el economista Asdrúbal Oliveros. "En términos económicos es
la peor contracción en los últimos tres años", asegura.
A su juicio, hubo otro factor que también tuvo un efecto negativo sobre el consumo: la
caída de 15% en la remesas producto de la crisis pospandemia, pues tres de cada diez
hogares en Venezuela dependen de las divisas que mandan sus familiares que viven en el
exterior.
Durante el primer semestre de 2022, la producción petrolera de Venezuela registró un
repunte, en virtud de la recuperación de la actividad de su principal empresa: PDVSA.
Luego de estar en los niveles más bajos de su historia, la estatal petrolera alcanzó para
mayo de ese año los 735.000 barriles diarios, según cifras de la OPEP.
Ese impulso representó un aliciente para un sector estratégico de la economía venezolana
que había sido afectada por las sanciones ordenadas por el gobierno de Donald Trump y la
pérdida del control de activos petroleros en Estados Unidos.
En medio de ese escenario, la invasión de Rusia a Ucrania abrió para Venezuela la
oportunidad de vender más crudo.
Sin embargo, el país no logró aprovecharla del todo.
"Ese conflicto tuvo un efecto neto positivo sobre Venezuela por ser un país petrolero, pero
no pudo sacarle mayor provecho por su incapacidad actual de aumentar su producción",
comenta José Manuel Puentes, quien recuerda que PDVSA en el pasado llegó a producir
tres millones de barriles diarios.
De paso, las sanciones a Rusia trastocaron la reducida capacidad de Venezuela de
comercializar su petróleo. Una circunstancia que, de cara al gobierno, se tradujo en
dificultades para obtener más divisas.
En paralelo, otro factor les jugó en contra: los problemas de cobro.
"Venezuela vende su petróleo en condiciones muy opacas", asegura Cunto. "No todo el
valor termina llegando al país, lo cual dificulta el acceso a los recursos con los que puede
contar el gobierno".
Esa falta de liquidez, al final, le impidió a la administración de Maduro mantener
controlado el mercado cambiario. Amén de sus bajas reservas internacionales.
Y ante la merma de ingresos, expandir el bolívar terminó siendo la salida.
La corta duración del rebote económico que experimentó Venezuela responde, en opinión
de los especialistas, a la persistencia de los problemas estructurales del país.
"En una economía con una profunda crisis estructural como la de Venezuela toda mejora
tiene un techo", afirma el economista Asdrúbal Oliveros.
"Tenemos un Estado colapsado que no puede generar ingresos. Una economía sancionada
que mantiene al país aislado. Sin posibilidad de crédito. Con problemas de servicios
públicos… En ese escenario, cualquier signo de mejora se diluye", añade.
Cunto coincide en afirmar que la fuerza de la recuperación económica fue muy tenue,
porque no contaba con una base sólida. Incluso, opina que el error fue sobrevalorar la
recuperación, a partir de las expectativas que estaba generando en la población.
"Tenemos una economía muy improductiva, poco competitiva. Eso limita su crecimiento y
la diversificación", agrega.
¿Qué esperar en los próximos meses?
El economista José Manuel Puentes no se muestra muy optimista.
"Si volvemos a registrar números negativos en el trimestre abril, mayo y junio, entraremos
técnicamente en una recesión, con base en las cifras extraoficiales. Eso es muy
preocupante", comenta.
Oliveros, en cambio, considera que, si bien se está en un escenario de desaceleración, no
cree que el país vuelva a la crisis económica que experimentó en 2017.
"Ahora tenemos una economía dolarizada. Un sector privado que ha ganado independencia
y un gobierno más pragmático. Tendremos un segundo semestre menos malo y podríamos
cerrar el año con un crecimiento de 5%. Pero dependerá de que comencemos a ver signos
de estabilización".
Esa visión la comparte Cuanto, quien asegura que el frenazo económico se seguirá
sintiendo, pero sin rayar en un cuadro crítico. "Todavía existe mucha vulnerabilidad en la
política monetaria, pues no se mueve de forma independiente sino atada al Ejecutivo. Así
no creceremos más de 5% al cierre de este año".
Con ese panorama, sugiere ser más conservadores en cuanto a la magnitud del rebote y
explorar actividades de mayor productividad. "Hay que ser más ágil para adaptarse a las
condiciones de este entorno tan volátil. Lo cierto es que no podemos confiar en un salto
cuántico".

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