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Clase 4. El Desarrollo Humano y Tecnologías en La Educación, El Sector Productivo, Extractivismo y Género, y Distintos Sectores de La Población

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Clase 4.

El desarrollo humano y
tecnologías en la educación, el sector
productivo, extractivismo y género, y
distintos sectores de la población.

Sitio: FLACSO Virtual Impreso por: OSCAR REYES

Curso: 202 XIV - Desarrollo Humano II - 2023 Día: jueves, 13 de julio de 2023, 01:02

Clase: Clase 4. El desarrollo humano y tecnologías en la

educación, el sector productivo, extractivismo y

género, y distintos sectores de la población.


Tabla de contenidos
Introducción

1. Desafíos de los estudios, diagnósticos y políticas.


2. Plataformización de la economía y proceso de virtualización de las transacciones

3. Personas mayores y TIC

4. Educación y TIC
4.1 Políticas educativas de Inclusión de TIC en AL

4.2 Competencia Digital


Bibliografía
Introducción
La tecnología sin dudas es inherente a todos los procesos de desarrollo y ha implicado a lo largo de la histo-
ria, la posibilidad de un aumento de las capacidades globalmente concebidas. En acuerdo con Sen, si el desa-
rrollo consiste fundamentalmente en la ampliación progresiva de las capacidades humanas, el conocimiento
es un factor central y las TIC un medio de nuestra era para su producción y difusión.

Cómo hemos visto hasta aquí el desarrollo humano y el desarrollo informacional no siempre van de la mano.
La globalización y el desarrollo informacional han habilitado muchas posibilidades para el desarrollo humano,
pero también han potenciado desigualdades e inclusive se han desarrollado nuevas.

La inicialmente denominada brecha o desigualdad digital más recientemente, es un fuerte obstáculo para el
desarrollo humano. Como hemos visto, dada la expansión de las TIC a todos los ámbitos el acceso, uso y
apropiación, así como el desarrollo de habilidades y competencias digitales, cada vez más incide en las posi-
bilidades de las personas para el bienestar, la participación e incidencia y para lograr la vida que desean.

Hemos visto cómo en particular, las sociedades latinoamericanas tienen muchas dificultades estructurales
para encaminar sus procesos de desarrollo humano informacional. Los problemas en la educación, en la orga-
nización y gestión del Estado, limitaciones para el desarrollo económico y productivo, entre otros, constituyen
factores analizados en la literatura de investigación.

En este marco, desde varios ámbitos – organizaciones sociales y organismos internacionales entre otros, - se
reclama que el acceso a ellas debe ser considerado un derecho.

Las TIC permean toda la sociedad en sus distintos ámbitos y cada vez más profunda y diversificadamente.
Aquí realizaremos una introducción general a los dilemas que esto plantea y veremos luego cómo están ac-
tuando en tres ámbitos diferentes: la economía digital y el proceso de plataformización, para las personas
mayores y en la educación por tratarse de tres ámbitos centrales para el futuro de la sociedad global actual in-
volucrando directamente los procesos de desarrollo humano.
1. Desafíos de los estudios, diagnósticos y políticas.
En las últimas décadas se ha acumulado conocimiento en distintas áreas vinculadas al desarrollo, al bienestar, a distintas desigualdades socia-
les y en relación con diferentes sectores de la población que permiten cierto conocimiento de los procesos de inclusión digital y también de los
resultados de las políticas y acciones implementadas. Sin embargo, es un desafío teórico, metodológico y epistemológico como vimos en la pri-
mera clase, el estudio de los fenómenos contemporáneos. En particular, el estudio de los procesos, efectos y consecuencias de las tecnologías

digitales y su interacción con los distintos contextos, grupos de población y ámbitos en los que se desarrollan es un desafío permanente.

Cabe señalar algunos elementos son específicos en los estudios de esta área de las TIC que los hacen
diferentes:

a. Por lo general dada la complejidad de problemas que se abordan el trabajo interdisciplinar, inclusive
con disciplinas de fuera de las ciencias sociales, se hace necesario. Ya desde la formación del pro-
blema, pasando por la elaboración de la metodología reflejan estos esfuerzos.
b. Por otra parte, el desarrollo tecnológico acelerado configura un desafío específico para el área, tanto
en su trabajo académico como en la definición de acciones y políticas. Pues el campo se encuentra
en permanente transformación, por la aparición de nuevos dispositivos, funcionalidades y sus contex-
tos de uso.
c. En particular, este fenómeno desafía las formas y los tiempos de realización. Los cambios acelerados
exigen interpretaciones y reinterpretaciones para obtener resultados sobre la coyuntura pero que a su
vez trascienden los ritmos del consumismo. Es así como en este cambio se exacerba la tensión exis-
tente cada vez más en ciencias sociales, aceleración de la obtención de resultados por parte de la so-
ciedad y la profundidad y calidad de estos para el aporte al conocimiento.
d. Es importante también presentar una visión integral del proceso de desarrollo y cambio social y en ese
marco la contribución de las TIC o del desarrollo informacional. Como hemos señalado ya, la compleji-
dad de los procesos, la multidimensionalidad de los procesos de desarrollo, así como la interacción
existente entre las desigualdades sociales y la desigualdad digital, exige ubicar a los estudios en
contexto.
e. La incorporación del concepto de inclusión digital y apropiación, como factores que contribuyen al
desarrollo humano deben realizarse en el marco de las problemáticas sociales y su complejidad dado
que ese contexto es el que condiciona, facilitando u obstaculizando la contribución al desarrollo
humano.
f. La desigualdad digital es una fuente permanente de estudio pues en la medida en que persiste re-
quiere de reconceptualización y análisis de su interacción con demás desigualdades sociales, que se
va actualizando y reconfigurando con los avances tecnológicos, que muchas veces aparentan más in-
clusión, pero frecuentemente se descubre la necesidad de acciones específicas orientadas al desarro-
llo humano para que contribuya a este.

Estas tecnologías están presentes en prácticamente todos los ámbitos de la actividad humana y su incorpora-
ción transforma la realidad en forma permanente. El desarrollo informacional es potencialmente beneficioso
para el desarrollo humano, pero no siempre lo es. Como ya hemos analizado a pesar del intenso desarrollo di-
gital en las últimas décadas no ha implicado automática mejora para el desarrollo humano. La incorporación
de las TIC en forma transversal a los distintos ámbitos de las sociedades no tiene necesariamente un signo
positivo. Este resultado exige de un esfuerzo orientado a tal fin. En el análisis de lo individual, las personas
deben tener acceso a ellas y tener capacidades para aprovecharlas. El beneficio individual, sin embargo, no es
suficiente, sino que la apropiación debe ser social para que el beneficio sea colectivo y de esta forma contri-
buya al desarrollo humano. Varios elementos dan cuenta de la influencia de las TIC en el devenir de las socie-
dades contemporáneas, muchos de estos evidencian también su contribución al desarrollo humano. Debemos
recordar, no obstante, que la industria y por tanto las principales fuentes de financiamiento de innovación,
está motivada por la rentabilidad de los resultados en el mercado y esto de por sí ya es un condicionante en la
propia gestación de la tecnología.

Las TIC pueden optimizar procesos productivos y organizativos generando mayor valor económico y social
con efectos positivos para el crecimiento. Son también elementos clave para la innovación y modernización,
componentes esenciales del desarrollo informacional como han demostrado estudios y datos sobre América
latina en particular. (Katz, 2009; Guerra y Jordán, 2010; ITU, 2010) Lo que inicialmente, fue la introducción de
las TIC en el sector de servicios financieros que produjo una revolución en la celeridad de las transacciones,
flujo de capitales y eficiencia en su administración, se trasladó luego al resto de la economía. Al punto que las
transacciones se dan hoy a nivel de los consumidores donde se han ampliado progresivamente a través de lo
que se denomina el comercio electrónico la compra y venta de todo tipo de bienes y servicios a través de in-
ternet y facilitados por la adaptación y perfeccionamiento de los servicios financieros - tarjetas de crédito, dé-
bito, nuevas empresas de intermediación financiera, atendiendo problemas de confianza, privacidad, seguri-
dad, entre otros.

Un ámbito en el que el desarrollo informacional influyó inicialmente fue el financiero. Allí el inicio de la globali-
zación con las posibilidades que brindó internet para la transferencias y flujos de capitales fue clave. Poste-
riormente, se establecieron mayores controles y también se expandió el desarrollo tecnológico a los distintos
campos. Se transformó la producción descentralizando todo el proceso productivo a nivel global. El viejo mo-
delo de empresa nacional y de estructura piramidal que caracterizó la era industrial, devino en la empresa red.
Está organizada a nivel global y con funciones cumplidas en distintas partes del globo (comercial, diseño, pro-
ducción por partes, etc.) y según la conveniencia en términos de costos y capacidades locales para agregar
mayor valor a la producción.

Actualmente, hemos vivido un salto mayor que es la plataformización de la economía. Es un proceso que es-
taba en curso y que ya hay datos suficientes como para afirmar que la virtualización ocurrida en la pandemia
potenció.

Se observa en el gráfico que sigue el aumento progresivo del tráfico de datos y la proyección de su importante
expansión hacia 2026.

En América Latina con economías basadas en productos primarios y recursos como la principal exportación
de los países latinoamericanos, también ha experimentado cambios. Del extractivismo y la producción exten-
siva tradicional se ha producido un salto tecnológico importante en muchas de las ramas de la producción en
América Latina.

Como sostiene Artopoulos (2020):

“El informacionalismo se volcó sin el balance de desarrollo humano ni institucional hacia el


extractivismo globalista, dando a luz un modelo de extractivismo de bienes primarios y en al-
gunos casos de servicios. Sin embargo, el informacionalismo extractivista no ocurrió en un
vacío de políticas. Entre ellas la promoción del desarrollo del sector software y servicios in-
formáticos (SSI) tuvieron su momentum durante las dos primeras décadas del siglo XXI.” (P.
32)

No obstante, este mismo sector, como concluye el autor, puede ser también un patrón de acumulación basado
en la sobreexplotación que no sólo tenga efectos negativos para los recursos naturales como veremos en la
próxima clase. Sino que también los “trabajadores de conocimiento” que formen parte de un mercado laboral
donde estén a disposición, son pasibles de explotación por parte de las empresas de exportación de servicios
y quedar así desconectados de los procesos de desarrollo humano informacional. Así es como por ejemplo en
la industria extractiva amerita mayor estudio junto con el sector agropecuario y las tecnologías de la informa-
ción incorporadas y en particular las plataformas, tanto en su fase de producción como comercialización y
otras.

En el sector productivo, las TIC brindan oportunidades para establecer estrategias competitivas y se incorpo-
ran en distintos momentos tanto para el aumento de la productividad, la competitividad, por razones de efi-
ciencia en la producción o por bajar costos de la mano de obra, y han sido incorporadas en los distintos secto-
res de la economía. El ancho de banda es un factor tecnológico central pues condiciona el volumen y la velo-
cidad de circulación de los datos. Hace ya más de una década, los informes del Banco Mundial indicaban que
incrementaba significativamente la competitividad de un país. Por ejemplo, en países de ingreso bajo y medio,
cada diez puntos porcentuales de crecimiento de la penetración de banda ancha, se acelera el crecimiento
económico en 1.38 punto porcentual. (Yongsoo, Nelly y Raja; 2010)

En el Informe sobre la economía digital de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo
(Unctad 2021), se analizan los principales factores recientes que están determinando el desarrollo económico
vinculado a la digitalización y en particular a lo que denominan la economía basada en datos. Entendiendo los
datos como un recurso especial que es diferente a los bienes y servicios, afirma que para fines de desarrollo
es fundamental tener en cuenta la diferencia entre datos en crudo y producto de datos (inteligencia digital).
Llaman la atención respecto de que la economía digital orientada por los datos está evolucionando rápida-
mente en medio de brechas enormes respecto de la preparación digital de las distintas sociedades. Algunos
indicadores son evidentes al respecto. Por ejemplo, las economías desarrolladas tienen ocho veces más velo-
cidad de internet que en las menos desarrolladas y el uso de internet alcanza al 90% en las primeras y al 20%
en las segundas. A su vez, Estados Unidos y China son los dos países que se destacan por la valorización de
los datos con el 50% de los más grandes centros de datos, tienen los valores más altos de adopción de 5G,
abarcan el 94% del financiamiento a startups en Inteligencia Artificial y el 90% del mercado de capitalización
de las plataformas digitales más grandes. El informe destaca también la importancia de tomar medidas a
todo nivel para reducir estas desigualdades y colocar a los países en mejores condiciones de desarrollo en
esta nueva fase de la digitalización de la economía.
La relación entre desarrollo digital y desarrollo económico ha sido demostrada (Peña - López, 2009) y que los
países con mayores avances muestran en el desarrollo digital son aquellos que despliegan estrategias y políti-
cas en ese sentido. (Peres y Hilbert, 2009; Katz, 2009; Guerra y Jordán, 2010)

Existen múltiples estudios de la contribución del desarrollo digital al desarrollo humano más allá de las per-
sistentes desigualdades, partiendo lo más básico, que es facilitar la transferencia y procesamiento de gran-
des cantidades de información y la interacción social que son elementos clave para el proceso de innovación
y creación de conocimiento (ciencia y tecnología). La incorporación del paradigma socio técnico informacio-
nal o digital, constituye un factor central para el crecimiento económico pero no es el único factor. Las otras
dimensiones del desarrollo humano también pueden beneficiarse de estas tecnologías.

Los servicios sociales, tan importantes para mejorar la vida de las personas como salud y educación, tienen
innumerables oportunidades para desarrollarse mediante las TIC. El desarrollo de la telemedicina y otras inno-
vaciones brindan oportunidades para mejorar la vida de muchas personas que hoy no acceden a determina-
dos servicios de salud. (Galperin y Mariscal, 2007)

La educación es un ámbito en el cual las TIC han impactado fuertemente y tienen aún mucho por desarro-
llarse. La oportunidad de manejo del volumen de información que significa Internet, las posibilidades de cam-
bio pedagógico a partir de modalidades de trabajo en red, colaborativo y horizontal entre los profesores y es-
tudiantes, las posibilidades de la educación a distancia, la ampliación de las herramientas y materiales didác-
ticos (audiovisuales, hipertextuales e interactivos), son apenas ejemplos de las posibilidades existentes a to-
dos los niveles de la educación para desarrollar capacidades. Los espacios de la educación son ahora espa-
cios abiertos, no están entre las paredes de la escuela o la universidad, sino que están en diálogo con otras
fuentes de información y conocimiento. De hecho, la formación a lo largo de la vida y autoformación plantea-
das como desafíos educativos actuales tienen en las TIC sus facilitadores. En definitiva, se trata de transfor-
maciones profundas de carácter organizacional, pedagógico, didáctico y cultural que en el marco de los cua-
les las TIC necesitan ser incorporadas.

Existen diversos proyectos, planes y programas de reducción de la pobreza que haciendo accesible estas tec-
nologías para los más excluidos han logrado que sean aprovechadas para que mejoren su calidad de vida.
Hay muchos ejemplos recientes del uso de telefonía móvil en iniciativas de reducción de la pobreza y desarro-
llo local, con excelentes resultados, sobre todo en los países más pobres. (UNESCO, 2009) Para que las inicia-
tivas de universalización del acceso contribuyan a la reducción de la pobreza, es necesario que estén articula-
das con otras iniciativas sociales como la educación y que se implementan modalidades de trabajo con ellas
que incluyan el análisis crítico de la información para una efectiva apropiación. (Sorj, 2006)
En las organizaciones, empresariales, de gobierno o de la sociedad civil, la incorporación de las TIC abre opor-
tunidades para mejorar la eficiencia en la gestión, la productividad y la democratización. Así es que la organi-
zación en red que estas posibilitan contribuye a la flexibilidad organizacional, a la capacidad de adaptación a
los cambios y el aprovechamiento de la información y del conocimiento existente en la organización. El surgi-
miento de la “empresa red”, que tiene capacidad de producción y comercialización a nivel global, es un ejem-
plo paradigmático. (Bueno Campos, 2002) Por otra parte, en la administración del gobierno, las posibilidades
para la gestión y la administración pública de carácter relacional, y para mejorar su eficiencia, transparencia y
democratización también han sido extensamente desarrolladas. (Ramió, 2002; Kaufman, 2007)

En el caso de las organizaciones sociales, también las TIC han posibilitado la acción a nivel mundial, viabili-
zando y haciendo más eficiente, la participación en la agenda pública global a través de advocacy groups. La
conformación de organizaciones sociales globales organizadas en redes regionales y globales reforzó su po-
der de incidencia. Sin dudas, la diversidad de contenidos, así como la accesibilidad a los mismos constituyen
uno de los rasgos fundamentales de la libertad de expresión en este siglo. El surgimiento de nuevas modali-
dades de comunicación es permanente a través de las redes sociales constituyendo espacios de sociabilidad
y comunicación, pero también de desinformación y sobrecarga de información. A la vez que más reciente-
mente, también evidenciadas las burbujas informativas y los espacios cerrados “entre iguales”.

En ámbitos de la comunicación y la cultura, las TIC han brindado oportunidades sin precedentes. Tanto por la
contribución que Internet ha realizado a la difusión de información y conocimiento, como por el desarrollo de
la telefonía móvil y otros que surgen a diario. Está cambiando también la subjetividad y vida cotidiana en for-
mas y dinámicas. (Winocur, 2009) La cultura digital es un fenómeno que impacta fuertemente en las modali-
dades de interacción humana, a partir de la no presencialidad y la conformación de formas de sociabilidad
distintas a las conocidas hasta ahora y que están cambiando nuestras organizaciones, sensibilidad y formas
de convivencia.

Analizaremos a continuación tres ámbitos concretos vinculados a las TIC para el desarrollo humano, con pers-
pectivas distintas para su abordaje. En el ámbito económico retomamos el proceso de uso de TIC y su influen-
cia en la comercialización para comprender el proceso creciente de plataformizaicón de la economía en
curso. Luego presentamos las desigualdades generadas por las TIC en un sector específico de la población
como son las personas mayores. Y por último, las TIC en la educación como un espacio clave de transforma-
ción para el desarrollo humano y de competencias digitales.
2. Plataformización de la economía y proceso de
virtualización de las transacciones
El comercio electrónico resulta de particular interés debido justamente a que es transversal a varios sectores
de la economía y del mercado en particular. En esta fase con la expansión de la plataformización parece en-
trar en una nueva fase.

El desarrollo del comercio electrónico viene creciendo desde los años noventa. Inicialmente en los países
más industrializados, pero se extendió rápidamente al resto del mundo incluido América latina. Las platafor-
mas de ventas en línea. Algunos negocios entraron más rápidamente mientras que otros, sobre todo las pe-
queñas y medianas empresas (PyME) instaladas costó más su aprovechamiento, en lo que podría denomi-
narse también una brecha digital en el comercio electrónico.

Es un fenómeno que se extendió debido a la comodidad y beneficios que tiene para el consumidor como la co-
modidad de la compra desde el hogar o las ofertas. Para los productores en términos de eliminar intermedia-
ciones. Asimismo, como un complemento de ingresos para personas desempleadas o sin empleo estable, con
una actividad flexible como es la que brindan las plataformas.

Por supuesto, que además de infraestructura tecnológica las plataformas eluden las regulaciones o necesitan
de su modificación para expandir los servicios que brindan. En particular, requieren de servicios financieros
electrónicos integrales y confiables. Es así como toda la economía se plataformiza y podemos hoy encontrar
todo tipo de bienes y servicios, factor que se ha consolidado dadas las circunstancias de aislamientos y cua-
rentenas durante la pandemia, sea forzado o sea por razones sanitarias voluntarias.

Srnicek (2016) afirma que las plataformas son infraestructuras digitales que fungen como espacios de en-
cuentro de diferentes usuarios como lo son los clientes, anunciantes, proveedores de servicios y productores.
En ellas se desdibujan los roles pues brindan posibilidad que los usuarios construyan sus propios productos,
servicios y mercados.

La plataforma como infraestructura digital, cuando es observada con lentes diacrónicos, requiere ser anali-
zada como sistema socio-digital que evoluciona en forma constante producto de las negociaciones entre ac-
tores, principalmente entre la plataforma y sus usuarios, pero también con el estado y otras empresas (Van
Dijck, 2013: 27).
Se trata de todas formas de un proceso muy concentrado en empresas cómo territorialmente, como lo de-
muestra la imagen que sigue de la distribución geográfica de las 100 empresas con más capitalización en el
mercado en 2021:

Según Van Dijck (2016):

“El modelo de propiedad de las plataformas es un elemento constitutivo de su funcionamiento


como sistema de producción. Si bien varias de ellas fueron aventuras comerciales desde sus
inicios, el régimen de propiedad de muchas plataformas de medios sociales, (...) experimentó
cambios a lo largo del tiempo. Varias pasaron de ser organizaciones sin fines de lucro, de pro-
piedad colectiva y centradas en el usuario, a empresas comerciales con foco en sus propieta-
rios corporativos. De un lado del espectro es posible identificar aquellos sitios lanzados por
pequeñas startups que rápidamente crecieron hasta convertirse en compañías globales como
es el caso de Facebook y Twitter.” (p. 65)

También el mercado orienta a la concentración de la compra de estas pequeñas empresas por parte de los
grandes oligopolios de los datos y la comunicación como se muestra en el gráfico que sigue con la cantidad
comprada por los diez compradores de start ups más grandes.
Las ventas anuales de comercio electrónico en el mundo vienen creciendo en forma impactante, entre 2013 y
2018 en un promedio de 25%, lo que llegó a ser de las ventas globales de consumo masivo el 11,9% en 2018.
América Latina presenta un crecimiento sostenido más lento con una participación del comercio electrónico
del 1,9% del total de ventas de consumo masivo en el mismo año. (Statista, 2018).

Se observa un enorme crecimiento durante la pandemia y la tendencia a 2025.

Fuente: Statista en: https://es.statista.com/grafico/22835/boom-del-e-commerce-en-latinoamerica/


A fuerza de la necesidad en el contexto de pandemia o la propia dinámica de mercado la expansión es impor-
tante. Esta innovación no fue fácil en la región. Como sostiene Prahalad, (2014) para las plataformas regiona-
les que son empresas locales que debieron desplegar sus servicios en los mercados latinoamericanos su-
perando enormes obstáculos logísticos y otorgando a sus clientes servicios financieros que los bancos no hi-
cieron a través de lo que se denominan “estrategias frugales de innovación”. Se trata de una innovación que
permite ofrecer productos y servicios en mercados con altos niveles de pobreza. Se bajan los costos o se re-
duce el nivel de complejidad. Se eliminan características no esenciales, se recombinan en forma diferente los
productos y servicios ofrecidos usualmente por separado en el mundo desarrollado. (Gonzalo et al., 2013).

En esto son pioneras las empresas de telecomunicaciones con sus servicios prepagos. Se trata de modelos
de negocio con lógicas diferentes y mediante las cuales se accede a nuevos mercados y clientes. Mercado li-
bre es un ejemplo claro de estos servicios. (Artopoulos et alt, 2019)

En la investigación “Policy Frameworks for Digital Platforms - Moving from Openness to Inclusion”, Guru-
murthy y Bharthur (2018) interesó conocer cómo funciona el fenómeno de la plataformización en la economía
del sur global. Se investigaron plataformas de diversas actividades (movilidad, servicios domésticos, pagos,
alojamiento y turismo, etc.) en distintas partes del mundo.

Allí sostiene la propuesta de IT for Change (2017) en forma crítica que:

“Las empresas de plataformas no solo explotan el trabajo de los usuarios, sino que se esfuer-
zan por mantener el control sobre la producción y el consumo, así como sobre los producto-
res y los consumidores. Mientras construyen a los usuarios como sujetos aparentemente li-
bres del capitalismo, las plataformas los disciplinan (Fuchs, 2008). Como “empresarios de
propiedad intelectual” que trabajan para refinar y propagar estrategias de apropiación que sir-
van a sus intereses económicos (Cohen, 2017), las plataformas utilizan técnicas de vigilancia
y definiciones legales de propiedad privada para sofocar y excluir cualquier comportamiento
del consumidor potencialmente no conducente a la apropiación capitalista (Cova et al., 2017).
Aunque el potencial de un usuario-consumidor en red, empoderado y autónomo está siempre
presente en el ecosistema de plataformas, es poco probable que surja una 'multitud' (Hardt &
Negri, 2000) que pueda desafiar los excesos del capitalismo bajo el régimen actual. (Change,
IT for. p. 4. Traducción nuestra)

A su vez, dadas las condiciones de vida, educativas e incluso de población viviendo en situación de pobreza,
no todos los actores tienen igual capacidad para aprovechar las oportunidades que brindan las plataformas.
Aún en circunstancias de superación de la brecha digital de acceso hay que manejar la complejidad que im-
plica el manejo de las plataformas.
Se requiere de competencias digitales de operación de los sistemas de gestión comercial, el conocimiento so-
bre la estructura de base de datos de la plataforma y su relación con los sistemas de gestión de la empresa.
Para ello abordar distintos tipos, medios y formatos por los que se transmite la información. Poder entender e
interpretar el comportamiento de los clientes en la plataforma mediante la lectura y la gestión de métricas. La
condición previa a la plataformización del negocio, es haberlo informatizado apropiadamente (Peirano y Suá-
rez, 2004).

Es así que aparecen también empleos precarios, o a destajo para quienes no superan las habilidades digitales
necesarias y son víctimas de la segunda brecha digital y emerge la denominada economía “gig”.

El mundo del trabajo experimenta enormes cambios en distintos planos, que tienen que ver con el desarrollo
de las tecnologías, con las condiciones de trabajo y los derechos y con la dinámica empresarial y de mercado
que empuja a la flexibilidad e incluso la precariedad laboral para trabajadoras y trabajadores con altos niveles
de formación.

Estos temas, sus riesgos y las necesidades de medidas para subsanar los aspectos del desarrollo informacio-
nal que perjudica los procesos de desarrollo humano, se presentan en el coloquio “Mundo de Trabajo, TIC y
pandemia” organizado por Observatic de la Universidad de la República, Uruguay el 10 de noviembre de 2020.
En esta ocasión se contextualiza también en los cambios producidos por las pandemias e hipótesis de su
evolución futura. Por ejemplo, en el caso del teletrabajo y su influencia a futuro.

Mundo del trabajo, TIC Y pandemia


observatic.edu.uy

También emerge la necesidad de políticas públicas orientadas a estimular y legislar al respecto. Ya en el tra-
bajo de 2019, concluimos que para ampliar la participación de sectores más postergados de las empresas y
población (Artopoulos et alt, 2019):

“El rol del Estado es fundamental para equiparar las posibilidades de participación en la
nueva economía de las plataformas para todas las empresas pequeñas y medianas, y por lo
tanto para generar empleos de calidad para toda la población. Reducir la segunda brecha digi-
tal no es solo un problema de garantizar el acceso a la ciudadanía digital, sino también un
problema de desarrollo informacional que conlleva desafíos de desarrollo territorial.” (p. 279)
En la clase 6 trabajaremos sobre las políticas públicas de inclusión digital analizando algunas en particular.
3. Personas mayores y TIC
Las personas mayores y su uso de las TIC han tenido diversos abordajes y análisis. Interés y preocupación por
dos motivos justificados que confluyen. Por un lado, la importancia que tiene progresivamente la inclusión di-
gital debido a la cantidad de servicios asociados a las mismas que se accede. Por otra parte, el crecimiento
de esta población a nivel mundial gracias al aumento del promedio de vida de la población mundial.

Este es un proceso del que no escapa América Latina, según la CEPAL su evolución ha sido notoria en las últi-
mas décadas y seguirá agudizando con un envejecimiento progresivo de la población como se evidencia en
las estructuras demográficas cada vez más alejadas de la forma piramidal. (CEPAL, 2020)
 

 
Los estudios e investigaciones realizadas se orientan a conocer los beneficios, dificultades y obstáculos que
tiene este grupo poblacional para apropiarse de las TIC. Se han analizado las medidas o iniciativas que favo-
recen el desarrollo de habilidades y sobre su uso para servicios privados y públicos orientados a este sector
de la población y las políticas públicas y programas sociales que las incorporan. También existen líneas de
trabajo que se orientan más a la propia producción e innovación tecnológica, es decir el diseño de dispositi-
vos concretos para mejorar la calidad de vida y necesidades de este sector de la población.

Analizaremos en este apartado de la clase, el uso y las desigualdades existentes y las oportunidades que
brinda para el desarrollo humano abordando los mecanismos que hacen a la inclusión digital y el aprovecha-
miento de tecnologías digitales por parte de personas mayores para su vida y desarrollo de capacidades.

Cabe señalar que, como en estudios de otros sectores de la población, también en los de personas mayores
conviven distintos enfoques en torno a la vejez. Estos exceden la visión sobre los vínculos con las TIC, pero
ciertamente influyen en cómo se aborda la problemática de la exclusión digital y cuáles son las acciones que
se consideran pertinentes para su reducción. A su vez, es importante destacar que así cómo hay visiones que
se enfocan en la asistencia y protección, otras se centran en el ejercicio de la ciudadanía, los derechos y el
empoderamiento de las personas mayores. A su vez, las características de este sector de la población son
muy heterogéneas, aunque agrupados como “personas mayores” tienen intereses, necesidades y condiciones
de vida diferentes. Asimismo, varían las formas de envejecer, relacionadas al ciclo vital de las personas y los
contextos del envejecimiento.

La brecha o desigualdades digitales también atañen a las personas mayores. La particularidad de su abordaje
es que sea fundamentado en teorías como la de la ventaja de los “nativos digitales” (Prensky, 2010) o a partir
de la percepción o definición de políticas públicas, se entiende en parte que no tiene mucho sentido la alfabe-
tización digital de las personas mayores porque ya están fuera de esa posibilidad.
En el contexto de los análisis de la brecha digital, aparece la denominación de “brecha gris” para referirse a la
que experimentan las personas mayores. Es decir, a esta brecha generacional o dada por la edad de las perso-
nas. Pues en este sector esta desigualdad aún en las sociedades de alto acceso está lejos de ser superada.
Los estudios refieren a la necesidad de acciones específicas de las políticas públicas para la adopción de
esta tecnología. (Lüders y Bae, 2017; Hakkarainen, 2012; Friemel, 2016; Smith, 2014)

Las dimensiones que generan desigualdad digital en la población en general, también lo hacen en las perso-
nas mayores (nivel socioeconómico, educativo, contexto socio cultura, etc.)

Inicialmente se entendió las TIC como un fenómeno y espacio de las nuevas generaciones, mientras que las
personas mayores serían advenedizos lo que implica amplias dificultades para su adopción (Prensky, 2010).

Otros tienden a caracterizarlos como “excluidos digitales” o como “adoptantes tardíos” o refieren a una “bre-
cha intergeneracional” (Peral, Arenas y Villarejo, 2015; Agudo Prado, et al, 2013) entendiendo que a medida
que se expandieron las TIC serían incorporados al uso. Sin embargo, la desigualdad digital ha persistido para
este sector, inclusive en sociedades con gran expansión de las TIC. Se señala que para la reducción de esta
se requieren acciones y políticas públicas específicas. (Lüders y Bae, 2017; Friemel, 2016; Smith, 2014; Hakka-
rainen, 2012).

Más recientemente, el término “brecha digital gris” ha sido cuestionado por Quan-Haase, Williams, Kicevski,
Eleuze y Wellman (2018) justamente por visualizar a los más jóvenes como “nativos digitales” y a los mayores
como “analfabetos digitales” (Prensky, 2010). Sostienen que no se puede sustentar empíricamente y afirman
que ha influenciado muy negativamente las políticas dirigidas a la inclusión digital de personas mayores. De
hecho, se encuentran distintos niveles en la brecha digital en personas mayores.

Lo que aparece en los estudios es que cuando las personas mayores usan las TIC e internet, le encuentran uti-
lidad para sus vidas. Mejoran sus oportunidades informativas, les brinda mayora autonomía de conocimiento,
beneficia su bienestar en general y el psicológico en particular incrementando la autoestima (Llorente, Viñaraz
y Sánchez, 2015; Shapira, Azy e Iddo, 2007; Tatnall, 2014). Otros autores (Barrantes y Cozzubo, 2015; Bosch,
2015) sostienen que la para los temas de salud, aprendizaje, niveles de actividad, entretenimiento y hobbies,
ocio, noticias y actualidad, comunicación y para la resolución de actividades cotidianas. Favorecen la autono-
mía, las relaciones sociales y familiares, la actividad y el acceso a servicios sociales, tanto como a activida-
des culturales y de aprendizaje. Así como mejorar situaciones de aislamiento y soledad. (Abad, 2014; Ander-
son y McCullough, 2013) Por tanto enriquece las relaciones interpersonales, el desarrollo personal a partir de
las actividades y la autonomía, incluso la participación política. (Rivoir, Morales y Casamayou, 2019; Abbey y
Hyde, 2009)
Finalmente, cabe destacar que estos efectos son relativizados en otros estudios, cuando concluyen que no
proporcionan bienestar en forma automática, sino que es necesario lograr un uso consciente, atento, reflexivo,
moderado, respetando los contextos relacionales (Colombo, et al., 2015). Depende de las ganas de aprender a
utilizar las TIC y la necesidad de sentirse útiles y para seguir integrados en la sociedad (Agudo et al., 2012;
Casado-Muñoz, Lezcano & Rodríguez-Conde, 2015). Según varios autores (Neven y Peine, 2017, Joyce, Loe y
Diamond-Brown, 2015), en la mayoría de los estudios sobre TIC y personas mayores, la tecnología es conside-
rada como una solución al problema del envejecimiento. Sin embargo, gran parte de estos trabajos abordan el
uso fuera de su contexto o lejos de comprender las necesidades de las personas mayores y en su perspectiva
y creencias y con enfoques paternalistas (Peine, Rollwage y Neven, 2014).

Existen múltiples dificultades para este sector que tienen que ver con aspectos de la heterogeneidad como
otros grupos de la población y se suma en este caso las distintas condiciones físicas y de salud, así como
cognitivas de la persona. Los antecedentes en su ocupación también, en casos de no uso a nivel laboral tam-
bién se hace evidente. (Abad, 2014; Colombo, Aroldi y Simone, 2015; Agudo, Pascual y Fombona, 2013)

También se señala que las tecnologías disponibles no son pensadas para este sector, lo que dificulta más por
la inadecuación (Abad, 2014; Barrantes et al, 2015; Luque 2007; González-Oñate, Fanjul-Peyró y Cabezuelo-Lo-
renzo, 2015; Oudshoorn, Neven y Stienstra, 2016) A veces perciben que es inútil, o peligroso, o que amenaza
su estilo de vida, la salud o la seguridad y pasan a ser obstáculos para el acercamiento a las TIC. (Hakkarai-
nen, 2012)

En el mismo sentido hemos descubierto (Rivoir et al., 2019) que la autopercepción y visión de la vejez que la
persona tenga, influye en el logro de adquisición de competencias y apropiación de las TIC. Mientras que los
problemas físicos o de inferioridad de condiciones frente a otras generaciones, la dependencia, se transfor-
man en barreras.

Facilitar y acompañar el uso, estimularlo y sostenerlo pasa a ser importante para que sea un factor de inclu-
sión y mejora de calidad de vida de este sector tan importante de la población. Las redes de apoyo son claves,
así como el “experto cálido” (Bakardjieva, 2005) que es un facilitador informal, por lo general los nietos o jóve-
nes del entorno que manejan las tecnologías o algún formador de centro comunitario.

En su estudio en personas mayores de América Latina, Barrantes y Cazzubo (2015) encuentra que:

“Los resultados obtenidos del análisis estadístico demuestran que la división digital es un fe-
nómeno que está ocurriendo en la actualidad en América Latina, pues los AM presentan un
menor uso de la Internet que los miembros de los otros grupos etarios. Por otra parte, las va-
riables de hipótesis de la estructura familiar en los hogares de los AM resultaron ser significa-
tivas, aunque solo una para cada etapa de la estimación. Así, se comprobó que la presencia
de menores de edad en los hogares de los AM fomenta su acceso a la Internet, pero no mos-
tró tener ningún efecto significativo en cuanto a la intensidad de uso de la red. Por el contra-
rio, convivir con el cónyuge presentó un aumento en la intensidad de uso de la Internet, pero
no tuvo efecto sobre la decisión inicial de acceder o no a la red.” (p. 61)

En nuestros estudios encontramos coincidencia con otros que señalan que es conveniente relativizar el factor
positivo de la incidencia de los más jóvenes en la apropiación por parte de las personas mayores. (Rivoir et
al., 2019) y es más exitoso cuando hay un coaprendizaje intergeneracional (Sánchez et al, 2015)

En 2020 el Observatic realizó un ciclo de coloquios y uno fue en torno a Personas mayores, TIC y pandemia.
Se analizó el estado de situación y dilemas planteados justamente a partir de cómo las desigualdades digita-
les afectan a este grupo poblacional y en particular la forma en que se evidenció en circunstancias de la pan-
demia. Ver:

Personas Mayores, TIC y pandemia


observatic.edu.uy

En suma, comprender y apoyar a esta población en todos los sentidos es importante no sólo desde el punto
de vista humano sino porque constituyen un sector muy grande y creciente de la población mundial. En este
aspecto, no incorporarles ni tomar medidas para su inclusión digital es alejarlos de las posibilidades de desa-
rrollo y también de desarrollo humano tanto del grupo como de la sociedad en cuestión. Todo el avance de ac-
ceso, infraestructura e inversión y TIC de un país puede verse desperdiciado o disminuido si este sector no
acompaña con el uso.

Es un sector que necesita de apoyo, pero no desde una visión paternalista o que entienda que no son capaces
de beneficiarse de estas tecnologías. Por el contrario, la importancia de las políticas es destacada pues si
bien los vínculos familiares son importantes, o los apoyos informales del “experto cálido”, también tienen un
límite en términos de los tiempos, la paciencia o de métodos para favorecer el aprendizaje y la autonomía de
la persona mayor. Por lo tanto, el sector tiene su especificidad y requiere de políticas dirigidas a mejorar las
condiciones de apropiación e inclusión digital a través de estimular un uso para el desarrollo humano, en fun-
ción de sus beneficios para la calidad de vida de las personas.

Como concluyéramos a partir de un análisis anterior (Rivoir, Escuder y Liesegang, 2019):


“La política y los programas de promoción del uso de las TIC en personas mayores permiten
incluir digitalmente a personas que sin este estímulo y apoyo, seguirán excluidas. Se concluye
que, con iniciativas adecuadas, las personas mayores desarrollan competencias digitales
complejas ampliando sus oportunidades y que las limitaciones físicas y cognitivas inherentes
a la edad, no debieran constituir un factor de exclusión digital.” (p. 77)
4. Educación y TIC
Referirnos a Educación y TIC es muy amplio, sin embargo, podemos centrarnos en algunos factores que dada la continua expansión y desarrollo

de las tecnologías digitales dan cuenta de este desafío para los sistemas educativos, requiriendo de acciones que exceden el ámbito del acceso

a la información, la gestión pública y/o el ámbito laboral, pero que no obstante están íntimamente ligados con el ámbito educativo. (Morales,

2019 p. 42)

Un primer factor que presenta un desafío para los sistemas educativos y fuerza la inclusión de tecnologías en
la educación es la nueva cultura de interacción que sostienen los jóvenes y que para Oblinger y Oblinger
(2005) se basa en un paradigma comunicacional de interactividad, propiciado en Internet como medio instan-
táneo y personalizado. Otros autores nos advertían que, aunque estos mismos jóvenes practicaban un uso
más intensivo de Internet, adaptándose mejor a ambientes no tradicionales de enseñanza, en su mayoría, pa-
recen tener habilidades tecnológicas relacionadas con actividades lúdicas o sociales (Duart, Gil, Pujol, y Cas-
taño, 2008), no así las competencias necesarias para el ámbito educativo. (García, Gros y Escofet 2012, Mora-
les, 2019)

Un segundo factor que va estrechamente ligado al primero es la influencia que este medio personalizado está
habilitando mediante sus redes y que Moraes distingue como “sistemas organizacionales con estructuras fle-
xibles y colaborativas basadas en afinidades, objetivos y temáticas comunes entre los miembros”; provocando
en quienes las utilizan, un cambio en la relación entre docente - estudiante interpelando aquellos esquemas
clásicos de enseñanza, donde el saber conserva su doble carácter de centralizado y personalizado (Olivera,
Morales, Passarini y Correa, 2017).

El tercer factor refiere a los cambios producidos en las mismas instituciones educativas producto de la emer-
gencia de las tecnologías digitales (Morales, 2019) y Martín-Barbero (2007, p 12) en la siguiente cita lo ex-
presa muy bien al mencionar que la escuela ha dejado de ser el “único lugar de legitimación del saber” en un
mundo donde los saberes circulan, se producen y reproducen por distintos canales “difusos y centralizados”.

El último factor que Morales (2019) considera es uno de los factores que hemos visto a lo largo de toda la
clase en relación con las tecnologías digitales y que si bien es imprescindible, no es el único y refiere al ac-
ceso y la conectividad. Todos los actores del sistema educativo, la universalización en el acceso y la conecti-
vidad de los mismos desde los centros y sus hogares, hacen a las posibilidades de inclusión o exclusión digi-
tal de las personas y por ende de la inclusión y cohesión social (Lázaro, Estebanell y Tedesco, 2015), colo-
cando desafíos y demandas a los gobiernos para las políticas educativas (Pedró 2012, Rivoir, 2018) y espe-
cialmente desafíos en los sistemas educativos en particular didácticos y pedagógicos (Morales y Onetto,
2018; Gisbert y Bulen, 2015)
4.1 Políticas educativas de Inclusión de TIC en AL

En los sistemas educativos de América Latina y el Caribe se han implementado políticas de inclusión de TIC
desde hace ya varias décadas. Estas políticas han girado en torno a objetivos de innovación, mejoras en la
gestión, en algunos casos en prácticas de enseñanza y aprendizaje y en desarrollo de competencias en do-
centes y estudiantes (Hinostroza y Labbé, 2011).

Otros autores como Sunkel, Trucco y Espejo (2013, citado por Morales 2019) identificaron tres etapas bien di-
ferenciadas en la incorporación de las TIC en las políticas en AL: a) Década de los 80 donde se incorporaron
en la educación experiencias y programas puntuales de acceso a computadores y conectividad con el objetivo
de la mejora del aprendizaje, a través de aulas o laboratorios de informática, proveyendo de equipamiento a
los centros; b) Década de los 90, donde se busca la universalización del acceso y se centran las políticas en
las poblaciones menos favorecidas o vulneradas, en un intento por frenar las desigualdades en el acceso. Ad-
virtieron también que, en esta década, se trasciende los objetivos ligados al acceso y la conectividad y se co-
mienzan a abordar los temas relacionados con la pedagogía, la formación docente y los contenidos y c) en la
década del 2010, donde se comienza a trabajar en programas de dispositivos portátiles con énfasis en los al-
cances fuera del espacio físico de la escuela.

Comienzan a aparecer las políticas de One Laptop per child (OLPC) del Instituto de Masachuset, como el Plan
Igualdad en Argentina, o el Plan Ceibal en Uruguay, Un computador por alumno en Brasil, o Laboratorios móvi-
les computacionales en Chile, Proyecto Piloto 1 a 1 en Chile, etc., todos ellos en primaria y secundaria.
(RELPE, 2011)

Estas políticas han tenido diversos resultados, algunos países han podido efectivizar sus acciones, otros no
han podido sostenerlas en el tiempo, afectando de manera notoria su impacto (Rivoir, 2018). Al respecto Jara
(2015) menciona que aquellos que, sí han podido sostener en el tiempo dichas iniciativas, han hecho eviden-
tes algunos resultados, distinguiendo la ilusión de la realidad en relación con la incorporación de las tecnolo-
gías digitales en la educación, incorporando avances y sumando actores diversos, como la sociedad civil, las
empresas y las universidades. Un caso que puede observarse en este punto es la incorporación en sus co-
mienzos del Proyecto Flor de Ceibo de la Universidad de la República en Uruguay, que se crea a instancia de
un grupo de docentes universitarios para acompañar críticamente la implementación del Plan Ceibal desde
2008 y que funcionó hasta 2016.

Flor de Ceibo trabajó en forma articulada con las comunidades a lo largo y ancho del país en grupos de do-
centes y estudiantes interdisciplinarios con escuelas, clubes de niños, centros comunitarios, poblaciones pri-
vadas de libertad, etc.; construyendo la demanda y conjugando los tres pilares universitarios, la enseñanza, la
extensión y la investigación. Puede verse más de este Proyecto en el siguiente enlace
http://www.flordeceibo.edu.uy/anuario.

Una gran prueba de las políticas de inclusión de tecnologías digitales en los sistemas educativos de la región
fue la pandemia de COVID-19. Algunos datos arrojaron que si bien la conectividad está garantizada en los
centros educativos, crisis como la atravesada demandaban una conectividad en los hogares y además que
está fuera de soportar cierto flujo de tráfico como para soportar plataformas educativas. Asimismo, se encon-
tró que ni los y las estudiantes, ni los y las docentes habían desarrollado un mínimo nivel de competencias di-
gitales para realizar un uso significativo de las tecnologías digitales para la enseñanza y el aprendizaje. Por
otro lado, tampoco existía un significativo nivel de desarrollo de las competencias ciudadanas de las familias
para realizar un acompañamiento lo suficiente para el seguimiento de los trayectos de sus niños, niñas y ado-
lescentes en lo que respecta a su educación. En resumen, no era suficiente la infraestructura para el acceso y
la conectividad, no se habían desarrollado las competencias digitales docentes ni estudiantes y no se formó a
otros actores para el acompañamiento e involucramiento en la educación. (Rivoir y Morales, 2021)

En lo que respecta a las Instituciones de Educación Superior, también se mantienen las desigualdades presen-
tes en básica y media. En época de pandemia – 2020-2021 – el cierre de cursos en la región en las institucio-
nes de educación superior (IES) alcanzó al 98% en un total de 24 millones de estudiantes y de 1,4 millones de
docentes universitarios (Pedró, 2021). El vínculo pedagógico en la gran mayoría de las IES se mantuvo me-
diante la llamada Enseñanza Remota de Emergencia a través de estrategias mediadas por tecnologías digita-
les y en este sentido se implementaron acciones para proveer de acceso y conectividad en los diferentes paí-
ses de la región.

América Latina aumentó en un 60% su actividad en línea, sin embargo, este aumento no fue homogéneo, de-
bido a las desigualdades existentes y que hemos visto en las clases anteriores, es decir a las brechas de ac-
ceso, conexión y velocidad de conectividad (CEPAL, 2020).

Un estudio de IESALC (2020) da cuenta que entre 2020 y 2018 la tasa bruta de matriculación de las IES au-
mentó significativamente de un 23% a un 52%, explicando este incremento por varios factores, entre ellos: el
aumento de las IES privadas, la extensión de la enseñanza a distancia y abierta; sin embargo, la pobreza y la
movilidad geográfica aún continúan siendo desafíos para un mayor acceso a la educación superior en ALyC.

En este sentido, los jóvenes de zonas rurales tienen un 22% más de probabilidades de acceder a la educación
superior que los de zonas rurales; este mismo porcentaje se dispara al 35% en Colombia y Bolivia por ejemplo
(Ferreyra et al, 2017); y aún dentro de un mismo país las regiones presentan hasta 14 puntos porcentuales de
diferencia, con mayor y menor índice de acceso a las IES. (Rivoir, 2022)
En Pandemia, de acuerdo con CEPAL (2020), en 2019 el 66,7% de los latinoamericanos y caribeños tenían co-
nexión a Internet y las principales desigualdades de acceso eran generadas a partir de la condición socioeco-
nómica de las personas. En doce países de la región, el 81% de las personas pertenecientes al quintil más alto
contaba con acceso mientras que sólo lo tenía el 38% del quintil más bajo. Estas desigualdades se reflejan en
el estudiantado donde el 80% de los hogares del quintil más alto contaba con computadoras portátiles frente
al 10% del quintil más bajo. Por otra parte, en la zona urbana el 67% de los hogares tiene conexión, mientras
que en la rural solo lo posee el 23%. En Bolivia, El Salvador, Paraguay y Perú el 90% de los hogares rurales no
cuenta con Internet.

Por otra parte, no alcanza con tener conectividad pues la baja velocidad de conexión condiciona el uso educa-
tivo pues dificulta el aprovechamiento de soluciones digitales para la educación en línea. Esto resulta particu-
larmente importante en contextos de confinamiento, cuando varios integrantes de los hogares debieron usar
en forma simultánea internet. En junio de 2020, en el 44% de los países de la región no se alcanzaba la veloci-
dad de descarga que permitiera realizar varias actividades en línea simultáneamente (CEPAL, 2020). A partir
de la suspensión de cursos presenciales, la imposibilidad de uso en los hogares pasó a ser un factor determi-
nante para la continuidad educativa.

Según el informe de Unesco – IESALC (2021), teniendo en cuenta que más del 50% de la oferta de educación
superior en la región es de carácter privado y que incluso un número importante de IES públicas cobra matrí-
cula, los gobiernos y las instituciones ofrecieron mecanismos de apoyo económico o facilidades de acceso al
crédito en una situación de empeoramiento de la situación económica en la región. Entre ellos algunos países
e IES otorgaron apoyos para el acceso a Internet en los hogares y para equipamiento. (Rivoir, 2022)

Digamos entonces, que tanto a nivel de básica, media e IES se ha experimentado las mismas brechas para los
estudiantes y docentes de ALyC, que refieren a la falta de infraestructura entendida esta como desigualdades
en el acceso, conexión y velocidad en la conectividad, niveles bajos de desarrollo de la competencia digital
para la enseñanza y el aprendizaje y del involucramiento de diferentes actores.
4.2 Competencia Digital

Esteve realiza una revisión sistemática en profundidad para su tesis doctoral (2015 donde encuentra que el
concepto de competencia es controversial y hasta polisémico en algunos contextos y sitúa la emergencia de
los modelos basados en competencias como respuesta a modelos más tradicionales centrados en la trasmi-
sión del conocimiento. Esta polisemia pudo apreciarla por ejemplo en Baartman, Bastiaens, Kirschne y Van
der Vleuten, (2007), Coll (2007) y Westera (2001), para quienes el concepto de competencias se sostiene
desde una perspectiva socio-constructivista; sin embargo, para Pérez Gómez (2007) se sostiene desde una
concepción más holística del término, mientras que para Perrenoud (2004) es abordar una problemática más
antigua la de “trasmisión de conocimiento”. (citado en Morales, 2019)

Desde el ámbito académico también resulta interesante la revisión del concepto y de las vertientes que en-
cuentra sobre ello Jonnaert, Barrete, Masciotra y Yaya (2008) del Observatorio de Reformas Educativas de la
Universidad de Quebec, donde identifican 3 campos disciplinares donde se aborda el concepto de competen-
cia: a) didáctica/pedagogía/currículum, b) sociología/psicología del trabajo/psicología cognitiva y c)
ergonomía/didáctica profesional. Inspirados en el último campo disciplinar abordado, llegan a concluir que es
de primordial relevancia entender el concepto de competencia situada, asegurando que desde una mirada
constructivista la competencia es “la puesta en marcha de un conjunto diversificado y coordinado de recur-
sos, que la persona moviliza en un contexto determinado. Esta puesta en marcha se apoya en la elección, la
movilización y organización de recursos y sobre las acciones pertinentes que permiten un tratamiento exitoso
de esta situación” (Jonnaert et al., 2008, p.14).

Desde la óptica de las organizaciones internacionales y las políticas públicas, el Proyecto DeSeCo (2008, p.7)
de la OCDE, define “las competencias clave (las que) involucran la movilización de destrezas prácticas y cog-
nitivas, habilidades creativas y otros recursos psicosociales como actitudes, motivación y valores” como
aquellas que son imprescindibles para hacer frente a exigencias en la vida cotidiana de los ciudadanos impli-
cando dimensiones cognitivas y no cognitivas.

En este mismo sentido el Parlamento Europeo (2018, pp.7-8) define las siguientes competencias clave: a)
competencia en lecto-escritura; b) competencia multilingüe; c) competencia matemática y competencia en
ciencia, tecnología e ingeniería; d) competencia digital; e) competencia personal, social y de aprender a apren-
der; f) competencia ciudadana; g) competencia emprendedora; h) competencia en conciencia y expresión
culturales.

A partir de la década de 2010 comienza a hablarse de la competencia digital, considerada una competencia
clave transversal ya que facilita la adquisición de otras competencias como las de lingüística, matemática,
aprender a aprender entre otras (Ferrari, 2012, p.12).
Ferrari la define como el conjunto de conocimientos, habilidades, actitudes (incluyendo habilidades, estrate-
gias, valores y conciencia) que se requieren cuando se utilizan las TIC y los medios digitales para realizar ta-
reas, resolver problemas, comunicar, gestionar información, colaborar, crear y compartir contenido, constru-
yendo conocimiento de manera eficaz, eficiente, apropiadamente y de manera crítica; de forma creativa, autó-
noma, flexible, ética y reflexivamente ya sea en los ámbitos laborales, de ocio, de participación, aprendizaje,
socialización, consumo y/o empoderamiento. (Morales, 2019)

Por su parte, Virginia Larraz (2013, p.118) considera a la competencia digital como “la capacidad para movili-
zar diferentes alfabetizaciones que nos permita gestionar la información, comunicar y generar conocimiento
para resolver situaciones en una sociedad en constante evolución” e involucra cuatro alfabetizaciones: a) in-
formacional, b) tecnológica, c) multimedia y d) comunicativa; dando lugar a una compleja alfabetización múl-
tiple (Gisbert y Esteve, 2011; Larraz, 2013).

Por su parte, Van Dijk (2008), las competencias digitales son esenciales para la reducción de la desigualdad
digital en las sociedades contemporáneas. Menciona cinco tipos, que se adquirirán progresivamente: a) Las
operacionales y formales que son básicas y primeras en adquirir, asociadas a aspectos técnicos; b) Las com-
petencias informativas, que tienen que ver con la capacidad de búsqueda, selección y procesamiento de la in-
formación en Internet; c) Las competencias comunicacionales están relacionadas al envío, el contacto, la
creación de identidades en línea y opinar en Internet. d) Las competencias estratégicas que conllevan la capa-
cidad de usar tecnologías digitales para el logro de ciertos objetivos, obteniendo beneficios o rédito social es-
pecífico; e) Competencias para la creación de contenidos, conformadas por la capacidad de hacer contribu-
ciones a Internet basándose en una planificación o diseño en particular.

Estas son algunas de las características que poseen las competencias digitales para algunos autores y en
ellos podemos ver el potencial de desarrollo personal y comunitario que poseen para quienes pueden desarro-
llarlas. Sin embargo, estas están también signadas por las desigualdades preexistentes en las personas, por
las brechas que ya hemos mencionado en las clases anteriores.

Al respecto se han desarrollado en organismos internacionales, en la academia, etc., distintos marcos y mo-
delos que refieren a las mismas y sus características, podemos encontrar así, marcos y modelos para las
competencias digitales ciudadanas, para las competencias digitales estudiantiles y docentes. (pueden verse
cuadros en el trabajo doctoral de Morales, 2019)

El desarrollo de esta dependerá entonces de las acciones y estrategias que despliegan las instituciones de los
diferentes sistemas educativos a través de sus políticas públicas para desarrollar las mismas.
En pandemia hubieron variadas estrategias en este sentido, algunos países como Argentina, Colombia, El Sal-
vador, Brasil o México que a través de sus Ministerios realizaron acciones para acompañar y capacitar en ha-
bilidades y competencias a sus docentes y otros como Bolivia, Panamá y Paraguay hicieron acuerdos entre
sus Ministerios y actores no gubernamentales nacionales o internacionales para la capacitación y apoyo a sus
docentes, entre otras estrategias de la región. (Rivoir y Morales, 2021)

En síntesis, la pandemia dejó en evidencia una vez más que el desarrollo de las competencias digitales docen-
tes es una materia pendiente para la equidad en la educación en Latinoamérica y el Caribe.

Para conocer la discusión planteada al respecto, recomendamos el coloquio organizado por Observatic: Edu-
cación en contexto de pandemia ¿Desafíos de hoy, enseñanzas para el futuro?

Educación en contexto de pandemia ¿Desafíos de hoy, enseñanzas para el futuro?


observatic.edu.uy
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