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Roc and Rol

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Rock & roll en blanco y negro

E l rock & roll había pecado de ser excesiva-


mente popular y en según qué entornos a algunos empezaba a serle indigesto. Cada
vez eran menos los medios que apostaban por este estilo y se estaba convirtiendo
en música sólo para unos pocos. En Barcelona y Madrid, los amantes del género
estaban cada vez más distantes y confusos en cuanto a sus gustos. Los había que
se inclinaban por un sonido más clásico; otros por lo más innovador; algunos, in-
cluso, podían llegar a decantarse exclusivamente por algún artista o banda siempre
que fuesen de extracción nacional. Y así hasta la actualidad, en la que podemos
encontramos con un muy variado abanico de estilos.
La imagen Teddy Boy ha sido una de las que mejor se ha mantenido a lo largo
de estos años. Su estilo y estética han sido prácticamente invariables a lo largo de las
últimas décadas, siendo Londres y sus alrededores el centro neurálgico. Desde allí la
imagen del Ted se fue extendiendo posteriormente al resto de Europa, habiéndose
arraigado con más fuerza en países como Alemania o Finlandia. Los Teds alcanzaron
uno de sus puntos álgidos a nivel de imbricación y consolidación sobre todo en los
últimos años 60, dando la “mal” venida pocos años después a los nuevos punkies,
que a partir de mediados de la década de los 70 se reprodujeron como hongos por
todos los rincones del Viejo Continente.
El Teddy es, quizás, el tipo de rocker con las ideas más claras en cuanto a sus
gustos y al estilo que defienden. Suele mostrar una fidelidad total a los suyos y es
leal a su estilo de vida. Su forma de vestir se caracteriza por la elegancia y mucha
clase. Tupés bien peinados y grandes patillas. Levitas largas con cortes gallardos y
solapas bien anchas. Camisas de cuello de pico, hebillas, pantalones estrechos y
creepers (calzado) de colores con suelas de lo más voluminoso. En ocasiones, han
añadido un punto de color fosforito a su look, pero en general su forma de vestir es
seria y esbelta. En España, tuvimos un serio movimiento de esta tendencia en los
80; hoy en día aunque su número de efectivos ha descendido sí que puede afirmarse

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Rock & roll en blanco y negro

que están mejor organizados y coordinados entre sí que entonces. Con importantes
núcleos humanos, sobre todo en Zaragoza y en Barcelona.
Sus gustos musicales se mueven entre el clásico rock & roll de época (Gene
Vincent, Eddie Cochran, Chuck Berry y otros artistas pioneros por el estilo) y el
revival de los 70 con nuevos representantes del género como Crazy Cavan, Shakin’
Stevens, Matchbox, Screamin’ Lord Sutch, entre otros. Aman el vinilo; son de los
mayores compradores de discos y, por lo tanto, grandes aficionados al coleccionis-
mo. La base musical se sustenta en una estructura sencilla, unos ritmos lineales con
notas mayores y un brillante sonido eléctrico. Las formaciones suelen articularse
por lo general a partir de cuatro o más componentes. Batería, bajo (o contrabajo)
y un par de guitarras bien afiladas. Hay bandas que constituyen la excepción por
su acentuada influencia del country o del western... En esa línea argumental yo me
quedo con Leen Rockers o Foggy Mountain Rockers.
Otra de las ramas del rock & roll que ha pegado fuertemente es el llamado
rockabilly-hillbilly; un rock & roll con influencia y raíces del folclore musical norte-
americano. Aunque quizás debería hablarse con más propiedad de un rockabilly más
cercano a las raíces tradicionales. Sus seguidores se hacen llamar Hep Cats o, sim-
plemente, Cats. Consta esencialmente de tres acordes al igual que el blues o rhythm
& blues pero con ritmos mas cercanos al country. El rockabilly es una de las pocas
influencias blancas al rock & roll en el que la aportación negra es de una mayoría
aplastante. Tanto el estilo como la palabra rockabilly derivan del estilo musical y
de la palabra hillbilly que viene a significar algo así como “campesino” en América
del Norte. En palabras de Raúl de Góngora “el hilbilly es un estilo folclórico de
los Estados Unidos, similar al country pero proveniente de su zona montañosa y
rural” (La cordillera de los Apalaches y también de los Ozarks).
Aunque puede darse cierta variedad en su composición, los grupos suelen ser
formaciones tipo combo con tres o cuatro músicos generalmente. Contrabajo,
guitarra eléctrica y guitarra acústica y en muchas ocasiones se prescinde de la
batería. Otros prefieren añadir un toque más country añadiendo violín, banjo, un
steel guitar, armónica... A pesar de que musicalmente las composiciones parten de
bases sencillas, suele ser sin embargo una música de bastante calidad, interpretada
por buenos músicos que han dado en herencia grandes bandas y un buen legado de
discos. Puestos a elegir podemos mencionar a Carlos and The Bandidos, Runnin’
Wild, High Noon, o los portugueses The Tennessee Boys. Aquí en España hemos
tenido también buenos ejemplos de ello, con grupos de calidad que han girado a nivel
europeo y que incluso han pisado de vez en cuando el continente americano.
En lo estético la imagen de estos artistas se corresponde con la de los ídolos
americanos de los años 50, aunque se da también que algunos tiren más hacia re-
ferentes ingleses. Pantalones anchos, tirantes, camisas de corte antiguo, hawaianas
de flores, zapatos al estilo de hace cuatro o cinco décadas y el concepto de tupé
es prácticamente nulo; el pelo se suele llevar engominado y con raya o incluso
planchado hacia atrás.

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Rockers... Desterrados de la movida

A raíz de la pasajera moda new country, muchos amantes de este género se han
visto absorbidos en este movimiento rockalbilly y han asomado la cabeza por estos
aires, aunque, realmente, poco tenga que ver con esta nueva moda y estética.
La rama del rockabilly más moderna y por lo tanto más alejada del sonido clásico,
es el neo rockabilly o psychobilly. En estos estilos es donde podemos encontrar más
variedad de sonidos, más personalidad en los grupos y un carácter más singular a
la hora de componer. Esta nueva ola del rockabilly moderno es la más joven y está
representada en el circuito hace más o menos una treintena de años. Los años 80
fueron protagonistas de una cierta masificación de este estilo. Los legendarios Stray
Cats consiguieron a nivel mundial lo que nunca antes había conseguido una banda
de rock & roll; a excepción claro está de ciertos combos de los años 50, con Gene
Vincent y sus Blue Caps como abanderados ejemplares. Los Stray hicieron constantes
apariciones en todas las radios y televisiones, y su mezcolanza punk-rockera no sólo
atrajo a los amantes de su propio círculo, sino que se convirtió en un fenómeno
musical en todos los sentidos y para públicos más amplios.
En esa línea de fusión estilística muchos empezaron a experimentar y a fusionar
los clásicos patrones del rock & roll con otros estilos como el punk, ya citado, el
ska, el heavy, hard core o, naturalmente, el country. Los resultados fueron de lo más
variado y se produjeron experiencias artísticas realmente estimulantes. No sólo Stray
Cats llamaron la atención del numeroso público; otros grupos de relevancia que
también hibridaban estilos como por ejemplo The Cramps o los Meteors lograron
también hacerse un hueco importante en el panorama discográfico mundial.
También tuvo su momento álgido el gore; ese horror a base de sexo salvaje,
adornado con tatuajes, sangre y vísceras a mansalva para adobar ciertas presentacio-
nes musicales... buen ejemplo de ello, el amigo Paul Fenech, líder de los Meteors,
y su clásico vocal-chorreo de sangre. Ya hemos tenido la oportunidad de verlo en
directo varias veces en España y muchos estarán de acuerdo conmigo de que es un
espectáculo “inolvidable”. Un tipo curioso y algo profano, con el que he llegado a
mantener alguna conversación, aunque siempre protegido por su crew de machacas.
La imagen del psycho destaca también por su exageración y la proyección de un
desaliñado aunque llamativo look. Sus puntiagudos e inmensos tupés, convertidos
en crestas de colores; pantalones tejanos ajustados y casi siempre desteñidos; des-
garbo y y pura provocación en el resto de su atrezzo indumentario y complementos:
cadenas, tachuelas, muñequeras, hebillas...
Después de la explosión y una desmesurada expansión, vino la calma y, quizás,
unas mejores condiciones ambientales y oferta suficiente para contentar toda clase
de gustos. En los más extremos, se mueven Demented Are Go, Krewmen, Nekro-
mantix, Banana Metalik... con un sonido más duro, distorsionado y gore. Para mi
gusto, sin embargo, los de mayor calidad serían Restless, Bang Bang Bazooka, The
Quakes, Reverend Horton Heat o Batmobile, por citar, sólo algunos ejemplos.
En nuestro país, sobre todo en Cataluña y parte de Andalucía, también ha habido
y hay caldo de cultivo para este estilo, como así lo demuestran ciertos fanzines y

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Rock & roll en blanco y negro

algunos catálogos especializados y, por supuesto, buenos grupos que han defendido
y defienden esta tendencia como Los Coronados, Brioles, Hellbilly Club, Boogies
Punkers, etc.
Es cierto que nuestro padre el rock & roll, tiene numerosos hijos en el mundo
de la música; el ejemplo, algunos ya citados, aunque el clan familiar se alarga más
y más con una saga larga de hermanos, primos, sobrinos y unos cuantos herederos
más. Llegados aquí a España, siempre con cierto retraso con respecto a su nacimiento
en los EE.UU. y alcanzando suerte diversa. El new country es un buen ejemplo de
ello, y también lo es el llamado neo swing. Casi coincidentes ambos movimientos
en el tiempo, llegaron a generar una importante agitación en la ciudad condal con
varios locales especializados, diversas publicaciones, varias tiendas de suministros,
unas cuantas bandas representativas, etcétera. Gracias a esta gran familia estilística
compuesta por el rock, el country, el rockabilly, el psycho, el doo wop, el hillbilly,
el western, el swing y todas las derivaciones plasmadas en influencias varias, tanto
en el pasado como en el presente, se ha creado y consolidado con dosis también
de nuestro propio temperamento latino el llamado spanish-rockabilly o rockabilly
español. Un variado cóctel ad hoc de estilos que, tratando en lo posible de huir de
una excesiva influencia de los máximos abanderados extranjeros, ha logrado crear
buenos originales nacionales y variados repertorios propios. El rockabilly español,
denominación de origen despectivo para unos y máximo orgullo para la gran ma-
yoría de nosotros, ha logrado que en el resto del mundo se nos tenga en cuenta y
que ocupemos un puesto importante por la indudable creatividad y originalidad
demostradas, respetando siempre los cánones indiscutibles del rock & roll.
Aunque el auge del spanish rockabilly alcanzó su momento más álgido y ener-
gético en los años 80, es preciso, remontarse a sus antecedentes, rastreables sobre
todo en aquellos gloriosos años 60. Después de que personajes gloriosos de nuestra
cultural musical popular como Juanito Valderrama, Manolo Caracol, Lola Flores
“La Faraona” o el niño prodigio Joselito, deleitasen a través de las ondas hercianas de
la radio durante las dos largas décadas de posguerra los oídos de nuestros ancestros,
comenzó a irrumpir otra clase de música más moderna conceptual y sonoramente
hablando. Estas nuevas tendencias estaban representadas, mayoritariamente, por
unos pocos solistas peleones y multitud de nuevos conjuntos de los denominados
“músico-vocales” y su música empezó a sonar con profusión en los programas
radiofónicos más punteros, en las sinfonolas de los bares y billares y en los tocatas
portátiles de los guateques juveniles.
El rock pedía a gritos y a guitarrazo limpio hospedarse en nuestro país y no
tardaron en aparecer por nuestra piel de toro los ecos discográficos y gráficos de
Elvis y Cliff Richard and The Shadows, primero, y de los Beatles, los Rolling Stones
y otros muchos artistas de extracción estilística similar, a continuación. Rápida-
mente, España quiso ponerse al día y no sólo lo consiguió sino que se vivieron, sin
duda, los mejores años del rock en nuestro país. El Dúo Dinámico, Los Pekenikes,

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Rockers... Desterrados de la movida

Los Sónor, Los Relámpagos, Los Sirex, Los Jóvenes… y otra larga serie de buenos
grupos repartidos por toda España.
Aquí en Barcelona, uno de los primeros y más punteros grupos surgidos aquellos
años fueron Lone Star; con su cantante Pedro Gené a la cabeza. Tuve la suerte y
el orgullo, de ser alumno suyo cuando estudié producción musical y gracias a él,
empecé a introducirme en el mundo de la producción. Siempre le estaré agradecido
por hacerme ver las cosas tal y como son. Igual que Lone Star, Los Bravos, Los
Brincos y alguna banda más, triunfaron tanto en España como en el extranjero.
Los Salvajes, un caso singular con unos primeros momentos bastante light a base de
versiones, lograron hacerse hueco en el panorama nacional tras un duro aprendizaje
en Alemania que los endureció y que los convirtió en una banda referencial a imagen
y semejanza de las mejores bandas británicas del momento. Quizás demasiado duros
para el contexto que les tocó vivir, tuvieron sobre todo seguidores muy jóvenes y
los más revoltosos del corral, que huían del gusto medio del consumidor español
que prefería a grupos más moderados y trajeados pero de indudable calidad como
Los Sirex, Los Mustang y otros por el estilo. Gabi, cantante de Los Salvajes, me
contaba que “Cuando al cabo de unos años, llegamos de Alemania, con nuestras
chaquetas de cuero, nuestras cadenas y nuestro pelo desaliñado... España ya no
nos conocía y nosotros ya no conocíamos a España”. Tuve el honor de compartir
buenos momentos con él en los estudios Delibérate, cuando estaban grabando lo
que sería un nuevo disco y me sorprendí al ver la fuerza, la energía y la furia salvaje,
que aún conservaban estos muchachos “sesentañeros”.
Volviendo al tema de los inicios, otros se inclinaron a un estilo más genuino
como Los Estudiantes o el genial Bruno Lomas que siempre tuvieron presente en
su carrera a los grandes clásicos del rock & roll. Tras los 60, vinieron los 70, una
época en la que primó sobre todo la experimentación y una búsqueda de nuevas
formas expresivas a la que se denominó progresivo; allí convivieron el rock sinfónico
y el instrumental y por encima de la composición se tuvo más en cuenta el virtuo-
sismo interpretativo. Un poco más adelante entraron en juego el punk y el rock
urbano y callejero que acabaron de conformar las llamadas nuevas tendencias. A su
lado, el concepto de cantautor volvía a cobrar nueva actualidad coincidiendo con
un momento social en absoluta ebullición por ser entonces cuando se iniciaba la
llamada Transición a la democracia tras la muerte del general Franco, y percibir los
dirigentes de las diversas tendencias y partidos políticos que podían sacarle réditos
a esa revitalización de la canción de autor y al posible compromiso de muchos de
los creadores en activo. Los Sex Pistols o y The Clash arrasaban en Gran Bretaña y
aquí en España, Burning o Ramoncín, entre otros y a su particular manera, trataban
de hacerse hueco poniendo las bases de un nuevo movimiento de consolidación
para el rock que recibiría la denominación de origen made in Spain. Eran los finales
de la década y en los ambientes musicales ya empezaba a expandirse un aroma a
próspero rock & roll con prefijo “billy”. El rock punk caracterizado por su urgencia

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Rock & roll en blanco y negro

y lógica caducidad y que había bebido de entre otras fuentes el primitivo y viejo
rock and roll, estaba dando paso rápidamente a esa nueva avalancha denominada
rockabilly.
Uno de los primeros combos en afiliarse a esta nueva tendencia rockera y tras
varios experimentos poco fructíferos bajo diversas denominaciones como por
ejemplo Teddy Loquillo y Sus Amigos (1978) o unos, algo más, consolidados Los
Intocables, dieron paso a los hoy súper conocidos Loquillo y Trogloditas. Recién
nacida la década de los años 80, Loquillo, acompañado por C-pillos, Los Rebeldes
y sus Intocables nos regala la que sería primera entrega de una larga y provechosa
descendencia discográfica. Hubo al respecto del resultado artístico de aquellas pri-
meras canciones registradas, opiniones para todos los gustos: un álbum demasiado
punk para los rockers y demasiado rocker para los punks.
Paralelamente, Carlos Segarra estaba dando a luz a la primera formación de Los
Rebeldes, que, tan solo un año más tarde, pariría su primer larga duración titulado
genéricamente Cervezas, chicas y rockabilly (1981) en una línea argumental más
ortodoxamente teddy que la del propio José María Sanz y compañia. A partir de
entonces un enorme fulgor y agitación rockeros provocarán el deseo de muchos
por emular al máximo posible a los clásicos. Es en ese preciso momento histórico
cuando puede hablarse con propiedad y darse por inaugurado oficialmente el género
rockabilly español. Gracias a aquel primerísimo trabajo de Los Rebeldes que se dio
a conocer bajo un título que hoy en día podría parecer algo tópico y a la también
seminal experiencia discográfica de Loquillo, ambas formaciones se convierten en
pioneros e indiscutibles líderes de un movimiento musical cuyo objetivo claro fue
ganarse de forma mayoritaria al público rocker.
No tardaría en llegar un segundo álbum de Rebeldes: Esto es rocanrol (1986),
a través del cual empezaron a llegar temas de peso como por ejemplo Harley del
66. Ante la fuerte demanda, el grupo se puso aún más las pilas y editó Rebeldes con
causa (1986), seguramente su primer gran álbum y el que logró darles la dimensión
que probablemente ya se merecían. En esa época se produjeron las primeras altas
y bajas en la formación primigenia. Se marcha Aurelio Morata y se une al grupo
Dani Nel·lo, un multiinstrumentista de enjundia que supo insuflar a la banda poco
a poco algo de su personalidad. El sonido deambula hacia una calidad aún mayor y
se forjan grandes singles como Quiero ser una estrella o Mescalina. Las giras y muchos
bolos por toda la geografía fomentaron una popularidad creciente por toda España,
que no se circunscribió únicamente a los seguidores más especializados sino que
alcanzó a un segmento mucho más amplio de público en general.
En ese sentido Carlos se reafirma en una opinión que yo comparto al cien
por cien, de que el movimiento rocker, por lo que respecta al territorio español,
coincidió en el tiempo y se vio reforzado por la explosión cultural que supuso la
movida y todo lo que ésta trajo consigo:
“Se trataba seguramente de tener un eslogan y un comportamiento propios
más allá del genérico sex, drugs and rock & roll. No es que fuéramos más “puretas”

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Rockers... Desterrados de la movida

Entrada concierto de Los Rebeldes-Gatos Locos en Gandía (archivo del autor)

Poster de la gira del disco Mágico, año 1999 (archivo del autor)

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Rock & roll en blanco y negro

que los punkies, por ejemplo, pero era de alguna manera, el mejor modo de dar a
la cuestión tu propia interpretación e identidad. Creo que el movimiento rocker
tuvo en muchos aspectos bastantes puntos comunes con la movida. Nuestras raíces
musicales eran el rockabilly británico de los 70, el rock clásico de los 50 y ese neo
rockabilly que se estaba dando en los 80; pero lo que nos permitió la movida y todo
su derroche cultural fue la posibilidad real de encontrar discos; de poder comprar
ropa de rock & roll más auténtica; y de disponer de locales apropiados donde escu-
char y tocar nuestra música preferida.”
Cuando en los 50 medio mundo se volvía loco con el rock & roll, en España
Franco, las restricciones y la censura se encargaron de que no llegara hasta aquí lo
más duro del género (Vincent, Cochran, Little Richard, etc.) o, como mínimo, si
alguna cosa lograba superar aquellas barreras absurdas, trataron de que poca gente
se enterase. Con la llegada de la democracia empezaron a sonar en nuestro país
programas radiofónicos especializados en los que toda una generación descubrimos
que el rock & roll no era ese “hortera gordo vestido de blanco y lentejuelas que
cantaba chorradas en Las Vegas.”
A Los Rebeldes, el éxito masivo les llegó sin duda con un nuevo disco, Más allá
del bien y del mal (1988), que los inmortalizaría con temas como Mediterráneo; a
estas alturas, ya, un clásico indiscutible para entender la historia del pop rock en
español. Sus logros siguieron in crescendo con un nuevo disco titulado En cuerpo
y alma (1990). En ese momento puede decirse sin temor a ser rebatidos que la
banda ha alcanzado su momento cumbre. Disponen de un demoledor directo con
sección de vientos, dos baterías, coristas y una impresionante infraestructura que
pone de manifiesto que como banda en activo deben ser considerados una de las
grandes formaciones de esos años. Las listas nacionales de éxitos ven ocupados sus
primeros puestos con canciones de indiscutible calidad y gancho como Días de
lluvia o Mía.
Tiempos de Rock’n’roll (1991), el larga duración que ilustra la inmediata co-
rrelación en su producción discográfica, es lanzado al mercado y culmina con un
estupendo sencillo denominado Tu mano, en mi mano. Paralelamente, sacan en
rigurosa edición limitada uno de los discos que a la postre se ha rebelado como
de los más buscados por el público purista: Héroes (1991); una colección de viejos
temas y rarezas, plasmados en un solo esbozo.
Aunque su anterior trabajo ya pronosticaba ciertos malos augurios, la entrada
en los 90 demostraría enseguida que se avecinan tiempos no demasiado buenos
para el rock & roll. En 1993 nos regalan La rosa y la cruz, un majestuoso trabajo
producido por el propio Lee Rocker (Stray Cats), pero no obtienen el éxito masivo
que esperaban. Dos años más tarde, sin embargo y pese a la mala época que segu-
ramente están atravesando, se deciden a grabar en directo y producen Básicamente
Rebeldes (1995). Un buen disco en conjunto pero con el que no lograrán levantar
de nuevo el vuelo. Es el final de un ciclo.

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