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Ludo Martens - de Tian An Men A Timisoara

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net De Tian an Men a Timisoara, Ludo Martens

Mao
LudoTse-tung
Martens

De TiAn an Men
a Timisoara

UJCE - PAÍS VALENCIÀ


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Ludo Martens

De TiAn an Men a Timisoara

¡Proletarios de todos los países, uníos!

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La revisión de nuestro análisis de la URSS

Desde su creación en 1968-1970, nuestra organización había retomado el análisis


de la situación en el seno del movimiento comunista internacional elaborado por el Partido
Comunista Chino y el Partido del Trabajo de Albania.
Las tesis sobre la Unión Soviética, adoptadas en 1979 en el Primer Congreso del PTB,
pueden resumirse así:
“En 1956, Jruschov dio un golpe de Estado que ha supuesto la toma del poder por el
revisionismo en el partido y el Estado y la llegada al poder de una nueva burguesía. El Es-
tado soviético es un capitalista colectivo. El capitalismo de Estado es la fase superior de la
concentración capitalista. La nueva gran burguesía posee de facto los medios de producción.
En la URSS hay un régimen de opresión generalizada que podemos llamar social-fascismo.
Aquellos que se atreven a criticar la nueva burguesía y a reivindicar sus derechos democrá-
ticos son acusados de actividad anti-soviética y subversión. El social-imperialismo ha reto-
mado la vieja política zarista de anexión y opresión de las minorías nacionales. Ejerce una
dominación colonial en Europa del Este, Cuba, Vietnam. El militarismo soviético prepara al
pueblo para guerras de agresión por la dominación de Europa y del mundo entero. Los par-
tidos pro-rusos lo ayudan en este trabajo de preparación.
Tras dos años con Gorbachov en el poder, el Comité Central del PTB decidió, por una-
nimidad menos cuatro abstenciones, que hacía falta hacer una revisión de estas tesis sobre
la URSS.

¿Por qué hacer una revisión?



Varias fueron las razones que nos llevaron a la decisión de revisar el conjunto de
nuestro análisis de la URSS desde Jruschov.
Para empezar, desde 1987 estábamos confrontados a un número considerable de
hechos incompatibles con nuestro análisis de la URSS.
En 1987, Gorbachov denunció la corrupción, el parasitismo, las evasiones de dinero,
el enriquecimiento ilegal de la mafia alrededor de Brezhnev y otros dirigentes superiores.
Criticó la falta de democracia, denunció la esclerosis ideológica y le dio vía libre a las
informaciones y los debates sobre las taras del brezhnevismo. Decidió restablecer las rela-
ciones con el Partido Comunista Chino, al que reconoció su autonomía y su independencia
– China habiendo sido, durante el periodo de Brezhnev, el enemigo a batir, una “potencia
social-chovinista, expansionista, funcional al imperialismo, que aspira a la hegemonía mun-
dial”.
El social-imperialismo, la “superpotencia más agresiva”, retiró sus tropas de Afga-
nistán, Angola y Etiopía, empujó a los vietnamitas a retirarse de Kampuchea, en fin, liquidó
todas sus “colonias” en el tercer mundo.
Desde 1987, se produjeron otros acontecimientos que no encajaban con nuestro an-
tiguo análisis.
Según éste, el grupo de Jaruzelski ejercía, desde comienzos de 1980, la “dictadura
colonial soviética” en la “colonia” polaca. Sin embargo en 1989 el grupo de Jaruzelski hizo un
pacto con la derecha nacionalista de Solidarnosc para restablecer el capitalismo privado y
emprender una vía pro-occidental.
En Hungría, la feroz “dictadura de la burguesía compradora pro-rusa” se derrumbó
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como un castillo de naipes. Prácticamente sin oponer resistencia, la “nomenklatura” del par-
tido perdió el poder.
En la RDA, donde reinaba el “capitalismo de Estado” más dinámico, la “gran burgue-
sía” se suicidó. Los cuadros del SED no solamente perdieron el poder y sus funciones, sino
que se rindieron desarmados ante la burguesía, la verdadera, la gran burguesía alemana.
Los “nuevos zares” deciden interrumpir todo control sobre sus “colonias” en Europa
del Este e incluso llegan a organizar golpes de Estado, como en Bulgaria y Rumanía, contra
aquellos que rechazan entregarse al imperialismo, dejando las armas.

Había una segunda razón por la que cuestionar nuestro análisis de la URSS: la nece-
sidad de mantener la unidad del partido.
En 1987, se había hecho muy grande la presión al exterior y en el interior del partido
para que nos posicionáramos frente a los importantes cambios que se producían en la URSS.
La única decisión responsable, capaz de mantener la unidad del partido, fue la que se tomó:
revisar nuestro análisis de la URSS, permitir que se expresen opiniones contradictorias al
respecto y no anticipar las conclusiones del debate.
El no revisar nuestras posiciones habría tenido una triple consecuencia. Primero,
una fracción del partido se habría agarrado a las antiguas tesis y habría tenido que forzar
las cosas para hacer encajar los hechos dentro de sus a priori. Luego, frente a la aparente
absurdidad de muchas de nuestras antiguas tesis, una fracción del partido habría sido hip-
notizada por las “tendencias positivas de la renovación comunista” en la URSS. Los errores
de tipo dogmático siempre provocan contra-errores revisionistas. Finalmente, durante las
“revoluciones democráticas” en el Este, podríamos habernos colocado del lado de la derecha
pro-imperialista exigiendo la “destrucción del aparato de Estado neo-colonial” en esos paí-
ses, como fue el caso de otras organizaciones que se reclamaban del marxismo-leninismo.
Por consiguiente, el partido habría sufrido gravemente la influencia de la campaña antico-
munista dentro de sus filas.

Había una tercera razón por la que revisar nuestras posiciones y abrir el debate: la
necesidad de adoptar nuestras propias tesis en un movimiento comunista internacional que
había conocido muchas divisiones, luchas y virajes.
Habíamos formulado nuestro análisis de la URSS inspirándonos de las tesis del Par-
tido Comunista Chino y del Partido del Trabajo de Albania.
En 1987, era evidente que en algunos puntos teníamos posiciones diferentes de las
del Partido del Trabajo de Albania. Partiendo del análisis según el cual el golpe de Estado de
Jruschov y el predominio del revisionismo a la cabeza del partido significaban la llegada al
poder de una nueva burguesía, el Partido del Trabajo de Albania afirmó que las tesis revi-
sionistas de Deng Xiaoping también suponían la restauración del capitalismo en China y el
nacimiento del social-imperialismo chino.
Por otra parte, en algunos puntos, nuestras opiniones diferían de las del Partido Co-
munista Chino. Tras haber criticado el revisionismo en 1963, al comienzo de los años 80 el
Partido Comunista Chino se impregnó de todas las tesis revisionistas, saludando la “vía ita-
liana hacia el socialismo” de los ultra-revisionistas italianos y elogiando los méritos de la vía
yugoslava y húngara.
La revisión de nuestras posiciones sobre la degeneración de la Unión Soviética tenía
entonces que llevarnos a la elaboración de tesis de las que solamente nosotros teníamos
que responsabilizarnos. Ni podíamos agarrarnos a las antiguas tesis, ni a las posiciones ac-
tuales de los camaradas chinos o albaneses. Por consiguiente, era necesario revisar todas
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nuestras posiciones para determinar cuáles eran justas, cuáles eran unilaterales, superadas
o erróneas. Ello necesitaba un debate abierto y prolongado.

¿Aun así, social-imperialismo?



En 1987, algunos miembros de la dirección negaron la necesidad de revisar nuestra
posición. En 1990 estos camaradas afirmaron que habían tenido razón al sostener nuestro
análisis de 1979. Su tesis principal puede resumirse así. “Decíamos en 1985 que la Unión
Soviética estaba dirigida por una burguesía representada por Brezhnev. Hoy, decimos que
Gorbachov era un contrarrevolucionario que quería salvar a la nueva burguesía: la revisión
no ha servido de nada. Fue un viraje inútil e injustificado.”
Estos camaradas querían mantener la fraseología de “izquierda” – capitalismo de Es-
tado, social-fascismo, social-imperialismo, dominación colonial – en un momento en que,
de cualquier manera, ésta entraba en contradicción con realidades constatadas en la URSS.
Esto está reñido con el estilo de trabajo materialista dialéctico.
Esta tendencia oportunista de izquierda está compuesta por dos corrientes muy di-
ferentes.
Primero hay una corriente derechista en cuanto al fondo, que mezcla nuestras po-
siciones de 1979 con ideas retomadas de las diferentes escuelas burguesas: “Las bases del
capitalismo de Estado se pusieron en la era de Stalin (y de Lenin)”.
La otra corriente, dogmática, a la vez que defendía a Stalin, quería mantener las tesis
chinas de los años 60, que desde entonces se contradecían con muchos acontecimientos
importantes.
Esta última tendencia adquirió un margen de maniobra considerable, porque muchos
camaradas hicieron una interpretación errónea, oportunista de derecha, de las decisiones
de 1987. Según esta interpretación, la revisión de nuestro análisis de la Unión Soviética im-
plicaba el reconocimiento de Gorbachov como un marxista-leninista y el apoyo a su política
de reformas democráticas.
Los defensores del oportunismo de izquierda se apoyaban sobre estas afirmaciones
para decir: “Si hubiéramos hecho un paralelismo entre Jruschov y Gorbachov, habríamos vis-
to que no hubo ruptura. Desde Jruschov, no ha habido modificaciones fundamentales de la
línea. Por lo tanto, nos equivocamos a la hora de revisar nuestro análisis.”

¿Qué es lo que cambió en 1987 en las posiciones del PTB?



Es preciso decir que hay una gran confusión a la hora de saber lo que realmente cam-
bió en las posiciones del partido en 1987.
Podemos resumir estos cambios así:
1. Algunas tesis esenciales de 1979 se han vuelto insostenibles, por tanto hay errores
en el análisis.
2. Los hechos demuestran que los cambios de orientación radical son posibles en los
países revisionistas; estas sociedades son entonces más complejas de lo que habíamos pen-
sado y están atravesadas por tendencias contradictorias.
3. Reafirmamos nuestro apoyo a Stalin y nuestra oposición tanto a la contrarrevolu-
ción socialdemócrata como al revisionismo jruchovista.
4. Mantenemos lo esencial de las críticas que hemos formulado contra la Unión Sovié-
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tica de Brezhnev.
5. Hace falta, sobre la base de nuestra propia comprensión del marxismo-leninismo,
hacer encuestas, investigaciones y estudios, con un espíritu abierto, es decir sin dogmas
que solamente van en busca de “pruebas” de la restauración capitalista o de la fidelidad al
socialismo.
6. El partido no se pronuncia todavía sobre la verdadera naturaleza de Gorbachov,
cada uno tiene el derecho de argumentar que Gorbachov es un verdadero marxista-leninis-
ta, como tiene el derecho de afirmar que es un revisionista y un social-imperialista.

La experiencia ha demostrado que esta manera de proceder era correcta. Nos permi-
tió evitar las trampas del oportunismo, ya sea de ‘izquierda’ o derecha.
Uno. En primer lugar y ante todo, era necesario “subrayar los aspectos positivos de
Gorbachov”. Efectivamente, había que saber en 1987 cuál era el mayor peligro que amena-
zaba al partido y que constituía la principal fuente de posibles escisiones.
Desde 1969, los cuadros y los militantes habían sido educados en las tesis: capita-
lismo de Estado, social-fascismo, social-imperialismo, superpotencia más peligrosa. Decir
entonces que estas tesis eran probablemente erróneas en varios aspectos, constituía in-
mensos riesgos políticos. Sintiéndose “traicionados” en lo que consideraban lo esencial de
su análisis de la URSS, muchos camaradas podían romper con el partido. El simple hecho de
plantear la hipótesis de que la Unión Soviética aún tenía una base socialista, incluso si ésta
había sido seriamente minada por el revisionismo, era una herejía que amenazaba con llevar
a escisiones. Los trostskistas, en verdaderos profesionales del anticomunismo, vieron in-
mediatamente las oportunidades que se les aparecían: el PTB no podría realizar un giro tan
fundamental sin estallar. El provocador Vercammen trataba de agudizar las contradicciones
afirmando que ahora el PTB quería “leer a Gorbachov” al igual que antes leía a Mao Zedong.
Para no arriesgarnos a sufrir escisiones, había que llevar al conjunto de los miem-
bros a una ponderada reflexión sobre varias hipótesis relativas a la naturaleza de la Unión
Soviética desde Jruschov. Había que poner en evidencia los aspectos positivos del cambio en
la URSS para llevar a los militantes a revisar de manera materialista y dialéctica la compleja
realidad de la URSS y a revisar otras hipótesis aparte de las planteadas en 1979.
Dos. Después, abriendo el debate, reafirmamos nuestro apoyo a la política de Stalin y
nuestra oposición tanto a la socialdemocracia como al revisionismo jruschovista.
También trazamos una clara línea de demarcación con toda posible evolución dere-
chista en la URSS y por lo tanto no insistimos “unilateralmente” en los aspectos positivos.
Cuando un miembro del Comité Central empezó a desarrollar una línea “pro-Gorbachov” re-
habilitando al revisionismo y al reformismo, fue criticado por todos los demás miembros.
Tres. A lo largo de todo el debate, nos cuidamos en dar a conocer las tesis de todos
aquellos que continuaban defendiendo la teoría del capitalismo de Estado y del social-impe-
rialismo.
Así, publicamos un texto del Marxistisch-Leninistische Partei Deutschland y otro de
Dan Nabudere sobre la política imperialista de la URSS en África del Sur.
Cuatro. Frente a los cambios provocados por la nueva orientación de Gorbachov en el
movimiento comunista internacional, había que dar prueba de flexibilidad y apertura.
Mientras manteníamos nuestras posiciones sobre la política revolucionaria de la
URSS bajo Stalin y nuestras críticas al revisionismo de Jruschov y el hegemonismo de Brezh-
nev, también teníamos que plantear la posibilidad de una evolución positiva en la URSS. Un
gran número de partidos influenciados por la URSS estaban desorientados por las críticas
de Gorbachov sobre la era de Brezhnev, críticas que se aproximaban en algunos aspectos de
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aquellas que siempre habíamos hecho. En la época, no teníamos contacto con los Partidos
Comunistas de Cuba, de Checoslovaquia, de la RDA, de Bulgaria, de Rumanía, de Vietnam,
de Corea. Frente a los cambios provocados por Gorbachov, era posible que algunos de esos
partidos criticaran el brezhnevismo desde posiciones de izquierda, marxistas-leninistas.
Para establecer contactos con esos partidos teníamos que eliminar las tesis exageradas que
habíamos desarrollado sobre la URSS.

Es importante recordar aquí que no fueron los marxistas-leninistas quienes rompie-
ron los lazos con los países y partidos dominados por el revisionismo. Nunca tuvimos rela-
ciones con el Partido Comunista de la Unión Soviética ni con los que estaban en su esfera de
influencia. El PCUS jamás habría aceptado entrar en contacto con el PTB, partido “stalinista”
y “maoísta”. Pero esta posición de hostilidad hacia los marxistas-leninistas por parte de la
dirección del PCUS también facilitaba, por parte nuestra, la adopción de posiciones izquier-
distas. Independientemente de la actitud hostil de la dirección del PCUS, deberíamos haber
adoptado una correcta actitud de principios. Incluso aceptando la hipótesis según la cual el
revisionismo en la URSS era irreversible, teníamos que adoptar una actitud unitaria para
establecer contactos con todos los partidos de la corriente soviética así como con la tenden-
cia bolchevique en el seno del PCUS. Justificar teóricamente la ruptura total con los partidos
dominados por el revisionismo implicaba que se pensaba que los auténticos marxistas-le-
ninistas se encontraban fuera del partido en esos países. Sin embargo, ninguna indicación
confirmaba esta hipótesis. Los auténticos marxistas-leninistas aún se encontraban en el in-
terior de los partidos dominados por revisionistas. Entonces hacía falta, por principio, adop-
tar una política de unidad y de contactos tan amplia como fuera posible con los partidos
comunistas de los países socialistas.
Claro está que aquí se plantea otro problema. Aceptando esta unidad y esos contac-
tos, es evidente que habríamos sufrido una presión terrible por parte del revisionismo que
dominaba esos partidos. Sin duda alguna, estos contactos habrían alentado y facilitado la
corrupción ideológica y política de nuestros cuadros. No es un asunto baladí el resistir a la
influencia oportunista que pueden ejercer partidos “grandes y potentes”, que disponen de
todos los medios del Estado. Había que adoptar una posición revolucionaria independiente y
juzgar sin condescendencia, sobre la base de nuestros conocimientos del marxismo-leninis-
mo, la experiencia de otros partidos comunistas y distinguir lo que es marxismo-leninismo
de lo que es revisionismo. Había que defender la unidad, no para dejarnos influenciar por el
revisionismo dominante, sino para defender el marxismo-leninismo frente a sus deforma-
ciones y las traiciones.

¿Qué es lo que cambió bajo Gorbachov?



Durante sus primeros años, Gorbachov puso el énfasis en la crítica del periodo de
Brezhnev. Muchas de sus críticas eran correctas en sí mismas, podían introducir una vuelta
al marxismo-leninismo como podían anunciar una nueva versión del revisionismo.
Si aún existían unas fracciones marxistas-leninistas en el seno del PCUS, tenían que
suscribir todas estas críticas. Sabemos que Molotov, uno de los hombres más cercanos a Sta-
lin, mostró su apoyo a la renovación de Gorbachov.
Al comienzo del debate, algunos camaradas dijeron: “Gorbachov hace discursos, pero
no son más que palabras”. Fueran lo que fueran, tras veinte años de brezhnevismo, cual-
quier cambio tenía que empezar con palabras.
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En la misma época, la OTAN planteó varias hipótesis sobre las verdaderas intenciones
políticas de Gorbachov. Algunos expertos consideraban que suscitaría una vuelta al marxis-
mo-leninismo, otros pensaban que practicaría un pragmatismo teñido de liberalismo.
La apertura de Gorbachov hacia el Partido Comunista Chino podía tener repercu-
siones importantes sobre el conjunto del movimiento comunista internacional. Tras haber
hecho China una reflexión independiente sobre el socialismo, su experiencia podría influen-
ciar otros partidos que se encontraban en un callejón sin salida. Recordamos que en junio
de 1989, la dirección del SED rechazó condenar al Partido Comunista Chino durante la repre-
sión de los tumultos contrarrevolucionarios. Los Partidos Comunista cubano y vietnamita,
que habían sido extremadamente radicales en su denuncia de China, revisaron su posición
y saludaron los éxitos de la edificación socialista en China.
Al igual que los especialistas de la OTAN, en aquella época no podíamos discernir
con precisión el alineamiento de fuerzas en torno a la nueva línea. Del mismo modo, era im-
posible saber el peso, dentro del equipo Gorbachov, de la demagogia “leninista” destinada a
engatusar a la izquierda del partido y juntar fuerzas para un nuevo giro a la derecha.
En 1987, el primer problema del PTB era la crítica de sus análisis ‘izquierdistas’ que
afirmaban esas tres tesis: “capitalismo de Estado, social-fascismo, social-imperialismo”. Du-
rante esta crítica, tuvimos que poner el acento sobre los cambios positivos que surgieron
con Gorbachov.
Pero es innegable que esta rectificación provocó inmediatamente una nueva simpa-
tía por el revisionismo de tipo jruschosvista. La causa de ello estaba en la persistencia de las
ideas oportunistas de derecha en el partido. Otro factor fue la política del Partido Comunis-
ta Chino que borraba, con cada vez más claridad, la distinción entre marxismo-leninismo y
revisionismo. La afirmación del PCCh, según la cual Yugoslavia y Hungría aplicaban el mar-
xismo-leninismo “de manera creativa” a las realidades concretas de sus países, influenció
negativamente nuestro partido.

El análisis de la degeneración revisionista



Las tesis defendidas por la tendencia oportunista de izquierda pueden resumirse así.
“En la Unión Soviética, el golpe de Estado de Jruschov marcó la toma del poder por la
gran burguesía, que instauró el capitalismo de Estado. Se trata de una clase constituida por
altos funcionarios del Partido y del Estado, que posee de facto los medios de producción y se
apropia la plus-valía creada por los trabajadores. La gran burguesía soviética se ha lanzado
en una política imperialista de dominación y explotación de sus colonias en Europa del Este
y en el tercer mundo y en acciones militaristas y agresivas características del imperialis-
mo. Los fracasos en el exterior y en el interior, debidos principalmente a la burocratización,
los métodos administrativos centralistas y el parasitismo, han provocado una grave crisis al
comienzo de los años 80. Se ha desencadenado una lucha en el seno de la gran burguesía
entre la fracción conservadora ligada a la burocracia estatal y la fracción dinámica, represen-
tada por Gorbachov. Hay en el seno de la gran burguesía un desplazamiento del poder del
capitalismo de Estado puro hacia un capitalismo mixto.”
Esta teoría no permite comprender toda la complejidad de los fenómenos que hemos
visto en los países socialistas.
El único análisis que refleja correctamente la realidad de esos países es el que planteó
Mao Zedong durante los años 60. Hoy puede verificarse, a la luz de los acontecimientos re-
cientes en Europa del Este. La teoría de Mao Zedong se desvirtuó en un sentido izquierdista
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durante la Revolución Cultural, lo que facilitó su total repudio durante los años 80 por Deng
Xiaoping.
He aquí lo que afirmaba el Partido Comunista Chino durante la Gran Polémica:
“La sociedad socialista cubre un largo, muy largo periodo histórico. Durante todo este
periodo, se mantiene la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado, y la cuestión es
saber quién ganará, si la vía socialista o la vía capitalista. En otras palabras, permanece el
peligro de restauración capitalista.” “La revolución socialista únicamente en el terreno eco-
nómico (en lo que respecta a la propiedad sobre los medios de producción) no es suficiente,
y no asegura la estabilidad. También debe haber revolución socialista completa en los terre-
nos político e ideológico. La lucha por saber quién ganará, si el socialismo o el capitalismo,
en los terrenos político e ideológico, precisa de un periodo muy largo, antes de que se decida
cuál será su desenlace. No serán suficientes algunas decenas de años. Cien años son nece-
sarios, o incluso cientos, para la victoria. (…) En este periodo histórico socialista, debemos
mantener la dictadura del proletariado, llevar a cabo la revolución socialista hasta el final
si queremos impedir la restauración capitalista y emprender la edificación socialista, a fin
de crear las condiciones para el paso hacia el comunismo.” “Antes de la llegada al poder de
Jruschov, las actividades de los nuevos elementos burgueses eran limitadas y sancionadas.
Pero desde que Jruschov tomó el poder y usurpó gradualmente la dirección del Partido y
del Estado, estos nuevos elementos burgueses han llegado a posiciones dominantes en el
seno del Partido y del gobierno y en los terrenos económicos, culturales y en otros, y se han
convertido en una casta privilegiada de la sociedad soviética.” “Incluso bajo la dominación de
la camarilla de Jruschov, la masa de los miembros del PCUS y del pueblo siguen las gloriosas
tradiciones revolucionarias cultivadas por Lenin y Stalin, se mantienen fieles al socialismo
y aspiran al comunismo. (…) Entre los cuadros soviéticos, hay muchos que se mantienen
fieles a las posiciones revolucionarias del proletariado y a la vía socialista y que se oponen
firmemente al revisionismo de Jruschov.” “La lucha de clases, la lucha por la producción y la
experiencia científica son los tres grandes movimientos revolucionarios de la edificación de
un potente país socialista. Estos movimientos constituyen una garantía segura que permite
a los comunistas el poder deshacerse del burocratismo, armarse contra el revisionismo y el
dogmatismo y mantenerse siempre invencibles, una garantía segura que le permite al pro-
letariado unirse con las grandes masas trabajadoras y practicar una dictadura democrática.
Si en ausencia de dichos movimientos, le dejáramos vía libre a los terratenientes, los cam-
pesinos ricos, los contrarrevolucionarios, los elementos dañinos y los monstruos de todo
tipo, si nuestros cuadros cerraran los ojos en muchas ocasiones y si no hicieran distinciones
entre nosotros y el enemigo, si al contrario colaboraran con el enemigo y se dejaran ganar
por la corrupción y la desmoralización, si nuestros cuadros se vieran entonces atraídos ha-
cia el campo enemigo, si el enemigo consiguiera infiltrarse en nuestras filas, y si se dejara
indefensos a muchos de nuestros obreros, campesinos e intelectuales frente a las tácticas
tanto envolventes como brutales del enemigo, entonces pasaría poco tiempo, tal vez algu-
nos años o una década, y todo lo más una década, antes de que una restauración contrarre-
volucionaria tenga lugar a escala nacional, que el partido marxista-leninista se convierta en
un partido revisionista o un partido fascista y que toda China cambie.”

Hoy, podemos definir nuestra posición de la manera que sigue.
Jruschov usurpó el poder en 1956, después de tres años de preparativos. Después,
tuvo que consolidar su poder en la dirección del partido eliminando a la mayoría del Buró
Político, durante la lucha contra la “camarilla anti-partido Molotov-Malenkov-Kaganovich”.
Mediante ataques ideológicos y políticos contra principios esenciales de la construcción so-
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cialista, Jruschov primero cambió la orientación fundamental del PCUS. Esto era necesario
para permitir a los cuadros burocratizados y oportunistas adquirir posiciones confortables
y privilegios y constituirse en una capa social distinta.
Incluso después de la eliminación de Jruschov, algunos cuadros dirigentes han hecho
esfuerzos para volver a los principios marxistas-leninistas. Las bases socialistas de la so-
ciedad aún no habían sido destruidas y millones de comunistas perseveraban en su trabajo
revolucionario. Durante el periodo Brezhnev, la capa dirigente acumuló privilegios y se enri-
queció de manera ilegal, pero de alguna manera lo que hacía era parasitar una base econó-
mica y social que no le pertenecía. Los auténticos comunistas defendían un cierto número
de conquistas de la clase obrera. Las medidas socialistas, las leyes socialistas y la ideología
marxista-leninista seguían ocupando posiciones importantes en la sociedad.
En las relaciones exteriores, Brezhnev desarrolló una hostilidad desmesurada hacia
China y Albania y hacia algunos partidos auténticamente marxistas-leninistas. No obstan-
te, los lazos basados en el internacionalismo proletario y la solidaridad antiimperialista, for-
jados durante la era de Stalin, siguieron ejerciendo una cierta influencia y la Unión Soviética
continuó aportando una ayuda real a algunos países socialistas y antiimperialistas y a fuer-
zas comunistas y antiimperialistas. Pero durante la época de Brezhnev se acentuó la ten-
dencia a transformar estos lazos en relaciones de dependencia y a utilizarlos para practicar
una política de esferas de influencia. Apoyando a fuerzas reformistas-burguesas y peque-
ño-burguesas que se oponían al imperialismo, Brezhnev sustituyó el internacionalismo pro-
letario por una política de rivalidad con las potencias imperialistas. Esto condujo, en algunos
casos, a una política de injerencia, control y hegemonía militar.
Haciendo una caricatura del marxismo y alentando o tolerando toda clase de corrien-
tes ideológicas pro-occidentales y reaccionarias, la capa dirigente reforzó las tendencias
pro-capitalistas entre las masas. En un número creciente de sectores, los nuevos elementos
burgueses transformaron los medios de producción o los bienes del Estado para convertir-
los en su propia propiedad privada, y se ligaron a los nuevos capitalistas del sector informal,
cuya extensión alentaron. Al final del periodo Brezhnev, se había constituido una nueva
clase capitalista con intereses propios, antagónicos a los de los trabajadores. Ahora estaba
madura y lista para luchar por instaurar su dictadura burguesa abierta, destruyendo los ele-
mentos de origen socialista en la política interior y exterior soviética.

Dos puntos de ruptura



Hubo dos grandes puntos de ruptura en la URSS: el informe Jruschov de 1956, que su-
pone el inicio del rechazo a los principios leninistas, y el programa de reformas de Gorbachov
de 1990, que supone el paso a la economía capitalista. El proceso de degeneración comenzó
en 1956 y culminó tres décadas más tarde.
El revisionismo de Jruschov inició un periodo de transición del socialismo al capita-
lismo. Durante este periodo transitorio, los elementos socialistas siguieron luchando contra
los elementos capitalistas. Plantear el problema en términos de “dictadura del proletariado
o dictadura de la burguesía” es un enfoque escolástico e idealista. Los elementos burgueses,
nuevos y antiguos, necesitaron treinta años para consolidar sus posiciones en el terreno
político, ideológico y económico y para acabar, etapa por etapa, con todos los elementos so-
cialistas en la sociedad soviética.
La tesis según la cual Jruschov estableció un modo de producción específico – el del
capitalismo de Estado, forma superior del capitalismo donde la “nomenklatura” posee colec-
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tivamente los medios de producción – era errónea. La experiencia ha demostrado que no se


trataba de un sistema de explotación con base económica propia que le permita enfrentarse
a los demás potencias burguesas. Durante los periodos de Jruschov y Brezhnev, los nuevos
elementos burgueses forjaron sus armas. Cuando fueron lo suficientemente fuertes, se lan-
zaron al combate por la propiedad privada de los medios de producción.
Si la lucha principal se desarrollaba entre dos fracciones de la gran burguesía, los
gorbachovistas tendrían que haber dirigido la punta de lanza hacia el capitalismo de Estado
de Brezhnev. Pero sus ataques se dirigieron principalmente contra Stalin y los principios so-
cialistas que él defendió. Gorbachov tuvo el papel de terminar la lucha iniciada por Jruschov
y de eliminar definitivamente los últimos elementos socialistas establecidos bajo Stalin.
Según la teoría del capitalismo de Estado, el partido revisionista era el crisol de la
nueva burguesía: partido revisionista, nomenklatura y nueva burguesía eran sinónimos. Sin
embargo, con la culminación del proceso de degeneración, vemos que la nueva gran burgue-
sía, en la URSS como en el Este, se deshace del Partido Comunista implementando el multi-
partidismo burgués y transformando el antiguo PC en un nuevo partido socialdemócrata.
La afirmación según la cual Gorbachov era un revisionista jruschovista era falsa en
la medida en que presupone que Jruschov y Gorbachov se apoyaron en la misma “gran bur-
guesía”.
El punto de culminación de la degeneración no lo mismo que el punto de comienzo.
Jruschov tuvo que inventarse una demagogia ultra-comunista, prometiendo el co-
munismo para 1980. Pero Gorbachov proclama abiertamente el fracaso de las ilusiones co-
munistas.
Jruschov prometió alcanzar y superar a los Estados Unidos en las décadas venideras.
Pero Gorbachov reconoce la superioridad del sistema americano y mendiga su ayuda para
salvar a la economía soviética del derrumbamiento.
Jruschov “reforzó” la colectivización, fusionó koljoses y transformó los koljoses en
sovjoses. Gorbachov quiere la privatización de la tierra.
Jruschov hizo profecías acerca de la victoria mundial de su socialismo. Gorbachov
reclama la reintegración de la URSS en la economía capitalista mundial.
Jruschov representa una burguesía naciente que necesita hacer demagogia comu-
nista para protegerse, para esconder sus propósitos, para ganar tiempo con el fin de de-
sarrollarse y reforzarse. Gorbachov representa la burguesía madura que controla una gran
parte de las fuerzas económicas y la mayor parte de las palancas ideológicas y políticas, y
que se lanza hacia la última batalla para instaurar su dictadura abierta.
La teoría de “la lucha en el seno de la gran burguesía entre una fracción burocrática
y una fracción dinámica” muestra también su inconsistencia en Europa del Este. En países
como la RDA y Checoslovaquia, la nomenklatura, esta “gran burguesía” que impone una “ex-
plotación feroz” y una “dictadura despiadada” a los obreros, no vaciló en dimitir. Allí, los diri-
gentes del PC eran los últimos representantes de un socialismo degenerado que había perdi-
do casi toda su base social. Fueron reemplazados por otra clase, la verdadera burguesía, una
nueva clase compuesta por antiguos burgueses y reaccionarios, nuevos explotadores de la
economía sumergida y antiguos funcionarios del partido y el Estado.
No es correcto identificar la supremacía de la tendencia revisionista a la cabeza del
partido, con la restauración del capitalismo y el establecimiento de la dictadura de la gran
burguesía. Los ejemplos de Cuba y China lo demuestran de forma evidente.
Los comunistas cubanos fueron muy lejos en su apoyo al revisionismo y al hegemo-
nismo de Brezhnev. No obstante, constatamos que ha sido posible una rectificación en el
seno del Partido Comunista cubano y que el partido regresa a una concepción revoluciona-
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ria del marxismo-leninismo.


Cuando Hu Yaobang y más tarde Zhao Zi-Yang fueron secretarios generales del Par-
tido Comunista chino, implementaron una línea aún más revisionista que la adoptada por
Jruschov en 1956-1964. Aquellos que dicen que la dictadura de la gran burguesía comenzó
con Jruschov tienen que llegar a la conclusión de que se ha restablecido el capitalismo en
China, como de hecho hacen los camaradas albaneses. Sin embargo, hemos visto producirse
violentas luchas en el seno del PCCh y la fracción derechista recibió serios golpes en junio de
1989.
Esto indica que la toma del poder por los revisionistas choca con una gran resistencia
durante un largo periodo histórico, y que puede ser derrocada. Esto no disminuye en abso-
luto las enormes dificultades de tal derrocamiento.

Oportunismo de “izquierda” y anticomunismo



Uno de los componentes de la tendencia de “izquierda” se apoya, al menos parcial-
mente, en teorías anticomunistas clásicas. Tenemos aquí un ejemplo muy interesante de
crítica del revisionismo, aparentemente muy de “izquierdas”, pero que realmente se apoya
sobre teorías y concepciones de derechas.
Algunos de estos camaradas citaron a Mijail Voslensky para sostener su afirmación
de que la “nomenklatura” constituye una “nueva gran burguesía”. En 1983, el segundo Con-
greso del PTB ya había avisado contra el hecho de que “todas las críticas anticomunistas
hechas a la Unión Soviética desde 1917 habían sido tomadas en consideración por algunas
tendencias del movimiento comunista”.
Voslensky es un anticomunista cercano a los fascistas y hay que decir claramente
que aquellos que quisieran “examinar atentamente las críticas de Voslensky para encontrar
en ellas lo que hay de cierto” no tienen cabida en el partido. El partido tiene que depurar-
se de elementos oportunistas incorregibles. Esta tesis se encuentra en ¿Qué hacer? Y para
informarse sobre la persona de Voslensky, he aquí el análisis que hace de esta obra capital
de Lenin. El libro ¿Qué hacer?, escribe Voslensky, “era la obligación de transformar el mar-
xismo en dogma y renunciar a la libre crítica del pensamiento marxista”. Lenin convirtió al
marxismo “en un dogma infalible, no tolerando crítica alguna”. Su objetivo era “transformar
el movimiento obrero en apéndice menor del partido”. Según Voslensky, Lenin consideraba
el tradeunionismo como una traición a los intereses de clase de los trabajadores. Voslensky
prosigue: “¿Dónde está la traición? Más bien estaría de lado de aquellos intelectuales que
quieren tomar el poder. ¿En interés de quién? ¿El suyo o el de los trabajadores?” La organiza-
ción leninista es “una especie de mafia revolucionaria donde la democracia será considerada
un accesorio superficial y donde todo descansará en la conspiración y la confianza recíproca.
El mafioso que sea considerado indigno por la organización – es decir por la dirección – es
merecedor de la muerte”. “Ni el partido leninista, ni su núcleo han sido jamás vanguardia ni
siquiera de una pequeña parte de la clase obrera”. “Si la revolución que preparaban llegase a
ser victoriosa, este pequeño grupo se convertiría automáticamente en una organización de
dirigentes profesionales. Así es como Lenin creo el embrión de una nueva clase dirigente.”
Los mismos camaradas han apoyado la teoría del “aparato de gestión de la produc-
ción” formulada por Serguei Andreyev, un aparato que formaría una nueva clase dirigente
desde la época de Stalin. La tesis de Andreyev no es más que una reedición de la teoría ori-
ginal de James Burnham, el trotskista que se convirtió en el principal ideólogo de la CIA al
comienzo de la guerra fría. En 1940, Burnham escribió un libro sobre “la teoría de la revolu-
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ción directorial”. He aquí su explicación: “Los directores ejercerán el control sobre los medios
de producción y obtendrán un derecho preferencial en la distribución de los productos, no
directamente en tanto que individuos sino mediante el control del Estado, que será el pro-
pietario de los medios de producción. Podemos decir que el Estado será ‘propiedad’ de los
directores. No hará falta mucho más para que ellos se conviertan en clase dirigente.” Con-
clusiones: “El lazo histórico entre el comunismo y el fascismo se percibe hoy de manera mu-
cho más clara que hace quince años. La diversidad de sus orígenes velaba la identidad de sus
direcciones. Una por una, se han deshecho de sus diferencias y se acercan hacia una norma
común.” Así es como habla Burnham en el momento en que deja a Trotski para convertirse
en un ideólogo del imperialismo americano. La tesis “fascismo igual a comunismo” expresa
el deseo de los Estados Unidos de ver como se desencadena una guerra entre la Alemania
hitleriana y la Unión Soviética que debilite a ambas partes y permita a los Estados Unidos
imponer su hegemonía mundial.
La nueva derecha francesa, del tipo “nuevos filósofos” partió del análisis de la res-
tauración del capitalismo bajo Jruschov para descubrir después que las “bases” de la restau-
ración ya habían sido implantadas bajo Stalin.
En nuestro propio partido, hemos conocido algunos oportunistas que empezaron ex-
presando su ardiente deseo de “profundizar algunas críticas de Stalin hechas por los cama-
radas chinos para comprender y combatir mejor el revisionismo” y que se han convertido en
anticomunistas.
Algunos camaradas afirman que Stalin “no reconoció el peligro del surgimiento de
una nueva clase explotadora” y que su teoría de la desaparición de las clases explotadoras,
formulada en 1936, ya anuncia la teoría de Jruschov sobre el Estado y el partido de todo el
pueblo entero. Esto no es más que manipulación. Stalin mantuvo la dictadura del proletaria-
do y reprimió justamente a los burgueses y oportunistas que querían reintroducir concep-
ciones políticas liberales. En 1936, las antiguas clases explotadoras – terratenientes, capi-
talistas, burguesía rural – habían desaparecido efectivamente de la escena como fuerzas
económicas. No había habido una experiencia práctica previa para que Stalin pudiera ela-
borar una teoría sobre la posibilidad del surgimiento de una nueva clase burguesa, desde el
interior de las instituciones socialistas.
Pero adoptando el punto de vista de la contrarrevolución, algunos afirman que Stalin
“organizó una represión masiva que ha provocado millones de muertos”. “Se trataba de la
lucha de clases de una nueva clase capitalista de Estado que (…) minaba el poder de los obre-
ros y los campesinos.” Y sin embargo la depuración, directamente ligada a la preparación
de la guerra antifascista, fue dirigida principalmente contra los contrarrevolucionarios, los
kulaks, los saboteadores y los oportunistas incorregibles. Los errores que se cometieron al
ampliar el marco de la lucha y la represión no constituyen más que un aspecto secundario
de una lucha necesaria y crucial.
Los mismos camaradas que denuncian a Stalin como el representante del “capitalis-
mo de Estado naciente” toman la defensa de Bujarin que afirmaba que “no quería restaurar
el capitalismo de ninguna manera”. Si Jruschov, Brezhnev y Gorbachov hubieran sido conde-
nados a muerte por los bolcheviques, sin duda habrían jurado que jamás tuvieron la menor
intención de restaurar el capitalismo. Tal vez lo habrían dicho sinceramente. Pero no deja de
ser cierto que su política real estaba efectivamente orientada hacia la restauración integral
del capitalismo. Desde hacía muchos años, Bujarin era un oportunista y es significativo que
sus teorías económicas y políticas hayan sido rehabilitadas y propagadas por el grupo de
Gorbachov en el mismo momento en que éste tomó una orientación abiertamente capitalis-
ta.
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Para demostrar la existencia de la “nomenklatura” como embrión de la nueva gran


burguesía bajo Stalin, algunos camaradas recurren al “testimonio” de disidentes soviéti-
cos cuyo carácter anticomunista ya denunciamos en 1983. De hecho, su naturaleza ya fue
ilustrada por la reciente evolución derechista de la URSS, que ellos han impulsado. Evto-
eszhenko, Svetlana, la hija de Stalin, los Medvedev, no tienen nada que ver con el marxis-
mo-leninismo. O bien defienden a la burguesía occidental, o bien a la socialdemocracia y sus
teorías deben ser analizadas en función de los intereses de clase a los que sirven.
Algunos camaradas incluso le han dado cierto crédito a Yeltsin por sus “denuncias
bien documentadas de la corrupción y la decadencia de la capa superior del aparato de Esta-
do” y por su “apoyo a ciertas reivindicaciones justas de los trabajadores”. Disculpan la “falta
de conocimientos económicos” de este agente de la multinacionales, que se ha rodeado de
adeptos de Friedman y especialistas de la CIA. No podemos darle el menor apoyo a la ex-
trema derecha del campo revisionista. Sus “denuncias de la corrupción” no se distinguen
en nada de las de los fascistas. En sus críticas a la “capa superior”, Yeltsin apunta sobre todo
hacia las fuerzas de izquierda.
Algunos camaradas retoman y apoyan las tesis de Gorbachov que ayudan a liquidar
lo que queda de las tradiciones comunistas en el seno del PCUS. Apoyan a Gorbachov cuando
dice que la crisis del sistema socio-económico soviético era tan grave que manteniendo “los
métodos heredados de la época stalinista”, la Unión Soviética corría el riesgo de derrumbar-
se. Muchos elementos indican que se trataba de una dramatización que perseguía objetivos
inconfesados. La crisis no era grave hasta tal punto y solamente podía superarse dentro del
marco de la planificación y la propiedad colectiva de los medios de producción. En cambio,
la perestroika provocó la crisis más grave de la historia soviética, acompañada de ataques
brutales contra los trabajadores.
Los mismos camaradas apoyan las medidas de “democratización” de Gorbachov afir-
mando que han sido saboteadas por “las fuerzas conservadoras”. Con estas palabras, Gorba-
chov apunta sobre todo hacia los “stalinistas”. Para darle crédito a sus a priori, estos camara-
das colocan a Nina Andreyeva dentro de la categoría de “fuerzas conservadoras defensoras
de Brezhnev”, cuando ella afirma en realidad que la URSS fue a peor con Jruschov y que la
situación empeoró con Brezhnev.

Huida hacia adelante hacia el revisionismo



Desde el momento en que el partido decidió revisar su análisis de la URSS, apareció
una corriente revisionista que tendía inmediatamente a rechazar todas nuestras observa-
ciones, reflexiones y análisis sobre el proceso de degeneración en la URSS.
Para esta corriente de derechas, reelaborar un análisis no consistía en verificar lo
que a la luz de los nuevos datos seguía siendo entera o parcialmente correcto y lo que debía
ser corregido. Para esta corriente, reevaluar significa: rechazar en bloque todas las obser-
vaciones y todos los análisis del pasado. Y tragar en bloque con todo lo que dice Gorbachov.
Plantear la hipótesis de que las bases de la URSS aún eran socialistas y que un cambio de
orientación política aún era posible fue suficiente para que los partidarios de esta corriente
rechacen prácticamente todas las críticas hechas sobre el periodo de Brezhnev y que empie-
cen a hacer ruidosas “autocríticas” sobre los “ataques criminales” contra la Unión Soviética.
No es casualidad si un cuadro que ha estado entre los más virulentos adversarios del
“social-fascismo”, el “social-imperialismo y la “superpotencia más peligrosa”, se haya trans-
formado en cuestión de pocos meses en un partidario incondicional de Gorbachov. Jamás
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hemos visto una traición política más grosera de todos los principios revolucionarios y un
paso tan directo hacia posiciones anticomunistas y socialdemócratas.
El oportunismo de izquierdas y el oportunismo de derechas proceden del mismo mé-
todo idealista y metafísico. Es por este motivo que pueden transformarse tan fácilmente el
uno en el otro.
La realidad de la lucha de clases nacional e internacional es extremadamente com-
pleja y está en constante movimiento. Los conocimientos teóricos de las realidades que el
movimiento revolucionario mundial ha adquirido también son muy amplios y se desarrollan
continuamente. Para definir su línea política en un momento dado, nuestro partido se apoya
sobre un número de elementos objetivos de los que ha tenido conocimiento, y los ordena con
la ayuda de los conceptos teóricos y análisis marxistas que domina. Un miembro del partido
debe esforzarse por conocer y sopesar todos los elementos materiales y todos los análisis
teóricos sobre los que se ha apoyado el partido para definir su línea política. De esta manera,
cada miembro verifica la justeza de su línea, y si es necesario la crítica y la completa. Sin este
procedimiento, se puede pasar en cuestión de meses de la verdad: “Unión Soviética, des-
piadada dictadura social-fascista” a la verdad: “Unión Soviética sobre la vía del socialismo
humanista y democrático”.
Cuando en 1979 habíamos elaborado nuestra posición sobre la Unión Soviética bajo
Jruschov y Brezhnev, habíamos integrado un número considerable de hechos objetivos de
los que habíamos tenido conocimiento, así como ciertos análisis marxistas-leninistas de en-
tre los más avanzados en la época dentro del movimiento comunista internacionales.
En la nueva situación creada por la llegada al poder de Gorbachov, no debíamos ne-
gar los hechos objetivos sobre los cuales nos habíamos apoyado en el pasado, y tampoco
debíamos rechazar, sin verificación seria, los análisis que habíamos hecho en la época. Pero
la nueva situación nos revelaba hechos que desconocíamos y que presentaban a su vez he-
chos y acontecimientos nuevos. También nos llevaba a tomar conocimiento de otros análisis
e hipótesis que no habíamos tenido en cuenta en el pasado. Había que mantener todo lo que
había sido verificado en nuestros análisis anteriores pero también había que integrar los
hechos y acontecimientos nuevos así como los análisis nuevos. Esta integración exigía una
“reestructuración” de nuestro marco de análisis. Algunas tesis tenían que ser mantenidas,
otras corregidas, otras rechazas y otras nuevas tenían que encontrar su lugar en este con-
junto.
Cada vez que se presenta una situación nueva o acontecimientos importantes, los
oportunistas descartan este procedimiento materialista y dialéctico para plantear sus ideas
burguesas preconcebidas. Cuando en 1935 se impuso la necesidad del Frente Popular para
combatir el fascismo, los oportunistas a la cabeza del Partido Comunista belga abandonaron
la estrategia de la toma del poder por la revolución socialista para adoptar una estrategia de
defensa de la Constitución y de las instituciones burguesas “democráticas”. No integraron
las nuevas exigencias tácticas de la lucha antifascista en la estrategia fundamental de la
revolución socialista.
Tras la caída de la Banda de los Cuatro en China en 1976, hacía falta criticar los erro-
res izquierdistas que se produjeron efectivamente durante la gran Revolución Cultural. Pero
Deng Xiaoping, que se había hecho autocríticas de sus propias desviaciones revisionistas
y que había prometido no poner en tela de juicio las conclusiones justamente establecidas,
no tardó en rechazar todos los análisis, conclusiones y posiciones políticas de la Revolución
Cultural, para sustituirlos por un pragmatismo estrecho y por sus propias concepciones pe-
queño-burguesas. Para Deng, ni hablar de integrar las probadas críticas del izquierdismo en
el conjunto de las teorías marxistas-leninistas sobre la Revolución Cultural.
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Mao Zedong y Enver Hoxha y la lucha en dos frentes


Cuando elaboremos nuestras posiciones políticas, es esencial combatir no solamente
las desviaciones oportunistas de derecha, sino también las tendencias izquierdistas. Tam-
bién hay que esforzarse en localizar los aspectos contradictorios de las cuestiones que se
debaten.
Desde 1978, cuando el Partido del Trabajo de Albania formuló críticas exageradas y
acusaciones gratuitas sobre el Partido Comunista chino, dejamos de estudiar sus análisis.
Aunque muchos de nuestros desacuerdos con el PTA tenían fundamento, esta actitud no
puede justificarse. Incluso si unos partidos marxistas-leninistas cometen grave errores y se
desvían por la vía del revisionismo o del izquierdismo, debemos estudiar su evolución, sacar
lecciones de sus errores mientras seguimos sacando lecciones de sus experiencias válidas.
En las críticas del oportunismo y del revisionismo que formuló el camarada Enver Hoxha,
podemos encontrar muchos elementos válidos. Hubiéramos podido aprovecharlos sin por
ello estar de acuerdo con la orientación global de su línea. Al mismo tiempo, la observación
crítica de los errores izquierdistas de Enver Hoxha podría habernos puesto en guardia con-
tra errores similares en nuestro propio partido.
A continuación analizamos algunos aspectos de los dos tomos que Enver Hoxha pu-
blicó bajo el título Reflexiones sobre China, publicados en Tirana en 1979.

Firmeza en los principios, flexibilidad en la táctica



Enver Hoxha dio muestras de una gran vigilancia hacia el oportunismo. Siempre tuvo
en cuenta las posibles consecuencias de ciertos virajes derechistas.
Al comienzo de los años 60, cuando los revisionistas jruschovistas dieron algunos
pasos “a la izquierda”, Enver Hoxha desmonta rápidamente su doble juego y desvela sus
intenciones reales.
En 1962, cuando Jruschov pide el cese de la lucha ideológica, Enver Hoxha subraya
que busca la tranquilidad para poder avanzar más lejos por el camino de la traición.
En 1965, tras la caída de Jruschov, Brezhnev propone a todos los revolucionarios la
constitución de un “frente común antiimperialista”. Enver Hoxha ve inmediatamente cuáles
son los objetivos de esta nueva táctica. Primero, atacar verbalmente y demagógicamente a
los imperialistas para engatusar a los revolucionarios. Después, controlar a los comunistas
chinos y tildarlos de “sectarios” y “anti-unitarios” en el caso de que osaran seguir luchando
contra el revisionismo soviético. Finalmente, proseguir con la colaboración con el imperia-
lismo americano pero con una mayor discreción de la que tuvo Jruschov, mientras se hacen
algunos pequeños chantajes a los Estados Unidos. Y Enver Hoxha concluye que una unidad
revolucionaria, combativa, contra el imperialismo no es posible mientras los soviéticos no
renuncien a sus concepciones oportunistas fundamentales.

Pero también podemos notar, desde el principio, algunos aspectos izquierdistas en
los análisis del PTA.
En 1962, el Partido Comunista chino propone aceptar una reunión con el PCUS para
limar las divergencias y reforzar la unidad del campo socialista. El PCCh dice que hace falta
mantener una cierta apariencia de unidad y levantar la bandera del marxismo-leninismo, la
lucha antiimperialista y la unidad; esto propiciará mejores condiciones para que se desarro-
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llen núcleos revolucionarios en diferentes partidos comunistas dirigidos por revisionistas.


Enver Hoxha concluye enseguida: “Este es un camino vacilante, oportunista y con
concesiones.” Sin embargo, esta flexibilidad del PCCh estaba justificada y había que tener
en cuenta la posibilidad de virajes políticos en el seno del PCUS. Había que mantener con-
tactos tan amplios como fuera posible con el PCUS para influenciar a los miembros y a los
cuadros en un sentido marxista-leninista. Enver Hoxha ve ahí “una acentuada tendencia
hacia la moderación y la pasividad”. Lenin siempre defendió la firmeza en los principios y la
flexibilidad en la táctica. Hoxha defiende la firmeza en los principios rechazando la flexibili-
dad, que según él siempre supondrá vacilación y concesiones.
Hoxha defiende su táctica izquierdista a partir de un análisis optimista e subjetivista
de la situación en el movimiento comunista: “Los camaradas chinos parecen tener la moral
hundida, recelan de la lucha contra los revisionistas, sobrestiman las fuerzas del enemigo y
subestiman las nuestras.”

Clarividencia política y combate ventajoso



En 1964, Enver Hoxha desvela con gran perspicacia la tendencia al acercamiento en-
tre los revisionistas yugoslavos, rumanos e italianos, tendencia que ve la luz en el seno del
Partido Comunista chino. Subraya con mucha pertinencia: “Los grupos revisionistas, titis-
tas y jruschovistas están a la cabeza del revisionismo moderno y se observa claramente en
ellos la tendencia al reagrupamiento de dos polos en su seno: el polo soviético y el polo yu-
goslavo-policentrista italiano. Los titistas trabajan para consolidar los agrupamientos que
dirigen y lo hacen como siempre, para hacer degenerar el marxismo-leninismo.”
En 1968, Enver Hoxha destaca cuatro debilidades y errores en la lucha llevada por el
Partido Comunista chino contra el revisionismo.
“Los camaradas chinos no tienen una clara visión ideológica de las cosas. No conci-
ben claramente lo que es el revisionismo moderno, el revisionismo titista y jruschovista, ni
en qué consiste su gran nocividad. (…)
En segundo lugar, acerca de Tito y del titismo, siguen pensando que ‘no es Tito quien
se equivocó, sino que fue Stalin quien se equivocó respecto a él’. Y cuando la coyuntura lleva
a Tito a tener divergencias con los soviéticos, los camaradas chinos lo ven con mejores ojos.
(…)
En tercer lugar, los camaradas chinos manifiestan en su lucha algunas tendencias
al chovinismo contra la Unión Soviética, emiten algunas pretensiones territoriales y juicios
poco fundados sobre los supuestos errores de Stalin en el movimiento comunista interna-
cional.
En cuarto lugar, para los camaradas chinos, cualquiera que se presente como adver-
sario de los soviéticos es un posible aliado, sin considerar la identidad de este pseudo-alia-
do.”

Pero el mismo Enver Hoxha también declara:
“El revisionismo moderno debe ser combatido por los marxistas-leninistas con per-
severancia, sin vacilar, hasta el final, bajo la forma que sea, en cualquier tiempo y circuns-
tancia.” “No le haremos ninguna concesión a Jruschov, no llegaríamos a ningún compromi-
so con él, porque es un traidor.” Es necesaria “la ruptura definitiva con los revisionistas.”
“Educar a las masas para la revolución en los países revisionistas de Europa es una tarea
indispensable. (…) (Los marxistas-leninistas deben) aceptar la lucha a ultranza contra las
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camarillas revisionistas-fascistas y consentir grandes sacrificios.”


Si podemos estar de acuerdo con Enver Hoxha en la necesidad de mostrarnos firmes
en la lucha de principios contra el revisionismo, la flexibilidad en la táctica durante esta lucha
también tiene una gran importancia. Hace falta un análisis concreto de las diversas corrien-
tes políticas en los países socialistas, hay que saber dónde pueden producirse agrupamien-
tos de fuerzas marxistas-leninistas, hay que mantener contacto con las fuerzas comunistas
sanas, llegar a compromisos con traidores para estar en condiciones de mantener relaciones
con los auténticos comunistas. Enver Hoxha niega todos estos principios. Sin embargo, sin
flexibilidad en la táctica, no se puede hacer triunfar los principios justos. Conformarse con
proclamar alto y claro los principios justos sin buscar la táctica que permita hacerlos triunfar,
demuestra izquierdismo y lleva a la derrota.
El radicalismo izquierdista se basa en una falsa apreciación de la realidad política
en los países dominados por los revisionistas. ¿Cómo pretende Enver Hoxha “educar a las
masas para la revolución contra los revisionistas-fascistas”? ¿Acaso será una revolución sin
partido comunista para dirigirla? ¿Acaso cree que los verdaderos comunistas ya se organi-
zan fuera del partido para una nueva revolución proletaria? No había ni el menor indicio del
surgimiento de un movimiento comunista fuera del partido, ni de un movimiento de ma-
sas de carácter revolucionario y proletario. Partiendo de estos dogmas ideológicos, Hoxha
se empecina en no ver que los auténticos comunistas aún permanecen dentro del partido,
pese a la traición de los dirigentes revisionistas.

Flexibilidad y radicalismo

Aferrándose a su posición izquierdista, Enver Hoxha siempre está a dos pasos de
arremeter contra el Partido Comunista chino, que tilda de “vacilante”.
En noviembre de 1964, tras la caída de Jruschov, Chou en-Lai viajó a Moscú para
tener discusiones con los dirigentes soviéticos a fin de ayudarles a dejar la vía revisionis-
ta. Chen Yi expuso a los camaradas albaneses la táctica del PCCh respecto a la dirección
del PCUS. Si los dirigentes soviéticos tienen intención de dejar la vía de Jruschov, deben ha-
cerlo con prudencia y circunspección, o sino los jruschovistas, que siguen estando fuertes,
contraatacarán. “Conviene rectificar los errores gradualmente, tratándolos con un espíritu
amistoso; no se debe evocar estos errores más que en el interior de los partidos hermanos y
no hacerlos públicos.”
Esta táctica es correcta, siempre que parta de una firmeza en los principios. Incluso
se puede dar otro argumento: aún si se rechaza entrar en una polémica con un partido her-
mano, uno tiene el deber de exponer públicamente sus propios puntos de vista y rechazar
las posiciones que considera burguesas y pequeño-burguesas.
Pero Enver Hoxha denuncia inmediatamente la “línea oportunista y conciliadora” y
incluso plantea la hipótesis de que “la delegación china traicionará”.
En septiembre de 1969, tras el funeral de Ho Chi Minh, Kosyguin se encontró con
Chou en-Lai en el aeropuerto de Pekín. Abordaron el problema de las fronteras y Chou en-
Lai propuso el cese de los enfrentamientos militares, el mantenimiento del statu quo y la
retirada de las tropas de los dos partidos de las zonas disputadas. Trataron sobre problemas
comerciales. Las condiciones preliminares de los chinos eran que no se detuviera la polémica
ideológica y que las bases nucleares chinas no sean atacadas. Chou en-Lai dijo a los respon-
sables albaneses que la URSS se disponía a atacar China, pero también que la dirección del
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PCUS estaba teniendo una crisis. China quería dividir a palomas y halcones y trabajaba para
iniciar una distensión con la URSS.
Rita Marko, miembro del Buró Político del Partido albanés, le dijo a Chou en-Lai que
este encuentro era un error y que le daría ventaja a los revisionistas. Chou en-Lai le con-
testó: “Sois extremistas”. Según Enver Hoxha, este último comentario da muestras de una
“arrogancia inaudita”. “Ahora Chou en-Lai se ha montado en el caballo revisionista-oportu-
nista.”
Las declaraciones de Enver Hoxha son efectivamente izquierdistas y extremistas.
Evidentemente, los marxistas-leninistas deben ser vigilantes. Y un acercamiento a
una dirección revisionista puede ser el comienzo de un viraje hacia el revisionismo. Se sabe
que el espíritu de conciliación hacia el oportunismo puede, poco a poco, arrastrar a un par-
tido hacia el barrizal del oportunismo. Un error, por pequeño que sea al comienzo, puede
alcanzar grandes proporciones si se profundiza en él. Cuando se inicia un proceso, se ha de
reflexionar sobre sus posibles evoluciones.
Pero de los pasos tácticos emprendidos por el Partido Comunista chino – y que de
hecho están completamente justificados – Enver Hoxha hace las extrapolaciones más ex-
tremas y negativas. Solamente tiene en cuenta las evoluciones más nefastas y se comporta
como si esas evoluciones ya se hubiesen dado. Esto ya no es vigilancia, sino izquierdismo y
sectarismo.
Además, se trataba esencialmente de relaciones entre Estados y es difícil de com-
prender cómo un contacto con el representante del Estado soviético, destinado a atenuar la
tensión en las fronteras, pueda ser tildado de por sí de error político.

Nixon y el lacayo del imperialismo americano



En julio de 1971, Enver Hoxha pone el grito en el cielo: “Recibir al presidente Nixon y
tener una entrevista con él, no es justo y no será aceptado por los pueblos, ni por los revolu-
cionarios, ni por los auténticos comunistas.” “Con este acto político, los chinos desorientan
el movimiento revolucionario mundial y apagan el ardor revolucionario.”
Con estas posiciones, Enver Hoxha roza el trotskismo.
Los comunistas se han pronunciado siempre por la coexistencia pacífica con los Es-
tados capitalistas. Y desde el primer año de existencia de la Unión Soviética, Lenin mantuvo
negociaciones con los Nixon de la época.
Tras la revolución de Octubre, Lenin aceptó negociar la paz con la Alemania del em-
perador Guillermo, en Brest-Litovsk. Se sabe que Trotsky se opuso a esas negociaciones.
A comienzos de 1922, Lloyd George, el primer ministro de Gran Bretaña, la mayor potencia
imperialista de la época, convocó una conferencia internacional para el enderezamiento de
Europa, a la que fue invitada la URSS. Lenin pidió inmediatamente que la Unión Soviética
envíe allí a sus representantes para defender el sistema socialista y dividir a sus enemigos.
Tras la conferencia de Génova, en abril de 1922, la URSS firmó el tratado de Rapallo con la
Alemania arruinada, asegurando así al Estado soviético mejores condiciones políticas y eco-
nómicas para la construcción socialista.
En 1935, Stalin firmó un acuerdo con Laval, el reaccionario francés, contra el expan-
sionismo del fascismo alemán. También en aquella ocasión, los trotskistas chillaron acusán-
dole de traición. En 1939, Stalin recibió a Von Ribbentrop para firmar el Pacto germano-so-
viético que le dio al Estado soviético un año y medio de respiro antes de la guerra. La reacción
mundial y el trotskismo se ensañaron contra este acuerdo.
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Fue el imperialismo americano quien había rechazado reconocer a la China socialista,


de 1949 hasta 1971. A consecuencia de la lucha de los pueblos del mundo entero, Nixon se
vio obligado a reconocer el régimen de Mao y aceptó viajar a Pekín. Era el primer paso hacia
el restablecimiento de los derechos de China en la ONU y en las organizaciones internacio-
nales. Que el imperialismo americano se vea obligado, tras 22 años de boicot, a tratar a China
de igual a igual, era una gran victoria para el socialismo en China.
Entonces, es difícil comprender cómo Enver Hoxha haya podido llegar a ciertas ex-
travagancias pueriles. Se enfurece porque Chou en-Lai dijera: “El pueblo chino y el pueblo
americano son amigos”: Y se indigna diciendo: “Para Chou, Nixon ha dejado de ser un impe-
rialista, un fascista, un verdugo del pueblo. Esto se llama pasarse al bando de los lacayos del
imperialismo.” Pareciera oírse a un trotskista hablando del pacto germano-soviético.

China: desviación oportunista o “social-imperialismo”



A partir de 1973, cuando la política exterior de China empezó a girar hacia la derecha,
Enver Hoxha hizo algunas observaciones pertinentes acerca de la lucha de clases a escala
internacional. Es indiscutible que el Partido Comunista chino, como nuestro propio partido
por otra parte, podría haber sacado provecho de estas críticas y evitar la adopción de posi-
ciones demasiado unilaterales.
Cuando China empezó a apoyar la Europa unida frente a las dos superpotencias, tan-
to en lo político como en lo económico y militar, Enver Hoxha hizo las siguientes observa-
ciones: “Luchamos por acentuar las contradicciones, dice Chou En-lai. Hasta aquí podemos
estar de acuerdo. ¿Pero a favor de quién deberíamos acentuarlas? ¿Solamente existen esas
contradicciones? (…) ¿Deberíamos olvidar la gran cuestión de clase, la lucha del proletariado,
es decir la solución de la gran contradicción entre el proletariado y la burguesía?”
Enver Hoxha jamás compartió el análisis del Partido Comunista chino que veía en la
URSS de los años 1975-1985 a la superpotencia más peligrosa. Tampoco estuvo de acuerdo
con la previsión según la cual la Unión Soviética desencadenaría una guerra por el control
de Europa occidental. Para el PTA, la Unión Soviética más bien desencadenaría la guerra
contra el eslabón débil del sistema capitalista mundial, golpearía allí donde pensaría obtener
el mayor provecho.
Tampoco carecen de fundamento las observaciones de Enver Hoxha sobre el carác-
ter nacionalista y antisoviético de la política exterior china de los años 70. “Esta política se
rige por dos criterios fundamentales. El primero: la benevolencia o la ausencia de la misma
hacia China. (…) Si le cantáis alabanzas, os manifiesta su adhesión, seáis quien seáis. El se-
gundo: si estáis en contra de los revisionistas soviéticos, sois amigos de los chinos, seáis
quienes seáis.”
Enver Hoxha también tuvo razón al criticar la estrategia de Deng Xiaoping, quien de-
claró en 1977: “Hay que destruir el plan general de guerra preparado por la Unión Soviética,
y espero que en esta lucha se reunirá el mundo entero, el tercer mundo, el segundo mundo,
e incluso los Estados Unidos, que pertenecen al primer mundo. (…) Es preciso que esta movi-
lización sea multilateral, política, ideológica, económica y militar.” Enver Hoxha denuncia el
carácter aventurero y provocador de esta estrategia. “Poco le importa a Deng Xiaoping si las
acciones que propone tendrán por efecto el hundir a los pueblos y al proletariado de todos
los países en un baño de sangre. A este fascista no le importa la lucha de liberación de los
pueblos contra el imperialismo, el social-imperialismo así como contra la burguesía reaccio-
naria de sus países.”
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Pero al criticar las desviaciones oportunistas del Partido Comunista chino, Enver
Hoxha se pierde en una verborrea izquierdista no menos peligrosa.
Desde el momento en que Nixon fuera recibido en China en 1971, Enver Hoxha plan-
teó la hipótesis… ¡de que China se convierta en una nueva “superpotencia”! En el momento
de la eliminación de la Banda de los Cuatro, volvió a evocar esta idea: “La misma China ten-
derá a convertirse en una gran potencia social-imperialista.” “La vía de Mao, Chou, Deng
y Hua Kuo-Feng es la vía del capitalismo, la vía de la reacción y del social-imperialismo.”
Acusando a China de conchabarse con anticomunistas, Enver Hoxha se hunde él mismo en
un delirio izquierdista en el que él también se junta con cierta extrema derecha: “La lucha
que lleva China contra el social-imperialismo soviético solamente tiene un carácter de ex-
pansión territorial. China tiene la ambición de ocupar territorios limítrofes al norte, como los
de Siberia, Mongolia, etc. Por otra parte, también quisiera, si bien no poner la mano sobre
ellos, al menos extender su influencia en la India y en otros países del sudeste asiático, como
Indonesia, Filipinas, los países Extremo Oriente, Australia, etc.” Estas son, letra por letra, las
tesis propagadas por la extrema derecha norteamericana.
El revisionismo y el izquierdismo abandonan el análisis materialista y riguroso de las
realidades en movimiento y contradictorias entre sí. A menudo parten de premisas idealis-
tas, se centran ciegamente sobre un aspecto de las cosas y lo desarrollan de forma rectilínea.
A partir de algunas constataciones reales pero parciales, hacen extrapolaciones arbitrarias
e idealistas. Tras una visita de Nixon y algunos gestos de reconciliación y compromiso con
el imperialismo americano por parte de China, Enver Hoxha evoca la hipótesis de una super-
potencia china que se encamina por la vía del expansionismo, luchando por la hegemonía
mundial. Uno no puede basar una política marxista-leninista con tales florituras. En efecto,
partiendo de las premisas de Enver Hoxha, se podría perfectamente considerar un porvenir
diametralmente opuesto: el revisionismo en China restablecerá el capitalismo, la anarquía
capitalista provocará el derrumbamiento de las autoridades centrales, China se dividirá y se
convertirá de nuevo en una neo-colonia de varias potencias imperialistas.
La manera unilateral, arbitraria y extremista de analizar las divergencias ideológicas
y políticas se manifiesta sobre todo en la siguiente observación, que Enver Hoxha formula
en 1976, cuando predice que China se convertirá en una superpotencia: “Habíamos previsto
esta situación hace mucho tiempo, en 1960 (!), cuando los dirigentes chinos fingían defen-
dernos contra los jruschovistas.” De la menor indecisión táctica a la completa degeneración
en superpotencia expansionista: para Enver Hoxha, es imposible escapar de este encadena-
miento lógico…

¿Crítica del revisionismo o lucha extremista?



Es cierto que Enver Hoxha avisó sobre el peligro de reconciliación de la dirección chi-
na con algunas corrientes revisionistas.
En 1977, predice que tras la reconciliación política con el revisionismo yugoslavo y
rumano, China se acercará a Polonia y Hungría. “Así piensa juntar esos países o separarlos
de la Unión Soviética. He aquí una vieja política del imperialismo americano y británico de
la que Tito, bajo la máscara del supuesto socialismo científico, es la vanguardia con sus ma-
niobras políticas.” Y Enver Hoxha denuncia el “socialismo específico con los colores del país”
defendido por Tito, Togliatti y ahora también por China. “Es la vía de la alianza con todos los
demás partidos revisionistas de Occidente o de los otros continentes.” Ahí, Enver Hoxha
acertó.
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Pero en lugar de hacer un análisis concreto de las luchas políticas en el seno del Par-
tido Comunista chino – de las tendencias revisionistas que indiscutiblemente están pre-
sentes, como de la corriente marxista-leninista –, Enver Hoxha se pierde de nuevo en exa-
geraciones izquierdistas y afirmaciones arbitrarias. No hay mucho lugar para la dialéctica
cuando se declara perentoriamente que todos están podridos y que se les combatirá a todos
sin vacilar. “No debemos alimentar ninguna esperanza en que los revisionistas chinos pue-
dan enmendarse, ni tener la mínima indecisión en nuestra actitud hacia ellos.” ¡Pero Enver
Hoxha cree que aún tiene más cosas que demostrar, en especial, que Mao Zedong nunca
ha sido un marxista! “Mao sigue diciendo que ‘el campesinado es la fuerza dirigente más
revolucionaria, y que es sobre ésta que debe apoyarse la revolución’. Para Mao, el papel del
proletariado en la revolución no está más que en segundo lugar, por no decir que en tercer
lugar”. “Otra expresión de esta línea antimarxista de Mao es la concepción según la cual ‘las
ciudades deben ser cercadas por el campo’. En otras palabras, es el campesinado pobre el que
debe guiar la revolución, porque ‘el proletariado de las ciudades ha perdido su espíritu revo-
lucionario, se ha vuelto conservador’.” El primer texto del primer volumen de Mao, Análisis
de las clases de la sociedad china, publicado en 1926, ya permite refutar estas elucubracio-
nes de Enver Hoxha. Durante toda de la revolución, el Partido Comunista chino emprendió
un intenso trabajo clandestino entre los obreros. Muchos cuadros obreros, a punto de ser
descubiertos por la policía, fueron transferidos hacia las zonas de guerrilla donde se reunie-
ron con los cuadros proletarios que siempre constituyeron el armazón político del ejército
campesino.
También es interesante constatar, una vez más, que los “análisis” izquierdistas y ex-
tremistas se despegan de la realidad y que desconocen la dialéctica. Por este motivo, pueden
fácilmente juntarse con los “análisis” revisionistas. En efecto, las flagrantes no-verdades de
Enver Hoxha que acabamos de mencionar parecen sacadas de las innumerables obras que
los brezhnevistas han escrito sobre el “maoísmo”.

La lucha en el seno del partido: liberalismo e izquierdismo



Enver Hoxha hizo algunas críticas sobre la manera con la que el Partido Comunista
chino lleva la lucha interior. Merecen una reflexión. En 1966-67, hizo los comentarios si-
guientes sobre la lucha contra los revisionistas durante la Revolución Cultural.
“Hace falta golpear a los enemigos, no solamente con palabras y carteles, sino tam-
bién, si hiciera falta, con una bala en la cabeza. El enemigo debe sentir profundamente, has-
ta la médula, los golpes de la dictadura del proletariado.” “Si se sigue por la vía oportunista
de la ‘educación y la reeducación’, uno se expone a grandes peligros.” “Una revolución que
no golpea a los jefes de la traición, no es una revolución.” “Actualmente, mientras se desa-
rrolla la revolución para arrancar el poder de las manos de los revisionistas, observamos
manifestaciones de diletantismo, tolerancia, indolencia y liberalismo hacia los elementos
anti-partido. Hemos observado que la disciplina de hierro que debe existir en el partido y
en la revolución, brilla por su ausencia.” “Se observada una actitud oportunista, liberal-bur-
guesa hacia estos elementos hostiles, anti-partido. Jruschov elogiaba a los chinos por esta
actitud y Mikoyan lo calificó de ‘buena actitud de los camaradas chinos’ y de ‘no tener nada
en común con la política que llevaba Stalin con los cuadros’.” “Junto con el resto de su grupo,
Liu Shao-shi bajará de nuevo la cabeza, como lo hizo otras veces, y la levantará, al igual que
la levantó otras veces. Pero Mao ya no estará allí para salvar la situación.”
Los acontecimientos de estos últimos quince años le han dado toda su significación
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a estas observaciones. Deng Xiaoping y los demás miembros del grupo de Liu Shao-shi hi-
cieron su autocrítica y prometieron que no volverían a poner en tela de juicio las justas con-
clusiones de la Revolución Cultural. Pero una vez en el poder, permitieron que Hu Yaobang
y a Zhao Ziyang practiquen un revisionismo mucho más extremo que el que Mao combatió
en 1966. Está claro que el PCCh se encuentra con grandes dificultades para definir una línea
marxista-leninista coherente en lo que respecta a la dictadura del proletariado, la lucha de
clases bajo el socialismo y la educación marxista-leninista. El partido no ha sido capaz de
discriminar entre la crítica-educación de los cuadros que hayan cometido errores oportunis-
tas y la depuración de los revisionistas recalcitrantes. Y se hace de manifiesto que los revi-
sionistas mejoran sus tácticas para esconder sus intenciones, ocupar posiciones dirigentes
y reclutar elementos burgueses.

Pero Enver Hoxha saca conclusiones arbitrarias y exageradas de su constatación de
los errores oportunistas. Apenas desarrolla el concepto de ‘lucha política, crítica, educación
y reeducación de los cuadros’ y pone el acento de forma unilateral sobre la depuración y la
represión.
En 1975, varios cuadros del PTA, entre los cuales estaba Beqir Balluku, ministro de
Defensa y miembro del Buró Político, fueron ejecutados. Enver Hoxha habla del “complot
militar-económico conducido por Beqir Balluku, Petrit Dume, Hito Kato, Abdyl Këllezi, Koço
Theobdhosi, Lipe Nashi, etc. El objetivo de estos traidores era liquidar el partido y su direc-
ción marxista-leninista, hacer de Albania un país revisionista”. Eran “antiguos agentes de
los soviéticos, pero también se ligaron a los chinos”. ¿De qué crímenes se les acusaba? “El
plan estratégico hostil que preparaba Beqir Balluku (ministro de Defensa) estaba elaborado
por sugerencia de Chou En-lai.” “Chou En-lai le dijo a Beqir Balluku: ‘Para vosotros, no hay
otra estrategia que la del maquis’. En otras palabras: ‘Huid a las montañas desde el primer día
de ataque del enemigo’.” “Chou En-lai le reiteró a Adil Carçani su plan diabólico: ‘Uníos con
los demás países de los Balcanes, independientemente de vuestras diferencias’. ¡Qué infame
enemigo y abyecto pseudo-marxista!” Los crímenes de Adil Carçani eran “la descentraliza-
ción de la economía, los pasos hacia la autogestión, el sabotaje de nuestra industria petrolí-
fera, el inflamiento de la burocracia”. “Es muy posible que Abdyl Këllezi, siendo el hombre de
los yugoslavos, haya sido al mismo tiempo el hombre de los chinos. Por tanto (!), este com-
plot parece haber sido muy extenso.” En 1976, en el momento de la eliminación de la Banda
de los Cuatro, Enver Hoxha formula la consigna de la lucha “contra el social-imperialismo
chino” y afirma que Chou En-lai había actuado contra Albania desde hacía varios años, sa-
boteando su economía mediante una ayuda insuficiente y la demora del envío de máquinas.
Luego asegura que “Beqir Belluku y Abdyl Këllezi eran sus cómplices en el complot tramado
contra Albania para derrocar nuestra dirección”.
Para Enver Hoxha, toda divergencia seria se convierte en complot. Pocos esfuerzos
se realizan para resolver divergencias – e incluso divergencias graves – mediante la discu-
sión y la lucha política. Los balances de estas luchas políticas no son utilizados para la edu-
cación y la unificación política e ideológica de los cuadros. Reina una unidad aparente, pero
no está basada en una comprensión común de las contradicciones que encontradas durante
el transcurso de la lucha.

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ANEXO

TIAN AN MEN:

DE LA DERIVA REVISIONISTA AL MOTÍN


CONTRARREVOLUCIONARIO

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Capítulo 1

EL AUGE DEL CAPITALISMO Y DEL REVISIONISMO EN CHINA



Seis meses antes de Timisoara, hubo Tian An Men. Los medios de comunicación del
mundo “libre” que enseñaron su macabra fisonomía en el momento de la escenificación del
“osario de los 4.630 cadáveres horriblemente mutilados” en Timisoara, ya habían demos-
trado su papel político esencial al servicio de la contrarrevolución, durante los eventos de
la Plaza de Tian An Men en mayo y junio de 1989. La noche de la intervención del Ejército
Rojo, la televisión nos mostró imágenes de tanques chinos aplastando a cientos de pacíficos
estudiantes en la Plaza de Tian An Men. El 5 de junio, Amnistía Internacional, una eficiente
máquina de creación de mentiras a la hora de combatir países socialistas y nacionalistas, dio
la cifra de al menos 1300 muertos, algunos estudiantes habiendo sido aplastados por tan-
quistas sanguinarios mientras dormían apaciblemente en sus tiendas.
El domingo 5 de junio, un obrero comunista de una gran fábrica de automóviles había
grabado en vídeo las imágenes del telediario. “Aquella noche repasé esas imágenes al menos
veinte veces. Llegué a la conclusión de que los comentarios de los periodistas eran falsos y
que en las imágenes no se veía a ninguna persona aplastada por los tanques.” Más tarde,
Amnistía Internacional reconocerá “haberse equivocado”. Pero, ¿cuánta gente, traumatiza-
da por la verdad sobre el comunismo chino “que pisotea despiadadamente a sus estudiantes
pacifistas bajo las pisadas de sus tanques”, transmitida por estos valientes defensores de los
derechos humanos de Amnistía Internacional, sabía de esta mentira?
Un año después de los sucesos de Tian An Men, disponemos de suficiente informa-
ción fiable como para elaborar un análisis de clase objetivo. Pero para entender los intereses
políticos y económicos defendidos por el “movimiento por la democracia”, de abril-junio de
1989 en Pekín, primero tenemos que tomar conocimiento de tres fenómenos negativos que
se han desarrollado en China entre 1979 y el fatal año 1989.

Economía: la vuelta de los empresarios

Primero hablemos de la esfera económica. Los diez años de reformas de Deng Xiao-
ping contribuyeron a un progreso material innegable. Pero también aumentaron la influen-
cia del capitalismo y del imperialismo en China, reforzaron la base económica de las nuevas
clases sociales que aspiraban a una contrarrevolución. La liberalización y la liberación de las
fuerzas del mercado propulsaron fuerzas económicas opuestas al socialismo que, tarde o
temprano, tenían que lanzarse a una lucha por el poder. Es lo que hicieron con el supuesto
“movimiento por la democracia” en la plaza de Tian An Men.

La entrada del imperialismo

Según Beijing Information, China había firmado, a finales de 1988, 16 325 acuerdos
de importación de capitales extranjeros por un total de 79,2 mil millones de dólares. De este
monto, ya ha recibido un préstamo por una suma de 33 millones de dólares y también 11,5
millones de dólares en concepto de inversiones directas. Los mayores inversores son Hong
Kong, con 8 mil millones de dólares, Japón con 2 mil millones y los Estados Unidos con 1,7 mil
millones.
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Con las inversiones extranjeras, los conceptos económicos del mundo imperialista
penetraron en China. Así, el 12 de septiembre de 1988, Zhao Zhiyang recibió a Milton Fried-
man y elogió sus ideas económicas. Lee Iaccoca, el presidente de Chrysler, impartió con-
ferencias sobre el espíritu empresarial en el palacio de la Asamblea del Pueblo. Según la
agencia de noticias China Nueva, la Comisión para la Reforma Económica de China declaró
a finales de 1988: “En el marco de la reforma económica de China, no hay nada que no esté
abierto a la participación extranjera, ni siquiera estudio de la transformación del sistema
económico”. Durante ese año, la Comisión escuchó la opinión de 1500 especialistas extran-
jeros, y concluyó que podía “aprender mucho del desarrollo económico de Occidente”. Había
invitado a China especialistas occidentales en el campo de las finanzas, de la gestión em-
presarial, de la formación de precios, de la política de inversión y del control de la inflación.
Sus puntos de vista “aportaron una contribución positiva tanto práctica como teórica a la
reforma económica.”

La influencia ideológica de Occidente

Durante los últimos diez años, varias decenas de miles de estudiantes chinos hicie-
ron sus estudios en Estados Unidos. El Partido Comunista chino propagó el culto a los logros
tecnológicos de los Estados Unidos y de la sociedad de consumo estadounidense. Las con-
secuencias negativas no se hicieron esperar.
Cientos de miles de intelectuales comenzaron a escuchar las radios del imperialismo:
la Voz de América y la BBC.
Un periódico cercano al gobierno norteamericano escribió acerca de las manifesta-
ciones en Pekín: “los participantes en el movimiento estudiantil se comunicaban con sus
colegios de América del Norte y Europa por teléfono, fax y correo electrónico. El número de
llamadas telefónicas entre los Estados Unidos y China se ha triplicó durante en el mes de
mayo.”
Shaomin Li, un antiguo guardia rojo y un ex - estudiante en Pekín, médico en la Uni-
versidad de Princeton en los Estados Unidos, ahora trabaja para AT & T. Su posición es muy
representativa de la de muchos chinos que estudiaron en Occidente. “Muchos intelectuales
chinos, incluido yo, hemos llegado a considerar que Taiwán es un modelo para la reestructu-
ración socio-económica en China. (...) La propiedad privada y el mercado libre son los funda-
mentos de la libertad política. (...) Las instituciones capitalistas proporcionan prosperidad y
libertad; las instituciones comunistas, la pobreza y el caos. (...) Con Taiwán como ejemplo, los
chinos de la República Popular son más propensos que los ciudadanos de otros países comu-
nistas a rechazar la doctrina marxista y lograr las reformas. Es por eso que Milton Friedman
dijo: ‘Yo soy más optimista con respecto a China que a la Unión Soviética. Los chinos tienen
un gran recurso que son los chinos de fuera. El éxito de los chinos en Hong Kong, Singa-
pur, Taiwán, ha creado en el interior de China una inspiración que los ejemplos de Polonia,
Hungría o Yugoslavia no pueden crear en la Unión Soviética’.” Según una encuesta, llevada
a cabo por Li Shaomin entre 607 estudiantes chinos en los Estados Unidos, el 90% de ellos
apostaba por la supresión de las referencias al marxismo-leninismo y el liderazgo del Parti-
do Comunista en la constitución, el 86% dijo que China tenía que inspirarse en la experien-
cia de Taiwán, el 60% era favorable a una economía liberal de tipo taiwanés.

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El desarrollo de una burguesía en China

La política, muy razonable, de desarrollo limitado de un sector capitalista en China, se


desbordó y terminó en una marea salvaje de empresas capitalistas. Según las estadísticas
oficiales, durante el año 1988, el 22% de la inversión inmobiliaria fue realizado en el sector
privado por un importe de 100 mil millones de yuanes, un aumento del 25% respecto al año
anterior. El valor de la producción industrial en el sector privado registró un aumento del
46% en ese mismo año, la producción de las empresas rurales, a menudo muy próximas a
las empresas privadas, se incrementó en un 35%.
La revista Far Eastern Economie Review estimó que en 1988 el 37% de la producción
industrial fue realizada por el sector de propiedad privada y colectiva, un porcentaje que
tendría que pasar al 50% en 1993. El semanario Business Week, por su parte, saludada, en
el momento en que los hechos tenían lugar en Pekín, “la aparición de una nueva China de
empresarios prósperos. (...) Las empresas privadas utilizan medios no autorizados para re-
caudar dinero. (...) La nueva China está asfixiando a la China tradicional en el terreno de los
capitales”.


Las fuerzas detrás del movimiento “democrático”

El imperialismo y el capitalismo, muy presentes en China en el sector económico, sos-


tuvieron el movimiento supuestamente democrático de los estudiantes y los “reformadores”
del entorno de Zhao Ziyang, con el fin de crear una fuerza política legal. En mayo de 1989
Business Week escribía: “Muchos hombres de negocios extranjeros en China apoyan a los
reformadores en la idea de que una mayor libertad política sólo puede fortalecer el comercio
a el largo plazo.” El diario británico The Guardian señaló: “Es interesante observar que al-
gunos apoyos a los puntos de vista pro-democráticos provienen de los nuevos empresarios
ricos”. Far Eastern Economie Review anotaba, siempre en la misma época de mayo de 1989:
“El mundo de los negocios de Hong Kong es favorable a las demandas de los estudiantes de
más reformas y más democracia. Los magnates de Hong Kong Li Ka-sing, Sir Y.K. Pao y Stan-
ley Ho expresaron públicamente su apoyo. La presión para una apertura política podría, en
opinión de alguno, ser muy positiva para el futuro del capitalismo en China”.

Política: la alabanza de la democracia burguesa

El segundo fenómeno que marcó la evolución de China entre 1979 y 1989 se encuen-
tra en el campo político, donde se vio el surgimiento de una nueva fuerza política contrarre-
volucionaria.
Desde que China predicara el desarrollo de un sector capitalista y la introducción de
las multinacionales, hemos vemos surgir, en el ámbito político, las primeras fuerzas anti-so-
cialistas. En 1979, Pekín tuvo su “muro de la democracia” en donde se plasmaban todo tipo
de tendencias anticomunistas. El 9 de marzo de 1979, un periódico mural célebre anunciaba:
“Luchamos para que China conozca los verdaderos derechos humanos y una democracia
verdadera”, mostrando así la bandera bajo la cual los comunistas irían a caminar en la próxi-
ma venidera. De hecho, las palabras “derechos humanos” y “democracia” sirven para ocultar
la mercancía ideológica que el imperialismo pone en venta. He aquí los principales puntos del
programa que preconizaba este periódico mural. En primer lugar: “Preconizamos el estudio
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de la cultura y la civilización inspiradas por el espíritu de Cristo, proponemos tomar ejemplo


de los sistemas democráticos basados en las enseñanzas del cristianismo.” Después: “Recla-
mamos el abandono de las nociones anticuadas del pensamiento de Mao Zedong, la revisión
de los principios del marxismo que no concuerdan con la realidad y la abolición de la lucha
de clases.” En tercer lugar: “Exigimos que el Partido Comunista, que era propiedad de Mao
Zedong, vuelva a ser el Partido de todo el pueblo.” Y, por último: “Llamamos al Partido Co-
munista chino y al Kuomintang a colaborar de nuevo en el marco de las nuevas condiciones
históricas”.

Wei Jing-sheng, el pequeño Le Pen chino

Wei Jing-Sheng es el hombre que, entre 1978 y 1979, sostuvo con más fuerza las
concepciones políticas del imperialismo. Logró cierta fama en la derecha occidental al afir-
mar que China necesitaba una quinta modernización: la democracia. Lo que se esconde la
palabra “democracia” se hace evidente cuando uno se toma la molestia de leer el programa
de Wei.
Estas son sus tesis: “Las democracias burguesas occidentales permiten que los ciu-
dadanos puedan expresar su voluntad a través de las elecciones y así decidir sobre el futuro
del país. (...) Esta es la razón por la que ningún político burgués puede ignorar las opiniones
de la gente sobre cualquier tema. (...) La base económica sobre la cual descansan los gobier-
nos democráticos es el sistema de libre empresa. (...) En Occidente, los trabajadores han con-
seguido enviar delegados obreros a los consejos de administración y ocupan allí la mitad
de los puestos. (...) En la rivalidad que opone el capital al trabajo, los trabajadores están, de
hecho, en una mejor posición en un sistema donde la mayoría puede decidir sobre la política.
(...) Hago un llamamiento a los que piensan así, a colocarse detrás de la bandera de la demo-
cracia. El socialismo marxista es, sin excepción, un sistema social dictatorial antidemocráti-
co. (...) Tenemos que concentrar nuestro odio sobre este sistema criminal que trata al pueblo
de forma tan escandalosa.”

Los estudiantes contra el socialismo

Estas ideas contrarrevolucionarias, defendidas en 1979 por Wei y un pequeño círculo


de amantes del imperialismo, tuvieron un eco creciente entre los intelectuales en los años
posteriores. Muchas son las causas de ello. El Partido Comunista prácticamente abandonó la
educación marxista-leninista entre los estudiantes. Dejó de luchar contra las concepciones
políticas del imperialismo. El liberalismo, la corrupción y enriquecimiento ilegal se extendie-
ron en algunas facciones del partido.
Cuando entre 1985 y 1986 se desarrolló un movimiento estudiantil en las grandes
ciudades chinas, “las emisiones de la Voz de América jugaron un papel determinante”, como
lo confirmaría un periodista norteamericano expulsado de China por actividades de espio-
naje. Con ocasión de estas primeras acciones estudiantiles, el profesor Fang Lizhi declaró
que China tenía que abandonar el marxismo como la ropa vieja que se tira. Wang Ruowang
reclamó una “reevaluación completa del desastre creado por Mao Zedong”. Lui Binyan de-
nunció “la dictadura feudal-fascista” del Partido Comunista y afirmó que el capitalismo era
superior al socialismo. Tales afirmaciones tuvieron mucho eco en la fracción de los estu-
diantes y de los intelectuales que tenían como modelo a la élite intelectual de los países
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imperialistas y neocoloniales.
Durante los años 1987 y 1988, estos elementos, alimentados diariamente por las
emisiones de la Voz de América, pudieron difundir ampliamente sus ideas en las universida-
des: el Partido no hacía allí ningún trabajo político digno de tal nombre.
En el año 1988, los núcleos contra-revolucionarios prepararon acciones de masas
para celebrar los tres aniversarios que debían celebrarse el año siguiente: el 70 aniversario
del movimiento Cuatro de Mayo, el 200 aniversario de la revolución francesa y el 40 aniver-
sario de la Revolución china. Así, el 6 de enero de 1989, Fang Lizhi le escribió una carta a
Deng Xiaoping en la que mencionaba estas tres fechas y pedía que estos acontecimientos
fuesen celebrados con liberación de Wei Jing-sheng, indicando con claridad la plataforma
política sobre la que pensaba actuar. Siguiendo a Fang, 33 intelectuales retomaron en una
carta abierta la reivindicación de la liberación de Wei. Entre los firmantes estaba Su Shaozhi,
que fue hasta 1987 director del Instituto de marxismo-leninismo y del pensamiento de Mao
Zedong. A principios de marzo de 1989, 42 personalidades de los medios científicos y aca-
démicos, entre los que se encontraban varios miembros de la Asamblea Popular, firmaron
otra carta abierta también exigiendo la liberación de Wei. Esta marea de cartas, centradas en
Wei y sus ideas políticas, suscitó muchas discusiones entres los estudiantes. Así fue cómo
comenzó la preparación política de la protesta de abril-mayo de 1989.

El Partido al borde de la escisión

Un tercer fenómeno fue determinante en el surgimiento del movimiento de Pekín:


la división interna del Partido Comunista china y el crecimiento de un ala revisionista muy
influyente.


Hu y Zhao, el dúo revisionista

Hu Yaobang, nombrado secretario general del Partido en 1982, fue el representante


más destacado de esta corriente. En 1981, su grupo denunció “la teoría según la cual las
clases y la lucha de clases existen durante todo el periodo socialista y que la burguesía está
en el interior del Partido comunista”. Cuatro años más tarde, Hu declaraba: “hemos tomado
la decisión de no utilizar a partir de ahora la expresión de elemento anti-partido y anti-so-
cialista”. Con estas tesis, Hu aseguraba la tranquilidad para los elementos podridos, los bu-
rócratas, los corrompidos y los revisionistas. En 1988, Hu fue reemplazado por uno de sus
cómplices en la fracción revisionista, Zhao Zhiyang.
Para señalar el viraje ideológico, Beijing Information escribía en 1988: “Jruschov co-
noce un vuelve a tener cierta popularidad en China”. Y: “Stalin fue un dictador, en absoluto
un revolucionario”. Se empezó a traducir en cantidades ingentes la literatura anti-stalinista
producida en los últimos años en la URSS, entre las que figuraban Las memorias de la maes-
tra de Stalin, obra “científica” donde las haya. Cuando algunos comienzan a denigrar a Stalin,
hay que estar atentos al verdadero mensaje que quieren transmitir.
Así, el profesor Lu Congming, de la Escuela del Partido que dependía del Comité Cen-
tral, afirmaba que “la naturaleza de nuestra época cambia a medida que se pasa de la etapa
imperialista a la del capitalismo social”. ¡Así es como se elimina el peligro del imperialismo,
tanto para el Tercer Mundo como para China! Y prosigue: “el capitalismo desarrollado puede
producir elementos socialistas y pasar al socialismo de forma pacífica. (...) Tanto la economía
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socialista como la economía capitalista son economías de mercado socializadas. (...) El capi-
talismo contemporáneo es un buen modelo de mercado socializado”. Cando oímos barbari-
dades como éstas, comprendemos el furor de Mao Zedong que, durante la Revolución Cul-
tural, criticaba a la “camarilla de revisionistas contrarrevolucionarios”. Después, el profesor
Lu inició un panegírico del capitalismo: “Vemos allí un cambio de la propiedad de los medios
de producción, la propiedad social sustituye a la propiedad privada. Por otro lado, asistimos
a la participación de los obreros en la gestión de su empresa. El macro-control del Estado
sobre la economía es, de hecho, el principio de la economía planificada. La nueva repartición
de las rentas por el gobierno y el desarrollo de la seguridad social contribuyen a debilitar
las diferencias entre ricos y pobres.” Este revisionista presenta al capitalismo como una so-
ciedad que ya ha realizado las promesas del socialismo; después, predica para China una
política capitalista como la mejor forma de desarrollar el capitalismo... ¡Y uno se da cuenta de
parentesco ideológico entre Wei, aún en la cárcel, y el profesor Lu, que enseña a los cuadros
superiores del Partido!
Pero la situación se vuelve más grave cuando la misma orientación política es ex-
presada por Zhao Zhiyang, que en julio de 1988 afirma: “El Partido Comunista Chino va a
trabajar conjuntamente con el Kuomintang de China para la reunificación en el plazo más
breve. Los dos lados del estrecho (es decir, China y Taiwán) tienen muchísimo en común
desde el punto de vista político, económico y de las tradiciones. A ambos lados, se desea la
cooperación, el desarrollo conjunto de la economía nacional, una mejora del nivel de vida y
una China próspera, potente y moderna.” Esta concepción de la convergencia entre la China
socialista y Taiwán, el reino de las multinacionales y del capitalismo salvaje, demuestra la
justeza de la observación de Milton Friedman: los grandes capitalistas chinos de Taiwán,
Hong Kong y Singapur empujan al continente hacia la restauración capitalista.

El enfrentamiento en el seno del Partido

Para comprender el enfrentamiento político de mayo-junio de 1989 en la Plaza de


Tian An Men, hay que saber que en enero de 1987 comenzó una primera lucha importante
en el seno del Partido Comunista chino. El movimiento estudiantil del año 1986, directa-
mente inspirado y dirigido por Fang Lizhi, había atacado las mismas bases del socialismo
en China. Deng Xiaoping, que hasta ese momento había seguido firmemente al revisionista
Hu Yaobang, cambia entonces su enfoque. El 28 de septiembre de 1986, declara: “En Hong
Kong y en Taiwán, unas corrientes de opinión procuran luchar contra los cuatro principios
fundamentales (el marxismo-leninismo y el pensamiento Mao Zedong, la vía socialista, la
dictadura popular y la dirección del Partido Comunista) y predicar la vía capitalista para dar
la impresión de que de esa forma lograremos la modernización del país. De hecho, esta libe-
ralización simplemente nos vuelve a llevar hacia la vía capitalista.” El 19 de enero de 1988,
Po Yipo presenta al buró político un informe que critica el trabajo de Hu Yaobang. “Hu Yao-
bang ha animado a los elementos activos que abogaban por la liberación burguesa y adoptó
una posición de comprensión y de protección hacia éstos. Todo esto ha llevado directamente
a que se nos pida suprimir los cuatro principios fundamentales, a que procedamos a una
occidentalización integral y a que practiquemos un sistema político y una economía capita-
listas.”
La caída de Hu Yaobang debilitó al núcleo revisionista a la cabeza del Partido. Sin
embargo, Deng Xiaoping hizo nombrar a otro representante de esta misma corriente, Zhao
Zhiyang, como nuevo secretario general.
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Pero en el transcurso de la lucha que llevó a la caída de Hu, las posiciones de la iz-
quierda del Partido tuvieron un eco crecente. Chen Yun declara: “La fuente de la liberaliza-
ción burguesa se encuentra en el sector económico. Una economía planificada es socialista,
una economía de mercado es capitalista y promover una economía de mercado es promover
el capitalismo, y esta es la causa fundamental de la liberalización.” Al denunciar la vía capi-
talista, Chen Yun también criticó la corrupción que lleva asociada: “Los dirigentes del Partido
tienen que dar ejemplo al pueblo. Deben estar a la cabeza de la lucha por la eliminación de la
corrupción de la clase capitalista y las tendencias nefastas que provienen de la misma. Mu-
chas empresas son dirigidas por familiares cercanos de altos dirigentes. Éste es un problema
muy grave.”
En 1988, Zhao Zhiyang, el nuevo Secretario General, continúa protegiendo a los gru-
pos revisionistas colocados por Hu Yaobang en la dirección de ciertas instituciones del Par-
tido e incluso les permite extender su influencia. Ya en 1986, el colaborador más cercano de
Zhao, Bao Tong, había autorizado la creación en Pekín del Fondo para la reforma y la aper-
tura de China, financiado por Georges Soros, un importante hombre de negocios americano.
El entorno de Zhao Zhiyang defendía el siguiente punto de vista, expresado por intelec-
tuales chinos regresados de los Estados Unidos: “Creemos que un cambio en el sistema de
la propiedad del Estado no solamente es una necesidad histórica, sino que es realizable en
la práctica. Nuestro plan es éste: organizar un programa global de privatización del sistema
de propiedad estatal.” En noviembre de 1988, Li Yining, profesor en la Universidad de Pekín
y colaborador próximo de Zhao, subraya: “El objetivo final es la creación de mercados bien
gestionados, de tipo capitalista, para las mercancías, las finanzas, el trabajo y la vivienda.”
Esta posición es confirmada por un otro colaborador de Zhao, Chen Yi-zi: “Zhao estaba con-
vencido de que una economía planificada de tipo stalinista no podía funcionar en China y
que hacía falta una economía de mercado.”
Es interesante anotar un último punto. En el momento de las manifestaciones estu-
diantiles, un periódico de Hong Kong escribió: “Zhao solicitó a una comisión preparar una
proposición de reforma política que incluyese ideas para una competencia multipartidista y
una prensa independiente.” El multipartidismo en China significa ante todo la legalización
del Kuomintang, el partido fascista en el poder en Taiwán. En lo relativo a la prensa “inde-
pendiente”, dependería completamente de los medios financieros de Taiwán, Hong Kong y
Estados Unidos. Pero con su opción por el multipartidismo, Zhao es aclamado en Occidente
como un demócrata. Y, sin embargo, es precisamente el grupo de Zhao Zhiyang quien ha-
bía reclamado, a finales de 1988-principios de 1989, un “nuevo autoritarismo” para llevar a
cabo las reformas capitalistas. Se dice que el 6 de marzo el mismo Zhao le dijo a Deng Xiao-
ping: “Un país subdesarrollado que quiere modernizarse tiene que pasar por una cierta eta-
pa durante la cual precisa del impulso de un gobierno fuerte y autoritario.” Hablando claro:
para hacer tragar la democracia burguesa y la libertad de mercado, hace falta un gobierno
autoritario capaz de vencer las resistencias a la restauración capitalista.
A finales de diciembre de 1988, la lucha entre los revisionistas y el marxista-leni-
nista conoce un segundo auge. Una persona cercana a Zhao Zhiyang reúne a trescientos
intelectuales en un seminario en el que “reformadores” célebres del Partido, como Yan Jiaqi
e Su Shaozhi, toman la palabra para denunciar las campañas pasadas contra el liberalismo
burgués. Los textos, que defienden el capitalismo con la mayor vehemencia, son publicados
posteriormente en el World Economic Herald de Shangai. En su editorial, el diario precisa:
“Tenemos que tener el valor de sacar lecciones de las formas democráticas modernas que
han sido desarrolladas en el capitalismo occidental.” Esta agitación de derechas por parte
dos intelectuales reformadores del Partido influyó directamente a los medios estudiantiles
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de la capital.
Chen Yun declara en ese momento que “todo el frente ideológico está ocupado por
la burguesía, no queda nada de proletario”. Wang Zhen y Po Yipo le insisten por tres veces a
Deng Xiaoping que Zhao Zhiyang sea reemplazado en su puesto de secretario general. En el
mes de marzo de 1989, Li Sien-nien va a casa de Deng para insistir de nuevo en la necesidad
de esta dimisión, que podría realizarse en la cuarta sesión plenaria prevista para las próxi-
mas semanas. Es en medio de estas luchas en el seno del Partido Comunista que se inicia,
en abril, el movimiento estudiantil.

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Capítulo 2

LO QUE REALMENTE QUERÍAN LOS ESTUDIANTES DE PEKÍN



Nuestros medios de comunicación aprendieron que los estudiantes de Pekín se ma-
nifestaban por reivindicaciones democráticas y contra la corrupción. De ninguna manera
querían derrocar el régimen socialista. Como prueba, hasta cantaban la Internacional. ¿Pue-
de existir confirmación más flagrante de que bajo el socialismo, la democracia es imposible?
Una camarilla de gerontócratas tiránicos, al sentirse superada, ha aplastado en un baño de
sangre a un movimiento lleno de bondad e ingenuidad.
Toda la derecha, desde el PSC hasta el Vlaams Blok, nos presentó esta versión. Los
trotskistas desplegaron una actividad febril, tras la represión del movimiento pro-imperia-
lista, para llevar a la izquierda belga a apoyar a los “estudiantes”. Sometieron a centenares
de progresistas a una petición que decía que los estudiantes “exigían realmente una demo-
cratización del socialismo”, y que declaraba: “el pretexto de que la contrarrevolución está
levantando la cabeza es inaceptable”. Nosotros afirmamos por lo pronto, que actuando de
esta forma, los trotskistas se han comportado como verdaderos agentes del imperialismo
americano y del fascismo taiwanés. El lector juzgará si esta acusación está bien fundada o
no.

Una revolución contra el socialismo

¿Cuál era el carácter y la naturaleza del movimiento de Pekín?


Pocas horas después de la intervención del ejército, el 4 de junio de 1989, Shaw Yu-
ming, portavoz del gobierno de Taiwán, declara: “Aunque algunas personas crean que este
movimiento estudiantil solamente es una lucha en el seno del sistema y no un movimiento
revolucionario dirigido contra el Partido Comunista, que no es un movimiento al margen del
sistema, tenemos que subrayar lo siguiente: si se examinan bien las cosas, vemos que su
lema ‘democracia o muerte’ y el levantamiento de la estatua de la ‘diosa de la libertad’ sobre
la Plaza de Tian An Men, demuestran de manera evidente que luchan por una democracia
de tipo occidental.” Dos semanas más tarde, el portavoz del gobierno de Taiwán informa a
un periodista japonés: “El señor Yuan Mu, portavoz del gobierno de Pekín, ha afirmado que
los manifestantes buscaban derrumbar el régimen socialista (...) Decía la verdad. Algunas
personas, como Fang Lizhi y otros intelectuales, son perfectamente conscientes de lo que
piden. Pero muchas personas solamente pedían algunos cambios; no conocían las implica-
ciones lógicas de lo que reclamaban (...). En una revolución, hay jefes y hay seguidores. Los
jefes saben lo que quieren pero los seguidores solo tienen una vaga idea de lo que hacen.
Muchas personas que estaban en la plaza de Tian An Men pensaban que solamente pedían
algunos cambios, pero no sabían que se trataba realmente de una revolución para salir del
sistema.”
Así pues, el Partido Comunista chino y el partido fascista taiwanés están de acuerdo
en una cuestión, pero que tiene mucha importancia: el movimiento “democrático” de Pekín
tenía efectivamente un carácter contrarrevolucionario.

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El programa de Fang Lizhi

Para juzgar si esta estimación es correcta, es importante analizar, con toda objetivi-
dad, cuál el programa político propuesto por el núcleo dirigente en la Plaza de Tian An Men.
El movimiento, previsto inicialmente para el 4 de mayo de 1989, fue preparado du-
rante todo el año 1988. A comienzos del año 1989, Fang Lizhi, el padre espiritual indiscuti-
ble del movimiento, hace una gira por las capitales occidentales con el fin de recabar apoyos
para el inminente movimiento.
El 17 de enero de 1989, Fang Lizhi publica en Libération un artículo titulado “China
necesita democracia”, consigna repetida después por el movimiento estudiantil de Pekín.
Denigrando los 40 últimos años de construcción socialista, Fang Lizhi declara: “la lógica solo
puede llevar a una conclusión: las desilusiones de los últimos 40 años deben ser atribuidas
al sistema social mismo (...). El socialismo, en su variante Lenin-Stalin-Mao, ha sido comple-
tamente desacreditado.” Partidario de la introducción de las leyes del capitalismo en China,
añade: “¿Puede una economía libre ser compatible con la forma específicamente dictatorial
del gobierno chino? Una mirada sobre la China de 1988 nos muestra que por lo general la
respuesta es no. En primer lugar, China difiere de otros países en que su sistema de dictadu-
ra no es capaz de aceptar una economía totalmente libre. Y esto es porque la dictadura socia-
lista está íntimamente vinculada a un sistema de ‘propiedad colectiva’ y porque su ideología
fundamentalmente antitética del tipo de derechos de propiedad requeridos por una econo-
mía libre.”
Fang Lizhi prosigue aclarando que por la expresión “libertad de prensa” entiende la
libertad de expresión para la clase ascendente de los capitalistas chinos: “El editor de un pe-
riódico de Cantón ha escribto recientemente que la función de su periódico era hablar, no en
nombre del PCCh, sino en nombre de la clase media emergente de Cantón.”
Y para rematar su artículo, Fang Lizhi explica la táctica que hay que seguir, inspi-
rada en gran parte por las experiencias polaca y húngara: “La democracia es algo más que
un eslogan: ejerce una presión consustancial a ella. El fin de esta presión es obligar a las
autoridades, progresivamente y mediante medios no violentos, a aceptar cambios hacia la
democracia política y la economía libre.”
En el momento en que el autodenominado movimiento por la democracia se lanzara
en Pekín, sus diferentes voceros no hacían más que retomar estas orientaciones cuando
hablaban de las perspectivas económicas y políticas de China.
Esta declaración-programa de Fang Lizhi muestra todo su alcance cuando se exami-
na paralelamente la política declarada de Taiwán para el continente. Recientemente, el pri-
mer ministro taiwanés, M. Lee Huan, exponía la línea de actuación ante su gobierno. Según
Lee Huan, Taiwán “solo había emprendido una ‘ofensiva política’ sobre el continente, porque
una ofensiva militar exigiría sacrificios demasiado elevados y causaría demasiados daños.”
Y en los documentos de base del Kuomintang, encontramos las siguientes líneas directrices:
“Proseguir activamente el trabajo ideológico en el continente para contrarrestar la estra-
tegia del Partido Comunista. Eliminar la dictadura marxista-leninista sobre el continente.
Destruir el sistema de valor único del comunismo chino. Permitir la propiedad privada de la
tierra y el desarrollo de la empresa privada.”

La Federación para la Democracia y el Kuomintang: las coincidencias

Tres meses después de la represión del movimiento, sus principales líderes se reúnen
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en París para crear la Federación para la Democracia en China. Elije para su dirección a Yan
Jiaqi, principal dirigente de los intelectuales de la Plaza de Tian An Men, muy próximo a Zhao
Ziyang, a Wuer Kaixi, el principal dirigente estudiantil, y a Wan Runnan, uno de los más im-
portantes capitalistas privados de la República Popular.
El programa adoptado por la Federación no se distingue en nada del que sigue el
Kuomintang. La Federación de los “demócratas” denuncia al Partido Comunista que ha crea-
do “un sistema donde el totalitarismo stalinista se mezcla con el despotismo oriental”. Afir-
ma que “la tolerancia del pueblo chino hacia el Partido Comunista ha alcanzado su límite ex-
tremo”. Sus objetivos principales son formulados así: “Desarrollar la economía de iniciativa
privada y ponerle fin a la dictadura de partido único.”
Desde el momento en que fue publicado este programa, el paralelismo entre la polí-
tica de los fascistas taiwaneses y los dirigentes del movimiento de Tian An Men tenían que
haber alarmado a todos los progresistas y anti-imperialistas. Desde entonces, las posiciones
de estos dos grupos anticomunistas se acercaron aún más.
En primer lugar, tanto el Kuomintang como la Federación para la Democracia busca-
ban derrocar al Partido Comunista, apoyándose en las fuerzas de la alta burguesía de Tai-
wán, de los Estados Unidos, de Hong Kong y Singapur.
Ante un auditorio de San Francisco, Shaw Yuming, director general de información
del gobierno de Taiwán, declara: “El gobierno de la República de China (Taiwán) ha seguido
de cerca el movimiento estudiantil desde el principio y ha estudiado varias contra-estra-
tegias. Sin embargo, para no dar ningún pretexto a los comunistas chinos para suprimir el
movimiento, hemos tenido que adoptar una actitud extremadamente prudente. (...) Nuestra
esperanza es utilizar el modelo de desarrollo de Taiwán como base para alcanzar nuestro
objetivo: la eventual reunificación de China bajo un sistema libre e democrático. (...) Los chi-
nos del continente, de Taiwán, de Hong Kong, de Macao, de los Estados Unidos, de Canadá,
de Europa y de la región Asia-Pacífico han llegado todos a un consenso después de la masa-
cre de Tian An Men, en especial para ponerle fin a la tiranía de los comunistas chinos.”
Esta orientación política taiwanesa es retomada prácticamente letra por letra por el
portavoz de los intelectuales del movimiento de Pekín, Yan Jiaqi. El 28 de julio de 1989, con
motivo de la primera sesión del Congreso de los Estudiantes Chinos en los Estados Unidos,
en Chicago, declara: “Tienen que venir contribuciones de los chinos de ultramar. Los comu-
nistas chinos pueden controlar al pueblo con tanques, pero no pueden suprimir la empresa
privada fuera de China. La democracia depende de la expansión económica. El hecho de que
Taiwán tenga un gobierno democrático bajo la dirección de la República de China es bienve-
nido para nosotros. Lo importante no es tanto que China esté dividida entre fuerzas socia-
listas y capitalistas, lo importante es que unas son dictatoriales y otras democráticas. Para
nosotros, cualquiera que se alinee con una dictadura es nuestro enemigo y cualquiera que
se oponga a la dictadura es nuestro amigo. El pueblo de Taiwán luce alta la bandera demo-
crática. Me parece que ésta es la base fundamental para la reunificación de Taiwán y de la
China continental.”
La segunda coincidencia: Kuomintang y la Federación para la Democracia, denigran
ambos dos la experiencia socialista de China desde la liberación en 1949. A la pregunta del
periodista: “Los chinos idealizan mucho los primeros años del comunismo, ¿está de acuer-
do?”, Yan Jiaqi responde: “¡En absoluto! El comienzo de los años 50 es la época en la que el
PCCh instalaba las bases de su poder, en la que perseguía a los partidarios del Kuomintang
de Chang Kai-Chek, en la que expropiaba a los capitalistas sin hacerlo a la luz del día y en el
campo, repartía la tierra entre los campesinos expropiando a los terratenientes. Es la época
en la que el PCCh iniciaba su primera campaña contra los intelectuales y todas las personas
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que pensaban de otra forma.” Su argumentación es un calco de las tesis de los fascistas del
Kuomintang que pretenden que, desde su llegada al poder, el Partido Comunista ha llevado
a cabo una política “criminal”.
La tercera coincidencia: todo el discurso del Kuomintang, como el de la Federación
por la Democracia, tiene como eje una idea central: la empresa privada, el capitalismo salva-
je.
El Secretario General de la Federación por la Democracia en China no es otro que el
millonario Wan Runnan, ex - director general de la sociedad de equipos electrónicos Stone,
una de las empresas privadas más importantes de China. Tenía unos beneficios de cerca de
50 millones de dólares al año. En febrero de 1990, Wan Runnan ofrece sus impresiones a
la revista Boletín de Sinología, editada en Hong Kong. La revista relata la entrevista como
sigue: “Wan Runnan cree que la dictadura del partido único constituye un freno para el de-
sarrollo económico. Preconiza la instauración de un sistema de propiedad privada en lo eco-
nómico y de un sistema pluralista en lo político.” En la City University de Nueva York, Wan
Runnan declara: “Una solución simples a los problemas de China consiste en privatizar la
propiedad, haciendo así posible la emergencia de una clase media.” Yan Jiaqi confirma esta
opción precisando que una economía socialista es la base del totalitarismo, una idea propia
de Fang Lizhi. “Mientras China no adopte un sistema de derecho de propiedad en la econo-
mía, está condenada al totalitarismo y al control del pensamiento.”

Las peregrinaciones a Taiwán

Recientemente, la Federación para la Democracia en China dio a conocer una estra-


tegia en cuatro fases, a través de su presidente Jan Jiaqi. Primera fase: la caída de Li Peng.
Segunda fase: revisión del juicio sobre la naturaleza del movimiento de Pekín. Tercera fase:
vuelta de los disidentes y reforma de la constitución en dirección hacia un sistema plura-
lista como el de Polonia, Hungría y la Unión Soviética. Cuarta fase: estabelecimiento de un
sistema federal y elecciones multipartidarias, con la participación del Partido Comunista, el
Kuomintang y la Alianza Democrática. Cuanto menos, el objetivo está claramente expuesto:
la vuelta del viejo partido fascista y la llegada de un nuevo partido creado en los Estados
Unidos por agentes chinos de la CIA.
Cuando nosotros afirmamos, algunos meses después de la represión del movimiento
pro-imperialista de Pekín, que éste estaba efectivamente dirigido por contrarrevoluciona-
rios y que pretendía establecer el régimen de Taiwán en China, los trotskistas se hicieron
los indignados. Mandel tuvo el atrevimiento de escribir: “la victoria de los estudiantes habría
reforzado la base del socialismo en China. Su aplastamiento en un baño de sangre por una
camarilla de déspotas militares fue un duro golpe al socialismo.” Sin embargo, no tuvimos
que esperar ni un año antes de ver a todos los protagonistas del movimiento supuestamen-
te democrático quitarse la careta y mostrarse abiertamente como agentes de Taiwán y de
los Estados Unidos. Y así, vemos claramente de qué fuerzas el señor Mandel es abogado.
Yan Jiaqi, el pensador del movimiento “democrático”, fue a Taiwán el 8 de mayo de
1990 para declarar lo siguiente: “Para la democratización de la China continental, la expe-
riencia de Taiwán tiene un gran valor de referencia.”
El segundo héroe de la plaza de Tian An Men era Wuer Kaixi. El 29 enero, solicitó una
entrevista con John Chang, el director del departamento de asuntos chinos del Kuomintang,
es decir, el jefe del espionaje taiwanés en la República Popular. Nuestro demócrata le declaró
al fascista: “La comunicación entre los chinos anticomunistas es el primer paso hacia la uni-
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dad.”
Su Hsiao-kang, el célebre escritor, autor del telefilm Elogio del Río, llegó a Taiwán a comien-
zos de enero, acompañado por otros cuatro escritores militantes de la Plaza de Tian An Men.
Allí denunció “el totalitarismo de tipo stalinista impuesto por Mao Zedong”. Según la pren-
sa taiwanesa, “criticó a los taiwaneses por ser ‘algo flojos’ en su respuesta al movimiento
democrático en el continente”. Aún según la prensa del Kuomintang: “Su decía que ciertos
miembros de la Federación para la Democracia en China creían que ‘la acción sangrienta y la
guerra civil son inevitables en el combate por la democracia’.”
Yueh Wu, dirigente del Sindicato Obrero Independiente de Pekín, muy bien consi-
derado por nuestros trotskistas, llegó el 16 de enero a Taiwán, por invitado de la…. ¡World
Anti-Communist League!
En el mes de enero, todos los dirigentes de la Federación, liderados por el Secretario
General Wan Runnan, así como cincuenta estudiantes y escritores del movimiento de Tian
An Men, fueron invitados a Taiwán. Un cuadro del Kuomintang declaraba: “Es hoy es un
secreto a voces el que todos los grupos importantes del movimiento democrático reciben la
mayor parte de sus fondos de ayuda de Taiwán.”
Estas informaciones pueden darle escalofríos a todos los que creyeron, en un mo-
mento u otro, que los estudiantes de Tian An Men eran unos jóvenes ingenuos, políticamen-
te vírgenes. Sin embargo, ahí están las pruebas: para toda la dirección de este movimiento,
la “libertad” es la libertad de la empresa capitalista y de la explotación, la “democracia” y
el multipartidismo son la vuelta del partido fascista del Kuomintang y de sus escuadrones
de la muerte a China. La gran campaña anticomunista que Amnistía Internacional lanzó en
mayo de 1990 tenía por lema: “El año pasado, la primavera llena de esperanza florecía en
China.”
Es una consigna claramente política que repite la versión difundida por los estrategas
del imperialismo: el movimiento por la democracia era una primavera llena de esperanzas.
Ahora bien, si Amnistía Internacional quiere hacer política (y la hace con gran refinamiento),
no puede impedir un debate abierto en sus filas sobre el análisis de este movimiento. Y un
análisis objetivo lleva a una conclusión incontestable: este movimiento tenía por objetivo el
restablecimiento de la dominación neocolonial sobre China y al renacimiento de la domina-
ción fascista del Kuomintang. Y ésta es la orientación que defiende Amnistía Internacional
– Bélgica bajo el pretexto de “no hacer política”.

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Capítulo 3

SU “PACIFISMO” ERA UNA MENTIRA: AQUÍ ESTÁN LAS PRUEBAS



Hu Yaobang murió el 15 de abril de 1989. El sector derechista entre los estudiantes
de Pekín aprovecha el momento para exigir que la tendencia de Hu, cuya orientación liberal
y pro-imperialista es bien conocida, obtenga la dirección absoluta del Partido y que los últi-
mos representantes de la línea marxista-leninista sean eliminados. El primer requerimiento
de esta derecha es la reevaluación de los méritos de Hu Yaobang, criticado en 1987, y la
rehabilitación política de todos sus partidarios excluidos del Partido, cuya figura principal
es Fang Lizhi, el célebre apologista del imperialismo americano y del régimen de Taiwán. El
24 de abril, este núcleo estudiantil anuncia la formación de un comité preparatorio para la
Federación Nacional de los Estudiantes y su ruidoso apoyo a Solidarnosc indica su intención
de constituir un centro político legal capaz de unir a todas las fuerzas anticomunistas.
Como respuesta, el Buró Político del Partido Comunista denuncia el 26 de abril “una
conspiración organizada” y “una agitación que pretende acabar con la dirección del Partido
Comunista y con el sistema socialista”.
El 2 de mayo, el núcleo estudiantil hace una petición al Partido en la que afirma res-
ponder a la oferta de diálogo hecha por el gobierno. Cuando se estudia esto minuciosamente,
se comprueba que esta gente no busca de ninguna manera modo el diálogo, sino el enfren-
tamiento y que su fin último es la caída del Partido Comunista. En el primer punto, exigen “la
igualdad absoluta” entre las dos partes, los estudiantes y las autoridades nacionales, con la
presencia de los más altos responsables más altos del Partido y del Estado. Los estudiantes
deben ser representados por la Federación Autónoma de los Estudiantes, lo que implica el
reconocimiento oficial de las organizaciones anti-socialistas. El grupo pide además que el
encuentro sea retransmitido íntegramente por la televisión, facilitando así a implantación
de la organización anticomunista en todo el país.
Comprendiendo perfectamente el sentido político de esta táctica, una revista del
gobierno norteamericano declara: “Si esta petición hubiese sido concedida, los estudiantes
habrían obtenido la legalización de la primera organización política completamente inde-
pendiente de la historia de la República Popular y la negación de los cuatro principios funda-
mentales de Deng Xiaoping.”

Zhao Zhiyang se une a la contrarrevolución

Un primer hecho importante en los acontecimientos se produjo el 4 de mayo, con el


discurso de Zhao Zhiyang, a su regreso de Pyongyang. Ante los miembros del Banco Asiáti-
co de Desarrollo, Zhao presenta una valoración positiva del movimiento estudiantil en curso
y desaprueba a los que consideran que este movimiento está dirigido por fuerzas anti-socia-
listas.
En lo sucesivo, una revista del gobierno norteamericano hizo el siguiente análisis de
la intervención de Zhao: “A pesar de la enorme dimensión de las manifestaciones, aún no
constituían una rebelión popular. Solamente lo fueron en el momento en el que los manifes-
tantes vieron que tenían la simpatía claramente manifiesta de una fracción del Partido y del
aparato gubernamental, y que ayudaban a esta fracción en su lucha los conservadores. Este
proceso comenzó después del discurso del 4 de mayo de Zhao.”
Muchos miembros del Partido Comunista se ven desorientados ante estas dos apre-
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ciaciones completamente contradictorias del movimiento estudiantil, ambas dos provenien-


tes de la dirección del Partido. Zhao da inmediatamente instrucciones a todos los medios
de comunicación para que apoyen el movimiento en curso. Gracias a los medios de comu-
nicación, el movimiento estudiantil se transforma en movimiento popular. Después de la
declaración de la ley marcial, el 20 de mayo, y hasta el 25 de mayo, la prensa, la radio y la
televisión llaman a la población a oponerse a la entrada del ejército en Pekín.
En este momento, en medio de la confusión política general, hubo también fuerzas
de izquierda auténticas, gente que criticaba las reformas de Deng Xiaoping desde las posi-
ciones de Mao Zedong y de Chou Enlai, que se comprometieron con el movimiento. Desde
este momento, los manifestantes persiguieron objetivos diametralmente opuestos, unos
queriendo regresar a los principios socialistas de los años de Mao y otros empujando las re-
formas hasta la introducción de la economía de mercado. Estos últimos tuvieron en todo
momento la dirección política del movimiento en su conjunto.

La derecha al asalto del poder

El 17 de mayo, Yan Jiaqi, uno de los principales dirigentes del movimiento y colabo-
rador próximo de Zhao, publica el Manifiesto del 17 de Mayo. En él apoya a Zhao Zhiyang
contra el “emperador” Deng Xiaoping y contra “el gobierno bajo control absoluto de un dic-
tador”. Yan escribe: “¡Abajo la editorial del 26 de abril! ¡Abajo la dictadura! ¡Viva el espíritu de
oposición a la tiranía!” Su manifiesto es publicado al día siguiente por la prensa de Taiwán.
Desde ese día, el núcleo dirigente del movimiento habla abiertamente de la eliminación de la
izquierda marxista del gobierno.
Podemos leer en una declaración de la dirección del movimiento en Tian An Men,
el 21 de mayo: Nosotros no somos la “clase de personas que buscan un compromiso con un
gobierno que trata a este movimiento patriótico de manera errónea”. Si el gobierno no se va,
entonces “los disturbios nunca tendrán fin”. El mismo 21 de mayo, Yan Jiaqi exige en una de-
claración el derrocamiento del primer ministro Li Peng, del presidente de la República Yang
Shangkung y de la autoridad militar superior, Deng Xiaoping. Yan reclama su expulsión del
Partido y que se le siente ante un tribunal.
Pero a finales de mayo de 1989, la gran mayoría del comité central del Partido cierra
filas junto a Deng Xiaoping y Li Peng y se une contra la fracción pro-capitalista de Zhao Zhi-
yang.
El 1 de junio, el cuartel general de los estudiantes en Tian An Men exige el fin de la ley
marcial y la retirada de las tropas. Anunciando la violencia inminente, afirma: “Si estas rei-
vindicaciones no son aceptadas, los estudiantes están preparados para sacrificar sus vidas.”
El movimiento está claramente perdiendo velocidad. Pero el núcleo duro no piensa
ceder de ninguna manera. Al contrario, se preparan acciones desesperadas. Los estudiantes
deciden seguir ocupando la Plaza de Tian An Men hasta la sesión de la Asamblea Nacional
del 20 de junio. Es decir, pretenden mantener indefinidamente, en el corazón mismo de la ca-
pital, una agitación que dura ya desde hace seis semanas. Aún es posible una nueva oleada
de protestas en Pekín. Algunos disturbios se manifiestan ya en las provincias. Una revista
del gobierno norteamericano, que constata la decadencia del movimiento, escribe: “A causa
del flujo de apoyo financiero procedente del sector privado chino y de los simpatizantes de
ultramar y del refuerzo proporcionado por nuevos reclutas llegando a la capital, era difícil
hacer que el movimiento se disuelva por sí mismo.”
Después de una campaña de información de dos semanas, durante la cual las autori-
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dades no aplicaron la ley marcial, deciden desocupar la Plaza por medio del ejército y de las
fuerzas del orden. El 2 de junio, envían soldados desarmados para hacer que los estudiantes
se marchen. No es en absoluto una “provocación”, como dice la prensa anticomunista. El en-
vío de soldados sin armas coincide perfectamente con la fase de decadencia del movimiento
y la voluntad del Partido de acabar con los desórdenes sin violencia, una política llevada de
manera constante desde hacía ya seis semanas y absolutamente inconcebible en cualquier
país imperialista. Este 2 de junio, los soldados desarmados fueron atacados, golpeados y he-
chos prisioneros por estudiantes y elementos desclasados.

Prepararon sistemáticamente la violencia

Si es indiscutible que la gran mayoría del estudiantado no quería la violencia, también


evidente que, desde el principio y de manera metódica, la dirección del movimiento preparó
los ánimos para el enfrentamiento y la violencia.
El 21 de abril de 1989, se hace un llamamiento a la huelga en la universidad de Bei-
da. “¡Queremos hacer progresar la democracia por la sinceridad de nuestro sacrificio, poco
importa la represión, escalaremos montañas de láminas cortantes, nos sumergiremos en
océanos de fuego!” Éste un lenguaje que llama a la sangre.
Otro periódico mural del 23 de abril retoma textualmente la propaganda de Taiwán:
“La democracia y la libertad. Éste es el fin de nuestra huelga. La lucha es inevitable, hay que
aceptarla sin temor. Habrá víctimas, pero el sacrificio vale la pena. ¿Podemos aceptar el dolor
que nace de la esclavitud? Nacemos libres, ellos quieren hacer de nosotros esclavos.” Es una
táctica diseñada desde hace tiempo por la CIA para la lucha en los países socialistas: evitar
tanto tiempo como sea posible el enfrentamiento directo con los órganos de la dictadura del
proletariado; ganar una vasta influencia entre las masas vacilantes proclamando su volun-
tad pacifista; preparar psicológicamente el enfrentamiento inevitable, y finalmente hacer
destacar que las autoridades desencadenaron la agresión y que los manifestantes estaban
en estado de legítima defensa.
El 13 de mayo, los dirigentes deciden dramatizar la lucha iniciando una huelga de
hambre de 3.000 estudiantes. Preparando el enfrentamiento, hablan cada vez más a menu-
do de la muerte. En La petición de la huelga de hambre, los estudiantes de la universidad de
Pekín hablan del “momento crucial de vida o muerte, que decidirá sobre la supervivencia o
el hundimiento de la nación. Ciertamente, la muerte no es nuestro fin. Pero si la muerte de
una persona puede mejorar la vida de muchos otros, si puede hacer que nuestra nación sea
próspera y grande, entonces no tenemos el derecho de actuar cobardemente.” Un profesor
chino de inglés explica a un periodista de Libération la táctica seguida por el movimiento.
“Primero, la dirección del Partido comunista debe reconocer la asociación de estudiantes y la
legitimidad de nuestro movimiento. Pero éstas solamente son nuestras primeras exigencias.
Deben abandonar la plaza. Y si piensan utilizar la violencia, ocurrirá en China lo que ocurrió
en Francia en 1789, la toma de la Bastilla.”
El 22 de mayo, los estudiantes de la Plaza de Tian An Men elevan aún más la tempe-
ratura. “Li Peng y Yang Shangkun han dado un golpe de Estado contrarrevolucionario. Han
destituido al secretario general Zhao Ziyang. Todo el pueblo debe aplastar este golpe de Es-
tado y rechazar al gobierno de Li Peng.” Aplastar un golpe de Estado contrarrevolucionario:
¿es posible hacer esto con gentileza y pacifismo?
El martes, 30 de mayo, una bandera ondea sobre la Plaza de Tian An Men: “El 1789
de China”, llamando abiertamente a una revolución para derrocar al régimen. Un tal Wang
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declara al periodista de Libération: “La historia demuestra que no se puede conquistar la


libertad sin recurrir a la violencia. Es lamentable, pero debe correr la sangre. En China no ha
llegado aún el momento. La violencia nos aislaría de las masas. Primero tenemos que des-
pertar al pueblo y ganarnos su apoyo para la causa de la democracia.”
La tarde del 3 de junio, a las 21 horas, antes de la intervención de las fuerzas del
orden, Chai Ling pide a los estudiantes de la plaza que levanten la mano y juren: “Por el pro-
greso de nuestro país hacia la democracia, por la prosperidad de nuestro país y para impedir
que mil millones de chinos mueran en la guerra, juro proteger la Plaza de Tian An Men y la
República con la vida. Nuestras cabezas pueden ser cortadas y puede derramarse nuestra
sangre, pero la plaza del pueblo no se puede perder. Estamos listos para pelear hasta el fin
hasta el último de nosotros.”

Los pacifistas: “¡Sabemos que debe correr la sangre!”

Encontramos una discusión extremadamente significativa y reveladora respecto al


“carácter pacífico” del movimiento, en la revista Problems of Communism, publicada por la
Agencia de información del gobierno norteamericano. Demuestra, de manera irrefutable,
dos cosas. Primero: la opción no violenta del movimiento de Pekín era una simple táctica,
una hábil maniobra para recabar el mayor apoyo posible para las actividades y las tesis an-
ticomunistas. En segundo lugar: hay una división de papeles. Mientras los voceros “oficia-
les” cantaban la no violencia, elementos “especializados” se preparaban para la violencia,
dispuestos a usarla en cuanto fuera necesario. Esto es lo que dice la revista del gobierno
norteamericano sobre la “no-violencia” de estos dirigentes estudiantiles tan inocentes.
“Consideraciones de carácter práctico han aconsejado una aproximación no violenta.
El régimen comunista todavía controla fuerzas militares y policiales impresionantes. El ejér-
cito y las fuerzas de la policía se han mantenido firmemente al lado del régimen. Su apoyo
explica el por qué sería poco realista para el movimiento democrático irse a las montañas
como lo hizo Mao en los años treinta. Los demócratas dicen que si la violencia debe tener
un papel en el futuro de China, tendrá que venir del interior del ejército chino. El presiden-
te de la Primavera de China, Hu Ping, dijo en el Cuarto Congreso de la organización en Los
Ángeles, Estados Unidos: “Nuestra organización no tiene suficiente fuerza como para dar
un golpe militar”. Wan Runnan, de la Federación Democrática, ha dicho: “Nuestro principio
de no-violencia no significa que no correrá la sangre. Hay una división de papeles. Nues-
tro papel es organizar actividades pacíficas, racionales y no violentas. Pero otros cumplirán
otros papeles.” La no-violencia y el apoyo al socialismo ofrecen las mejores posibilidades
para construir una gran coalición contra el régimen y para atraerse el máximo apoyo oficial
y no oficial en el extranjero. Como declaraba un dirigente de la Primavera de China declara-
ba durante los debates para el Cuarto Congreso: “Solo la bandera de los métodos pacíficos
puede reunir una gran audiencia popular. Si alguien aquí me pide dinero a cambio de fusiles,
seguramente quisiera dar los fusiles para la caza de aves.”

Los amotinados golpearon primero

Cuando el ejército y la policía quisieron restablecer el orden, después de dos semanas


de trabajo de explicación, los primeros heridos, y los primeros muertos también, cayeron del
lado del ejército.
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El periódico Libération describe los acontecimientos del viernes 2 de junio con estas
palabras: “Las masas se lanzaron encima de los militares, la inmensa mayoría muy nuevos
y sin armas. Miles de soldados fueron hechos prisioneros. Sus oficiales les ordenaban no
resistir.” El sábado 3 de junio, a las 15 horas, el periodista de Libération apunta que unos
manifestantes le prendieron fuego a autobuses militares. Y continúa: “Se expusieron armas
recogidas de uno estos vehículos. Pekín presenta ya, esta tarde, un ambiente de motín. ‘Sin
violencia no podemos lograr cambios. Debemos prepararnos para eso. No tememos la vio-
lencia’, grita un obrero. Esta violencia ya está en el aire. Sábado, 17h15. Palacio del Pueblo.
Jóvenes patrullan con piedras y largas porras arrancadas de las manos de los policías. ‘Esta-
mos preparados para el sacrificio’, grita un orador improvisado. ‘Si cae un de nosotros, un mi-
llón se levantará”. Las masas gritan: ¡abajo el régimen fascista! Cada vez más gente habla de
‘responder a la violencia del Estado.’ Por la tarde, “a lo largo de kilómetros, tanto en el oeste
como en el este de la Plaza de Tian An Men, la avenida Chang’an no es más que una suce-
sión de barricadas.” El periódico derechista The Far Eastern Economie Review escribe: “En
la tarde del 3 de junio, una nueva intervención de soldados a pie y desarmados fue parada
enfrente del Hotel de Pekín, pero esta vez algunos soldados fueron golpeados brutalmente
por bandas de jóvenes delincuentes que habían aparecido por primera en la zona de Tian An
Men con barras de hierro y palos. Más tarde, en diversos incidentes, varios soldados perdie-
ron la vida, golpeados y lapidados con piedras. En Chong Wen Men, el cuerpo de un soldado
fue arrojado de una pasarela y quemado. En otro incidente, varios manifestantes mutilaron
el cuerpo de un soldado.”
Un ciudadano belga en Pekín declara por teléfono: “Primero enviaron los tanques del
38º ejército contra los ocupantes de Tian An Men. Trató de que no hubiese violencia. No lo
consiguió, de hecho hubo muertos en sus filas.”
¿Quiénes son estos grupos de asesinos? Johan Galtung examinó grabaciones en ví-
deo de la violencia y escribió: “Son extremadamente móviles, lanzan cócteles molotov, sa-
biendo exactamente cómo destruir un vehículo, incluso un tanque. Aparentemente, tienen
unos treinta años.” Podemos creer razonablemente que agentes entrenados de Taiwán, esa
base mundial de escuadrones de la muerte, agentes que pudieron actuar desde hace tempo
gracias a la laxitud del gobierno, han jugado un papel importante en esta violencia. Taiwán
tenía mucho interés en que el movimiento terminará en un baño de sangre y tenía los me-
dios para realizar las provocaciones necesarias para este fin.

¿Empujados deliberadamente a la muerte?

Hasta un periódico tan anticomunista como es Libération, se ve obligado a sugerir


la hipótesis según la cual los dirigentes del movimiento estudiantil habrían provocado de-
liberadamente el fin violento de un movimiento que estaba perdido. Libération cita a un di-
rigente llegado a Occidente, Lao Mu: “Dos semanas antes de la matanza, sabíamos que todo
estaba perdido y Wang Juntao hizo preparar documentación falsa para cubrir la huída de los
intelectuales y de algunos estudiantes que dirijan el movimiento, entre los que estaba yo.”
Y Libération formula la pregunta necesaria: “¿Por qué Wang Juntao se opuso a la evacuación
de Tian An Men, si las informaciones comunicadas a los activistas por la periodista Dai Qing,
algunos días antes, sobre la inminencia de una intervención militar indiscriminada, eran fia-
bles? ¿Algunos dirigentes del movimiento consideraron que un mártir serviría mejor a su
causa?” ‘Toda la estrategia del movimiento estaba basada en un mártir’, subrayaba reciente-
mente un de los líderes clandestinos de un red democrática.”
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El ejército tenía la obligación de acabar con el motín

El 4 de junio, era urgente que el ejército interviniera para ponerle fin a las provocacio-
nes mortales y a la ocupación de la Plaza de Tian An Men.
Desde el 1 de junio, La Voz de América informaba sistemáticamente que unidades del
ejército estaban a punto de enfrentarse entre ellas, que había soldados que se negaban a im-
poner la ley marcial, que el gobierno ya no tenía ningún apoyo. En otras palabras, la emisora
de radio de la CIA incitaba abiertamente a la insurrección.
El ejército no podía eclipsarse ante la violencia y los asesinatos de los amotinadores,
tampoco podía permitir que los anticomunistas siguieran ocupando el corazón de la capital.
Esto había sido considerado por todas las fuerzas anti-socialistas como una expresión de la
impotencia del ejército para reaccionar ante las fuerzas de la contrarrevolución, como una
clara señal de que el poder estaba totalmente paralizado y, podía, por consiguiente, ser de-
rrumbado.
Se había hecho necesaria la intervención del ejército para ponerle el motín antico-
munista se volvía necesaria, pero constituía al mismo tiempo la prueba del fracaso de cierta
política. En efecto, la orientación pro-capitalista, pro-imperialista de Hu Yaobang y de Zhao
Zhiyang ha provocado un descontento justificado en la población, creando al mismo tiempo
una gran confusión política. Al no comprender el alcance del programa del núcleo duro de
Tian An Men, una parte de la población de Pekín se oponía a la intervención del ejército.
Para combatir la violencia justificada con la que el país socialista se defiende contra
el imperialismo, los peores fascistas hablan en nombre del humanismo y del humanitaris-
mo. Lo cual demuestra que siempre hay que hacer un análisis de clase cuando una fuerza
política empieza a hablar de humanismo. El portavoz del gobierno fascista de Taiwán, dijo
lo siguiente respecto de las injerencias norteamericanas en la República Popular de China,
comentó: “Los Estados Unidos probaron que eran dignos de ser los dirigentes del mundo
libre al enarbolar muy alto los principios del humanismo y de los derechos humanos.” Sin
embargo, en los primeros meses de 1990, en El Salvador, bandas fascistas entrenadas por
Taiwán, bombardean ciegamente los barrios populares de la capital, masacrando a la pobla-
ción con armas pesadas. Al llegar a Taiwán, el 21 de febrero de este año, el presidente salva-
doreño, Christiani, declara: “Juntos seremos capaces de marchar por el camino de la libertad
y de la democracia.” Durante la agresión contra Panamá, un Estado independiente, los Es-
tados Unidos mataron, según Eduardo Galeano, a 7000 civiles. Todos los crímenes incalifi-
cables del imperialismo, son borrados sistemáticamente de la memoria de nuestros pueblos,
mientras que la represión justificada dirigida contra la subversión imperialista, en Pekín, es
recordada por la BBC, día tras días, semana tras semana, desde hace más de un año, como
el crimen más grande contra la humanidad. No podemos estar del lado de los pueblos del
Salvador, Guatemala, Granada, Panamá, Argentina, Filipinas, pueblos aterrorizados por los
Estados Unidos y Taiwán, y no estar del lado del gobierno socialista chino que combate los
intentos de reconquista de China por parte de Taiwán y los Estados Unidos.

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Capítulo 4

CHINA EN LA ENCRUCIJADA

¿Cómo evocar el futuro de este inmenso país que es China popular, un año después
de la represión del motín contrarrevolucionario de Pekín?
Hoy, todavía existe el riesgo de que la agitación contrarrevolucionaria vuelva a em-
pezar y todavía existe el peligro de que la línea revisionista y pro-capitalista se haga con la
dirección del Partido Comunista chino. Si, de esta manera, la derecha llega minar el Partido
desde el interior del mismo para después derrocarlo, China se sumergirá en un caos catas-
trófico que, en algunos años, costará la vida a millones de personas.
China podrá evitar este cataclismo a condición de que el enderezamiento, la rectifica-
ción y la revolucionarización del Partido Comunista sean llevadas hasta el fin. Sólo el socia-
lismo puede salvar a China y sólo el Partido Comunista puede dirigir la construcción socia-
lista. La historia reciente tanto de Europa del Este, como de China, nos enseña, una vez más,
que en los países socialistas, hay que llevar dos tipos de luchas. Por una parte está la lucha
contra los reaccionarios, los elementos hostiles al socialismo, los agentes del imperialismo.
Pero también está la lucha en el interior del Partido por la conservación de sus cualidades y
de sus tradiciones revolucionarias. Esta lucha por la revolucionarización constante del Parti-
do, esta lucha contra las tendencias hacia la degeneración es, sin duda, la más compleja, pero
también la más crucial.
Estamos en desacuerdo con aquellos que hacen de la lucha por “la democracia” la
cuestión esencial. El ejemplo de Tian An Men demuestra claramente que la palabra “demo-
cracia”, supuestamente por encima de las clases, sirve para propagar el desarrollo libre de
toda clase de organizaciones anti-socialistas y pro-imperialistas. Así, “la democracia” es la
consigna central de Taiwán y en este caso significa el derecho del partido fascista Kuomin-
tang de regresar a China. Defendemos el desarrollo de la democracia socialista, es decir la
participación activa y constante de las masas populares en la edificación del socialismo, en
su defensa y en el perfeccionamiento de su sistema político y económico. El desarrollo de la
democracia socialista está condicionado por la revolucionarización del Partido. Un elevado
grado de democracia socialista depende del trabajo ejemplar de los comunistas, de su liga-
zón con las masas, de su estilo de vida simple y de dura lucha, de su espíritu de sacrificio, de
su fidelidad, no en palabras sino en hechos, hacia el marxismo-leninismo y de su capacidad
para centralizar todas las ideas progresistas de las masas.

Pero el Partido cometió errores...

A veces, se nos objeta que el Partido Comunista chino ha cometido errores y fallos.
Esto es una evidencia. Pero, ¿cuáles son las conclusiones que se sacan de esta constatación?
Situarse en el lado de la contrarrevolución y del revisionismo, ¿es ésa la cura para las en-
fermedades del socialismo? Todas las corrientes demagógicas siempre se apoyarán en los
errores y las debilidades reales del Partido, para impulsar sus concepciones anti-socialistas
y contrarrevolucionarias.
Los que apoyaron a los héroes de la Plaza de Tian An Men pueden ahora constatar
amargamente que apoyaron a una dirección ferozmente anti-socialista y pro-taiwanesa.
Los que apoyaron al moderado, al reformador, al hombre que dio pruebas de flexibilidad y
de voluntad de diálogo, Zhao Zhiyang, pueden ver hoy que apoyaron una línea política de
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privatizaciones y de mercado libre. Luchar contra los errores y las debilidades del Partido
desde una óptica revolucionaria, es luchar por la depuración del Partido de los elementos
burgueses, oportunistas, burocráticos y podridos, es luchar por la conservación de los prin-
cipios marxista-leninistas y por su desarrollo.

Buena y mala gerontocracia

Los acontecimientos de China nos enseñan una vez más que, bajo el socialismo, la
lucha de clases en el Partido es extremadamente compleja. Es necesario adoptar una actitud
de investigación, estudio y análisis para hallar los intereses de clase reales que se esconden
detrás de tal o cual proposición tentadora.
Queremos desarrollar esta idea tomando el ejemplo de la demagogia de la prensa
burguesa contra la gerontocracia, los ancianos despóticos, los viejos conservadores y co-
rruptos, opuestos a la juventud democrática y desinteresada.
Primero, en China, entre los viejos del Partido, los hay que son de izquierda, de dere-
cha y de centro. Comencemos por la derecha. En un documento del Partido Comunista chino
de 1984, podemos leer: “Hay un pequeño número de viejos miembros y cuadros del Partido
que son incapaces de respetar los principios del Partido. Cuando se encuentran con una ten-
dencia peligrosa, la siguen”. “Una vez que se empezó a hablar de apertura hacia el mundo
hacia el mundo exterior, algunos cuadros del gobierno y del Partido se sintieron atraídos por
los negocios como abejas.” En la lucha en el seno del Partido, estos viejos estaban del lado
de Hu Yaobang y Zhao Zhiyang y ni el imperialismo ni Taiwan se inquietaron nunca por su
edad, ya que luchaban por la causa buena, la misma que otros buenos ancianos, como el
papa de Roma, Ronald Reagan y Willy Brandt.
Por el contrario, Deng Xiaoping se ha convertido, para Occidente, en el prototipo de
anciano tiránico y retrógrado. Y, sin embargo, cuando Deng apoyó la política revisionista de
Hu Yaobang y Zhao Zhiyang, Occidente se deshizo en elogios hacia él. Deng autorizó la polí-
tica nefasta de Zhao Zhiyang hasta abril de 1989. E incluso en el comienzo del movimiento
estudiantil, la prensa del Kuomintang expresó su esperanza de que Deng se posicionaría al
lado de la reforma y la democracia. Una revista de Taiwán escribió en aquel momento: “El
lugar de Deng en la historia depende de esta decisión”. Resumiendo, durante diez años, el
viejo Deng mantuvo una posición centrista, aunque más bien inclinándose hacia la derecha.
Otros ancianos, como Chen Yun y Li Sien-nien, han criticado desde hace diez años
varios aspectos de la política de Deng Xiaoping. Fue Chen Yun el que más firmemente com-
batió la orientación hacia el mercado libre y el abandono de la planificación. También es – y
merece la pena señalar este hecho, ya que Che Yun representa, para del imperialismo, a los
conservadores y por tanto a los corruptos – quien ha criticado con mayor constancia todos
los fenómenos de corrupción en el seno del Partido.
Así pues, la lucha de clases afecta tanto a los viejos como a los jóvenes, afecta a la
población y al Partido. Por tanto, hay que analizar el fondo y la coherencia de las diferentes
corrientes políticas.

La derecha pro-imperialista sufrió una derrota en China

¿Cuál es la conclusión que podemos sacar de dos meses de confrontación política en


Pekín? La lucha de clases que se desarrolló en la primavera de 1989 acabó en una importan-
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te derrota para la derecha pro-capitalista en el Partido Comunista chino. Junto con Zhao Zhi-
yang, fueron depurados toda una serie de intelectuales de derecha y de extrema derecha,
como Yan Jiaqi.
En su conjunto, la actual dirección está claramente más a la izquierda. He aquí algu-
nos indicios de ello, primero en el campo político e ideológico.
Hay una nueva toma de conciencia del peligro de subversión y de infiltración, orga-
nizadas a gran escala en China por el imperialismo y por Taiwán.
El Partido Comunista retoma la concepción de Mao Zedong según la cual la lucha de
clases continúa bajo el socialismo y persiste el peligro de una restauración capitalista. En el
seno del Partido Comunista chino, la política revisionista de Gorbachov fue duramente criti-
cada, lo mismo que su actitud de capitulación ante el imperialismo. El Partido pone de nuevo
en evidencia el trabajo político e ideológico como principio director. Se reafirma la necesidad
de que los intelectuales estén ligados a los campesinos y obreros. Algunos redescubren las
obras de Mao Zedong, en un intento de comprender las características de la lucha de clases
que acaban de vivir.
En el campo económico, también nos encontramos con algunas nuevas evoluciones.
La planificación socialista recupera su papel, se liberan fondos sustanciales para la
agricultura, el desarrollo de la empresa privada se ralentiza y está mejor controlado, vuelve
a cobrar importancia la campaña contra la corrupción y contra la desigualdad de ingresos.

Informarse ante todo



No obstante, la lucha es muy compleja y su desenlace se mantiene incierto. Por tanto,
es importante seguir los debates y analizar los diferentes puntos de vista que se exponen
en el seno del Partido Comunista chino. Con respecto a ello, queremos subrayar la importan-
cia de obtener información de primera mano sobre las posiciones de los comunistas chinos.
Hay que decir que el desprecio de numerosos progresistas occidentales por la experiencia
socialista de 1100 millones de seres humanos es simplemente escandaloso. Aquellos que
ni siquiera se toman la molestia de leer los documentos del Partido Comunista chino exhi-
ben, con una arrogancia indignante, sus críticas de la política seguida y sus recetas infalibles
para salvar el socialismo chino. La elemental honradez intelectual nos obliga a seguir con
atención e interés las publicaciones chinas. Allí podemos encontrar tanto análisis pertinen-
tes como tesis discutibles y puntos de vista revisionistas. Informarse objetivamente sobre la
política del Partido comunista es enriquecedor en sí mismo. No estamos obligados a emitir
un juicio sobre todas las medidas y todas las tesis. Y debemos evitar juzgar demasiado pron-
to y de forma demasiado categórica.

El futuro de China permanece incierto



Se plantean muchas preguntas se plantean con respecto al futuro de China.
A partir de 1986, ciertos especialistas norteamericanos consideraban que en China
se había llegado el “punto de no retorno” hacia la restauración capitalista. La descolectivi-
zación en el campo, el desarrollo de las empresas privadas y colectivas, la autonomía de las
empresas, el nacimiento de una capa de tecnócratas orientados hacia el modelo occidental,
las zonas económicas especiales, las inversiones extranjeras, todo esto, decían, constituye
una base económica sólida para el capitalismo. Ciertos revolucionarios consideraban igual-
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mente que Deng Xiaoping había concluido la restauración del capitalismo en China. Pero el
cambio en la orientación política y económica después de 1989 demuestra que estas conclu-
siones eran prematuras.
Queda preguntarse: ¿Podrá el Partido Comunista Chino proseguir con sus esfuerzos
de rectificación durante un periodo prolongado y profundizar con las críticas de los errores
cometidos?
Los especialistas de China manejan varias hipótesis de futuro.
Algunos creen que los revisionistas en el Partido volverán a entrar disimuladamen-
te, harán discursos “más izquierdistas” y esperaran hasta el estallido de graves problemas
económicos y sociales para retomar el poder.
Otros consideran que la rectificación política e ideológica actual se mantendrá como
algo superficial, que el burocratismo, la corrupción y el parasitismo seguirán expandiéndose
por la China profunda y que continuará el proceso de degeneración, como está ocurrien-
do desde 1978. La marcha hacia el capitalismo solamente será ralentizada por los aconteci-
mientos de junio de 1989.
Una tercera escuela de pensamiento cree que Deng Xiaoping va a virar de nuevo ha-
cia la derecha para apoyar otra tendencia del tipo de Hu Yaobang y Zhao Zhiyang. Recuer-
dan que aún en febrero de 1989, Deng todavía afirmaba que el Partido no había cometido
errores importantes desde 1978. Renunciando a hacer una autocrítica seria de este periodo,
Deng volvería a una línea de reformas de tipo capitalista.
Estas tres hipótesis prevén una victoria final de las tendencias revisionistas en Chi-
na.
Otros especialistas prevén un estallido en China bajo la presión de terribles problemas
económicos, sociales y demográficos, por el crecimiento de los particularismos provinciales
y por la acción de las fuerzas contrarrevolucionarias y pro-taiwanesas. China conocería en-
tonces una nueva era de guerras civiles devastadoras cuyo desenlace sería imprevisible.
Finalmente, podemos considerar que la dirección actual del Partido conseguirá hacer
una síntesis entre los principios políticos correctos que Mao elaboró durante la Revolución
Cultural y la política económica más flexible puesta en práctica desde entonces. Así, China
podría encontrar un nuevo dinamismo tanto en el dominio político como en el económico.

Una confirmación de algunas tesis de Mao Zedong



Durante la Revolución Cultural, Mao Zedong no dio con los métodos adecuados para
resolver el problema de la degeneración capitalista, pero al menos abordó correctamente un
problema crucial. La evolución política de los últimos diez años confirma ampliamente algu-
nos de sus análisis.
Mao decía lo siguiente: “Si nos apartamos de las masas, si no nos esforzamos en resol-
ver sus problemas, los campesinos levantarán sus horcas, los obreros se manifestarán en la
calle, los estudiantes provocarán disturbios. En el momento actual, hay gente que cree que
con la conquista del poder del Estado, pueden dormir a pierna suelta y actuar como tiranos.
Si esta gente se topa con las masas y ésta la reciben a pedradas o a golpes de azada, consi-
dero que se lo merecen y lo aplaudiré. Tenemos que evitar como sea el dejarnos contaminar
por el estilo de trabajo burocrático y formar una capa burocrática alejada de las masas.”
“En el pasado, hemos llevado la lucha en el campo, a las fábricas y a los medios cul-
turales, hemos iniciado el movimiento de educación socialista, sin llegar por ello a resolver
el problema; porque no habíamos encontrado una forma, un método que permitiera de mo-
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vilizar abiertamente a amplias masas, en todos los campos, a partir de la base, para que
denunciaran nuestro lado oscuro.”
“La sociedad socialista abarca un periodo bastante largo durante el cual siguen exis-
tiendo las clases, las contradicciones de clase y la lucha de clases, lo mismo que la lucha
entre la vía socialista y la vía capitalista y el peligro de una restauración del capitalismo. Hay
que comprender que esta lucha será larga y compleja, redoblar la vigilancia y proseguir con
la educación socialista. Hay que situar y resolver correctamente los problemas relativos a
las contradicciones de clase, distinguir las contradicciones entre el enemigo y nosotros, y las
contradicciones en el seno del pueblo, y darles una solución justa. De no ser así, un país so-
cialista como el nuestro se transformará en su contrario, cambiará de naturaleza y conocerá
la restauración del capitalismo.”
En el XI Congreso del Partido Comunista Chino, Hua Kuofeng explicó un principio
esencial, avanzado por Mao: “Al afirmar que la burguesía existe en el Partido comunista, el
presidente Mao quería decir que ahí se encuentran dirigentes que siguen la vía capitalis-
ta, de ninguna manera que existe una burguesía dentro del Partido. Mientras que el poder
supremo del Partido y del Estado esté en manos del núcleo dirigente que sigue la vía mar-
xista-leninista, los dirigentes que siguen la vía capitalista serán muy pocos; serán denuncia-
dos y expulsados del Partido uno tras otro. No sabrían constituir una burguesía. Solamente
cuando los dirigentes que siguen la vía capitalista se apoderen del poder supremo del Par-
tido y del Estado – como ha ocurrido en la Unión Soviética – será cuando sea posible la for-
mación de una burguesía monopolista burocrática y la conversión del Partido en un partido
político burgués.”
El mundo ahora es uno. El imperialismo en crisis lanzó una ofensiva planetaria para
reconquistar tanto los países nacionalistas del tercer mundo como los países socialistas,
acentuando la explotación de los obreros en las metrópolis.
Un internacionalista estará siempre del lado de los obreros y de los trabajadores en
lucha en su propio país, siempre apoyará los movimientos que, en el tercer mundo, comba-
ten al imperialismo y la reacción, siempre se mantendrá del lado de los países socialistas, en
los éxitos y en las dificultades, y sacará lecciones tanto de sus victorias como de sus derro-
tas. En el clima actual de triunfalismo de la derecha y de anticomunismo, es importante dar
a conocer las experiencias y los puntos de vista de los países que perseveran en la vía so-
cialista. No hay que dejarse intimidar por la estúpida arrogancia de la derecha, sino que hay
que atreverse a defender el socialismo, atreverse a defender a China, atreverse a defender
a Cuba, atreverse a defender a Albania, atreverse a defender a la República Democrática y
Popular de Corea.
A fin de cuentas, los pueblos, uniendo sus esfuerzos, conseguirán enterrar el impe-
rialismo y la causa del socialismo triunfará.

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Epílogo
LOS ECOLOGISTAS Y LA OFENSIVA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO

Con motivo del primero aniversario del “movimiento democrático” de Pekín, tuvo lu-
gar un debate en la Cámara sobre este acontecimiento, el 29 de junio de 1990. Este deba-
te ha mostrado, una vez más, hasta qué punto el lavado de cerebro cotidiano por parte de
nuestros medios de comunicación “libres” influye sobre los círculos que se dicen progresis-
tas. En su intervención, hecha en nombre del grupo ecologista Agalev-Ecolo, Xavier Winkel,
conocido por sus posturas progresistas, defiende de hecho la línea seguida por la derecha
del establishment norteamericano. Viendo la lluvia de mentiras y de intoxicaciones que ha
vertido la prensa “libre”, es comprensible que honrados militantes ecologistas se hayan de-
jado engañar por los voceros de las multinacionales. Nosotros buscamos el debate franco,
apoyándonos en hechos indiscutibles, documentos y pruebas. Estamos seguros de la causa
que defendemos. No nos impresiona la arrogancia del imperialismo, al contrario, estamos
seguros de que todos aquellos que mantienen un espíritu lúcido, que no son alcanzados la
histeria anti-socialista frenética, se verán obligados a reflexionar seriamente sobre la juste-
za de sus propias posturas, tras haber escuchado nuestras pruebas y nuestros argumentos.
Xavier Winkel repite una tesis central del imperialismo norteamericano y europeo,
puesto que exige “una continuación de las reformas (en China) que han hecho posible una
apertura hacia los Estados democráticos en el mundo”.
En el seno del establishment norteamericano, muy unido en su política anticomunis-
ta y de dominación mundial, se dibujan dos tendencias tácticas: la fracción dominante, re-
presentada por Bush y Nixon, quiere retomar las relaciones con China con el objetivo de pro-
teger, apoyar y alentar a las fuerzas pro-capitalistas en el seno del Partido Comunista Chino.
Otra fracción predica un anticomunismo más abierto y una táctica más agresiva para, en el
plazo más breve, doblegar a China socialista y crear condiciones propicias para una contra-
rrevolución victoriosa de tipo polaco, rumano o húngaro. Xavier Winkel defiende el progra-
ma de esta última fracción del imperialismo norteamericano. “Lo que no acepto, dice, es que
representantes del gobierno belga se reúnan con responsables chinos.” “Manifiestamente,
China necesita el apoyo de otros países y las sanciones económicas son eficaces. Bélgica y
los doce deben mantener las sanciones políticas y económicas.” Por supuesto, Eyskens le
respondió al dirigente Agalev-Ecolo diciendo que Bélgica “sigue manteniendo una actitud
firme y decidida”. A lo que Xavier Winker respondió: “Estoy contento con la respuesta del
ministro.”
Este hecho demuestra cómo gente que se dice progresista, está a veces completa-
mente drogada por la propaganda imperialista. El Ejército Popular tuvo que intervenir en
Pekín para ponerle fin a un motín violento que pretendía subvertir el socialismo; hubo tres-
cientos muertos. Xavier Winkel piensa desde entonces que todo encuentro con dirigentes
chinos es censurable y que hacen falta sanciones políticas y económicas contra este país
del tercer mundo que cuenta con 1100 millones de habitantes. ¿Pero cómo es posible que
Xavier haya “olvidado” que el ejército norteamericano acaba de cometer una agresión mi-
litar incalificable, injustificable contra Panamá, en la que fueron masacradas entre 5000 y
7000 personas? ¿Acaso Ecolo-Agalev ha reclamado que Bélgica congele las relaciones con
el gobierno norteamericano y que aplicara sanciones políticas y económicas contra los Es-
tados Unidos? Estas medidas estarían justificadas porque la causa del imperialismo nortea-

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www.jcpv.net De Tian an Men a Timisoara, Ludo Martens

mericano es indefendible. Pero Ecolo-Agalev prefiere no hacer nada contra el imperialismo


norteamericano y retoma ciegamente la agitación anti-socialista que el conjunto del mundo
imperialista lleva a cabo desde hace un año contra las decisiones justificadas de China.

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